Aurora boreal
Científicos norteamericanos han conseguido crear una mancha luminosa en el cielo, en mitad de uno de los fenómenos más impresionantes de la naturaleza, la aurora boreal. La mancha se vio a simple vista, sin necesidad de telescopio, informa la revista Nature.
Se trata de la primera micro-aurora boreal artificial de la historia, factible gracias a la emisora de radio más potente del mundo. Su efímera creación pudo verse con los ojos, aunque los investigadores la siguieron a través de las pantallas de sus instrumentos de trabajo.
Las auroras boreales se forman en la capa más alta de la atmósfera, a entre 70 y 150 kilómetros de altura desde la superficie terrestre. La actividad solar produce partículas que son lanzadas al espacio, grandes cantidades de rayos ultravioletas y de rayos X, así como corrientes de protones y electrones.
El brillo auroral se desencadena cuando los protones y electrones penetran en la magnetosfera terrestre (que actúa como escudo protector para el planeta frente a las partículas cargadas de radiación cósmica que llegan desde el espacio) y colisionan con las moléculas de gas de la atmósfera.
Esta colisión excita las moléculas de gas de la atmósfera produciendo una luminiscencia que se proyecta en la ionosfera. La ionosfera es la región de la atmósfera en la que se producen las auroras y es también la que posibilita la comunicación a larga distancia por radio, ya que las diferentes regiones de la ionosfera reflejan las ondas radiales de regreso a la Tierra.
Se trata de la primera micro-aurora boreal artificial de la historia, factible gracias a la emisora de radio más potente del mundo. Su efímera creación pudo verse con los ojos, aunque los investigadores la siguieron a través de las pantallas de sus instrumentos de trabajo.
Las auroras boreales se forman en la capa más alta de la atmósfera, a entre 70 y 150 kilómetros de altura desde la superficie terrestre. La actividad solar produce partículas que son lanzadas al espacio, grandes cantidades de rayos ultravioletas y de rayos X, así como corrientes de protones y electrones.
El brillo auroral se desencadena cuando los protones y electrones penetran en la magnetosfera terrestre (que actúa como escudo protector para el planeta frente a las partículas cargadas de radiación cósmica que llegan desde el espacio) y colisionan con las moléculas de gas de la atmósfera.
Esta colisión excita las moléculas de gas de la atmósfera produciendo una luminiscencia que se proyecta en la ionosfera. La ionosfera es la región de la atmósfera en la que se producen las auroras y es también la que posibilita la comunicación a larga distancia por radio, ya que las diferentes regiones de la ionosfera reflejan las ondas radiales de regreso a la Tierra.
Antenas del Haarp
Un pequeño milagro
Para producir un fenómeno tan extraordinario como una aurora se necesitaría un instrumento muy potente. Los científicos contaban con una inmensa red de antenas instaladas en Alaska, cerca de la ciudad de Gakona, bautizada con el nombre de Haarp (High Frequency Active Auroral Resarch Program), que fue construida a principios de los años noventa con el fin de estudiar la ionosfera, en parte por razones y necesidades militares.
Esta enorme instalación ha sido utilizada a menudo para enviar potentes impulsos de radio (ondas electromagnéticas de alta frecuencia) hacia la ionosfera con el fin de calentar su plasma. Algunos críticos temen que estos experimentos sean llevados a cabo para calcular las posibilidades de manipulación climática con fines militares, o bien para intentar perturbar las transmisiones de radio a larga distancia (que se reflejan en la ionosfera), aparte de las trasmisiones de señales a frecuencia ultra baja para comunicar con submarinos a gran profundidad o para realizar observaciones subterráneas de gran precisión.
La creación de la aurora boreal artificial fue casual. Los investigadores del Haarp por lo general no usan los instrumentos cuando se están produciendo auroras boreales, ya que la actividad natural es más intensa que las perturbaciones que pueden generar las antenas.
Sorpresa en el cielo
En esta ocasión, sin embargo, en vez de esperar a que desapareciera una aurora boreal natural que ocurría una noche de marzo de 2004, los investigadores del Haarp encendieron las antenas y las orientaron hacia una región algo más baja (100 kilómetros de altura), que la que generalmente es excitada en sus experimentos.
Para su sorpresa, los telescopios ópticos detectaron un punto verde brillante que aparecía y desaparecía en el cielo. Salieron fuera y observaron el fenómeno a simple vista: sin pretenderlo, habían provocado una aurora boreal artificial, lo que en teoría permitirá profundizar en el conocimiento de este fenómeno.
El calentamiento de las capas altas de la atmósfera se practica desde los años sesenta del siglo pasado para estudiar directamente el comportamiento de los electrones en un medio tan particular, lo que según sus artífices permite trabajar con un laboratorio de plasma a gran escala. Se denomina plasma a un gas a alta temperatura en el cual los átomos han perdido electrones, quedando con una carga eléctrica positiva y moviéndose libremente.
Para producir un fenómeno tan extraordinario como una aurora se necesitaría un instrumento muy potente. Los científicos contaban con una inmensa red de antenas instaladas en Alaska, cerca de la ciudad de Gakona, bautizada con el nombre de Haarp (High Frequency Active Auroral Resarch Program), que fue construida a principios de los años noventa con el fin de estudiar la ionosfera, en parte por razones y necesidades militares.
Esta enorme instalación ha sido utilizada a menudo para enviar potentes impulsos de radio (ondas electromagnéticas de alta frecuencia) hacia la ionosfera con el fin de calentar su plasma. Algunos críticos temen que estos experimentos sean llevados a cabo para calcular las posibilidades de manipulación climática con fines militares, o bien para intentar perturbar las transmisiones de radio a larga distancia (que se reflejan en la ionosfera), aparte de las trasmisiones de señales a frecuencia ultra baja para comunicar con submarinos a gran profundidad o para realizar observaciones subterráneas de gran precisión.
La creación de la aurora boreal artificial fue casual. Los investigadores del Haarp por lo general no usan los instrumentos cuando se están produciendo auroras boreales, ya que la actividad natural es más intensa que las perturbaciones que pueden generar las antenas.
Sorpresa en el cielo
En esta ocasión, sin embargo, en vez de esperar a que desapareciera una aurora boreal natural que ocurría una noche de marzo de 2004, los investigadores del Haarp encendieron las antenas y las orientaron hacia una región algo más baja (100 kilómetros de altura), que la que generalmente es excitada en sus experimentos.
Para su sorpresa, los telescopios ópticos detectaron un punto verde brillante que aparecía y desaparecía en el cielo. Salieron fuera y observaron el fenómeno a simple vista: sin pretenderlo, habían provocado una aurora boreal artificial, lo que en teoría permitirá profundizar en el conocimiento de este fenómeno.
El calentamiento de las capas altas de la atmósfera se practica desde los años sesenta del siglo pasado para estudiar directamente el comportamiento de los electrones en un medio tan particular, lo que según sus artífices permite trabajar con un laboratorio de plasma a gran escala. Se denomina plasma a un gas a alta temperatura en el cual los átomos han perdido electrones, quedando con una carga eléctrica positiva y moviéndose libremente.