Ingenieros de la universidad de Florida han desarrollado el mayor simulador del mundo de huracanes y lluvia. Se trata de una colosal maquinaria formada por ocho ventiladores industriales, de 1,5 metros de altura cada uno que, subidos en un trailer y alimentados por motores marinos de diesel, son capaces de producir una potencia de 2.800 caballos, según informa la citada universidad en un comunicado.
Los motores son enfriados gracias a un sistema que toma agua de un depósito con una capacidad de 19.000 centímetros cúbicos y que se encuentra colocado sobre un camión a remolque del vehículo principal.
Los ingenieros pretenden utilizar el inmenso aparato para generar huracanes de categoría 3 (vientos de entre 178 y 209 kilómetros por hora) que golpeen casas desocupadas y descubrir así sus efectos con el fin de evitar futuras catástrofes. Estos vientos generados artificialmente pueden alcanzar la categoría tres de intensidad en la escala de huracanes de Saffir-Simpson.
Esta escala recibió su nombre del ingeniero civil Hervert Saffir y del director del Centro Nacional de Huracanes estadounidense, Bob Simpson. Tiene su origen en el trabajo de Saffir en una comisión de las Naciones Unidas dedicada al estudio de las construcciones de bajo coste en áreas propensas a sufrir huracanes.
En el desarrollo de su estudio, Saffir se percató de que no había una escala apropiada para describir los efectos de los huracanes. Apreciando la utilidad de la escala sismológica de Richter para describir terremotos, inventó una escala de cinco niveles basada en la velocidad del viento, que describía los posibles daños en edificios. Saffir cedió la escala al Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos; posteriormente Simpson añadiría a la escala los efectos del oleaje e inundaciones.
La escala de Saffir-Simpson no tiene en cuenta ni la cantidad de precipitaciones ni la situación, lo que significa que un huracán de categoría tres que afecte a una gran ciudad, puede causar muchos más daños que uno de categoría mayor que sólo afecte a una zona despoblada.
Comprobación de mejoras
El objetivo del experimento es, por tanto, similar al del establecimiento de la escala de Saffir-Simpson: comprender mejor cómo pueden los huracanes dañar las casas y cómo modificar su estructura y métodos de construcción para evitar los destrozos ocasionados por huracanes.
La maquinaria ha sido diseñada y desarrollada por el director de la investigación, el ingeniero Forrest Masters, profesor asistente de ingeniería civil y costera de la universidad de Florida. Según Masters, con el experimento se evaluará el impacto de los vientos huracanados en casas de comunidades, además de probar las mejoras en edificios destinadas a prevenir los daños.
El coste total del simulador ha sido de alrededor de 370.000 euros en componentes y mano de obra. A diferencia de otros simuladores anteriores de este tipo, más pequeños, el nuevo simulador usa un innovador sistema hidráulico en lugar de cadenas o conexiones mecánicas para transferir la energía desde los motores hasta los ventiladores.
También con lluvia
Este sistema ha sido diseñado por las empresas Linde Hydraulics Corporation y Cunningham Fluid Power Inc., y es más ligero, menos voluminoso y más seguro que los sistemas tradicionales.
Con la potencia máxima, los ventiladores giran a 1.800 revoluciones por minuto y, gracias a un canal construido a medida que reduce el espacio disponible para que pase el viento, se puede alcanzar la velocidad de 160 kilómetros/hora. Asimismo, unos dispositivos de direccionamiento ayudan a enfocar el viento hacia el lugar que se desee y llevan incorporados propulsores de agua que pueden simular una lluvia extrema.
El simulador es la última creación de un equipo de maquinaria para la investigación de huracanes de la universidad de Florida, destinado a mediciones de los huracanes y sus efectos en construcciones, y que incluye torres portátiles de registro de vientos huracanados, entre otros dispositivos.
Con ellos, progresivamente, los ingenieros han pasado de llevar el laboratorio a las zonas donde se producen huracanes, a traer directamente los huracanes al laboratorio, señala Masters. Con estos avances se espera poder calcular mejor la manera de proteger ventanas, puertas, cornisas, tejados y otros componentes de las casas.
Los motores son enfriados gracias a un sistema que toma agua de un depósito con una capacidad de 19.000 centímetros cúbicos y que se encuentra colocado sobre un camión a remolque del vehículo principal.
Los ingenieros pretenden utilizar el inmenso aparato para generar huracanes de categoría 3 (vientos de entre 178 y 209 kilómetros por hora) que golpeen casas desocupadas y descubrir así sus efectos con el fin de evitar futuras catástrofes. Estos vientos generados artificialmente pueden alcanzar la categoría tres de intensidad en la escala de huracanes de Saffir-Simpson.
Esta escala recibió su nombre del ingeniero civil Hervert Saffir y del director del Centro Nacional de Huracanes estadounidense, Bob Simpson. Tiene su origen en el trabajo de Saffir en una comisión de las Naciones Unidas dedicada al estudio de las construcciones de bajo coste en áreas propensas a sufrir huracanes.
En el desarrollo de su estudio, Saffir se percató de que no había una escala apropiada para describir los efectos de los huracanes. Apreciando la utilidad de la escala sismológica de Richter para describir terremotos, inventó una escala de cinco niveles basada en la velocidad del viento, que describía los posibles daños en edificios. Saffir cedió la escala al Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos; posteriormente Simpson añadiría a la escala los efectos del oleaje e inundaciones.
La escala de Saffir-Simpson no tiene en cuenta ni la cantidad de precipitaciones ni la situación, lo que significa que un huracán de categoría tres que afecte a una gran ciudad, puede causar muchos más daños que uno de categoría mayor que sólo afecte a una zona despoblada.
Comprobación de mejoras
El objetivo del experimento es, por tanto, similar al del establecimiento de la escala de Saffir-Simpson: comprender mejor cómo pueden los huracanes dañar las casas y cómo modificar su estructura y métodos de construcción para evitar los destrozos ocasionados por huracanes.
La maquinaria ha sido diseñada y desarrollada por el director de la investigación, el ingeniero Forrest Masters, profesor asistente de ingeniería civil y costera de la universidad de Florida. Según Masters, con el experimento se evaluará el impacto de los vientos huracanados en casas de comunidades, además de probar las mejoras en edificios destinadas a prevenir los daños.
El coste total del simulador ha sido de alrededor de 370.000 euros en componentes y mano de obra. A diferencia de otros simuladores anteriores de este tipo, más pequeños, el nuevo simulador usa un innovador sistema hidráulico en lugar de cadenas o conexiones mecánicas para transferir la energía desde los motores hasta los ventiladores.
También con lluvia
Este sistema ha sido diseñado por las empresas Linde Hydraulics Corporation y Cunningham Fluid Power Inc., y es más ligero, menos voluminoso y más seguro que los sistemas tradicionales.
Con la potencia máxima, los ventiladores giran a 1.800 revoluciones por minuto y, gracias a un canal construido a medida que reduce el espacio disponible para que pase el viento, se puede alcanzar la velocidad de 160 kilómetros/hora. Asimismo, unos dispositivos de direccionamiento ayudan a enfocar el viento hacia el lugar que se desee y llevan incorporados propulsores de agua que pueden simular una lluvia extrema.
El simulador es la última creación de un equipo de maquinaria para la investigación de huracanes de la universidad de Florida, destinado a mediciones de los huracanes y sus efectos en construcciones, y que incluye torres portátiles de registro de vientos huracanados, entre otros dispositivos.
Con ellos, progresivamente, los ingenieros han pasado de llevar el laboratorio a las zonas donde se producen huracanes, a traer directamente los huracanes al laboratorio, señala Masters. Con estos avances se espera poder calcular mejor la manera de proteger ventanas, puertas, cornisas, tejados y otros componentes de las casas.