La democracia no es exclusiva de la especie humana, según han averiguado dos científicos de la Universidad de Sussex, Brighton, Reino Unido.
Tim Roper y Larissa Conradt han analizado los comportamientos de diferentes grupos de animales, como los ciervos y los cisnes, y han descubierto que las decisiones del grupo se toman por mayoría, después de una particular forma de voto.
Este voto es inconsciente, pero lo que está claro es que ninguna abeja, ciervo o búfalo decide en solitario los movimientos que adopta el grupo.
En estas especies existe la capacidad de adivinar cuándo una mayoría experimenta la necesidad de partir. A través de gestos sutiles, algunos miembros del grupo formulan su propuesta de desplazamiento, que es a continuación analizada y votada por el resto de la manada.
Voto animal
El voto se expresa de diversas maneras, como levantando las patas o moviendo la cabeza. En el caso de los cisnes, ningún miembro de la manada se desplaza en ninguna dirección concreta hasta que el 60% del grupo haya tomado una decisión.
De esta forma, Roper y Conradt, que publican su investigación en la revista Nature, han podido establecer que los grupos animales sólo se desplazan cuando se ha alcanzado un consenso mayoritario expresado en lenguaje de gestos.
En estas especies no hay disidentes que amenacen con retirarse del grupo si no se siguen sus decisiones, ni tampoco líderes que impongan su criterio a la mayoría.
Democracia modelizada
Además de descubrir esta forma de comportamiento colectivo, Roper y Conradt aplicaron modelos matemáticos para determinar las ventajas de esta forma de adoptar decisiones: estos modelos abstractos establecieron que cuando la mayoría decide, aumentan las posibilidades de supervivencia del grupo.
La investigación aporta nuevos elementos a la experiencia democrática humana, si bien no caben las extrapolaciones. Está claro que la forma de tomar decisiones entre estas especies y cualquier parlamento es idéntica, pero la misma definición de democracia no es aplicable, en sentido estricto, a la especie animal.
En cualquier caso, no es la primera vez que se analiza el fenómeno de la toma de decisiones a nivel animal, si bien nunca de había profundizado tanto ni explicado por qué el grupo sigue las decisiones de la mayoría.
Una vez más, el estudio de la naturaleza aporta elementos para la reflexión sobre los comportamientos humanos, lo que no deja de ser relevante en un momento social como el que vivimos, en el que los valores democráticos sucumben frecuentemente ante la ley del más fuerte o del económicamente más poderoso.
Está claro que los animales no padecen estas limitaciones y que, a su manera, nos indican cuál es el camino más seguro para la supervivencia de nuestra especie. Sin olvidar por ello que no todas las especies animales son “democráticas”.
Tim Roper y Larissa Conradt han analizado los comportamientos de diferentes grupos de animales, como los ciervos y los cisnes, y han descubierto que las decisiones del grupo se toman por mayoría, después de una particular forma de voto.
Este voto es inconsciente, pero lo que está claro es que ninguna abeja, ciervo o búfalo decide en solitario los movimientos que adopta el grupo.
En estas especies existe la capacidad de adivinar cuándo una mayoría experimenta la necesidad de partir. A través de gestos sutiles, algunos miembros del grupo formulan su propuesta de desplazamiento, que es a continuación analizada y votada por el resto de la manada.
Voto animal
El voto se expresa de diversas maneras, como levantando las patas o moviendo la cabeza. En el caso de los cisnes, ningún miembro de la manada se desplaza en ninguna dirección concreta hasta que el 60% del grupo haya tomado una decisión.
De esta forma, Roper y Conradt, que publican su investigación en la revista Nature, han podido establecer que los grupos animales sólo se desplazan cuando se ha alcanzado un consenso mayoritario expresado en lenguaje de gestos.
En estas especies no hay disidentes que amenacen con retirarse del grupo si no se siguen sus decisiones, ni tampoco líderes que impongan su criterio a la mayoría.
Democracia modelizada
Además de descubrir esta forma de comportamiento colectivo, Roper y Conradt aplicaron modelos matemáticos para determinar las ventajas de esta forma de adoptar decisiones: estos modelos abstractos establecieron que cuando la mayoría decide, aumentan las posibilidades de supervivencia del grupo.
La investigación aporta nuevos elementos a la experiencia democrática humana, si bien no caben las extrapolaciones. Está claro que la forma de tomar decisiones entre estas especies y cualquier parlamento es idéntica, pero la misma definición de democracia no es aplicable, en sentido estricto, a la especie animal.
En cualquier caso, no es la primera vez que se analiza el fenómeno de la toma de decisiones a nivel animal, si bien nunca de había profundizado tanto ni explicado por qué el grupo sigue las decisiones de la mayoría.
Una vez más, el estudio de la naturaleza aporta elementos para la reflexión sobre los comportamientos humanos, lo que no deja de ser relevante en un momento social como el que vivimos, en el que los valores democráticos sucumben frecuentemente ante la ley del más fuerte o del económicamente más poderoso.
Está claro que los animales no padecen estas limitaciones y que, a su manera, nos indican cuál es el camino más seguro para la supervivencia de nuestra especie. Sin olvidar por ello que no todas las especies animales son “democráticas”.