En su libro L' Europe et le vide de puissance usted plantea que, frente a los desafíos del mundo actual y el del mañana (crisis de orden climático, económico y demográfico), Francia, y cualquier otro país europeo por sí solo, no podrá tomar más que pequeñas medidas. Por tanto, usted cree que no tenemos opción : ¿es necesaria Europa ?
En el libro retomo la herencia de la Francia de los años sesenta, aquélla de los grandes programas científicos e industriales, trasladándola a las exigencias de un mundo en el que se enfrentan los super-Estados. Para participar en este enfrentamiento, Europa misma se ha de constituir en un super-Estado. Pero no creo que Francia deba esperar sin hacer nada mientras Europa evoluciona en este sentido. Francia debe dar ejemplo, y otros la seguirán. Ya sea en el terreno aeroespacial, en el medioambiental o en defensa, el país debe continuar a la cabeza de la inversión, negociando con socios adecuados en la Unión en general o con Estados particulares. Si otros países europeos tienen la posibilidad de tomar por ellos mismos iniciativas importantes, deben hacer lo mismo. Europa se construirá paso a paso, iniciativa nacional por iniciativa nacional, cuando éstas sean posibles.
Usted escribe que « resulta evidente que los europeos no se convencerán de la necesidad de una Europa poderosa si no tienen miedo al futuro ». Para afrontar los peligros, usted pone sobre la mesa propuestas abiertamente federalistas, con un ejército europeo, instituciones federales, y un gobierno económico de la zona euro. El hecho de que existan tantos desafíos, ¿es suficiente para justificar indefinidamente la marcha inexorable hacia la Europa Federal?
Creo que el único miedo que ha tenido Europa ha sido a la URSS. Por lo demás, siempre ha esperado encontrar en las alianzas con los americanos todas las protecciones necesarias. Incluso hoy, muchos de los responsables en la toma de decisiones creen que el liberalismo económico es la mejor manera de detener cualquier amenaza, simplemente porque la Otan vela y porque, por lo demás, Microsfot y Goggle pueden resolver todos nuestros problemas. No creo que la Comunidad y la Unión hayan progresado por miedo al mundo exterior o al futuro, sino por el federalismo o el refuerzo de la cooperación. Estas acciones se hicieron, principalmente, porque la diplomacia americana necesitaba un escudo en el Este. Creo que ha llegado el momento de que Europa se constituya en fortaleza por su propia cuenta, una fortaleza ofensiva y no defensiva.
Si admitimos, por tanto, que hay que desarrollar el concepto de Europa como potencia, debemos tener en cuenta que otros estados europeos no la admiten como tal. De hecho, los socios de Francia se sienten muy satisfechos con la Europa americana, económicamente liberal, militarmente « otanizada », políticamente « vasallizada » y culturalmente « anglosajonizada ». ¿No existe el peligro de que se utilice el concepto de Unión Europea para engañar a los pueblos europeos ? En resumen, me pregunto si la UE no es más que el vector ideal de la « normalización » de Francia y de Europa pretendida por los liberales.
Comparto completamente su análisis. Una parte de mi libro pretende aclarar el nefasto papel que, para la soberanía europea, ha jugado la alianza atlántica. Pero, si Francia pudiera proponer a sus socios europeos la independencia y la soberanía europeas, especialmente en los sectores científico y tecnológico, estoy seguro de que encontraría aliados. En lo que se refiere a España, sé que éste sería el caso. Las ambiciones tecnológicas y científicas españolas son importantes, tal y como se demostró en el coloquio sobre Soberanía Tecnológica celebrado en Madrid en 2006. Desgraciadamente, Francia, hoy por hoy, es el país más atlantista de todos los europeos, gracias al impulso de nuestro presidente.
Insisto en que las ideas de una política industrial a nivel europeo o de un proteccionismo a escala europea son justas, pero en realidad la UE no se compromete de ninguna manera en esta dirección. De hecho, el liberalismo económico es la esencia de su política. Por esta razón, ¿no resulta peligroso no hacer nada en materia económica y social esperando todo de la Unión Europea ?
Creo que Francia, al igual que España, no debería esperar a convencer a todo el mundo para llevar a cabo sus propias iniciativas. Pero, por otro lado, hay que atreverse con la ruptura, comenzar con la ruptura en el discurso. Y apelar a los sacrificios. Esta ruptura conllevaría el choque con numerosos intereses. Creo que necesitaríamos por ello gobiernos lo suficientemente visionarios como para extender los mensajes precisos. Desgraciadamente, éste no es el caso de Francia, donde Nicolas Sarkozy es demasiado introvertido como para resultar convincente. En cuanto a la Asamblea, ni la mayoría ni la oposición parece capaz de elevarse más allá del provincialismo.
En el libro retomo la herencia de la Francia de los años sesenta, aquélla de los grandes programas científicos e industriales, trasladándola a las exigencias de un mundo en el que se enfrentan los super-Estados. Para participar en este enfrentamiento, Europa misma se ha de constituir en un super-Estado. Pero no creo que Francia deba esperar sin hacer nada mientras Europa evoluciona en este sentido. Francia debe dar ejemplo, y otros la seguirán. Ya sea en el terreno aeroespacial, en el medioambiental o en defensa, el país debe continuar a la cabeza de la inversión, negociando con socios adecuados en la Unión en general o con Estados particulares. Si otros países europeos tienen la posibilidad de tomar por ellos mismos iniciativas importantes, deben hacer lo mismo. Europa se construirá paso a paso, iniciativa nacional por iniciativa nacional, cuando éstas sean posibles.
Usted escribe que « resulta evidente que los europeos no se convencerán de la necesidad de una Europa poderosa si no tienen miedo al futuro ». Para afrontar los peligros, usted pone sobre la mesa propuestas abiertamente federalistas, con un ejército europeo, instituciones federales, y un gobierno económico de la zona euro. El hecho de que existan tantos desafíos, ¿es suficiente para justificar indefinidamente la marcha inexorable hacia la Europa Federal?
Creo que el único miedo que ha tenido Europa ha sido a la URSS. Por lo demás, siempre ha esperado encontrar en las alianzas con los americanos todas las protecciones necesarias. Incluso hoy, muchos de los responsables en la toma de decisiones creen que el liberalismo económico es la mejor manera de detener cualquier amenaza, simplemente porque la Otan vela y porque, por lo demás, Microsfot y Goggle pueden resolver todos nuestros problemas. No creo que la Comunidad y la Unión hayan progresado por miedo al mundo exterior o al futuro, sino por el federalismo o el refuerzo de la cooperación. Estas acciones se hicieron, principalmente, porque la diplomacia americana necesitaba un escudo en el Este. Creo que ha llegado el momento de que Europa se constituya en fortaleza por su propia cuenta, una fortaleza ofensiva y no defensiva.
Si admitimos, por tanto, que hay que desarrollar el concepto de Europa como potencia, debemos tener en cuenta que otros estados europeos no la admiten como tal. De hecho, los socios de Francia se sienten muy satisfechos con la Europa americana, económicamente liberal, militarmente « otanizada », políticamente « vasallizada » y culturalmente « anglosajonizada ». ¿No existe el peligro de que se utilice el concepto de Unión Europea para engañar a los pueblos europeos ? En resumen, me pregunto si la UE no es más que el vector ideal de la « normalización » de Francia y de Europa pretendida por los liberales.
Comparto completamente su análisis. Una parte de mi libro pretende aclarar el nefasto papel que, para la soberanía europea, ha jugado la alianza atlántica. Pero, si Francia pudiera proponer a sus socios europeos la independencia y la soberanía europeas, especialmente en los sectores científico y tecnológico, estoy seguro de que encontraría aliados. En lo que se refiere a España, sé que éste sería el caso. Las ambiciones tecnológicas y científicas españolas son importantes, tal y como se demostró en el coloquio sobre Soberanía Tecnológica celebrado en Madrid en 2006. Desgraciadamente, Francia, hoy por hoy, es el país más atlantista de todos los europeos, gracias al impulso de nuestro presidente.
Insisto en que las ideas de una política industrial a nivel europeo o de un proteccionismo a escala europea son justas, pero en realidad la UE no se compromete de ninguna manera en esta dirección. De hecho, el liberalismo económico es la esencia de su política. Por esta razón, ¿no resulta peligroso no hacer nada en materia económica y social esperando todo de la Unión Europea ?
Creo que Francia, al igual que España, no debería esperar a convencer a todo el mundo para llevar a cabo sus propias iniciativas. Pero, por otro lado, hay que atreverse con la ruptura, comenzar con la ruptura en el discurso. Y apelar a los sacrificios. Esta ruptura conllevaría el choque con numerosos intereses. Creo que necesitaríamos por ello gobiernos lo suficientemente visionarios como para extender los mensajes precisos. Desgraciadamente, éste no es el caso de Francia, donde Nicolas Sarkozy es demasiado introvertido como para resultar convincente. En cuanto a la Asamblea, ni la mayoría ni la oposición parece capaz de elevarse más allá del provincialismo.
Entre las medidas que usted preconiza, hay algunas cuanto menos sorprendentes, como la de aceptar una inmigración más fuerte para responder al desafío demográfico europeo. Una política de este tipo, ¿no podría debilitar culturalmente a Europa ? ¿No podría dar lugar, paradójicamente, en lugar de a una Europa unida, fiel a sus valores y culturas, a un espacio europeo delimitado únicamente por el espacio geográfico ?
Pienso que, en efecto, es necesario contemplar una Europa enriquecida, en los últimos 20 ó 30 años, por cerca de 100 millones de inmigrantes de diversas procedencias. Pero es cierto, asimismo, que los Estados y las instituciones europeos refuercen frente a este fenómeno sus defensas ideológicas, en especial contra los inevitables y múltiples fundamentalismos, sobre todo islámicos. Creo que si nos mantenemos firmes en nuestros valores, en primer lugar, con una laicidad intransigente, seremos respaldados incluso por muchos inmigrantes.
Poco antes de morir, Pierre Messmer (antiguo primer ministro del presidente Charles de Gaulle) señaló que la Europa del futuro, más que una esperanza, suponía un problema o un cúmulo de problemas. Como él, los auténticos gaullistas no tienen fe en la Unión Europea y resulta difícil admitir que el propio de Gaulle estuviera de acuerdo con la Europa federal. ¿Me equivoco al pensar que de Gaulle no sería euro-compatible?
De Gaulle entendía como Europa federal a la Europa sometida al modelo de la Otan, bajo la dominación americana, y en contra de las exigencias de una soberanía francesa. No puedo hablar por los muertos, pero me pregunto si desde la perspectiva de la Europa como potencia sobrerana no compartiría mis tesis. De hecho, muchos de los « antiguos gaullistas » que conozco en el marco de la Union Paneuropéenne de Francia parecen hacerlo.
La constitución de bloques continentales o subcontinentales integrados le parece inevitable a partir de ahora. Pero, ¿se ha convertido en algo ilusorio imaginarse que un futuro más humano y respetuoso hacia la diversidad de los pueblos consistiría en la coexistencia entre naciones libres y solidarias las unas con las otras ? ¿Se ha vuelto quimérico créer tanto en la soberanía nacional como en la responsabilidad mundial ?
Creo que, en el mundo hipercomplejo en el que vivimos (y que estudio mucho como editor de la revista científica on-line Automates-intelligentes.com y como fiel lector de Tendencias21, los diferentes niveles de organizaciones deben superponerse e interactuar, como hacen las distintas capas corticales del cerebro. Tendremos así de una vez el municipio, el departamento, la región, el Estado, la Unión Europea y, finalmente, las instituciones internacionales.
Más información en Pour une Europe intelligente. Solidarité et puissance.
Pienso que, en efecto, es necesario contemplar una Europa enriquecida, en los últimos 20 ó 30 años, por cerca de 100 millones de inmigrantes de diversas procedencias. Pero es cierto, asimismo, que los Estados y las instituciones europeos refuercen frente a este fenómeno sus defensas ideológicas, en especial contra los inevitables y múltiples fundamentalismos, sobre todo islámicos. Creo que si nos mantenemos firmes en nuestros valores, en primer lugar, con una laicidad intransigente, seremos respaldados incluso por muchos inmigrantes.
Poco antes de morir, Pierre Messmer (antiguo primer ministro del presidente Charles de Gaulle) señaló que la Europa del futuro, más que una esperanza, suponía un problema o un cúmulo de problemas. Como él, los auténticos gaullistas no tienen fe en la Unión Europea y resulta difícil admitir que el propio de Gaulle estuviera de acuerdo con la Europa federal. ¿Me equivoco al pensar que de Gaulle no sería euro-compatible?
De Gaulle entendía como Europa federal a la Europa sometida al modelo de la Otan, bajo la dominación americana, y en contra de las exigencias de una soberanía francesa. No puedo hablar por los muertos, pero me pregunto si desde la perspectiva de la Europa como potencia sobrerana no compartiría mis tesis. De hecho, muchos de los « antiguos gaullistas » que conozco en el marco de la Union Paneuropéenne de Francia parecen hacerlo.
La constitución de bloques continentales o subcontinentales integrados le parece inevitable a partir de ahora. Pero, ¿se ha convertido en algo ilusorio imaginarse que un futuro más humano y respetuoso hacia la diversidad de los pueblos consistiría en la coexistencia entre naciones libres y solidarias las unas con las otras ? ¿Se ha vuelto quimérico créer tanto en la soberanía nacional como en la responsabilidad mundial ?
Creo que, en el mundo hipercomplejo en el que vivimos (y que estudio mucho como editor de la revista científica on-line Automates-intelligentes.com y como fiel lector de Tendencias21, los diferentes niveles de organizaciones deben superponerse e interactuar, como hacen las distintas capas corticales del cerebro. Tendremos así de una vez el municipio, el departamento, la región, el Estado, la Unión Europea y, finalmente, las instituciones internacionales.
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