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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
Investigadores catalanes han probado la existencia de correlación entre una mayor exposición a partículas contaminantes finas durante edades tempranas e incluso durante la gestación, genera consecuencias cognitivas en los años posteriores.
Los efectos negativos de los contaminantes no es algo nuevo. Aunque, en ocasiones, se llega a plantear la existencia de un debate inexistente sobre la necesidad de reducir los contaminante ambientales, las pruebas científicas son numerosas. En este sentido, un equipo de investigadores catalanes y londinenses han publicado en la revista Environmental Health Perspectives un estudio que confirma que la contaminación ambiental tiene profundos efectos en el desarrollo neuronal. Estos efectos se incrementa a edades tempranas.
En este trabajo se estudió la exposición atmosférica en el domicilio de los participantes. Para evitar sesgos se eligieron a estudiantes, con edades comprendidas entre los 7 y 10 años, con condicionantes socio-educativos semejantes. De este modo se pudo minimizar los efectos de los factores económicos, sociales, educativos, etc.
Los padres y madres de los participantes informaron a los investigadores de los lugares de residencia durante el periodo postnatal. De esta manera, y empleando las series temporales de mediciones estandarizadas diarias de la red nacional de calidad del aire, pudieron inferir los niveles de contaminantes a los que los participantes se vieron sometidos en sus primeros años de vida. Por otro lado, se estudió la capacidad cognitivas de cada estudiantes a través de diversos tests realizados por ordenador.
Los resultados obtenidos indican que una mayor exposición a un ambiente con mayor número de partículas finas desde el periodo prenatal hasta los siete años de vida de una persona se encuentra asociado con una menor memoria de trabajo al alcanzar la edad en que se practicaron los tests cognitivos (7-10 años). Ello indica que se produce un efecto que se va acumulando a causa de la exposición a dichas partículas.
Este tipo de trabajos, así como otros publicados previamente sobre el impacto del estrés en las ciudades, nos obligan a reflexionar sobre nuestro desarrollo social y económico. Ahora que los medios de comunicación han centrado su interés en la denominada "España vaciada" podría ser un buen momento para implementar políticas públicas que dispersen a la población, que reduzcan la centralización y, por tanto, la concentración excesiva de personas en núcleos urbanos.
En este trabajo se estudió la exposición atmosférica en el domicilio de los participantes. Para evitar sesgos se eligieron a estudiantes, con edades comprendidas entre los 7 y 10 años, con condicionantes socio-educativos semejantes. De este modo se pudo minimizar los efectos de los factores económicos, sociales, educativos, etc.
Los padres y madres de los participantes informaron a los investigadores de los lugares de residencia durante el periodo postnatal. De esta manera, y empleando las series temporales de mediciones estandarizadas diarias de la red nacional de calidad del aire, pudieron inferir los niveles de contaminantes a los que los participantes se vieron sometidos en sus primeros años de vida. Por otro lado, se estudió la capacidad cognitivas de cada estudiantes a través de diversos tests realizados por ordenador.
Los resultados obtenidos indican que una mayor exposición a un ambiente con mayor número de partículas finas desde el periodo prenatal hasta los siete años de vida de una persona se encuentra asociado con una menor memoria de trabajo al alcanzar la edad en que se practicaron los tests cognitivos (7-10 años). Ello indica que se produce un efecto que se va acumulando a causa de la exposición a dichas partículas.
Este tipo de trabajos, así como otros publicados previamente sobre el impacto del estrés en las ciudades, nos obligan a reflexionar sobre nuestro desarrollo social y económico. Ahora que los medios de comunicación han centrado su interés en la denominada "España vaciada" podría ser un buen momento para implementar políticas públicas que dispersen a la población, que reduzcan la centralización y, por tanto, la concentración excesiva de personas en núcleos urbanos.
Miércoles, 3 de Julio 2019
En el año 2016 se ha publicado un texto donde se analizan los efectos psicociales y sociales que produce la epilepsia y que ha pasado un tanto desapercibido.
Marco Mula y Josemir W. Sander han publicado en el año 2016 un artículo en la revista del Royal College of Psychiatrists, BJPsych Open, de gran interés sociológico sobre la epilepsia. Esta patología es definida como una condición neurológica que afecta a 40-70 de cada 100.000 personas al año. No obstante, según los autores, en los países con escasos recursos, la incidencia de este tipo de patologías suele ser mucho mayor que las regiones con más recursos económicos: a menudo por encima de 120 casos por cada 100 000 personas al año. Así mismo, en los países con ingresos altos, las personas pobres también parecen tener una mayor incidencia de este tipo de patologías. Por lo que podríamos decir que existe un condicionante social en la probabilidad de la aparición de esta condición.
A su vez, existe un segundo factor social muy relevante en estos casos. La epilepsia es una condición altamente estigmatizada y, por ello, afecta a la calidad de vida de las personas que la padecen. Ello supone un incremento de la ansiedad, de la depresión y de la aceptación de la medicación. Este estigma, indican los autores, está presente en las diferentes regiones con independencia del nivel de ingresos de éstas.
Pues bien, la estigmatización parece ser responsable, como ya vimos, de la deficiente calidad de vida de los afectados y también del estado de ánimo de los mismos. Ello conlleva la aparición de fenómenos de ansiedad en los pacientes y en sus familias. Lo que puede conducir, después, a un incremento de la tasa de comportamientos agresivos asociados a la depresión y a la ansiedad.
En algunos países de ingresos bajos y medios, concretamente en Zambia, el 20% de las madres de niños con epilepsia se sienten estigmatizadas debido a la condición neurológica de sus hijos (Elafros et al., 2015). Por otro lado, en el mismo texto de Elafros et al. se indican que el 53% se perciben que algunas personas se sienten incómodas con las personas con esta condición, el 47% perciben inferioridad y el 44% sienten que los demás desean evitarlos.
En definitiva, las barreras sociales que presentan las personas con epilepsia son grandes, lo que genera brechas y disparidades sociales que deben ser tenidas en cuenta para implementar programas de educación social que aumente el conocimiento público y reduzca el estigma.
Referencias bibliográficas:
Elafros, M. A., Bowles, R. P., Atadzhanov, M., Mbewe, E., Haworth, A., Chomba, E., & Birbeck, G. L. (2015). Reexamining epilepsy-associated stigma: validation of the Stigma Scale of Epilepsy in Zambia. Quality of life research : an international journal of quality of life aspects of treatment, care and rehabilitation, 24(6), 1483-1489. doi:https://dx.doi.org/10.1007%2Fs11136-014-0868-4
Mula, M., & Sander, J. (2016). Psychosocial aspects of epilepsy: A wider approach. BJPsych Open, 2(4), 270-274. doi:10.1192/bjpo.bp.115.002345
A su vez, existe un segundo factor social muy relevante en estos casos. La epilepsia es una condición altamente estigmatizada y, por ello, afecta a la calidad de vida de las personas que la padecen. Ello supone un incremento de la ansiedad, de la depresión y de la aceptación de la medicación. Este estigma, indican los autores, está presente en las diferentes regiones con independencia del nivel de ingresos de éstas.
Pues bien, la estigmatización parece ser responsable, como ya vimos, de la deficiente calidad de vida de los afectados y también del estado de ánimo de los mismos. Ello conlleva la aparición de fenómenos de ansiedad en los pacientes y en sus familias. Lo que puede conducir, después, a un incremento de la tasa de comportamientos agresivos asociados a la depresión y a la ansiedad.
En algunos países de ingresos bajos y medios, concretamente en Zambia, el 20% de las madres de niños con epilepsia se sienten estigmatizadas debido a la condición neurológica de sus hijos (Elafros et al., 2015). Por otro lado, en el mismo texto de Elafros et al. se indican que el 53% se perciben que algunas personas se sienten incómodas con las personas con esta condición, el 47% perciben inferioridad y el 44% sienten que los demás desean evitarlos.
En definitiva, las barreras sociales que presentan las personas con epilepsia son grandes, lo que genera brechas y disparidades sociales que deben ser tenidas en cuenta para implementar programas de educación social que aumente el conocimiento público y reduzca el estigma.
Referencias bibliográficas:
Elafros, M. A., Bowles, R. P., Atadzhanov, M., Mbewe, E., Haworth, A., Chomba, E., & Birbeck, G. L. (2015). Reexamining epilepsy-associated stigma: validation of the Stigma Scale of Epilepsy in Zambia. Quality of life research : an international journal of quality of life aspects of treatment, care and rehabilitation, 24(6), 1483-1489. doi:https://dx.doi.org/10.1007%2Fs11136-014-0868-4
Mula, M., & Sander, J. (2016). Psychosocial aspects of epilepsy: A wider approach. BJPsych Open, 2(4), 270-274. doi:10.1192/bjpo.bp.115.002345
Viernes, 15 de Febrero 2019
La revista BioSocieties ha publicado recientemente un número monográfico titulado “Situating the Biosocial” donde se analizan las relaciones entre los estudios epigenéticos, en su vertiente ambiental, y la sociología.
Portada de la revista BioSocieties.
La epigenética y los estudios sociales se encuentran cada vez más cerca. Autores como Maurizio Meloni (2019) o como Reinhard Heil, Stefanie B. Seitz, Harald König y Jürgen Robienski (2017) han publicado libros muy relevantes en este nuevo contexto híbrido. La revista BioSocieties no ha querido dejar de lado el debate que se está construyendo al respecto.
En este sentido investigadores como el propio Meloni, en 2016, consideran que la epigenética ambiental es un ámbito de conocimiento que está reconciliando lo social para la biología y podría incluso llegar a conformar una nueva biología sin biologismo. Ahora bien, también existen investigadores que son escépticos ante esta interpretación.
La biología en general (también la investigación epigenética) ha tendido en los últimos tiempos a una hipertrofia de lo molecular. De ahí que incluso, tal y como afirman Lloyd y Müller, se llegase a molecularizar nuestro entorno considerándolo como un complemento del genoma. Esto hace pensar o recuperar cierto nivel de determinismo biológico que parecía estar un tanto superado. La epigenética parece que abre una puerta a cierta incertidumbre sobre los riesgos sociales de esta disciplina. De hecho, Harald Matern indica que la investigación epigenética “promete” nuevas posibilidades de dar una explicación a, por ejemplo, la homosexualidad o a otros aspectos del comportamiento humano.
Rayna Rapp entra en el debate y se pregunta si los investigadores cualitativos confrontamos las brechas existenciales originadas por la investigación biomédica y su traducción a la praxis. Para Rapp siempre nos topamos con una brecha existencial entre los deseos de perfeccionabilidad futura y su traducción a la práctica médica, la cual está continuamente alterada por los beneficios sociales desiguales (generando inequidades) y los callejones sociales sin salida. Esta lucha constante entre las limitaciones y las aspiraciones generan ciertas brechas inconmensurables, vacíos existenciales (dice) que nunca se pueden llenar. De hecho, estos vacíos/brechas paulatinamente se van atrincherando más a medida que se incrementa el carácter capitalista global de las ciencias de la vida avanza con una velocidad cada vez mayor, arrastrando consigo las aspiraciones disruptivas heterogéneas.
Veremos donde termina el debate…
En este sentido investigadores como el propio Meloni, en 2016, consideran que la epigenética ambiental es un ámbito de conocimiento que está reconciliando lo social para la biología y podría incluso llegar a conformar una nueva biología sin biologismo. Ahora bien, también existen investigadores que son escépticos ante esta interpretación.
La biología en general (también la investigación epigenética) ha tendido en los últimos tiempos a una hipertrofia de lo molecular. De ahí que incluso, tal y como afirman Lloyd y Müller, se llegase a molecularizar nuestro entorno considerándolo como un complemento del genoma. Esto hace pensar o recuperar cierto nivel de determinismo biológico que parecía estar un tanto superado. La epigenética parece que abre una puerta a cierta incertidumbre sobre los riesgos sociales de esta disciplina. De hecho, Harald Matern indica que la investigación epigenética “promete” nuevas posibilidades de dar una explicación a, por ejemplo, la homosexualidad o a otros aspectos del comportamiento humano.
Rayna Rapp entra en el debate y se pregunta si los investigadores cualitativos confrontamos las brechas existenciales originadas por la investigación biomédica y su traducción a la praxis. Para Rapp siempre nos topamos con una brecha existencial entre los deseos de perfeccionabilidad futura y su traducción a la práctica médica, la cual está continuamente alterada por los beneficios sociales desiguales (generando inequidades) y los callejones sociales sin salida. Esta lucha constante entre las limitaciones y las aspiraciones generan ciertas brechas inconmensurables, vacíos existenciales (dice) que nunca se pueden llenar. De hecho, estos vacíos/brechas paulatinamente se van atrincherando más a medida que se incrementa el carácter capitalista global de las ciencias de la vida avanza con una velocidad cada vez mayor, arrastrando consigo las aspiraciones disruptivas heterogéneas.
Veremos donde termina el debate…
Jueves, 31 de Enero 2019
La sociología molecular es una línea de investigación reciente sobre la que están trabajando algunos investigadores, especialmente el profesor Wolfgang Baumeister y centra su interés en las relaciones de comunicación que se establecen a nivel celular y molecular.
Imagen del profesor Baumeister. Fuente: Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia. https://www.mpg.de/de
El profesor Wolfgang Baumeister, del Instituto Max Planck de bioquímica, es una de las mayores autoridades en investigación sobre estructuras celulares y sobre los procesos comunicacionales que se producen en ellas. De hecho, el grupo de investigación de Baumeister desarrolló el método denominado "tomografía crioelectrónica". Con él se permite, a los investigadores, visualizar estructuras macromoleculares en un estado funcional y casi nativo en células congeladas hidratadas. A partir de ahí este científico desarrolló la idea de la "sociología molecular" de la célula.
Las células como todo ser vivo nace, crece, se reproduce y muere. En este ciclo necesita relacionarse con otras células y con su entorno. El proceso de adaptación celular implica que la célula necesita llevar a cabo una serie de procesos para que sus relaciones sociales se puedan mantener. En este sentido las membranas celulares, los canales iónicos, el proteosoma, etcétera son algunos de las estructuras fundamentales para este proceso. Las ideas de Baumeister todavía están sociológicamente poco desarrolladas, por lo que sería necesario ahondar más.
Considerar que la célula es una estructura social puede resultar enormemente chocante para las personas de ciencias sociales. Ahora, posiblemente todos aquellos que tienen conocimientos biológicos estarán de acuerdo que existen ciertos aspectos sociales en los diferentes elementos biológicos (aunque no podamos hablar de una sociedad estrictamente). Estos elementos de partida podrían permitir que comiencen a trabajar juntos sociológicos, biólogos, médicos y otros científicos de áreas supuestamente alejadas.
Las células como todo ser vivo nace, crece, se reproduce y muere. En este ciclo necesita relacionarse con otras células y con su entorno. El proceso de adaptación celular implica que la célula necesita llevar a cabo una serie de procesos para que sus relaciones sociales se puedan mantener. En este sentido las membranas celulares, los canales iónicos, el proteosoma, etcétera son algunos de las estructuras fundamentales para este proceso. Las ideas de Baumeister todavía están sociológicamente poco desarrolladas, por lo que sería necesario ahondar más.
Considerar que la célula es una estructura social puede resultar enormemente chocante para las personas de ciencias sociales. Ahora, posiblemente todos aquellos que tienen conocimientos biológicos estarán de acuerdo que existen ciertos aspectos sociales en los diferentes elementos biológicos (aunque no podamos hablar de una sociedad estrictamente). Estos elementos de partida podrían permitir que comiencen a trabajar juntos sociológicos, biólogos, médicos y otros científicos de áreas supuestamente alejadas.
Martes, 20 de Noviembre 2018
Las dificultades de asentar una nueva teoria social.
Sentar las bases de una propuesta sociológica es siempre una aventura arriesgada. De hecho, parece que no son muchas las alternativas sociológicas con las que podemos manejarnos en nuestro día a día. Unas centran su interés en lo general y otras en lo particular. Por eso parece que resulta enormemente complejo poder conjugar ambas perspectivas. Más, si cabe, cuando buscamos que una teoría social tenga inserto un nítido enfoque dinámico, complejo y elástico.
En los últimos años se han venido desarrollando interesantes propuestas teóricas que tienen como objetivo explicar y comprender la sociedad en su conjunto. Se rompe, por tanto, esa lucha entre aquellos sociólogos que explicaban la sociedad desde arriba (macrosociología ejemplificada en los determinismos culturales de Parsons, en la teoría de sistemas de Luhmann, etc.) contra los que lo hacían desde abajo (microsociología, ejemplificada en el interaccionismo simbólico de Blumer, en la etnometodología de Garfinkel, etc.). Actualmente, desde finales del siglo XX, se ha venido haciendo un interesante esfuerzo por conjugar –en un modelo integrador– la microsociología y la macrosociología.
En los últimos años se han venido desarrollando interesantes propuestas teóricas que tienen como objetivo explicar y comprender la sociedad en su conjunto. Se rompe, por tanto, esa lucha entre aquellos sociólogos que explicaban la sociedad desde arriba (macrosociología ejemplificada en los determinismos culturales de Parsons, en la teoría de sistemas de Luhmann, etc.) contra los que lo hacían desde abajo (microsociología, ejemplificada en el interaccionismo simbólico de Blumer, en la etnometodología de Garfinkel, etc.). Actualmente, desde finales del siglo XX, se ha venido haciendo un interesante esfuerzo por conjugar –en un modelo integrador– la microsociología y la macrosociología.
Miércoles, 14 de Octubre 2015
En un reciente artículo publicado en la prestigiosa revista Papeles de población, firmado por Xavier RAMBLA, Rosangela SALDANHA-PEREIRA
y Josep Lluís ESPLUGA, un brillante trabajo sobre la educación y el desarrollo humano.
Portada de Papeles de población
Podemos afirmar que Rambla y colaboradores parecen partir de la idea de que para mejorar la humanidad es necesario pensar en la gobernanza de las desigualdades educativas para organizar la financiación, los recursos humanos y la participación en el sistema educativo. De ahí que su trabajo pueda ser enmarcado en una investigación sobre la democratización del sistema educativo mundial.
Los autores no se fijan en zonas extremas donde los niveles de inequidad son muy fuertes. Ellos nos muestran que en realidades intermedias, como es Brasil, es necesario gobernar el desarrollo educativo conjugando la actuación de varias políticas públicas que incidan sobre las inequidades. De hecho, los firmantes nos muestran que las carencias de la población más vulnerable se convierte en un obstáculo muy difícil de sortear para el desarrollo educativo.
Una clave decisiva de sus avances y limitaciones, dicen, podría ser la capacidad de las políticas destinadas a extender los derechos de ciudadanía para contrarrestar los mecanismos causales de las desigualdades. Sobre todo, las clausuras sociales que malogran el derecho a la educación, la formación de espacios públicos y la redistribución fiscal probablemente constituyan el reto principal.
Los autores no se fijan en zonas extremas donde los niveles de inequidad son muy fuertes. Ellos nos muestran que en realidades intermedias, como es Brasil, es necesario gobernar el desarrollo educativo conjugando la actuación de varias políticas públicas que incidan sobre las inequidades. De hecho, los firmantes nos muestran que las carencias de la población más vulnerable se convierte en un obstáculo muy difícil de sortear para el desarrollo educativo.
Una clave decisiva de sus avances y limitaciones, dicen, podría ser la capacidad de las políticas destinadas a extender los derechos de ciudadanía para contrarrestar los mecanismos causales de las desigualdades. Sobre todo, las clausuras sociales que malogran el derecho a la educación, la formación de espacios públicos y la redistribución fiscal probablemente constituyan el reto principal.
Viernes, 31 de Mayo 2013
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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