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Blog de Tendencias21 sobre los problemas del mundo actual a través de los libros
18/04/2013
Guy Delisle: Crónicas de Jerusalén. Bilbao: Astiberri, 2011 (336 páginas).
Con su habitual maestría para describir en viñetas situaciones complejas y conflictivas, Guy Delisle centra su último trabajo en el conflicto israelo-palestino.
A semejanza de sus Crónicas birmanas (Bilbao: Astiberri, 2008), el autor se desplaza a la zona de la mano de su mujer, trabajadora de Médicos Sin Fronteras.
Explicado el motivo de su nuevo desplazamiento y residencia por un año en Jerusalén, Delisle se ve envuelto en los avatares de la vida cotidiana, sin mayor agenda y disciplina que el trasiego de llevar y recoger a sus hijos a la escuela ―con los correspondientes atascos de tráfico―, llevarlos al parque, realizar las compras en el mercado y, en suma, asumir las ingratas tareas de la vida doméstica.
En medio de este ajetreo encuentra algo de tiempo para tomar notas, hacer apuntes y esbozar dibujos al mismo tiempo que descubre su nuevo barrio (Beit Hanina), la ciudad de Jerusalén y otras urbes palestinas e israelíes.
No desaprovechará ninguna oportunidad que se le presente para saciar su curiosidad, desplazándose incluso en visita guiada por israelíes que justifican la ocupación y colonización como por otros que las rechazan y contestan.
De este modo, Delisle se transforma en un observador participante que va relatando sus hallazgos a un ritmo sosegado. Al igual que en obras anteriores, el autor intercala los sucesos más nimios y rutinarios de su vida cotidiana con la narración de lo que advierte sobre el terreno, manejando las pausas y creando un clima de verosimilitud.
Pero, ¿qué advierte Delisle en sus Crónicas de Jerusalén? En realidad, su retrato va mucho más allá de lo escenificado en la denominada Ciudad Santa para adentrase en unas crónicas de la ocupación.
Guy Delisle no busca añadir nada nuevo a lo relatado en libros, informes, ensayos, artículos y documentales acerca de la ocupación militar israelí de los territorios palestinos.
Su gran aportación reside en el formato empleado, el cómic, para relatar los controles israelíes, la fragmentación del territorio palestino, el serpeante muro del apartheid, la discriminación de su población, la transformación de sus menguantes ciudades en guetos ―como las viñetas que dedica a Hebrón― o, entre otros muchos acontecimientos, el abuso de poder y la fuerza empleada contra la Franja de Gaza en el invierno de 2008-2009.
En medio de esa tragedia, el autor no se deja llevar por un relato maniqueo. Por el contrario, su agudeza recoge también las contradicciones en las que incurren ambas sociedades. Sin olvidar, por último, las ―no menos importantes― notas de humor.
Con su habitual maestría para describir en viñetas situaciones complejas y conflictivas, Guy Delisle centra su último trabajo en el conflicto israelo-palestino.
A semejanza de sus Crónicas birmanas (Bilbao: Astiberri, 2008), el autor se desplaza a la zona de la mano de su mujer, trabajadora de Médicos Sin Fronteras.
Explicado el motivo de su nuevo desplazamiento y residencia por un año en Jerusalén, Delisle se ve envuelto en los avatares de la vida cotidiana, sin mayor agenda y disciplina que el trasiego de llevar y recoger a sus hijos a la escuela ―con los correspondientes atascos de tráfico―, llevarlos al parque, realizar las compras en el mercado y, en suma, asumir las ingratas tareas de la vida doméstica.
En medio de este ajetreo encuentra algo de tiempo para tomar notas, hacer apuntes y esbozar dibujos al mismo tiempo que descubre su nuevo barrio (Beit Hanina), la ciudad de Jerusalén y otras urbes palestinas e israelíes.
No desaprovechará ninguna oportunidad que se le presente para saciar su curiosidad, desplazándose incluso en visita guiada por israelíes que justifican la ocupación y colonización como por otros que las rechazan y contestan.
De este modo, Delisle se transforma en un observador participante que va relatando sus hallazgos a un ritmo sosegado. Al igual que en obras anteriores, el autor intercala los sucesos más nimios y rutinarios de su vida cotidiana con la narración de lo que advierte sobre el terreno, manejando las pausas y creando un clima de verosimilitud.
Pero, ¿qué advierte Delisle en sus Crónicas de Jerusalén? En realidad, su retrato va mucho más allá de lo escenificado en la denominada Ciudad Santa para adentrase en unas crónicas de la ocupación.
Guy Delisle no busca añadir nada nuevo a lo relatado en libros, informes, ensayos, artículos y documentales acerca de la ocupación militar israelí de los territorios palestinos.
Su gran aportación reside en el formato empleado, el cómic, para relatar los controles israelíes, la fragmentación del territorio palestino, el serpeante muro del apartheid, la discriminación de su población, la transformación de sus menguantes ciudades en guetos ―como las viñetas que dedica a Hebrón― o, entre otros muchos acontecimientos, el abuso de poder y la fuerza empleada contra la Franja de Gaza en el invierno de 2008-2009.
En medio de esa tragedia, el autor no se deja llevar por un relato maniqueo. Por el contrario, su agudeza recoge también las contradicciones en las que incurren ambas sociedades. Sin olvidar, por último, las ―no menos importantes― notas de humor.
11/04/2013
Eduardo González Calleja: Las guerras civiles. Perspectivas de análisis desde las ciencias sociales. Madrid: Los Libros de La Catarata, 2013 (208 páginas).
Las guerras civiles son una variante de la guerra. Otra son las guerras entre los Estados, que tradicionalmente han recibido mayor atención que las registradas dentro de sus fronteras.
Sin embargo, del recuento de los conflictos interestatales en el mundo, en particular, a partir de la Segunda Guerra Mundial, se extrae que su número ha disminuido considerablemente y, en comparación, las controversias intrasocietales aumentaron. Desde entonces, aproximadamente, el 80% de los conflictos armados han sido internos.
Pese a algún repunte en la conflictividad interestatal tras el fin de la Guerra Fría, esta tendencia se ha mantenido en líneas generales durante la denominada posguerra fría. Si bien, advierte el autor, el incremento de los conflictos internos no ha sido significativo. Sólo que su número es comparativamente mayor que el registrado entre los Estados.
Solapada durante la Guerra Fría por la mayor atención prestada a la conflictividad interestatal y la tensión bipolar, las guerras intraestatales han sido objeto de una creciente atención por parte de la academia en general y de los estudios de las relaciones internacionales en particular.
Con un importante bagaje investigador y bibliográfico sobre la violencia política, Eduardo González Calleja aborda la literatura especializada en la materia. Con este propósito se adentra en la controvertida definición de las guerras civiles por las ciencias sociales: “entendidas como una violencia en gran escala entre dos o más grupos dentro de un Estado reconocido que luchan por el control del gobierno o la extensión de su jurisdicción”.
En este mismo sentido, recoge en los diversos capítulos que integran su obra las diferentes aproximaciones a sus orígenes o causas, duración, recurrencia, consecuencias, dinámicas de la violencia y alternativas de resolución.
De la ingente bibliografía revisada, con sus distintas aportaciones, propuestas y tipologías, se concluye que “las guerras civiles tienen orígenes, formas y desarrollos múltiples”. En palabras del autor, su naturaleza plural introduce “la ambigüedad” como “rasgo definitorio de las guerras civiles”.
Las guerras civiles son una variante de la guerra. Otra son las guerras entre los Estados, que tradicionalmente han recibido mayor atención que las registradas dentro de sus fronteras.
Sin embargo, del recuento de los conflictos interestatales en el mundo, en particular, a partir de la Segunda Guerra Mundial, se extrae que su número ha disminuido considerablemente y, en comparación, las controversias intrasocietales aumentaron. Desde entonces, aproximadamente, el 80% de los conflictos armados han sido internos.
Pese a algún repunte en la conflictividad interestatal tras el fin de la Guerra Fría, esta tendencia se ha mantenido en líneas generales durante la denominada posguerra fría. Si bien, advierte el autor, el incremento de los conflictos internos no ha sido significativo. Sólo que su número es comparativamente mayor que el registrado entre los Estados.
Solapada durante la Guerra Fría por la mayor atención prestada a la conflictividad interestatal y la tensión bipolar, las guerras intraestatales han sido objeto de una creciente atención por parte de la academia en general y de los estudios de las relaciones internacionales en particular.
Con un importante bagaje investigador y bibliográfico sobre la violencia política, Eduardo González Calleja aborda la literatura especializada en la materia. Con este propósito se adentra en la controvertida definición de las guerras civiles por las ciencias sociales: “entendidas como una violencia en gran escala entre dos o más grupos dentro de un Estado reconocido que luchan por el control del gobierno o la extensión de su jurisdicción”.
En este mismo sentido, recoge en los diversos capítulos que integran su obra las diferentes aproximaciones a sus orígenes o causas, duración, recurrencia, consecuencias, dinámicas de la violencia y alternativas de resolución.
De la ingente bibliografía revisada, con sus distintas aportaciones, propuestas y tipologías, se concluye que “las guerras civiles tienen orígenes, formas y desarrollos múltiples”. En palabras del autor, su naturaleza plural introduce “la ambigüedad” como “rasgo definitorio de las guerras civiles”.
03/04/2013
Jean Ziegler: El odio a Occidente. Barcelona: Península, 2010 (298 páginas).
Con un título provocador (o sensacionalista, según se mire), Jean Ziegler reincide en su inquietud por la desigualdad e injusticia mundial.
Autor de numerosos títulos que reflejan y, al mismo tiempo, denuncian la exclusión y los atropellos que sufren dos tercios de la humanidad, en esta obra el sociólogo suizo se centra en el resentimiento antioccidental que se respira en muchos rincones del Tercer Mundo.
En realidad, hoy día sería más apropiado hablar de los Terceros Mundos, debido a las diferencias que se han ido estableciendo entre unas regiones y otras. Sin olvidar la considerable desigualdad existente todavía dentro de cada sociedad, incluso entre los llamados países emergentes como Brasil, Rusia, India y China, entre otros.
El Tercer Mundo fue objeto de una mayor atención durante la etapa de la descolonización. Una obra de referencia de la época fue la de Frantz Fanon, traducida como Los condenados de la Tierra.
El denominado tercermundismo carecía de la connotación peyorativa que posee hoy. Entonces era sinónimo de las reivindicaciones nacionalistas en los países colonizados, del no alineamiento en la estructura bipolar del sistema mundial y del establecimiento de un nuevo orden económico internacional. En cierto modo, el tercermundismo viene a ser un predecesor del actual movimiento altermundialista.
La obra de Ziegler hace un recorrido por la historia de la dominación occidental del Tercer Mundo: conquista, colonización, pillaje de materias primas, esclavitud, desplazamientos forzosos, crímenes y racismo. Sin olvidar su retórico y esquizofrénico discurso sobre los derechos humanos.
El autor se para con mayor detenimiento en dos casos concretos y más actuales: Nigeria y Bolivia. Si bien el texto carece de pretensión teórica, no es menos cierto que brinda un importante valor testimonial y de denuncia.
En particular, llama la atención sobre la memoria herida de los pueblos de Sur y la necesidad de un diálogo fraternal entre las memorias colectivas, entre quienes dominaron y quienes fueron dominados.
Con un título provocador (o sensacionalista, según se mire), Jean Ziegler reincide en su inquietud por la desigualdad e injusticia mundial.
Autor de numerosos títulos que reflejan y, al mismo tiempo, denuncian la exclusión y los atropellos que sufren dos tercios de la humanidad, en esta obra el sociólogo suizo se centra en el resentimiento antioccidental que se respira en muchos rincones del Tercer Mundo.
En realidad, hoy día sería más apropiado hablar de los Terceros Mundos, debido a las diferencias que se han ido estableciendo entre unas regiones y otras. Sin olvidar la considerable desigualdad existente todavía dentro de cada sociedad, incluso entre los llamados países emergentes como Brasil, Rusia, India y China, entre otros.
El Tercer Mundo fue objeto de una mayor atención durante la etapa de la descolonización. Una obra de referencia de la época fue la de Frantz Fanon, traducida como Los condenados de la Tierra.
El denominado tercermundismo carecía de la connotación peyorativa que posee hoy. Entonces era sinónimo de las reivindicaciones nacionalistas en los países colonizados, del no alineamiento en la estructura bipolar del sistema mundial y del establecimiento de un nuevo orden económico internacional. En cierto modo, el tercermundismo viene a ser un predecesor del actual movimiento altermundialista.
La obra de Ziegler hace un recorrido por la historia de la dominación occidental del Tercer Mundo: conquista, colonización, pillaje de materias primas, esclavitud, desplazamientos forzosos, crímenes y racismo. Sin olvidar su retórico y esquizofrénico discurso sobre los derechos humanos.
El autor se para con mayor detenimiento en dos casos concretos y más actuales: Nigeria y Bolivia. Si bien el texto carece de pretensión teórica, no es menos cierto que brinda un importante valor testimonial y de denuncia.
En particular, llama la atención sobre la memoria herida de los pueblos de Sur y la necesidad de un diálogo fraternal entre las memorias colectivas, entre quienes dominaron y quienes fueron dominados.
Editado por
José Abu-Tarbush
José Abu-Tarbush es profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna, donde imparte la asignatura de Sociología de las relaciones internacionales. Desde el campo de las relaciones internacionales y la sociología política, su área de interés se ha centrado en Oriente Medio y el Norte de África, con especial seguimiento de la cuestión de Palestina.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850