CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Pregunta:

Quisiéramos conocer su opinión sobre de la tesis del profesor O´Callaghan acerca de la identificación del papiro 7Q5, encontrado en la cueva 7 de Qumran. Mantiene la idea de que dicho fragmento corresponde al evangelio de Marcos (Mc 1,2-3). De ser cierta esta identificación, ¿habría que datar la redacción de Marcos antes del año 50?. No sabemos la fiabilidad del aparato estadístico que acompaña dicha propuesta.

Respuesta:


Hoy día parece ya resuelta una cuestión científica de importancia suscitada en 1972. En este año José O’Callaghan, jesuita español ya fallecido, profesor entonces del Instituto Bíblico de Roma, creyó poder demostrar que algunas obras neotestamentarias habían sido copiadas en Qumrán. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en la revista Biblica, órgano de ese mismo Instituto. Sobre todo llamó la atención del mundo científico la hipótesis de O’Callaghan de que en la cueva VII de Qumrán (7Q) se podría haber encontrado un fragmento (el número 5, de ahí 7Q5) del Evangelio de Marcos, en concreto 6,52-53. Afirmaba también que en la misma cueva se habían hallado restos de copias de otros libros del Nuevo Testamento: Hechos de los Apóstoles, Romanos, 1 Timoteo, Epístola de Santiago.

La hipótesis fue una verdadera bomba en el mundo cientí¬fi¬co, porque de ser cierta escritos cristianos considerados hasta el momento como tardíos (es decir, compuestos entre el 70 y el 100 d.C.) habrían sido redactados y difundidos antes del año 60. En el 68 fue aniquilado Qumrán por los romanos, por tanto, habría que pensar en unos años antes para que esos textos fueran compuestos, se difundieran, adquirieran fama y fueran copiados allí. Además el texto de tales fragmentos coincidiría substancialmente con la forma textual en la que los conocemos hoy, lo que indicaría que la transmisión manuscrita desde los primeros momentos había sido absolutamente fiable.

Según la hipótesis de O’Callaghan habría que modificar no sólo la cronología del Nuevo Testamento, es decir, la fecha de composición de sus escritos, sino todas las ideas sobre cómo evolucionó la teología del cristianismo primitivo a lo largo de la segunda mitad del siglo I y primeros años del II, evolución que las ciencia histórica había ido formando trabajosamente a lo largo de los últimos doscientos años. Por ejemplo: una obra como los Hechos de los Apóstoles, cuya mentalidad teológica se emplazaba hasta el momento entre los años 90 100 d.C., ¡debía adelantarse por lo menos 50 años en su fecha de composición!

Desgraciadamente, la teoría del investigador español está llena de dificultades. Ciñéndonos al caso más importante, el del Evangelio de Marcos, debemos señalar que de las aproximadamente 20 letras conservadas en el fragmento 7Q5 de Qumrán sólo se identifican bien 14; las otras 6 deben leerse de un modo algo distinto al usual, y, lo que es más grave, para que este fragmentito concuerde con el texto de nuestro evangelio actual habría que suponer en un pasaje tan breve –Mc 6,52 53— nada menos que la omisión de tres palabras, omisión que no aparece en nin¬guno de los 2.400 manuscritos que poseemos del Evangelio. Diversas combinaciones con las letras claramente legi¬bles, efectuadas por un ordenador, han dado la posibilidad de que ese pequeño frag¬mento fuera identificable, también con leves di¬ferencias, con otros textos del Antiguo Testamento o de los Apó¬crifos, o incluso con algún pasaje de la literatura griega clási¬ca.

Pero el reciente descubrimiento de que cada hoja de papiro es identificable porque sus fibras tienen una disposición especial y única, casi como una huella digital, demuestra que 7Q5 forma parte de otro trozo suelto de un manuscrito descubierto en la misma cueva que 7Q5. Ambos fragmentos fueron escritos en la misma hoja de papiro. Como el texto del segundo trozo es más amplio, se ha podido identificar sin duda alguna como parte del antiguo Libro de Henoc. Por tanto 7Q5 forma otra parte de ese mismo libro. La identificación con el Evangelio de Marcos parece, pues, imposible. Igualmente se ha procedido con otros presuntos fragmentos del Nuevo Testamento en Qumrán, identificados como partes de obras que no pertenecen al Nuevo Testamento.

En conclusión: no hay textos del Nuevo Testamento entre los manuscritos del Mar Muerto.

Es probable que la datación del Evangelio de Marcos haya que situarla por lo menos en el 75 d.C. y quizás hacia el 79 d.C. , de acuerdo con las conclusiones del siguiente artículo:

REDATACIÓN DE MARCOS, MATEO Y EL «PEQUEÑO APOCALIPSIS»
DE LA DIDAJÉ
REDATING OF MARK, MATTHEW AND THE “LITTLE APOCALYPSE”
OF THE DIDAJE
PEDRO GIMÉNEZ DE ARAGÓN SIERRA
Universidad de Sevilla
pgimsie@acu.upo.es
ARYS, 10, 2012, 163-190 ISSN 1575-166X



CONCLUSIÓN

La redatación de estos tres “Pequeños Apocalipsis” -el de la Didajé en época de Nerón
pero antes de la Guerra Judía; el de Marcos justo después de la toma de Masadá [la causa es que Maros es el primer autor en toda la literatura griega que nombre la “Decáapolis y ´sta no se dundó sino hasta el 72-75 por Vespasiano; y si se añade que quizás Marcos conocía la Historia Naturalis de Plinio, publicada en el 79, ya que repite algunos errores geográficos de Plinio el Viejo en su Evangelio, habría que datarlo hacia esa fecha] y la instalación de la X Legión en Jerusalén y el de Mateo a finales del siglo I, explica las diferencias existentes entre los diversos tipos de concepciones apocalípticas de cada uno.

Si la Didajé aún no veía signos históricos del Fin, aunque lo situaba cerca, y Marcos veía la cuestión como algo inminente, el autor de Mateo, alejado ya no sólo de la muerte de Jesús, sino también de la Guerra Judía e incluso de la época Flavia, consideró necesario manipular los “Pequeños Apocalipsis” de Didajé y Marcos entrelazándolos e introduciendo palabras, como las añadidas a Mc 13,10: “Y este evangelio del reino se predicará en todo el mundo… en Mt 24,14 e incluso párrafos sumados a los versículos del Pequeño Apocalipsis de Marcos (cuatro parábolas que hacían hincapié en el hecho de que nadie sabía cuándo se iba a producir la Parusía, pero que había que permanecer atentos y vigilantes, porque sucedería cuando menos se esperase).

La generación de los apóstoles había ya prácticamente desaparecido (el primo de
Jesús, Simeón ben Cleofás, sería ejecutado en torno al año 100), por lo que el rebaño
se impacientaba temiendo que se incumpliese lo predicho en Mc 13,3095. Había que
reanimarlo con la misión a los gentiles, ya que sólo cuando esta hubiera terminado,
Jesús regresaría entre nubes y con el sonido de las trompetas angelicales. Por otra parte,para evitar la desaparición de las comunidades cristianas que comenzaban a expandirse por todo el Imperio, qué mejor antídoto que el celo misionero. La expansión fuera de Judea era la mejor forma de combatir el desánimo que producía el incumplimiento de la profecía del Fin de los Tiempos.

Nota 95 El versículo marcano -“En verdad os digo que no pasará esta generación hasta que todo esto suceda”-, fue copiado en Mt 24,34 pero enmendado en Mt 24,35 con la frase de Lc 21,33: “El cielo y la tierra pasarán más mis palabras no pasarán”, que parecen decir que todo pasará, incluso “esta generación”.



Saludos cordiales

Domingo, 9 de Noviembre 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile