CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Para finalizar esta serie dedicada a mi trabajo sobre Jesús de Galilea, unas reflexiones sobre lo que considero único calendario históricamente lógico de sus últimos días o meses de vida.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


En resumen, mi propuesta es que Jesús se habría decidido en fechas cercanas al Día de la Expiación (septiembre) a iniciar una acción mesiánica que tuviera lugar durante las fiestas de Tabernáculos, fiesta que recordaba la vida durante el Éxodo, y también fiesta de renovación previa a la celebración del año nuevo (Yom Kipur), es decir, sumamente simbólica para quien deseaba limpiar el judaísmo y ayudar a implantar el nuevo reino de Yahvé. La entrada triunfal en Jerusalén, las palmas, la llegada en burro si se produjo, los himnos y alabanzas, el título de la cruz, encajan bien en Tabernáculos y el marco ideológico de Jesús.  

Dicho esto, hay que repasar los confusos y atropellados acontecimientos que desgrana la tradición evangélica. Basándome en los estudios ya indicados, voy a centrarme en algunos sucesos para ofrecer después una reconstrucción de los hechos. 

Uno de los acontecimientos más debatidos es el alboroto que provocó Jesús en el templo. Lo primero que llama la atención es que hay dudas respecto a si tuvo lugar. Si se acepta el episodio, se involucra en gran manera a las autoridades locales de Jerusalén en la detención y primeros compases del juicio a Jesús; si no se acepta ese incidente, la responsabilidad del apresamiento, juicio y condena son exclusivamente romanas. El primer supuesto, de todas formas, no sirve para aclarar definitivamente por qué pudo llevar a cabo tal acción. La relación entre la fiesta (si es Pascua) con el incidente del templo es difícil. Es más fácil asociar el hecho a la renovación de Yom Kipur. Y tampoco es muy fácil entender por qué pudo hacer eso el de Galilea en el momento en que lo hizo, tras le entrada a la ciudad y antes de la última cena. Podría hablarse de un retoque en la narración, es decir, que la escena esté desplazada de su orden temporal originario, propuesta que no es una irresponsabilidad, pues en Marcos, Mateo y Lucas aparece al comienzo de la semana, antes de la última cena, mientras en Juan se presenta al comienzo de la vida pública de Jesús. En mi opinión, la lógica histórica lleva a situar el incidente después de la cena en que se habrían decidido los últimos detalles del plan, la última cena, que habría tenido lugar la víspera de la entrada en Jerusalén. 

Se puede pensar así sobre la última cena por varias razones. El primer testimonio sobre ella, Pablo, no aclara que sea en Pascua, y el evangelio Juan no la menciona asociada a la noche previa. La versión de Pablo parece ofrecer, por tácita, una cronología mejor, pues claramente asegura que fue la noche antes de ser entregado. Además, si no fue en Pascua, como resulta lógico por lo visto unas páginas antes, tampoco hay que atarse a la víspera de Pascua ni a la cascada de acontecimientos tal como se ofrecen normalmente. Se trataría de una cena normal celebrada antes de Tabernáculos y antes de entrar en Jerusalén como mesías. 

La reconstrucción de los hechos podría ser la siguiente: tras decidir y planear en la última cena despertar conciencias y voluntades para que Yahvé apreciara que su pueblo estaba realmente comprometido con la restauración en Tabernáculos, Jesús entró en Jerusalén como rey y fue al templo como muestra de purificación de un lugar sagrado que él consideraba imprescindible. 

Se dice en ocasiones que en Galilea la población se sentía distante del templo, pero quizá una prueba en contra sea la pieza arqueológica aparecida en durante las excavaciones de la sinagoga de Magdala, a orillas del Mar de Galilea, cerca de Cafarnaúm. Se trata de una piedra en forma de paralelepípedo que figura el templo de Jerusalén, la menorá, arcadas como las del patio del templo, rosetas y haces de palmas. Servía para colocar sobre ella los rollos de la Ley que se leían y comentaban en las reuniones del sábado. Por otro lado, recuérdese que, a la muerte de Jesús, el grupo sus seguidores de Jerusalén siguió el culto del templo. 

 Ir directamente al templo sería una forma de delimitar el alcance religioso de su iniciativa. Ahora bien, el incidente en el templo parece haber sido o notoriamente rebajado por los evangelistas o muy ineficaz. Si se acepta esto último se puede postular que Jesús y los suyos se retiraron a tiempo para evitar males mayores. Esa retirada habría acabado por llevar al grupo a los alrededores de Jerusalén, al Monte de los Olivos, justo frente al templo, con una puerta de salida entonces abierta y donde la tradición indica que fue apresado. Esta localización pudo ser buscada, pues los galileos acostumbraban a acampar allí durante las grandes festas de Jerusalén: la muchedumbre de peregrinos podría haber ocultado al grupo, lo cual también justifica la necesidad de delatores y de redadas. 

Ayudada por su sistema de espionaje y apoyada en Herodes Antipas y, puede suponerse, algunos miembros de los cargos sacerdotales más importantes ligados al templo, Roma habría sido alertada de las intenciones de Jesús y la repercusión que alcanzarían. Así pues, durante la noche (o una noche posterior), Roma, con la ayuda de algunos de los sacerdotes y saduceos, se habría encargado de buscarlo sirviéndose de delatores, soldados y guardianes del templo, posibilidades todas recogidas en los evangelios. 

 

Los juicios 

Otro detalle igualmente turbio, no ya en el relato sino en la memoria sobre los hechos, es el problema de los diversos tribunales a los que Jesús habría sido llevado, así como las acusaciones en ellos pronunciadas. Parece que la de blasfemia sería muy improbable por vaga y de difícil encaje en las prohibiciones de la Ley. En cambio, son factibles y están recogidas en la tradición evangélica la incitación a no pagar impuestos (insumisión fiscal lo llamamos ahora) y la autoproclamación como mesías. En cuanto a estar presente en tres tribunales en una sola noche, la compresión parece muy excesiva y, como mucho, se podrían aceptar dos, uno judío y otro romano. 

Una reconstrucción que incorpore varios tribunales, o diferentes instancias y dudas entre los judíos a la hora de presentar el caso a Roma si fue así, sería que en realidad pasó un tiempo relativamente largo entre el apresamiento y la condena, fechado el primero en Tabernáculos y la segunda cerca de Pascua. El caso no sería raro si se compara con el de Pablo de Tarso, que, según el relato de Hechos, pasó dos años confinado en Cesarea hasta que variaron las circunstancias. Y hay un paralelo histórico: Flavio Josefo informa de que, antes de la preceptiva ejecución, el procurador Albino, que gobernó entre el 62 y el 64, mantuvo durante un tiempo no especificado como presos a varios judíos que “claramente eran dignos de morir”, merecían la muerte (Ant, 20, 9, 5). 

Ateniéndonos ahora a lo explicado en capítulos anteriores, sí parece que la acusación planteada por Roma, sedición inherente al título de mesías y a la incitación a no pagar los impuestos, es la opción que responde a la certeza que abría este capítulo: ajusticiado en cruz. Que el proceso pudiera dilatarse una vez suprimido el problema de orden público no es un obstáculo, máxime teniendo en cuenta el ambiente de fiesta sagrada que convierte en ilógica esa rapidez evangélica a la hora de llevar a cabo el juicio y la condena, ambas acciones constreñidas por la necesidad de ajustarse al hipotético y ya difícil de asumir calendario pascual. 

 

Enlace a la entrevista que, sobre este mismo tema y con suficiente tiempo, me han hecho en el canal Imagen por la historia: https://go.ivoox.com/rf/144993256  

Páginas extraídas de mi obra Jesús de Galilea, una reconstrucción arqueológica, vendido en Amazon . 

Saludos cordiales. 

Miércoles, 16 de Abril 2025
Curso sobre Apócrifos del Antiguo Testamente
¿Quién sabe si entre los lectores de este Blog hay gente que viva en la capital de México?

Ahí va un anuncio por si ocurre que es así
Domingo, 13 de Abril 2025

Notas

33votos

Una frase tan universal como “amar al prójimo”, sujeta a revisión histórica, puede ofrecer resultados sorprendentes. Su origen, su situación en los evangelios, son pistas necesarias a la hora de encontrar solución a este enigma atribuido a Jesús, un Jesús que basaba su enseñanza en el judaísmo.


Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


Exhortación fundamental entre los seguidores del cristianismo porque parece abundar en ese amor universal que lo caracteriza, la frase “amar al prójimo como a uno mismo” está unida a “amarás a Dios sobre todas las cosas”, pareja de conceptos que aparece por primera vez en Mc 12, 28-34, que ofrezco intentando traducir bien el griego: 

Y acercándose uno de los escribas tras oír que ellos disputaban, al ver que les respondía correctamente le preguntó: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” Le respondió Jesús: “El primero es: escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único señor (Dt 6, 4), y amarás a tu dios con todo tu corazón, toda tu vida, toda tu inteligencia, toda tu fuerza (Dt 6, 5; Jos 22, 5). El segundo éste: amarás a tu vecino como a ti mismo. Mayor que éstos no hay otro mandamiento”. Y le dijo el escriba: “Bien, maestro, hablas según la verdad que uno es y no hay otro excepto éste; y el amarle con todo el corazón, toda la conciencia, toda la fuerza y el amar al vecino como a ti mismo es mucho más importante que todos los holocaustos y sacrificios”. Y Jesús, al ver que respondía cabalmente le dijo: "No estás lejos del reino de Dios". 

Comenzaré el análisis indicando que la posición de la escena en el evangelio (una pregunta que no encaja en la argumentación general que otros grupos de judíos lanzan contra Jesús inmediatamente antes de su semana de pasión) parece indicar que es un material muy antiguo. Además, la historicidad aumenta al observar que la anécdota incluye al único escriba que resulta decente a ojos del redactor del evangelio, lo cual sólo se explica si la escena es algo inevitable para el escritor en lugar de algo deseado por él (pues escapa totalmente a su norma de presentar mal a los escribas). En resumen, la extraña colocación de la anécdota y el carácter del escriba apuntan a una gran antigüedad de la información, considerándose incluso que puede resultar auténtica. 

Ahora bien: la sentencia “amar al prójimo” es otra frase igualmente difícil de traducir en español. En griego la palabra utilizada para prójimo es plesíon, que realmente significa “vecino”, “cercano”. En español tenemos una dificultad añadida a la propia de traducir: el latín tenía como palabra apropiada para traducir el término griego el vocablo proximus, que, efectivamente, significa cercano. Sin embargo, esta palabra ha conocido dos hijas en español, la culta “próximo” y la ancestral “prójimo”. Fruto de la reiterada cita de la frase “ama al prójimo” y de su aplicación indiscriminada se ha creado un significado nuevo para prójimo: “cualquier hombre respecto de otro”. De ahí surge una idea de amor universal que no se presenta en la frase griega. 

Que esta idea presida la sentencia es debido a la versión que el autor de Lucas nos ofrece. En dicho evangelio, la frase está precedida por la famosa anécdota del buen samaritano. Esta disposición, totalmente ajena a la de Marcos, logra que el ejemplo del samaritano que ayuda a un desconocido tiña el término “vecino”, “próximo”, de un carácter indeterminado y, por tanto, universal. De hecho, la forma habitual de conocer la frase “ama a tu prójimo” incluye la narración de Lucas más que la de Marcos. En definitiva, siendo dos textos de la segunda generación cristiana, Lucas muestra un arreglo de la frase de Jesús porque no la vio idónea para la mentalidad universalista de su redactor ni de las iglesias para las que estaba diseñado el texto: logró arroparla con la anécdota del samaritano para que no fuera lo que Jesús dijo. Por tanto, la redacción de Marcos, basada indiscutiblemente en el muy antiguo versículo Lv 19, 18, sólo se refiere a compañeros de religión, a vecinos en el más intenso sabor de pueblo de Yahvé que pueda darse, tal como testimonia el hecho de que los mandamientos que en Levítico anteceden a la frase no tengan otro objetivo que “los forasteros” o “errabundos”, “los tuyos”, “los hermanos”, “los hijos de tu pueblo”.  

Pero no sólo esta idea es propia del autor del libro Levítico. El hecho de que Jesús resumiera toda la Ley en la oración de Dt 6, 5 (que después llegó a ser la Shemá) y en este pasaje de Levítico insiste en la idea de que no se trató de una novedad del Nazareno sino de que retomó las dos facetas de la Ley (la divina y la humana) y las recordó a los demás en una suerte de compendio. Frente a la tradición de aislar a Jesús respecto de la cultura judía, quizá haya que recordar que los análisis de frases sueltas no permiten asegurar demasiadas conclusiones. En cambio, los compendios de textos largos, así como el análisis de contextos, plantean una posibilidad real de ambientar correctamente los escasos testimonios de que disponemos. Esta forma de emprender el análisis lleva el nombre de “criterio de coherencia”, y modernamente ha dado pie a inaugurar un nuevo método de estudio para la figura de Jesús, el llamado patrón de recurrencia (idea de Fernando Bermejo): si una idea aparece dispersa por los evangelios, nunca en pasajes conectados, pero persistentemente, habrá que pensar que hay un sustrato real que responde por esa idea. En el caso que nos ocupa, el fragmento de Mc 12, 28-34, admitido como cierto, aisladamente es fantástico. Sin embargo, compensada su soledad con la tendencia a excluir extranjeros, el conjunto es mucho más lógico. Por un lado, habría que ser más compasivo para atenerse a ciertos capítulos de la Ley, lo cual se corresponde con lo que sabemos de Filón y Flavio Josefo al menos; por otro lado, este amor por el gentil se desvanece cuando se trata de enfrentarse al enemigo de Yahvé como tal, es decir, cuando un judío es impío y se aleja del resto bueno que trabaja por la llegada del reino o cuando un extranjero perturba la paz que Yahvé estableció en Israel con Israel. 

En general, Yahvé habría dotado a la humanidad, su creación, de una buena manera de relacionarse, una manera perdida posteriormente y recuperada por el judaísmo gracias a la Alianza y la Ley. Volver a esas leyes humanitarias por parte del judaísmo sería un paso evidentemente previo para la vuelta de ese reino paradisíaco que Yahvé prepararía para su pueblo. Y quizá no por una simple preocupación por el extranjero sino por evitar extender el mal por la tierra de Yahvé. Es decir, el extranjero que estaba fuera de la tierra de Israel tampoco importaba demasiado. 

Toda esta consideración por los extranjeros en la tierra de Yahvé no obsta para calcular que su presencia también podía ser un problema. Y lo era, puesto que la mayoría de ellos no se sujetaba a la Ley mosaica, había traído costumbres indecentes y, además, imponía otras leyes, leyes que, según la ideología romana imperante, estaban respaldadas por sus dioses respectivos, en este caso el todopoderoso Júpiter que convertía a las legiones en invencible máquina de guerra al par que un imparable sistema de recaudación de impuestos. 

 

Páginas tomadas de mi libro Jesús de Galilea: una reconstrucción arqueológica (Amazon ). 

 

Saludos cordiales. 

Martes, 1 de Abril 2025
Giulio MARIOTTI, L’elezione, il dualismo, il tempo
Escribe Antonio Piñero
 
 
He hecho para la estupenda  REVISTA ARYS. Antigüedad: Religiones y Sociedades una amplia reseña, de unos diez apretados folios del siguiente libro:
 
Giulio MARIOTTI, L’elezione, il dualismo, il tempo. Leggere 2 Tessalonicesi nel
guidaismo del Secondo Tempio. Ediziono dell’Oro, Alessandria (Italia) 2024. 409 pp.
Biografía, índice de textos comparados y breve índice analítico. ISBN 978-88-3613-
477-9.
 
 
Copio el inicio de esta reseña porque es posible que el libro pueda interesar a algún lector que pueda leer cómodamente el italiano:
 
»El presente libro se inserta dentro de una amplia corriente de trabajos que intenta iluminar la comprensión del Nuevo Testamento situándolo en el ámbito de las obras judías de la época del Segundo Templo, en especial en su vertiente apocalíptica, época que se inicia en las postrimerías del siglo IV y comienzos del III hasta el levantamiento de Bar Kochba hacia el 130 d. C. En concreto el autor presenta el entorno intelectual- teológico de 2 Tesalonicenses valiéndose de un método comparativo de las ideas centrales de esta carta con pasajes de obras judías que se estiman más o menos coetáneas.
 
»No se trata de un comentario versículo por versículo de 2 Tes dentro del ámbito judío, sino que Mariotti busca iluminar la comprensión profunda de tres nociones teológicas estimadas principales de 2 Tes: a) la elección / llamada por parte de Dios de seres humanos con vistas a su salvación; b) el pensamiento dualista que caracteriza al autor de 2 Tes en ámbitos diversos; ético, cosmológico, escatológico, y c) la noción del tiempo en el que se desarrolla la llamada / elección.
 
»Con la presentación de textos judíos contemporáneos en amplio sentido que corresponden a la temática de esas tres ideas básicas de 2 Tes –argumenta el autor– se pondrá de relieve cómo las ideas del redactor de esta Carta se entienden perfectamente al encuadrarse dentro del marco del pensamiento judío más o menos coetáneo con el Nuevo Testamento o en sus inmediatos antecedentes».
 
Y añado un par de notas
 
1. Sobre la preventa de mi libro
 
“GNOSIS. Conocimiento de lo oculto”
Subtítulo “La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos”
Editorial Trotta, Madrid. Hasta 31 de marzo
 
 
La finalidad de la Preventa no es primariamente económica, pues se hace una rebaja, sino ante todo que el libro vaya firmado por el autor. Y eso solo se consigue si se tiene reunido en un lugar, en el momento de la salida del  libro, el nombre, dirección del comprador y lo que se desea que se incluya en la dedicatoria. Para estos fines es preciso entrar en la Página Web de la editorial Trotta.
 
Firmaré, pues, los libros solicitados a la Editorial que hayan llegado hasta el 31 de marzo, en la sede de Madrid. Me trasladaré exprofeso a Madrid para esta firma.
 
2. Para los residentes en Madrid, el martes 1 de abril, a partir de las 18.30 firmaré libros míos en torno a la figura del “Jesús de la historia”, en la Librería OLMATA, c/ Conde de Romanones 13. A cinco minutos del Metro “Tirso de Molina”.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Giulio MARIOTTI, L’elezione, il dualismo, il tempo
 
Escribe Antonio Piñero
 
 
He hecho para la REVISTA ARYS. Antigüedad: Religiones y Sociedades una amplia reseña, de unos diez apretados folios del siguiente libro:
 
Giulio MARIOTTI, L’elezione, il dualismo, il tempo. Leggere 2 Tessalonicesi nel
guidaismo del Secondo Tempio. Ediziono dell’Oro, Alessandria (Italia) 2024. 409 pp.
Biografía, índice de textos comparados y breve índice analítico. ISBN 978-88-3613-
477-9.
 
 
Copio el inicio de esta reseña porque es posible que el libro pueda interesar a algún lector que pueda leer cómodamente el italiano:
 
»El presente libro se inserta dentro de una amplia corriente de trabajos que intenta iluminar la comprensión del Nuevo Testamento situándolo en el ámbito de las obras judías de la época del Segundo Templo, en especial en su vertiente apocalíptica, época que se inicia en las postrimerías del siglo IV y comienzos del III hasta el levantamiento de Bar Kochba hacia el 130 d. C. En concreto el autor presenta el entorno intelectual- teológico de 2 Tesalonicenses valiéndose de un método comparativo de las ideas centrales de esta carta con pasajes de obras judías que se estiman más o menos coetáneas.
 
»No se trata de un comentario versículo por versículo de 2 Tes dentro del ámbito judío, sino que Mariotti busca iluminar la comprensión profunda de tres nociones teológicas estimadas principales de 2 Tes: a) la elección / llamada por parte de Dios de seres humanos con vistas a su salvación; b) el pensamiento dualista que caracteriza al autor de 2 Tes en ámbitos diversos; ético, cosmológico, escatológico, y c) la noción del tiempo en el que se desarrolla la llamada / elección.
 
»Con la presentación de textos judíos contemporáneos en amplio sentido que corresponden a la temática de esas tres ideas básicas de 2 Tes –argumenta el autor– se pondrá de relieve cómo las ideas del redactor de esta Carta se entienden perfectamente al encuadrarse dentro del marco del pensamiento judío más o menos coetáneo con el Nuevo Testamento o en sus inmediatos antecedentes».
 
Y añado un par de notas
 
1. Sobre la preventa de mi libro
 
“GNOSIS. Conocimiento de lo oculto”
Subtítulo “La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos”
Editorial Trotta, Madrid. Hasta 31 de marzo
 
 
La finalidad de la Preventa no es primariamente económica, pues se hace una rebaja, sino ante todo que el libro vaya firmado por el autor. Y eso solo se consigue si se tiene reunido en un lugar, en el momento de la salida del  libro, el nombre, dirección del comprador y lo que se desea que se incluya en la dedicatoria. Para estos fines es preciso entrar en la Página Web de la editorial Trotta.
 
Firmaré, pues, los libros solicitados a la Editorial que hayan llegado hasta el 31 de marzo, en la sede de Madrid. Me trasladaré exprofeso a Madrid para esta firma.
 
2. Para los residentes en Madrid, el martes 1 de abril, a partir de las 18.30 firmaré libros míos en torno a la figura del “Jesús de la historia”, en la Librería OLMATA, c/ Conde de Romanones 13. A cinco minutos del Metro “Tirso de Molina”.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Miércoles, 26 de Marzo 2025
Sigue la preventa del libro.
GNOSIS. Conocimiento de lo oculto.

Subtítulo “La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos”
Editorial Trotta, Madrid. Hasta 31 de marzo
 
 
La finalidad de la Preventa no es primariamente económica, pues se hace una rebaja, sino ante todo que el libro vaya firmado por el autor. Y eso solo se consigue si se tiene reunido en un lugar, en el momento de la salida del  libro, el nombre, dirección del comprador y lo que se desea que se incluya en la dedicatoria. Para estos fines es preciso entrar en la Página Web de la editorial Trotta.
 
En la semana pasada expuse una síntesis de cómo los gnósticos explican el proceso de la salvación de los privilegiados con la gnosis (los “pneumáticos” o espirituales) o conocimiento revelado.
Por debajo corren de los cinco actos de un drama cósmico que dibujé la semana pasada corre subterránea otra trama secundaria que habla de la pérdida y recuperación de una parte de la divinidad. Se halla dividida también en actos, y son cuatro:
 
Acto I. Expansión del poder divino para completar un universo espiri­tual.
 
Acto II. Pérdida, o robo, de una parte de este poder divino a cargo de un ser no espiritual (El Demiurgo).
 
Acto III. Engaño del Demiurgo (por Sabiduría) y transferencia de ese poder a una parte de la humanidad (los espirituales).
Acto IV. Recuperación gradual de ese poder hacia el Pleroma cuando los gnósticos son llamados por el Salvador y van retornando (tras su muerte) a la divinidad.
 
Aquí, en este libro hay un mundo de ideas espirituales que sorprenderán a las gentes de hoy. El libro trata de explicarlas
 
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Jueves, 20 de Marzo 2025

Notas

Padre Nuestro que estás en los cielos... Tan sencillo y tan difícil de situar históricamente. Sin embargo, hay pistas para entender que esta es una oración meramente judía.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


Uno de los principales apuros que causa el relato general del llamado Padre Nuestro es el texto de Lucas: en él la oración viene precedida por la siguiente contextualización (Lc 11, 1-3):  

Y sucedió que, mientras estaba en cierto lugar rezando, así que paró, le dijo uno de sus discípulos: “Señor, enséñanos a rezar tal como Juan enseñó a sus discípulos”. Y les dijo: “Cuando recéis, decid: Padre, sea santo tu nombre…” 

La impresión que se deduce de aquí es que Juan el Bautista enseñó a Jesús la famosa oración, lo cual deja a este en el lugar secundario. Que en Lucas aparezca esta escena y que en Mateo se elimine apunta a que para el autor del primero era cierta la información y que al del segundo no le gustó el dato y lo eliminó por favorecer al Bautista. Es decir, se piensa que no fue ésta una oración que podamos atribuir a Jesús como inspirador. Que sea de Juan no es raro, pues incluye algunas ideas básicas de su predicación, como la llegada del reino o el buen comportamiento entre los conocidos (no sería posible perdonar deudas a los desconocidos).  

En cuanto al origen de esta oración, puede pensarse que realmente es una oración de Juan o de Jesús inspirada por éste pero no cabe duda de que es una oración judía. Para empezar, la reconstrucción aramea (y la traducción griega) presenta los típicos elementos de la poesía judía de la época; además, la oración en general remite al Kaddish, la plegaria que acabó recitándose como parte final del culto en las sinagogas. Su datación es asunto de arduo debate, y no se puede asegurar que sea precedente del Padre Nuestro aunque sí indica un mismo modo de proceder: hay un tono general asombrosamente parecido que despierta sumo interés entre los especialistas:  

“¡Que su gran nombre sea santificado en el mundo que él creó de acuerdo a su voluntad! ¡Que se establezca su reino y su salvación despunte y su Ungido esté ya cerca durante tu vida y tus días y durante las vidas de toda la Casa de Israel, rápidamente y muy pronto! Que así sea”. 

Se trata de algo que coincide completamente con las ideas de la época sobre Yahvé, su reino y su nombre. Y, verdaderamente, la identificación con el comienzo del Padre Nuestro es relevante. 

En cuanto al contenido del Padre Nuestro tal como se reconstruye para Q, la invocación al padre encaja con la idea que Jesús potenció sobre Yahvé e invita a pensar la posibilidad de analizar el conjunto desde esa perspectiva, como así haré. Por lo que se refiere a la variante de Mateo “que estás en los cielos” puede ser una simple denominación sin ánimo de espiritualizar la teología subyacente: las expresiones “de los cielos”, “celestial”, etc., sirven para evitar nombrar a la divinidad, de manera que el contexto sería plenamente judío en el significado más terrenal y material del término. Es decir, que su versión de la oración incluya la expresión “Padre nuestro que estás en los cielos” mostraría la intención de no mencionar el nombre de Yahvé tal como parece haber pretendido Jesús. 

Por otra parte, la idea de no mencionar a Yahvé se potencia y perfecciona con la siguiente frase, “que sea santificado tu nombre”. A este respecto interesa recordar que el concepto “nombre” conlleva varias ideas: la esencia de las personas está en su nombre, que incluso sirve para obtener el poder necesario mediante invocación (“el nombre de su familia lo avala”); los nombres están asociados al concepto de compromiso (“tu palabra me basta”, “te tomo la palabra”); las propias palabras tienen poder (“mencionó al director y todos los alumnos se callaron”); una palabra puede ordenar, condenar, salvar (“mi palabra es la ley”). Así que en este segundo versículo resuena buena parte de la teología sobre Yahvé. Si a esto añadimos la relación que se apuntaba en Jeremías entre invocar a Yahvé como padre y la esperanza en que el reino se instaure, los siguientes versículos del Padre Nuestro ganan mucha claridad. 

En efecto. Por lo que se refiere a la idea de reino es interesante añadir que una faceta común al Mediterráneo oriental de la época era la expectativa filantrópica que acompañaba el inicio de un reinado nuevo: el monarca recién llegado solía promulgar algunas medidas de beneficencia que parecen reunirse en el Padre Nuestro. Pero esto no es de extrañar: también se considera que el papel que Yahvé detenta como rey depende del modelo asirio de rey en el siglo VIII. 

En primer lugar, hay algunos testimonios procedentes de Egipto que confirman que sus reyes griegos, los Tolomeos, comenzaban sus reinados perdonando las deudas y auspiciando la condonación de las mismas entre particulares. Esta noticia puede combinarse con una idea plenamente judía: la remisión de deudas cada siete años según dicta Dt 15, 1-6. La idea está fuertemente ligada en la mitología hebrea a la llegada a la tierra prometida, tal como se puede apreciar en Lv 25, 1-7: “Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé os concede…”, lo cual permite asociar la inauguración del nuevo reino divino en la tierra de Israel con la mitología del país. Vista así, la oración del Padre Nuestro es una petición para que el reino de Yahvé se establezca sobre la tierra del Israel mítico, la Judea en realidad ocupada o tutelada por Roma.  

Además de esto, en el mundo tolemaico el nuevo rey también se preocupaba de los aspectos alimenticios de su pueblo y, de hecho, se esperaba que repartiera pan a sus súbditos. A decir verdad, la provisión de la vida más holgada posible es una de las cualidades del reino de Yahvé. No cabe duda de que la frase “Nuestro pan necesario, dánoslo hoy” se refiere a eso. De hecho, resulta curioso que en el denominado milagro de los “panes y los peces” precisamente el pan abunde hasta sobrar; por otro lado, no hay que olvidar que, durante el periodo entre la primera y la segunda revuelta contra Roma, las lámparas de aceite fabricadas en la época muestran una gran preferencia por el motivo de las espigas de grano, trigo en general. Y tampoco debe pasarse por alto el hecho de que el reino de los cielos había de llegar, es decir, nos encontraríamos en situación de ansiar un nuevo reinado equivalente a los nuevos reinados de la época, que darían alimento (aceite y pan) a todos sus súbditos. 

Asimismo, y dado que estos extremos alimentan una idea únicamente material del ansiado futuro reino de Yahvé, hay que constatar una interesante reacción del cristianismo de los siglos II y III a propósito del motivo del pan en el Padre Nuestro. Ese carácter claramente material que se desprende de lo dicho hasta ahora era lo que percibieron los cristianos de los dos primeros siglos: Clemente de Alejandría encontró ciertos problemas con dicho realismo, de modo que reinterpretó la frase espiritualizando el pan: en su obra Pedagogo escribe (Paed. 1, 6): “La Palabra declara que ella es el pan del cielo”. Por su parte, Orígenes encuentra molesta la referencia al pan y también la transforma en algo menos material (Sobre la oración 27, 1): “Puesto que de esta petición algunos entienden que se nos ordena rezar por el pan material, será oportuno refutar aquí su error y establecer la verdad sobre el pan suprasubstancial. 

Así pues, la condonación de deudas expresada en el Padre Nuestro (cuyo vocabulario en griego y arameo es idéntico al hallado hasta la fecha en la documentación tolemaica), el deseo de pan, el ambiente de inauguración del reino y su ligazón con la idea de pueblo de Yahvé entrando a su tierra prometida, permiten emparentar esta oración con otros fragmentos muy interesantes de la literatura hebrea. Concretamente, un salmo, literatura habitual en las sinagogas, da luz a la cuestión. Se trata del Salmo 145, dedicado a Yahvé como rey misericordioso en el reino futuro: comienza con la glorificación de su nombre (vv. 1-2); continúa con la magnificencia de sus obras, poder y beneficencia (vv. 3-7); comenta después sus justicia y misericordia (vv. 8-10); sigue la invitación a que todas las criaturas conozcan estos parabienes (vv. 11-13); además, reparte abundancia (vv. 14-16) y se comporta con esos modos del padre que perdona, acoge en caso de tribulación y escucha las peticiones de quienes lo aman verdaderamente (vv. 17-21). 

Este anuncio del reino por llegar tiene un último punto de interés: el momento en que se perdonan las deudas entre los mortales. La versión de Mateo incluye el verbo perdonar en pasado; la de Lucas en presente. El problema que tenemos en español es que ambas formas del verbo “perdonar” son idénticas, y eso impide observar una sutil diferencia entre ambas: yo perdoné, nosotros perdonamos sería el pret. perf. simp. en Mateo frente al yo perdono, nosotros perdonamos del presente en Lucas. La versión griega reconstruida de Q coincide con el pasado del primero. Esto querría decir que el autor de Mateo testimonia otro dato más para no deslocalizar el Padre Nuestro: se trataría de una frase perfectamente adecuada al Bautista, pues él insistió en que su bautismo era una confirmación de que el comportamiento del fiel de Yahvé ya llevaba tiempo vuelto hacia los preceptos de su dios. Así, el Padre Nuestro afirmaría que uno puede solicitar la pronta llegada del reino porque ya ha cambiado, ya ha hecho su parte perdonando, tiempo atrás, a otros. Lucas, en cambio, al incluir el verbo en presente en lugar del correspondiente pasado trasladó la oración a un tiempo eterno, a cualquier tiempo en realidad, a cualquier lugar en realidad, y modificó sustancialmente el mensaje total de la oración, lo universalizó al escribir un presente que nunca se acaba. 

En resumen, estos son los diferentes apartados a considerar para entender bien el Padre Nuestro: 

  • el origen del Padre Nuestro posiblemente estuvo en el Bautista; 

  • la teología de Yahvé y su nombre; 

  • la ideología de su reino; 

  • el anhelo por su llegada una vez confirmada la vuelta a los caminos del Señor; 

  • los signos de su instauración; 

  • su concepción como repetición de la antigua llegada a la tierra prometida, tierra de leche y miel, lugar de misericordia regido por un padre benevolente para con sus fieles 

Todos estos aspectos convierten esta oración en un tema exclusivamente judío, un brevísimo concentrado de pasajes tan interesantes como, por ejemplo, Ez 36, 16-38. Como en tantas ocasiones, esta oración fue después matizada y reconvertida en algo tan universal como paulatinamente llegaba a ser la Iglesia. 

 

Miércoles, 19 de Marzo 2025

                                                                 Subtítulo “La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos”
                                                                 Editorial Trotta, Madrid. Hasta 31 de marzo
 
 
La finalidad de la Preventa no es primariamente económica, pues se hace una rebaja, sino ante todo que el libro vaya firmado por el autor. Y eso solo se consigue si se tiene reunido en un lugar, en el momento de la salida del  libro, el nombre, dirección del comprador y lo que se desea que se incluya en la dedicatoria. Para estos fines es preciso entrar en la Página Web de la editorial Trotta.
 
Simplificando en extremo el libro pretende aclarar cómo los gnósticos explican el proceso siguiente:
 
            Acto I. La expansión de un Primer Principio solitario (Dios) en un universo (espiritual), no físico.
            Acto II. Creación de un universo material que incluye a las estrellas, planetas, tierra (e infierno, en algunos sistemas).
            Acto III. Creación de Adán, de Eva y de sus hijos.
            Acto IV. Historia subsiguiente de la raza humana en la tierra.
            Acto V.  Salvación previa de los elegidos.
            Acto VI. Aniquilación total de la materia. Retorno al principio, pero mejorado: final glorioso y eterno de la aventura terrena de los espirituales, consustanciales con la divinidad.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Viernes, 14 de Marzo 2025

Se suele pensar que Jesús renovó el judaísmo hacia otra cosa al insistir en un “dios Padre” pero… ¿podemos asumir esta afirmación rotundamente?

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura



Como es evidente, el pueblo judío de la época de Jesús, adscrita al final del periodo conocido como judaísmo del Segundo Templo, tenía una única divinidad, Yahvé. Las relaciones entre este dios y su pueblo elegido eran complicadas pues se consideraba que el pueblo de Israel había mantenido un comportamiento tan desconsiderado con su dios que había llevado a éste a imponer una dura sanción a los judíos: penar sin estado propio y someter al poder extranjero la legislación que los convertía en únicos.

Esta divinidad recibía los nombres de Adonai, Yahvé, Elohim, y era reconocida como única de Israel mediante la oración denominada Shemá, recitada mañana y tarde por los creyentes judíos, aunque la oración es en realidad un fragmento de Deuteronomio, concretamente Dt 6, 4-9:

Escucha, Israel: Yahvé nuestro Dios es el único Yahvé. Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Queden en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Se la repetirás a tus hijos, les hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, así acostado como levantado; las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas.

Los evangelios, por su parte, presentan a Jesús refiriéndose a Yahvé con harta frecuencia como padre, lo cual ha llevado durante mucho tiempo a asegurar que es un concepto que separa al cristianismo del judaísmo. Pero, ¿es eso cierto?

En realidad, antes de Jesús ya se denominaba a Yahvé “dios Padre” siguiendo una concepción muy antigua de las relaciones sociales, una relación que primaba la cohesión de la familia dentro de un clan y exigía un alto grado de solidaridad entre los integrantes del mismo. Prueba de todo esto sería la oración que un judío de la época de Jesús rezaba a su divinidad casi diariamente, oración conocida como Kaddish.

Esta idea relativamente antigua era ya importante un poco antes de la época de Jesús. El libro conocido como Sabiduría incluye varias menciones a Yahvé como Padre: (Sb 14, 3): “y es tu Providencia, Padre, quien la guía, pues también en el mar abriste un camino, una ruta segura a través de las olas …”; a propósito del justo perseguido que se distancia de los ricos y malvados, dicen éstos (Sb 2, 16-18):

“Nos tiene por bastardos, se aparta de nuestros caminos como de impurezas; proclama dichosa la suerte final de los justos y se ufana de tener a Dios por padre. Veamos si sus palabras son verdaderas, examinemos lo que pasará en su tránsito. Pues si el justo es hijo de Dios, él le asistirá y le librará de las manos de sus enemigos”.

Por otra parte, Eclo 23, 1 reza: “Señor, padre, soberano de mi vida…”; Eclo 23, 4 dice: “Señor, padre y Dios de mi vida, no me des altanería de ojos …”.

También obras más cercanas en el tiempo al Nazareno incluyen la denominación de “padre” para Yahvé. Por ejemplo, en los manuscritos de Qumrán hay varias instancias de esta denominación (1QH 9, 35):

Tú eres un padre para todos los hijos de tu verdad, y, tal como una mujer ama tiernamente a su niño, así tú te alegras con ellos; como un padre adoptivo que lleva a su hijo en el regazo, así te cuidas tú de todas tus criaturas.

Incluso en el judaísmo helenístico se repite esta idea, por ejemplo 3 Mac 6, 3-4:

“Rey del gran poder, altísimo dios todopoderoso que gobiernas toda la creación mediante tus mercedes, atiende a la semilla de Abraham, a los hijos del santo Jacob, a tu pueblo de tu parte santificada que muere extranjero en tierra extranjera, padre”.

Y Filón de Alejandría escribe en ocasiones “Padre y creador”.

Siguiendo a M. R. D’Angelo en “Theology in Mark and Q: Abba and Father in context” y “Abba and Father: Imperial Theology and the Jesus Tradition” podemos decir que la expresión, ya antigua, muestra tres funciones específicas: a) como padre, Yahvé era el refugio de los afligidos y perseguidos; b) Yahvé era denominado padre para solicitarle ayuda o perdón; c) padre, como en las familias y clanes, detallaba también la idea de gobierno, de dirección del mundo al estilo de la divinidad estoica. Los tres aspectos aparecen en los fragmentos citados; los tres aparecerán posteriormente.

Así pues, pese a que normalmente se asume que Jesús fue quien dulcificó la noción que se tenía sobre Yahvé, él no convirtió al duro dios del Antiguo Testamento en un padre para la humanidad.

Como resumen de la cuestión podríamos decir que la idea “Yahvé padre” fue una semilla que Jesús seleccionó, semilla que, según transcurría el tiempo, acabó arraigando y creciendo en el terreno que eran las nuevas comunidades que los seguidores del Nazareno iban formando aquí y allá. Ese terreno pagano, que tenía un sustrato de fuerte componente estoico sobre la divinidad universal, desembocaría a la postre en un padre divino también universal, no simplemente judío, que era lo que, en realidad, conoció Jesús. Así lo confirma, por ejemplo, una cita de un manuscrito de Qumrán (4Q372,1) que es muy próxima al Galileo:

Padre mío y Dios mío, no me abandones entre las manos de las naciones gentiles, hazme justicia para que no perezcan los afligidos y los pobres; Tú no tienes necesidad de ninguna nación o pueblo, de ninguna ayuda; tu dedo es mayor y más fuerte que cualquier otro del mundo (traduzco el texto inglés del citado D’Angelo).

Como puede comprobarse, la idea de ser abandonado por Yahvé resultaba terrible: muerte, pobreza, aflicción… Y eso se corresponde con el hecho de que, si Yahvé es padre, lo es del pueblo judío, de Israel, y que los integrantes de ese pueblo son hijos de Yahvé, como se verá a continuación.

Pero, por otra parte, he comentado que Jesús seleccionó ese concepto de entre los muchos que había en su religión. El por qué puede responder a dos razones, de las cuales presento ahora la primera. Una propuesta reciente de M. M. Thompson  liga la preferencia de Jesús por este concepto con otro que aparece en el libro atribuido al profeta Jeremías.  Un pasaje de su libro (Jr 3, 1-5) indica que, a la hora de volver hacia Yahvé después de haberlo abandonado por otras divinidades, el pueblo lo llama “Padre mío” pero sigue, en su comportamiento, alejado de la Ley. Un poco más tarde Jeremías vaticina:

En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán juntos desde tierras del norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres. Yo había dicho: «Sí, te tendré como a un hijo y te daré una tierra espléndida, flor de las heredades de las naciones.» Y añadí: «Padre me llamaréis y de mi seguimiento no os volveréis.» (Jr 3, 18-19).

El texto apunta a que se podría relacionar la expresión “padre mío” con la restauración de Israel, la reunión de las tribus y la reinstauración de la Ley como código legal para un estado independiente, el reino de Yahvé, conceptos todos que el Galileo habría hecho suyos. Además, las ideas de padre comprensivo y la restauración auspiciarían que los arrepentidos terminaran participando en el nuevo reino de Yahvé como Padre de Israel (los tres papeles ya indicados más arriba). De esta manera, Jesús habría unido todo esto al concepto de bautismo sancionador de arrepentimiento de Juan Bautista que él mismo aceptó.

Este conjunto de ideas (restauración del reino, “Yahvé padre”, hijos de la divinidad, nuevo reino, arrepentimiento) es, pues, la primera razón de la preferencia de Jesús por “Dios padre”. La segunda queda pospuesta para el final de este capítulo. Ahora, lo lógico es analizar qué reino esperaron Jeremías, el Bautista, Jesús, y muchos otros judíos.

Un segundo argumento para deducir por qué Jesús se decantó por la invocación “Padre” puede ser la prohibición de jurar en vano. Una vez en los evangelios, Mt 5, 34-37, y otra en la Carta de Santiago (St 5, 12) aparece la prohibición de jurar, es decir, invocar el nombre de la divinidad como potente respaldo de lo afirmado o, incluso, como nombre cuya magia ayuda a lograr o detener algo. El texto de Mateo es el siguiente:

A su vez oísteis que se dijo a los antiguos: “No jurarás en falso, sino que dedicarás tus juramentos al Señor”. Pero yo os digo que no juréis en modo alguno; ni por el cielo, porque es el trono de Dios, ni por la tierra, porque es el escabel de sus pies, ni por Jerusalén porque es la ciudad del gran rey, ni por tu cabeza jures, porque ni un solo pelo puedes hacer blanco o negro. Por el contrario, que vuestra palabra sea sí, sí, no, no; el exceso de esto es propio del mal.

El pasaje recoge ideas realmente antiguas que refieren a conceptos como el poder de la palabra o, muy curiosamente para nosotros, la sacralidad de la cabeza y el pelo. De hecho, la idea de que la cabeza es lo más sagrado de una persona es propia de varias civilizaciones. Por eso se entregan mechones de cabello como ofrenda piadosa, o se dan en memoria de los muertos (Aquiles ante la tumba de Patroclo). La costumbre de los nazaritas (una de las posibilidades de interpretar el Nazoraios que califica a Jesús) de dejarse el pelo para luego ofrecerlo en el templo aparece en Hch a propósito de Pablo y sería un ejemplo más.

Además, que la palabra sea una fuerza poderosa es una idea habitual del judaísmo. El valor del nombre, la idea de que el nombre representa a la divinidad, se puede observar en Dt 10, 8: «Yahvé separó entonces a la tribu de Leví para llevar el arca de la alianza de Yahvé, sirviéndole y dando la bendición por medio de su nombre hasta el día de hoy». Además, el nombre transmite poder. La idea puede verse en Gn 12, 8: «e invocó el nombre del Señor», evidentemente para santificar el altar que se acababa de construir.

Pero la Ley anuncia dos cosas que podrían parecer contradictorias, aunque en realidad no lo son: Lv 19, 12 prohíbe jurar sirviéndose del nombre del Señor para ganar autoridad y respaldar lo prometido, es decir acudiendo al poder del nombre; pero Dt 6, 13 recomienda «A Yahvé tu Dios temerás, a él le servirás, por su nombre jurarás». Parece que, claramente, la idea debería ser que, mediante la invocación de su nombre, se reforzará el juramento, y que sólo habrá que hacerlo cuando corresponda, no a la ligera. Jesús, en este tema, debió optar por una versión más estricta todavía.

Así pues, la segunda razón que explicaría la notable preferencia de Jesús por la idea “Yahvé padre” y la expresión “reino de los cielos” sería que el Galileo rechazó el uso del nombre divino y no lo puso en práctica extendiendo el uso de “Padre” y sirviéndose especialmente de “reino de los cielos”, donde “cielos” sustituía a Yahvé.

Pasajes tomados de mi libro Jesús de Galilea: una reconstrucción arqueológica, Amazon.
 
Saludos cordiales.
 

 
 
 
Martes, 11 de Marzo 2025

Notas

36votos
 ANUNCIO
 
A partir del miércoles pasado, 5 de marzo 2025 se ha abierto en la Página web de Editorial Trotta la preventa del libro GNOSIS. Conocimiento de lo oculto, subtítulo, “La gnosis judía y cristiana explicada por sus textos”. Publico la foto de la cubierta de libro

(No puedo reproducir la imagen porque es demasiado grande. Por favor, entre en Página web de Editorial Trotta)
 
El fin de una preventa es reunir telemáticamente a los futuros compradores del libro que deseen tenerlo firmado por el autor gozando de una cierta ventaja económica y del envío por correo, bien gratuito o a precio moderado. De este modo el autor puede firmar los libros  y dedicarlos en la sede de la Editorial con una cierta comodidad. Creo que es un sistema bueno para que el comprador tenga el libro dedicado por el autor sin tener que desplazarse a ningún sitio.
 
La gnosis es el conocimiento de las cosas ocultas gracias al cual el grupo privilegiado por ese conocimiento puede lograr la salvación eterna de su alma/espíritu  oculto. El fin de la gnosis es mostrar la vía a la salvación del ser humano por medio de un conocimiento revelado por la divinidad.
 
Durante los siglos II, III y IV el sistema gnóstico de comprensión del ámbito terrestre y celeste, gracias al conocimiento profundo de la Escrituras sagradas, alcanza su apogeo dentro del cristianismo en el ámbito del Imperio Romano con el nombre de «gnosticismo». La Gran Iglesia oficial creyó de inmediato que el peculiar sistema gnóstico de conocimiento de lo sagrado era un gran peligro para el conjunto de los fieles y luchó contra él.
 
El relato gnóstico es un verdadero sistema de conocimiento, mezcla de teología y de algunos elementos filosóficos procedentes del platonismo y el pitagorismo. Es un conjunto de ideas religioso-filosófico que comprende una teología sobre Dios y los Primeros Principios, una cosmo­logía, antropología, soteriología (doctrina sobre la salvación) y escatología o fin del mundo.
 
El presente libro “GNOSIS. Conocimiento de lo oculto” ofrece al lector la posibilidad de adentrarse en el pensamiento religioso y filosófico de la mencionada gnosis a través de sus textos, sacando a la luz sus claves de interpretación, muy importantes para el conocimiento del cristianismo primitivo.
 
El método aplicado por el autor consiste en explicar unos más menos 700 textos gnósticos aclarando sus interioridades, poniendo al descubierto así cómo era el sistema completo de la gnosis. Ello supone un notable esfuerzo pedagógico, pues no es fácil iluminar claramente los entresijos de este pensamiento religioso que –se afirma– dura hasta hoy día, aunque con importantes cambios.
 
            El interesado entre, por favor, en la Página Web de la Editorial Trotta, y siga los pasos de la prevente pinchando en la imagen del libro.
            Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
 
 
Viernes, 7 de Marzo 2025

Notas

Juan el Bautista bautizaba. Veamos que se puede reconstruir sobre ese bautismo. En este caso sigo en buena medida el libro de Joan E. Taylor The Inmerser: John the Baptist within Second Temple Judaism.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


 
El cambio de actitud que reclamaba Juan y ese complementar la Ley con un compromiso mantenido, culminaba en el bautismo, que Flavio Josefo definía como “purificación del cuerpo una vez que el alma ya estaba purificada mediante la justicia”. Nótese, entonces, que para Juan el bautismo no era lavar pecados sino certificar que mediante la justicia (la observación de la Ley) ya se había preparado el fiel para la llegada del nuevo reino, para el final de los tiempos conocidos. A la vista de esto, hay que poner en cuarentena la información del autor de Marcos, que explica en Mc 1, 4:

“apareció Juan bautizando en el desierto y predicando el bautismo del arrepentimiento para absolución de pecados”.
Claramente el posterior rito de la época cristiana tenía diferente significado que el de Juan, perteneciente a la vida de Jesús.

El libro atribuido al profeta Isaías ofrece algunas claves para interpretar qué pensó el Bautista sobre su bautismo. En Is 1, 12-20 el profeta viene a decir que los ritos disgustan a Yahvé si se celebran sin justicia, es decir, no están acompañados de obediencia a la Ley: “buscad lo que es justo". Y en Is 58, 3-12 se indica que los ayunos no son válidos salvo que se ayune de riqueza si un pobre necesita algo; de alimento si hay hambrientos, etc. No se trata de ayunar por ayunar, sino de cumplir la Ley más allá de la pura reglamentación sin inteligencia. La idea es antigua, por tanto.

Y también era conocida y usada por otros: Filón de Alejandría, judío nacido en Egipto cerca del año 15 antes de nuestra era, en su obra Quod Deus immutabilis sit (Sobre la inmutabilidad de Dios) argumentaba en sentido parecido:

“porque es absurdo que a un hombre se le prohíba entrar al templo sin lavar y limpiar su cuerpo, y sin embargo intente rezar y sacrificar con un corazón todavía manchado y sucio. Los templos están construidos con piedras y vigas, es decir, de materiales sin alma, y de igual forma lo está el cuerpo, sin alma. ¿Cómo puede ser que se le prohíba a este cuerpo sin alma tocar las piedras sin alma salvo que se haya sometido a baños lustrales y purificatorios, y un hombre no se arredre por acercarse con alma impura a la máxima pureza que es la Divinidad, incluso cuando no va a arrepentirse?  Quien no sólo haya decidido no volver a transgredir la Ley, sino incluso lavar su pasado, puede acercarse con alegría; pero quien se acerque sin esto e impuro, aléjese; pues nunca se esconderá de quien ve lo más profundo del pensamiento y camina por sus lugares intransitables”.

Quien entre al templo ha de estar puro dentro y fuera, corazón y piel, para sacrificar correctamente. O, en palabras del libro de Isaías que reúnen las ideas de pureza y camino ajustado a la Ley (Is 35, 8): “habrá un camino, y una senda, y será llamado camino de santidad, el impuro no lo transitará, sino que estará destinado a quien recorra el camino”.

El texto con el que Josefo describe el bautismo que practicaba Juan (“convocaba a los que cultivaban la virtud y se conducían con justicia entre ellos y con piedad respecto a Yahvé”) parece más que apropiado para el contexto judío de la época: primero, cumplidores de la Ley; después, bautismo. Se entiende que, previo a la ceremonia bautismal, ha habido un cambio: “porque el bautismo le parecía apropiado no como una simple petición de perdón para algunos pecados, sino como una purificación del cuerpo una vez que el alma ya estaba purificada mediante la justicia”. Y traduzco “ya estaba purificada” porque el verbo griego proekkekatharménes es pretérito perfecto, lo cual, en ese idioma, indica que la acción ya está terminada y se mantiene en el presente. Algo así como “tengo acabado el trabajo”.

La justicia, el comportamiento observante de la Ley mosaica, era el camino para alcanzar la purificación, no la purificación el camino para alcanzar la absolución. El proceso, por tanto, sería el siguiente: uno se arrepiente y se aplica a comportarse según la Ley (justicia); una vez se mantenga ese comportamiento, con el tiempo quedará purificado el corazón; después de ese tiempo confirmado por el actuar, la persona se sumerge en agua; Yahvé acepta los dos gestos, el continuado cumpliendo la Ley y el momentáneo del bautismo, y el fiel es considerado puro exteriormente. Es decir, el bautismo no era la casilla de salida para empezar a ser justo sino otro paso dado tras mucho tiempo siendo justo.

Una nota más es de gran relevancia: es evidente que algunos judíos aceptarán volver a los caminos de la justicia, pero otros no. Eso explica la alusión en las fuentes neotestamentarias a la estirpe de Abraham:

Así pues, decía a las multitudes que salían a bautizarse por él: "Crías de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira venidera? Dad en consecuencia frutos dignos de arrepentimiento y no comencéis a decir entre vosotros: “tenemos como padre a Abraham”. Pues os digo que Dios es capaz de hacer surgir de estas piedras hijos de Abraham. Y el hacha ya se encuentra junto a la raíz del árbol; es más, todo árbol que no da fruto bueno es talado y arrojado al fuego” (Lc 3, 7-11).

El aviso es contundente: quienes huyeran del arrepentimiento se enfrentarían a la cercanía del final, pues ya estaría todo preparado: el árbol que no dé fruto bueno (el judío que no cumpla la Ley) no será absuelto el día del juicio aunque sea judío. Habría, por tanto, un resto de judíos buenos. Dicho en términos coloquiales, el Bautista avisó: no iba a valer “genio y figura hasta la sepultura”.
 
 
Tomado de mi libro Jesús de Galilea: una reconstrucción arqueológica, Amazon.
 
Saludos cordiales.
 
 
Lunes, 3 de Marzo 2025
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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