El HISMAR pegado al casco del barco
Ingenieros de la universidad británica de Newcastle han creado un robot autónomo diseñado para limpiar los cascos de los barcos.
La intención de sus creadores es reducir la emisión de carbono a la atmósfera en el sector marítimo mundial. El robot, según sus creadores, ofrece una solución para eliminar del casco de los barcos depósitos o especies marinas no autóctonas que pueden distorsionar el ecosistema en aguas locales. De esta manera, las embarcaciones se desplazan por el agua más eficientemente, recortando su consumo de combustibles fósiles y, en consecuencia, las emisiones de CO2 a la atmósfera.
El dispositivo opera de modo similar a una aspiradora y ha sido desarrollado dentro del proyecto europeo HISMAR (Hull Identification System for Marine Autonomous Robotics).
El robot es capaz de desplazarse por sí mismo por el casco del barco. En primer lugar, traza automáticamente un mapa del casco, grabando la localización de cada soldadura, pequeño cambio o hendidura en su superficie.
Con esos datos, el robot se adhiera magnéticamente al casco y empieza a limpiarlo siguiendo una ruta previamente planeada. Además, envía información de por dónde va transitando.
Para limpiar, utiliza chorros de agua marina presurizada. Toda la suciedad que va arrancando del casco la deposita en un compartimento, donde se filtran 150 litros de agua por minuto.
Limpieza constante
La idea es que el sistema robotizado pueda recorrer constantemente el casco del barco previniendo la formación de cieno y permitiendo que la embarcación se desplace más eficientemente por el agua, al no tener tanta resistencia. De esta manera, el consumo de combustible es mucho menor.
“Lo que hemos creado es un sistema que trabaja de manera independiente, tanto dentro como fuera del agua. Además, no sólo mantiene el barco limpio, sino que además devuelve información muy valiosa respecto al estado de conservación del casco”, comenta el profesor Tony Roskilly, que lidera este proyecto, en un comunicado de la Universidad de Newcastle. “Dado que el mapa que sigue es muy detallado, si hay algún cambio en su recorrido causado por la corrosión o por alguna rotura en el acero, puede informar al respecto.”
El módulo de dirección y el sistema de navegación del dispositivo se encuentran separados de las herramientas de limpieza, por lo que sus creadores esperan poder usar el robot para otros cometidos, como pintar el casco de los barcos.
Hasta principios de este año, se usaban pinturas especiales para evitar la corrosión. A esas pinturas se le añadía un químico llamado Tributyltin (TBT), que prevenía el crecimiento de animales marinos.
Sin embargo, se ha descubierto que esa mezcla contaminaba el agua y que tenía un impacto sobre algunas especies marinas. Desde este verano, el TBT es ilegal en todo el mundo para estos fines.
Dentro y fuera del agua
“El resto de sistema de inspección o limpieza usados son dirigidos por control remoto mientras operan, lo que obliga a contratar técnicos con mucha experiencia para que el casco de un barco quede limpio, todo ello mientras el barco está fuera de servicio o fuera del agua”, comenta Jonathan Heslop, que también ha participado en este proyecto. “La gran ventaja de el robot HISMAR es que es un sistema autónomo que puede hacer su labor también cuando el barco está en servicio, lo que hace que proliferen muy pocos sedimentos”.
El robot usa un nuevo sistema de navegación óptica junto a un sistema magnético para identificar la localización de una superficie para generar un mapa muy detallado del casco. Es el sistema de navegación lo que permite al robot operar dentro y fuera de la línea de flotación mientras el barco está en puerto o anclado.
La preocupación por este problema está impulsando muchos proyectos para erradicarlo. Hace unos meses, Tendencias 21 recogía los resultados del proyecto comunitario AMBIO, que utilizaba la nanotecnología para desarrollar recubrimientos inteligentes capaces de evitar la adherencia de bacterias y otros organismos vivos en los cascos de los barcos. Esta adherencia, llamada bioincrustación, provoca grandes daños medioambientales, y hace que los barcos tengan que usar un 40% más de combustible para recorrer la misma distancia.
La intención de sus creadores es reducir la emisión de carbono a la atmósfera en el sector marítimo mundial. El robot, según sus creadores, ofrece una solución para eliminar del casco de los barcos depósitos o especies marinas no autóctonas que pueden distorsionar el ecosistema en aguas locales. De esta manera, las embarcaciones se desplazan por el agua más eficientemente, recortando su consumo de combustibles fósiles y, en consecuencia, las emisiones de CO2 a la atmósfera.
El dispositivo opera de modo similar a una aspiradora y ha sido desarrollado dentro del proyecto europeo HISMAR (Hull Identification System for Marine Autonomous Robotics).
El robot es capaz de desplazarse por sí mismo por el casco del barco. En primer lugar, traza automáticamente un mapa del casco, grabando la localización de cada soldadura, pequeño cambio o hendidura en su superficie.
Con esos datos, el robot se adhiera magnéticamente al casco y empieza a limpiarlo siguiendo una ruta previamente planeada. Además, envía información de por dónde va transitando.
Para limpiar, utiliza chorros de agua marina presurizada. Toda la suciedad que va arrancando del casco la deposita en un compartimento, donde se filtran 150 litros de agua por minuto.
Limpieza constante
La idea es que el sistema robotizado pueda recorrer constantemente el casco del barco previniendo la formación de cieno y permitiendo que la embarcación se desplace más eficientemente por el agua, al no tener tanta resistencia. De esta manera, el consumo de combustible es mucho menor.
“Lo que hemos creado es un sistema que trabaja de manera independiente, tanto dentro como fuera del agua. Además, no sólo mantiene el barco limpio, sino que además devuelve información muy valiosa respecto al estado de conservación del casco”, comenta el profesor Tony Roskilly, que lidera este proyecto, en un comunicado de la Universidad de Newcastle. “Dado que el mapa que sigue es muy detallado, si hay algún cambio en su recorrido causado por la corrosión o por alguna rotura en el acero, puede informar al respecto.”
El módulo de dirección y el sistema de navegación del dispositivo se encuentran separados de las herramientas de limpieza, por lo que sus creadores esperan poder usar el robot para otros cometidos, como pintar el casco de los barcos.
Hasta principios de este año, se usaban pinturas especiales para evitar la corrosión. A esas pinturas se le añadía un químico llamado Tributyltin (TBT), que prevenía el crecimiento de animales marinos.
Sin embargo, se ha descubierto que esa mezcla contaminaba el agua y que tenía un impacto sobre algunas especies marinas. Desde este verano, el TBT es ilegal en todo el mundo para estos fines.
Dentro y fuera del agua
“El resto de sistema de inspección o limpieza usados son dirigidos por control remoto mientras operan, lo que obliga a contratar técnicos con mucha experiencia para que el casco de un barco quede limpio, todo ello mientras el barco está fuera de servicio o fuera del agua”, comenta Jonathan Heslop, que también ha participado en este proyecto. “La gran ventaja de el robot HISMAR es que es un sistema autónomo que puede hacer su labor también cuando el barco está en servicio, lo que hace que proliferen muy pocos sedimentos”.
El robot usa un nuevo sistema de navegación óptica junto a un sistema magnético para identificar la localización de una superficie para generar un mapa muy detallado del casco. Es el sistema de navegación lo que permite al robot operar dentro y fuera de la línea de flotación mientras el barco está en puerto o anclado.
La preocupación por este problema está impulsando muchos proyectos para erradicarlo. Hace unos meses, Tendencias 21 recogía los resultados del proyecto comunitario AMBIO, que utilizaba la nanotecnología para desarrollar recubrimientos inteligentes capaces de evitar la adherencia de bacterias y otros organismos vivos en los cascos de los barcos. Esta adherencia, llamada bioincrustación, provoca grandes daños medioambientales, y hace que los barcos tengan que usar un 40% más de combustible para recorrer la misma distancia.