Friederike Flachsbart y Almut Nebel, autoras de la investigación. Fuente: Universidad Christian-Albrechts.
En el ADN humano existe un gen que podría ser el responsable de la longevidad. Su nombre es FOXO3A, y ha sido encontrado mucho más a menudo en personas de 100 años en adelante que en personas más jóvenes..
Una investigación realizada por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Christian-Albrechts de Kiel, en Alemania, ha confirmado que este gen juega un importante rol en el mantenimiento de la juventud.
Antecedentes
Comparando muestras de ADN de alemanes centenarios con muestras de ADN de personas jóvenes, los investigadores han constatado, además, que los efectos de este gen afectan a individuos de distintas razas.
Tal y como informa la Universidad Christian-Albrechts en un comunicado, en septiembre de 2008 un equipo de investigadores norteamericanos, liderado por Bradley J. Willcox, publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) un estudio que indicaba una mayor frecuencia del gen FOXO3A en americanos longevos, de origen japonés (de 95 años en adelante).
En aquella investigación se constató que la posición del FOXO3A en un lugar del código genético, concretamente, en una de las bases nitrogenadas que forman parte del ADN, aumentaba la probabilidad de llegar sanos a los 90 años.
Efecto universal
Según publican los investigadores de la Universidad Christian-Albrechts en un artículo aparecido ahora en PNAS, ellos han constatado los resultados del estudio de Willcox, con 1.762 alemanes centenarios o nonagenarios, comparando su ADN con el de personas jóvenes.
Almut Nebel, directora de esta investigación, explica que los resultados obtenidos eliminan cualquier tipo de duda que pudiera quedar sobre la relación entre el FOXO3A y la longevidad, y que este descubrimiento tiene una importancia particular dadas las diferencias genéticas existentes entre japoneses y europeos.
Teniendo este hecho en consideración, se puede concluir, “que este gen es probablemente clave en la longevidad humana, en todo el mundo”, afirmó Nebel.
El FOXO3A ha centrado el interés de la investigación genética en relación al envejecimiento desde que, en la década de los 90 del siglo pasado, se descubrió que estaba relacionado con los procesos de envejecimiento de gusanos y moscas.
A raíz de este hallazgo, los investigadores de la Universidad Christian-Albrechts de Kiels han trabajado durante mucho tiempo estudiando las variaciones del gen en humanos.
También en mujeres
Para el doctor Friederike Flachsbart, del Intituto de Biología Molecular Clínica de dicha universidad, la mayor dificultad para el estudio de este gen ha sido encontrar a gente lo suficientemente mayor, sobre todo de 100 años o más ( curiosamente, los efectos genéticos del FOXO3A son mucho más evidentes en las personas centenarias que en individuos de 95 años).
Sin embargo, con la ayuda del biobanco Popgen de Schleswig Holstein, en Alemania, que contiene muestras de ADN de 660 personas centenarias, se ha podido acceder a una de las mayores colecciones de muestras de ADN de personas longevas del mundo.
Así, se ha podido comprobar, que las ventajas del FOXO3A no se extienden sólo a hombres de distintos lugares del planeta, sino también a mujeres. Esto significa, que influye en la longevidad de ambos sexos, señalaron los científicos en PNAS.
Además de los trabajos publicados por Bradley J. Willcox en 2008 sobre la relación entre genes y longevidad, otros esfuerzos por hallar la clave genética de la “vida eterna” se han ido sucediendo en los últimos años.
Vejez genéticamente controlada
Por ejemplo, en 2006, publicamos en Tendencias21 un artículo en el que hablábamos del descubrimiento, por parte de científicos del University of Texas Soutwestern Medical Center, de Estados Unidos, de un gen capaz de alargar la vida un 30%.
Bautizado como cloto, por la parca griega encargada de hilar el destino de los mortales, se constató entonces que este gen juega un papel fundamental en el mantenimiento de la juventud de ratones en el laboratorio, a los que se les provocó un proceso exacerbado de oxidación de radicales libres (causantes del envejecimiento) empleando un herbicida. Los roedores modificados genéticamente con este tipo de gen resistieron mucho mejor que los ratones normales dicha oxidación forzada.
Este experimento no ha sido el primero realizado para intentar encontrar la llave que nos permita controlar los ciclos vitales.
En el año 2000, por ejemplo, un investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en Cambridge (Massachusetts) llamado Leonard Guarante, descubrió que la restricción calórica o una dieta baja en calorías activaba un gen denominado SIR2, con capacidad para frenar el envejecimiento.
Todos estos pasos hacen pensar que, en algún momento, el proceso del envejecimiento pueda llegar a ser genéticamente controlado. El último paso en esta dirección ha sido la constatación llevada a cabo por los científicos alemanes de los efectos del FOXO3A en humanos de todos los lugares y sexos.
Una investigación realizada por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Christian-Albrechts de Kiel, en Alemania, ha confirmado que este gen juega un importante rol en el mantenimiento de la juventud.
Antecedentes
Comparando muestras de ADN de alemanes centenarios con muestras de ADN de personas jóvenes, los investigadores han constatado, además, que los efectos de este gen afectan a individuos de distintas razas.
Tal y como informa la Universidad Christian-Albrechts en un comunicado, en septiembre de 2008 un equipo de investigadores norteamericanos, liderado por Bradley J. Willcox, publicó en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) un estudio que indicaba una mayor frecuencia del gen FOXO3A en americanos longevos, de origen japonés (de 95 años en adelante).
En aquella investigación se constató que la posición del FOXO3A en un lugar del código genético, concretamente, en una de las bases nitrogenadas que forman parte del ADN, aumentaba la probabilidad de llegar sanos a los 90 años.
Efecto universal
Según publican los investigadores de la Universidad Christian-Albrechts en un artículo aparecido ahora en PNAS, ellos han constatado los resultados del estudio de Willcox, con 1.762 alemanes centenarios o nonagenarios, comparando su ADN con el de personas jóvenes.
Almut Nebel, directora de esta investigación, explica que los resultados obtenidos eliminan cualquier tipo de duda que pudiera quedar sobre la relación entre el FOXO3A y la longevidad, y que este descubrimiento tiene una importancia particular dadas las diferencias genéticas existentes entre japoneses y europeos.
Teniendo este hecho en consideración, se puede concluir, “que este gen es probablemente clave en la longevidad humana, en todo el mundo”, afirmó Nebel.
El FOXO3A ha centrado el interés de la investigación genética en relación al envejecimiento desde que, en la década de los 90 del siglo pasado, se descubrió que estaba relacionado con los procesos de envejecimiento de gusanos y moscas.
A raíz de este hallazgo, los investigadores de la Universidad Christian-Albrechts de Kiels han trabajado durante mucho tiempo estudiando las variaciones del gen en humanos.
También en mujeres
Para el doctor Friederike Flachsbart, del Intituto de Biología Molecular Clínica de dicha universidad, la mayor dificultad para el estudio de este gen ha sido encontrar a gente lo suficientemente mayor, sobre todo de 100 años o más ( curiosamente, los efectos genéticos del FOXO3A son mucho más evidentes en las personas centenarias que en individuos de 95 años).
Sin embargo, con la ayuda del biobanco Popgen de Schleswig Holstein, en Alemania, que contiene muestras de ADN de 660 personas centenarias, se ha podido acceder a una de las mayores colecciones de muestras de ADN de personas longevas del mundo.
Así, se ha podido comprobar, que las ventajas del FOXO3A no se extienden sólo a hombres de distintos lugares del planeta, sino también a mujeres. Esto significa, que influye en la longevidad de ambos sexos, señalaron los científicos en PNAS.
Además de los trabajos publicados por Bradley J. Willcox en 2008 sobre la relación entre genes y longevidad, otros esfuerzos por hallar la clave genética de la “vida eterna” se han ido sucediendo en los últimos años.
Vejez genéticamente controlada
Por ejemplo, en 2006, publicamos en Tendencias21 un artículo en el que hablábamos del descubrimiento, por parte de científicos del University of Texas Soutwestern Medical Center, de Estados Unidos, de un gen capaz de alargar la vida un 30%.
Bautizado como cloto, por la parca griega encargada de hilar el destino de los mortales, se constató entonces que este gen juega un papel fundamental en el mantenimiento de la juventud de ratones en el laboratorio, a los que se les provocó un proceso exacerbado de oxidación de radicales libres (causantes del envejecimiento) empleando un herbicida. Los roedores modificados genéticamente con este tipo de gen resistieron mucho mejor que los ratones normales dicha oxidación forzada.
Este experimento no ha sido el primero realizado para intentar encontrar la llave que nos permita controlar los ciclos vitales.
En el año 2000, por ejemplo, un investigador del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, en Cambridge (Massachusetts) llamado Leonard Guarante, descubrió que la restricción calórica o una dieta baja en calorías activaba un gen denominado SIR2, con capacidad para frenar el envejecimiento.
Todos estos pasos hacen pensar que, en algún momento, el proceso del envejecimiento pueda llegar a ser genéticamente controlado. El último paso en esta dirección ha sido la constatación llevada a cabo por los científicos alemanes de los efectos del FOXO3A en humanos de todos los lugares y sexos.