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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
La gran capacidad de la biotecnología para desarrollar artefactos de potencial importancia en nuestra sociedad, como es la producción de carburantes, es ineludible. Por esta razón ambas actividades han estrechado sus vínculos para llegar a implementar el mejor biocombustible posible. Una gran esperanza para los que creen que los biocarburantes podrían ser el futuro de los carburantes.
Fuente: Biotechnology for Biofuels
Como es bien conocido los biocarburantes son un gran opción de sustitución de los carburantes convencionales para el transporte. De hecho, las investigaciones sobre su desarrollo y su mejora no han parado. En este sentido, se habló hace mucho tiempo de los biocombustibles de primera generación, los que usaban materias primas que ya tenían utilidad alimentaria para el ser humano (maíz, trigo, etc.). Actualmente los que tienen mayor relevancia son los de segunda generación, es decir aquello que se obtienen de materias primas que no son empleadas como alimento por el ser humano (microalga, Jatropha, etc.). No obstante, el avance en las investigaciones sobre estos nuevos carburantes es tan elevada que ya se hablan de los biocombustibles de tercera y cuarta generación.
Los primeros, los de tercera generación, emplean métodos de producción adaptados, en cierto modo, a la transformación de la biomasa en biocombustible. Es decir, obtención de organismos vegetales con poca lignina o con celulasas. Los de cuarta generación, en cambio, buscan la captación y almacenamiento de carbono en los organismos que se vayan a utilizar como carburantes. De tal modo que con estos últimos se busca no sólo minimizar el impacto del uso de los carburantes, sino incluso llegar a revertir casi el proceso y capturar más CO2 que el que se llegue a emitir en el proceso.
Los primeros, los de tercera generación, emplean métodos de producción adaptados, en cierto modo, a la transformación de la biomasa en biocombustible. Es decir, obtención de organismos vegetales con poca lignina o con celulasas. Los de cuarta generación, en cambio, buscan la captación y almacenamiento de carbono en los organismos que se vayan a utilizar como carburantes. De tal modo que con estos últimos se busca no sólo minimizar el impacto del uso de los carburantes, sino incluso llegar a revertir casi el proceso y capturar más CO2 que el que se llegue a emitir en el proceso.
Jueves, 17 de Febrero 2011
En la revista digital MIT News se informa de uno de los últimos libros de Sherry Turkle donde se habla de las grandes posibilidades comunicacionales de las nuevas tecnologías que, paradójicamente, nos hacen estar más aislado.
Cuando camines por una ciudad relativamente grande y estés en un lugar público fíjate a tu alrededor. Podrás comprobar que muchas de las personas de ese lugar están hablando por teléfono, enviando mensajes de textos, conectados a Internet, etc. Esto hace que Peter Dizikes, en referencia al libro Alone Together de Sherry Turkle, nos diga que esta atención tan compulsiva de la gente a las tecnologías de la comunicación se está convirtiendo en una tendencia que debería preocuparnos. En base a esto, el profesor Turkle nos sugiere que ha llegado el momento de desarrollar replanteamientos de la forma en que el uso que se les da a estas nuevas tecnología.
Sherry Turkle, psicóloga del MIT, entrevistó a 450 personas para comprender cómo la tecnología afectaba a la vida de éstas. Una de las conclusiones más impactantes de la obra es que en las familias se producen una serie de cambios de rol en base a estas nuevas tecnologías. Mientras que los jóvenes, grandes usuarios de las nuevas tecnologías de la comunicación, se sienten afectados negativamente por el uso frecuente que sus padres hacen de los dispositivos móviles
En el texto, Turkle deja claro que la conclusión su estudio sobre el impacto de la tecnología en la vida contemporánea no es completamente negativa. “Por supuesto, he encontrado muchas cosas positivas sobre el siempre-en la cultura”, dice. “Las personas tiene la oportunidad de crear amistades y estar en contacto con otros por todo el mundo”. Sin embargo, a Turkle (afirma Dizikes) le preocupa que el uso de la tecnología esté dando forma a las normas sociales, en lugar de al revés.
Internet todavía está en rápida evolución. Pero esto no quiere decir que tengamos que eliminar aspectos de la socialización tradicional que tanto ha aportado. Por ello, es necesario recordar nuevamente (como ya hemos hecho en otras ocasiones) que nosotros somos los que controlamos a estas nuevas tecnologías no al revés.
Sherry Turkle, psicóloga del MIT, entrevistó a 450 personas para comprender cómo la tecnología afectaba a la vida de éstas. Una de las conclusiones más impactantes de la obra es que en las familias se producen una serie de cambios de rol en base a estas nuevas tecnologías. Mientras que los jóvenes, grandes usuarios de las nuevas tecnologías de la comunicación, se sienten afectados negativamente por el uso frecuente que sus padres hacen de los dispositivos móviles
En el texto, Turkle deja claro que la conclusión su estudio sobre el impacto de la tecnología en la vida contemporánea no es completamente negativa. “Por supuesto, he encontrado muchas cosas positivas sobre el siempre-en la cultura”, dice. “Las personas tiene la oportunidad de crear amistades y estar en contacto con otros por todo el mundo”. Sin embargo, a Turkle (afirma Dizikes) le preocupa que el uso de la tecnología esté dando forma a las normas sociales, en lugar de al revés.
Internet todavía está en rápida evolución. Pero esto no quiere decir que tengamos que eliminar aspectos de la socialización tradicional que tanto ha aportado. Por ello, es necesario recordar nuevamente (como ya hemos hecho en otras ocasiones) que nosotros somos los que controlamos a estas nuevas tecnologías no al revés.
Miércoles, 16 de Febrero 2011
¿Os habéis fijado en las modificaciones que se han ido produciendo en nosotros a causa del uso de las tecnologías? ¿Esto podría tener muchas consecuencias o no?
Las tecnologías nos han cambiado tanto que nuestro propio cuerpo se ve modificado notablemente a causa de su uso. Pongamos algunos ejemplos que a veces se nos pasan desapercibidos. Las personas que se cuidan y van al gimnasio a hacer ejercicio van cambiando paulatinamente su cuerpo. Pensemos, por ejemplo, en un hombre que hace mucho ejercicio y se ha puesto “cachas”. Esta persona ha modificado tanto su cuerpo que ha desarrollado sus músculos en una manera muy concreta. De hecho, los nadadores no tienen el mismo físico que un culturista.
Otro ejemplo nos lo encontramos en el uso de los ordenadores que han generado nuevas patologías provenientes del uso del ratón. Pero, además, se ha comprobado que los jóvenes tienen muy desarrollado el pulgar por el uso de los teléfonos móviles. En relación con la alimentación podemos comprobar que el uso de alimentos con bifido-bacterias hace que tengamos un intestino colonizado de la misma manera en la que la teníamos cuando éramos pequeños.
Otros casos interesantes son las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías médicas, cosméticas y estéticas. Ellas nos mantienen con apariencia juvenil durante mucho más tiempo. El mero uso de tintes o postizos ha sido un primer paso en nuestra transformación corporal. Actualmente las liposucciones, los solarium y los implantes van transformando nuestro propio cuerpo superando, entre otras cosas, la dependencia de la gravedad como factor cambiante.
Todo ello hace que la tecnología esté evolucionando diariamente con nosotros. De tal manera que nuestra vida se convierte en un tránsito por una especie de senda donde las piedras son ratones de ordenador, los árboles son placas bases, las hierbas son pequeños frascos de laboratorios, etc. La cuestión está en saber si la tecnología va a dirigir nuestras vidas o nosotros conduciremos su desarrollo.
Otro ejemplo nos lo encontramos en el uso de los ordenadores que han generado nuevas patologías provenientes del uso del ratón. Pero, además, se ha comprobado que los jóvenes tienen muy desarrollado el pulgar por el uso de los teléfonos móviles. En relación con la alimentación podemos comprobar que el uso de alimentos con bifido-bacterias hace que tengamos un intestino colonizado de la misma manera en la que la teníamos cuando éramos pequeños.
Otros casos interesantes son las posibilidades que nos ofrecen las tecnologías médicas, cosméticas y estéticas. Ellas nos mantienen con apariencia juvenil durante mucho más tiempo. El mero uso de tintes o postizos ha sido un primer paso en nuestra transformación corporal. Actualmente las liposucciones, los solarium y los implantes van transformando nuestro propio cuerpo superando, entre otras cosas, la dependencia de la gravedad como factor cambiante.
Todo ello hace que la tecnología esté evolucionando diariamente con nosotros. De tal manera que nuestra vida se convierte en un tránsito por una especie de senda donde las piedras son ratones de ordenador, los árboles son placas bases, las hierbas son pequeños frascos de laboratorios, etc. La cuestión está en saber si la tecnología va a dirigir nuestras vidas o nosotros conduciremos su desarrollo.
Martes, 15 de Febrero 2011
La divulgación es una actividad muy importante en el desarrollo de la actividad tecnocientífica sobre todo porque ésta tiene una función de mediación entre los científicos y tecnólogos, y la ciudadanía. Los medios de comunicación tienen, en este sentido, una relación muy importante con la democratización de esta actividad. El problema es que en numerosas ocasiones dicha divulgación no es tal, se convierte en mero espectáculo pensado para vender.
Eduard Punset uno de los grandes divulgadores tecnocientíficos españoles
Nosotros vivimos dentro de un gran sistema, el sistema social, constituido por un gran número de subsistemas que co-evoluciona haciendo que el gran sistema social se vea transformado paulatinamente. Uno de los grandes subsistemas es el tecnocientífico que condiciona enormemente nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra comunicación, etc. No obstante, pese a que cada día vivimos más influenciada por la ciencia y la tecnología, estoy completamente de acuerdo con Nicanos Ursúa quien afirma que pese a todo ello la mayoría de los desarrollos tecnocientíficos siguen siendo un gran misterio para la mayoría de la ciudadanía.
Por ambos motivo, como bien afirma Alfredo Marcos, la comunicación tecnocientífica se está convirtiendo en una gran pieza fundamental para el correcto funcionamiento del sistema social y tiene efectos recíprocos entre el público, la tecnociencia y el subsistema político. En base a esto, tanto el propio Alfredo Marcos, como los reputados H. Nowotny, P. Scott y M. Gibbons, consideran, dicho de una manera un tanto herética, que existe una co-evolución tecnociencia-sociedad que se materializa en el fenómeno comunicativo proveniente del subsistema tecnocientífico.
La tecnociencia condiciona de tal medida nuestra vida que la toma de decisiones sobre lo que es adecuado investigar o no, tiene vital importancia en las sociedades más desarrolladas tecnocientíficamente. En esta toma de decisiones las personas necesitan estar informadas correctamente para que puedan tener elementos de juicio. Obviamente esta labor la realizarán los especialistas en este ámbito: los periodistas.
El problema de todo esto es que muchas veces la divulgación tecnocientífica es mal entendida y se hace lo que podría ser llamado mero espectáculo tecnocientífico. Hacer espectáculo tiene un lado muy positivo, se logra que, posiblemente, muchas personas se acerquen a una determinada "información". El problema es que el espectáculo puede quedarse en la mera consecución económica y perder su labor Informativa. Por todo ello, es fundamental que la divulgación siga siendo Información y no "información".
Seguiremos hablando del tema más adelante...
Por ambos motivo, como bien afirma Alfredo Marcos, la comunicación tecnocientífica se está convirtiendo en una gran pieza fundamental para el correcto funcionamiento del sistema social y tiene efectos recíprocos entre el público, la tecnociencia y el subsistema político. En base a esto, tanto el propio Alfredo Marcos, como los reputados H. Nowotny, P. Scott y M. Gibbons, consideran, dicho de una manera un tanto herética, que existe una co-evolución tecnociencia-sociedad que se materializa en el fenómeno comunicativo proveniente del subsistema tecnocientífico.
La tecnociencia condiciona de tal medida nuestra vida que la toma de decisiones sobre lo que es adecuado investigar o no, tiene vital importancia en las sociedades más desarrolladas tecnocientíficamente. En esta toma de decisiones las personas necesitan estar informadas correctamente para que puedan tener elementos de juicio. Obviamente esta labor la realizarán los especialistas en este ámbito: los periodistas.
El problema de todo esto es que muchas veces la divulgación tecnocientífica es mal entendida y se hace lo que podría ser llamado mero espectáculo tecnocientífico. Hacer espectáculo tiene un lado muy positivo, se logra que, posiblemente, muchas personas se acerquen a una determinada "información". El problema es que el espectáculo puede quedarse en la mera consecución económica y perder su labor Informativa. Por todo ello, es fundamental que la divulgación siga siendo Información y no "información".
Seguiremos hablando del tema más adelante...
Lunes, 14 de Febrero 2011
La concepción tradicional acerca de que las tecnologías actuales sólo son empleadas por la juventud es errónea. La cuestión radica en las motivaciones y percepciones individuales de estas tecnologías. Posiblemente, la vinculación entre la salud, la seguridad personal y el uso de las nuevas tecnología caminen juntos haciendo que cuando confluyan estos aspectos la aceptación tecnológica, en este sector poblacional, sea mayor.
A Donald A. Norman, profesor de Ciencias Cognitivas en la Universidad de California y de Ciencias de la Computación en la Northwestern University, le acaban de traducir al español uno de sus últimos libros, titulándolo: El diseño de los objetos del futuro. La interacción entre el hombre y la máquina. En esta obra hay un capítulo sobre el futuro de las cosas cotidianas en el que Norman se pregunta si es la tecnología la que se adapta al ser humano o viceversa.
El autor afirma que la adaptación del ser humano a la tecnología es un fenómeno que no tiene nada nuevo. De hecho, afirma que desde el siglo XIX pavimentamos vías para que puedan transitar por ellas artefactos tecnológicos tales como las carretas, las motos, los coches, autobuses, etc. Además, también cambiamos nuestras casas, muebles, etc. para que nos quepa la televisión o para poder tener ADSL en nuestro hogar. Por lo tanto, la respuesta a si la tecnología se adapta al ser humano o somos nosotros los que nos adaptamos a ella queda clara. Bidireccionalidad.
Envejecimiento y máquina
« Casualmente, en el siglo XXI, muchos países se enfrentan a una población cada vez más envejecida. La gente descubrirá que deberán adaptar las viviendas y los edificios a sus parientes de más edad o a ellos mismos... Lo irónico es que estos mismos cambios facilitarán las cosas a las máquinas, precisamente cuando las adquiramos para facilitar la vida de los ancianos. »
Las palabras de Norman caminan en la senda de una mayor tecnocientíficación de la sociedad y de nuestros propios hábitos diarios. De hecho, el envejecimiento poblacional camina en esta senda de una manera mucho más acelerada de lo que pudiera parecer muchas veces dada la mayor dificultad de adaptación que presentan las personas mayores al uso de las nuevas tecnologías. No obstante, la vinculación de las nuevas tecnologías con la salud coadyuva en la aceptación de las primeras por parte de este sector de la población.
Vejez y salud
Tal y como nos muestra Juan Luis Pintos en un artículo sobre los imaginarios sociales de la vejez, el factor salud es fundamental en el desarrollo de la percepción social intrínseca y extrínseca a este grupo social. En base a esto y teniendo en cuenta que los mayores de 65 años son uno de los colectivos más propenso a caer en la brecha tecnocientífica y, por tanto, de la ciber-exclusión, sería adecuado la vinculación del uso de las nuevas tecnologías con los factores relativos a la seguridad y a la salud.
En este sentido parece que resulta relativamente recurrente (no tengo datos sobre esto) que el uso de la telefonía móvil en la población envejecida no proviene de una necesidad de comunicación constante, sino de una especie de mecanismo de "salvaguarda" psicológica ante un posible riesgo personal vinculado con la salud. Es decir, "...así, si me pasa algo o me caigo en la calle, siempre puedo llamar a ..."
Para aclarar estas ideas tan preliminares, lo mejor sería que se hiciese algún tipo de investigación en este sentido. Esperaremos a ver si la idea cuaja.
El autor afirma que la adaptación del ser humano a la tecnología es un fenómeno que no tiene nada nuevo. De hecho, afirma que desde el siglo XIX pavimentamos vías para que puedan transitar por ellas artefactos tecnológicos tales como las carretas, las motos, los coches, autobuses, etc. Además, también cambiamos nuestras casas, muebles, etc. para que nos quepa la televisión o para poder tener ADSL en nuestro hogar. Por lo tanto, la respuesta a si la tecnología se adapta al ser humano o somos nosotros los que nos adaptamos a ella queda clara. Bidireccionalidad.
Envejecimiento y máquina
« Casualmente, en el siglo XXI, muchos países se enfrentan a una población cada vez más envejecida. La gente descubrirá que deberán adaptar las viviendas y los edificios a sus parientes de más edad o a ellos mismos... Lo irónico es que estos mismos cambios facilitarán las cosas a las máquinas, precisamente cuando las adquiramos para facilitar la vida de los ancianos. »
Las palabras de Norman caminan en la senda de una mayor tecnocientíficación de la sociedad y de nuestros propios hábitos diarios. De hecho, el envejecimiento poblacional camina en esta senda de una manera mucho más acelerada de lo que pudiera parecer muchas veces dada la mayor dificultad de adaptación que presentan las personas mayores al uso de las nuevas tecnologías. No obstante, la vinculación de las nuevas tecnologías con la salud coadyuva en la aceptación de las primeras por parte de este sector de la población.
Vejez y salud
Tal y como nos muestra Juan Luis Pintos en un artículo sobre los imaginarios sociales de la vejez, el factor salud es fundamental en el desarrollo de la percepción social intrínseca y extrínseca a este grupo social. En base a esto y teniendo en cuenta que los mayores de 65 años son uno de los colectivos más propenso a caer en la brecha tecnocientífica y, por tanto, de la ciber-exclusión, sería adecuado la vinculación del uso de las nuevas tecnologías con los factores relativos a la seguridad y a la salud.
En este sentido parece que resulta relativamente recurrente (no tengo datos sobre esto) que el uso de la telefonía móvil en la población envejecida no proviene de una necesidad de comunicación constante, sino de una especie de mecanismo de "salvaguarda" psicológica ante un posible riesgo personal vinculado con la salud. Es decir, "...así, si me pasa algo o me caigo en la calle, siempre puedo llamar a ..."
Para aclarar estas ideas tan preliminares, lo mejor sería que se hiciese algún tipo de investigación en este sentido. Esperaremos a ver si la idea cuaja.
Viernes, 11 de Febrero 2011
Durante muchos años parecía que los estudios sobre la tecnociencia y la persona se encaminaban por ámbitos separados e incluso tenían intereses divergentes. En los últimos tiempos algunos autores se han propuesto estudiar las relaciones existentes entre ambas. Gracias a esto el paradigma convencional está cambiando.
Hemos dicho muchas veces en Tecnohuma@ que los humanos hemos ido transformando nuestro entorno, nuestras sociedades e incluso a nosotros mismos. Con el paso de los años la humanidad ha pasado de estar configuradas por sociedades poco dependientes de la tecnología, a ser sociedades profundamente condicionadas por el desarrollo científico-tecnológico y, recientemente, a ser tecnocientíficamente dependiente. A su vez, y como es obvio, el devenir de las sociedades mal llamadas occidentales es lo que ha generado el desarrollo y la implementación de actividades tales como la tecnociencia.
Un poco de historia
Con la Revolución Industrial, y gracias al capitalismo, se produce un gran empuje en el desarrollo tecnológico entrando la civilización «occidental» en un nuevo paradigma. Posteriormente, y ya en el siglo XX, se empieza a ver a la tecnología profundamente vinculada con el desarrollo científico comenzándose a hablar —a mediados de los 70— de tecnociencia.
Los progresos tecnológicos del siglo XX han generado una mutación social a un nivel extraordinario. Las nuevas fuentes de energía, la síntesis de nuevos materiales con propiedades insospechadas, la tecnología láser o la biotecnología han invadido todos los ámbitos de la vida humana provocando que el gran sistema social se encuentre articulado, como nunca, en torno a la actividad tecnológica. A su vez, la actividad tecnológica nunca había tenido una repercusión tan notoria en la estructura de ese gran sistema
Coda
Esta actividad se ha ido institucionalizando trayendo consigo lo que se ha denominado como sistema tecnocientífico, uno de los principales subsistemas del gran sistema social. A día de hoy la tecnociencia es un complejo contexto interpenetrado por un entorno plural y diverso constituido por diversos subsistemas del gran sistema social: económico, político, religioso, etc.
Habitualmente las interpenetraciones mas estudiadas son las relativas al doblete tecnociencia-economía, tecnociencia-sociedad, tecnociencia-política, tecnociencia-educación, etc. Asimismo se han realizado diversos estudios sobre ética tecnocientífica de gran impacto académico y social (Echeverría, Murillo, Valero, etc.). Sin embargo son muy escasos los trabajos que se han ocupado de esbozar la interpenetración entre el sistema tecnocientífico y el sistema personal. En el libro La comprensión de la tecnociencia se ha comenzado a analizar este tipo de enfoques pese al gran problema que esto supone. Convendría seguir ahondando en este tipo de aproximaciones.
Un poco de historia
Con la Revolución Industrial, y gracias al capitalismo, se produce un gran empuje en el desarrollo tecnológico entrando la civilización «occidental» en un nuevo paradigma. Posteriormente, y ya en el siglo XX, se empieza a ver a la tecnología profundamente vinculada con el desarrollo científico comenzándose a hablar —a mediados de los 70— de tecnociencia.
Los progresos tecnológicos del siglo XX han generado una mutación social a un nivel extraordinario. Las nuevas fuentes de energía, la síntesis de nuevos materiales con propiedades insospechadas, la tecnología láser o la biotecnología han invadido todos los ámbitos de la vida humana provocando que el gran sistema social se encuentre articulado, como nunca, en torno a la actividad tecnológica. A su vez, la actividad tecnológica nunca había tenido una repercusión tan notoria en la estructura de ese gran sistema
Coda
Esta actividad se ha ido institucionalizando trayendo consigo lo que se ha denominado como sistema tecnocientífico, uno de los principales subsistemas del gran sistema social. A día de hoy la tecnociencia es un complejo contexto interpenetrado por un entorno plural y diverso constituido por diversos subsistemas del gran sistema social: económico, político, religioso, etc.
Habitualmente las interpenetraciones mas estudiadas son las relativas al doblete tecnociencia-economía, tecnociencia-sociedad, tecnociencia-política, tecnociencia-educación, etc. Asimismo se han realizado diversos estudios sobre ética tecnocientífica de gran impacto académico y social (Echeverría, Murillo, Valero, etc.). Sin embargo son muy escasos los trabajos que se han ocupado de esbozar la interpenetración entre el sistema tecnocientífico y el sistema personal. En el libro La comprensión de la tecnociencia se ha comenzado a analizar este tipo de enfoques pese al gran problema que esto supone. Convendría seguir ahondando en este tipo de aproximaciones.
Jueves, 10 de Febrero 2011
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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