Philips ha creado dos vestidos experimentales y dinámicos dotados con sensores capaces de responder al estado del humor de las personas que los llevan y de su entorno, lo que quizá suponga el futuro de la llamada “electrónica intuitiva o sensitiva”, según explica la empresa en un comunicado.
Los vestidos han sido fabricados para demostrar que la electrónica puede ser incorporada a la ropa y a determinados objetos para expresar las emociones y la personalidad de sus portadores. El proyecto fue presentado este mes en la conferencia Nanotechnologies and Smart Textiles for Industry and Fashion, celebrada en Londres.
Se espera que este tipo de tecnología, en un estadio más avanzado, pueda servir para desarrollar, por ejemplo, coches que se conduzcan automáticamente, si el conductor está cansado, o sillas que “sientan” el agotamiento de su usuario y envíen una señal electrónica que reduzca la luz de una habitación, entre otras aplicaciones. También podría ayudar a las personas mayores en sus situaciones cotidianas.
El proyecto de Philips Design para esta finalidad ha sido denominado SKIN (piel), y está inspirado en la forma en que la piel humana reacciona espontáneamente a los estímulos externos e internos.
Philips Design aspira a imitar las fórmulas sutiles y no verbales con que los humanos nos comunicamos, y a transferir esta habilidad a la ropa, los coches, los ordenadores o determinados aparatos.
Sentirnos deprimidos, solos o alegres, podría así aparecer reflejado en nuestra vestimenta, a través de señales lumínicas.
Dos prototipos
Los prototipos fabricados dentro del proyecto SKIN son dos: “Bubelle” y “Frison”. “Bubelle” es un vestido que está rodeado por una delicada burbuja iluminada con patrones que cambian al contacto con la piel.
Posee sensores que monitorizan los cambios fisiológicos asociados a diversas emociones, para luego enviar una señal a las luces de la capa exterior de la tela. El estrés, el miedo o cualquier otra emoción generan así el encendido de luces de color rosa, que cambian de tonalidad y forma según la intensidad de la emoción.
Por otro lado, “Frison” es un vestido cubierto de sensores tan finos como un cabello que recogen los estímulos físicos, como la brisa o el contacto con otra persona, y emiten luces centelleantes a modo de respuesta.
Ambos trajes pretenden explorar tecnologías más “sensitivas” que “inteligentes”, así como repensar la interacción entre los objetos y los humanos.
Sin que se note
Diseñados para responder de manera distinta a cada cuerpo, estos vestidos generan una representación visual de las emociones más allá del frío concepto del “on and off” al que nos tiene acostumbrados la electrónica tradicional, aseguran sus creadores. Por ejemplo, el “Bubelle” se comporta de manera distinta según quien se lo ponga, y por lo tanto muestra un comportamiento no-lineal.
El único problema que aún queda por resolver en estos innovadores y efectistas diseños es el de las baterías. Para que funcionen los sensores, se necesita energía y las baterías son aún bastante pesadas en comparación con la energía que son capaces de suministrar, y su volumen reduce la estética de los ropajes.
Lo que se intenta es que la gente se sienta hermosa con esta ropa, por lo que queda pendiente encontrar soluciones específicas que permitan que no se note demasiado de donde procede la energía necesaria para que la ropa exprese nuestra vida interior.
Los vestidos han sido fabricados para demostrar que la electrónica puede ser incorporada a la ropa y a determinados objetos para expresar las emociones y la personalidad de sus portadores. El proyecto fue presentado este mes en la conferencia Nanotechnologies and Smart Textiles for Industry and Fashion, celebrada en Londres.
Se espera que este tipo de tecnología, en un estadio más avanzado, pueda servir para desarrollar, por ejemplo, coches que se conduzcan automáticamente, si el conductor está cansado, o sillas que “sientan” el agotamiento de su usuario y envíen una señal electrónica que reduzca la luz de una habitación, entre otras aplicaciones. También podría ayudar a las personas mayores en sus situaciones cotidianas.
El proyecto de Philips Design para esta finalidad ha sido denominado SKIN (piel), y está inspirado en la forma en que la piel humana reacciona espontáneamente a los estímulos externos e internos.
Philips Design aspira a imitar las fórmulas sutiles y no verbales con que los humanos nos comunicamos, y a transferir esta habilidad a la ropa, los coches, los ordenadores o determinados aparatos.
Sentirnos deprimidos, solos o alegres, podría así aparecer reflejado en nuestra vestimenta, a través de señales lumínicas.
Dos prototipos
Los prototipos fabricados dentro del proyecto SKIN son dos: “Bubelle” y “Frison”. “Bubelle” es un vestido que está rodeado por una delicada burbuja iluminada con patrones que cambian al contacto con la piel.
Posee sensores que monitorizan los cambios fisiológicos asociados a diversas emociones, para luego enviar una señal a las luces de la capa exterior de la tela. El estrés, el miedo o cualquier otra emoción generan así el encendido de luces de color rosa, que cambian de tonalidad y forma según la intensidad de la emoción.
Por otro lado, “Frison” es un vestido cubierto de sensores tan finos como un cabello que recogen los estímulos físicos, como la brisa o el contacto con otra persona, y emiten luces centelleantes a modo de respuesta.
Ambos trajes pretenden explorar tecnologías más “sensitivas” que “inteligentes”, así como repensar la interacción entre los objetos y los humanos.
Sin que se note
Diseñados para responder de manera distinta a cada cuerpo, estos vestidos generan una representación visual de las emociones más allá del frío concepto del “on and off” al que nos tiene acostumbrados la electrónica tradicional, aseguran sus creadores. Por ejemplo, el “Bubelle” se comporta de manera distinta según quien se lo ponga, y por lo tanto muestra un comportamiento no-lineal.
El único problema que aún queda por resolver en estos innovadores y efectistas diseños es el de las baterías. Para que funcionen los sensores, se necesita energía y las baterías son aún bastante pesadas en comparación con la energía que son capaces de suministrar, y su volumen reduce la estética de los ropajes.
Lo que se intenta es que la gente se sienta hermosa con esta ropa, por lo que queda pendiente encontrar soluciones específicas que permitan que no se note demasiado de donde procede la energía necesaria para que la ropa exprese nuestra vida interior.