El corazón, por Heikenwaelder Hugo. Fuente: Wikimedia Commons.
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo. La aterosclerosis, en particular, se origina por el depósito en la pared de las arterias, de lípidos y otros compuestos, ocasionando una reacción inflamatoria con formación de lesiones o placas de ateroma.
La rotura o fisura de las placas genera un trombo, que bloquea o dificulta el paso de la sangre a través de la arteria, llegando menos oxígeno del necesario a las células irrigadas por esa arteria.
Esto puede ocasionar un síndrome coronario agudo (SCA), como el infarto agudo de miocardio, cuando ocurre en las arterias coronarias que rodean al corazón; un accidente cerebrovascular, como el ictus, cuando ocurre en las arterias carótidas que nutren el cerebro; o si la oclusión arterial afecta a las extremidades inferiores, una gangrena/claudicación que puede llevar a la amputación si no se actúa con prontitud.
La placa de ateroma: una evolución silenciosa
Con el objetivo de dar un paso más en el conocimiento de la formación y rotura de las placas de ateroma y poder llevar a cabo un diagnóstico precoz que evite fatales consecuencias, un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), del IIS-Fundación Jiménez Díaz de Madrid y del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo ha estudiado el conjunto de proteínas que secretan a la sangre las arterias patológicas en comparación con las sanas.
¿Quién iba a pensar que las arterias de nuestro organismo podrían liberar proteínas a la sangre que nos pudieran informar de qué estaba pasando en las arterias durante el desarrollo de la aterosclerosis?
En un estudio pionero, realizado hace unos años por el mismo grupo de investigación, se demostró una secreción anómala de proteínas en arterias carótidas afectadas por placa de ateroma en comparación con arterias sanas, encontrándose un papel destacado para proteínas como la HSP27 cuyos niveles se encuentran disminuidos en pacientes con aterosclerosis.
La rotura o fisura de las placas genera un trombo, que bloquea o dificulta el paso de la sangre a través de la arteria, llegando menos oxígeno del necesario a las células irrigadas por esa arteria.
Esto puede ocasionar un síndrome coronario agudo (SCA), como el infarto agudo de miocardio, cuando ocurre en las arterias coronarias que rodean al corazón; un accidente cerebrovascular, como el ictus, cuando ocurre en las arterias carótidas que nutren el cerebro; o si la oclusión arterial afecta a las extremidades inferiores, una gangrena/claudicación que puede llevar a la amputación si no se actúa con prontitud.
La placa de ateroma: una evolución silenciosa
Con el objetivo de dar un paso más en el conocimiento de la formación y rotura de las placas de ateroma y poder llevar a cabo un diagnóstico precoz que evite fatales consecuencias, un grupo de investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), del IIS-Fundación Jiménez Díaz de Madrid y del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo ha estudiado el conjunto de proteínas que secretan a la sangre las arterias patológicas en comparación con las sanas.
¿Quién iba a pensar que las arterias de nuestro organismo podrían liberar proteínas a la sangre que nos pudieran informar de qué estaba pasando en las arterias durante el desarrollo de la aterosclerosis?
En un estudio pionero, realizado hace unos años por el mismo grupo de investigación, se demostró una secreción anómala de proteínas en arterias carótidas afectadas por placa de ateroma en comparación con arterias sanas, encontrándose un papel destacado para proteínas como la HSP27 cuyos niveles se encuentran disminuidos en pacientes con aterosclerosis.
Un panel de proteínas hasta ahora desconocido
Gracias a los avances en la detección e identificación de proteínas mediante espectrometría de masas, y al desarrollo de nuevos métodos de cultivo de arterias humanas, este grupo de investigación ha logrado identificar en el secretoma de las arterias coronarias humanas -y por primera vez- un grupo de proteínas (perfil de secreción) que ni siquiera habían sido detectadas anteriormente en el suero sanguíneo, probablemente debido a la extrema complejidad del mismo.
El gran reto de conseguir arterias coronarias humanas ha sido posible gracias a la colaboración de múltiples hospitales. Así se ha conseguido un “zoom” a nivel arterial local, en el mismo punto donde se está desarrollando lo que puede degenerar en una obstrucción severa del flujo sanguíneo.
Estudiar directamente las proteínas secretadas (el secretoma) por las arterias, en una pequeña placa de cultivo que contiene escasamente 0’5 ml, es mucho más sencillo que buscar las proteínas secretadas en la sangre, de la cual nuestro cuerpo tiene unos 6 litros y contiene miles de proteínas.
El estudio muestra, además, una menor concentración de un determinado panel de proteínas secretadas, en arterias coronarias afectadas por placas de ateroma en comparación con las arterias sanas (Gelsolina, Vinculina, Lamina A/C, Superóxido dismutasa 3 y Fosfoglucomutasa 5), demostrando su liberación al torrente circulatorio y su potencial implicación en el proceso de aterogénesis.
En paralelo, se ha desarrollado la metodología adecuada (microdisección por láser) para aislar y analizar individualmente cada una de las capas que constituyen la arteria, encontrándose un grupo de proteínas alterado en la capa íntima (que se encuentra en contacto con el flujo sanguíneo) en arterias afectadas.
Gracias a los avances en la detección e identificación de proteínas mediante espectrometría de masas, y al desarrollo de nuevos métodos de cultivo de arterias humanas, este grupo de investigación ha logrado identificar en el secretoma de las arterias coronarias humanas -y por primera vez- un grupo de proteínas (perfil de secreción) que ni siquiera habían sido detectadas anteriormente en el suero sanguíneo, probablemente debido a la extrema complejidad del mismo.
El gran reto de conseguir arterias coronarias humanas ha sido posible gracias a la colaboración de múltiples hospitales. Así se ha conseguido un “zoom” a nivel arterial local, en el mismo punto donde se está desarrollando lo que puede degenerar en una obstrucción severa del flujo sanguíneo.
Estudiar directamente las proteínas secretadas (el secretoma) por las arterias, en una pequeña placa de cultivo que contiene escasamente 0’5 ml, es mucho más sencillo que buscar las proteínas secretadas en la sangre, de la cual nuestro cuerpo tiene unos 6 litros y contiene miles de proteínas.
El estudio muestra, además, una menor concentración de un determinado panel de proteínas secretadas, en arterias coronarias afectadas por placas de ateroma en comparación con las arterias sanas (Gelsolina, Vinculina, Lamina A/C, Superóxido dismutasa 3 y Fosfoglucomutasa 5), demostrando su liberación al torrente circulatorio y su potencial implicación en el proceso de aterogénesis.
En paralelo, se ha desarrollado la metodología adecuada (microdisección por láser) para aislar y analizar individualmente cada una de las capas que constituyen la arteria, encontrándose un grupo de proteínas alterado en la capa íntima (que se encuentra en contacto con el flujo sanguíneo) en arterias afectadas.