Desde hace años preocupa, y mucho, un fenómeno denominado “colapso de colonias” (Colony Collapse Disorder o CCD, por sus siglas en inglés), que consiste en la desaparición masiva de abejas obreras; que son polinizadores fundamentales para la conservación de la biodiversidad y de la agricultura.
Muchos han sido los estudios que han intentado explicar las causas de este problema: factores bióticos, como los ácaros Varroa ; enfermedades propias de las abejas o estrés por cambios ambientales son algunas de ellas. También se ha constatado el daño que hacen los pesticidas a estos insectos, entre ellos los neonicotinoides –como el imidacloprid o el thiamethoxam -, que actúan sobre su sistema nervioso central.
Ahora, una investigación reciente señala que los pesticidas neonicotinoides no solo son nocivos, sino que además resultan adictivos para las abejas.
Actúan como una droga
El estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y del Trinity College de Dublín, ha revelado que tanto el abejorro común (Bombus terrestris) como la abeja europea (Apis mellifera) no solo no son capaces de detectar la presencia de los tres pesticidas neonicotinoides más comunes para poder evitarlos, sino que, además, sienten predilección por ellos.
En la investigación, cuando se dio a estos insectos la opción de elegir entre una solución de azúcar, y otra con azúcar y neonicotinoides, eligieron la segunda opción. Esto se debe a que los neonicotinoides actúan sobre el cerebro de las abejas igual que la nicotina sobre el cerebro humano, informa la plataforma Sinc.
Este hecho implica que, incluso aunque se proporcionen fuentes alternativas de alimento para las abejas en paisajes agrícolas donde se utilizan pesticidas neonicotinoides, estos insectos preferirán alimentarse de los cultivos contaminados, lo que aumentaría su peligro de desaparición.
Muchos han sido los estudios que han intentado explicar las causas de este problema: factores bióticos, como los ácaros Varroa ; enfermedades propias de las abejas o estrés por cambios ambientales son algunas de ellas. También se ha constatado el daño que hacen los pesticidas a estos insectos, entre ellos los neonicotinoides –como el imidacloprid o el thiamethoxam -, que actúan sobre su sistema nervioso central.
Ahora, una investigación reciente señala que los pesticidas neonicotinoides no solo son nocivos, sino que además resultan adictivos para las abejas.
Actúan como una droga
El estudio, llevado a cabo por científicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) y del Trinity College de Dublín, ha revelado que tanto el abejorro común (Bombus terrestris) como la abeja europea (Apis mellifera) no solo no son capaces de detectar la presencia de los tres pesticidas neonicotinoides más comunes para poder evitarlos, sino que, además, sienten predilección por ellos.
En la investigación, cuando se dio a estos insectos la opción de elegir entre una solución de azúcar, y otra con azúcar y neonicotinoides, eligieron la segunda opción. Esto se debe a que los neonicotinoides actúan sobre el cerebro de las abejas igual que la nicotina sobre el cerebro humano, informa la plataforma Sinc.
Este hecho implica que, incluso aunque se proporcionen fuentes alternativas de alimento para las abejas en paisajes agrícolas donde se utilizan pesticidas neonicotinoides, estos insectos preferirán alimentarse de los cultivos contaminados, lo que aumentaría su peligro de desaparición.
Una dieta baja en proteínas
Por otra parte, otro estudio reciente ha revelado que las abejas que viven cerca de zonas de cultivo pueden tener un déficit nutricional que las vuelve más vulnerables a factores de riesgo, como los pesticidas o las enfermedades.
Científicos de la Universidad de Lancaster (Inglaterra) han analizado 35 colmenas de 20 zonas del noroeste del país, y han descubierto que las abejas de zonas agrícolas sobreviven con una dieta más baja en proteínas que las abejas de colmenas cercanas a pastizales naturales o a bosques.
En general, las abejas dependen de polen y del néctar para alimentarse, elementos que adquieren de diversas especies de flores. Mientras que el néctar se convierte en miel en la colmena, el polen es transformado en "pan de abeja" tras un proceso de compactado con miel en capas, y una fermentación láctica de la mezcla, que deriva un incremento de las proteínas solubles y otros elementos nucionales. El pan de abeja tiene distintas funciones: es alimento a las abejas jóvenes y crías; y es un ingrediente de la jalea real.
El análisis periódico de la jalea real de cada colmena y la combinación de los datos resultantes con otra gran cantidad de datos de uso del suelo reveló que el contenido de proteínas era menor en la jalea real de aquellas colmenas situadas cerca de tierras agrícolas cultivables que en la de colmenas cercanas a pastizales naturales o bosques.
En resumidas cuentas, que la composición del paisaje repercutía en el bienestar de las abejas. La solución en este caso, han señalado los autores del estudio, es modificar las fuentes de alimento disponibles en las zonas agrícolas, de tal manera que se pueda mejorar la dieta de las abejas y, con ella, sus posibilidades de supervivencia.
Por otra parte, otro estudio reciente ha revelado que las abejas que viven cerca de zonas de cultivo pueden tener un déficit nutricional que las vuelve más vulnerables a factores de riesgo, como los pesticidas o las enfermedades.
Científicos de la Universidad de Lancaster (Inglaterra) han analizado 35 colmenas de 20 zonas del noroeste del país, y han descubierto que las abejas de zonas agrícolas sobreviven con una dieta más baja en proteínas que las abejas de colmenas cercanas a pastizales naturales o a bosques.
En general, las abejas dependen de polen y del néctar para alimentarse, elementos que adquieren de diversas especies de flores. Mientras que el néctar se convierte en miel en la colmena, el polen es transformado en "pan de abeja" tras un proceso de compactado con miel en capas, y una fermentación láctica de la mezcla, que deriva un incremento de las proteínas solubles y otros elementos nucionales. El pan de abeja tiene distintas funciones: es alimento a las abejas jóvenes y crías; y es un ingrediente de la jalea real.
El análisis periódico de la jalea real de cada colmena y la combinación de los datos resultantes con otra gran cantidad de datos de uso del suelo reveló que el contenido de proteínas era menor en la jalea real de aquellas colmenas situadas cerca de tierras agrícolas cultivables que en la de colmenas cercanas a pastizales naturales o bosques.
En resumidas cuentas, que la composición del paisaje repercutía en el bienestar de las abejas. La solución en este caso, han señalado los autores del estudio, es modificar las fuentes de alimento disponibles en las zonas agrícolas, de tal manera que se pueda mejorar la dieta de las abejas y, con ella, sus posibilidades de supervivencia.
Referencias bibliográficas:
Geraldine A. Wright. Bees prefer foods containing neonicotinoid pesticides. Nature (2015). DOI: 10.1038/nature14414.
Philip Donkersley, Roger W. Pickup, Kevin C. Jones, Kenneth Wilson. Honeybee nutrition is linked to landscape composition. Ecology and Evolution (2015). DOI: 10.1002/ece3.1293.
Geraldine A. Wright. Bees prefer foods containing neonicotinoid pesticides. Nature (2015). DOI: 10.1038/nature14414.
Philip Donkersley, Roger W. Pickup, Kevin C. Jones, Kenneth Wilson. Honeybee nutrition is linked to landscape composition. Ecology and Evolution (2015). DOI: 10.1002/ece3.1293.