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Reseñas

Grito africano por el derecho a existir Redacción T21 , 29/01/2015
Grito africano por el derecho a existir
Ficha Técnica
 
Título: Grito africano por el derecho a existir
Autor: Cyprien Melibi Melibi
Edita: Tirant Humanidades
Materia: África y la Iglesia
Colección: Diáspora
Encuadernación: Rústica con solapas
Número de páginas: 199 págs.
ISBN: 978-84-16062-53-9
PVP: 19€
 


“… desde niño la civilización occidental me ha sido presentada como un modelo perfecto. Nacido y crecido en África, todo lo que he aprendido en la escuela, en el colegio y en la universidad viene de la cultura europea. La prueba de eso es que leo, hablo y escribo tres idiomas europeos y solo un idioma africano, mi idioma materno. Por tanto, voy a hablar de África y de los africanos. […] Quiero hablar del África que me vio nacer y crecer.  Por tanto, voy a hablar de África de las aldeas y de los barrios populares; África de los campos y de los ríos; África de los montes y de los valles; África de la selva, de la sabana y del desierto. Voy a hablar de África y de los africanos que conozco.”
 
Ese es el grito liberador que emerge de esta obra y que trata de destruir los cimientos de la imagen de África promovida por occidente, pretendiendo continuar sosteniendo una relación desigual que alimenta los privilegios del occidente blanco, gozados durante seis siglos, sobre unas inmensas tierras cargadas de riquezas naturales y culturales, pagados al precio de las propias vidas de sus verdaderos propietarios, los africanos.
 
En Grito africano por el derecho a existir, el lector se encontrará, por una parte, con un grito de denuncia y, por otra, una utopía, entendida como un sueño de vida, una aspiración a la liberación y una llamada al compromiso con África. Su autor, Cyprien Melibi Melibi, aproxima, a los lectores interesados, a esa realidad ignorada y ampliamente desconocida.
 
En el primero titulado Sobrecogedora África, el autor relata la situación de estrangulamiento en la que se encuentra el continente. Y para que se comprendan las razones del presente, el autor mira al pasado para ver, revisar y reflexionar sobre lo sucedido y quizás, poder interpretar lo que significa ese pasado para el mundo de hoy y para el futuro. Mostrando la singularidad de su historia y de los efectos que ésta tiene en su presente.
 
África, aclara el Cyprien Melibi, es reconocida por el mundo occidental a partir del siglo XIV y ese descubrimiento es valorado desde la cultura y los intereses de unos aventureros que evalúan las ventajas y las cualidades de sus pobladores en función de sus ambiciosos proyectos, la explotación del mundo recién descubierto, para lo que cuentan con una mano de obra idónea por su fuerza y su resistencia física: de esta manera da comienzo  la esclavitud.
 
Afirma el autor que, La esclavitud de la raza negra se funda en el cristianismo romano de entonces. Me refiero, aquí, por ejemplo, al papa Nicolás V (1447-1455) que concedió al rey de Portugal el derecho de reducir a cualquier “sarraceno” (negro) a la esclavitud hereditaria. Paradójicamente, era el Siglo de la Luz, el Siglo de Oro de la cristiandad española, tal como destaca el autor. Y, durante cuatro siglos, se arrancaron millones de hijos e hijas del continente africano; encadenados, torturados, mutilados, hubo violaciones, seres humanos lanzados al Océano Atlántico.
 
A la etapa de la esclavitud le siguió la de la colonización de África y tras la conferencia de Berlín en el siglo XIX, las naciones potentes deciden dominar, someter, conquistar y explotar a este enorme continente, rico, inocente e impotente. El territorio se divide en naciones y se reparte entre los países colonizadores según sus intereses. La Iglesia, a través de las congregaciones misioneras, jugará un papel ambiguo que facilitará la dominación de los Estados colonizadores.
 
Después de la segunda Guerra Mundial […] Francia recibirá como mandato por parte de otros Estados occidentales ser “el gendarme” del Continente Negro. Ese mandato le da plena libertad para poner en vigor “el orden occidental” en África, utilizando todos los medios posibles con el silencio cómplice de las demás naciones.
 
A partir de 1960 se produce la independencia política de la mayoría de los países. Pero, para mucha gente, la independencia política fue nada más que una desilusión: en la mayor parte del continente reina el partido único, al frente del gobierno un dictador que se erige en propietario de todo lo que vive y se mueve en el territorio nacional, elegido y evaluado por el país colonial que sigue dirigiendo, a través de él, el país.
 
Hoy en día, afirma Melibi, la “píldora amarga” que Europa hizo tragar a África por la tragedia de la esclavitud nos está envenenando todavía y se pregunta ¿Cómo los europeos pueden seguir enriqueciéndose en nuestra tierra sin tener en cuenta que somos nosotros los legítimos dueños de esas riquezas?
 
Tras esta panorámica histórica, que tan en resumen destacamos aquí, en los siguientes capítulos el autor profundizará en esa historia, desde otra perspectiva, la del africano que la ha padecido, poniendo palabras y dándole voz a lo que han vivido y viven los africanos, a sus luchas por el reconocimiento de su  dignidad, por el derecho a protagonizar los cambios sin sentir que los países desarrollados interfieren, en nombre de su civilización y a favor de sus intereses coloniales. De esta manera, cuestiona la civilización occidental que, pretendidamente perfecta y universal, les robó la propia y les mantiene en la miseria.
 
Desde su particular mirada, como africano cristiano, Melibi muestra su indignación respecto a la instrumentalización del cristianismo en su tierra y a la falta de compromiso institucional, de la propia iglesia católica, en la causa del pueblo africano en lucha por un destino mejor. Esto nos lleva al capítulo cuarto en donde se pone en evidencia, que la Iglesia en África es cuestionada desde los principios de la teología de la liberación.
 
[…] “desde su inicio, la teología de la liberación en África ha sido un movimiento de reivindicación. ¿Qué reivindicamos? Ante todo, que la Iglesia cristiana dé a nuestra cultura el mismo crédito de confianza que recibió por ejemplo la cultura romana de la misma. Que las iglesias occidentales nos traten como iglesia hermana y nos den nuestra independencia para crecer y madurar. Sin esa mirada de tú a tú, creo que todo lo que se tratará será nada más que un imperialismo cultural y religioso. […] Se trata pues de ser africanos y cristianos según el deseo de Dios sobre cada uno de nosotros y no según lo que piensan los demás que Dios necesita de nosotros.”
 
"África no está muriéndose, afirma con fuerza Melibi, mi tierra no está agonizando, no importa lo que pretenden los agoreros para excluir a mi continente del "banquete universal" del bienestar (...) África está trabajando, avanzando, progresando según su ritmo y actuando según su propio estilo. África no ha dicho su última palabra. Los africanos y las africanas tenemos recursos ontológicos y antropológicos necesarios para el despegue de nuestro continente. (...) Se está produciendo también el advenimiento de una África pensante. La hermenéutica africana sigue enriqueciéndose con su historia, donde la tradición y la modernidad se confrontan y se impregnan mutuamente. (...) Los cristianos y las cristianas de África no queremos que nuestra Iglesia sea cómplice ni colaboradora de los verdugos (blancos o negros) del pueblo africano. Tampoco queremos un cristianismo "opio del pueblo africano", queremos que nuestra Iglesia asuma su función noble de liberar la energía interior del africano... Nkosi Sikelel´ iAfrika". Texto, este último, que se reproduce en la contraportada del libro.
 

Índice
 
Prólogo. África, desafío para Europa. Juan José Tamayo                              
Introducción y declaración de intención                
 
  1. Sobrecogedora África

1. «Zâm dzam esiki anë endzoé» o «Mi lepra no es como la tuya». 2.Las peripecias del pueblo negro-africano. 3. África defraudada - Europa indefendible. 4. La ignorancia culpable sobre África. 5. «Los africanos piden la palabra». 6. La cuestión del afro-modernismo 7. ¿Y qué responder al discurso sobre el afro-modernismo? 8.           ¡Europeos! Abrid los ojos al huésped interior 9. ¡Shemâ África!  
 
  1. Crítica africana a la «civilización perfecta»

1. Tanto por tan poco... 2. Es imposible hacer feliz a la gente a pesar de ella misma. 3. Si, al material africano; no, al humano. 4. «Yo soy mejor si tú fracasas» 5. ¿Europa, qué hiciste de tu bautismo? 6. «El drama de un humanismo deshumanizante» 7.      ¿Ganancias mal habidas o males bien adquiridos? 8. «Mañan ya añyù» o «Hermandad de labios» 9. Invitación al amor incondicional                  


III. Diatriba desde mi fe como negro africano

1. «El bicho estaba en la fruta». 2. Crónica de una iglesia olvidada. 3. Las expectativas de la iglesia africana hoy. 4. ¿Por qué salvar a África? 5. Ambigua eclesiología aplicada a los africanos. 6. Las congregaciones religiosas arrastran al diablo por la cola. 7. Las vocaciones sacerdotales y religiosas africanas incomprendidas. 8. Lamentos sobre mi fe como africano. 9. Mis tres misas sin tener conciencia de lo que celebraba

IV. La teología de la liberación cuestiona la iglesia en África

1. Algunas cuestiones pre-teológicas mal acertadas en África. 2. Contexto de eclosión de la teología de la liberación en África. 3. Los distintos temas de la teología de la liberación africana. 4. «Zoom» sobre la figura de Jean-Marc Ela. 5. Camino y ahogamiento de la teología de la liberación africana. 6. Desafíos nuevos y exigencias actuales de la teología de la liberación en África. 7. Anunciar a Jesús y liberar a África. 8. ¿Qué catolicismo para África?  9. Conclusión: Otra Iglesia es necesaria en África

V. África: ahora o nunca

1. Lo que no debemos hacer en África. 2. «Madiba y yo: militantismo, seguimiento y recuerdos». 3.Lo que debemos hacer en África: fomentar la utopía. 4. Para una conciencia africana despierta. 5. ¿Lo sabía Usted?... Yo, ¡No!                            
 
VI. África humana

1. África: ¿qué es? Y ¿qué no es?    2. África en la buena dirección. 3. A las fuentes de la cultura africana. 4. La humanidad africana en sus detalles. 5. «Debrouillons-nous» o «Desembrollémonos». 6. De la negritud al «afropolitanismo». 7. «Nkosi Sikelel' iAfrika» o Dios bendiga a África.  


Conclusión: África, la esperanza intacta                
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29/01/2015 Comentarios

Reseñas

Teresa de Jesús Redacción T21 , 28/01/2015
Teresa de Jesús
Ficha Técnica
 
Título: Teresa de Jesús /Teresa of Ávila
Autora: María-Milagros Rivera Garretas
Edita: Sabina Editorial. 1ª edición, noviembre de 2014
Edición bilingüe: Español-inglés
Traducción al inglés: Laura Pletsch Rivera
Ilustraciones: Isa Vázquez
Colección: Luzazul (Infantil y Juvenil)
Serie: Una historia verdadera. (Biografías bilingües ilustradas)
Encuadernación: Rústica con solapas
Número de páginas: 110 págs.
ISBN: 978-84-942716-1-8
PVP: 11,50 €
 
“Imagínate una pequeña ciudad castellana de alrededor de tres mil habitantes hace quinientos años, perfectamente amurallada desde la Edad Media, rodeada de páramos, luminosa, emblemática y fría, cristiana vieja, apegada a un pasado glorioso de autonomía, de lucha contra al-Ándalus y de amor a la tierra y a las costumbres antiquísimas. En esta ciudad, Ávila, nació el miércoles 28 de marzo de 1515 una niña morena e inquieta, la primera chica después de dos chicos, a quienes seguirían siete más. Su madre se llamaba Beatriz de Ahumada y era una mujer muy guapa, relativamente rica y cristiana vieja. La niña fue llamada Teresa, como su abuela materna Teresa de las Cuevas. El nombre de Teresa, que se daba desde hacía tiempo entre niñas cristianas nuevas, entraría con la recién nacida en el santoral cristiano y sería muy popular hasta el siglo XX.”
 
Con esta cadencia y esta dulzura, María-Milagros Rivera Garretas presenta en esta obra a Teresa de Jesús para que los jóvenes lectores y las jóvenes lectoras que se acerquen a esta mujer y a su obra, con inquieta curiosidad, encuentren un primer perfil de la que supo ser ella misma, a pesar de las condiciones y los condicionantes que envolvían la época en la que le tocó vivir.
 
La autora, con gran ligereza y profundidad va desgranando aquellos episodios clave de la vida de Teresa de Ávila, mostrándonos, a todos los que tenemos la suerte de acercarnos a esta pequeña obra, la grandeza y el poder que contiene, en su interior, todo ser humano. Grandeza y poder que Teresa reconoció en sí misma y que les llevaron a tomar la decisión de no ocultarlos.
 
El patriarcado, dice Maria-Milagros Rivera, se estaba endureciendo en España y en toda Europa en el siglo XVI: había empezado la terrible caza de brujas y las mujeres estaban perdiendo valor social e, incluso, derechos, en comparación con sus abuelas. Había interés en cambiar la política sexual para que los hombres aumentaran su poder sobre las madres, sobre las hijas y sobre la naturaleza o la vida, con el fin de justificar guerras de expansión imperial en el Nuevo mundo descubierto unas décadas antes. El amor y la amistad entre mujeres y hombres perdían sentido; parecía como si debilitaran. Hasta la lengua estaba cambiando por la fuerza, y se obligaba a hablar en masculino para referirse a toda la humanidad.
 
Teresa de Jesús (1515-1582) fue más radical que su época porque supo reinventar la política, poniendo en su centro no el poder de las armas sino la espiritualidad personal soberana de cada ser humano. Contemporánea de Juana I, Carlos V y Felipe II, vivió tiempos revolucionarios y también difíciles. Los tiempos del primer capitalismo, la conquista y colonización de América, la reforma protestante, la contrarreforma católica, el absolutismo político, y la caza de brujas. Los libros que escribió han resistido al tiempo y nos siguen asombrando 500 años después.

 
Índice
 
Capítulo I. Toledo, Siglo XV
Chapter I. Toledo, 15th century
 
Capítulo II. Ávila, Siglo XVI. La toma de conciencia
Chapter II. Ávila, 16th century: gaining awareness
 
Capítulo III. La revelación
Chapter III. The revelation
 
Capítulo IV. Las fundaciones
Chapter IV. The foundationes
 
Capítulo V. La revolución mística
Chapter V. The mystical revolution
 
Capítulo VI. El obstáculo
Chapter VI. The obstacle
 
Capítulo VII. La muerte y la inmortalidad
Chapter VII. Death and inmortality
 
Capítulo VIII. Fragmentos de las obras de Teresa de Jesús
Chapter VIII Excerpys from Teresa of Ávila’s Works
 
Apéndice
Appendix



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28/01/2015 Comentarios

Reseñas

Humanidad vivida. Memorias, de Hans Küng Juan Antonio Martínez de la Fe , 17/01/2015
Humanidad vivida. Memorias, de Hans Küng
Ficha Técnica

Título: Humanidad vivida. Memorias
Autor: Hans Küng
Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2014
Colección: Estructuras y Procesos
Serie: Religión
Traducción: José Manuel Lozano-Gotor
Encuadernación: Tapa dura
Número de páginas: 766
ISBN: 978-84-9879-554-7
Precio: 49 euros

¿Cómo se puede reseñar una vida? Ardua tarea, por no decir imposible. Este es el reto que se nos presenta al intentar ofrecer una visión de este libro, que constituye la tercera y, de momento, última parte de la autobiografía de Hans Küng, tras Libertad conquistada y Verdad controvertida. En los tres, el autor sigue el consejo de Walter Jens: “En tu autobiografía no debes escribir sobre cualquier tema posible; lo que cuentes, siempre ha de tener relación contigo.” Y esto es lo que hace Küng; lo que ocurre es que los temas que tienen que ver con él son amplios, no solo por la variedad sino, también y sobre todo, por su profundidad.

Puede dar la impresión (de hecho, así ha ocurrido con varios lectores) de que, ante tanto incidir en su persona, Hans Küng es un narcisista. Nada más lejos de la realidad. Tantas páginas son una descarnada confesión de los padeceres, luchas y batallas que ha tenido que afrontar para ser consecuente con sus sentimientos y con sus ideas. Se siente hijo de la Iglesia Católica, a pesar de los ataques que ha sufrido del núcleo duro de su jerarquía. Y sus ideas no son ocurrencias fruto de veleidades intelectuales, sino que han sido alumbradas tras un titánico esfuerzo para darles el oportuno y necesario sustento racional hasta donde es posible.

Quizás, en otra persona, tales características de su vida no habrían despertado gran interés. Pero, en el caso de Hans Küng, el personaje no puede pasar desapercibido. Son muchas y variadas las relevantes personalidades con las que ha tratado y su voz ha retumbado en auditorios muy variados, por lo general, atiborrados de una expectante audiencia. Los vericuetos de su existencia han encontrado eco en los medios de comunicación social; y sus escritos, artículos, textos, libros, gozan de una extraordinaria acogida en periódicos, revistas y editoriales.

Esta nueva entrega de sus memorias, cuenta con una breve introducción, a la que, con acierto, titula Rendición de cuentas: mis últimas tres décadas. En ella, nos da las claves por las que discurrirá su discurso expositivo.

En primer lugar, nos advierte de que estas páginas no son unas “memorias” en el sentido habitual del término. No. Se trata, más bien, de una narración y reflexión a la par. ¿Sobre qué? Pues de la historia de nuestro tiempo, de la historia de la Iglesia, de la teología y de las religiones. También de las personas, sobre las que sus juicios suelen atenerse a los hechos, pese a que, en ocasiones, deje entrever, en el apasionamiento de su opinión, algo de subjetividad fruto de un desengaño o de una herida profunda. Y todo ello vivido por Küng como testigo de esa época, un testigo que es, esencialmente, teólogo. Se trata, pues, de una humanidad vivida, con todas sus luces y sombras.

Ante el abundante material que fue acumulando a lo largo de las tres largas décadas que abarca esta obra (desde 1980 a la actualidad, que termina a mediados de 2013), tuvo que optar por un modo de presentarlo. Optó por un enfoque temático, más que por otro cronológico, pretendiendo, según sus propias palabras, “ofrecer una documentación lo más abarcadora posible sobre la historia de nuestro tiempo.”

La retirada por parte de Juan Pablo II (no puedo aún darle el tratamiento recientemente concedido de “santo”) de su missio, no sumió a Hans Küng en la inactividad, sino que, muy al contrario, le abrió un amplio horizonte de posibilidades a las que poder dirigir su ímpetu intelectual.

Pudo, así, ocuparse de toda una serie de temas nuevos; temas que preocupan a la Iglesia, pero no solo a ella, sino, superándola, a la humanidad: la mujer y el cristianismo, teología y literatura, religión y música, religión y ciencia de la naturaleza, el diálogo de las religiones y las culturas, la contribución de las religiones a la paz mundial y la necesidad de una ética común a toda la humanidad, de una ética mundial.

Como se ve, un amplio abanico, que se inscribe en el marco de toda su vida, más allá de estas tres décadas que, con gran acierto, resumió Manuel Fraijó en cinco ejes, en la laudatio que pronunció en el acto de investidura de Hans Küng como doctor honoris causa de la Uned: Pensar en la Iglesia, el acceso a Jesús de Nazaret, Dios en clave filosófica-teológica, diálogo interreligioso y a vueltas con la ética.

A lo largo de las tres décadas que comprenden estas memorias, reconoce Küng que, a pesar de los errores y enredos, su punto de vista fundamental (el de un cristiano ilustrado, como él se define, ecuménicamente abierto y socialmente crítico) no ha variado. El balance que hace de esta larga etapa es positivo: “He experimentado mucha humanidad en el sentido más verdadero de la palabra y he podido abogar, contra todas las formas de inhumanidad, a favor de más humanidad en el género humano: a favor de la unidad de las Iglesias cristianas, de la paz entre las religiones, de la comunidad de naciones.”

Dicho esto, resulta harto complejo intentar compendiar en unos pocos párrafos el contenido del libro. Por varios motivos: por ejemplo, por la diversidad de temas que aborda, por la profundidad con que los trata, por el enorme volumen de contactos y relaciones que ha mantenido durante todo este tiempo, … La lectura del Índice amplio de la obra da una idea más que suficiente de su contenido y constituye, a la vez, una invitación a la lectura reposada de estas casi ochocientas páginas de apretado texto. Cualquier conocedor de la obra de Hans Küng encontrará en ellas la evolución de su pensamiento a través de su experiencia.

El atardecer de la vida

Pero, hay un capítulo, el último que puede resultar de interés comentar, el que denomina El atardecer de la vida. Nos dice Küng: “Pero de la condición humana forma parte asimismo la muerte. También con ella me gustaría confrontarme en este mi último volumen, en especial, en el Epílogo: también aquí, ¡la verdad con veracidad!”

Comienza el capítulo refiriéndose, especialmente, al paso de los años sobre el cuerpo. Los achaques. Unos achaques que ya le impiden la práctica de uno de sus deportes favoritos, esquiar, pero que no le apartan de una actividad deportiva diaria, adecuada a sus más de ocho décadas, animado por el proverbio alemán que dice: “quien se para, se oxida.”

Reflexiona a lo largo de varias páginas sobre el hecho de la muerte; aduce las experiencias de quienes han estado muy cerca de ese desconocido umbral, pero que no lo han traspasado, por lo que, pese a expresar su respeto por ellas, no acepta como argumento de una vida post mortem. Y nos ofrece su propia idea sobre la resurrección, ya expuesta ampliamente en otra de sus obras: “La comprensión de la resurrección no como resucitación de un cadáver en cuanto magnitud física, sino ingreso de toda mi persona finita en la infinitud y eternidad de Dios, quien es el misterio inefable de nuestra realidad.”

¿Cree Hans Küng en la vida después de la muerte? Sí, responde con rotundidad, pero no por una argumentación apodíctica, sino porque ha “conservado esta confianza racional en Dios, y la confianza en el Dios eterno me permite confiar asimismo en la vida eterna.” ¿Y si estuviera equivocado? Pues tiene “la clara conciencia de que, en caso de que esté equivocado y no muera a la vida eterna de Dios, sino a la nada, al menos habré vivido una vida mejor y más llena de sentido que si no hubiese albergado esta esperanza.”

Dedica, también, un extenso texto al tema de la eutanasia y a su actitud personal ante ella: quiere morir con dignidad, con todo lo que ello implica, recordando, emocionado, a su amigo Walter Jens, quien, tras una brillante vida intelectual, pasó su última década perdido en la oscuridad de su mente.

La lectura de este tomo de su autobiografía, así como de los dos anteriores, puede dar la impresión, y de hecho la ha dado, de que su autor es un vanidoso; lo comentamos más arriba. Al periodista que le formuló una pregunta en este sentido, le respondió: “¿Es vanidad solicitar audiencia jurídica de una autoridad romana que me discrimina en el mundo entero mediante una condena sin haberme oído nunca y ni siquiera haberme leído?” No se considera vanidoso, sino conocedor de sus posibilidades y explicita lo que realmente aborrece, por encontrar en ello vanidad: “Aborrezco la presunción, en especial la académica; aborrezco la afectación, sobre todo la pía; aborrezco la jactancia, incluso cuando se disimula o adorna litúrgicamente.”

Encuentra Küng que ha de ser agradecido. “Si echo la vista atrás a mi vida, me inundan sentimientos de gratitud. Y, al mismo tiempo, el sentimiento de incapacidad de expresar esa gratitud como es debido.” Y así enumera una larga lista de personas a quienes debe ese testimonio: colegas, colaboradores, amigos.

Especialmente emotivas son las líneas que dedica a su cuerpo: a sus manos, que han envejecido, junto a sus oídos y a sus ojos. Lo que nos trae a la memoria el precioso soneto de Domingo Rivero,

Yo a mi cuerpo:

¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?;
¿por qué con humildad no he de quererte,
si en ti fui niño, y joven, y en ti arribo,
viejo, a las tristes playas de la muerte?
Tu pecho ha sollozado compasivo
por mí, en los rudos golpes de mi suerte;
ha jadeado con mi sed, y altivo
con mi ambición latió cuando era fuerte.
Y hoy te rindes al fin, pobre materia,
Extenuada de angustia y de miseria
¿Por qué no te he de amar? Qué seré el día
que tú dejes de ser? ¡Profundo arcano!
Sólo sé que en tus hombres hice mía
mi cruz, mi parte en el dolor humano
.

Cómo me gustaría morir. Así titula un largo epígrafe. “Me encamino así como persona finita hacia lo infinito.” Y detalla cómo desearía que llegara su último momento, aunque humildemente acepta su llegada, preparado para lo que sea.

Manuel Fraijó publicó, en el El País, el 24 de diciembre pasado, un precioso artículo contándonos su reciente visita a Hans Küng, junto con el editor de este libro que reseñamos, para hacerle entrega al autor de un ejemplar. En él, hace una semblanza del Küng muy lúcida y recoge, de manera extraordinaria, lo que en este último capítulo de su autobiografía nos expone.

Tras este capítulo de cierre, viene un Epílogo. Un epílogo que se puede considerar casi un nuevo capítulo, tanto por su extensión como por su contenido. En él, dedica un destacado papel al nuevo Papa, quien le ha escrito ya en dos ocasiones y que abre una puerta a la esperanza de una reivindicación de Hans Küng como teólogo católico. Algo que, magistralmente, expone Fraijó en su artículo antes citado: “También me quedé con una frase, muy breve, de una de las cartas del papa Francisco: “Quedo a su disposición”. Küng no le va a pedir nada para él, pero los demás podemos, desde el respeto y la admiración que sentimos por el papa Francisco, rogarle que no eche en saco roto el caso Küng, que le haga un hueco en su agenda de reformas. Sabemos que no es un asunto fácil, pero Francisco se está especializando en temas arduos.

Digamos, finalmente, que, a estas alturas de la película, a Küng no le obsesiona su rehabilitación eclesiástica; esa beneficiará más a la Iglesia católica que a él. Está mucho más pendiente de la otra rehabilitación, de la que acontece cuando cae el telón de esta vida.” Una petición que ha encontrado eco en varios sectores, entre ellos, católicos uruguayos. Algo que no hizo Benedicto XVI, quien puede dar la impresión de querer dejar el asunto en manos de su sucesor, a tenor de la carta  que envió a Küng; a él, al pontífice emérito, dedica el autor de esta autobiografía numerosos apartados, al igual que a Juan Pablo II; no en vano el Papado ha sido motivo de discordancia entre el teólogo y la curia vaticana.

El libro se cierra con una oración, bellísima oración, que resume la postura agradecida de Küng, entregándose a las manos amorosas de Dios.

En el apartado de las notas que llenan la obra, explica cómo estas son en esta ocasión más concisas, pues fueron dadas a conocer in extenso en los tomos previos de la autobiografía. Y un índice analítico pone el punto final al texto.

Nos encontramos ante un libro de lectura más que recomendable. Puede parecer un tanto agotadora la continua referencia a actividades, muy detalladas, a encuentros con personas de las que se destaca su importancia, o viajes de los que se podría pensar que su enumeración es innecesaria. Sin embargo, el libro está muy bien hilvanado, con una meticulosidad de la que el propio autor da cuenta en sus páginas. Y cada acto, cada cita, encuentra su justificación para explicar y apoyar una idea, una toma de postura, una hipótesis que, sin ellos, carecería de una base justificativa. Por lo demás, su lectura no resulta de difícil acceso; por el contrario, es amena en muchos de sus apartados, brindándonos una visión de hechos, ideas y personas que contribuyen de manera especial a la historia de las últimas décadas que vivimos.

Índice

Rendición de cuentas: mis últimas tres décadas

I.Hacia nuevas orillas
Acopio de fuerzas: ¿un «destino de hereje»?
Mi vida: ¿laberinto o lucha contra el dragón
Un dossier con apelación al papa
No hay que hacerse ilusiones: una carta del papa
Un salvador: Karl Klasen
El apoyo de la oposición leal dentro de la Iglesia
¿Alianza con la «teología política?
Fragmentación de las fuerzas reformistas
Aceptación en la base
La refundación del Studium generale
La lucha por la opinión pública
El nuevo horizonte de historia universal
Lo que me mueve
En pro de una racionalidad crítica y autocrítica
Interpelación al racionalismo crítico
Desagradable combate en la retaguardia: ¿quién está autorizado a examinar?
Responsabilidad colectiva
Destinos de teólogos: Hermann Häring, Urs Baumann, KarlJosef
Kuschel
El espíritu destructivo de la Inquisición continúa soplando... en
el mundo entero
Campos conflictivos: las relaciones entre Iglesia y Estado, por un
lado, y entre psicología profunda y exégesis bíblica, por otro
"Tras la marcha del hereje, la moral por los suelos"
La Fundación Herbert Haag: «Por la libertad en la Iglesia»

II. Una visión realista
Una determinación de mi emplazamiento
Transformación del clima eclesial general
La confrontación con el pasado católico, imprescindible
Dialéctica de estructuras y personas
El papa de la restauración: Karol Wojtyla
Represión en toda regla
El papa y la juventud católica
Los medios de comunicación, puestos a prueba
Viajes papales sin consecuencias ecuménicas
Erróneos nombramientos episcopales de graves consecuencias
Un sintomático Día de la Reforma: Augsburgo 1981
Estancamiento ecuménico en Ginebra
El dilema de los anglicanos
El diálogo con la Ortodoxia oriental, sin fruto
Siete estrategias contra el permanente rumbo retrógrado
¿Deben callar los teólogos?
El dicasterio inquisitorial de Ratzinger y la resistencia
La necesidad de ampliar los horizontes de la teología ecumé-
nica
Las oportunidades de futuro de una visión: puntos a favor y en
contra

III. Incursiones en territorios desconocidos
Un viaje a Estados Unidos y un lamentable descuido
¿Existe Dios? Un éxito editorial también en inglés
¿Qué es lo que reúne al conferenciante y a la multitud de
oyentes?
Primer proyecto piloto: cambios de paradigma en la teología
Teología y ciencias de la religión, unidas en Chicago
Cómo surge lo nuevo en la ciencia de la naturaleza y en la
teología
La troika Tubinga-Chicago-Concilium
La persistencia y competencia de los paradigmas precedentes
Segundo proyecto piloto: la mujer y el cristianismo
Una investigación poco convencional
Una investigación de mujeres sobre la mujer
Decepción tras decepción
¿Una mujer papa?
Tercer proyecto piloto: teología y literatura
Jesús en la literatura contemporánea de lengua alemana
Obras religiosas de la literatura mundial
Un simposio sobre teología y literatura en Tubinga
En el castillo de Sant’Angelo
Cuarto proyecto piloto: religión y música
Richard Wagner: Parsifal
¿Cuál es el sentido de El ocaso de los dioses?
Una lección magistral en honor de Mozart
Huellas de la trascendencia
Las sinfonías creyentes de Bruckner
En el umbral de la Modernidad
Quinto proyecto piloto: religión y ciencia de la naturaleza
La teoría de la evolución y el relato bíblico de la creación
El principio de todas las cosas

IV. Mi década norteamericana
Estados Unidos llama
La Universidad de Chicago: las obligaciones de un profesor visitante
¿«Gusto» realmente?
La Iglesia estadounidense, domesticada
Una oposición reformista
¿Leader of the loyal opposition?
Comunicadores profesionales: Wojtyla y Reagan
La nefasta herencia del papa polaco y del presidente estadounidense
Entre amigos
Una oportunidad única: En busca de nuestras huellas
Una tarea ímproba
Teología para la posmodernidad
Un audaz experimento de diálogo
Una incomparable oportunidad de aprendizaje
De la disposición al diálogo forma parte también la firmeza
¡Sin paz entre las religiones no habrá paz en el mundo!
Cinco vueltas al mundo
Afición a viajar y nostalgia de la patria

V. Mi mundo del islam
Experiencias con el multiforme islam
¿Es el islam un camino de salvación? ¿Y Mahoma un profeta?
¿Es el Corán palabra de Dios?
Diálogo en vez de choque
Diálogo interreligioso en la práctica: Pakistán
«Blasfemia» (Harvard) — Clash (castillo de Windsor) — family
dinner (Lech)
Primeros diálogos interreligiosos en la era Jomeini: Teherán
La hija de Jomeini
Las bombas de Saddam Hussein: Isfahán
Intervención a favor de los bahaís
Experiencias de diálogo en Canadá: Toronto
Discusión sobre el Hijo de Dios: Nigeria
Sobre qué se debería hablar
El despertar del islam
Debate en Teherán sobre el lugar de la mujer
Cambios de paradigma en el islam
Entre la Edad Media y la Modernidad: Arabia Saudita
Un islam con trasfondo místico: Indonesia
En camino hacia la Modernidad: Omán
La «Primavera árabe»: Túnez
El laboratorio de la democracia islámica: Turquía

VI. Mi mundo del judaísmo
Experiencias con el judaísmo vivo
Lo que nos une
Lo que nos separa
Lo que podría reconciliarnos
La fe de Jesús y la fe en Jesús
En la sinagoga como teólogo cristiano
¿Con quién pasaría las vacaciones?
La historia judía, mejor comprendida
Judíos al servicio de la reconciliación
Cambios de paradigma en el judaísmo
Simposios y conversaciones científicos
Jesús: ¿un fariseo liberal?
Conocidos y amigos judíos
Homenajes judíos
Ninguna nación inocente
El trágico conflicto entre israelíes y palestinos
Reconciliación en vez de despotismo
Motivo de controversia: la validez de la ley y el estatus de Jerusalén
Una visión de paz para Oriente Próximo
Únicamente una paz justa puede disipar el miedo

VII. El mundo de los oceánicos, africanos e indios
El mundo de los espíritus de Nueva Guinea
Los controvertidos inicios de la religión
África: la cuna de la humanidad
La dinámica historia de África
Egipto: una civilización avanzada en los albores de la historia
Etiopía: ¿un paradigma judeocristiano clandestino?
¿Confrontación o encuentro entre cristianismo e islam?
Los grandes siglos de África
El fracaso de las Iglesias
La ambivalencia de la misión moderna
Las Iglesias africanas independientes
El apartheid: un residuo de la Modernidad colonial-imperialista
El mejor cardenal que África tuvo nunca
Un fracaso también del marxismo: Mozambique
Una pacífica transmisión de poder: Namibia
El amenazado futuro de África: Mugabe
La democracia se impone: Nyerere
Latinoamérica: el problema de la inculturación del cristianismo
El trágico destino de la cultura india
No existe un paradigma indio de cristianismo
Es necesaria una confesión de culpas por parte de la Iglesia
¿Duradera actualidad de la teología de la liberación?

VIII. Mi mundo de las religiones de la India
El trato con los difuntos
¿Vacas sagradas?
No existe un monopolio cristiano de la verdad y la salvación
¿Politeísmo o monoteísmo?
Sannyasin cristianos
Los orígenes del hinduismo
Los Vedas como fundamento
La búsqueda de la unidad
El hinduismo medieval
El hinduismo en el proceso de modernización
La Conferencia Indira Gandhi en Delhi
Primera Conferencia sobre Ética Mundial y Ética Tradicional India
Tras las huellas del Buda
Una celebración cristiano-budista
El Buda histórico
¿Cómo lograr una visión de conjunto?
¿Qué budismo es el verdadero?
Cambios radicales en el budismo que marcan época
Budismo “medieval”
Budistas comprometidos
El vehículo pequeño y el vehículo grande
El vehículo del diamante: el Tíbet
El budismo moderno en Japón
Tres opciones budistas
La meditación, en el centro
¿Reformas en el budismo?
La contribución budista a una ética mundial

IX. Mi mundo de las religiones de China
Experiencias con la viva religiosidad china
China: una gran potencia intelectual
Primer viaje a China: 1979
Una tercera cuenca religiosa
Diálogo intercultural-interreligioso (1987)
Al mismo tiempo chino y cristiano: ¿«el papa amarillo»?
¿Superación del cisma chino?
Humanismo ético: Confucio
El Proyecto Ética Mundial y la tradición china (1989)
Cómo comenzó en China el Proyecto Ética Mundial
El acta de nacimiento de una ética mundial china: Primera Conferencia sobre Ética Mundial y Ética Tradicional China (Pekín,
1997)
Las religiones chinas en el documental (1999)
Confirmación y concreción: Segunda Conferencia sobre Ética
Mundial y Ética Tradicional China (Pekín, octubre de 2001)
¿Qué ética tradicional china tiene futuro?
China, inmersa en un proceso de cambio radical
La ética mundial, bien recibida en China
Un discurso en la Ciudad Prohibida (2009)
Un encuentro memorable: el poeta Yang Lian (2012)
Un Instituto de Ética Mundial en la Universidad de Pekín (2012)
La ética mundial: recuperación de la sabiduría china

X. El Proyecto Ética Mundial: una ética para la humanidad
1989: ¿una tercera oportunidad del siglo desaprovechada?
Trabajos preparatorios para el Proyecto Ética Mundial: la
UNESCO y el Foro Económico Mundial
¿Una Europa cristiana?
En camino hacia el Segundo Parlamento de las Religiones del
Mundo (1993)
Lo que no debe ser una declaración sobre ética mundial
Cómo surgió la declaración de ética mundial
La Fundación Ética Mundial: un regalo del cielo (1995)
Ética mundial y educación
Ética mundial y literatura, filosofía y arte
Ética mundial y música: la sinfonía coral Weltethos
Orientación básica para un orden mundial más humano
Ética mundial para la política internacional: Henry Kissinger
Ni Realpolitik ni mera ética de convicciones: Jimmy Carter
Ética mundial para la economía mundial: Horst Köhler y Richard Grasso
El primado de la ética sobre la economía y la política
Responsabilidades humanas
Un pionero de la ética mundial: Helmut Schmidt
El primer orador de ética mundial: Tony Blair
La ética mundial en la ONU
Un día terrorífico con consecuencias de gran alcance
Ética mundial también en el Fondo Monetario Internacional y
en el Banco Mundial
Recaída en el paradigma agonístico de política internacional
Kofi Annan en Tubinga
Los discursos de ética mundial
El Instituto de Ética Mundial en la universidad (Tubinga, 2012)

XI. Un problema permanente: la reforma de la Iglesia
Problemas mundiales y problemas eclesiales
El capital de confianza
El credo, explicado a los contemporáneos
«Temas de un vida»
El moribundo Juan Pablo II: símbolo de una Iglesia caduca
El papa, principal responsable de la crisis de esperanza
El papa más contradictorio del siglo XX
Los católicos polacos, en peligro
Irlanda, inmersa en un cambio radical
El cónclave domesticado (2005)
Criterios para la elección de papa: una carta a los cardenales
Mi candidato ideal: el cardenal Martini
La elección de Joseph Ratzinger en 2005: una inmensa decepción
Un hecho sensacional: Benedicto XVI invita a su crítico
En Castelgandolfo: una conversación amistosa
El comunicado de prensa común
Primeras decepciones: Ratisbona, Estambul, Constantinopla,
Aparecida (Brasil), Washington D.C.
Alejamiento del concilio: obispos hostiles al concilio, aceptados
El papa pesca en aguas anglicanas
El cardenal y papa Ratzinger, responsable del encubrimiento de
los abusos sexuales
Cinco años de Benedicto XVI. Un balance provisional: carta
abierta a los obispos católicos del mundo entero (2010)
Carga heredada para el sucesor: «putinización», re-italianización, maquiavelismo
Contra la negativa a las reformas
¿Declive de la teología católica?
Pequeño manual para la reforma de la Iglesia: ¿Tiene salvación la Iglesia? (2011)
Lo que debe permanecer
La figura directriz de toda reforma de la Iglesia: Jesús (2012)
¿Una voz que clama solitaria en el desierto?

XII. En el atardecer de la vida
Despedida del esquí alpino
... Pero no del deporte
Ética deportiva mundial
Vivencias de la agonía: ¿un vistazo al otro lado?
Vida eterna: la alternativa
Sí a la vida eterna
Contar con la muerte
Alegato a favor de la responsabilidad personal también a la hora de morir
El amigo perdido: Walter Jens
Días de conmemoración y agradecimiento
«Emblema» de la Universidad de Tubinga
¿Qué es vanidad?
¿Débil entre poderosos?
La obra
Agradecido por la humanidad vivida
Respaldo en la familia
Hacia delante con las últimas fuerzas
¿En un gran lío?
Presagios de la muerte
Dimitir con la debida antelación
¿Cuánto tiempo me queda de vida?
La responsabilidad sobre uno mismo, en concreto
De qué manera me gustaría morir
Preparado para lo que sea

Epílogo
Un nuevo presidente de la fundación
La inesperada dimisión del papa
Cónclave y elección de un candidato sorpresa
¿Es el papa Francisco una paradoja?
Una señal de esperanza desde Roma
Mi legado de ética mundial
Terminada la carrera
Mi amén último

Notas
Índice de nombres
Índice general .....
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17/01/2015 Comentarios

Reseñas

Las religiones políticas Juan Antonio Martínez de la Fe , 13/12/2014
Las religiones políticas
Ficha Técnica

Título: Las religiones políticas
Autor: Eric Voegelin
Autores de la Presentación: Guillermo Graíño y José María Carabante
Edita: Editorial Trotta, Madrid, 2014
Colección: Estructuras y Procesos
Serie: Filosofía
Traducción: Manuel Abella y Pedro García Guirao
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 143
ISBN: 978-84-9879-534-9
Precio: 13 euros

Nos encontramos ante un libro que, sin ser nuevo en su contenido (su autor falleció en 1985), sí nos ofrece textos en nuestro idioma, lo que, sin duda, los hace más asequibles, y, lo que es más destacable, la oportunidad de releerlos en momentos en los que la reflexión que nos aportan es más necesaria.

Guillermo Graíño y José María Carabante son los introductores de la edición. Y son ellos quienes nos ofrecen el pórtico necesario para acceder, de la mejor manera posible, a la lectura de estos ensayos de Voegelin, a través de la Presentación que llena las primeras páginas del libro. La titulan Eric Voegelin, filósofo del orden. Es la mejor descripción de lo que viene a continuación.

¿Qué movió a Voegelin a indagar, filosóficamente, en el entramado de ciertas propuestas políticas y superar sus paradigmas? Tres conceptos que revisten una indiscutible actualidad: la devaluación del lenguaje, la manipulación y el desorden social. Eso sí: no hay que olvidar que su trayectoria intelectual se vertebra sobre su experiencia personal.

En un primer apartado, nos desvelan la postura del autor sobre El totalitarismo como religión. “Voegelin concluirá que las derivas totalitarias son consecuencia de una ruptura de la tensión hacia lo trascendente, ruptura que ha volcado la sacralidad dentro de comunidades cerradas.” Para el filósofo, nos dicen, solo se puede entender cabalmente la historia aprehendiendo en toda su oculta amplitud las enormes repercusiones acaecidas por los cambios en el equilibrio entre el ámbito de lo sagrado y la esfera de lo profano.

Aborda un segundo apartado la relación entre Gnosticismo y Modernidad. El interés de Voegelin por el Gnosticismo nace por la necesidad de ampliar el horizonte simbólico e interpretativo con el que hacer inteligibles la política y la filosofía de nuestro tiempo. Su tesis sobre esta doctrina se hizo popular en el pensamiento político neoconservador y en sus doctrinas de la guerra fría.

Los símbolos del orden constituye el tercer apartado de esta Presentación. Fue proyecto de Voegelin la confección de una historia de los símbolos en los que se apoyan las vivencias humanas de orden, un repaso por las formas en que el ser humano ha intentado hacer inteligible la estructura de la realidad. Cuando Voegelin habla de orden, ¿a qué alude realmente? Nos dicen: “El orden, tanto como su antítesis, el desorden, apunta a la relación del hombre con el fundamento trascendente de su existencia, que puede configurarse en armonía o disonancia con aquel.”

Finalmente, un último apartado: Hacia una teoría de la conciencia. Voegelin alcanzó a comprender la imposibilidad de su proyecto inicial de confeccionar una historia de los símbolos, dada la amplitud de las simbolizaciones culturales, lo que la haría incompleta y fragmentaria; por lo que empeñó sus esfuerzos intelectuales en delimitar una teoría de la conciencia, resultado final de todas sus inquietudes políticas, filosóficas e históricas.

Unas líneas de estos autores, muy esclarecedoras, nos compendiarán bien lo que se ha venido exponiendo hasta aquí: “Es precisamente la tensión entre lo mundano y lo trascendente, elevada a conciencia por el filósofo, la que engendra el orden y la armonía, tanto espiritual como política.” Y: “en el agnosticismo la tensión se cancela y aflora esa conciencia servil de alienación que precede a la revuelta contra lo trascendente.”

Las religiones políticas

Tras esta necesaria Presentación, el libro aborda el primero de los ensayos de su contenido, aquel que le da título: Las religiones políticas. Se abre con un Prólogo del autor, Eric Voegelin, fechado en Massachussets durante la primavera de 1938, en el que, ante las posturas de diferentes personalidades sobre sus planteamientos, explica las causas que originaron el nacionalsocialismo y las razones de su postura personal en contra de esta teoría.

Un apretado resumen del contenido sería que el poder viene de Dios y el pueblo lo acepta; un poder que viene manifestado por los gobernantes, hasta que el pueblo entiende que tal poder emana de sí mismo, sustituyendo a Dios por la ciencia; pero, no puede eludir seguir haciendo uso de la simbología religiosa presente en aquel primer estadio.

Y entra en materia, explicando desde el inicio El problema, que no es otro que el considerar que religión y política son organizaciones de diferente índole, cuando no es así ya que los conceptos de lo religioso y lo político han ido a la zaga de las instituciones y sus símbolos. Y aclara que “para entender adecuadamente qué son las religiones políticas, debemos ampliar el concepto de religión, de forma tal que bajo él no solo caigan las religiones de salvación, sino también aquellos otros fenómenos que, en el desarrollo del Estado, creemos reconocer como religiosos.” Y, simultáneamente, hay que analizar el concepto de Estado, de manera que no solo recoja la idea de organización secular y humana, sino aspectos que corresponden al ámbito de lo religioso.

Define Estado: “es la unidad organizativa de un grupo de seres humanos sedentarios, dotada de poder soberano originario.” Y se extiende en ir aclarando cada uno de los términos de esta definición; una definición que, a su juicio, es incompleta si no se recurre a las fuentes históricas de las que surge, profundizando en las concepciones de Hegel.

No es tan concreto a la hora de referirse a la religión, a la que considera fruto de una experiencia vivencial íntima, basada en las emociones que tienen que ver con la condición de criatura; unas emociones, eso sí, que son profundas a diferencia de las más habituales, que son superficiales.

Así, pues, hace un recorrido histórico sobre los vínculos entre religión y estado, remontándose a la primera religión política profesada por un gran pueblo civilizado: el culto al sol, del que su principal figura es Akhenatón.

Partiendo de este análisis histórico, caracteriza alguno de los principales símbolos sacrales que permitieron poner en contacto el ámbito humano político con el divino. Es el primero la jerarquía. ¿Por qué? Porque es en ella donde se manifiesta “el símbolo de la irradiación que, desde la cúspide de la divinidad, recorre toda la jerarquía de los poderosos y sus subordinados y desciende hasta el último súbdito sometido a obediencia.”

El segundo símbolo es la ekklesía, el sentido de comunidad de un pueblo sujeto a la jerarquía que tiene origen divino. “El cierre de una comunidad organizada como estructura de poder requiere, ante todo, que dicha comunidad se perciba como unidad dotada de un centro existencial situado dentro de ella misma.” Afirma el autor que la ekklesía formada por Cristo se ha transformado en muchos sentidos, pero, en todos ellos subsiste una misma armazón fundamental, de la que proceden, por línea directa, todas las iglesias cristianas; pero, no solo encontramos esa armazón en ellas, sino que algunos de sus componentes fundamentales los hallamos en las comunidades estatales.

Ahora bien: tal ekklesía se ha visto sujeta a un doble ámbito, el espiritual y el terrenal, como lo atestiguan los escritos de San Agustín y Santo Tomás de Aquino, hasta que, con la excomunión decretada por Gregorio IX sobre Federico II, que se había proclamado rey-mesías, surge la primera religión política intramundana dentro de la ekklesía cristiana; pues, no en vano, el emperador se había apropiado de un simbolismo religioso hasta entonces cuasi exclusivo de la Iglesia. Es su apocalipsis, como revelación del reino; y la aparición de los reyes sagrados como mediadores de Dios y portadores de la personalidad comunitaria.

Hasta ahora, el autor se ha situado para su estudio desde una posición exterior. Pasa, seguidamente, a situarse en una nueva dimensión simbólica, para analizar interpretaciones de aquellos símbolos religiosos, desde dentro, por parte de los hombres y poderes involucrados.

“El proceso de disolución de la ekklesía occidental en las diferentes comunidades parciales de carácter estatal recorre toda la Edad Media y alcanza una clara eclosión en la época del absolutismo, cuando los estados se configuran desde la contraposición mutua.” Evidentemente, no es un proceso simultáneo en todas las regiones de Europa, pero fue en estos estados donde se desarrolló una teología de esta nueva ekklesía, en la que se compenetran aspectos político-seculares y sacrales y en la que estado e Iglesia se funden. Y el gran teólogo de esta particular ekklesía fue Hobbes, cuya teoría analiza detenidamente Voegelin.

En su desarrollo histórico, la comunidad intramundana deja de ser resultado de una emanación sacral desde una fuente suprema; pasa a convertirse ella misma en sustancia sacral originaria. La cosmovisión del hombre frente al mundo también varía, apoyándose en el avance de la ciencia. Pero, aunque el hombre pueda dejar que los contenidos mundanos se desarrollen hasta borrar del horizonte los conceptos de mundo y Dios, no puede eliminar la problemática de su propia existencia. A partir de aquí, el autor nos guía a través de Kant, Fichte, Comte, Marx, Gobineau, etc., concluyendo que el rasgo común de la nueva y surgente simbología es su pretendido carácter de ciencia. Aunque advierte de que, cuando la entidad colectiva intramundana ocupa el lugar de Dios, la persona deviene en miembro al servicio del contenido mundano sacralizado, es decir, en un instrumento: su modo de vida, de su existencia física y espiritual solo es importante en relación con la comunidad a la que pertenece. Lo que relaciona, entre otras cosas, con las situaciones que se dan en el nacionalsocialismo y el fascismo, alemán el primero e italiano el segundo. Es, en definitiva, la aparición del mal, encarnado en estas doctrinas. Dentro de la creación divina, existe el mal, “la magnificencia del ser queda empañada por la miseria de la criatura, el orden de la comunidad se construye a fuerza de odio y sangre, de dolor y apostasía.”

Un Epílogo cierra tan interesante ensayo, en el que, en dos páginas, resume el autor el planteamiento y curso de sus reflexiones en las hojas que las preceden.

Ciencia política y gnosticismo

La segunda parte del libro contiene dos nuevos ensayos; el primero, Ciencia, política y gnosticismo, en el que éste aparece como una categoría interpretativa para analizar el desarrollo intelectual y político de la Modernidad; el segundo, El sucedáneo de la religión: los movimientos gnósticos de masas de nuestros tiempos.

Antes de entrar en materia, el autor ofrece un Prefacio a la edición americana, en el que expresa que el primero de estos dos ensayos tuvo su génesis en una conferencia, pronunciada en la universidad de Munich en 1958, con la idea de aplicar al gnosticismo de Hegel, Marx, Nietzsche y Heidegger la visión de Von Balthasar, Hans Jonas o Albert Camus.

Comienza con una Introducción en la que intenta explicar la presencia del gnosticismo en la actualidad, basándose en los orígenes y significado de esta doctrina. Aduce que el desmoronamiento de los imperios ecuménicos sumergió al hombre en el desconcierto existencial, en el que se encontraba aherrojado como un prisionero; buscaba, pues, el ser humano una liberación de esa cárcel a través de una interpretación estoica de sí mismo, o de la visión de la ecúmene pragmática de Polibio, de las religiones mistéricas, de los cultos heliopolitanos de esclavos, de la apocalíptica hebrea, del cristianismo, del maniqueísmo y, cómo no, del agnosticismo. De este último aparecen diversas expresiones simbólicas, todas con una característica central: la experiencia del mundo como un lugar extraño, en el que el hombre se ha extraviado y en el que ha de encontrar el camino de vuelta a casa, de vuelta a aquel mundo distinto del que procede. Tanto Hegel como Heidegger utilizan la simbología gnóstica de “arrojado” a este mundo o “alienado” en él, para representar una situación similar de incertidumbre de la existencia humana; y nacen diferentes doctrinas que pretenden liberarlo de esas cadenas, mediante, por ejemplo, la suposición de un espíritu absoluto, o de una dialéctica materialista de la naturaleza, etc. En todo caso, su pretensión es siempre la de destruir el viejo mundo para inaugurar uno nuevo, cuyo instrumento de salvación es la gnosis, el conocimiento.

Concluye: “La autosalvación por medio del conocimiento tiene su propia magia, y esta magia no es inofensiva. […] El intento por destruir el mundo no destruye el mundo, sino que aumenta el desorden de la sociedad.”

Seguidamente, entra de lleno en el tema central de su estudio: Ciencia, política y gnosticismo. Son las fuentes históricas las que le dan pie a su argumentación. Fueron Platón y Aristóteles los fundadores de la ciencia política, aunque en ella había diferentes opciones (acerca del orden correcto del alma y de la sociedad) por lo que la cuestión fundamental era estudiar la posibilidad de que hubiese una opción que careciese de la huella del subjetivismo o la arbitrariedad.

Para Voegelin, las bases de la ciencia política clásica mantienen hoy su vigencia y la perfila a través del contenido, el método analítico y sus presupuestos antropológicos.

En cuanto al contenido, afirma que no es esotérico, sino que, muy al contrario, está próximo a las cuestiones cotidianas, interesándose por descubrir la verdad de las cosas de las que todo el mundo habla, como, por ejemplo, qué es la felicidad, qué tamaño de territorio y de población son mejores para una sociedad, qué clase de educación es preferible, etc. Es aquí donde interviene el filósofo, en su intento por superar la opinión y alcanzar la verdad a través del análisis científico.

El análisis científico difiere del formal, pues el primero es el que permite juzgar sobre la vedad de las premisas que sirven de base a la opinión.

Finalmente, por lo que respecta a los presupuestos antropológicos, el autor nos plantea que el análisis platónico-aristotélico no comenzaba con especulaciones sobre su propia posibilidad, sino que se basaba en la comprensión auténtica del ser, concluyendo que la ciencia política supera el simple examen de la validez de las proposiciones, encontrándose más relacionada con la verdad de la existencia. Añade, como cierre del apartado de su estudio con unas palabras que gozan de total actualidad: “Nos enfrentamos aquí, más bien, con personas que saben que sus opiniones no pueden sostenerse tras un análisis crítico, y por qué y que, por ello, prohíben que se analicen las premisas de sus dogmas.” Es el negarse a que se hagan preguntas.

Luego, se dedica Voegelin a presentar el fenómeno de la prohibición de las preguntas analizando algunas opiniones representativas, como son las de Marx, Nietzsche, Hegel y Heidegger. Con lo que da por completado su análisis, definiendo luego conceptual y terminológicamente sus resultados; para ello, toma de la interpretación de Heidegger del ser, el término parusía y habla de parusismo para referirse a la actitud que espera la liberación de los demonios del tiempo en el advenimiento, es decir, en la venida en toda su plenitud del ser concebido en términos inmanentes.

Antes de dedicar unas líneas sobre La filosofía de la Historia Universal, de Hegel y la correspondiente bibliografía, el autor incorpora unas páginas para tratar del asesinato de Dios. En ellas, parte de la proposición de que el objetivo del gnosticismo parusístico, en el sentido recogido en el párrafo precedente, es destruir el orden del ser, que se experimenta como imperfecto e injusto, y reemplazarlo don un orden justo y perfecto mediante el poder creador del hombre; es decir: el orden del ser no nos viene “dado” por poderes divinos o cósmicos, ni por un Dios trascendente, o como un orden esencial del ser; muy al contrario, es algo esencialmente a disposición del hombre y bajo su dominio, por lo que adueñarse del ser requiere destruir su origen trascendente, asesinar a Dios. No solo se sustituye el viejo mundo de Dios por el nuevo del hombre, sino que Dios mismo es una creación suya que éste, el hombre, puede destruir. Y con un recorrido histórico sobre el tema, se cierra el capítulo.

El último bloque de esta obra recoge el ensayo El sucedáneo de la religión: los movimientos gnósticos de masas de nuestro tiempo, publicado en Wort und Wahrheit en 1960, con la intención de presentar al gran público una explicación adicional sobre el simbolismo y la psicología de los movimientos de masas de nuestros días.

En su desarrollo, utiliza el método aristotélico, hablando primeramente de forma ilustrativa sobre la cuestión que se va a estudiar y, luego, cuando el tema está suficientemente aclarado, emprende propiamente el análisis, señalando como movimientos gnósticos, por ejemplo, el progresismo, el positivismo, el marxismo, el psicoanálisis, el comunismo, el fascismo y el nacionalsocialismo; como se ve, movimientos no solo políticos, sino, también, intelectuales.

Expone seis características de la naturaleza de la actitud gnóstica: 1. El gnóstico está insatisfecho con su situación. 2. Sostiene que los problemas de su situación se pueden atribuir al hecho de que el mundo está intrínsecamente mal organizado. 3. Cree que es posible la salvación del mal del mundo. 4. Cree que el orden de ser tiene que ser transformado en un proceso histórico, de un mundo desdichado debe históricamente evolucionar uno bueno. 5. Punto esencial, cree que la acción humana es capaz de modificar el orden del ser y que este acto redentor es posible gracias al esfuerzo del propio hombre. Y 6. La tarea del gnóstico es buscar la fórmula para lograr dicho cambio: el conocimiento.

Con la idea de expresarse de manera adecuada, la actitud gnóstica ha creado su simbolismo en los modernos movimientos de masas; de tales símbolos, recoge algunos, ante la imposibilidad de abarcarlos todos en un corto espacio. Habla, así, de la sanctificatio o perfección de origen cristiano; del simbolismo creado a partir de la especulación sobre la historia de Joaquín de Fiore; de los símbolos provenientes del averroísmo latino y el nominalismo o de la práctica de la oración islámica.

Nos encontramos, pues, ante una obra que, pese a los años transcurridos desde sus versiones originales (son varios ensayos los reunidos aquí) no ha perdido vigencia ya que su interpretación de hechos y circunstancias responde a un planteamiento filosófico, muy bien argumentado y con suficientes apoyos históricos. Una interpretación que, como es habitual en este tipo de estudios, no concita unanimidad de reacciones, pero que resiste muy bien cualquier análisis de sus propuestas. Por lo que se refiere al continente, sería muy de agradecer el uso de un cuerpo tipográfico algo mayor que, sin duda, contribuirá a una lectura más descansada de tan interesante aportación.

Índice

Presentación. Eric Voegelin, filósofo del orden. Guillermo Graíño y José María Carabante.
Nota a la presente edición
Bibliografía

LAS RELIGIONES POLÍTICAS

Prólogo
I. El problema
Estado Religión
II. Akhenaton
III. Jerarquía
Ekklesía
Espiritual y temporal
Apocalipsis
IV. Leviatán
V. La comunidad intramundana
Simbología
Fe
Epílogo
Nota bibliográfica

CIENCIA, POLÍTICA Y GNOSTICISMO: DOS ENSAYOS

Prefacio a la edición americana
Parte I. Ciencia, política y gnosticismo

1. Introducción
2. Ciencia, política y gnosticismo
3. El asesinato de Dios
4. Nota sobre la Filosofía de la historia universal de Hegel
Bibliografía

Parte II. El sucedáneo de la religión: los movimientos gnósticos de masas de nuestro tiempo

El sucedáneo de la religión
 
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13/12/2014 Comentarios

Reseñas

La rebelión de la consciencia Juan Antonio Martínez de la Fe , 25/11/2014
La rebelión de la consciencia
Ficha Técnica

Título: La rebelión de la consciencia
Autor: José Luis San Miguel del Pablos
Edita: Kairós, Barcelona, 2014
Colección: Ensayo
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
Número de páginas: 190
ISBN: 978-84-9988-406-6
Precio: 14 euros

Podría parecer que el término “rebelión” resulta un tanto extremo; pero, en este libro, no lo es. Al contrario, es muy acertado. Nos encontramos ante un libro muy claro desde las primeras líneas, desde su Introducción, donde José Luis San Miguel de Pablos, nos expone el fundamento de su ensayo y las líneas por las que discurrirá a lo largo de sus páginas.

“La humanidad se encuentra actualmente en una encrucijada mucho más que económica.” Y no le falta razón. ¿Hay alguien que lo ponga en duda? La cuestión es analizar esa situación y tratar de encontrar una salida. Nos dice el autor: “El punto de vista que se expone en este libro es que en la metafísica materialista, en tanto que presupuesto filosófico de la modernidad, reside gran parte de la responsabilidad por las patologías sociales existentes, unas patologías extremadamente graves a cuyo clímax estamos asistiendo.”

Aduce  San Miguel de Pablos que ninguna de las habituales metafísicas, a las que, más o menos, estamos acostumbrados, sirve para fundamentar una guía de conducta. Solo una podría potencialmente acudir a darle fundamento: el noocentrismo. ¿Qué entiende por noocentrismo? “Una visión espiritual de nosotros mismos, de la vida y de la Realidad, radicalmente laica y capaz de fundamentar una ética universal. Una visión capaz de sustentar de manera coherente la liberación individual y colectiva del ser humano, en armonía con una naturaleza entendida como de igual importancia.” No deja de reconocer el autor, sin embargo, que las concepciones espirituales no gozan de gran predicamento; es más, se las considera, con frecuencia, como ilusiones escapistas para eludir la problemática real. Pero él está convencido de que “resituar en el centro el ‘foco de ser’, la consciencia (o el espíritu …, escoja cada cual el término que prefiera) es fundamental para enfrentarse a un sistema que intenta por todos los medios robotizarnos, mecanizarnos” y que es la única vía de solución. Y lo afirma con rotundidad: “La recuperación de nuestra dignidad y orgullo de SER, de aquello, en suma que […] compartimos con el resto de la vida del planeta, es la única actitud revolucionaria (o quizás mejor re-evolucionaria […] verdaderamente consecuente y potencialmente eficaz en las actuales circunstancias.”

El primer capítulo de la obra se titula La realidad incomprendida. De “alma” a “epifenómeno.” En él, el autor trata de profundizar y explicar la importancia de simplemente ser: “Existo (soy) incluso sin pensar,” lo que, a su juicio, es más verdadero que el clásico cogito ergo sum. Se trata, nada más y nada menos, de ser, sin más: pura consciencia. Recorre las tendencias que nos han llevado a objetualizar el alma, cuando se ha creído en ella, pues la ciencia empírica la niega, a lo que José Luis San Miguel opone que “vale decir que el dominio de la ciencia no es la totalidad y ni siquiera la totalidad de la experiencia, como cree Agazzi, sino solo la totalidad de la experiencia mediada sensorialmente, por lo que el cogito queda automáticamente excluido.”

Se detiene, también, en exponer las tesis de los materialistas eliminativos, los que estiman que la consciencia no existe o que, a lo sumo, se trata de un subproducto o epifenómeno de la función cerebral, citando como ejemplos ilustrativos a López Corredoira, Paul y Patrica Churchland o Dennett, concluyendo que “el eliminismo no es sino la forma más extrema del materialismo filosófico.” Presta igualmente atención a la psicología conductista, de la que dice que, aunque fiel al método científico, no lo es al sustantivo psicología. Y pasa revista a la controversia científico-filosófica que mantuvieron John Searle y David Chalmers.

Finaliza el capítulo con el epígrafe Pero, finalmente, ¿qué demonios es la consciencia? Y, como el propio autor afirma, no se anda por las ramas a la hora de definirla: “Es la realidad-en-sí de cualquier ser viviente. El en-sí (o desde-sí) cada uno de ellos y, claro está, el en-mí, el fondo de mi ser, lo que inmediatamente me hace ser, sin atributos mentales, sociológicos ni de ningún otro tipo.” Dicho y explicitado queda. Aunque esto no exime de ulteriores aclaraciones que despliega en el resto del epígrafe.

El segundo capítulo supone un nuevo paso en la exposición de la hipótesis de partida; trata de La naturaleza del materialismo, lo opuesto a cualquier atisbo del existir inmaterial. El comentario, con el que San Miguel de Pablos lo cierra, no deja resquicios a la duda sobre su postura: “no es bueno guardar silencio por más tiempo ante el sinsentido de una concepción de la naturaleza, la vida y el hombre que todavía se nos quiere presentar como una liberadora iconoclasia, cuando no es sino un planteamiento dogmático que en sus formas extremas cae en el absurdo, y cuyos negativos efectos, tanto a nivel individual como social, son fácilmente constatables. Ahora más que nunca.” No se puede ser más claro. En las páginas previas a esta conclusión, desarrolla los argumentos que le han conducido a su redacción.

Comienza su exposición con la idea de que, detrás de las grandes ideas guía, siempre hay macroparadigmas cuyos núcleos consisten en concepciones metafísicas y uno de esos macroparadigmas, fundamental para el nacimiento y desarrollo de la civilización industrial moderna, es el materialismo. Su filosofía materialista se ha presentado como inseparable de la cientificidad y, siendo reconocida la ciencia como el único acceso fiable a la realidad, el materialismo filosófico se vino a convertir en una nueva religión que trataba de liberar al hombre y no solo a nivel material.

Prosigue el autor con la explanación de las más recientes teorías sobre la realidad, que llevan a la paradoja de un materialismo sin materia; teorías a las que prestan su apoyo los últimos avances de la física cuántica. Enfrenta, luego, al materialismo con la mística y, también con la sociedad, haciendo ver sus posibles contradicciones, hasta llegar al economicismo (que no la economía) como forma socialmente operativa del materialismo filosófico que nos ha llevado a trastocar la escala de nuestros valores, encumbrando el tener y poseer, raíles por los que discurre la angustiosa sociedad en que vivimos y nos movemos.

Y, tras el materialismo, la espiritualidad. Una espiritualidad experiencial y comprometida, como titula el autor al tercer capítulo de la obra que comentamos. Partiendo de la idea de que espiritualidad no es sinónimo de religión, José Luis San Miguel, con apoyo en pensadores nada sospechosos de creyentes, nos dice que “existe un tipo de inquietud y de posibilidad de experiencia que no es reductible al afán de saber (curiosidad científica), a la apuesta metafísica (religión y filosofía) y ni siquiera al impulso altruista de solidaridad, pese a estar vinculado a todo ello,” aunque no deja de reconocer la dificultad de definir ese ámbito. Lo que sí parece evidente es que nos encontramos en una nueva era, diferente a la corriente espiritualista new age, tan denostada por ser acusada de ingenua y escapista de la realidad.

¿Cuáles serían los elementos que vertebran el paradigma de esta nueva era? Propone el autor dos: 1) el asentamiento de una concepción evolutiva del mundo; y 2) la toma de conciencia de la fundamentalidad de la consciencia misma, de la interioridad de todo ser humano y de todo ser vivo. Las religiones se muestran recelosas de este nuevo paradigma, pues tiene este una tendencia que lleva a religar, a restablecer el vínculo necesario entre el ser humano y el Ser global (el Universo, la Vida, Dios), y que la hace sospechosa de competidora. Pero, en esta línea novedosamente paradigmática no se desprecia a la materia, sino que, asumiéndola, la espiritualiza, notándose las brisas influyentes de las teorías, sumamente sugestivas, de Teilhard de Chardin.

El autor nos propone cinco rasgos de este paradigma, que luego desarrolla detenidamente con gran acierto didáctico:

1. Naturalista, evolutivo, ecológico y sistémico.
2. Racionalidad compleja, “no racionalista”. Ética de responsabilidad para con la vida humana, no humana, presente y futura.
3. Espiritualidad adogmática, universalista y experiencial. Recuperación de la esperanza.
4. No exclusivista ni excluyente, sino inclusivo y reequilibrante.
5. Economía al servicio de la gente, con respeto para la diversidad y la libertad, así como para con la vida del planeta.

Decía André Malraux que el siglo XXI será espiritual o no será. Y el autor, apoyándose en esta sentencia, nos indica los pasos a seguir para conseguir una auténtica liberación del ser humano, y que resume en dos: 1) reconocernos, con sentimiento de dignidad y orgullo, como seres reales conscientes, deteniéndonos en cada una de estas tres palabras, seres, reales y conscientes; y 2) reaprender a pensar, a sentir y a relacionarnos haciendo pie en la Tierra Firme, es decir, recobrar la naturalidad del vivir, tener plena conciencia de ser.

Se detiene, también, en el misterio de la materia; con estas palabras: “Así, un cerebro material-energético puede focalizar y estructurar la realidad-consciencia, al mismo tiempo que es concebido y definido como tal por ella.” Es decir, poner en primer plano la cuestión filosófica y científica del estatus ontológico de la consciencia pura. Y, en la idea de profundizar en esta materia, recurre a la manera oriental de pensar, deteniéndose, principalmente, en el hinduismo.

Cierra este capítulo, que merece un lugar destacado en el conjunto de la obra, con el epígrafe Dejar caer las vendas de los ojos; en él recoge once puntos sobre las cosas que sabemos, pues, como afirma, “mucha gente en el fondo ‘sabe’, pero no quiere admitir que sabe, por lo que sigue comportándose como si no supiera” y es necesario apartar esa venda de ignorancia inducida.

Llegamos así al penúltimo capítulo de este interesante libro, epigrafiado No tienen alma. El sujeto elíptico del verbo son, en este caso y sobre todo, los animales; aunque, tiempos hubo en que se dudó de que algunas tribus atrasadas, por lo general de piel no blanca e, incluso, las mujeres, la tuviesen. Negar el alma a los animales es negar en ellos toda interioridad y hasta toda vitalidad. Tal a todas luces excesiva pretensión solo podía tener dos derivadas: o negar el alma a todos, incluido el ser humano; o, bien, rectificar y devolverles el alma (o su significado esencial). Y ambas derivadas se han producido, aunque no haya concordancia en la definición exacta de “alma”.

Ha sido Pierre Teilhard de Chardin quien expuso una de las aproximaciones más interesantes a la comprensión de lo que es el alma. “Lo hizo en dos pasos: primero, exponiendo su concepción de que la materia no es extraña a la consciencia, sino que la contiene en su germen; y en segundo lugar proponiendo su Ley de Complejidad-Consciencia.” Partiendo de aquí, el autor nos aclara que, cuando habla del alma de los animales no se trata de que esta vaya al cielo cuando mueren, o que se reencarne, o cualquiera otra de las teorías que se manejan; se trata de algo mucho más sencillo: vemos y sentimos que son conscientes, que tienen consciencia. “Esto es el alma”, afirma José Luis San Miguel.

A continuación, nos expone tres aspectos en los que el cambio de concepción del animal tiene especial incidencia: 1. Cambios en el comportamiento, la legislación y la teoría ética; 2. Cambios en la sensibilidad y apertura de un camino de sanación; y 3. Desbloqueos cognitivos.

Llegados a este punto, el autor nos enfrenta a uno de sus más avanzados postulados. Parte de la pregunta de en qué momento de la evolución aparece el primer organismo con interioridad. Y, dado que no es aceptable una intervención externa que la insuflara en un primate para derivar en el homo sapiens, solo encuentra una solución: “Algo tiene que haber en la materia (y en la energía, la gravitación, el espacio, el tiempo, …) que, en profundidad, sea de la naturaleza de la consciencia. ¡Physis y nous tienen que tener, necesariamente, algo que ver.” Tres son las referencias que le sirven de base: Pierre Teilhard de Chardin en primer lugar; luego Jung y, finalmente, el Alma del Mundo, aquella idea antigua de la Naturphilosophie, la rama científica (¿realmente fallida?) del romanticismo filosófico, a la que dedica varias páginas.

Hay una advertencia: la consciencia no es la mente y no es funcional; y, en esta línea, considera el autor que la concepción advaita hindú no ha sido superada. Lo reitera: “La consciencia es lo que hace que la mente vivencie su propia cognitividad, y que esta no sea un simple procesado de datos que no ‘se entera’ de nada.” Por lo que, en ausencia de la consciencia, todo se esfuma, la realidad desaparece. “Es condición óntica absoluta y, por eso, la muerte, entendida como aniquilación total de la consciencia, no puede existir. La consciencia ha de ser ‘siempre’, de algún modo.” Transcrito literalmente, porque el autor reconoce que esto es fuerte y que, sin duda, provocará incredulidad o abierto rechazo en más de uno. Pero, no cabe duda, es una de las aportaciones más interesantes de su estudio.

El capítulo lo cierra con unas Anotaciones éticas. La bondad ¿es no causar nunca sufrimiento? A raíz de todo lo expuesto hasta ahora, concluye que la consciencia y solo ella, no la condición humana y mucho menos la de alguien particular, es lo que hace que haya bien, que haya mal y que haya ética. Y explica dos extremos que sintetizan las posturas arquetípicas: la del inocente, el que está libre de toda culpa, y la del pretendido ángel, que vive obsesionado por la posibilidad de causar sufrimiento y trata de evitarlo a toda costa.

El grito del ser. Título del quinto capítulo. Se trata, no de un grito paralizante, sino de un grito que nos incita a actuar. San Miguel de Pablos ve en el juego de la vida actual dos aspectos que la definen: la cuantificación y la imagen. Tendencia a numerar todo, con un vástago rollizo, el economicismo, que no solo niega el alma, sino que trata de aniquilarla. Y tendencia a priorizar lo que se visualiza, lo externo, el escepticismo radical, moderno y posmoderno, hacia la posibilidad de entrar en contacto con el ser, con el ser del otro y el ser de uno mismo, cuando la auténtica realidad es que el ser soy yo y eres tú.

Esto ha llevado a la actual situación de infierno en que vivimos; apostillando a Sartre, el infierno no son los otros, no, el infierno es un mundo que ha desplazado del centro al ser. ¿Quiénes son los culpables de este lamentable estado de cosas? Los malos, claro, pero no en el sentido judeocristiano e islámico, sino en el de que son actores de la no-comprensión, de la ceguera y de la incapacidad para comprender lo real. Y la principal manifestación de esos malos es el actual sistema socioeconómico que impera globalmente y que se sostiene merced a la cobardía y el fatalismo de la inmensa mayoría; en otras palabras, a causa del miedo: a perder lo que tenemos, a lo desconocido, al inconcebible no ser, a la muerte, …

Y porque ello nos produce sufrimiento, nos arranca el grito; los robots no gritan, pero gritar de verdad implica sentir y eso es algo que presupone consciencia, aquello que define al ser-que-es, incluido naturalmente el humano. De ahí que el objetivo del materialidmo será automatizarnos. Aunque, claro, el problema no es la tecnología y menos la ciencia, sino que la tecnociencia y los que de ella se ocupan no entienden la consciencia. Y el grito de la humanidad, en esta encrucijada incierta tiene todas las características de un proceso iniciático colectivo, de especie, más que de civilización.

En el epígrafe Del economicismo como modelo de simplificación a la evolución como modelo de complejidad describe cómo el sistema socioeconómico e ideológico vigente es maquiavélico, porque consigue obligar a la mayoría a ocuparse únicamente de la supervivencia y a no pensar en nada más; a no poder ascender un peldaño en la escala de necesidades que permita una visión global, imprescindible para fraguar estrategias de liberación.

Para el autor, los términos derecha e izquierda en política y en lo social sí tienen sentido, aplicando el fijismo a la primera y el evolucionismo a la segunda; y, para él, la razón la tiene la izquierda. Lo que afirma porque, a su juicio, no hay lugar para la ambigüedad y la cobardía. Lógicamente, argumenta su postura ideológica. Se apoya en Aurobindo, Teilhard, el Dalai Lama o Leonardo Boff. Y concluye con contundencia: “estoy convencido de que lo absolutamente prioritario hoy es que llegue a haber en numerosos países una ‘masa crítica’ (lo que no significa una mayoría, cosa seguramente utópica) de seres humanos no ‘liberados’, sino que simplemente han empezado a caminar. Seres humanos que hayan descubierto su propia consciencia, con eso sobra y basta.” Y más adelante: “Es necesario que actuemos, empezando por cambiar nosotros mismos, y siguiendo por luchar también en el mundo exterior, con inteligencia y serenidad, y hasta donde sea necesario. Conviene también que nos preparemos para cuando llegue, que llegará, el momento decisivo.”

Antes de cerrar la obra con el apartado dedicado a la Bibliografía, el autor nos aporta una Conclusión. La humanidad necesita una visión desbloqueante. Arranca con la idea de que no es posible vivir sin un trasfondo metafísico, aunque no se sea consciente de ello. Y también con que quien anhela que el mundo cambie tiene que tener alguna idea que lo mueva a ello. En el pasado, las religiones y el materialismo filosófico aportaron esas metafísicas necesarias, pero ya no pueden seguir haciéndolo; lo que no quiere decir que numerosas personas, vinculadas a las religiones tradicionales, no laboren consciente y eficazmente por el desbloqueo espiritual y la liberación material de una humanidad que desea seguir evolucionando, tomando de sus respectivas religiones lo que hay de auténticamente valioso en ellas, pero no en cuanto a los aparatos de poder y a las dogmáticas. Tampoco los fundamentalismos ni el materialismo-racionalismo pueden aportar las metafísicas necesarias para el cambio.

Las propias palabras del autor serán las más apropiadas para cerrar este comentario: “Llega un momento en que la prepotencia de los restos (porque no son más que eso) del materialismo, filosófico, cientificista o economicista resulta insoportable, y en el que no existe razón alguna para seguir soportándola, y mucho menos en silencio y mirando al suelo. “ Hay un orgullo, sí: el orgullo de ser. Y ¿cuál puede ser esa metafísica subyacente a la idea que puede revelarse capaz de guiar la transformación radical? Pues una metafísica de la vida-consciencia, que implica una metafísica del ser.

Y cierra: “Lo que desde aquí se propone, pues, a todos los que saben que así no se puede seguir, es abandonar el espejismo del materialismo filosófico, dejar de una vez de considerarlo una idea progresista y efectuar, ante todo cada uno en su interior, un giro noocéntrico.”

Ciertamente, nos encontramos ante un libro valiente, ante un autor que nos ofrece sus propuestas, racionalmente argumentadas y expuestas sin tapujos. No teme tomar postura ante los hechos. Nos ofrece su visión y su oferta de solución. Consciente, eso sí, de que no todos aceptarán sus presupuestos, muchos los rechazarán y no pocos los mirarán despectivamente. Pero, para él, no es hora de callar, sino de hablar con claridad. Y así lo hace, empleando un lenguaje asequible, muy cercano incluso, directísimo y coloquial; hace hincapié en sus ideas fundamentales, destacándolas con herramientas tipográficas (negritas, cursivas, guiones,…). Un esfuerzo merecedor de la atención de los lectores, pues no les defraudará.


Índice

Introducción

1. La realidad incomprendida. De “alma” a “epifenómeno”
2. La naturaleza del materialismo
3. Una espiritualidad experiencial y comprometida
4. “No tienen alma”
5. El grito del ser
Conclusión: La humanidad necesita una visión desbloqueante

Bibliografía
 
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25/11/2014 Comentarios

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Redacción T21
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