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Blog de Tendencias21 sobre los problemas del mundo actual a través de los libros
14/01/2013
John Kampfner: Libertad en venta. ¿Por qué vendemos democracia a cambio de seguridad? Barcelona: Ariel, 2011 (374 páginas).
Se suele recurrir al dilema de “seguridad o libertad” en situaciones particularmente extremas o muy excepcionales que, como su propio nombre indica, no deberían de ser la norma. Sin embargo, la tesis que sostiene John Kampfner pone de manifiesto justamente lo contrario. Hoy en día, su uso ha dejado de ser una excepción para transformarse crecientemente en la regla.
Conviene recordar su engañosa fórmula, de disyuntiva entre “seguridad o libertad”, en la que ambos términos se presentan como si fueran excluyentes (esto es, a mayor seguridad menos libertad o, viceversa, a más libertad, menos seguridad). Su uso no se restringe sólo a las dictaduras, que tradicionalmente han justificado la ausencia de libertades en nombre de la sacrosanta “seguridad nacional”.
Por el contrario, su aplicación se ha ensanchado a las democracias tanto incipientes como a otras largamente institucionalizadas en el tiempo. El ejemplo más reciente fue el recorte de libertades, derechos civiles y garantías constitucionales en Estados Unidos tras el 11-S, con la promulgación de la denominada Ley Patriota (USA PATRIOT Act), en octubre de 2011.
En su periplo por diferentes países, el autor recorre tanto los de regímenes autocráticos como los democráticos, dedicándole un capítulo a cada uno: Singapur, China, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, India, Italia, Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, la conclusión que extrae de ambas experiencias, autocrática y democrática, es semejante: el creciente trueque de “nuestras libertades por las promesas de seguridad y prosperidad”, aunque las normas específicas varíen de unos países a otros.
Quizás el ejemplo más patente y exitoso de este modelo, por su mayor visibilidad, sea actualmente China, donde en aras del crecimiento económico las libertades y el respeto a los derechos humanos brillan por su ausencia. Su precedente más inmediato se encuentra en el denominado “modelo de desarrollo asiático” que, entre otros países del entorno, encarna Singapur.
Paralelamente, en los países democráticos, algunos de dudosa o deteriorada calidad democrática, la libertad se circunscribe cada vez más a la esfera económica: la de la desregulación de los mercados, de “ganar dinero y consumir”. Obviamente, si antes no ha sido excluido del circuito económico.
Se suele recurrir al dilema de “seguridad o libertad” en situaciones particularmente extremas o muy excepcionales que, como su propio nombre indica, no deberían de ser la norma. Sin embargo, la tesis que sostiene John Kampfner pone de manifiesto justamente lo contrario. Hoy en día, su uso ha dejado de ser una excepción para transformarse crecientemente en la regla.
Conviene recordar su engañosa fórmula, de disyuntiva entre “seguridad o libertad”, en la que ambos términos se presentan como si fueran excluyentes (esto es, a mayor seguridad menos libertad o, viceversa, a más libertad, menos seguridad). Su uso no se restringe sólo a las dictaduras, que tradicionalmente han justificado la ausencia de libertades en nombre de la sacrosanta “seguridad nacional”.
Por el contrario, su aplicación se ha ensanchado a las democracias tanto incipientes como a otras largamente institucionalizadas en el tiempo. El ejemplo más reciente fue el recorte de libertades, derechos civiles y garantías constitucionales en Estados Unidos tras el 11-S, con la promulgación de la denominada Ley Patriota (USA PATRIOT Act), en octubre de 2011.
En su periplo por diferentes países, el autor recorre tanto los de regímenes autocráticos como los democráticos, dedicándole un capítulo a cada uno: Singapur, China, Rusia, Emiratos Árabes Unidos, India, Italia, Inglaterra y Estados Unidos. Sin embargo, la conclusión que extrae de ambas experiencias, autocrática y democrática, es semejante: el creciente trueque de “nuestras libertades por las promesas de seguridad y prosperidad”, aunque las normas específicas varíen de unos países a otros.
Quizás el ejemplo más patente y exitoso de este modelo, por su mayor visibilidad, sea actualmente China, donde en aras del crecimiento económico las libertades y el respeto a los derechos humanos brillan por su ausencia. Su precedente más inmediato se encuentra en el denominado “modelo de desarrollo asiático” que, entre otros países del entorno, encarna Singapur.
Paralelamente, en los países democráticos, algunos de dudosa o deteriorada calidad democrática, la libertad se circunscribe cada vez más a la esfera económica: la de la desregulación de los mercados, de “ganar dinero y consumir”. Obviamente, si antes no ha sido excluido del circuito económico.
08/01/2013
Tariq Ali: El síndrome Obama. Capitulación en Estados Unidos, guerra en el exterior. Madrid: Alianza Editorial, 2011 (247 páginas).
Ante el incio del segundo mandato de Obama, cabe recordar que las expectativas suscitadas por su primer y más sonado triunfo electoral a la presidencia de Estados Unidos rebasaron las de la ciudadanía y las de las propias fronteras estadounidenses.
Su extensión alcanzó a los más remotos e inusitados rincones del planeta, reflejando el poder y la influencia con los que Estados Unidos son percibidos en la política mundial. Sin olvidar, además, el inédito acontecimiento de ser el primer candidato no blanco (afroamericano) que llegaba a la Casa Blanca.
Por si esto fuera poco, su nombre, Barak Hussein Obama, recordaba los orígenes musulmanes de su línea paterna (que tanta suspicacia y recelos generan entre los elementos más recalcitrantes de la sociedad y política estadounidenses). En ese ambiente de esperanza e ilusión se acuñó la Obamamanía, término de existencia efímera.
De lo anterior cabe preguntarse ¿qué prima en la política de un país y, en particular, en la política exterior de la única superpotencia: la personalidad de su presidente o la estructura de poder que le rodea? Este es un viejo debate en disciplinas como la Ciencia Política y, en particular, las Relaciones Internaciones; y también uno de los más complejos por el ingrediente de subjetividad que introduce.
Sin adentrarse del todo en esta polémica, Tariq Ali analiza los dos primeros años de la presidencia de Obama. De su reflexión se puede extraer una respuesta un tanto eclética en la medida en que no cabe ignorar ni lo uno (personalidad) ni lo otro (estructura de poder). Pero tampoco conviene llamarse a engaño, como advierte el autor, “Obama es un político del aparato”. Por tanto, “nada ha sido traicionado más que las ilusiones propias”.
Su balance de la gestión de Obama durante ese periodo no arroja precisamente un saldo positivo. Por el contrario, muestra un significativo déficit tanto en su política interior como exterior.
Su actuación en el espacio interno ha estado caracterizada por el continuismo en materia económica. No existe una distinción clara entre las élites republicanas y demócratas. Ambas tienen en común regular antes la democracia que el capitalismo a “fin de garantizar la supervivencia de los más ricos”: complejo industrial-militar, industria farmacéutica, grandes empresas y, en definitiva, poder económico y financiero.
En su política exterior no advierte tampoco ninguna ruptura significativa con sus predecesores con respecto a Irak e Irán; su apoyo incondicional a Israel con el precio de la marginación y exclusión de los derechos palestinos; y su implicación y ampliación de la intervención militar en Afganistán y la región fronteriza pakistaní.
De la síntesis anterior no es extraño que el autor concluya que, en contra de su afamado eslogan, Obama sea “el presidente del no puedo”. Ensayista y literato, además de editor de la revista New Left Review, Tariq Ali es una de las voces más críticas del panorama mundial, ámbito en el que también es un referente intelectual.
El grueso de su obra en castellano ha aparecido publicada en Alianza Editorial. Entre sus títulos literarios (novela histórica) destaca el denominado “quinteto del islam”: A la sombra del Granado; El libro de Saladino; La mujer de piedra; Un sultán en Palermo; y La noche de la Mariposa Dorada.
Y entre sus ensayos cabe igualmente resaltar dos obras de interés por su rabiosa actualidad: El choque de los fundamentalismos. Cruzadas, yihads y modernidad; y Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos. El duelo.
Ante el incio del segundo mandato de Obama, cabe recordar que las expectativas suscitadas por su primer y más sonado triunfo electoral a la presidencia de Estados Unidos rebasaron las de la ciudadanía y las de las propias fronteras estadounidenses.
Su extensión alcanzó a los más remotos e inusitados rincones del planeta, reflejando el poder y la influencia con los que Estados Unidos son percibidos en la política mundial. Sin olvidar, además, el inédito acontecimiento de ser el primer candidato no blanco (afroamericano) que llegaba a la Casa Blanca.
Por si esto fuera poco, su nombre, Barak Hussein Obama, recordaba los orígenes musulmanes de su línea paterna (que tanta suspicacia y recelos generan entre los elementos más recalcitrantes de la sociedad y política estadounidenses). En ese ambiente de esperanza e ilusión se acuñó la Obamamanía, término de existencia efímera.
De lo anterior cabe preguntarse ¿qué prima en la política de un país y, en particular, en la política exterior de la única superpotencia: la personalidad de su presidente o la estructura de poder que le rodea? Este es un viejo debate en disciplinas como la Ciencia Política y, en particular, las Relaciones Internaciones; y también uno de los más complejos por el ingrediente de subjetividad que introduce.
Sin adentrarse del todo en esta polémica, Tariq Ali analiza los dos primeros años de la presidencia de Obama. De su reflexión se puede extraer una respuesta un tanto eclética en la medida en que no cabe ignorar ni lo uno (personalidad) ni lo otro (estructura de poder). Pero tampoco conviene llamarse a engaño, como advierte el autor, “Obama es un político del aparato”. Por tanto, “nada ha sido traicionado más que las ilusiones propias”.
Su balance de la gestión de Obama durante ese periodo no arroja precisamente un saldo positivo. Por el contrario, muestra un significativo déficit tanto en su política interior como exterior.
Su actuación en el espacio interno ha estado caracterizada por el continuismo en materia económica. No existe una distinción clara entre las élites republicanas y demócratas. Ambas tienen en común regular antes la democracia que el capitalismo a “fin de garantizar la supervivencia de los más ricos”: complejo industrial-militar, industria farmacéutica, grandes empresas y, en definitiva, poder económico y financiero.
En su política exterior no advierte tampoco ninguna ruptura significativa con sus predecesores con respecto a Irak e Irán; su apoyo incondicional a Israel con el precio de la marginación y exclusión de los derechos palestinos; y su implicación y ampliación de la intervención militar en Afganistán y la región fronteriza pakistaní.
De la síntesis anterior no es extraño que el autor concluya que, en contra de su afamado eslogan, Obama sea “el presidente del no puedo”. Ensayista y literato, además de editor de la revista New Left Review, Tariq Ali es una de las voces más críticas del panorama mundial, ámbito en el que también es un referente intelectual.
El grueso de su obra en castellano ha aparecido publicada en Alianza Editorial. Entre sus títulos literarios (novela histórica) destaca el denominado “quinteto del islam”: A la sombra del Granado; El libro de Saladino; La mujer de piedra; Un sultán en Palermo; y La noche de la Mariposa Dorada.
Y entre sus ensayos cabe igualmente resaltar dos obras de interés por su rabiosa actualidad: El choque de los fundamentalismos. Cruzadas, yihads y modernidad; y Pakistán en el punto de mira de Estados Unidos. El duelo.
02/01/2013
Alfonso Zapico: Café Budapest. Bilbao: Astiberri, 2008 (164 páginas).
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, una familia húngara de origen judío, integrada sólo por madre e hijo, emigra a Palestina. Allí les recibe su pariente más próximo, el tío Yosef, que regenta con su mujer un pequeño hotel.
Situado en pleno Jerusalén, el Café Budapest es un espacio en el que concurren clientes de diferentes orígenes étnicos y nacionalidades.
De pronto la convivencia en el Café Budapest se ve interrumpida por la sucesión de acontecimientos y hechos que asolaron Palestina: la partición de su territorio por las Naciones Unidas en noviembre de 1947, la creación del Estado de Israel en mayo de 1948 y, seguidamente, el estallido del conflicto árabe-israelí.
El espacio cosmopolita del Café Budapest se ve ensombrecido. Cada uno de sus miembros es requerido por sus respectivas comunidades, organizaciones políticas afines y Estados para sumarse al esfuerzo bélico.
Sin embargo, la familia del tío Yosef no secundará el conflicto que se apodera de la región. Su opción es la salida, con el regreso a Hungría, donde regentará un nuevo café. El Café Palestina será el nuevo espacio cosmopolita en el que se reencuentran algunos de los viejos amigos que frecuentaban el desaparecido Café Budapest.
De algún modo, el Café Palestina en Hungría recrea las relaciones de convivencia que dejaron atrás, en una Palestina que también ha desaparecido.
El acento de la narración incide en el carácter transnacional de sus personajes por encima de los particularismos nacionales e identitarios. De hecho, de la unión sentimental entre el sobrino de Yosef y una joven palestina nace una niña. Su identidad es objeto de todo tipo de especulación.
Alfonso Zapico, premio nacional de cómic 2012, no indaga tanto en la historia del conflicto israelo-palestino como en su carácter transnacional, de puente de comunicación, entendimiento y convivencia. Más allá de alguna pequeña errata (la partición de Palestina por la ONU fue el 29 de noviembre de 1947 y no el 19), quizás el punto débil de la obra resida en presentar el conflicto como una situación dada.
Al no referenciar su pasado ni contexto histórico corre el riesgo de dar lugar a un equívoco muy común: considerar que se trata de un conflicto étnico, de convivencia entre israelíes y palestinos, antes que un conflicto territorial, de origen colonial. Aunque -visto desde otro angulo- también es una forma de invitar al lector a informarse y documentarse.
Esta fractura colonial se asienta sobre la limpieza étnica y la ocupación militar que, a su vez, excluyeron la original opción binacional o de un solo Estado de la que se vuelve a hablar nuevamente, después de seis décadas de conflicto.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, una familia húngara de origen judío, integrada sólo por madre e hijo, emigra a Palestina. Allí les recibe su pariente más próximo, el tío Yosef, que regenta con su mujer un pequeño hotel.
Situado en pleno Jerusalén, el Café Budapest es un espacio en el que concurren clientes de diferentes orígenes étnicos y nacionalidades.
De pronto la convivencia en el Café Budapest se ve interrumpida por la sucesión de acontecimientos y hechos que asolaron Palestina: la partición de su territorio por las Naciones Unidas en noviembre de 1947, la creación del Estado de Israel en mayo de 1948 y, seguidamente, el estallido del conflicto árabe-israelí.
El espacio cosmopolita del Café Budapest se ve ensombrecido. Cada uno de sus miembros es requerido por sus respectivas comunidades, organizaciones políticas afines y Estados para sumarse al esfuerzo bélico.
Sin embargo, la familia del tío Yosef no secundará el conflicto que se apodera de la región. Su opción es la salida, con el regreso a Hungría, donde regentará un nuevo café. El Café Palestina será el nuevo espacio cosmopolita en el que se reencuentran algunos de los viejos amigos que frecuentaban el desaparecido Café Budapest.
De algún modo, el Café Palestina en Hungría recrea las relaciones de convivencia que dejaron atrás, en una Palestina que también ha desaparecido.
El acento de la narración incide en el carácter transnacional de sus personajes por encima de los particularismos nacionales e identitarios. De hecho, de la unión sentimental entre el sobrino de Yosef y una joven palestina nace una niña. Su identidad es objeto de todo tipo de especulación.
Alfonso Zapico, premio nacional de cómic 2012, no indaga tanto en la historia del conflicto israelo-palestino como en su carácter transnacional, de puente de comunicación, entendimiento y convivencia. Más allá de alguna pequeña errata (la partición de Palestina por la ONU fue el 29 de noviembre de 1947 y no el 19), quizás el punto débil de la obra resida en presentar el conflicto como una situación dada.
Al no referenciar su pasado ni contexto histórico corre el riesgo de dar lugar a un equívoco muy común: considerar que se trata de un conflicto étnico, de convivencia entre israelíes y palestinos, antes que un conflicto territorial, de origen colonial. Aunque -visto desde otro angulo- también es una forma de invitar al lector a informarse y documentarse.
Esta fractura colonial se asienta sobre la limpieza étnica y la ocupación militar que, a su vez, excluyeron la original opción binacional o de un solo Estado de la que se vuelve a hablar nuevamente, después de seis décadas de conflicto.
Editado por
José Abu-Tarbush
José Abu-Tarbush es profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna, donde imparte la asignatura de Sociología de las relaciones internacionales. Desde el campo de las relaciones internacionales y la sociología política, su área de interés se ha centrado en Oriente Medio y el Norte de África, con especial seguimiento de la cuestión de Palestina.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850