CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero


ATENEO DE MADRID 20 NOVIEMBRE 2012

C/ Prado 21

Salón Úbeda

A las 19,00 horas

Antonio Piñero, Mario Sabán, Alberto de Mingo y Carlos Segovia debatiremos en el Ateneo de Madrid el próximo día 20 de noviembre sobre Pablo de Tarso y las nuevas interpretaciones de las que él es hoy objeto. Antonio Piñero —que actualmente prepara con Carlos Segovia una Guía para entender a Pablo que publicará Editorial Trotta— defenderá su lectura helenística de Pablo, fuertemente influenciada por las tesis de la Escuela de la Historia de las Religiones (Religionsgeschichtliche Schule), de la que no en vano es el principal exponente en nuestro país.

Mario Sabán hablará de su interpretación basada, entre otros, en los trabajos de Ben Chorin, Flusser y Vermes, que subrayan la "judeidad" de Pablo y la continuidad entre la teología paulina y el judaísmo rabínico (o protorrabínico).

Alberto de Mingo expondrá el punto de vista de la llamada, a partir de James G.D. Dunn y N. T. Wright, "nueva perspectiva sobre Pablo", para la que Pablo no se propuso romper con el judaísmo, sino reformarlo criticando sus aspectos más etnocéntricos y particularistas.

Carlos Segovia defenderá el denominado "nuevo enfoque radical sobre Pablo", según el cual el Apóstol no se propuso romper con el judaísmo, ni reformarlo, sino simplemente —en buena lógica apocalíptica más bien que rabínica— incorporar a los gentiles a Israel ante la supuesta inminencia del fin de los tiempos.
Sostendrá, además, que Pablo se opuso a la política imperial de su época y que apostó por crear nuevos lazos de solidaridad entre los vencidos frente a la violencia de la dominación romana. Es decir, propondrá que es preciso liberar a Pablo, a un tiempo, de su interpretación cristiana y de su interpretación meramente teológica basándose para ello, de un lado, en trabajos muy recientes y, de otro lado, en la investigación desarrollada en su libro ¿Fue Pablo cristiano? El redescubrimiento contemporáneo de un judío mesiánico (Madrid: Trotta, de próxima publicación).

Sobre este mismo tema, con la discusión de las obras de P. Eisenbaum, G. Bocaccinni y D. Boyarin (que estarán presentes), en marzo de 2013 se impartirá un seminario organizado por la Uuniverisdad Camilo José Cela y la Fundación Xavier Zubiri

La sesión comenzará a las 19,00. Nuestro agradecimiento a los organizadores y, muy especialmente, a Victoria Caro Bernal.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 20 de Noviembre 2012
Vida, ministerio y martirio del Apóstol san Bartolomé
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Discordancias en la tradición sobre el Apóstol San Bartolomé

País de su ministerio

Existen divergencias en la determinación concreta del país en el que Bartolomé desarrolló su misión evangelizadora. Eusebio de Cesarea (s. IV) cuenta que el maestro Panteno de Alejandría, a su llegada a la India, halló que algunos cristianos poseían el evangelio escrito en hebreo por Mateo. Lo había llevado el apóstol Bartolomé, que había predicado allí la fe cristiana (Eusebio, H. E., V 10, 3.). Esta noticia está recogida también en la Pasión de Bartolomé en su versión latina.

Los Hechos de Felipe refieren, en cambio, que el mismo Salvador envió a la ciudad de Ofiorima, la Hierópolis de Frigia, a Bartolomé y a Juan para compensar la peligrosa fogosidad de Felipe (HchFlp 95,1). Más adelante (HchFlp 108,1), Bartolomé aparece identificado como “uno de los setenta discípulos del Señor”. Para cumplir su destino tenía que ir a Licaonia, donde morirá crucificado (HchFlp 137,3; 148,2). Otra tradición sitúa su ministerio entre los partos, medos y persas. Una nueva versión recoge la creencia de que Bartolomé desarrolló su ministerio en Armenia al lado de Judas Tadeo. De hecho, ambos apóstoles son venerados como fundadores y patronos de la iglesia apostólica de Armenia.

Forma del martirio

Discordantes son también las relaciones que hablan de su muerte. La crucifixión es el martirio preferido en la tradición latina. Es también la forma de muerte vaticinada en los Hechos de Felipe. Para los coptos, Bartolomé fue encerrado en un saco y arrojado como basura. Según los relatos armenios, murió apaleado. De Persia procede la tradición de que fue desollado o despellejado vivo. Otros cronistas de su vida aseguran que fue decapitado. Como resumen de estas discordancias, podemos comparar los relatos del martirio de Bartolomé en el texto latino de la edición de Bonnet y en la versión griega del manuscrito Marciano de Venecia gr. 362.

Según el texto latino, cuando supo el rey Astriges que su dios había caído hecho trizas por influjo del apóstol Bartolomé, “rasgó su vestidura de púrpura con la que estaba vestido, y mandó apalear al apóstol Bartolomé; y después de azotado, lo mandó decapitar” (decollari). El códice Véneto Marc. 362 añade en este pasaje el detalle de que el rey mandó que le arrancaran la piel y luego lo decapitaran. Por su parte, la versión griega añade que fue desollado o despellejado, pero añade los datos de su apaleamiento y decapitación. Éste es el texto del códice Marciano de Venecia: “Entonces el rey rasgó la púrpura de la que estaba vestido y mandó que fuera apaleado el santo apóstol Bartolomé y que, así despellejado, fuera decapitado”. Lo mismo que hacen otros relatos, el griego combina varios tormentos: apalear, despellejar y decapitar.

El Martirologio Romano, en la relación que hace de las vidas de los santos, resume así la tradición sobre san Bartolomé: “Predicó el evangelio en la India. Después pasó a Armenia y allí convirtió a muchas gentes. Los enemigos de nuestra religión lo martirizaron quitándole la piel, y después le cortaron la cabeza”. En el pueblo cristiano, quedó muy grabada la idea de que el apóstol san Bartolomé fue despellejado en vida. Miguel Ángel dejó grabado el testimonio de esta tradición en el fresco monumental del Juicio Final en la Capilla Sixtina. El santo aparece sosteniendo en sus manos su propia piel.

M. Bonnet edita la versión griega y la latina de esta Pasión. Reúne las versiones griegas en dos grandes familias, pero reconoce que la versión latina es superior en calidad y antigüedad. Es la razón por la que sigo esta versión de la Pasión de Bartolomé en la historia de los hechos de su vida, su ministerio y su martirio. La composición de esta Pasión no puede ir más allá del año 580, fecha del traslado de las reliquias del santo apóstol a Lípari. El acontecimiento era desconocido para el autor de la obra, como se deduce lógicamente por su silencio.

Fecha de la fiesta

La fecha en que se celebra la festividad de san Bartolomé carece de uniformidad en los distintos territorios del mundo cristiano. En España, Italia y otros países europeos, el día de su fiesta es el 24 de agosto. Para griegos y coptos, su recuerdo se festeja el 11 de junio. Los armenios lo celebran el 8 de diciembre. Pero todos estos datos, con sus diferencias, son una muestra de la veneración de que fue objeto el apóstol Bartolomé en el mundo cristiano.

(Detalle del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Lunes, 19 de Noviembre 2012

EL ATENEO CIENTÍFICO, LITERARIO Y ARTÍSTICO DE MADRID
y la Sección de Filosofía le invitan a la

VI Jornada de Filosofía y Cristianismo Teológico
Filósofos de la Espiritualidad
Pablo de Tarso



Mesa redonda:

Antonio Piñero, Catedrático Emérito de Filología Griega,
Especialidad en Lengua y Literatura del Cristianismo Primitivo, UCM

Carlos A. Segovia, Profesor Asociado de Estudios Religiosos,
Universidad Camilo José Cela, y Miembro del Enoch Seminar

Alberto de Mingo Kaminouchi, Doctor en Teología,
Profesor del Instituto Superior de Ciencias Morales
y de la Saint Louis University

Mario Javier Sabán, Escritor, Doctor en Filosofía
por la Universidad Complutense y Presidente del Tarbut Sefarad


Presenta: Victoria Caro

Martes, 20 de noviembre

19:00

Salón Ciudad de Úbeda
Domingo, 18 de Noviembre 2012

Notas

Dios existe (I) (442-01)
Hoy escribe Antonio Piñero


Este es el título de la última obra del filósofo británico, ya fallecido, Antony (sic; sin h) Flew, escrita en colaboración con Roy Abraham Varghese (original de 2007). Editorial Trotta, Madrid 2012, 167 pp. ISBN: 987-84-9879-368-0. Flew murió en el 2010.

Se trata sin duda de una obra polémica porque Flew fue durante muchos años el referente más notorio del ateísmo anglosajón. Sus obras “Dios y la filosofía” y “La presunción de ateísmo” pasaban por ser la Summa de los argumentos en contra de la existencia de Dios en la segunda mitad del siglo XX. Su deserción del ateísmo fue comentada en 2004 del modo siguiente: “Es como si el Papa anunciara que piensa ahora que Dios es un mito”.

Su conversión al deísmo no fue el producto de una iluminación mística o algo parecido, sino el fruto de una reflexión intelectual sobre las perspectivas de ciencia de nuestra tiempo en orden de postular la existencia de algo más allá del mundo puramente físico, por ejemplo, tal como se postula en la obra de David Conway, The Rediscovery of Wisdom (“El redescubrimiento de la sabiduría”) Macmillan, Londres 2004.

La obra de Flew tiene dos partes: “Mi negación de los divino” y “Mi descubrimiento de lo divino”; contiene además un doble prólogo y dos notables apéndices. El prólogo a la edición castellana es obra de Francisco José Soler Gil, autor y editor de una obra conjunta publicada en la Biblioteca de Autores Cristianos en 2005: “Dios y las cosmologías modernas”. Soler no duda en afirmar que este libro de Flew “vale su peso en oro” (pp. 9 y 21).

Opina también este prologuista era muy conveniente que Flew escribiera este libro, ya que cuando anunció su paso del ateísmo al deísmo en 2004, un conocido autor ateo de notable éxito, Richard Dawkins escribió que “el filósofo Flew estaba siendo manipulado por una caterva de propagandistas del cristianismo aprovechando la declinación de sus facultades mentales”.

Según Soler Gil, Flew era conocido, en su época de ateo, por ser todo lo contrario a un fanático: antes de exponer sus propios argumentos dedicaba todo el espacio necesario a exponer imparcial y certeramente los argumentos de sus adversarios con toda su posible solidez. Otro rasgo característico de Flew es su preocupación por definir bien los términos de lo que se trata en una discusión intelectual; en este caso intentó siempre explicar bien qué es lo que se entiende por Dios.

Un rasgo más del estilo académico de Flew, según Soler Gil, fue su preocupación por encontrar un procedimiento adecuado para el desarrollo de la controversia en torno a la cuestión acerca de Dios; por ejemplo, quién es el que debe aportar las pruebas: el que niega la existencia de la divinidad o el que la afirma. Finalmente, otro de los rasgos característicos del estilo argumentativo de Flew es su limpieza y claridad, sin presentar agendas ocultas o despistar al lector con cortinas de humo que no sean auténticos argumentos racionales. En Flew brillaba ante todo la confianza en el poder de la razón y en la fuerza de los argumentos, sin ninguna sospecha de que la razón humana pudiera estar en el fondo corrompida como si fuera una herramienta espuria al servicio de otros intereses ocultos, como por ejemplo la voluntad de poder.

Es interesante la síntesis de Soler Gil del orden lógico de la defensa del ateísmo mostrada por Flew en sus obras. Este creía que era el teísta en el que recaía el peso de la prueba de la existencia de Dios, y no el ateo de su inexistencia, ya que –-según el adagio medieval-- el que afirma algo es el que debe probarlo. Segundo, si el teísta pretendía demostrar la existencia de Dios tendría que comenzar por precisar cuál es el concepto de Dios que se está manejando en la discusión, y cuales son los atributos de divinidad que deben definirse con toda exactitud. Por último debe mostrar que hay una serie de datos de nuestra experiencia que requieren a ese Dios como su explicación (p. 15).

Por último considero también digno de mención en el prólogo de Soler Gil la queja (pp. 20-21) sobre el comportamiento de los medios, y de las Editoriales respecto al debate sobre Dios que está teniendo lugar desde hace décadas en el mundo anglosajón. Sostiene Soler que encontramos una gran asimetría en prensa diaria, televisión y libros respecto al tema de la existencia de Dios. Mientras que las obras de las más destacadas figuras del bando ateo, como Richard Dawkins y Daniel Dennett, se traducen a nuestra lengua casi de inmediato, a los pocos meses de aparecer, y son publicitadas como “best sellers” por editores y distribuidoras de libros, en cambio la mayor parte de las obras del bando teísta son ignoradas y permanecen sin traducir; o si lo son, aparecen vertidas al castellano en editoriales muy minoritarias.

El resultado es previsible: “En las librerías lo suficientemente grandes para acoger un estante de libros de filosofía el tema de la existencia de Dios solo se presenta desde el punta de vista del ateísmo”. Por ello, los lectores se ven privados de la ayuda para formarse su propia imagen del tema que supone el presentar también los argumentos del otro lado.

Seguiremos con la presentación de argumentos sobre este tema apasionante. Personalmente el libro me ha interesado tanto que me sumo al agradecimiento a Trotta y al traductor, Francisco José Contreras, por haber impulsado la publicación de este libro que, como veremos, contiene una buena síntesis de los argumentos por un lado y por otro.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 16 de Noviembre 2012
Hoy escribe Fernando Bermejo

Si se comparan los párrafos relativos a la pena de muerte en el Catecismo de la Iglesia Católica con otros presentes en el mismo, se apreciarán toda una serie de flagrantes contradicciones, de las cuales no es la menos grave la existente entre la pomposa afirmación de la inviolabilidad de la vida humana y la condena implacable del aborto -al que se le mantiene, además, la pena de excomunión- y la legitimación de la pena de muerte para ciertos casos.

Otra contradicción proviene del hecho de que el Catecismo enuncia con claridad el principio según el cual “No está permitido hacer el mal para obtener un bien” (nº 1756). Ahora bien, por muchos malabarismos dialécticos y distinciones escolásticas que se hagan, la ejecución de un reo en virtud de una sentencia judicial entraña, diríase, un cierto mal. Si se mantiene el principio mencionado, habrá que reconocer que la pena de muerte no es admisible.

De nuevo se detecta una contradicción cuando se repara en que para legitimar la pena de muerte el texto invoca el “bien común de la sociedad”. Ahora bien, de una antropología cristiana no se deriva necesariamente que la sociedad sea el fin último, a expensas de la vida del individuo, por culpable que sea. De hecho, en el nº 1881 del mismo Catecismo se lee: “Cada comunidad se define por su fin y obedece a reglas específicas, pero el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana” (con cita de GS 25, 1). Con la pena de muerte este principio queda invalidado, pues la persona humana, supuestamente sujeto intocable, es sacrificada en aras de una comunidad determinada, con lo cual deja de ser el fin de las instituciones como se proclama en el principio enunciado.

De la lectura del Catecismo se deduce que la Iglesia Católica, por medio de su jerarquía, no se decide a dar el paso de la abolición en el campo teórico, sino que se atiene a un retencionismo maquillado. Ahora bien, si el texto del CIC adolece de numerosas falacias e inconsistencias, ¿por qué me he referido igualmente -en otro nivel- a su coherencia? Lo veremos en próximos posts.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 14 de Noviembre 2012
Hechos Apócrifos del Apóstol San Bartolomé
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El protagonista según la tradición

El protagonista de este apócrifo es el apóstol enumerado entre los doce en las listas de los evangelios sinópticos. A diferencia de la noticia de los sinópticos, está la afirmación de los Hechos de Felipe, donde su compañero Bartolomé aparece identificado como “uno de los setenta discípulos del Señor” (HchFlp 108,1). Lucas refiere en su evangelio, con una formulación poco concreta, que “después de estas cosas, designó el Señor a otros setenta <y dos> y los envió de dos en dos” (Lc 10,1).

Bartolomé aparece emparejado con Felipe en Mt 10,3 y en Lc 6,14. En el mismo Marcos 3,18, ambos apóstoles aparecen seguidos. El texto de Mateo es el que marca la unión en una formulación, en la que a las parejas de Pedro y Andrés su hermano, Santiago y Juan, hermanos también, sigue la pareja de Felipe y Bartolomé, separada de los siguientes miembros del grupo, pero unida con un καὶ copulativo. Ello podría explicar el coprotagonismo de Bartolomé en los Hechos de Felipe. Como también explica su unión con Mateo el detalle de que, tanto en Mc 3,18 como en los Hechos de los Apóstoles 1,13, aparezca Bartolomé formando bina literaria con Mateo.

Sobre Bartolomé se cierne la sospecha, algo más que probabilidad, de su identificación con el Natanael del evangelio de Juan (1,43-51). Pues Natanael, que era natural de Caná de Galilea, no figura en las listas de los doce apóstoles. Sin embargo, es uno de los discípulos llamados por Jesús. En el contexto de su llamada, forma Natanael pareja con Felipe, que es quien lo condujo hasta Jesús. La escena tiene detalles tan plásticos como la rivalidad entre dos pequeñas aldeas vecinas, que eran Nazaret y Caná de Galilea.

Pero el testimonio que Jesús da sobre Natanael expresa la idea de que se trata de un hombre cabal. En labios de Jesús: “Un auténtico (alēthôs) israelita, en el que no hay engaño” (Jn 1,47). Esta opinión, nacida de labios de Jesús, traza un perfil ideal del personaje. Tanto más cuanto que, según el autor del texto, Jesús tenía de Natanael un conocimiento que abarcaba sus más secretas intimidades. Descubierto presuntamente Natanael, se arrancó en una confesión de amplio espectro. Natanael reconocía en Jesús al “Hijo de Dios” y al “rey de Israel” (Jn 1,49). Ambos apelativos, unidos a la exclamación de “Rabbí” (Maestro), ofrecían una definición completa de la personalidad de Jesús en los textos.

Los textos nos llevan a la conclusión de que Natanael formaba parte del elenco de los doce apóstoles de Jesús. Su vocación, rica en detalles, aparece en el contexto de otras vocaciones como las de de Simón Pedro, Andrés y Felipe. Natanael figura también entre los “discípulos” a quienes Jesús resucitado se aparece junto al mar de Tiberíades (Jn 21,2). Era por tanto tan “discípulo” como Pedro, Tomás y los hijos de Zebedeo. En su caso se da, en mi opinión, el mismo fenómeno que en la denominación de otros apóstoles. Por los Hechos Apócrifos de Tomás, sabemos que su nombre personal era Judas. Sin embargo, en los Sinópticos solamente aparece Tomás, nombre arameo que significa precisamente “mellizo”. Tomás no era, pues, el nombre, sino un apodo o sobrenombre debido a una circunstancia familiar. Juan es precisamente el que registra el dato en su evangelio. En el texto de Juan, Tomás es de forma reiterativa el “llamado Mellizo”.

Es probable que suceda lo mismo en el caso de Bartolomé y Natanael, nombres de una misma persona. El nombre personal del apóstol sería Natanael, “Don de Dios”, mientras que Bartolomé designaría una circunstancia familiar: “Hijo de Tolomeo”. Juan es el único de los evangelistas canónicos que presta atención al detalle, lo mismo que en el caso de Tomás. Los primeros que dieron por cierta la identificación de Bartolomé y Natanael fueron los autores de la iglesia siria. Concretamente, el exégeta bíblico del siglo IX, Ischodad de Merw, nacido en Merw (Afganistán) y obispo que fue de Hadithah en las cercanías de Mosul (Iraq).

(Icono de San Bartolomé, Apóstol)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 12 de Noviembre 2012
Sobre la Biblia y nuestra cultura. La “Biblia de San Millán” (441-02)
Hoy escriben Claudio García Turza y Antonio Piñero



La semana pasada escribí sobre el monumental estudio la “Biblia en el teatro español” (Cilengua /Academia del Hispanismo, Vigo 2012). como complemento deseo semi transcribir hoy algunos párrafos de la presentación / prefacio de este libro, obra del Prof. Claudio García Turza, que me parecen en extremo interesantes, que se entienden por sí mismos, sin ningún otro comentario. Hacen alusión al método discursivo, razonativo, literario-histórico que hemos intentado siempre aplicar a los textos objetos de estudio de este Blog.


1. El proyecto “Biblias hispánicas” nace del espíritu estudioso que animó a los monjes de San Millán de la Cogolla.


San Millán destaca ante todo por la entrega de sus monjes y clérigos a una labor filológica intensa… cuya esencia es aclarar, interpretar, desentrañar el sentido de los abismos de la intención creador y comprender la totalidad significativa de un texto… ello es solo factible desde una amplísima diversidad de enfoques… exige la aplicación de diversos métodos y formas de la ciencia y del razonamiento humano…; interpretar conlleva hacer accesible el pensamiento expresado, especialmente el recogido en los textos antiguos por la diferencia histórico-cultural que crea distancias entre los humanos.


2. La dimensión filológica del proyecto “Biblias hispánicas”

Estoy convencido de la necesidad actual e incuestionable de aplicar al estudio de los textos antiguos el método filológico estricto. Últimamente, y por desgracia, incluso el nombre, ‘filología’ está bastante desprestigiado y desautorizado por muchos, acaso porque junto a su tradicional ambigüedad referencial, les invoca resultados y métodos que se consideran obsoletos. Si en su lugar optamos por valorar solo los resultados de las distintas críticas modernas (crítica textual, crítica de las fuentes, crítica histórica, sociológica y antropológica, crítica literaria y retórica), corremos el riesgo de que en esta prestigiosa profesión del arte de interpretar no haya nadie que recoja las síntesis de los estudios particulares; nadie que tras un análisis objetivo las interrelacione y, finalmente, las armonice a la luz del hábito cognoscitivo más alto, llamado en la antigüedad con tan buen criterio sabiduría.


3. Importancia de la Biblia para la cultura occidental


Es notable el valor intrínseco de la Biblia misma para nuestra cultura. La Biblia es el libro más escrutado por el hombre y, sin embargo, aún inescrutable. De él se han hecho innumerables valoraciones encomiásticas, que vendrían a resumirse en esta: es el libro más importante e influyente del patrimonio humanístico y cultural de occidente. O en esta otra de Northrop Frye: ‘La Biblia es el gran código de la cultura universal’. A la Biblia pertenecen, en rigor, la interpretación y valoración de la existencia humana, cuyos grandes principios y conceptos , espirituales o morales han acabado siendo constitutivos de nuestra civilización. En este importante aspecto nos asalta el recuerdo de varios pensadores actuales, como Gianni Vattimo posmodernos y cristianos culturalmente o algo más. En sus propuestas filosóficas, la negación de la metafísica con bases necesariamente ético políticas deja el puesto en definitiva a la entronización del amor, un amor tal como se muestra en el Cristo de los evangelios, un amor que debería erigirse, sostiene Vattimo, en la verdadera dimensión religiosa de nuestro tiempo.

Pero a mí, lo confieso, ninguna valoración del Libro por excelencia me impresiona tanto, y me invita a pensar como la que formuló, convencido, Goethe: ‘El Nuevo Testamento es la lengua materna de Europa’. Desde niños respiramos realmente una atmósfera de vivencias y representaciones cognoscitivas generada con fuerza irradiante en las fuentes profundas de la Biblia. Como ha dicho recientemente Joan Frances Mira:

‘Jesús de Nazaret y su madre María, su padre José el carpintero, sus compañeros Pedro, Santiago o Juan, Lázaro y María Magdalena, Poncio Pilato y tantos otros nombres son personajes que forman parte del imaginario popular europeo con más potencia y difusión que Hamlet, el Quijote o los hermanos Karamazov. Y las imágenes de la Anunciación a María, del nacimiento de Jesús en Belén, Pilato lavándose las manos, la crucifixión, la resurrección o las visiones alucinadas del Apocalipsis son escenas y temas narrativos no superados en difusión a través de los siglos.


4. Estudio e interpretación de la Biblia


La Biblia se expresa en lenguas particulares; con palabras por tanto comprensibles a la humanidad; se expresa en formas literarias, en formas históricas, en concepciones ligadas a una cultura determinada. En el estudio de la Biblia es imprescindible tener en cuenta el modo de pensar, de expresarse, de narrar que se usaba en tiempo del hagiógrafo. Han de profundizarse con especial interés, los géneros literarios, pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole, histórica, profética, poética, o en otros géneros. Quede pues bien claro: si se ignora la identidad histórica y la personalidad propia de los autores, con sus facultades y talentos concretos, si se excluye esta dimensión carnal, humana de la Biblia, se cae necesariamente en el equívoco fundamentalista o en un vago espiritualismo o psicologismo.

El lenguaje humano, sin embargo, para ser comprendido debe ser rigurosamente estudiado y descifrado. En el estudio de la Biblia se exigen todo tipo de análisis a través de distintos métodos y enfoques que se aúnan en la filología y críticas modernas. Estos análisis deben ser realizados por quienes tienen la preparación científica para hacerlo, es decir, los profesionales de las materias humanísticas necesarias para abordarlo.


5. La “Biblia de San Millán”


Finalmente dentro del proyecto de las Biblias hispánica y como una de sus obras eminentes se halla la traducción, en marcha, de la ‘Biblia de San Millán’ que intenta aunar no solo la oferta de un texto base acomodado, al día respecto a los estudios críticos actuales, sino también una traducción esmeradamente cuidada en su literalidad y precisión, literariamente bella, y un acervo de notas histórico, literarias, filológicas en suma, que ayuden a comprender plenamente el texto. En el fondo este afán no es otra cosa que la manifestación hoy día del espíritu que impulsó antaño a los monjes de san Millán en sus afanes por el estudio de la Biblia.



Saludos cordiales de
Claudio García Turza y Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid / Universidad de La Rioja
www.antoniopinero.com

Viernes, 9 de Noviembre 2012
Hoy escribe Fernando Bermejo

Una vez admitida la licitud moral de la pena de muerte en ciertos casos, el Catecismo de la Iglesia Católica habla -en el segundo párrafo del nº 2266- de los efectos de las penas en general. Por consiguiente, también de los efectos esperados de la pena capital. Este texto está lleno de tópicos cuya razonabilidad es más que discutible.

Así, se dice que su primer efecto es el de “compensar el desorden introducido por la falta”. ¿Qué significa esto en el caso que nos ocupa? En el caso de una condena por asesinato ¿acaso que matando al criminal vuelve a la vida el asesinado? Se afirma a continuación que “cuando la pena es aceptada voluntariamente por el culpable, tiene un valor de expiación”. Ahora bien, esto exigiría, en el caso de la pena de muerte, que el mismo reo pidiera o aceptara voluntariamente el ser ejecutado, lo cual equivale a una indirecta invitación al suicidio -contra el cual el propio Catecismo tiene palabras poco complacientes, dado que según la propia doctrina de la Iglesia constituye una ofensa gravísima contra el Dios vivo y un formidable escándalo-, cuando no a una aceptación masoquista de la sentencia de muerte.

El tercer efecto de la pena consistiría en “preservar el orden público y la seguridad de las personas”. Sin embargo -y dejando a un lado que la seguridad de la persona del reo desde luego no se preserva-, es muy dudoso -por no decir insostenible- que un acto de violencia estatal sirva a la larga para preservar el orden y la seguridad del resto de los ciudadanos, y no más bien para embrutecer a la sociedad que inflige la pena.

Finalmente, se afirma que la pena “tiene también un valor medicinal, puesto que debe, en la medida de lo posible, contribuir a la enmienda del culpable”. Ahora bien, aceptando la metáfora nosológica, ¿en qué medida puede la muerte ser la medicina adecuada para curar al enfermo?. Y si la pena de muerte puede ser considerada como medicina legal, ¿por qué no la eutanasia o el suicidio?

La discusión en torno a la pena de muerte es decisiva para la concepción general de las penas y sus fines. Si las penas no tienen más finalidad que garantizar el orden jurídico y salvaguardar el orden moral universal (así el idealismo de Kant y Hegel), entonces la pena de muerte es la más alta expresión de las penas en general. Pero si se considera como objetivo de la pena la reinserción del culpable en la comunidad, la pena de muerte es absurda: es imposible regenerar a un ajusticiado. Se le expulsa definitivamente de la comunidad que, de esa forma, no podrá ya beneficiarse de su enmienda.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 7 de Noviembre 2012
Vida y ministerio de los Apóstoles Simón y Judas en los Apócrifos
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

El martirio de Simón y Judas

Llegados los apóstoles a la gran ciudad de Suanir, se alojaron en la casa de un discípulo suyo, llamado Sennes. Los sacerdotes tuvieron noticia de su llegada y se dirigieron muy de mañana a la casa donde se alojaban, pidiendo a gritos al dueño que los entregara. De lo contrario, amenazaban con prender fuego a la casa con sus habitantes dentro. Los Apóstoles tomaron la determinación de entregarse para evitar males mayores.

Arrestados, pues, Simón y Judas, fueron conducidos al templo del Sol. Los demonios que moraban en el templo comenzaron a gritar: “¿Qué tenemos que ver con vosotros, apóstoles del Dios vivo? Desde vuestra llegada estamos consumidos por las llamas” (c. 21,2).

En uno de los recintos del templo había una cuadriga del Sol fundida en plata, en otro recinto había una Luna fundida también en plata con una cuadriga de bueyes igualmente de plata fundida. Los sacerdotes forzaban a los apóstoles para que adorasen aquellos simulacros. Dijo entonces Judas a Simón: “Hermano Simón, veo a mi Señor Jesucristo que nos está llamando”. Simón le respondió: “Hace tiempo que estoy contemplando al Señor en medio de sus ángeles”. Contaba Simón que uno de los ángeles le dijo que los haría salir del templo y luego haría derrumbarse el edificio encima de aquellos sacerdotes. Simón le rogó que no lo hiciera, porque algunos se convertirían posiblemente al Señor (c. 22,1).

Mientras los apóstoles mantenían esta conversación en lengua hebrea, se les apareció un ángel del Señor que les dio ánimo y les preguntó si preferían la muerte repentina de los sacerdotes del Sol o esperar pacientemente la palma del martirio. La respuesta estaba cargada de sentimientos de generosidad. Pedían, en efecto, misericordia para los sacerdotes y para ellos mismos. Como los pontífices ni veían ni oían nada de aquella conversación, los apóstoles eran apremiados para que adoraran los simulacros del Sol y de la Luna. Pidieron entonces silencio para poder dar al pueblo la respuesta adecuada.

Hecho el silencio, explicaron cómo el sol y la luna no eran dioses, sino siervos del único Dios. Cumplían su destino de acuerdo con el mandato de Dios siguiendo sus órbitas fijas y sus tiempos determinados. Para demostrar lo que decían, Simón iba a ordenar al demonio oculto en el simulacro del Sol que saliera de su morada. Mientras, Judas haría lo mismo con el que moraba en la imagen de la Luna, que salieran de sus simulacros y los hicieran trizas tanto a los simulacros como a sus cuadrigas. Cuando Simón y Judas cumplieron su promesa, “aparecieron a la vista de todo el pueblo dos etíopes negros, desnudos, de aspecto horrible, dando alaridos y vociferando siniestramente” (c. 22,5). Los pontífices y el pueblo se abalanzaron contra los apóstoles de Cristo y en medio del tumulto los mataron. Fue una muerte por linchamiento, a la que los apóstoles llegaron gozosos por ser hallados dignos de sufrir por el nombre de Cristo.

Los Hechos Apócrifos de Simón y Judas terminan con los datos concretos de la fecha de su martirio y el lugar de su sepultura. Murieron los santos apóstoles el día primero de julio, y con ellos murió su anfitrión el justo Sennes. En el mismo momento de su martirio, estando el cielo completamente claro, se desencadenó una tempestad de truenos y relámpagos, uno de los cuales electrocutó a los dos magos Zaroés y Arfaxat, que acabaron convertidos en carbón.

Tres meses después envió el rey emisarios a la ciudad de Suanir con la orden de confiscar los bienes de los “no pontífices” y trasladar los cuerpos de los santos Simón y Judas hasta su ciudad. Ordenó luego construir una basílica octogonal “de seiscientos cuarenta pies de perímetro y ciento veinte pies de altura”. El edificio, construido de artísticos mármoles, tenía unas bóvedas cubiertas de láminas de oro. “En el centro del octógono colocó el sarcófago fabricado de plata pura, que contenía los cuerpos de los bienaventurados apóstoles” (c. 23,1). Construida la basílica en tres años, fue consagrada el día primero de julio. En el lugar se producen grandes beneficios a favor de los que acuden allá para implorar el auxilio de los apóstoles Simón y Judas.

(Los Apóstoles santos Simón y Judas)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 5 de Noviembre 2012
La Biblia en el teatro español (441-01)
Hoy escribe Antonio Piñero


Más que una reseña quiero presentar hoy un libro que considero monumental y fundamental. Su título es, como otras veces, el de esta postal. Editores Francisco Domínguez Matito y Juan Antonio Martínez Berbel. Y la editorial: Academia del Hispanismo en colaboración con la Fundación San Millán de la Cogolla, Vigo 2012, 983 pp. ISBN: 978-84-15175-40-7.

En primer lugar deseo destacar la tarea que para la cultura hispánica y bíblica están realizando las dos entidades que editan este impresionante volumen. La “Academia del Hispanismo” es una editorial sin ánimo de lucro –-simplemente subsiste para poder ejercer su función de expandir estudios sobre todas las facetas del hispanismo-- dirigida por el benemérito Profesor Titular (que merecería sin duda la cátedra de inmediato) de la Universidad de Vigo, Jesús González Maestro, reconocido estudioso de Teoría y génesis de la literatura, ámbito en el que ha publicado ya al menos siete volúmenes.

La segunda es una Fundación de amplia temática, sostenida principalmente por el Gobierno de la Rioja y en mínima parte por el Gobierno de España, dedicada al estudio del español y su influencia. Tiene su sede en San Millán de la Cogolla (La Rioja) y de sus tres Institutos, el que ha promovido esta obra magna obra lleva el título de “Orígenes del Español”. Está dirigido por el Catedrático de Filología española Claudio García Turza, que entre otras actividades es el alma del proyecto “Biblias Hispánicas”. Su empeño es admirable y digno de toda loa.

Este obra que presentamos ofrece unas 70 colaboraciones, todas de especialistas, que cubren desde la presencia de la Biblia en el teatro medieval español, a partir del siglo XI hasta nuestros días. Escriben los editores sobre el proyecto en general:

“A nadie se le escapa el alcance de los textos de la ‘revelación’ judeocristiana en la vida, en el pensamiento y en todas las manifestaciones culturales de Occidente. Entre estas últimas, la literatura ocupa un lugar destacado, hasta el punto de que se ha llegado a afirmar en referencia a la Edad Media que toda su literatura vendría a constituir ‘una inmensa exégesis bíblica’. El juicio está lejos de la exageración, y aún habría que extenderlo quizás a buena parte del resto de la historia literaria”.

“Nunca, sin embargo, que sepamos, se ha abordado en el contexto hispánico un estudio sistemático de la presencia bíblica en el teatro español… Por ello el Instituto de ‘Orígenes del español’, abriendo itinerarios en su proyecto general ‘Biblias Hispánicas’ ha convocado durante cinco años en diversos encuentros a investigadores españoles y extranjeros a encuentros científicos”, uno de cuyos frutos es el libro de esta semana.

Deseo mencionar expresamente que en este denso volumen se ha abordado no sólo la literatura en castellano, sino también en catalán, lengua que entre las españolas es la que más ha generado obras en este ámbito. Los temas que se exponen son: El teatro catalán medieval de tema bíblico; El Misterio de Elche en sus diversas facetas; La adjetivación en el teatro bíblico catalán veterotestamentario y los “Hechos de los apóstoles en el teatro: pensamiento teológico y concepciones dramáticas en una Consueta mallorquina del siglo XVI”.

La obra, de casi mil páginas, tiene seis partes:

1. La Biblia en el teatro medieval

2. La Biblia en el teatro renacentista

3. La Biblia en el teatro barroco. (Aquí hay estudios especiales dedicados a Lope de Vega, Calderón de la Barca, Cubillo de Aragón y Felipe Godínez; Mira de Amescua; Agustín Moreto y Tirso de Molina, Rojas Zorrilla y otros)

4. La Biblia en el teatro del siglo XVIII hasta nuestros días

5. Biblia y teatro europea (en especial en la literatura portuguesa, italiana e inglesa)

6. Una parte final miscelánea con el título “La visión desde los estudios bíblicos que es de interés especial para los propósitos de este Blog: “La visión desde los estudios bíblicos”.

Los capítulos de esta última parte son los siguientes:

• Olegario González de Cardedal: “Biblia y teatro. Dimensión dramática del pensamiento bíblico”.

• Santiago G. Jalón, El concepto del ‘sentido literal’ en los siglos XIII y XIV”

• Gregorio del Olmo Lete, “La Biblia y sus materias dramáticas”.

• Miguel Pérez Fernández, “La escenificación de textos del Antiguo Testamento en los Evangelios”, y

• José Manuel Sánchez Caro, “La Biblia en el siglo XVII”.

Es tan inmenso el campo que este libro abre que los estudios contenidos en el volumen que comentamos “no significan ni el principio de una línea de investigación, ni agotan un camino que a loa vista de las numerosas aproximaciones que lo integran ofrece todavía un e3xtenso recorrido”. “Sus aportaciones más útiles pueden consistir en el planteamiento panorámico al que responden y en la apertura de nuevas perspectivas en el estudio del teatro español” y en la influencia de la Biblia como moldeadora, en nada desdeñable, de nuestra cultura (pp. 12-13).

Me detengo aquí en esta presentación general. En una próxima entrega quisiera ponderar el interés del proyecto “Biblias Hispánicas”, del Instituto CILENGUA, y su enorme peso e importancia para los estudios bíblicos hoy día, en concreto, para la oferta de instrumentos básicos de comprensión del texto bíblico en español.

Estos son, ante todo, una buena traducción española, a partir del mejor texto crítico que tenemos hoy día (atención, porque en el Antiguo Testamento, sobre todo desde los descubrimientos de los Manuscritos del Mar Muerto y gracias a otros estudios muy recientes, hay notables novedades en el texto veterotestamentario que habría que editar hoy día), con una versión al español revisada en cuanto a su pulcritud lingüística por gentes adscritas al ámbito de la Real Academia Española.

Esta versión debe ir acompañada imprescindiblemente de unas notas abundantes aunque breves, claras y a la vez densas en contenido, que expliquen al lector de hoy cómo debía entender el lector que tomaba entre sus manos el texto bíblico en torno al siglo I de nuestra era, algo fundamental para la comprensión del Nuevo Testamento, que naturalmente es lo que más interesa al lector cristiano de hoy día. El espíritu del trabajo bíblico del los monjes de San Millán de la Gogolla fue desde siempre el deseo de aclarar el texto. Que los lectores loe entiendan bien, ante todo, a veces con toda su complejidad.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 2 de Noviembre 2012
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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