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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
La medicina está incrementando, paulatinamente, la carga genética del ser humano. Por ello, cada vez se hace más necesario el desarrollo de artefactos biomédicos que nos den la posibilidad de controlar, gestionar e, incluso, eliminar el problem inicial con el que nos hemos encontrado. El problema de todo esto es que nos topamos con la eugenesia y con la posibilidad de control depurado del ser humano. ¿Solución o problema?
A la hora de hablar sobre la intervención genética humana a edades tempranas nos surgen muchas dudas, problemas, cuestionamientos personales, ... , aunque también soluciones. Vamos, que estamos ante uno de los grandes debates actuales que se han aparcado al no poderse obtener ninguna solución. ¿Es beneficioso dirigir nuestros esfuerzos a la obtención de los mal llamados bebés de diseño?
Una parte fundamental de esta discusión proviene del hecho de saber si de lo que estamos hablando es de una intervención terapéutica y sanadora, o de un proceso de mejora irreverente de la especie lo que podría traer consigo cierta reminiscencia del nacismo o del esclavismo. Ejemplifiquemos esto.
Supongamos que nuestra madre tiene un problema en la consistencia de la mielina lo que le origina un problema sistémico y de disfuncionalidad en su vida cotidiana. Imaginanémonos también que poseemos la capacidad de modificar la secuencia génica que codifica dicha proteína haciéndola nuevamente funcional. Este proceso sólo implica la alteración de una parte de una persona que era patológica y no funcionaba con normalidad.
Ante esto podemos pensar en la posibilidad de modificar la genética de un embrión con el fin de alterar sus características innatas. En tal caso, podemos prevenir la aparición de una determinada enfermedad que, previsiblemente, iba a generarle cierto número de problemas. En este caso no podemos afirmar que el proceso es terapéutico, ya que lo que tenemos es una probabilidad de que se produzca una determinada patología.
¿Tenemos un tratamiento o una mejora?
La respuesta es sumamente complicada ya que es posible afirmar que una enfermedad está condicionada y asumida por un grupo social siempre que este tenga una actitud negativa hacia la primera. El problema fundamental de todo esto es que seguimos manteniendo una pequeña línea entre la libertad y el totalitarismo, ya que, por ejemplo, la patología genética que genera el síndrome klinefelter es obvio que es negativa pero ello no obsta para que estas personas sean consideradas normales y tratadas como tal. Algo semejante a esto lo podemos afirmar a la hora de hablar de muchas de las personas con disfuncionalidades, del tipo que sean. El gran debate lo tenemos, entonces, en cuestiones tales como la homosexualidad, las nuevas enfermedades, las personas ciegas de nacimiento, etc.
Debo reconocer que, desde un enfoque sociológico, no existe una respuesta clara al problema. En tal caso quizá sea la ética, la filosofía y la teología las que tengan la última palabra.
Una parte fundamental de esta discusión proviene del hecho de saber si de lo que estamos hablando es de una intervención terapéutica y sanadora, o de un proceso de mejora irreverente de la especie lo que podría traer consigo cierta reminiscencia del nacismo o del esclavismo. Ejemplifiquemos esto.
Supongamos que nuestra madre tiene un problema en la consistencia de la mielina lo que le origina un problema sistémico y de disfuncionalidad en su vida cotidiana. Imaginanémonos también que poseemos la capacidad de modificar la secuencia génica que codifica dicha proteína haciéndola nuevamente funcional. Este proceso sólo implica la alteración de una parte de una persona que era patológica y no funcionaba con normalidad.
Ante esto podemos pensar en la posibilidad de modificar la genética de un embrión con el fin de alterar sus características innatas. En tal caso, podemos prevenir la aparición de una determinada enfermedad que, previsiblemente, iba a generarle cierto número de problemas. En este caso no podemos afirmar que el proceso es terapéutico, ya que lo que tenemos es una probabilidad de que se produzca una determinada patología.
¿Tenemos un tratamiento o una mejora?
La respuesta es sumamente complicada ya que es posible afirmar que una enfermedad está condicionada y asumida por un grupo social siempre que este tenga una actitud negativa hacia la primera. El problema fundamental de todo esto es que seguimos manteniendo una pequeña línea entre la libertad y el totalitarismo, ya que, por ejemplo, la patología genética que genera el síndrome klinefelter es obvio que es negativa pero ello no obsta para que estas personas sean consideradas normales y tratadas como tal. Algo semejante a esto lo podemos afirmar a la hora de hablar de muchas de las personas con disfuncionalidades, del tipo que sean. El gran debate lo tenemos, entonces, en cuestiones tales como la homosexualidad, las nuevas enfermedades, las personas ciegas de nacimiento, etc.
Debo reconocer que, desde un enfoque sociológico, no existe una respuesta clara al problema. En tal caso quizá sea la ética, la filosofía y la teología las que tengan la última palabra.
Martes, 1 de Marzo 2011
Una red eléctrica basada en algoritmos de nueva creación que permita una gestión eficiente de las necesidades energéticas es una idea francamente interesante y sugerente. Greenpeace, nuevamente, ha puesto encima de la mesa un documento lleno de buenas ideas. El problema que parece haber viene de la mano de la materialización de esta idea ¿es viable en tiempos de crisis? ¿existe la tecnología adecuada y accesible a todas las regiones?.
Greenpeace ha hecho público un informe titulado La batalla de las redes en el que nuevamente nos dicen que Europa puede cambiar su sistema de gestión del consumo de la energía eléctrica. Lo novedoso esta vez está en que esta ONG apuesta por el desarrollo y la aplicación de las redes inteligentes para la gestión de esta energía.
Las redes inteligentes, tal y como se afirma en este informe, sirven para compensar la demanda dentro de una región. Una red eléctrica inteligente conecta las fuentes descentralizadas de energía renovable y cogeneración y distribuye la energía de forma muy eficiente. Las redes inteligentes son una forma de conseguir cantidades enormes de energía renovable sin añadir emisiones de gases de efecto invernadero al sistema y permiten desmantelar las fuentes antiguas de energía centralizada. El uso de tecnología avanzada de control y gestión permite que en general la red eléctrica sea más eficiente.
Las redes inteligentes necesitan software, hardware y redes de información capaces de producir datos con rapidez y dar respuesta a la información que suministran. Según Greenpeace ya existen lo que ellos denominan como, integrantes importantes de las TIC (que no sé si son individuos, grupos sociales, instituciones, empresas, etc.), que compiten ya por mejorar las redes energéticas del mundo y es posible que cientos de compañías acaben por trabajar en las redes inteligentes.
Entre sus principales conclusiones, el informe muestra la necesidad de eliminar el 90% de las actuales centrales térmicas de carbón y nucleares para 2030, con el objetivo de tener un suministro eléctrico estable y eficiente con un 68% de fuentes renovables para esa fecha.
La batalla de las redes expone por primera vez cómo sería una red inteligente para Europa en 2050. Basándose en exhaustivos modelos desarrollados por la consultora en ingeniería Energynautics, Greenpeace refleja cómo la gestión inteligente de la red, la tecnología de control y una red de líneas de transmisión eficientes pueden equilibrar de forma fiable la demanda con el suministro procedente de energías renovables variables a través del continente, incluso cuando haya poco viento o sol.
La idea es enormemente sugerente pero al tiempo que leemos el texto nos vienen a la cabeza una gran cantidad de dudas y de preguntas sobre las que no tenemos respuesta. ¿Cuánto costaría eso? ¿En esta situación de crisis es viable ponerse manos a la obra con ello? ¿El software ya está realmente disponible?, etc. Propuestas como las de Greenpeace son imprescindibles y necesarias. El problema de ellas es que, en ocasiones, parecen existir problemas de materialización. Espero que no sea el caso.
Las redes inteligentes, tal y como se afirma en este informe, sirven para compensar la demanda dentro de una región. Una red eléctrica inteligente conecta las fuentes descentralizadas de energía renovable y cogeneración y distribuye la energía de forma muy eficiente. Las redes inteligentes son una forma de conseguir cantidades enormes de energía renovable sin añadir emisiones de gases de efecto invernadero al sistema y permiten desmantelar las fuentes antiguas de energía centralizada. El uso de tecnología avanzada de control y gestión permite que en general la red eléctrica sea más eficiente.
Las redes inteligentes necesitan software, hardware y redes de información capaces de producir datos con rapidez y dar respuesta a la información que suministran. Según Greenpeace ya existen lo que ellos denominan como, integrantes importantes de las TIC (que no sé si son individuos, grupos sociales, instituciones, empresas, etc.), que compiten ya por mejorar las redes energéticas del mundo y es posible que cientos de compañías acaben por trabajar en las redes inteligentes.
Entre sus principales conclusiones, el informe muestra la necesidad de eliminar el 90% de las actuales centrales térmicas de carbón y nucleares para 2030, con el objetivo de tener un suministro eléctrico estable y eficiente con un 68% de fuentes renovables para esa fecha.
La batalla de las redes expone por primera vez cómo sería una red inteligente para Europa en 2050. Basándose en exhaustivos modelos desarrollados por la consultora en ingeniería Energynautics, Greenpeace refleja cómo la gestión inteligente de la red, la tecnología de control y una red de líneas de transmisión eficientes pueden equilibrar de forma fiable la demanda con el suministro procedente de energías renovables variables a través del continente, incluso cuando haya poco viento o sol.
La idea es enormemente sugerente pero al tiempo que leemos el texto nos vienen a la cabeza una gran cantidad de dudas y de preguntas sobre las que no tenemos respuesta. ¿Cuánto costaría eso? ¿En esta situación de crisis es viable ponerse manos a la obra con ello? ¿El software ya está realmente disponible?, etc. Propuestas como las de Greenpeace son imprescindibles y necesarias. El problema de ellas es que, en ocasiones, parecen existir problemas de materialización. Espero que no sea el caso.
Lunes, 28 de Febrero 2011
El surgimiento de la tecnociencia ha traído consigo un cambio en el desarrollo de la actividad tecnocientífica. Actualmente todo parece indicar que es necesario plantearse esta actividad como una empresa para lograr tener éxito. De hecho, la enseñanza que se realiza de la ciencia y la tecnología camina hacia esta vinculación constante entre el mundo empresarial y el tecnocientífico.
En el mundo actual, las personas que trabajan en el sistema tecnocientífico no están aisladas y además raramente pueden dedicarse a investigar en otros ámbitos del saber (si quieren hacer su trabajo eficazmente). Esto es debido al enorme conocimiento con el que tenemos que lidiar actualmente. De hecho, las clásicas licenciaturas han devenido, recientemente, en los denominados grados los cuales asumen que la docencia de las ciencias ya no se puede basar en la mera transmisión de conocimientos y datos, sino que centran su esfuerzo en la enseñanza de capacidades.
Pues bien, para que una persona acceda hoy en día al conocimiento científico es necesario que pase por un largo y relativamente complicado proceso de adiestramiento. Tras este periodo se supone que la persona se integrará a una determinada comunidad científica. Esto hace que un individuo entre a formar parte de una comunidad lo que viene a significar que el sujeto epistémico actual no es, precisamente, individual sino comunal. Por esto la epistemólogo Helen Longino afirma que el sujeto epistémico es la propia comunidad. Dicho de otro modo, como el conocimiento no lo genera una sola persona, quien investiga y desarrolla el conocimiento es toda una comunidad.
El conocimiento que se va a generar tiene que ser socialmente aceptado. Para eso, se han establecido una serie de pautas que todos los grupos de investigación tienen que seguir indefectiblemente. El ejemplo más sobresaliente de esto lo encontramos en las revistas científicas; actual paradigma de la socialización, publicitación y control del conocimiento tecnocientífico.
Esta socialización del conocimiento implica la necesidad de poner en juego lo que podríamos denominar como marketing tecnocientífico. Este no consiste en otra cosa que la concepción de un grupo tecnocientífico como si fuese una empresa. Téngase en cuenta que actualmente hay que competir con las “empresas” (grupos de investigación) de la competencia, hay que “vender” bien los “productos” (artículos y libros) para que estos sean más aceptados (citados) que los rivales. Para este fin es imprescindible organizar bien los grupos de trabajo, lograr financiación e ir mejorando constantemente el equipamiento del grupo de investigación. Además para que nuestro marketing sea efectivo hay que tener buenos contactos y ser conocidos, por esta razón los congresos, reuniones científicas, simposios, etc. tienen tanta importancia en esta actividad.
Todo esto indica que los grupos de investigación con relevancia y talla internacional, o con intención de tener impacto internacional, desarrollan tácticas empresariales conducentes a la maximización de sus beneficios (intangibles y no estrictamente económicos). Estas tácticas necesitan del desarrollo de estrategias pre-establecidas y de políticas empresariales internas.
Esto es la realidad. Pero ¿es el ideal que perseguimos a la hora de desarrollar la actividad tecnocientífica? ¿la tecnociencia no implica referencia al mundo interno de las personas, al sentido y a la comprensión de la naturaleza y los objetos?
Pues bien, para que una persona acceda hoy en día al conocimiento científico es necesario que pase por un largo y relativamente complicado proceso de adiestramiento. Tras este periodo se supone que la persona se integrará a una determinada comunidad científica. Esto hace que un individuo entre a formar parte de una comunidad lo que viene a significar que el sujeto epistémico actual no es, precisamente, individual sino comunal. Por esto la epistemólogo Helen Longino afirma que el sujeto epistémico es la propia comunidad. Dicho de otro modo, como el conocimiento no lo genera una sola persona, quien investiga y desarrolla el conocimiento es toda una comunidad.
El conocimiento que se va a generar tiene que ser socialmente aceptado. Para eso, se han establecido una serie de pautas que todos los grupos de investigación tienen que seguir indefectiblemente. El ejemplo más sobresaliente de esto lo encontramos en las revistas científicas; actual paradigma de la socialización, publicitación y control del conocimiento tecnocientífico.
Esta socialización del conocimiento implica la necesidad de poner en juego lo que podríamos denominar como marketing tecnocientífico. Este no consiste en otra cosa que la concepción de un grupo tecnocientífico como si fuese una empresa. Téngase en cuenta que actualmente hay que competir con las “empresas” (grupos de investigación) de la competencia, hay que “vender” bien los “productos” (artículos y libros) para que estos sean más aceptados (citados) que los rivales. Para este fin es imprescindible organizar bien los grupos de trabajo, lograr financiación e ir mejorando constantemente el equipamiento del grupo de investigación. Además para que nuestro marketing sea efectivo hay que tener buenos contactos y ser conocidos, por esta razón los congresos, reuniones científicas, simposios, etc. tienen tanta importancia en esta actividad.
Todo esto indica que los grupos de investigación con relevancia y talla internacional, o con intención de tener impacto internacional, desarrollan tácticas empresariales conducentes a la maximización de sus beneficios (intangibles y no estrictamente económicos). Estas tácticas necesitan del desarrollo de estrategias pre-establecidas y de políticas empresariales internas.
Esto es la realidad. Pero ¿es el ideal que perseguimos a la hora de desarrollar la actividad tecnocientífica? ¿la tecnociencia no implica referencia al mundo interno de las personas, al sentido y a la comprensión de la naturaleza y los objetos?
Miércoles, 23 de Febrero 2011
Existe un debate sobre la eficacia o no de las vacunas y, por ende, sobre la idoneidad de su uso. En este diálogo entran en juego las farmacéuticas, los médicos y algunas organizaciones no gubernamentales. Por desgracia, y como suele suceder a menudo, los discursos se extreman y unos consideran a los otros casi como mentirosos e interesados. Un reciente programa de Documentos TV en La2 nos ayuda tener algo más de información sobre el tema.
Hace unos años se produjo en el mundo de las ciencias lo que se ha denominado como "la guerra de las ciencias" en las que las ciencias sociales-humanas y las experimentales lucharon entre sí por un escalafón en el mundo de la investigación científica y del prestigio social proveniente de éste. Una situación semejante a aquella se está produciendo ahora mismo en el ámbito de las vacunas donde las distintas personas, en función del paradigma en el que se incluyan afirman que las ciencias experimentales son las que están en posesión de la verdad, mientras que otros consideran que son otros ámbitos del saber los que nos dicen la verdad de las cosas.
La guerra de las vacunas, como así han titulado a un fantástico documental emitido en el programa Documentos TV de La2 de TVE (en el vídeo aparece la primera parte del documental), ha reabierto de debate sobre si es adecuado vacunarse o no, y vacunas o no a nuestros hijos. Por mi parte creo que no debo colocarme en ninguno de los polos (aunque como es obvio tengo mi propia manera de ver el problema) ya que no soy nadie para decirle a otro qué es lo que debe o no debe de hacer.
Este debate comenzó en USA donde algunas organizaciones y científicos afirmaron que las vacunas podrían traer consigo otros problemas colaterales. En el otro lado nos encontramos con otros grupos sociales que aseguran que las vacunas han incrementado nuestra esperanza de vida en treinta años haciendo que enfermedades, como la polio, se hayan minimizado en regiones como los Estados Unidos de América.
Las autoridades políticas sanitarias informan de manera reiterada que las vacunas traen consecuencias muy positivas y que no debe dejarse de vacunar a las personas para que evitar los problemas sociales que las enfermedades podrían traer consigo. Pero el factor del miedo ha llegado a los denominados grupos antivacuna a rechazar estas medidas profilácticas.
Los beneficios de las vacunas son innegables. Pero tal y como se muestra en el documental los problemas, del tipo que sea, que éstas generan también lo son. De hecho, como ya hemos dicho en otra ocasión en este blog, los artefactos tecnológicos no son inocuos. En ocasiones las sustancias que se emplean para incrementar el efecto de la vacuna son potencialmente carcinogénicos, pero esto también sucede con los conservantes de los alimentos, etc.
Pues bien, lo que es innegable en esta guerra es que los científicos (o si se prefiere los tecnocientíficos) han perdido su credibilidad. Este hecho proviene de la creciente vinculación entre el mundo de la investigación tecnocientífica y la empresa. Esta unión hace que muchas personas consideren que los científicos se guían por los intereses económicos y empresariales, olvidándose muchas veces de los intereses de las personas. En este sentido podemos preguntarnos cómo es posible que se gaste más dinero en investigación cosmética que en mejorar los tratamientos para algunas enfermedades (tales como la malaria).
El debate está vivo, aunque no es demasiado llamativo. De cualquier modo hay mucho en juego y creo que unos y otros deben adoptar medidas que permitan entran en un diálogo constructivo con el otro. Veremos como van cambiando las cosas, si cambian...
Por si os interesa aquí tenéis el vínculo para un artículo académico relacionado con el tema:
La guerra de las vacunas, como así han titulado a un fantástico documental emitido en el programa Documentos TV de La2 de TVE (en el vídeo aparece la primera parte del documental), ha reabierto de debate sobre si es adecuado vacunarse o no, y vacunas o no a nuestros hijos. Por mi parte creo que no debo colocarme en ninguno de los polos (aunque como es obvio tengo mi propia manera de ver el problema) ya que no soy nadie para decirle a otro qué es lo que debe o no debe de hacer.
Este debate comenzó en USA donde algunas organizaciones y científicos afirmaron que las vacunas podrían traer consigo otros problemas colaterales. En el otro lado nos encontramos con otros grupos sociales que aseguran que las vacunas han incrementado nuestra esperanza de vida en treinta años haciendo que enfermedades, como la polio, se hayan minimizado en regiones como los Estados Unidos de América.
Las autoridades políticas sanitarias informan de manera reiterada que las vacunas traen consecuencias muy positivas y que no debe dejarse de vacunar a las personas para que evitar los problemas sociales que las enfermedades podrían traer consigo. Pero el factor del miedo ha llegado a los denominados grupos antivacuna a rechazar estas medidas profilácticas.
Los beneficios de las vacunas son innegables. Pero tal y como se muestra en el documental los problemas, del tipo que sea, que éstas generan también lo son. De hecho, como ya hemos dicho en otra ocasión en este blog, los artefactos tecnológicos no son inocuos. En ocasiones las sustancias que se emplean para incrementar el efecto de la vacuna son potencialmente carcinogénicos, pero esto también sucede con los conservantes de los alimentos, etc.
Pues bien, lo que es innegable en esta guerra es que los científicos (o si se prefiere los tecnocientíficos) han perdido su credibilidad. Este hecho proviene de la creciente vinculación entre el mundo de la investigación tecnocientífica y la empresa. Esta unión hace que muchas personas consideren que los científicos se guían por los intereses económicos y empresariales, olvidándose muchas veces de los intereses de las personas. En este sentido podemos preguntarnos cómo es posible que se gaste más dinero en investigación cosmética que en mejorar los tratamientos para algunas enfermedades (tales como la malaria).
El debate está vivo, aunque no es demasiado llamativo. De cualquier modo hay mucho en juego y creo que unos y otros deben adoptar medidas que permitan entran en un diálogo constructivo con el otro. Veremos como van cambiando las cosas, si cambian...
Por si os interesa aquí tenéis el vínculo para un artículo académico relacionado con el tema:
Martes, 22 de Febrero 2011
El Centro de Estudios y Análisis Social de Galicia ha hecho público, recientemente, un documento de trabajo en el que se elaboran las líneas maestras de una adecuada gestión del conocimiento. En los tiempos de crisis en los que estamos, trabajos como éste son fundamentales para implementar las capacidades de cualquier organización e, incluso, de cualquier laboratorio.
La información tiene que fluir entre las personas de una organización
El CEASGA ha publicado hace poco un documento de trabajo sobre la aplicación de una metodología concreta, la hermenéutica analógica, a la gestión del conocimiento. La idea general del texto es conjugar el conocimiento cuantitativo que poseamos con el cualitativo. De este modo los niveles de gestión alcanzamos serán más prudentes y exitosos.
Según este documento, la gestión del conocimiento consiste en la transmisión de un determinado conocimiento, del tipo que sea, dentro de una organización: empresa, laboratorio, colegio, universidad, etc. En dicha gestión lo que se busca es transmitir algo que se considera importante y cuya utilidad es alta. Para que esto sea posible es necesario poner en marcha unos mecanismos de diálogo interno que hagan que la información se mueva sin demasiados problemas internos. En caso contrario la gestión no tendrá demasiado éxito.
Esta idea tan general contiene mucho poder, ya que toda organización necesita que sus miembros estén suficientemente informados para que se comprometan con la institución y sean capaces de solucionar aquellos problemas que se les presenten.
El problema, en ocasiones, proviene del hecho de que los jefes, director, presidentes, etc. no están dispuestos a ceder un ápice de su información para que los miembros de su organización la puedan manejar con soltura. Esta idea, tan arcaica, genera un cierto proceso de esterilización de la empresa, universidad, laboratorio, etc. ya que obliga a tener que pasar siempre por el presidente, jefe, etc. aunque la cuestión en juego no tenga demasiada importancia. Además, muchos de los empleados, miembros secundarios, etc. se sienten más útiles y orgullosos del lugar de trabajo si no son considerados como "marionetas" a las que le ordenas que hagan todo lo que deben hacer y son tratados como personas competentes, la cuales necesitan información para desarrollar con competencia sus labores.
La cuestión no es sencilla y la solución no la tiene ni el CEASGA, ni nadie. Pero un enfoque prudencial de esta gestión parece que podría implementar las capacidades de las empresas y de las organizaciones públicas.
Según este documento, la gestión del conocimiento consiste en la transmisión de un determinado conocimiento, del tipo que sea, dentro de una organización: empresa, laboratorio, colegio, universidad, etc. En dicha gestión lo que se busca es transmitir algo que se considera importante y cuya utilidad es alta. Para que esto sea posible es necesario poner en marcha unos mecanismos de diálogo interno que hagan que la información se mueva sin demasiados problemas internos. En caso contrario la gestión no tendrá demasiado éxito.
Esta idea tan general contiene mucho poder, ya que toda organización necesita que sus miembros estén suficientemente informados para que se comprometan con la institución y sean capaces de solucionar aquellos problemas que se les presenten.
El problema, en ocasiones, proviene del hecho de que los jefes, director, presidentes, etc. no están dispuestos a ceder un ápice de su información para que los miembros de su organización la puedan manejar con soltura. Esta idea, tan arcaica, genera un cierto proceso de esterilización de la empresa, universidad, laboratorio, etc. ya que obliga a tener que pasar siempre por el presidente, jefe, etc. aunque la cuestión en juego no tenga demasiada importancia. Además, muchos de los empleados, miembros secundarios, etc. se sienten más útiles y orgullosos del lugar de trabajo si no son considerados como "marionetas" a las que le ordenas que hagan todo lo que deben hacer y son tratados como personas competentes, la cuales necesitan información para desarrollar con competencia sus labores.
La cuestión no es sencilla y la solución no la tiene ni el CEASGA, ni nadie. Pero un enfoque prudencial de esta gestión parece que podría implementar las capacidades de las empresas y de las organizaciones públicas.
Lunes, 21 de Febrero 2011
¿La lepra es una enfermedad del pasado? No. Investigadores de la University of Washington School of Medicine publican en Microbiology and Molecular Biology Reviews un interesante trabajo sobre el conocimiento de los factores genéticos que condicionan la posibilidad de enfermar de lepra. Los autores hacen un repaso por los trabajos existentes y concluyen que el conocimiento de los factores genéticos inmunológicos vinculados a esta enfermedad son fundamentales para la consecución de nuevos tratamientos y estrategias de vacunación.
Fuente: MicrobeWiki
Desde que en el nuevo testamento se hablaba de los leprosos seguro que muchos de nosotros estábamos seguros que la lepra era una enfermedad del pasado. No es así. A pesar de la disponibilidad de tratamientos efectivos desde hace varias décadas, la lepra sigue siendo un problema médico importante en muchas regiones del mundo. Por esta razón, el ultimo domingo de cada mes de enero se conmemora, a nivel internacional, el día mundial de la Lepra.
Tal y como se nos informa en un trabajo de la Revista Cubana de Medicina General Integral esta enfermedad tiene una distribución desigual mundial y representa un problema universal. Según cálculos de la OMS, como nos informan en este artículo, la prevalencia estimada a principios del presente siglo era de 2,4 millones de casos para una tasa de 5,0 x 10 000 hab en zonas rurales de regiones tropicales y subtropicales, donde las condiciones socioeconómicas desfavorables pueden ser más decisivas que el mismo clima. Además, aunque siempre se ha dicho que es endémica de estas regiones es un error circunscribirla solamente a ellas. Ello es debido a que en la actualidad mantiene niveles mayores de morbilidad en países empobrecidos, donde subsisten los mayores índices de pobreza, hambre, analfabetismo, hacinamiento e insalubridad, superiores a los de otras regiones del mundo.
Por otro lado, recientemente Investigadores de la University of Washington School of Medicine acaban de publicar en Microbiology and Molecular Biology Reviews un interesante trabajo sobre el conocimiento de los factores genéticos que condicionan la posibilidad de enfermar de lepra. Los autores de este artículo nos informan que la infección por Mycobacterium leprae puede producir la enfermedad de la lepra que se caracteriza, por un lado, por la formación de granulomas de células T o, por otro, por infiltrados celulares mal organizados.
Las distintas respuestas inmunes que se producen en función del tipo de enfermedad que se produce, dentro de lo que puede ser denominado como leprosis, confieren estados de relativa resistencia o susceptibilidad a la lepra. Como resultado a todo esto, la lepra es una oportunidad única para analizar la estructura genética de la base de la inmunidad humana. Pues bien, estos autores han analizado los estudios sobre esta enfermedad de los últimos 40 años. Este análisis sugiere que los genes influyen en el riesgo de acogida de la adquisición de la lepra y la predilección por las diferentes formas clínicas que adopta la enfermedad. Sin embargo, todavía no existe una solución global
El objetivo fundamental del trabajo es el de Identificar y explorar funcionalmente los factores genéticos inmunológicos que subyacen a la susceptibilidad humana a la lepra. Este conocimiento aportará conocimiento que será muy útil para la obtención de nuevos tratamientos o estrategias de vacunación futuras.
Tal y como se nos informa en un trabajo de la Revista Cubana de Medicina General Integral esta enfermedad tiene una distribución desigual mundial y representa un problema universal. Según cálculos de la OMS, como nos informan en este artículo, la prevalencia estimada a principios del presente siglo era de 2,4 millones de casos para una tasa de 5,0 x 10 000 hab en zonas rurales de regiones tropicales y subtropicales, donde las condiciones socioeconómicas desfavorables pueden ser más decisivas que el mismo clima. Además, aunque siempre se ha dicho que es endémica de estas regiones es un error circunscribirla solamente a ellas. Ello es debido a que en la actualidad mantiene niveles mayores de morbilidad en países empobrecidos, donde subsisten los mayores índices de pobreza, hambre, analfabetismo, hacinamiento e insalubridad, superiores a los de otras regiones del mundo.
Por otro lado, recientemente Investigadores de la University of Washington School of Medicine acaban de publicar en Microbiology and Molecular Biology Reviews un interesante trabajo sobre el conocimiento de los factores genéticos que condicionan la posibilidad de enfermar de lepra. Los autores de este artículo nos informan que la infección por Mycobacterium leprae puede producir la enfermedad de la lepra que se caracteriza, por un lado, por la formación de granulomas de células T o, por otro, por infiltrados celulares mal organizados.
Las distintas respuestas inmunes que se producen en función del tipo de enfermedad que se produce, dentro de lo que puede ser denominado como leprosis, confieren estados de relativa resistencia o susceptibilidad a la lepra. Como resultado a todo esto, la lepra es una oportunidad única para analizar la estructura genética de la base de la inmunidad humana. Pues bien, estos autores han analizado los estudios sobre esta enfermedad de los últimos 40 años. Este análisis sugiere que los genes influyen en el riesgo de acogida de la adquisición de la lepra y la predilección por las diferentes formas clínicas que adopta la enfermedad. Sin embargo, todavía no existe una solución global
El objetivo fundamental del trabajo es el de Identificar y explorar funcionalmente los factores genéticos inmunológicos que subyacen a la susceptibilidad humana a la lepra. Este conocimiento aportará conocimiento que será muy útil para la obtención de nuevos tratamientos o estrategias de vacunación futuras.
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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