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Alberto Rojo: Borges anticipó una de las teorías de la física cuántica más importantes

Es uno de los casos en que la literatura se puede leer como ciencia y la ciencia se puede leer como ficción


Borges anticipó una de las teorías de la física cuántica más importantes, explica en la siguiente entrevista Alberto Rojo, doctor en física, autor de varios libros de divulgación, y compositor musical. Rojo considera que Borges es uno de los casos maravillosos en que la literatura se puede leer como ciencia y la ciencia se puede leer como ficción. En un nuevo libro, relatará la historia de la física en 13 canciones. Por Emanuel Pujol.


Emanuel Pujol (CTyS)
04/06/2015

La ciencia y el arte no están tan distanciados como se cree a veces. Alberto Rojo alude a ello en su libro Borges y la física cuántica y personifica en sí mismo una estrecha cercanía: parte de sus horas las dedica a resolver problemas físico-matemáticos y, una cantidad semejante de tiempo, a componer música.

Su próximo material buscará relatar ni más ni menos que la historia de la física.

Jorge Luis Borges decía no entender nada de física más allá del funcionamiento del barómetro. Sin embargo, el doctor Alberto Rojo asegura que el escritor anticipó, sin saberlo y por más de 15 años, una de las teorías de la física cuántica más importantes.

¿En qué consiste el “hallazgo científico” que Borges realizó a través de la literatura?

Ocurre que, en el mundo cotidiano, es impensable imaginar que los objetos puedan estar en varios lugares al mismo tiempo. En cambio, en la física cuántica, no tiene sentido decir que las partículas estén en un sitio y no en otro.

En el universo de la mecánica cuántica hay que pensar como si las partículas pudieran moverse en cualquier dirección y pudieran estar en varios lugares a la vez antes de que el detector las observe.

Por eso, en la física cuántica, cada vez que hay una medición, el universo se replica en tantas copias como alternativas posibles. Ésta es la única teoría coherente que se ha encontrado hasta ahora y fue publicada por el físico Hugh Everett III, en 1957: la partícula elige todas las alternativas a la vez.

El hecho es que, 15 años antes, en El jardín de los senderos que se bifurcan, Borges había propuesto eso mismo: que el Universo es un laberinto temporal en el que cada vez que uno toma un decisión crea diversos porvenires que se ramifican.

Borges habla de un jardín de senderos y Everett, de un árbol ramificado, por lo que las similitudes entre el cuento y el artículo científico son sorprendentes. Al comparar lado a lado algunos de los párrafos del trabajo de física y del cuento, se encuentra uno de los casos maravillosos en que la literatura se puede leer como ciencia y la ciencia se puede leer como ficción.

Durante la vida, una persona debe optar y dejar de lado algunos porvenires... Elegir entre ser abogado o médico, por ejemplo, pero es como si usted hubiera tomado todas las opciones posibles y hubiese abierto distintos universos: es científico y, al mismo tiempo, es un músico reconocido.

(Risas) Nunca lo había pensado de ese modo. Lo que mencionas sería como una especie de alegoría de mi vida y es una metáfora para reflexionar sobre las limitaciones que, a veces, se suelen poner las personas antes de abordar algunas aventuras de la vida.

Pero, en rigor, lo que ocurre en la física cuántica y en el cuento de Borges es que se van generando varios individuos que no se conocen ni hablan entre sí, que viven en distintos universos paralelos, en uno de los cuales soy abogado, en otro soy médico y en otro universo soy el que soy ahora.
 
En su faceta como músico, ya realizó tres discos y tocó junto a Mercedes Sosa y Charly García. ¿Qué metas tiene a futuro?

Estoy componiendo para el próximo disco con un trío que tengo armado en Estados Unidos, donde estoy radicado. Grabaremos el CD allá y lo sacaremos en Argentina. El desafío que tengo es aventurarme a avanzar un poco más en la unión entre la ciencia y la música, al realizar composiciones que combinen conceptos científicos, aunque sea alegóricamente. En el próximo disco, intentaremos contar la historia de la física en 13 capítulos, en 13 temas.
 
El hacer alusión a los conceptos científicos a través de la melodía y los ritmos no parece una tarea sencilla...

Hay recursos sonoros que evocan cosas. A veces, los sonidos agudos seguidos de otros sonidos agudos pueden hacer pensar en campanitas o en estrellitas, más allá de que las estrellas no hacen ruido. Por eso es que hay incluso un problema lingüístico.
Nosotros, para el próximo disco, debemos pensar cómo tocar la idea de círculos concéntricos, por ejemplo, de círculos que giran dentro de círculos; en cómo narrar musicalmente el desplazamiento del centro del Universo, es decir, de que se abandonara la idea de que el Sol y los astros giran alrededor de la Tierra, para que luego los humanos comprendiéramos que el Universo no tiene centro.
 
Así como la composición de un tema tiene una estética, en Borges y la física cuántica usted explica que las ecuaciones también tienen cierta simetría...

Es cierto, al presentar una ecuación en ciencia, ésta debe tener cierta estética o cierta simetría. Es una de las observaciones que hago en el libro y también durante mis clases. De hecho, hay muchos avances científicos y de la física teórica que se lograron por la búsqueda de cierta elegancia, simetría, simplicidad. Todos estos conceptos son subjetivos; no es que uno trate de explicar un experimento, sino una forma más sencilla de formular las cosas. Y en esa búsqueda de simplicidad se llega a la verdad. Entonces, aquello que la mente percibe como bello, armonioso, encuentra su materialización en el mundo real.
 
Puesto que se aventuró tanto al mundo de la ciencia como al del arte, ¿cómo hace para repartir su tiempo entre ambas vocaciones?

Trato de dedicarle varias horas del día a la física y también varias horas a la música. Pero hay mucho trabajo que se hace de manera inconsciente, incluso cuando uno está haciendo otras cosas.

Cuando estoy escribiendo un libro, paso más tiempo orientado a la física, aunque, en general, trato de dividir mi tiempo en iguales cantidades.
 
Justamente, ahora está preparando un nuevo libro...

Sí, es un libro a pedido de la Universidad de Cambridge y lo tengo que terminar en el transcurso de este año. Se llama La historia y la física del principio de mínima acción, que trata sobre el principio de que todas las leyes de la física se pueden explicar cómo una minimización de algo. En otras palabras, sería como que a las leyes de la física le gustan los extremos y, en este libro, observamos cómo se ha desarrollado este principio en la física desde el año 1700 hasta hoy.
 
En este momento, ¿en qué área de la física cuántica está investigando?

Ahora, estoy tratando de resolver algunos problemas de física matemática, relacionados a los sistemas no holonómicos, que son sistemas mecánicos que tienen ciertas limitaciones en su manera de moverse y todavía no se sabe cómo tratarlos desde la física cuántica.

Es un problema técnico, pero muy interesante, y lo estoy trabajando con un matemático de la Universidad de Michigan, con quien ya hemos publicado varias cosas.
 
Usted también le dedica tiempo a la divulgación científica. En su parecer, en los últimos años, ¿hay una mayor tendencia a la divulgación en Argentina?

Sí, sin dudas. Siempre ha habido divulgación y, de hecho, yo me interesé por la física por los textos de divulgación que leí de chico. Pero, ahora, hay una divulgación al estilo argentino, con una impronta propia que sin dudas es legado de Diego Golombek y Adrián Paenza.

Lo que se propuso Golombek es trasladar la tradición anglosajosa del libro de divulgación que incorpora narraciones, algo de lo que no había mucho en el habla hispana o, al menos, en Argentina. Y nos dio a muchos científicos una plataforma de expresión.

También está el hecho de que, en Argentina, se ha prestigiado la divulgación. Es bueno que así sea, porque incluso se puede hacer ciencia estricta con una buena divulgación.

Perfil

Alberto Rojo, nacido en Tucumán, se doctoró en Física en el Instituto Balseiro. Fue investigador en la Universidad de Chicago y, actualmente, es profesor en la Universidad de Oakland. Ha publicado numerosos trabajos de investigación en revistas científicas. Como divulgador científico, ha publicado La física en la vida cotidiana, El azar en la vida cotidiana y Borges y la física cuántica (Siglo XXI Editores); además, es conductor de la serie Artistas de la ciencia, emitida por el canal Encuentro. Como músico, realizó tres discos: De visita, Para mi sombra y Tangentes.



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1.Publicado por Pablo Paniagua el 07/08/2014 18:18
¿QUÉ ES LA LITERATURA FRACTAL?

Por Pablo Paniagua

Para responder a esta pregunta nos tenemos que remontar al año 1497 cuando un monje italiano, Lucca Paccioli, dio a conocer lo que era “la divina proporción”, título del libro de su autoría donde explica los secretos de la “sección áurea”, proporción matemática que se basa en una regla de tres para establecer el equilibrio adecuado entre las partes de un todo. Esta división armónica ya fue utilizada desde la antigüedad, y casi siempre en arquitectura, por los egipcios, griegos y romanos, y más tarde en pintura por los grandes maestros del renacimiento, para establecer las reglas que les permitieran lograr una perfección compositiva.

Aquí nos damos cuenta de la importancia del “número” (lo cuantificable, lo que se puede medir), algo que ya dedujo la Escuela Pitagórica cuando equiparó la realidad al número; para ella los números gobiernan al mundo y el Universo es ritmo, o sea, que lo cuantitativo está presente en todo. A partir de ahí es comprensible que, para imitar el patrón superior, el hombre tratara de unir las matemáticas y el arte en búsqueda de la perfección: catedrales, esculturas, pinturas, todo hecho respecto al número, las matemáticas aplicadas al espacio: la geometría.

“Geometría”, ésta es la palabra, el punto de partida hacia lo fractal, pues lo fractal pertenece a un modelo geométrico donde la sección áurea se equipara a una semilla sin germinar. Y ahora, a este respecto, aunque sea por semejanza botánica, me remito al concepto de “rizoma” en el que Gilles Deleuze y Félix Guattari se basan, según nos explican en su libro Mil Mesetas, para organizar un sistema de multiplicidad que se expande a través de diferentes estructuras que son análogas a los rizomas de las plantas, y así explicar, con esta metáfora, los nuevos comportamientos sociales en el capitalismo tardío. El concepto de rizoma es bastante similar, en su estructura organizada, a lo que se desprende del orden fractal, con la salvedad de que en este segundo término los elementos que lo componen son más limitados y se generan a partir de sí mismos: son “recursivos”. Los fractales serían como una semilla geométrica que, al germinar, mediante la intervención de un proceso de algoritmos matemáticos, se expandiera de forma semejante al rizoma de una planta: un punto de fuga al inverso generado por la repetición de sus mismos elementos.

Esta expansión fractal la podemos encontrar, de manera concéntrica, en el origen y evolución del Universo, según las teorías del “Big Bang” (de Georgy Antonovich Gamov, en 1948) y la “Inflacionaria” (de Alan H. Guth, en 1981). Millones de estrellas y planetas en expansión, donde con ellos también se propagan el tiempo y el espacio, cuando nuestro mundo, nuestro planeta y nosotros, somos una minúscula partícula de todo ese entramado, de tal modo que nos encontramos, como individuos, en un mega-sistema de semejantes características: dentro de una sociedad que está compuesta por una especie humana, que puebla y se relaciona de manera fractal, dentro de un planeta que forma parte de un sistema solar que forma parte, a su vez, de un Universo de características fractales. Por tanto, estamos marcados por la fractalidad desde lo más profundo de nuestro ser hacia el exterior: átomos, moléculas, células, tejidos, órganos… hasta completar un cuerpo que está regido por un cerebro con millones de neuronas interconectadas fractalmente. Toda partícula forma parte de un algo y ese algo es la parte de un complejo superior que es la parte de otro que lo supera en magnitud, o sea, que nuestro Universo y nosotros mismos estamos determinados, sin lugar a dudas, por un orden fractal.

La Real Academia Española de la Lengua nos ofrece la siguiente definición: “Un fractal es una figura plana o espacial, compuesta de infinitos elementos, que tiene la propiedad de que su aspecto y distribución estadística no cambian cualquiera que sea la escala con que se observe.”

Ya, más o menos, nos vamos haciendo una idea de lo que es un fractal: un sistema complejo que se multiplica hacia el infinito a partir de sí mismo o, como lo definen en Wikipedia: “Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica se repite en diferentes escalas. El término fue propuesto por el matemático Benoit Mandelbrot en 1975. En muchos casos, los fractales pueden ser generados por un proceso recursivo o iterativo, capaz de producir estructuras auto-similares independientemente de la escala específica. Los fractales son estructuras geométricas que combinan irregularidad y estructura.” Esta última explicación, desde luego, es mucho mejor que la de la Real Academia Española, y, a partir de ella, nos hacemos una idea de lo que es un fractal.

Ahora, ya teniendo el concepto establecido, podemos partir desde este punto para llevar su aplicación a la literatura.

Está claro que a una oración, compuesta por un sistema de signos con sus significados y significantes, no se la puede someter a la secuencia de un algoritmo fractal, pues perdería su coherencia sintáctica; pero lo que sí se puede es imitar los modelos fractales, respetando la sintaxis, para generar oraciones y textos que conformarán lo que se puede denominar como “literatura fractal”. Por tanto, la literatura fractal sería aquélla que multiplica los signos lingüísticos, dentro de un orden sintáctico, como si se tratase de un juego de espejos que busca en esa repetición, en ese juego, una dinámica dentro de lo infinito, de lo laberíntico o lo circular; o dicho de una manera más sencilla: la literatura fractal es aquélla donde se multiplican por sí mismos los elementos que la componen.

Existen dos artículos en la “web” que tratan de fijar este concepto. El primero, que parece lleva por título Literatura fractal, es de Alberto Viñuela y data del 29 de julio del 2001. El segundo, Literatura y el infinito, es un trabajo escolar que, por su estructura, parece que se basa o toma como modelo el de Alberto Viñuela, aunque aporta, dentro de su brevedad, alguna idea nueva y creaciones propias; está publicado sin fecha y sus autoras son: Tatiana Pérez Veiga, Martina Piñeyrúa y Eugenia Espona.

Alberto Viñuela nos define así la literatura fractal: “Llamo literatura fractal a todo aquel escrito que manifiesta propiedades similares a las de los objetos fractales, centrándose sobre todo en los elementos recursivos, es decir, que hacen referencia a sí mismos.” Alberto Viñuela nos propone diferentes maneras para lograr este objetivo, mediante, por ejemplo, las “tautologías” (repetición de un mismo pensamiento dicho de distintas maneras), “historias cíclicas” (que empiezan y terminan, tras su desarrollo, con un concepto similar que une el principio y el final), “cajas chinas y cajas chinas cíclicas” (historias que contienen a otra historia y, a su vez, a otra historia…), y luego continúa, después de presentar ejemplos de diversos autores para cada uno de estos enunciados, abordando los temas de la “Ficción científica y los lenguajes fractales”, “La recursividad en la literatura religiosa”, para terminar su exposición con citas de algún que otro escritor conocido.

El otro trabajo, que se reduce más a la simple idea de lo infinito y su relación con la literatura, hace referencia a las paradojas de Zenón de Elea y sus juegos con el espacio-tiempo, para completar su desarrollo con un resumen de la ya comentada propuesta de Alberto Viñuela.

En ambos casos, para ilustrar sus planteamientos, aparece la figura y obra de Jorge Luis Borges como máximo exponente para este tipo de literatura.


ANTECEDENTES LITERARIOS

Son dos grandes escritores los que han desarrollado su literatura, ya sea de manera consciente o no, bajo la influencia de un pensamiento cuya teoría y nombre fue posterior a la fecha de la publicación de sus obras (ya que fue en el año 1975 cuando Benoit Mandelbrot propuso el término “fractal”). Estos dos autores son: Franz Kafka y Jorge Luis Borges.

El Proceso y El Castillo son las dos novelas de Franz Kafka que están escritas bajo un marcado predominio de lo fractal. En las dos se expresa la imposibilidad del individuo frente a los mecanismos absurdos del poder, sus burocracias y sus mentiras. En ellas sus protagonistas han de seguir una tortuosa ruta, mental y física, para enfrentar una realidad que les sobrepasa con una serie de problemas que se encadenan sin encontrar nunca un final, repitiéndose dentro de un laberinto legal que somete al individuo frente a las arbitrariedades del poder que le gobierna y sus representantes. Este modo argumental tiene una gran similitud con lo que establece la dinámica fractal, de algo que empieza desde un punto concreto para expandirse en el espacio o en el tiempo, multiplicándose de manera iterativa, como son, en el caso kafkiano, el problema y el absurdo que lo genera, los elementos que se repiten una y otra vez a lo largo de la trama, en una lucha ideológica en donde las partes involucradas multiplican, a su vez, todos los motivos que demuestran cada acto para buscar su propia justificación. La progresión fractal de los elementos argumentales, en estas dos novelas, hacen de la narración un complejo sistema que se determina como lo más característico e importante dentro de la estructura de la propia obra literaria. La figura del absurdo se reproduce por sí misma para expandirse, con todos sus elementos connotativos adyacentes, hacia una lógica fractal que se constituye como el componente primario del término que se conoce como “kafkiano”.

Respecto a Jorge Luis Borges (declarado admirador de Franz Kafka), en parte de su obra está presente, en mayor o menor grado, una perspectiva fractal que se caracteriza como lo más significativo del universo literario borgeano. En sus creaciones podemos encontrar personajes inmortales, memorias que logran existir a través del tiempo y fuera del primer cuerpo que las contuvo, edificaciones laberínticas e imposibles, libros cíclicos que terminan donde empiezan y que se reproducen en el tiempo, laberintos y más laberintos, granos de arena que se multiplican en sueños, una esfera donde se concentra el Universo entero en sus diferentes configuraciones, los espejos y sus reflejos, sus juegos con el tiempo y el espacio, el giro sorpresivo de sus historias; todo ello, y su inteligencia, está tocado por el orden preciso de lo fractal. Aquí, no debemos confundir su tremenda erudición con esa inteligencia suya, que se basa, precisamente, en el juego que hace con la existencia, con lo metafísico y el devenir, con lo que se esconde detrás de las palabras y sus ideas, lo que permanece como fondo de su literatura, libre de toda superficialidad, para adentrarse a descifrar los enigmas de esa misma inteligencia.

Estos dos grandes escritores han conseguido el reconocimiento por medio del estilo conceptual de sus historias, y a partir de una mirada fractal que recrea una nueva dimensión de la realidad, lo que, sin lugar a dudas, supuso un cambio de perspectiva en los horizontes de la literatura.

Ahora, tras haber señalado estos antecedentes, del tema que nos ocupa, cabe mencionar la existencia de dos textos que lo refieren: Manifiesto del Fractalismo y Manifiesto Fractal.

El Manifiesto del Fractalismo, cuya autora es Eva Neuer con fecha 27 de septiembre del 2000, es un manifiesto de aspiraciones universalistas, o sea, que trata de abarcar todas las manifestaciones del ser humano, dentro de su rol social y como ente individual. Eva Neuer parte del concepto de fractal para conformar una nueva postura fractalista y, a través de esta visión, acercarse al mundo. Este manifiesto, con todas sus propuestas, se ciñe a lo que marca el orden fractal y se justifica a través de él con un texto netamente fractal. El hombre, a fin de cuentas, es un elemento singular dentro de un Universo fractal, que debe estar en armonía con su entorno por el hecho de pertenecer a él y por ser consciente de ello. Como todo manifiesto universal, es una exposición de ideas utópicas que, por serlo, no dejan de ser admisibles y que invitan, según su autora, a reflexionar para convertir un principio de búsqueda interior que ha de manifestarse hacia el exterior.

Otro caso distinto es el Manifiesto Fractal, cuya autoría es de Héctor A. Piccoli con fecha de marzo del 2002, que es literario y atañe exclusivamente a la poesía. Con este manifiesto trata de justificar el rescate de la musicalización como medio para contrarrestar una prosificación que, a su parecer, debilita el hecho poético. Critica la prosificación pero no formula su propuesta de manera concreta y menos en relación al orden fractal, pues en ningún momento se sirve de los conceptos fractales (pues no los explica ni mucho menos los utiliza) para justificar su postura de “repensar la esencia rítmico-musical del verso”, y, a través de este planteamiento, “repoetizar la poesía”. Propone, también, “trabajar con el ordenador” (sin explicar en qué sentido), y hacer poemas generativos, interactivos y esencialmente plurales, respecto a las unidades de un poemario compuesto por varios poemas, para terminar diciendo que así entrarán en el “laberinto y no sólo en el endecasílabo”. Queda la sensación, tras leer este manifiesto, que su autor se sirve del término fractal para formular un ideario en el cual lo fractal es una excusa, además de caer en la superficialidad de una poética que se basa, casi exclusivamente, en el ritmo y la musicalidad, cuando lo importante de la poesía es lo que se dice entre líneas, lo que se esconde detrás de las palabras, lo que evoca: lo que hace que no sea una simple canción.


EJEMPLOS DE LITERATURA FRACTAL

Los ejemplos con los que a continuación trataré de ilustrar, de manera práctica y detallada, todo lo expuesto hasta ahora, son de mi autoría y con ellos, he de admitir, no se agotan las posibilidades en la búsqueda de lo que es la literatura fractal.

Desdoblamientos:
Ya nada es igual desde que salí por la puerta y me quedé solo en casa, frente al televisor. Ahora voy bajando por las escaleras y sigo aquí, sentado en un sillón, pensando en mí que ya estoy en la calle. Continúo con el paso y me dirijo hacia otro lugar, donde pueda reconocerme sin ninguna duda, ya fuera de esta habitación… Allí estoy, sentado en un banco del parque; al pasar por mi lado me saludo: “Hola, ¿cómo estás?”, me respondo. “¿Y tú?”, me pregunto. “Bien, muy bien, sentado aquí en el sillón frente al televisor”, termino por contestar… Ya nada es igual desde entonces, porque ya no estoy aquí, ni en el parque, ni caminando; sólo sé que algún día seré lo que no soy y estaré donde no estoy, pues todo lo ignoro sobre este asunto tan incomprensible.

Visión Caleidoscópica:
Estoy afuera y veo a los de adentro, pero ellos no me ven, y eso que les hago señales con los brazos para llamar su atención. Ellos giran a mi alrededor sin mirarme, pues caminan con la vista fija en el suelo mientras cuentan sus pasos. Son catorce hermanos idénticos que dan vueltas dentro de una habitación circular, o uno solo frente a trece espejos fraccionados. No lo sé; trataré de detectar cualquier movimiento distinto en ellos, pero por ahora es imposible. No puedo ver nada más que mis pies al caminar, cuando siento que alguien me observa desde afuera moviendo los brazos para llamar mi atención. Creo que son trece hermanos idénticos a mí.

Dinámica Circular:
Vasta es su mirada, penetrante, tanto que la noto dentro de mi cabeza, inspeccionando los recovecos de mis pensamientos y mucho más allá, para adivinar lo que ahora no pienso y luego pensaré; así, se anticipa siempre a mí… Ahora siento que él, con su vasta mirada, soy yo; porque no me deja ser, porque asume todos mis actos antes de que yo los pueda realizar. Vive mi vida antes que yo, piensa y habla antes de que yo lo pueda hacer. Me roba el pensamiento y la palabra, y camina todo el día frente a mí con su vasta mirada, penetrante, tanto que la noto dentro de mi cabeza inspeccionando los recovecos de mis pensamientos y mucho más allá, para adivinar lo que ahora no pienso y luego pensaré.

Dinámica Cíclica:
El agua cae del cielo y no hay nubes, sólo una atmósfera transparente, pero el agua, como un torrente, me deshace como si fuera un terrón de azúcar. Mi sustancia, diluida en el agua fluvial, corre por las hendiduras de la piedra, escurriéndose hacia lugares desconocidos, tanto como esa agua caída de un cielo transparente y sin nubes, la misma que me deshizo como un terrón de azúcar, para escurrirme hacia los rincones de un paraje que se mojó con mi sustancia y con el agua inesperada de un cielo transparente y sin nubes, que se precipitó como un torrente sobre mí.

Dinámica Laberíntica:
Dentro de cualquier duda hay otra duda que se originó en esa incapacidad para definir cuál es la duda que la contiene, círculo en movimiento que se expande y regenera, que se alimenta de la propia ausencia de decisión. Las probabilidades se ven todas inadecuadas, cuando ninguna se impone sobre la otra y la duda en sí. Nada es posible y todo lo es a la vez, probabilidades que ahora se contienen dentro de esa duda, que la procuran. Más allá de cualquier duda hay otra duda, más allá de cualquier razón hay otra razón. Razones para la duda, dudas para razonar. Probabilidades escondidas tras la razón y la elección, para acabar con la duda que nació a partir de esas mismas probabilidades, de la duda contenida dentro de otra duda y de su incapacidad para no dudar.

Dinámica en la Repetición:
Él dice que yo digo lo que no pienso, y seguro que piensa que no digo lo que pienso; eso es lógico porque una cosa es lo contrario de la otra, pero así dicho, según lo pienso, suena bien; aunque, como digo lo que no pienso, no puedo pensar según creo lo que pienso, ya suene bien o sea cierto; pero esto es así desde el punto de vista de cómo él lo piensa y no cómo yo lo pienso; pero al final, estas cosas de creer lo que piensa cada cual, cuando se habla sobre lo que piensa o dice el otro, son cuestiones de ser pensadas.

Dinámica de Mutación:
La naturaleza muda con las estaciones, como cuando yo me quedo sin palabras. La voz ya no me sale, ya sea por falta de ideas o afonía. Lo peor es la afonía mental que me asalta en las mañanas nada más despertar, laxitud de la memoria que se extiende hasta tener el desayuno sobre la mesa, para luego mudar desde ahí hacia mi estómago. En la ducha me despierto de verdad, cuando se levantan las palabras que mudan en ideas, para que la afonía desaparezca de mi garganta. En ese transcurso de tiempo, como una muda de estación, pasó una mujer sin decir una palabra y tomó el tren que realiza su trayecto entre el verano y el otoño. Ahora las hojas secas mudaron de las ramas para formar una alfombra sobre el suelo, y la mujer camina, al llegar a su destino, con un paraguas sin tela por encima… Pero luego todo cambió de lugar, la señora muda y las estaciones que mudan, pues al abrir la puerta y salir de la casa me topé con el invierno. No me gusta el frío porque me deja más que mudo, no lo puedo soportar y regreso hacia la casa. Entonces, es cuando cierro los ojos y pienso en la primavera, para que todo mude dentro de mi ser.

Juego de Espejos:
Cuando la vi por segunda vez ella no estaba, se había ido. Menos mal que la llevé conmigo, en la emulsión de plata de la película fotográfica que luego revelé. Del negativo la pasé al positivo con un chorro de luz y luego la fijé sobre el papel bajo los líquidos. Entonces apareció poco a poco, mirándome a través del fluido. De pronto me pude ver reflejado en sus pupilas, mi silueta y también frente a ella dos veces: en ese instante y cuando tomé la fotografía; instantes triplicados pues ella también estaba en mi memoria. Tantas veces, tantos reflejos, tan engañosa la realidad, como un juego de espejos multiplicando sin querer todos los instantes.

Dinámica Concéntrica:
Cuando llegué a aquel lugar ya no estaba, se había ido o se lo habían llevado. Sólo encontré un tremendo vacío, como el de antes de ser gestado, cuando ni siquiera suponía un proyecto en la mente de mis padres. Allí, en este lugar inexistente, decidí esperar con la esperanza de advenir el principio y con la sospecha de que podría estar muerto… El despertar, en este caso, sería el regreso del lugar y a la vez el mío a él, algo que nos uniría en una misma dimensión. Y ahí continué, en el trance de la espera, sin existir y rodeado de esa nada, como un pensamiento único tratando de descifrar qué pasó con ese lugar desaparecido que tal vez fuera mi propia vida, la que aún me niego a admitir en su extinción. Espero que todo sea un mal sueño y, al despertar, me encuentre con algo más de un pensamiento para saber que existo.

Proceso Invertido:
“Visiones invisibles”, así dicho, tiene una doble interpretación: ¿Es invisible lo que no se ve o lo es el acto de mirar? El primer caso sería la nada, el segundo una mirada vacía; visión invisible en los dos. ¿Qué más dará entonces lo uno o lo otro, cuando, a pesar de que en esencia son diferentes, el resultado es idéntico? Ambos se contienen en sí mismos, con una negación y una afirmación que los conduce hacia la nada y al vacío. Así son todas las visiones invisibles, no existen, y aquí, por tanto, tú no has leído nada.

Así se puede experimentar en la búsqueda de nuevas formas de literatura fractal, cuando estos ejemplos, en su reformulación, se podrían mezclar entre ellos en un sinfín de probabilidades dentro de una lógica fractal.

Y aquí termina esta breve exposición, con la que espero haber contribuido a sentar las bases o clarificar qué es la “Literatura Fractal”, concepto hasta ahora un tanto difuso y desconocido, pero que siempre ha estado ahí, en su esencia, sin que lo sepamos, en nuestro Universo y dentro de nuestro ser.

Pablo Paniagua, 09 junio de 2007.


BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

1.- Umberto Eco (ed.): Historia de la belleza. Barcelona: Lumen, 2004.
2.- Gilles Deleuze y Félix Guattari (ed.): Mil Mesetas: capitalismo y esquizofrenia. Valencia: Pre-Textos, 2000.
3.- Stephen Hawking (ed.): Breve Historia del Tiempo. Barcelona: Planeta, 1992.
4.- Benoit Mandelbrot (ed.): La Geometría Fractal de la Naturaleza. Barcelona: Tusquets, 2002.
5.- Franz Kafka (ed.): El Proceso. México: Tomo, 2002.
6.- Franz Kafka (ed.): El Castillo - América. México: Tomo, 2006.
7.- Jorge Luis Borges (ed.): El Aleph. Madrid: Alianza, 1997.
8.- Jorge Luis Borges (ed.): Ficciones. Madrid: Alianza 1997.
9.- Jorge Luis Borges (ed.): La memoria de Shakespeare. Madrid: Alianza, 1997.
10.- Área Fractal - Literatura Fractal: http://www.arrakis.es/~sysifus/litfr.html
11.-Literatura y el Infinito:http://www.oni.escuelas.edu.ar/2002/buenos_aires/infinito/literatu.htm
12.- Manifiesto del fractalismo: http://www.galeon.com/fractalismo/
13.- Manifiesto Fractal: http://jamillan.com/celpic.htm
14.- Literatura Web - Palabras Fractales: http://www.pablopaniagua.blogspot.com/



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2.Publicado por Kony el 23/08/2014 05:26
Los círculos concéntricos se pueden representar musicalmente con una escala como de Jazz que sube y que baja o una escala cromática que suba y que baje =)

3.Publicado por José Luis Rasente el 16/09/2014 23:18
Es de hacer notar el uso que hace Gilles Deleuze de esta historia borgeana para ilustrar el concepto leibniziano de la existencia simultánea de varios mundos disjuntos.

4.Publicado por evilasio el 04/06/2015 23:35
Más le hubiera valido descubrir el iPhone

5.Publicado por Beatriz BASENJI el 22/06/2015 18:45
Borges vino a este Mundo para ser lo que fue y sigue siendo: Borges .Agradecemos a Emanuel Pujol este acercamiento a Alberto Rojo.

6.Publicado por Andrés Peralta el 14/07/2015 05:26
Gran lector el Rojo, che. Se nota que ha leído al más grande de todos porque también sabe escribir.

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