CONO SUR: J. R. Elizondo

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"Piñera descolocó a Alan García" José Rodríguez Elizondo

José Rodríguez Elizondo, experto en temas limítrofes, define la política exterior del Gobierno como "una opción por la cordialidad con activismo". Aquí, adelanta los contenidos de su próximo libro "Chile-Perú: Temas para después de La Haya". Entrevista publicada en El Mercurio.


Varias voces se alzaron en los últimos días para criticar el viaje de esta semana del Presidente Sebastián Piñera a Perú, justo después de que Lima diera un nuevo paso en el proceso por la demanda contra Chile que presentó ese país ante La Haya.

Sin embargo, el analista José Rodríguez Elizondo apoya la dirección que está tomando la Cancillería en la relación con Perú.

"Tras haber sostenido la tesis de que no existía controversia jurídica alguna; tras haber aceptado, dos Presidentes nuestros, que Perú estaba en su derecho al demandarnos; tras comparecer ante la Corte de La Haya, asumiendo la 'litis', y tras dejar en la indefinición el carácter estratégico del conflicto... me parece un poco contradictorio decir que debemos mostrar enojo en diferido, para impresionar a los jueces", opina.

El experto en asuntos limítrofes lanzará el 2 de diciembre su último libro, "Chile-Perú: Temas para después de La Haya", en el que analiza las actuaciones del gobierno militar, de la Concertación y del Presidente Piñera frente a Perú.

En su libro, usted dice que las relaciones con Perú estaban en un estado de "enemistad inmóvil". ¿Cómo se pueden calificar esas relaciones actualmente?

Obviamente, la demanda no es ningún gesto de cariño, pero amurrarnos no nos trajo beneficio alguno. Además, García lucía más cómodo y canchero ante Bachelet, responsable de frasear la palabra "enemistad", que con el amistoso y trotador Piñera. De hecho, éste descolocó a Alan García tomando la bandera peruana de las "cuerdas separadas", hablando públicamente sobre el conflicto y hasta bromeando en el Palacio Pizarro sobre la invención del pisco.

El texto habla de "la nueva forma de gobernar en acción...". ¿En qué consiste?

Se está perfilando. Sería una opción por la cordialidad con activismo, conciencia de que las iniciativas sacan el balón del área propia, entendimiento de que los diplomáticos existen no sólo para negociar TLC; fin de la extravagante doctrina de que los temas políticos importantes no se pueden conversar ni negociar (para demostrar "firmeza")... Como dijo el canciller Moreno, antes de embarcar hacia Lima, "Chile siempre ha buscado los acuerdos por la vía directa, y cuando ello no ha sido posible siempre ha recurrido a mecanismos de solución pacífica".

Usted detalla las actuaciones en la materia de los ex Presidentes Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet. ¿Cómo ha sido la política exterior del Presidente Piñera en relación con ellos?

El Presidente Piñera se está beneficiando de la reinserción política internacional y de las extensas redes comerciales legadas por Aylwin y Frei. Por otra parte, está lidiando con los conflictos y hechos consumados, en lo regional-vecinal, que se generaron en los gobiernos de Lagos y Bachelet. En tercer lugar, se liberó de las amarras con los hermanos Castro y Hugo Chávez, que deslucieron los períodos socialistas de la Concertación. Esto le abre una interesante proyección con base en el "extremo centro" de la política latinoamericana. Es decir, una política de alianzas hacia la centroderecha y la centroizquierda, que le permitiría ejercer un "soft power" prudente.

En el libro se habla de la influencia que provoca que el Presidente sea un "emprendedor exitoso". ¿Cómo se percibe esto en el extranjero?

Hay tres versiones básicas. Una, la de quienes lo admiran porque creen -o saben- que el poder real en los países de economía libre está en las grandes empresas. Dos, la de quienes lo demonizan, porque lo ven a la luz del paradigma del capitalismo victoriano y siguen repasando los manuales de Marta Harnecker. Tres, la de quienes lo valoran en condicional, pues respetan su experiencia como emprendedor, pero aborrecen que siga siéndolo... o pareciéndolo.

Usted enumera señales que revelan, quizás, hacia dónde mira la política exterior del Presidente. ¿Cuál es la más importante?

Como digo en el libro, esas ocho señales corresponden a "ganancias marginales netas". La más importante, a nivel regional, sería el reconocimiento del nuevo gobierno de Honduras, sin esperar la movida de Brasil. A nivel vecinal, sería la decisión de colocar a Ecuador entre su realidad geopolítica permanente y su interés diplomático circunstancial. Esto implicaría reposicionar la imagen de Chile como aliado estratégico, respecto a Perú y potenciarla como socio importante respecto a Colombia. Por tratarse de señales coyunturales, producidas en contextos irrepetibles, pueden ser inéditas.

¿HACIA UN NUEVO CHARAÑA?

¿Cuáles eran las "ambigüedades" que existían en la relación con Bolivia que usted cita?

La mayor de Chile: seguir sosteniendo que la aspiración marítima de Bolivia es un tema bilateral. La mayor del Perú: seguir afirmando que nunca ha sido obstáculo para dicha aspiración. La verdad, sin eufemismos, es que Chile y Perú se pusieron de acuerdo, en 1929, para excluir a Bolivia del debate y del acceso soberano al océano por nuestro extremo norte. Lo notable es que, saltando sobre esas opacidades, Evo Morales hoy tiene agendas con ambos países, que suman 33 puntos, que lo incluyen de facto en el debate y que contemplan el tema marítimo.

¿A qué se refiere cuándo dice que hay una competencia respecto de Bolivia?

A la gran paradoja de esta historia: hoy Alan García luce dispuesto a admitir un corredor soberano para Bolivia, por Arica, y en Chile muchos admiten que hoy sería posible un Charaña 2. Por cierto, si cuajara un gran acuerdo trilateral, habría que revisar qué destino tiene la demanda marítima del Perú.

¿Qué cambió para que se vuelva a hablar de Charaña?

Primero, se descubrió el perfil temerario de la demanda marítima, ése que Alejandro Toledo no percibió y que supone cierto aislamiento geopolítico para Perú, con Chile, Ecuador y Bolivia antagónicos y Hugo Chávez "al aguaite". Segundo, surgió el duro enfrentamiento Alan-Evo, con insultadera incluida. Aquí, García olvidó los códigos andinos -blanco que insulta a indio lo humilla, indio que insulta a blanco defiende su dignidad-, descuidó su propio sector autóctono y corrió el riesgo de perder una pieza geopolítica fundamental en su tablero tradicional. Tercer cambio: hoy hay Presidentes elegidos en los tres países, aunque no se sepa bien qué cosa sustantiva puede significar, en temas que comprometen la soberanía.

En su libro, usted habla de una disputa "palmo a palmo" por Ecuador...

Si el objetivo es impedir que Ecuador participe formalmente en el pleito, García va ganando. Si el objetivo es demostrar que Ecuador comparte las tesis de Chile, Piñera marcó un punto decisivo gracias a la Carta Náutica. Ahora, si García da señales de rechazar esta Carta, el marcador final sería 2 x 0 a favor de Piñera.

José Rodríguez Elizondo
Miércoles, 8 de Diciembre 2010



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11votos

José Rodríguez Elizondo, ex embajador de Chile en Israel sostiene, en entrevista con La Palabra Israelita, que a su juicio hay razones de estructura política en la institucionalidad de cada una de las partes que han favorecido la prolongación del conflicto por décadas. La semana pasada estuvo plagada de ingredientes noticiosos que no son comunes en las relaciones bilaterales entre Chile e Israel. Todo partió con la agresión a un ciudadano chileno en un parque de Jerusalén, luego vino una polémica mediática y epistolar sobre este incidente y finalmente se produjo la nominación de Joaquín Montes como nuevo embajador de Chile en Israel.


Para desmenuzar estos y otros temas conversamos con el abogado, académico, escritor y ex embajador de Chile en Israel (1997-2000) José Rodríguez Elizondo, quien en primera instancia considera apropiado el nombramiento de Joaquín Montes en Israel, indicando que es un prestigioso diplomático de carrera. Elizondo estima que uno de sus primeros desafíos en el nuevo cargo será habituarse a ciertos protocolos o códigos privados entre israelíes y palestinos. «Y si le toca algún momento crítico va a pasar más de algún susto, pero son los gajes del oficio, al igual que las medidas de seguridad, que hoy en día, con los actos de terrorismo en distintos lugares, ya no son tan exóticas».

Según el académico, la misión en Israel tiene una pequeña complejidad adicional, como es la coexistencia con la representación en Ramallah, pues en cierta forma en el mismo país existe una segunda representación que obedece a una configuración distinta, «lo que genera ciertos problemas de protocolo».

- Y, a propósito de protocolo, ¿qué le parece el tratamiento que tuvo el incidente del chileno golpeado en Jerusalén?

- He leído el tema por los diarios. Yo creo que un hecho de este tipo nunca debe pasar de crónica policial. No tiene sentido que se convierta en un issue diplomático, salvo que se hubiera comprobado alguna relación política o institucional en el hecho.

PROCESO ESTANCADO

«Me produce un poco de tristeza la actual situación de las negociaciones, porque el año 2000, como embajador en Israel, presencié de muy cerca el proceso, cuando se produjo la cumbre de Camp David y había muchas esperanzas. Pero eso fracasó y volvimos a la espiral violenta y grave. Pareciera que palestinos e israelíes se habituaron a seguir viviendo al borde de la cornisa», asegura Rodríguez Elizondo.

El ex diplomático, que precisamente estuvo como embajador hasta el año 2000 en Israel, sostiene que el conflicto se ha eternizado por razones políticas y culturales.

«En Israel tengo claro que el problema de estructura política es el exceso de partidos, lo que lo convierte en el país probablemente más democrático del mundo, porque tiene que consensuar su política a través de más de 20 partidos. Pero cualquier país que tenga que someter sus grandes temas a consensos políticos tan amplios es además el más difícil de manejar».

De igual forma, Rodríguez Elizondo cree que en el caso de los palestinos el problema político que impide formar una masa crítica en favor de la paz es la división que existe entre Hamas y la Autoridad Palestina.

«Se hace utópico pensar en una negociación categórica, inmune a los obstáculos que provienen del lado palestino y del lado israelí. En otras palabras, cualquier negociación de paz con concesiones mutuas será fácilmente desbordada por los más extremistas. Esa estructura es la que me amarga como cientista político y hombre de paz».

Al ser consultado si es posible mantener el statu quo entre israelíes y palestinos, asegura que sería habituarse a vivir peligrosamente.

«La reacción que uno añora es la de formar una masa crítica política a favor de la paz. Es decir, elegir representantes cuya primera prioridad sea una negociación real, es decir una negociación con concesiones».

A partir de su experiencia durante la visita del Papa Juan Pablo II a Israel el año 2000, Rodríguez Elizondo está convencido de que la solución al conflicto va por el lado del diálogo interreligioso.

«En esa oportunidad se apreció el estilo de intervención política del Papa. Según mi análisis, esto sucedió porque él levantó la religión como factor de la paz. Cualquier negociación que no tenga en cuenta el factor religión para Medio Oriente no va a ser representativa de la cultura de estos países y por lo tanto no tendrá una base sólida».

Claro que el proceso no será de un día para otro, especialmente porque las religiones monoteístas están en etapas distintas de desarrollo, afirma el académico.

«Por ejemplo, las religiones cristianas ya pasaron su momento fundamentalista de las cruzadas, pero las religiones islámicas todavía tienen una versión fundamentalista vigente. Por lo tanto, para que el diálogo interreligioso funcione, como lo hizo entre judíos y católicos, debe centrarse en el islam moderado».

NUEVO LIBRO

«Chile-Perú, temas para después de La Haya» es el nombre del candente libro que José Rodríguez Elizondo publicará a comienzos de diciembre. En él intenta desentrañar uno de los temas más complejos de la política exterior de Chile en los últimos años, sobre el cual tiene una visión clara y autorizada.

De una larga conversación sobre las relaciones con Perú y Bolivia, escogimos las siguientes opiniones del especialista:

«Este es el tema más grave que afecta a Chile en los últimos años y en cierta forma nos pena desde que, tras la Guerra del Pacífico, hubo transferencias de soberanía de los derrotados a favor nuestro. Eso nos marcó en la cultura peruana y boliviana como un país expansionista, mientras que para nosotros Perú y Bolivia son países revanchistas».

«Tener un conflicto permanente entre los tres países se ha debido al déficit de la diplomacia. Cuando un país gana territorio no puede decir que ahí se cierra todo y que está contento con lo que tiene, porque eso permite a los demás países aspirar a recuperar lo perdido». «Hay que tener una diplomacia activa y Chile ha tenido una diplomacia reactiva. Chile se ha dedicado a cuidar fronteras y lo importante es que un país que gana una guerra trate de recomponer relaciones, desarrollar los territorios conquistados y demostrar a los países que lo mejor es una buena sociedad y una buena integración».

«El problema es que la constitución boliviana establece que en 2013 vence el plazo para denunciar todos los tratados que impiden a Bolivia tener acceso al mar. Entonces, incluso si negociamos, tenemos esta espada de Damocles que puede dejar sin efecto el tratado en forma unilateral. Es como que si los abrazos tuvieran fecha devencimiento».

«Matemáticamente, considerando que Chile no tiene nada que ganar, si en La Haya se decide que Chile debe ceder un litro de agua, entonces perdemos. Pero, desde la perspectiva de las ciencias sociales, que no son como las matemáticas, Perú debe obtener un espacio marítimo muy amplio para sentirse ganador, porqueallá las expectativas son totales. Por tanto, es una pretensión utópica la de determinar una línea que deje satisfechas a ambas partes. Por eso he dicho que el fallo de La Haya no solucionará el conflicto, que es denaturaleza histórico-política».

José Rodríguez Elizondo
Lunes, 29 de Noviembre 2010



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17votos

Entrevista realizada al autor y publicada en La Tercera el 31.10.2010



1.- Desde 2006, los gobiernos de Michelle Bachelet y Sebastián Piñera intentan estrechar relaciones con el gobierno de Evo Morales ¿A qué atribuye usted que el 64% de los encuestados siga oponiéndose a otorgar una franja soberana a Bolivia?

Ante la falta histórica de docencia presidencial, los encuestados reflejan un “espontaneísmo autosustentable”. Es lo que Morales debiera considerar como “diplomacia de los pueblos”, Agrego que el 64% no es una cifra apabullantemente conservadora.

2.- ¿Por qué cree usted que una mayoría esté por mantener la situación marítima tal como está?

Para que una sociedad acepte cambios en materias fundamentales –la soberanía es una de ellas- su liderazgo nacional debe conducir un proceso que demuestre la conveniencia de innovar. Es lo contrario del espontaneísmo.

3.- ¿Cómo se explica que la mitad de los encuestados crea que darle acceso al mar a Bolivia facilitaría el desarrollo económico de la zona norte de Chile y que, al mismo tiempo, rechacen ceder una franja marítima?

Puede que haya conciencia de que el pleito con Perú nos tiene “embargada” esa parte de nuestro mar, a la espera del fallo en La Haya. También a que la lógica no es componente obligatorio de ninguna politica exterior.

4.- ¿A qué atribuye el alto apoyo para resolver el tema a través de un plebiscito?

A que disponer del territorio nacional es un tema suprapolítico de importancia excepcional. No debe depender del margen de dicrecionalidad que tiene una mayoría entre dos elecciones. Es cuestión de “instinto” popular.

5.- ¿Cómo explica que los encuestados se inclinen por pedir gas natural como compensación a Bolivia en el caso de que Chile le ceda una franja territorial?

Es optar por una commodity idónea para desarrollar un territorio, al costo de su mutilación parcial. Implica que no nos debemos aferrar a un territorio intacto pero sin desarrollar, por carencia de esa commodity. Concluyo a) que el pragmatismo ha permeado nuestro conservadurismo territorialista y b) que hay un punto de contacto con la “diplomacia del gas” de los bolivianos.

6.- Más de un 40% de los entrevistados se manifiestan partidarios de crear una zona de soberanía compartida entre Chile, Bolivia y Perú ubicada al norte de Arica. ¿Cómo se puede leer esa cifra?

Como que una porción importante de chilenos relativiza el tema de la soberanía, por razones pragmáticas de mejor relación vecinal y/o de integración para el desarrollo

7.- A la luz de los resultados de la encuesta, ¿Qué destino tendría un acuerdo como el que intentaron impulsar Augusto Pinochet y Hugo Banzer en Charaña, que pasaba por ceder una franja de territorio chileno por el norte de Arica a cambio de una compensación territorial boliviana?

Las respuestas implican una suerte de aceptación en diferido para ese Acuerdo. Lo mismo vale para la solución de soberanía compartida que propuso entonces Francisco Morales Bermúdez. Es como si, superado el imperativo estratégico que llevara a esas negociaciones (inminencia de una guerra), los chilenos enviaran a nuestras autoridades señales antagónicas con las posiciones “principistas” o dogmáticas.

José Rodríguez Elizondo
Lunes, 1 de Noviembre 2010



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12votos
Adiós a Juan Miguel Bákula José Rodríguez Elizondo

En el mundo maniqueo que nos toca vivir, algunos compatriotas míos vinculan el nombre de Juan Miguel Bákula con el antichilenismo peruano.

Nunca lo ví así, por un motivo general y otro personalizado. El primero, porque adhiero a una de las sabidurías en píldora que me legara Carlos Martínez Sotomayor. Para este chileno preclaro, que fuera canciller y embajador en el Perú, era poco inteligente clasificar a los peruanos como pro-chilenos o anti-chilenos: “su obligación es ser pro-peruanos”, sentenciaba.

El segundo motivo, es que tuve el privilegio de conocer a Bákula, estudiar su obra y mantener con él, por años, un sustancioso diálogo electrónico sobre los grandes temas de la política exterior. Me consta, por tanto, que un intelectual de su cultura y nivel simplemente no podía incurrir en la barbarie de odiar a otra patria para demostrar amor a la propia.

Desde esa relación enriquecedora, acepté de inmediato su honrosa invitación para presentar su obra mayor, sobre 180 años de política exterior peruana. Obviamente, asumí que allí él defendería los intereses del Perú, pero desde el pensamiento crítico y con respeto para los demás. No iba a darse tamaño trabajo para ajustar cuentas con los enemigos del pasado ni para consolidar los traumas.

Fue una suposición exacta, que ya venía reflejada en un párrafo alusivo a los estudiosos peruanos “acostumbrados a entender la relación peruano-chilena como una pugna imborrable que era preciso mantener, ya sea alimentando sentimientos de enemistad, ya fuese forjando nuevas lógicas de pensamiento que revivieran las frustradas demandas peruanas”. Pocos patriotas peruanos podían escribir en ese tono y con esa proyección sobre la relación bilateral. Así lo dije en el acto de presentación, en la Municipalidad de Miraflores y así lo escribí en reseñas posteriores.

Desgraciadamente, no pudimos evitar que la demanda marítima peruana se nos cruzara en el camino y sacara nuestro debate interno, amicalmente polémico, a la luz pública. Vino un dime suyo, en su último libro, al cual debí responder con mi direte y, como suele suceder –no somos ángeles-, eso desmejoró la calidad de la relación. Pero ahora, cuando se ha ido tras una larguísima vida de estudios y maestrías, puedo reiterar el afecto y admiración que le tuve, incluso en la discrepancia. Hasta me doy cuenta, recién, que jamás sus largos años me impusieron distancia o protocolo.

Me cuenta un amigo común que estuvo lúcido, en su casa, hasta el último día de sus 96 años. Tanto, que habría pedido a Laura, su esposa, que el funeral fuera lo más privado posible, Sus amigos, aunque menores todos, también estaban viejitos. Y para qué molestarlos, pues.

Típico gesto final de un gran señor y gran intelectual.

José Rodríguez Elizondo
Lunes, 1 de Noviembre 2010



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17votos
Chile-Bolivia-Peru: el trinomio fantasma José Rodríguez Elizondo
El abrazo sin amor entre Evo Morales y Alan García del martes, en el puerto peruano de Ilo, fue un gran punto para el boliviano. Tras burlarse de la robustez de su homólogo, agitarle la oposición interna e insultarse ambos con entusiasmo, García termina pagando indemnizaciones.

Sucede que el hombre ya captó que los originarios andinos solidarizan con el hermano altiplánico, que Hugo Chávez se subirá por el chorro y que la sonrisa de Sebastián Piñera es más letal que el amurramiento de Michelle Bachelet, pues activa el fantasmón del aislamiento. La luz rojísima se encendió cuando Rafael Correa le asestó su Carta Náutica, como réplica a su Carta Calmante.

¿Y en que consisten las indemnizaciones de Ilo?

Hay una vistosa, pero insustancial y otra encriptada, pero tentadora. La primera es la exhumación de la franja costera peruana bautizada como Boliviamar, que dormía desde 1992 el sueño de los enclaves no queridos. “Refundarla” con un anexo de la Escuela Naval de Bolivia y un eventual muelle para su Armada, induce buenos titulares patrióticos, pero no es el sueño soberano del pibe. Corroborándolo, las partes sólo retocaron el nombre. Boliviamar pasa a ser Mar Bolivia y eso no da para un premio a la creatividad.

La indemnización tentadora consiste en el abandono sutil de la fórmula según la cual “Perú no es obstáculo para la aspiración marítima de Bolivia”. Lo actuado en Ilo implica un apoyo de mejor calidad, sin esa “letra chica” que excluía una salida a través de Arica, en nombre de la continuidad territorial chileno-peruana. Innovando, García comprometió su exequatur para “la solución histórica que los gobiernos de Bolivia y Chile puedan adoptar”. Incluso llegó a la intromisión, al invocar “la recuperación de la justicia”.

Tres días antes, Manuel Rodríguez Cuadros -embajador peruano en Bolivia y artífice de la demanda marítima contra Chile-, nos había enviado un parche preventivo. Entrevistado por radio, pronosticó “una dinámica de cooperación y entendimiento en las relaciones trilaterales” y hasta midió su temperatura (“intermedia, pero bastante positiva”). Tras los compromisos de Ilo fue más explícito. Dijo que Chile no debía preocuparse, pues Perú respalda su agenda de los 13 puntos y espera “un acuerdo respecto de la salida al mar en términos sustantivos”.

Esto se parece demasiado a una renuncia anticipada al veto que tiene Perú, según el Tratado de 1929, respecto a la eventual disposición chilena de “la totalidad o parte” de Arica. Tal renuncia, que privaría a Chile de una excusa convincente, me hace. recordar la aguda observación que me hiciera, en 2004, el recién fallecido Juan Miguel Bákula, ideólogo de la demanda marítima: “la dificultad para Chile es saber si puede desinternacionalizar el problema.”

El senador Pablo Longueira, al declarar que ahora es cuando debemos dar una salida soberana al mar para Bolivia, mostró el peligro de seguir dependiendo de la iniciativa de los otros.
En efecto, mientras García y Morales buscan modificar el statu quo, revisando criterios históricos, nosotros, hasta el cambio de gobierno, estuvimos clavados en la simple reactividad. Y no es que eso haya terminado con la llegada de Sebastián Piñera.

Dado que la inercia es más fuerte que la hiedra, seguimos diciendo que el tema con Bolivia es bilateral, mientras Morales maneja una agenda chilena de 13 puntos y otra peruana de 20. En cuanto al conflicto marítimo con Perú, la cosa es peor, pues innovamos al revés: partimos con Ricardo Lagos negando la existencia de una controversia jurídica y hoy coincidimos con los peruanos en que el tema es “estrictamente jurídico”...

En este contexto, Bolivia podría actualizar el proyecto de Charaña, con el apoyo de Perú, dejándonos con muy poco juego de piernas. Ya lo insinuó García en su entrevista del 23 de agosto del año pasado en La Tercera, cuando instó a Morales a conversar de manera previa y reservada, como en los viejos tiempos. El meollo de su propuesta estuvo en el párrafo siguiente: “Perú no será obstáculo para que se solucione un viejo problema en el cual Bolivia tiene mucho de razón. Queremos que haya la mayor amistad entre Perú, Chile y Bolivia. Respecto de Charaña, era un acuerdo entre dos gobernantes dictatoriales...”

En síntesis, estaríamos en vísperas de un concurso millonario a tres bandas, cuya pregunta única es: ¿Quién puede oponerse a un Charaña sin dictadores y sin veto peruano?

Antes de responder, el concursante chileno tendrá que discernir si el modelo rectificado supone o no compensaciones especiales para el Perú. El boliviano acusará el impacto de eventuales dobles compensaciones, recordando la triste experiencia de Banzer. El peruano tendrá que tomarle el peso a la tradición y a sus paisanos hipernacionalistas. Los “comodines” integracionistas tal vez piensen que a la oportunidad la pintan calva. Subterráneamente, habría una pregunta adicional, relativa a la paradoja máxima: si Perú construyó un caso judicial para -entre otros fines- evitarse un nuevo “charañazo” … ¿no debiera retirar su demanda si aprueba un Charaña rectificado?

Por cierto, es una pregunta que sólo formularían quienes creen que la política obliga a un mínimo de racionalidad.

¿Qué esto tiene poca lógica?

Muy poca, pues. Esa secuencia que va de-Charaña-a-la-demanda-y-de-la-demanda-a-Charaña, más la posibilidad de que el país excluído articule a los que lo excluyeron, es ilogicidad pura. Sin embargo, visto el tema desde una perspectiva política, tiene la lógica que se necesita: la de preservar la buena salud del Tratado de 1929. Al cabo, lo importante es catalizar una aceptable solución política y no que ésta se convierta en un modelo teórico de solución de conflictos.

En estas circunstancias, estaríamos en el umbral de una tensión triple. Por el lado peruano, la de hasta dónde García puede estirar la cuerda que lo separa de sus nacionalistas, manteniendo la lealtad de Rodríguez Cuadros. Por el lado boliviano, la de cómo negociar con García y con Piñera, en simultáneas, para que Bolivia no quede (otra vez) sin pan ni pedazo. Por el lado chileno, la de tentar la apertura (que la Concertación no osó) a la alta negociación política, para evitar que Chile siga siendo objeto inmóvil de las movidas ajenas.

Con razón Morales dijo, aludiendo a estas demostraciones de García, que “después de la mechadera viene el añuñuco”.


José Rodríguez Elizondo
Lunes, 25 de Octubre 2010



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Editado por
José Rodríguez Elizondo
Ardiel Martinez
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.





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