Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Pregunta: ¿Qué piensa de todos los milagros que hizo Jesús que aparecen reportadas en la escrituras? ¿Sucedieron o no? Respuesta: Utilizo fragmentos de una conferencia mía en la Universidad Popular de la Rioja. Para abordar un análisis de los milagros de Jesús y aclarar qué grado de historicidad puede atribuírseles es absolutamente necesario distinguir entre unos milagros y otros, es decir, clasificarlos, para mejor discernir. Al respecto opino que para lo que interesa al cristiano normal es mejor seguir una clasificación más clara y tradicional, como la adoptada por el especialista J. P. Meier, porque simplifica las cosas: 1. Exorcismos; 2. Curaciones; 3. Resurrecciones; 4. Milagros sobre la naturaleza. Que Jesús practicó exorcismos parece admitido hoy día por prácticamente todos los investigadores del cristianismo primitivo. Que esta actividad de Jesús sea histórica se deduce de los análisis históricos: cumple con diversos requisitos. Primero, de lo que se llama “criterio de plausibilidad histórica contextual”, es decir, a priori puede admitirse como histórica sin más porque encaja perfectamente con el contexto socio-cultural al que pertenecía Jesús, el Israel del siglo I. En efecto, la creencia en la existencia de espíritus y su actividad entre los hombres de esa época era común no sólo entre las clases populares, sino también entre las cultas: a) No hay testimonios escritos que nieguen expresamente tal existencia de espíritus y su actividad. b) No había necesidad de explicar la naturaleza del fenómeno de la posesión, de donde se deduce que lo admitía todo el mundo. c) Se conservan textos en los autores antiguos de estatus social elevado que afirman o presuponen la posibilidad de la posesión y la existencia de exorcistas. Entre los judíos destaca Flavio Josefo y entre los paganos, Plutarco, en sus Moralia (por ejemplo, 706E) o la Metamorfosis de Apuleyo, o Vida de Apolonio de Tiana de Filóstrato. Aunque estos autores son posteriores a Jesús reflejan sin duda alguna el ambiente que se vivía también en el siglo I. La práctica de exorcismos por parte de Jesús cumple también con el criterio de “plausibilidad efectual”. Esto quiere decir: sin suponer que Jesús fue un exorcista de éxito, no se pueden explicar la gran cantidad de textos evangélicos, venidos de diferentes fuentes y con muy diversas formas literarias, que mencionan esta actividad de Jesús. No parece plausible que sean inventados todos esos pasajes; luego no parece razonable para un historiador negar que así ocurrió en verdad: Jesús fue un exorcista. Que lo fuera se verifica también por el criterio de “dificultad”: las acusaciones contra Jesús por parte de sus adversarios de que “expulsaba demonios” (aunque fuera por haberse puesto de acuerdo con el Príncipe de esos mismos espíritu malvados: Mc 3,22 y QLc 11,14-23 que pertenece a la Fuente “Q”), o que él mismo estaba “endemoniado” (Jn 8,48) no pudieron ser inventadas por sus propios partidarios, puesto que tal invento en nada podría favorecer la propaganda de una religión que tenía su base en Jesús. Por tanto, tales historias tienen que haber tenido su base en la realidad misma. Con otras palabras: hasta los mismos enemigos de Jesús reconocían que el tenía el don de “expulsar demonios”, o lo que es lo mismo, que en muchísimos casos curó enfermedades relacionadas con el poder demoníaco. Jesús era en verdad un auténtico sanador. Como nota final sobre los exorcismos deseo señalar con J. P. Meier (Un judío marginal II/2 764), que es “difícil decidir si en algunos de los exorcismos de Jesús ocurrió en verdad un auténtico milagro, es decir, si Dios hizo algo por encima de toda capacidad humana para librar del demonio a un determinado individuo que va más allá de cuanto es posible juzgar desde bases puramente históricas”. O si, por el contrario, los exorcismos son explicables por medios naturales, aunque extraordinarios. Consideradas críticamente las historias de sanación de los Evangelios, los relatos que tienen más posibilidades de remontarse al Jesús histórico –aunque en algunos detalles hayan sido elaborados por los evangelistas cuando incorpora la tradición oral a su obra- son: • El paralítico bajado por un boquete en el techo (Mc 2,1-12). • El paralítico situado junto al estanque de Betesda (Jn 5,1-9). • La curación del ciego Bartimeo (Mc 10,46-50). • El ciego de Betsaida (Mc 8,22-26). • El sordomudo narrado en Mc 7,31-37 Ahora bien, aun aceptando que hay un transfondo histórico en hechos reales de sanación por parte de Jesús durante su vida pública, conocer ulteriores detalles de esas enfermedades curadas -como su carácter exacto según la medicina moderna, si las curaciones fueron de por vida, o temporales, etc.- es empresa imposible. Personalmente, y en bloque, creo que un historiador racionalista no debe tener dificultad alguna en reconocer que estas sanaciones son hechos históricos, porque muchas de ellas ocurren también hoy día y se deben –creo- a la naturaleza psicosomática de tales enfermedades luego sanadas y a las especiales cualidades, llamadas carismáticas, del sanador -a su potentísima personalidad- junto con la fe de los pacientes, que coadyuva sin duda a la curación. Jesús, por su parte, estaba absolutamente convencido de su poder de sanación. Dos ejemplos. 1. En Mt 11,20-24 leemos: “Entonces se puso a maldecir a las ciudades en las que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que se han hecho en vosotras, tiempo ha que en sayal y ceniza se habrían convertido. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿hasta el cielo te vas a encumbrar? ¡Hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, aún subsistiría el día de hoy. Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti»”. Este dicho de Jesús parece auténtico, pues lo que en el fondo relata es el fracaso del Nazareno en convertir para su mensaje del reino de Dios a los habitantes de tres ciudades. Según el criterio de dificultad, no parece apropiado pensar que la iglesia postpascual inventara esta constatación de un fracaso. Por otro lado, el hecho de que Jesús nombrara a tres ciudades hace referencia a que muchas de sus sanaciones eran públicas y conocidas por todos. En la Fuente “Q” (Mt 12,22-28 / Lc 11,14-26) tenemos una pregunta polémica de Jesús a sus adversarios que apunta también a esta creencia: “Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Y toda la gente atónita decía: «¿No será éste el Hijo de David?». Mas los fariseos, al oírlo, dijeron: «Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios». Él, conociendo sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir. Si Satanás expulsa a Satanás, contra sí mismo está dividido: ¿cómo, pues, va a subsistir su reino? Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces»”. Según el relato evangélico, momentos antes Jesús había curado a un “endemoniado” ciego y mudo. Por ello es evidente que esta disputa trataba no sólo de exorcismos sino ante todo de sanaciones, en las que causa de la enfermedad -conforme a las creencias de la época- era atribuida al demonio. Jesús se consideraba, pues, a sí mismo un sanador. Los denominados milagros sobre o contra la naturaleza Dentro de esta categoría se hallan los siguientes relatos de milagro: La moneda hallada en la boca del pez; La maldición de la higuera; La pesca milagrosa; Jesús camina sobre las aguas; La tempestad calmada; La conversión del agua en vino; La multiplicación de los panes. Como dijimos, para un historiador es ésta la categoría de milagros que más cuesta aceptar. Por suerte, sin embargo, los críticos, aun católicos, se han encargado de demostrar con toda contundencia que los criterios de historicidad muestran que todos estos relatos no proceden del estrato del Jesús histórico, ni siquiera del de los primerísimos seguidores de Jesús, sino de una comunidad de cristianos que en su afán misionero por presentar al Jesús resucitado con todos sus atributos, cualidades y poderes, formuló e inventó historias, relatos, narraciones como medio de mostrar a los posibles conversos, o a los fieles mismos, de una manera sencilla y convincente esa imagen del Jesús Resucitado y Viviente, del Jesús ya sentado a la diestra de Dios que le interesaba difundir. ¿Cuáles son los argumentos en los que se basan los críticos? En líneas generales se basan en el análisis sereno y pausado de los textos para reconstruir la historia de la composición de cada uno y de las fuentes que utilizaron, más la aplicación de los criterios de historicidad. Así, se llega a la conclusión que el milagro de la “maldición de la higuera” no es más que una historia pegada por el evangelista al episodio de la mal llamada “purificación del Templo” para indicar que lo que Jesús quiso significar con esta acción era advertir de que Dios aniquilaría el templo presente y que, en tiempos ya del Reino mesiánico, ese santuario sería sustituido por otro con cuya construcción colaboraría Dios mismo. Es improbable su historicidad, pues se trata de un milagro “punitivo”, de castigo que choca frontalmente con el resto de la tradición de Jesús y que parece inspirado en historias del Antiguo Testamento. El análisis de “La pesca milagrosa”, tras la cual Jesús promete a Pedro que “será pescador de hombres”, indica que este milagro parece ser la transposición a la vida de Jesús por parte de Lucas, o de su traición, de una aparición de Jesús después de su resurrección. De hecho basta una comparación con el capítulo 21 del Evangelio de Juan donde, tras la misma pesca milagrosa, el Jesús resucitado perdona a Pedro su traición triple y le promete que será el primero entre sus apóstoles, el que apacentará sus ovejas. Se trata por tanto de un caso de transposición. El “caminar sobre las aguas” y la “tempestad calmada” no parecen remontarse a ningún hecho de la vida del Jesús histórico. Por varias razones. Primero por los criterios de discontinuidad y coherencia. Estos “milagros” no muestra continuidad ninguna con la vida y el estilo de Jesús ni son coherentes con su modo de actuar. Jesús nunca, menos aquí, hace milagros de exhibición, sino de ayuda, por decisión propia o movido por la compasión. Segundo: los elementos de una manifestación divina y las alusiones al Antiguo Testamento, que parecen servirle de fuente, se muestran por doquier en el relato: se trata de dos impresionantes teofanías, como otras del Antiguo Testamento, en las que Yahvé domina y vence la violencia de las aguas, que son el símbolo del caos y del mal. Escribe el sacerdote católico Meier en concreto sobre la tempestad calmada: “El examen de la teología, que Marcos muestra en este relato, la fuerte presencia de temas y expresiones del Antiguo Testamento al servicio de una cristología elevada, la similitud con la narración del caminar sobre las aguas, la falta de testimonios múltiples para este milagro, más su continuidad con los milagros típicos de la iglesia primitiva y no con los que más posibilidades tienen de remontarse al ministerio público de Jesús, nos llevan a la conclusión muy probable, aunque no totalmente segura, de que la tempestad calmada es un producto de la teología cristiana primitiva” (II/2, 1070) El cambio del agua en vino en las “Bodas de Caná” (Jn 2,1-11) tiene muchas dificultades de tipo histórico, empezando porque la descripción de la boda y del maestresala corresponde más a la de un banquete de tipo griego que palestino. A ello se une que la narración muestra rasgos continuos del estilo y sobre todo de la teología del autor del Cuarto Evangelio. Tanto que se ha podido interpretar, con razón, todo el relato, como una composición simbólica que describe las bodas del novio mesiánico, Jesús, o esposo celeste, con su iglesia. Parece claro que –al igual que oros relatos del Evangelio, como el episodio de Nicodemo, o el de la samaritana-, fue creado bellamente por el autor evangélico para dar cuerpo a una idea teológica que no corresponde a la época del Jesús histórico, sino a una teología sobre él de finales del siglo I. Por el contrario, y para concluir, la historia de la tradición sobre la multiplicación de los panes, milagro que de hecho no se describe en el texto, sino que se intuye, y que es de gran sobriedad, permite concluir, tras un análisis de las posibles fuentes, que detrás de una –no dos; la segunda (Mc 8) es un mero doblete- multiplicación de los panes se esconde el recuerdo histórico de alguna memorable comida a base de pan y de pescado, con alusiones, o quizá como símbolo –corriente en Jesús-, al banquete mesiánico del final de los tiempos. Esta comida debió de celebrarse en tiempos del Jesús histórico, en la que participaron con él sus discípulos y una gran muchedumbre de oyentes junto al mar de Galilea, y debió de impresionar tanto que quedó en la memoria de los seguidores de Jesús. Ahora bien, admitido esto, decidir si en verdad sucedió un hecho milagroso, no está en las manos del historiador. En suma, a propósito de los pretendidos milagros sobre la naturaleza: no hace falta ser un redomado racionalista y escéptico para negar en bloque su historicidad. Los datos de los análisis literarios y de fuentes que nos ofrecen los intérpretes católicos en su comentarios nos llevan a concluir que no hay posibilidad alguna de que alguno de ellos –salvo el recuerdo de una comida comunal- esté basado en un hecho real del Jesús de la historia. Saludos cordiales
Sábado, 1 de Noviembre 2014
Comentarios
NotasHoy escribe Antonio Piñero El título que lleva esta postal corresponde a un artículo del Dr. Fernando Bermejo, que junto con otros que mencionaré a continuación, acaba de ser publicado en la revista BANDUE, que es el órgano de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, dirigido por el Prof. Dr. Francisco Díez de Velasco, y publicado por Trotta, Madrid, número VII, 2013 que ha salido ya hace un cierto tiempo. Este número me ha parecido especialmente interesante, porque contiene otros artículos que me parecen muy buenos. Así Juan Arnau escribe sobre “Lo que el budismo no es (y lo que pudiera ser); Óscar Celador Angón lo hace sobre “Dimensión institucional, jurídica y constitucional de los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede”; Oscar Figueroa Castro tiene un artículos sobre “Anuttara (anuttarastik, una plegaria atribuida a Abhinavagupta”; Francisco López Cedeño tiene otro sobre “Claves para una hermenéutica de diálogo entre Averroes y Abenarabi”. Grecy Pérez Amores escribe sobre “El objeto ausente. Sobre la desdichad objetividad del objeto”, un título que precisa de aclaración, y que formula principios teóricos sobre las investigaciones antropológicas hechas sobre las religiones de hoy por investigadores que fingen deliberadamente ser miembros de los grupos estudiados, o son iniciados y entran a formar parte consecuente de la religión en la que profundizan; Sergio Pou Hernández tiene un artículo sobre “La leyenda de los asesinos. Mito, textos y correlatos a partir de la obra ‘Alamud’ de Vladímir Bartol”; Roberto Carlos Rodríguez González escribe sobre “Historia y Cultura Dios las Religiones: una experiencia docente”, y finalmente, Carlos A. Segovia sobre “Pablo de Tarso, Israel y los gentiles. El nuevo enfoque radical sobre Pablo y el cariz judío de su mensaje” En esta breve reseña me fijaré únicamente en los dos artículos que afectan más directamente a la temática de este Blog. El artículo de F. Bermejo argumenta que contra la hipótesis según la cual Jesús de Nazaret estuvo implicado en algún tipo de ideología y actividad sediciosa opuestas al Imperio romano se han esgrimido numerosas objeciones. Suele creerse que estas han asestado un golpe mortal a la hipótesis y, de hecho, la inmensa mayoría de los estudiosos da por supuesto que ha sido refutada y está obsoleta. El artículo enumera una veintena de esas objeciones y argumenta de modo sistemático que ninguna de ellas es convincente. Esta instructiva conclusión desafía presupuestos muy arraigados en el ámbito académico, proporcionando con ello otro argumento a favor de la interpretación de Jesús como una figura cuyo mensaje religioso tenía interpretaciones políticas subversivas y de que no era, en última instancia, incompatible con la violencia. Me parece fundamental las reflexiones de F. Bermejo sobre cada una de las 20 objeciones. El conjunto me parece irrefutable y obliga a cambiar una buena parte del paradigma interpretativo sobre Jesús. Por mi parte, desde 1993, en Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús, capítulo sobre “El Evangelio paulino y los diversos evangelios del Nuevo Testamento”, y en la Guía para entender el Nuevo Testamento, desde su primera edición en 2006, vengo abogando incansablemente en favor de la idea de la religión y la praxis de Jesús tenía innegables consecuencias políticas y que el amor a los enemigos no era una razón convincente, una vez bien interpretado, para afirmar que Jesús está totalmente fuera, o más allá, de los antagonismos políticos de su época. El artículo de F. Bermejo es una aportación definitiva en el aspecto de quien quiera negar la hipótesis de un Jesús sedicioso tiene que aportar muchas pruebas. El otro artículo que me parece interesantísimo es el de Carlos A. Segovia. Los lectores de este Blog saben de su incansable esfuerzo por introducir en castellano los trabajos de la nueva interpretación de Pablo, que para muchísima gente, incluso académicos, es absolutamente desconocida. La pregunta de la que parte C.A. Segovia en este artículo es “¿Se propuso Pablo superar el judaísmo o simplemente integrar a los gentiles en Israel por medio de Cristo? Esta es ciertamente una de las cuestiones clave y también de las más debatidas en la investigación actual. El artículo del Dr. Segovia trata de ofrecer una respuesta a través de la breve reseña y valoración de trabajos de K. Stendahl, Ll. Gaston, J. Gager, P. Tomson (sic), N. Elliott, B. Campbell, S. Stowers, M. D. Nanos, C. Johnson Hodge, P. Friedriksen, P. Eisenbaum y D. Rudolf, todos responsables de lo que se ha llamado el “nuevo enfoque radical” en los estudios paulinos y la figura del Apóstol. La hipótesis que defiende el Dr. Segovia puede resumirse así “Pablo de Tarso no abandonó, no abjuró del judaísmo, sino que buscó incorporar a los gentiles en Israel al final de los tiempos, instándoles a cooperar con los judíos en la preparación del reino de Dios y en la restauración final de Israel, que ha de verse como el horizonte de su misión a los gentiles”. Los lectores del Blog saben que participo de muchísimas ideas de este enfoque sobre la persona, misión y doctrina de Pablo y que hemos discutido muchísimo sobre los puntos más difíciles, al menos a primera vista, de asimilar en la nueva perspectiva y cómo hemos llegado a un acuerdo en muchos aspectos. En el libro entregado ya a la Editorial Trotta, y que se publicará en el primer cuatrimestre del año 2015, se recogen y analizan cuidadosamente los resultados de esta línea de investigación cuyo fautor en España, e introductor, es sin duda Carlos A. Segovia. Los otros artículos de este número de BANDUE me han resultado muy interesantes, y sin quitar méritos a otros quiero señalar uno que me ha parecido absolutamente iluminador, el de Juan Arnau sobre el budismo, “qué no es” (¡enorme es la confusión de la gente!) y “lo que pudiera ser”. Enhorabuena a la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, a su Director y editor, el Prof. Díez de Velasco, a la abnegada secretaria de la Sociedad, la Dra. Almudena Rodríguez Moya y a la benemérita Editorial Trotta por la publicación. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 31 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Pregunta: Me permito distraer su atención para felicitarlo y agradecerle por la edición de su novela, en coautoría, "El trono maldito", la cual adquirí en formato digital en lacasadellibro.com. Es muy estimulante poder leer la historia del ministerio de Jesús, en un formato de novela, que cautiva y educa al mismo tiempo. Por otro lado, quisiera poder conocer su opinión respecto de una teoría que me está dando vueltas por la cabeza: en la historia del joven rico (Mt 19,16-22; Mc 10,17-31 y Lc 18,18-23) en los tres pasajes se dice que Jesús indicó a su interlocutor que vendiera todo lo que tenía y lo diera "a los pobres". Por otro lado, Pablo de Tarso, en su epístola a los Gálatas 2,10 indica que en su entrevista con los notables de Jerusalén aquellos le solicitaron: "que nos acordáramos delos pobres", lo que motivó la recolección de un donativo entre las comunidades paulinas destinado a la iglesia de Jerusalén. Por otro lado, en Hechos 2,45 se nos dice que los primeros cristianos vendían sus propiedades y hacían con ello un fondo común. Lamentablemente no se griego, pero sospecho que la palabra para "pobres" utilizada en estos pasajes es la misma. En consecuencia, ¿podríamos decir que en estos pasajes el apelativo "pobres" no correspondía a los desposeídos del mundo, de manera genérica, sino a los seguidores de Jesús? ¿Jesús estaba estimulando al joven rico a vender su propiedad y donar el producto a su propio grupo? ¿Esto significa que Jesús hacía "fund rising" (disculpe el anglicismo) para financiar sus actividades? ¿Era esta una costumbre anterior a la comunidad postpascual de la que nos habla Hechos 2? ¿Habían hecho lo mismo, vender su propiedad y donarlo al fondo común del grupo: Pedro, el publicano Mateo, y los otros discípulos? Creo que si la respuesta a estas preguntas es positiva, cambia la apreciación con respecto al grupo de Jesús, ya que no se trataría de fundamentalistas menesteroros, sino de fundamentalistas con recursos económicos, lo cual a los ojos de Herodes Antipas y los romanos, los volvía mucho más peligrosos. Con esto no estoy diciendo que Jesús no fuera un asceta, lo cual yo creo, sino que su grupo disponía de medios como para ganar el favor del pueblo mediante la asistencia social. Respuesta: Su pregunta es muy sugerente. Efectivamente, la palabra es siempre la misma, ptochós en griego. Pero es tan genérica que por sí misma no permite obtener conclusiones. Por tanto, hay que ir al contexto. En Hechos y en Pablo, ciertamente se refiere a los pobres de la comunidad de Jerusalén que lo habían vendido todo, la parusía no llegaba… y estaban en la miseria. Por tanto, eran los pobres del grupo. Pero en Jesús podría ser diferente. Ahora bien, en todos los casos Jesús hace referencia al Decálogo, a la Ley judía, aunque universal. Por tanto se refiere a los pobres judíos, a los prójimos inmediatos, que son los pobres en general, judíos. Realmente no creo que pueda probarse que sea una colecta interior para el grupo, por ejemplo, para alimentarse y comprar armas. No lo parece, ya que el grupo tenía como benefactores fijos al grupo de mujeres al que alude Lucas 8,2-3, y porque normalmente vivían de la caridad y hospedaje público allá donde iba el grupo. Pero si llegara a probarse, admito que un grupo financiado es mucho más peligroso para el Imperio, porque entre otras cosas podría comprar armas, como se ve en Getsemaní. Dejo, pues, la cuestión abierta. Pregunta: Quisiera preguntarle que opinión le merece aquella cita tan controversial de lucas19,27 violencia pura en labios de Jesús, que las iglesias nunca han explicado, y otra pregunta acerca del famoso pecado imperdonable que es el pecado contra el Espíritu Santo a que se referirá. Respuesta: 1.A su primera pregunta respondo con un texto del Prof. Dr. Fernando Bermejo que comentaré mañana viernes 31 oct 2014, ¿Ha sido refutada la hipótesis de un Jesús sedicioso? Una respuesta sistemática. Revista BANDUE, que es el órgano de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, dirigido por el Prof. Dr. Francisco Díez de Velasco, y publicado por Trotta, Madrid, número VII, 2013 que ha salido ya hace un cierto tiempo. Tiene Usted toda la razón. El texto huele a violencia y las explicaciones en otro sentido, simbólico, etc., no convencen. 2 . El pecado contra el Espíritu Santo es, probablemente, en la mente de Jesús la obstinación en rechazar la invitación de Dios a la conversión y prepararse para la entrada en el Reino. Supone que Dios invita por medio de los profetas, en este caso Jesús, que son movidos por la actuación del mismo Dios como Espíritu. Desde el punto el punto de vista del evangelista significa la obstinación perversa en no creer en Jesús como enviado de Dios y proclamador de la venida del Reino, y atribuir sus señales de la derrota de Satanás (sanaciones y exorcismo) como obra de una allianza con Satanás mismo. Pregunta: Me gustaría acerca de la pseudoepigrafía en el N.T., sobre todo en las cartas paulinas, pastorales, católicas... . ¿Por qué ese fenómeno? ¿Podemos considerar Filemón como una carta pastoral ? Y luego acerca de la fuente Q: ¿en qué medida es verosímil esta hipótesis? Gracias.¿Qué obra me podría ayudar en todo esto? Respuesta: 1. La pseudoepigrafía desde el punto de vista moderno es simplemente una falsía y el autor pseudoepígrafo es en sí un falsario. Sin embargo, no es tan simple. Desde el punto de vista de autores que escriben en el tiempo del Nuevo Testamento puede significar que el “falsario” está totalmente convencido de que el espíritu de Jesús, el Resucitado y el Viviente, vive dentro de él, por lo cual está capacitado, al igual que los profetas en las asambleas, a hablar en nombre de un apóstol muerto o el mismo Jesús acomodando sus enseñanzas a las circunstancias presentes que vive la comunidad. 2. La Fuente Q ha sido y es considerada por casi el 95 % de los investigadores como una hipótesis razonable para aclarar por qué Mateo y Lucas coinciden en bastantes pasajes de sus evangelios entre sí casi al pie de la letra, en lugares que no se encuentran en la fuente segura que están utilizando, Marcos. Sobre una explicación más detenida de la Fuente Que, por favor consulte mi obra “Guía para entender el Nuevo Testamento” de Editorial Trotta. Madrid 4ª edic. 2011. Pregunta: ¿Jesus hablaba en arameo o griego koine? Respuesta: Con muchísima probabilidad su lengua materna era el arameo occidental, de Galilea. Pero parece muy probable que Jesús entendiera también el griego y se manejara en él con cierta soltura, si es que era en verdad, como parece, “artesano carpintero/constructor de casas” y que muchos de sus clientes debían de ser griegos. En el Evangelio de Juan 7,35; 12,20 se supone que Jesús sabía griego y bien: podría predicar entre los griegos y algunos de éstos les pidieron que los recibiera. Pregunta: Queria hacerle llegar una consulta sobre una cuestión que me ha llamado poderosamente la atención y pese a que le sigo y que estoy familiarizado con estos temas, de la que nunca había tenido noticia. Lo leí ayer en un blog en el que alguien se jacta de denunciar verdades mutiladas por la iglesia católica sobre el verdadero Jesus, ocultando unas supuestas "actas de Pilato" que aparecen en la "Apologética de Justino mártir (fechadas en torno al 150 d.c , según dice) y otras que según este "bloguero" aparecen en el "Apologético de Tertuliano" de en torno al año 200. Él presenta estos documentos como una serie de crónicas sobre el verdadero proceso judicial de Jesús, consistente en unas serie de cartas enviadas por el procurador de Judea al emperador Tiberio, y de lo cual se podrían extraer las siguientes conclusiones: -Que dichas actas son mencionadas por Eusebio de Cesaréa en su "Historia eclesiástica" y que supuestamente trataban a Jesús como un zelote poco menos que terrorista. -Que estas actas eran leidas en las escuelas paganas hasta la llegada del Emperador Constantino, y que a partir de entonces, hubo un especial empeño en redactar unas "falsas actas de Pilato" para crear confunsión y contrarrestar las verdaderas -Que Epifanio de Salamina en su "Refutación de las herejías" del 376, ya citaría parte de las "falsas" actas de Pilato -Dichas nuevas actas -por tanto, falsas- empezarían a circular por los textos cristianos, hasta pasar a formar parte en torno al siglo X, del "Evangelio de Nicodemo" -Pese a las falsificaciones, asegura el autor de este artículo, que los trabajos de Juan Manuel de Castells sobre la reconstrucción de las actas de Pilato, no deja lugar a dudas sobre su autenticidad, y que el personaje referido como "Johanan" en dichas misivas, no puede ser otro que el propio Jesús. - Johanan aparece en las cartas como un agitador que se proclamaba Rey de los Judios, y que entró en el templo de Jerusalén, para apodarse de sus armas y tesoros -Asimismo, Poncio Pilato mandó su arrestro por estos hechos en el huerto de Getsemaní, en el que se produjo un enfrentamiento con los legionarios. -Según se desprende de estas cartas, pudo escapar del huerto, ayudado por Simón de Cirene. pero el tal "Johanan" sería posteriormente capturado en Samaria y decapitado por sedición contra Roma. - Por tanto, de todo ello se concluiría que el verdadero Jesús, fue decapitado en vez de crucificado, cosa que según el autor de dicho artículo, se vería confirmado en el que considera el evangelio más "antiguo" de los aceptados por la iglesia católica, es decir, el de San Juan, ya que globalmente data los evangelios canónicos en torno al siglo III d.C, pues en la opinión de este "bloguero" la fuente Q no se ha localizado por lo que no se tiene constancia de los evangelios originales fueran más antiguos. - Por tanto, para finalizar el autor del artículo cita el evangelio de San Juan (que dice que es del año 125 d.c), en la parte que supuestamente probaría que Jesus fue decapitado: “kai {y} palin {de nuevo} etera {otra} grafh {escritura} legei {dice,} oyontai {ellos mirarán} eiV {a} on {quien} exekenthsan {ellos traspasaron o decapitaron}” 19:37 Muchas gracias por su enorme paciencia profesor, espero que mi pregunta sea digna de su consideración y que pueda clarificarme alguno de los temas aquí expuestos, pues pregunto desde la más profunda ignorancia. Respuesta: Su pregunta es compleja, pero puede concentrarse en la historicidad o no, la veracidad o no de las supuestas Actas de Pilato, y de cartas conservadas entre Tiberio y Poncio Pilato No conozco ningún investigador serio que crea en la historicidad de esas supuestas Actas, que son una falsificación palmara, aunque su origen es muy antiguo: su base puede ser del siglo II, sin duda. Y tampoco que crea en la autenticidad de tales cartas. Lea Usted es Actas y la correspondencia con Pilato en mi publicación “Todos los Evangelios”, de EDAF, Madrid 2010, y se convencerá por sí mismo. Ahí aparece también su utilización por el Evangelio de Nicodemo En las hipótesis de ese bloguero se mezcla alguna verdad con teorías inverosímiles, como la utilización de las Actas por el Evangelio de Nicodemo. Pero lo demás son fantasías. La interpretación del episodio de la lanzada del Evangelio de Juan como una decapitación es sencillamente absurda. Igualmente es hipótesis temeraria e improcedente la equiparación de Johanán con Jesús. En síntesis: A palabras necias oídos sordos. Saludos cordiales.
Jueves, 30 de Octubre 2014
Notas
Algún amable lector planteaba recientemente la pregunta de si el homicidio/asesinato (phónos) mencionado en Mc y Lc podría tener algo que ver con el episodio del arresto en el Monte de los Olivos. Respondo a esta cuestión brevemente en lo que sigue.
Alguien escribió alguna vez que si conociéramos la verdadera identidad de Barrabás la historia de Yeshua ben Yosef / Jesús de Nazaret se iluminaría sensiblemente. En realidad, esto podría afirmarse de muchos otros episodios evangélicos. Si conociéramos la identidad de los co-crucificados con Jesús, si supiéramos lo que realmente pasó en el Monte de los Olivos en el momento del arresto, si supiéramos lo que sucedió en el incidente del Templo… entenderíamos bastante bien la historia de Jesús. Ahora no sabemos a ciencia cierta nada de esto, no solo porque la recuperación de la historia es un arduo ejercicio de reconstrucción tentativa e hipotética, sino porque la tradición ha preferido que no tuviéramos una narración verosímil de ninguno de los episodios clave de los últimos días de Jesús, y ha editado selectivamente la memoria: los autores de las narraciones evangélicas o los transmisores de la tradición han preferido callar o editar convenientemente mucha información esencial. El resultado es que esos relatos son de todo punto inverosímiles tal como nos han llegado, de tal modo que solo una mente privada de todo sentido histórico puede tomarse los relatos sobre el arresto de Jesús o el incidente del Templo –sucesos a todas luces claves– como narraciones creíbles. Solo quien ha percibido el alcance de las incongruencias de los relatos evangélicos de la pasión y se ha hecho consciente de que con ellos no es posible llegar a buen puerto puede iniciar una labor escrutadora que quizás le conduzca a algún sitio. Quien no lo ha hecho –quien sigue citando mucho material evangélico legendario, truncado, o claramente editado, como si fueran informes que corresponden a una historia real– está perdido. Esto muestra hasta qué punto el trabajo de oscurecimiento (no necesariamente consciente, ni mucho menos) llevado a cabo por los fautores de la tradición evangélica ha sido eficacísimo. En efecto, cualquiera que intente ofrecer una narración alternativa a la de la (incongruente e históricamente increíble) narración evangélica aparezca siempre como una osadísima mente especulativa. Y, sin embargo, más vale excogitar hipótesis plausibles que puedan explicar los hechos que comulgar con las ruedas de molino que nos ofrecen los evangelistas y sus acólitos hodiernos. En Mc 15, 7 y Lc 23, 19 se halla la referencia a una revuelta (στάσις) en Jerusalén aproximadamente en la época en la que Jesús llega a la ciudad o poco antes, en la que algunos sediciosos (στασιασταί) habían sido encarcelados tras haber recurrido a asesinato (φόνος). Este es otro (más) de esos pasajes que se refieren a un suceso del que se nos escapan los detalles. Por supuesto, al igual que en el caso de los crucificados con Jesús, los evangelistas quieren creer y hacernos creer que no hay relación alguna con Jesús, pues nada dicen al respecto (en el caso de los crucificados, se han esforzado cuanto han podido para negar explícitamente la relación). Sin embargo, hay algunas coincidencias que dan que pensar. Hay derramamiento de sangre en la revuelta, y resulta que hay también derramamiento de sangre en el Monte de los Olivos. En el primer caso, la indeterminación no nos permite saber quiénes y cuántas fueron las víctimas; en el segundo, en rigor, tampoco (los relatos evangélicos del arresto de Jesús, con su extraordinario grado de concisión e incongruencia, presentan todos los visos de ser la estilización de un episodio más grave y comprometedor). Hay hombres arrestados en espera de juicio o de condena en Mc 15, y hay hombre(s) arrestado(s) en el Monte de los Olivos. ¿Hay alguna relación entre estos hechos? Robert Eisler (en una obra que, por desgracia, casi nadie lee), Samuel Brandon y otras mentes inquisitivas y sensatas han conjeturado que puede haberla habido. Y es muy probable, dado que en la época de los prefectos no parece haber habido revueltas todos los días. Históricamente es muy probable que haya existido una conexión –ideológica y operativa– entre los protagonistas de esos episodios (si es que no son, como algún estudioso ha conjeturado, relatos diferentes del mismo episodio). Esto es todo lo que, en mi opinión, puede decirse del asunto. Es muy poco, pero este poco me parece más que el cúmulo de incoherencias, contradicciones e inverosimilitudes que nos ofrecen los relatos evangélicos de la pasión. Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 29 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Pregunta: Don Antonio, ¿Por qué muere Jesús?, y no pregunto ¿para qué? porque eso sería un análisis post muerte, post hecho consumado. ¿Tubo opción Jesús de evitar/postergar su muerte en la fecha que sucedió? Dicho de otro modo, ¿lo pillaron por sorpresa o se agendó para ello? Respecto a mi consulta de fuente recomendada, le comento que si bien uso la Biblia de Jerusalén, observo "cambios" de palabras, por ejemplo sepultura por fosa, lo cual es muy importante al momento de leer los hechos y ver donde fue depositado Jesús. Así muchas palabras que usted cita en sus presentaciones en las biblias que utilizo aparece un conveniente "sinónimo", por ello le reitero si me puede guiar con algún material de fuente más puro o cercano a lo histórico. Respuesta: Jesús muere porque los romanos consideraron probado que se había proclamado mesías-rey de los judíos. Eso era en el Imperio Romano un delito contra la majestad del emperador. Merecía la peor muerte. Jesús no tuvo opción ninguna de postergar su muerte. Jesús no pretendió morir, ni agenció nada. Jesús entró triunfante en Jerusalén pensando que Dios finalmente vendría la tierra e instauraría su reino. Todas las Biblias tienen sus problemas. El equipo de la “Biblia de San Millán” está preparando un Nuevo Testamento, con muchas notas explicativas, y suplirá esa falta que Usted siente. Está prevista su salida para 2016 o 2017. Se enterará de ello. Pregunta: Ahora sabemos q los apostoles una vez crucificado jesus huyeron despavoridos y se escondieron y q empezaron a escribir despues de 30años cuando se hubomedio calmado la persecucion.Espor eso q sus escritos pueden contener falencias e incongruencias como dicen q en efecto las tienen.Porqué no creer en los relatos de maria magdalena si dicen q fue la apostol favorita de jesus,tanto que a ella fue a quien primero se le aparecio jesus despues de muerto?Porqué a ella y no a los "machotes"apostoles? Respuesta: La crítica del Nuevo Testamento no cree a los apóstoles ni a nadie, sino que aplica a todos los mismos criterios críticos que la filología clásica utiliza, por ejemplo, par estudiar a Tucídides o Tito Livio. Y no creemos que sea histórico el cap. 20 del Evangelio de Juan, sino simbólico, ni tampoco el Evangelio de María Magdalena, compuesto quizás en torno al 200!!! Pregunta: Lo que no se ve, es el accionar de los cercanos, de los que vivían con él. ¿Por qué siguieron si su Jesús no trajo el Reino de Dios, es más lo atraparon, lo crucificaron y lo tiraron a una fosa como a un vulgar ladrón? Y una pregunta que se esconde ¿Cómo siguieron? ¿Quienes siguieron? y sobre todo ¿que es eso de seguir? Respuesta: Todos esos “porqués” constituyen el rompecabezas del origen histórico del cristianismo que me es imposible escribir aquí por lo inmenso. Por favor, consulte mis dos obras, “"Guía para entender el Nuevo Testamento", Edit. Trotta, Madrid 4º ed. 2011: capítulo dedicado a "Las primeras reinterpretaciones de Jesús" y “Cristianismos derrotados”, EDAF, Madrid 2009, en los primeros capítulos. Pregunta: Me gustaria saber la opinion del Dr. Piñero con respecto a la hipotesis de Judas de gamala o Judas el galileo como padre de Jesus Respuesta: No hay la menor prueba de esa hipótesis en texto alguno. Pregunta: Saludos amigo Antonio. Me interesa preguntarle sobre el texto lucano del evangelio que evidentemente se diferencia en parte del otro texto lucano de los hechos. Me llama la atención que en el Evangelio según San Lucas aparezcan discípulos pescadores, ignorantes o clases medias, incluyendo a mujeres discípulas interesantemente reivindicadas por la comunidad lucana; pero en Los Hechos surge la imagen evidente de un "cenáculo" de ciertos privilegiados que empiezan a hablar en lenguas (glosolalia) [quizás extraterrestremente si cabe la comicidad], en un ámbito donde la madre de Jesús también es incluida. ¿Cómo sostener la misma autoría de ambos textos a un sólo médico como Lucas, o a una misma comunidad lucana? ¿O es un corpus redactado en varias etapas? Gracias por la valiosísima academicidad que nos ofrece, y su genial memoria. Espero su corrección y su respuesta a mi consulta. Respuesta: Todas esas cuestiones que Usted plantea se las ha formulado la crítica desde hace mucho tiempo. La respuesta es que la segunda parte del Evangelio fue escrita por Lucas unos veinte años después que la primera. Que ésta se le había escapado ya de las manos y era moneda corriente en muchas comunidades. Pero a pesar de estas dificultades, por el vocabulario y por la teología común, la crítica sigue aceptando que la autoría es la misma, la del Evangelio y Hechos, aunque no sepamos en verdad quién fue el autor. Lo de Lucas es una convención. La fecha de composición de Lucas ha de situarse entre el 115-120 d.C. Pregunta: Me gustaría dejarle una reflexión sobre las apariciones de Jesús tras la crucifixión y una pregunta que espero no sea tonta. Siempre me ha chocado que, si se trataba de una invención por parte de unos discípulos derrotados por la muerte de su líder, no recurriesen a imágenes celestiales, con ángeles, truenos y relámpagos al hablar de la aparición de Jesús. Sin embargo, dicen que en un principio no lo reconocen, sólo al repartir el pan se les abren los ojos. Todo un poco rebuscado y difícil de explicarlo después al trasmitir el mensaje. Mi pregunta es ¿No hubiera sido más fácil al "inventarse" la resurrección llenarlo todo de pompa y majestuosidad que la versión oficial? Respuesta: Efectivamente, tienes Usted razón. Es sorprendente la parquedad y simplicidad de presentación de tales apariciones. Y ese ha sido un argumento archirrepetido por la investigación tradicional en pro de la historicidad. Y la crítica más radical, entre los que cuento, responde que, aun siendo así, las historias de la resurrección y las apariciones están, en primer lugar, tan trufadas de contradicciones e inverosimilitudes que no pueden aceptarse desde el punto de vista de lo literario-histórico, y segundo, que la resurrección y las apariciones no son materia de la historia, sino de la fe. No nos competen, pues. Saludos
Martes, 28 de Octubre 2014
Notas![]()
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro
Homilía IX Zoroastro En este contexto cuenta el autor la aparición de Zoroastro, oriundo de la familia de Cam y del grupo de pueblos egipcios, babilonios y persas. Fue educado en la magia, que ejerció profusamente. Es el denominado en la Biblia Nebrod, pero los griegos le dieron el nombre de Zoroastro. Un nombre que etimológicamente viene a significar “flujo viviente de la estrella”. Nebrod o Zoroastro, en virtud de sus artes mágicas consiguió el reino que tanto apetecía. Pues obligó a la estrella que en aquel momento regía el mundo a darle el reino que entonces poseía el malvado. Origen del culto de los héroes Fue entonces cuando el malvado, como era príncipe y tenía la potestad sobre el que lo había obligado, derramó con ira el fuego del reino. El Pseudo Clemente narra los detalles de su origen estelar y del principio del culto a los héroes. Éste es su relato: “Por aquel rayo que cayó del cielo a la tierra, destruido el mago Nebrod, fue denominado Zoroastro por el suceso que ocurrió, el flujo viviente de la estrella que cayó sobre él” (Hom IX 5,1). La necedad de los hombres de aquella época interpretó los hechos como si su alma hubiera sido reclamada por un rayo a causa de su profunda amistad con Dios. Tomaron su cuerpo, le dieron honorable sepultura y le edificaron un templo en el lugar donde había caído el fuego. Por ese motivo veneraron a Zoroastro como a un dios. Así empezó en Persia el culto de los héroes. Pues todo aquel que moría herido por un rayo era considerado como amigo de Dios, que lo había señalado como digno de veneración. En consecuencia, recibía honores divinos, se le edificaba un sepulcro y se le erigían estatuas con sus rasgos humanos. Esta costumbre se extendió con la concesión de los mismos honores a otros que no habían muerto por rayos, pero que recibían tales honores en razón de su amistad con hombres importantes. Pasado largo tiempo, la figura de aquellos héroes se transformó hasta el punto de que fueron considerados como dioses y como tales venerados. Culto al fuego “Los persas fueron los primeros que, tomando ascuas del rayo caído del cielo, las guardaron para su comida doméstica. Y apreciando el fuego del cielo como a un dios, al ser los primeros que lo adoraron, fueron los primeros honrados con el reino por el mismo fuego” (Hom IX 6,1). El flujo de la estrella que dio origen a Zoroastro (Nebrod) tuvo una transcendencia en la cultura de los persas y otros pueblos afines. Es el caso de los babilonios, que robaron en Persia ascuas de fuego, las guardaron para su uso y las adoraron. Por la lógica de su cultura, reinaron también ellos. Otro tanto sucedió con los egipcios, que realizaron las mismas prácticas y denominaron al fuego con el nombre de Fthae, que fue interpretado como Hefesto, con cuyo nombre fue designado el primero de sus reyes. Tras el nombre de Hefesto hay en el códice O un espacio vacío de ocho letras, que suele ser interpretado o rellenado con el nombre de Osiris. Cultos orgiásticos En todos estos pueblos se desarrollaron cultos orgiásticos alrededor de las estatuas según los criterios de los magos, que buscaban razones para mantener sometidos a los devotos. En efecto, construían templos con ceremonias mágicas, se fijaron fiestas a base de sacrificios, libaciones, música de flautas y aplausos. Se trataba de orgías sagradas fomentadas por intereses materiales. El Pseudo Clemente concluye su descripción con unas palabras deletéreas. Esas prácticas llegaron hasta una reacción maximalista, como para “preferir el error, por su aspecto complaciente, a la verdad”. Los buenos cristianos conocían los caminos de la verdad que los conducirían a la salvación. Pero la magia sembraba entre ellos la confusión y el error. Las músicas, los gritos de júbilo motivados por la embriaguez de los descarriados, se sobreponían a la sencillez de la verdad. El alma, como desde la profundidad de los sueños, proclamaba el futuro castigo por tales prácticas aberrantes. La verdadera religión como solución al error Después de presentar los variados ejemplos de perversas conductas humanas, el autor recurre al modelo de la religión, que es la riqueza del pueblo hebreo y la herencia de los antepasados. Aunque son muchas las formas de religión, “aquí estamos como buenos comerciantes para presentaros la forma que nos han transmitido y conservado nuestros padres” (Hom IX 8,1). Frente a ella, hay dos opciones, el aceptarla para ahuyentar a los demonios y las enfermedades que provocan, o rechazarla y perderse en los laberintos del error y las tinieblas. Pero viviendo según sus criterios, disfrutaréis para siempre de los bienes futuros. Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro b[
Lunes, 27 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Ayer no pude cumplir con mi promesa de añadir algo a la publicación del viernes, ya que fui un día en extremo complicado. Lo hago hoy. La novela aporta algunas claves para entender el mosaico israelí del siglo I, pues presenta una serie de figuras que ayudan a comprender el Israel de aquel tiempo. Una de ella es Salomé, la hermana de Herodes el Grande que sabe manejarse muy bien en una familia que era una jauría de fieras cuyos miembros son incapaces de vivir sin matarse unos a otros. Pero la misma Salomé es una muestra a pequeña escala de un país parecido a un peligroso avispero en el que hasta los hermanos se pelean entre sí como lobos hambrientos ante la comida. Otros son personajes judíos, celosos guardianes de sus tradiciones y de su religión, a los que consideran la única verdadera. Consideran que Dios ha elegido al judío como pueblo singular, como su pueblo. Llevan sus leyes grabadas en el alma desde que tienen uso de razón, y son capaces de morir antes que renunciar a sus tradiciones. Estas ideas profesadas por la mayoría del pueblo de Israel desempeña un gran papel en la suerte de una de las mujeres que interviene en la trama, Rut, una judía seguidora de Jesús, mujer del jefe de policía de Antipas, un griego de nacimiento, que es el que organiza su muerte. El conflicto es imponente y sirve de espejo para el enfrentamiento del judaísmo con las ideas helenizantes desde la época de los Macabeos. Los judíos aparecen, como es natural, divididos en sus varios grupos: fariseos, saduceos y esenios, e intervienen también en la trama de la historia general. Los fariseos, pequeños comerciantes y modestos campesinos que observan estrictamente la ley de Moisés, son en pequeña escala defensores de Jesús, mientras que los saduceos, sobre todo los sacerdotes del Templo que se encuentran en sus filas se cuentan entre los más acérrimos enemigos de Juan Bautista y de Jesús, a la vez que apoyan a los romanos. El mosaico israelí parece en ocasiones una jaula de grillos en la que todos son enemigos entre sí. Pero la novela dosifica espléndidamente los momentos de tensión, a veces revolucionaria, con la trama de las actuaciones entre los personajes, una trama en la que no todo es perfidia y traiciones, sino que tiene igualmente tres historias de amor que jalonan un mosaico de acciones que se desarrollan a una buena velocidad, no permitiendo en ningún momento que decaiga el interés y la intriga por lo que a suceder, aunque en el caso de Juan Bautista y de Jesús sea un final previsible… Pero no todo él, y menos la peripecia final de todos los intervinientes en ese trágico final, al menos en apariencia. Nos han hecho bastantes entrevistas y hay una pregunta en las que coinciden básicamente los entrevistadores que es en preguntarnos sobre la experiencia de “escribir una novela a cuatro manos”. Y siempre hemos respondido que ha sido una experiencia estupenda y fácil, si se trabaja sobre una base previa y si en general se aceptan las propuestas del otro, nacidas siempre de un buen entendimiento de base Otras preguntas formuladas son las siguientes, muchas por escrito, y que no vamos a responder aquí (saldrán por ejemplo, en las Revistas o Publicaciones como “Enigmas” y “Culturamas”. Aquí las transcribo porque me parece una manera objetiva de mostrar el interés que ha suscitado la novela, sin meterme yo mismo en valoraciones personales, pues al ser entonces juez y parte no puedo ser objetivo: 1 El Trono maldito presenta a Jesús de Nazaret como un revolucionario que solivianta con sus sermones al pueblo judío. ¿Qué parte de real hay en el personaje de la novela? ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de mito en el Jesús que nos presenta la religión? 2. Os adentráis en un periodo clave en la historia de la humanidad, en el que la historia cambia para siempre. ¿Qué es lo que tuvo este breve periodo histórico para causar tales transformaciones? 3. ¿Qué cosas creéis que quedan sin saber de Jesús de Nazaret? En una época como la de hoy, con la democracia informativa que facilita Internet, ¿consideráis que la Iglesia puede haber perdido parte del poder para evitar que salgan a la luz datos sobre su figura que puedan ser contraproducentes para la institución? 4. ¿Qué se va a encontrar el lector en la novela diferente a tantas otras relacionadas con un periodo histórico como el que tratáis? 5. ¿Cómo surgió el binomio Corral/Piñero para trabajar en esta novela? ¿Qué tal ha sido la experiencia? 6. Novela de gran realismo en la recreación tanto de la época como de los usos y costumbres (incluso los menos conocidos). ¿Era el objetivo de una novela histórica tan ambiciosa como esta? ¿Rigor histórico por encima de todo? 7. En la novela aparecen recreados momentos que son ya conocidos de la Biblia. ¿Resulta difícil observarlos desde otro prisma que permita quizás nuevas e interesantes aportaciones históricas? 8. Época de grandes crisis políticas, territoriales, religiosas... ¿Qué les atrajo de ella para decidirse a escribir El trono maldito? 9. ¿Por qué está maldito el trono de Israel? ¿Castigo divino? 10. Novela donde los personajes tienen gran fuerza y entidad, pero ¿tuvieron que recurrir a algún personaje ficticio para completar la trama? ¿Dónde podría marcarse la línea que separa la realidad de lo puramente ficticio? 11. El lector puede contemplar cómo se produce la desintegración de un país como Israel. Algo que ya se ha ido ratificando a lo largo de la historia. ¿Errores, crisis y desequilibrios que se repiten con los siglos? 12. Me da la impresión de que en este libro no sale muy bien parado el pueblo judío. 13. Tras la muerte de Juan Bautista, solo la llegada de Jesús como salvador del pueblo judío revuelve las conciencias ciudadanas. ¿Cómo llegó a tener tanta fuerza su palabra? 14. Imagino una ardua labor de documentación. ¿Cómo ha sido el proceso? 15. ¿Se está convirtiendo la novela histórica en el género “bestseller” por excelencia? ¿Qué autores podrían destacarse? 16.- ¿Nuevos proyectos literarios a corto plazo? Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 26 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Han pasado ya unos días desde que Planeta publicó la novela (histórica) que hemos escrito conjuntamente José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Zaragoza y yo. Y creo que es el momento de anunciarlo oficialmente aquí, aunque hace tiempo que se filtró la foto de la cubierta del libro. Yo hice, hace como mínimo 13 años, una suerte de continuación de mi novela “La Puerta de Damasco”, que en su tercera edición a cargo de la Editorial Esquilo, pasó a llamarse “Herodes el Grande”. Esta segunda parte constaba de casi 400 folios. Pero estaban redactados a prisa y yo quedé descontento de mi propio trabajo. Consideré que era un buen relato, pero no una novela, que es algo más serio y también distinto. Por falta de tiempo físico y psicológico, y por consciencia plena de mis limitaciones como escritor de novela (es buena cosa ser consciente de los propios límites)…, y lo guardé en un cajón ¡durante 13 años! Hasta que encontré a J. L. Corral. Con el tiempo nos hicimos amigos, le envié el manuscrito y le pregunté (dada su inmensa experiencia, talento y técnica: lleva escritas 19 novelas contando esta) si podía hacer algo con mi texto. Al cabo de uno 20 días me contestó y me dijo: “Hay materia para un gran novelón!” (sic). Él la propuso a Planeta, y con nuestras dos firmas y el título, más la explicación de la trama, Planeta nos envió el contrato y un adelanto monetario, lo cual suponía que ellos, con su experiencia también, creían en la idea. Luego durante casi dos años, J. L. Corral reescribió, o corrigió mi texto, y me lo iba enviando por capítulos. Yo a mi vez, lo releía y proponía en rojo más correcciones o ideas nuevas. Y así, en idas y vueltas, dimos como mínimo cinco repasos a mi texto, de modo que quedó en un manuscrito de unos 800 folios, que luego ha quedado reducido a 560 pp. de un formato y letra agradables y no demasiado grande. Y como me es violento hacer la apología de mi propio trabajo he pensado que les voy a transcribir parte del “dossier” que en la misma Editorial han confeccionado como resumen para la prensa. Creo que está bien hecho, y que ofrece una excelente idea de lo que es y pretende esa novela. Eliminaré algunas partes y añadiré algunas ideas EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LA NOVELA EL TRONO MALDITO arranca en el año 4 a. C., a la muerte de Herodes I El Grande, rey de Israel, y acaba poco después de la muerte del emperador Calígula, en el reinado de su sucesor Claudio, mediado el siglo I. En ese momento empieza a consolidarse el cristianismo, la nueva religión fundada por los seguidores de Jesús de Nazaret. Durante ese medio siglo, el Imperio romano alcanza sus “fronteras naturales” (establecidas en los ríos Rin, Danubio y Éufrates y el desierto del Sáhara). Para ello, conquista y pacifica diversos territorios, entre los que figura Israel, uno de los más conflictivos ya que su relación con Roma atraviesa, en ese periodo, momentos muy complicados: los judíos sostienen continuas acciones de guerrilla contra Roma y llevan a cabo diversos alzamientos contra su poderío, que terminan en atroces baños de sangre. Además, entre los años 4 a. C. y 45 d. C., a los movimientos políticos independentistas de los judíos se suman varios pronunciamientos religiosos que proclaman la venida del reino de Dios. Diversos profetas, algunos calificados como Mesías, predican por tierras palestinas. Uno de esos predicadores es Juan el Bautista, a quien, tras su muerte a manos de Antipas, sucede su discípulo Jesús, un judío natural de la aldea de Nazaret. La vida de Jesús transcurre durante el reinado de los emperadores Augusto y Tiberio, quienes sostienen una compleja y complicada relación política con los sucesores de Herodes el Grande, un linaje de príncipes que luchan entre ellos por hacerse con el poder sobre todo Israel. LA NOVELA En este apasionante momento histórico, clave para la humanidad, transcurre la acción de EL TRONO MALDITO, novela fiel a la realidad de ese momento, que muestra la complejidad de una situación política y social un tanto singular. Al abrirla, el lector se encuentra con una trama apasionante, repleta de intrigas, traiciones, venganzas, amores imposibles y bajas pasiones, en un relato de gran intensidad que muestra, más allá de la pura anécdota, cómo era la sociedad de la época. Así, en sus páginas se asiste a la construcción de nuevas ciudades (Tiberiades), se celebran fiestas religiosas (la Pascua) o se degustan los más exóticos y deliciosos manjares en los fastuosos banquetes servidos en los palacios de los aspirantes al trono de Israel. Además, el lector participa de momentos míticos como el famoso baile de Salomé que costó la cabeza a Juan el Bautista, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, la expulsión de los mercaderes del Templo o la muerte de Tiberio y la proclamación de Calígula como emperador. Gracias a un extraordinario y preciso manejo del lenguaje, José Luis Corral y Antonio Piñero convierten la historia con mayúscula en un relato vivo que atrapa desde la primera frase. Es más, los autores consiguen que el lector sienta que está viviendo in situ cada una de las escenas que se cuentan, porque esta es una novela muy visual, gracias a sus certeras descripciones de paisajes y personajes. Los hechos que se narran están apoyados en una exhaustiva investigación, durante la cual Corral y Piñero han consultado obras de referencia escritas en la época, como Guerra de los judíos, de Favio Josefo; Historia romana, de Dión Casio; Cartas, de Plinio el Joven; Vidas de los doce césares, de Suetonio; Historia de Roma desde su fundación, de Tito Livio, y, por supuesto, los Evangelios y el Nuevo Testamento. Además, para ayudar al lector a situarse en el entorno histórico, el libro cuenta con mapas, árboles genealógicos de sus principales protagonistas y un apéndice cronológico con los hechos más destacados de ese medio siglo. Si los hechos que narra EL TRONO MALDITO son apasionantes, mucho más lo son los personajes que transitan por sus páginas. Desde el difunto Herodes El Grande, cuya presencia está latente en toda la novela, hasta sus hijos Arquelao, Antipas y Filipo; desde los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula, hasta los sacerdotes Anás y Caifás; desde Salomé y Livia, mujeres influyentes en la política de su tiempo, hasta Glafira, Herodías o Rut, féminas que hacen perder la cabeza a los poderosos; desde los espías de Hipódamo, a los muchos agitadores y revolucionarios que luchaban por ver a Israel libre del dominio romano; desde procuradores y legados romanos hambrientos de dinero, como Sabino o Poncio Pilato, a profetas como Juan el Bautista y Jesús de Nazaret; desde personajes corruptos y egoístas como Julio Agripa a prudentes consejeros como Nicolás de Damasco. Todos, en mayor o menor medida, protagonizan las diversas tramas que conforman el hilo conductor de esta novela. LA TRAMA EL TRONO MALDITO es una novela de grandes momentos y apasionantes protagonistas. Pero también de tramas que atrapan desde el comienzo la atención del lector. Por debajo de la historia principal, que es la lucha enconada por el trono vacante de Israel que mantienen los hijos del difunto Herodes, subyacen otras muchas: las bajas pasiones desatadas del etnarca Arquelao; el amor imposible entre el griego Hipódamo y la judía Rut; las frágiles relaciones entre el Imperio Romano y sus vecinos orientales, como los nabateos; la desesperación de Antipas y su mujer Herodías por conseguir el ansiado trono de los judíos… Todas funcionan como las teselas de un mosaico. Y como trasfondo, un pueblo que en muy diversos momentos se levanta contra sus dirigentes en quienes personifican el poder de Roma. Y hay otros momentos en los que se enfrentan directamente a los romanos con no demasiada fortuna. A la muerte de Herodes, su hermana Salomé es la depositaria de la última voluntad del rey de los judíos, que ha decidido que su sucesor en el trono de Judea sea su hijo Arquelao. Esta decisión, que tiene que ser ratificada por el emperador Augusto, no complace a Salomé, que prefiere que sea Antipas, hermano menor del designado, el que ocupe el trono vacante. Y aquí tenemos ya el primer gran choque que da origen a múltiples peripecias. Sin embargo, más que renunciar al control de una parte de sus dominios, lo que realmente desea Augusto es convertir a Israel en una provincia más, sin ningún tipo de privilegio que acarree comparaciones que sirvan de excusa para romper la unidad del Imperio y la aplicación del Derecho Romano. Sabe que eso traería consigo la desestabilización de una zona conflictiva. Más adelante, y ante la tensión que se genera entre Arquelao y Antipas, Augusto vuelve a convocar a los judíos para transmitirles su decisión Dios no nombrar rey de todo Israel a ninguno de los dos. Con esta decisión, Augusto deja claro que no confía en los hijos de su antiguo amigo. El trono real queda vacante, lo que parece confirmar la suposición de que está maldito. Además, acrecienta el odio que Arquelao siente hacia su hermano, pero no puede hacer nada contra él, salvo dejar pasar el tiempo y vigilar las posibles conspiraciones que hagan peligrar su puesto. Para esta misión, contará con la ayuda de Hipódamo, un joven de origen griego, al que nombra jefe de la Policía. El tiempo va pasando. Arquelao endurece su forma de gobernar y provoca la indignación de su pueblo por su lujuria, su lascivia y sus constantes escándalos. Cada vez son más las voces en contra de Arquealo que piden en Roma que acaben con él. Augusto decide actuar contra ese pernicioso gobierno, convoca a Roma a Arquelao y le comunica que queda confinado “en una aldea cerca de la ciudad de Viena de las Galias (…) todos tus bienes son confiscados y pasan a formar parte de la Hacienda imperial… A partir de este mismo momento, las regiones de Judea, Samaria e Idumea pasan a ser una provincia bajo administración directa del Imperio. Augusto muere sin resolver el problema del trono de Israel. Al frente del Imperio le sucede Tiberio, amigo personal de Antipas Antipas continúa esperando que lo nombren rey, pero las cosas no son fáciles. Es este momento cuando aparece en escena Juan Bautista y se enfrenta a Antipas… con el resultado que es conocido. Tras la muerte de El Bautista a manos de Antipas, Jesús se queda como única cabeza del movimiento que proclama la inminente llegada del reino de los cielos. El número de sus seguidores no para de crecer. Allá donde va, la gente se reúne para escuchar sus palabras, lo que inquieta a Antipas. No quieren tomar una decisión sobre ese hombre y dejarán que sea Poncio Pilato, el gobernador romano de Judea y Samaria nombrado por Tiberio, quien tome la decisión de atajar los disturbios y conflictos ocasionados por Jesús y sus seguidores. Para ello, contará con la ayuda de Caifás, el sumo sacerdote del Templo de Jerusalén, y su suegro, el poderoso Anás. Jesús no es el protagonista de esta novela –lo son otros y entre ellos algunas mujeres que tienen un papel muy destacado— pero sus momentos finales son interesantes para el propósito de la novela. Aquí los autores relatan escenas de su prendimiento, juico y muerte, que han sido tratados muchas veces en las novelas y el cine, por lo que estos episodios son tratados con cuidado, y creemos con mucha habilidad. Aunque la muerte de Jesús causa alegría a Antipas, este siente que tiene otro problema frente a él: la actitud de su cuñado Julio Agripa, cuyas andanzas en Roma preocupan al tetrarca de Galilea y Perea. Ocioso, despreocupado, con ganas de vivir, Agripa se entrega a una vida de lujo y dilapidación. Gran derrochador, se verá obligado a huir de Roma a causa de sus deudas. Herodías acoge a su hermano y su esposa, pero también tendrá que marcharse de Tiberiades por su mala relación con Antipas. Tras varios engaños y huidas desesperadas, Agripa vuelve a Roma y retoma sus antiguas relaciones con Calígula, hijo de Germánico, que sucederá a Tiberio al frente del Imperio. Una de las primeras decisiones que tendrá que tomar Calígula será la resolución del trono de Israel, todavía vacante como si pesara sobre él una maldición. Como ser divino, Calígula querrá sorprender a todos. Así, escribe una carta al Senado proponiendo que el ilustre y noble Julio Agripa reciba la tetrarquía de las regiones orientales de Batanea y Gaulanítide, para que las gobierne con el título de rey, ¡Julio Agripa, rey de los judíos con el nombre de Herodes Agripa I! En Israel, esta decisión es bien acogida y creen que la llegada del rey Herodes Agripa a las regiones vecinas va a traer una época de próspera felicidad, pero nada más lejos de la realidad. Antipas, el eterno aspirante al trono de Israel, desea vivir sus últimos años en paz, mientras que Herodías, envidiosa de la suerte de su hermano, insta a su marido a luchar por sus derechos a la corona. Finalmente, en un desenlace que creemos apasionante, la trama muestra cómo todos los que habían participado en los asesinatos de Juan Bautista y Jesús van recibiendo su propio merecido. De entre todos los protagonistas, primarios y secundarios, se salva una bella mujer, cuyo destino final emocionará sin duda a los lectores. Después de tantos sucesos, aventuras, tantas perfidias, traiciones y peripecias, el final de la novela introduce un estado de calma y de serenidad con una perspectiva gozosa para los seguidores de Jesús, el gran perseguido de la trama. El próximo día añadiré algunas claves que la novela “El Trono maldito” ofrece para entender la complicada vida de algunos israelitas en el siglo I, y algunas respuestas a preguntas que nos han formulado en diversas entrevistas. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid w ww.antoniopinero.com
Viernes, 24 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Pregunta: Doctor, mi planteo es en base al libro Los misterios de Jesús. El origen oculto de la religión cristiana de los autores Timothy Freke y Peter Gandy (1999). El libro plantea la hipótesis Cristianismo gnóstico fue el primer y auténtico Cristianismo en surgir y que los demás Cristianismos fueron posteriores a éste. En cuanto a sus estudios, Ud. sostiene que en un principio no hubo un Cristianismo homogéneo, sino que hubieron varios grupos cristianos y que de todos ellos los más destacados fueron tres: los judeocristianos, los paulinos y los gnósticos. Mis preguntas son las siguientes: a- ¿Podría decir cuál de estos grupos puede considerarse el primero en surgir? b- ¿Cómo consideraban los cristianos gnósticos al personaje de Jesús? ¿Cómo un personaje real e histórico o como uno mítico? Respuesta: 1. No he leído ese libro. En principio, respondo que no conozco ningún investigador serio que proponga esa hipótesis. Por múltiples razones, pero ante todo porque el cristianismo gnóstico presupone al menos como texto el Evangelio de Juan. Y cuando surge este evangelio hacia el 95-100 d.C. ya tenía el judeocristianismo una buena andadura. 2 El primero en surgir es el judeocristianismo, es decir, los seguidores judíos de Jesús en Jerusalén y en Galilea. Al principio, en lo único que se diferenciaban de los demás judíos es en el hecho de creer que el mesías era Jesús, que había llegado ya, que había resucitado, que estaba sentado a la diestra de Dios y que vendía pronto para instaurar el reino de Dios en la tierra Dios Israel´. El texto más claro al respecto es Hechos 2,44-47: “Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno. 46 Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. 47 Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar”. 3. Los gnósticos consideraban a Jesús como un personaje histórico, pero con dos facetas: el Jesús “carnal” ( para muchos su carne era puramente apariencias = docetas), cuya doctrina era poco elevada y valía para los miembros normales de la Iglesia (los psíquicos, que sólo tenían alma, cuero, pero no espíritu) y otro Jesús espiritual, el pleno revelador, cuya doctrina era sólo accesible a los gnósticos por revelación. Pregunta: Me gustaría saber si hay algún indicio de algún manuscrito nuevo ya sea nombrado por habladurías popular o por un hallazgo reciente? Respuesta: Ahora mismo, no hay más manuscrito “nuevo” que el llamado Papiro de la Mujer de Jesús, cuya traducción y breve comentario propaló la Profesora Karen King de la Univ. De Harvard y que yo creo que es falso. En octubre del 2012 la prensa publicó la noticia del hallazgo de un papiro, del tamaño de una tarjeta de visita, presuntamente del siglo IV d.C., escrito en copto. Había sido entregado por su comprador a la Profesora Karen L. King, de la Universidad de Harvard que lo estudió y lo difundió. La traducción al español es la siguiente: 1. “Mi madre me ha dado la vida... 2. los discípulos dijeron a Jesús... negó. 3. María es digna de eso... 4. Jesús les dijo: Mi mujer... 5. podrá ser mi discípula. 6. Que los malvados revienten... 7. En lo que me concierne, permaneceré con ella por... una imagen…”. K. King le ha dado el nombre de “Evangelio de la mujer de Jesús”, aunque afirma que se trata de algo puramente práctico y utilitario. En el texto se lee ciertamente en boca de Jesús “Mi mujer”. Pero ¿cómo hay que entenderlo? En principio como mi discípula ideal al igual que Salomé o María Magdalena. Es posible además que el papiro sea falso. No el soporte papiráceo en sí, sino el texto copiado en él. Puede deducirse tanto por el contenido como por la tinta, que parece en todo caso más moderna que el papiro. Segundo: el texto parece haber sido elaborado a partir de piezas, palabras o frases, tomadas del Evangelio de Tomás, copto, dichos 101 y 114. Esta dependencia es prácticamente segura. Tercero: el fragmento aparece como fragmentario, ¡pero sus cortes de línea coinciden curiosamente con la edición impresa del Evangelio de Tomás! Además, aunque fuera genuino, el papiro nada aporta al conocimiento del Jesús histórico, porque lo que dice es ya muy conocido. Pregunta: ¿Tuvo Jesús hermanos? Respuesta: Esta pregunta me ha han hecho muchas veces. Le resumo mis ideas utilizando mi respuesta de mi libro “Ciudadano Jesús”, de Editorial Atanor, Madrid, 2012: El evangelista Mateo, defensor de la virginidad de María antes del parto, parece indicar que la madre de Jesús tuvo una vida marital normal al menos después del nacimiento de su primogénito: "Y no la conoció hasta el día en que ella dio a luz..." (1,25). A pesar de los esfuerzos de algunos exegetas por ofrecer una traducción diferente --" y sin haberla conocido dio a luz...", basándose en un pretendido trasfondo arameo de la frase griega--, la versión normal del texto es la que acabamos de presentar. Mt 12,46; 13,55 y Mc 3,31-35 aluden con normalidad a los hermanos de Jesús, e incluso citan sus nombres: Santiago, José, Simón y Judas, y al menos dos hermanas, aunque sin dar sus nombres. En los evangelios, todos compuestos originalmente en griego, se emplea el vocablo adelphós, que significa siempre "hermano carnal" para referirse a los hermanos de Jesús; si hubieran pretendido sus autores expresar "primo" o "pariente" tenían a su disposición otras palabras (anepsiós, por ejemplo), que no hubieran inducido a una innecesaria confusión a sus lectores griegos. La primitiva iglesia de Jerusalén fue gobernada en sus primeros años por un “hermano del Señor”, Santiago, sin que nadie entendiera este parentesco de un modo analógico ni sintiera la necesidad de precisar que no era un verdadero hermano, sino un "primo" o "pariente". Pablo habla tranquilamente del “hermano del Señor” en Gálatas 1,19 y 1 Corintios 9,5 pregunta: “¿No tengo derecho a llevar conmigo (como mujer) a una hermana en la fe lo mismo que los otros apóstoles, los hermanos del Señor y Pedro?”. Saludos cordiales.
Jueves, 23 de Octubre 2014
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Pregunta: Ud. afirma que hay dos tradiciones sobre la sepultura de Jesús, a saber: la de la tumba rica de José de Arimatea y la de la fosa común junto a malhechores arrojado por esbirros. La segunda debe estar en Hechos, pero no consigo encontrarla. Ruego me dé la cita de la versión bíblica donde queda patente, o me la transcriba, y, si lo tiene a bien, añada algún comentario. Gracias. Respuesta: Se trata del discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia Hch 13,27-31, espec. 29. La deducción es que si Hch dice que lo bajaron la autoridades judías enemigas de Jesús, y si este fue condenado por los romanos como sedicioso contra el Imperio, no lo iban a poner en un sepulcro honroso, sino en un común, el que había en Jerusalén para malhechores, del mismo modo que había otro terreno para enterrar a peregrinos que morían en las fiestas. El que Lucas diga “sepulcro” (griego mnemeion) no es más que un embellecimiento de una tradición molesta. Pregunta: Quisiera hacerle una pregunta en relación a la región de Galacia. Por un lado encuentro los historiadores cristianos que hablan de Galacia y los Gálatas, ubicándolos por territorio turco más o menos, y luego encuentro otra línea de historiadores que no hablan de Galacia, sino de las Galias. Personalmente entiendo que Pablo como judío, escribe a una o varias congregaciones de Galacia, pero que esta transliteración de la palabra Galacia, no es correcta, tiene otro significado que en hebreo cobra total sentido. Independientemente de esto, mi pregunta es ¿ Realmente a la luz de la historia, existió la región de Galacia y los Gálatas, o más bien eran las Galias que posteriormente en el cristianismo fue derivando, como otras tantas palabras, a lo que hoy conocemos como Galacia/Galatia? Respuesta: La confusión de Galias con Galacia no está en ningún libro o comentario serio que yo conozca de la Carta a lo gálatas o del Nuevo Testamento en general. Supone en el que la defiende la asunción de la teoría de Francesco Carotta de los Evangelios como transposición diegética. Una posible solución a la aporía de si existió Jesús realmente. Publiqué un resumen de su tesis en el libro “¿Existió Jesús realmente? El Jesús de la historia a debate, de Edit. Raíces, Madrid, 2011, porque era muy moderna y quería dar cabida a cuantas teorías pudiera en el libro. Carotta sostiene que Jesús existió quizás, pero lo que sabemos de él no es real, sino una copia de textos sagrados egipcios y romanos y la adaptación en los Evangelio de la biografía de Julio César traanspuesta a Jesús, un osuro rabino gallileo. La tesis de F. Carotta sobre la transposición diegética me parece uno de los ejercicios de ingenio más notables que he tenido ocasión de leer últimamente acerca del problema de la historicidad de Jesús. Pero una vez concedido este extremo, la hipótesis me parece en absoluto «antieconómica», es decir, es mucho más complicada que la explicación contraria: la de la existencia historia de un Jesús judío que luego es repensado e interpretado por sus seguidores, hasta llegar a su divinización. Este proceso se realiza dentro de un marco general de la acomodación de su figura, un mesías judío, a la de un salvador universal que encajaba a la perfección con las demandas de innumerables gentes en el Imperio Romano. La tesis de Carotta, por el contrario, explica lo «obscuro por lo más obscuro», supone acumular hipótesis sobre hipótesis, efectúa comparaciones de términos fuera de contexto algunas de ellas «traídas por los pelos», de modo que forma un conjunto perfectamente inverosímil como explicación de la existencia de Jesús como figura literaria. En los primeros tiempos de expresión de su tesis, Carotta llegó a sostener tímidamente que el autor de la «transposición exegética» habría sido Flavio Josefo. Con el paso del tiempo, esta postura se ha modificado postulando que el autor de ella fue el evangelista a quien llamamos Marcos, que tuvo delante la historia—biografía de César, hoy perdida, de Asinio Polión. El mero hecho de no poder hoy día contrastar los Evangelios con esa pretendida fuente hace de la hipótesis de Carotta una suposición inverificable, con lo que pierde su valor. Una vez establecido esto, lo único que se discute en la investigación seria es quiénes eran exactamente los “gálatas”. Pienso, con la casi totalidad de los investigdores que eran celtas (ambos nombres son de la misma raíz, con una variante de pronunciación: “kel/kal”; de ahí “gal” = galos y gálatas), oriundos de las Galias, que habían emigrado en el siglo IV a.C. y se habían asentado primero en los Balcanes y luego en el centro-norte de Asia Menor, la actual Turquía; Ancira, hoy Ánkara, era ya su capital hacia el 280 a.C. Cuando Pablo visita la región en donde habitaban estos antiguos emigrantes, más de 300 años después de su asentamiento, encuentra a unos gálatas totalmente helenizados. Esta región de Galacia, junta con otras zonas de Asia Menor --cada una con su propio nombre, y que albergaban etnias distintas, a veces con lenguajes diferentes-- como Pisidia, Licaonia, Frigia, Paflagonia, etc. formaban desde el 25 a.C., fecha de la muerte de su último rey, una provincia romana. Dado que esta provincia estaba constituida por pueblos tan diversos, los investigadores han discutido desde hace siglos si la Carta a los gálatas iba dirigida a gentes de esta etnia concreta, los gálatas estrictos, y solo a ellos (que residían en el norte de la provincia), o bien al conjunto de habitantes que formaban esa provincia romana (pisidios, licaonios, paflagonios, etc.). En efecto, la duda puede surgir porque Pablo había estado en Pisidia en su “primer viaje misionero”, según Hechos 13,13-14: Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron a Perge de Panfilia […] Tras pasar por Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia, etc. Lo más probable –según se opina recientemente por la investigación-- es que la Carta no fuera dirigida a los gálatas estrictos, del norte, sino a los habitantes de la provincia en general, de modo especial a los del sur: del mismo modo que Pablo utiliza el griego éthne, “naciones” / “gentiles” de un modo amplio, igualmente pudo utilizar “gálatas”, a pesar de que es difícil de creer que Pablo pudiera increpar a sus lectores pisidios o licaonios, etc. con la expresión “¡Oh insensatos gálatas”! (3,1). En la zona sureña consta que había comunidades judías, pero en el norte no, y lo normal es que una nueva comunidad paulina surgiera cerca de una sinagoga. De cualquier modo la determinación exacta de los destinatarios --si estaban en el norte o en el sur de la provincia de Galacia-- tiene poca o ninguna trascendencia para comprender la carta en sí. Pregunta: En momentos de lucidez (creo) tengo pensamientos como este, ¿Qué opina usted al respecto? Yo soy Yavhé, y no hay otro más; yo enciendo la luz y creo las tinieblas, yo hago la felicidad y provoco la desgracia, yo Yavhé, soy el que hace todo esto. Isaías Cap 45 Ver. 7 Tengo piedad de quien quiero, y doy mi preferencia a quien quiero dar. Éxodo Cap 33 Ver 20 Pasajes como este demuestran que la Biblia no es inspiración divina, un Dios de amor como llaman al Dios del cristianismo, no es capaz de dar sentencias así, eso es producto del pueril raciocinio del ser humano, el Dios que leemos en estos pasajes es cruel, egoísta y mezquino como lo es el ser humano, pero ¿por qué Dios tiene sentimientos tan frívolos, tan humanos? Simple y sencillamente por que los Dioses son producto de la imaginación humana, y aun que los dotamos de poderes sobre humanos, los dotamos de sentimientos tan humanos como la venganza, así vemos pues que Dios dice en Romano Cap. 12 Ver. 19 Mía es la venganza. Dios no es otra cosa sino el lado oscuro y la ignorancia del ser humano. Respuesta: Mi respuesta es que estoy bastante de acuerdo en líneas generales con lo que Usted dice, y que siempre he defndido que la revelación divina es prácticamente imposible si se entiende a Dios seriamente como esencialmente el Otro, por tanto incomunicable. Y también he defendido que la teología en general del Antiguo Testamento y la cristiana también, considerada como un fenómeno ideológico-social, no escapa a la férrea ley natural de que su génesis y desarrollo dependen del entorno en el que vio la luz. Esta idea fue expuesta por vez primera en el pensamiento occidental por Jenófanes de Colofón (hacia 570- 468 a.C.), en el contexto de una acerba crítica del politeísmo, en su poema Sobre la naturaleza, conservado fragmentariamente por Clemente de Alejandría en sus Stromata V 109,2-3; VII 22,1: Pero los mortales se imaginan que los dioses han nacido y que tienen vestido, voz y figura humana como ellos. Los etíopes dicen que sus dioses son chatos y negros; y los tracios, que tienen los ojos azules y el pelo rubio. Si los bueyes, los caballos y los leones tuvieran manos y fueran capaces de pintar como los humanos, los caballos dibujarían las imágenes de sus dioses semejantes a las de los caballos, y los bueyes semejantes a las de los bueyes, y harían sus cuerpos tal como cada uno tiene el suyo (G. S. Kirk – J. E. Raven, Los filósofos presocráticos. Gredos, Madrid 1969, 241). Quiso con ello decir Jenófanes que “son los hombres los que crean a los dioses y no los dioses a los hombres”. En consecuencia, el pensamiento teológico del Antiguo Testamento y del cristianismo primitivo estuvo naturalmente condicionado por las concepciones y la cosmovisión de su tiempo, en concreto por unas ideas de Dios y del mundo veterotestamentarias que a su vez reflejaban en líneas generales la concepción del universo de los asirios y babilonios. Saludos cordiales
Miércoles, 22 de Octubre 2014
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Editado por
Antonio Piñero
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Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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