Radioimagen de la remanente de supernova, con resolución de 7 mm. Fuente: ICRAR.
Un equipo de astrónomos liderado por el Centro Internacional de Investigación en Radio Astronomía (ICRAR), con sede en Australia, han tenido éxito en la observación de los restos de una estrella gigante con un detalle sin precedentes.
En febrero de 1987, astrónomos que observaban la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana cercana, notaron la súbita aparición de lo que parecía ser una nueva estrella.
En realidad no estaban viendo los comienzos de una estrella, sino el final de una y la supernova más brillante vista desde la Tierra en los cuatro siglos desde que se inventó el telescopio. Al día siguiente, la noticia del descubrimiento se había extendido por todo el mundo y observadores del cielo del hemisferio sur comenzaron a fijarse en las consecuencias de esta enorme explosión estelar, conocida como supernova.
Un remanente de enorme interés
En las dos décadas y media que han pasado desde entonces, el remanente de la supernova 1987A ha seguido siendo foco de interés de los investigadores de todo el mundo, proporcionando una gran cantidad de información acerca de uno de los acontecimientos más extremos del universo.
En una investigación que acaba de publicar la revista Astrophysical Journal, un equipo de astrónomos de Australia y Hong Kong han logrado, utilizando el radiotelescopio ATCA, situado en el norte de Nueva Gales del Sur (Australia), obtener las imágenes de radio de más alta resolución conseguidas hasta ahora del remanente de supernova en expansión, en longitudes de onda milimétricas.
"Obtener imágenes de objetos astronómicos distantes como este en longitudes de onda de menos de 1 centímetro exige las condiciones atmosféricas más estables. Para este telescopio eso, por lo general, sólo es posible con las condiciones invernales más frías, pero aún así, la humedad y la escasa elevación del lugar hace las cosas muy difíciles", explica en una nota de prensa la autora principal de la investigación, Giovanna Zanardo, de ICRAR, una empresa conjunta de la Curtin University y la Universidad de Australia Occidental, en Perth.
A diferencia de los telescopios ópticos, un radiotelescopio puede funcionar durante el día y puede observar a través del gas y polvo, lo que permite a los astrónomos ver el funcionamiento interno de objetos como remanentes de supernovas, radiogalaxias y agujeros negros.
En febrero de 1987, astrónomos que observaban la Gran Nube de Magallanes, una galaxia enana cercana, notaron la súbita aparición de lo que parecía ser una nueva estrella.
En realidad no estaban viendo los comienzos de una estrella, sino el final de una y la supernova más brillante vista desde la Tierra en los cuatro siglos desde que se inventó el telescopio. Al día siguiente, la noticia del descubrimiento se había extendido por todo el mundo y observadores del cielo del hemisferio sur comenzaron a fijarse en las consecuencias de esta enorme explosión estelar, conocida como supernova.
Un remanente de enorme interés
En las dos décadas y media que han pasado desde entonces, el remanente de la supernova 1987A ha seguido siendo foco de interés de los investigadores de todo el mundo, proporcionando una gran cantidad de información acerca de uno de los acontecimientos más extremos del universo.
En una investigación que acaba de publicar la revista Astrophysical Journal, un equipo de astrónomos de Australia y Hong Kong han logrado, utilizando el radiotelescopio ATCA, situado en el norte de Nueva Gales del Sur (Australia), obtener las imágenes de radio de más alta resolución conseguidas hasta ahora del remanente de supernova en expansión, en longitudes de onda milimétricas.
"Obtener imágenes de objetos astronómicos distantes como este en longitudes de onda de menos de 1 centímetro exige las condiciones atmosféricas más estables. Para este telescopio eso, por lo general, sólo es posible con las condiciones invernales más frías, pero aún así, la humedad y la escasa elevación del lugar hace las cosas muy difíciles", explica en una nota de prensa la autora principal de la investigación, Giovanna Zanardo, de ICRAR, una empresa conjunta de la Curtin University y la Universidad de Australia Occidental, en Perth.
A diferencia de los telescopios ópticos, un radiotelescopio puede funcionar durante el día y puede observar a través del gas y polvo, lo que permite a los astrónomos ver el funcionamiento interno de objetos como remanentes de supernovas, radiogalaxias y agujeros negros.
Combinación de las imágenes obtenidas por ICRAR y las obtenidas por el telescopio Hubble. Fuente: ICRAR/Hubble.
Aceleradores naturales
"Los remanentes de supernovas son como aceleradores de partículas naturales, las emisiones de radio que observamos provienen de electrones que están moviéndose en espiral a lo largo de las líneas del campo magnético y que emiten fotones cada vez que giran.
Cuanto mayor sea la resolución de las imágenes más podremos aprender sobre la estructura de este objeto", explica el profesor Lister Staveley-Smith, director adjunto de ICRAR y CAASTRO, el Centro de Astrofísica de Todo el Cielo (Centre for All-sky Astrophysics).
Los científicos estudian la evolución de las supernovas en los remanentes de supernova para hacerse una idea de la dinámica de estas explosiones masivas y la interacción de la onda de choque con el medio circundante.
"No sólo hemos sido capaces de analizar la morfología de la Supernova 1987A a través de nuestro sistema de imágenes de alta resolución, sino que también lo hemos comparado con imágenes rayos X y datos ópticos con el fin de modelar su historia más probable", cuenta el profesor Bryan Gaensler, Director de CAASTRO en la Universidad de Sydney.
El equipo sospecha que una fuente compacta, o una nebulosa de viento de púlsar, está situada en el centro de la emisión de radio, lo que implica que la explosión de la supernova no hizo que la estrella colapsara en un agujero negro. Ahora tratarán de observar más a fondo ese centro y ver lo que hay ahí.
"Los remanentes de supernovas son como aceleradores de partículas naturales, las emisiones de radio que observamos provienen de electrones que están moviéndose en espiral a lo largo de las líneas del campo magnético y que emiten fotones cada vez que giran.
Cuanto mayor sea la resolución de las imágenes más podremos aprender sobre la estructura de este objeto", explica el profesor Lister Staveley-Smith, director adjunto de ICRAR y CAASTRO, el Centro de Astrofísica de Todo el Cielo (Centre for All-sky Astrophysics).
Los científicos estudian la evolución de las supernovas en los remanentes de supernova para hacerse una idea de la dinámica de estas explosiones masivas y la interacción de la onda de choque con el medio circundante.
"No sólo hemos sido capaces de analizar la morfología de la Supernova 1987A a través de nuestro sistema de imágenes de alta resolución, sino que también lo hemos comparado con imágenes rayos X y datos ópticos con el fin de modelar su historia más probable", cuenta el profesor Bryan Gaensler, Director de CAASTRO en la Universidad de Sydney.
El equipo sospecha que una fuente compacta, o una nebulosa de viento de púlsar, está situada en el centro de la emisión de radio, lo que implica que la explosión de la supernova no hizo que la estrella colapsara en un agujero negro. Ahora tratarán de observar más a fondo ese centro y ver lo que hay ahí.