Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos presentando, como en las dos notas anteriores, el novísimo “Diccionario enciclopédico de exégesis y teología bíblica” de la Editorial Herder (Barcelona 2011). Continuamos con la exposición del contenido del artículo “mesías” I “El primer centro de gravedad de los textos ‘mesiánicos’ del Antiguo Testamento debe situarse en los libros proféticos, aunque no en los profetas más antiguos (donde no parece el mesianismo), pues los críticos piensan con toda razón que los textos de Amós 9,11-12 “En aquel día yo levantaré el Tabernáculo de David, caído, y cerraré sus portillos, y levantaré sus ruinas, y lo edificaré como en el tiempo pasado; 12 para que aquellos sobre los cuales es llamado mi nombre, posean el resto de Idumea, y a todos los gentiles, dijo el Señor que hace esto.” y Oseas 3,5 “Después volverán los hijos de Israel, y buscarán al Señor su Dios, y a David su rey; y temerán al Señor y a su bondad en el fin de los días.” son añadidos o glosas posteriores que anuncian el restablecimiento del reinado de David ya ocurrido (pero en tiempos de Jesús se consideraban como verdaderas profecías que anunciaban el reino futuro de David). Son especialmente discutidos por la crítica histórica en lo que atañe a su calidad mesiánica, su antigüedad y –a este respecto- su autenticidad y su contexto, los siguientes pasajes de Isaías 7,10-17; 9,2-6; 11,1-9. Los presentamos seguidos para recordarlos. Isaías 7,10-17: “Y habló más el Señor a Acaz, diciendo: 11 Pide para ti señal del Señor tu Dios, demandándola en lo profundo, o arriba en lo alto. 12 Y respondió Acaz: No pediré, y no tentaré al Señor. 13 Dijo entonces Isaías : Oíd ahora, casa de David. ¿No os basta ser molestos a los hombres, sino que también lo seáis a mi Dios? 14 Por tanto, el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel. 15 Comerá manteca y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bueno. 16 Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra que tú aborreces será dejada de sus dos reyes. 17 El Señor hará venir sobre ti, y sobre tu pueblo, y sobre la casa de tu padre, días cuales nunca vinieron desde el día que Efraín se apartó de Judá, es a saber , al rey de Asiria” Isaías 9,2-6: 2 El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. 3 Aumentando la gente, no aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. 4 Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián…5 Porque nos ha nacido un niño, se nos ha dado un hijo; y el principado se asiente sobre sus hombros. Y se llamará Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 6 La grandeza del señorío, y la paz, no tendrán término sobre el trono de David, y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará esto.” Isaías 11,1-9: “Y saldrá una vara del tronco de Jesé, y un renuevo retoñará de sus raíces. 2 Y reposará sobre él el Espíritu del Señor, Espíritu de sabiduría y de inteligencia, Espíritu de consejo, y de fortaleza, Espíritu de conocimiento y de temor del Señor; 3 y le hará oler en el temor del Señor. No juzgará según la vista de sus ojos; ni argüirá por lo que oyeren sus oídos. 4 Sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fe cinto de sus riñones. 6 Morará el lobo con el cordero, y el tigre con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. 8 Y el niño jugará sobre la cueva del áspid; y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna del basilisco. 9 No harán mal, ni dañarán en todo mi santo Monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar”. La interpretación conjunta, sincrónica, de estos pasajes, en el conjunto del libro de Isaías como un todo tiende a considerarlos tardíos (no del siglo VIII a.C., sino del exilio o posteriores) y que son una explicación colectiva de la figura real como referida a la comunidad del “resto” de Sión (al igual que Isaías 49,3 interpreta al “siervo de Yahvé” como el conjunto del pueblo israelita). El análisis diacrónico (que considera estos pasajes a lo largo del tiempo) pone al descubierto el proceso de interpretación. En él núcleo de Is 7,10-17 hay un oráculo del primer Isaías que anuncia un nacimiento (vv. 14b-16) y que se refiere al sucesor en el trono del rey Acaz al que se llamará ‘Dios con nossotros’ = hebreo Immanuel (naturalmente la madre era virgen o mejor “mujer joven” –así en hebreo la palabra ‘almah del texto, pero luego concibió del rey de modo normal). Pero los primeros discípulos del profeta reinterpretaron ya el oráculo del nacimiento en el sentido de una señal nefasta para la dinastía de David (vv. 14a y 17). Y más adelante, aunque se mantuvo el v. 17 (anuncio de males) otros discípulos del profeta vieron en el futuro Immanuel el guía glorioso del ‘resto’ del pueblo que sería conservado por Dios a pesar del castigo (cvv. 15-22). Luego, la promesa en conjunto de Is 7,10-17 dio pie a posteriores reinterpretaciones mesiánicas en la traducción al griego de los Setenta (quizás del siglo II a.C. en Isaías en concreto o un poco anterior) y de ahí pasó a interpretarse al Nuevo Testamento que vio en ello el anuncio virginal del mesías puesto que los Setenta tradujeron ‘almah (“virgen” o mujer joven casadera” por parthenos, “virgen” estricta, en griego. El texto de Isaías 9,5 empalma con Is 7,14 (alusión al nacimiento), por lo que los dos textos –oráculos diferentes en principio- fueron considerados como complementarios. Dios crea las condiciones para un dominio pacífico permanente del Salvador ideal del linaje de David. El canto de acción de gracias de Is 9 pudo surgir en tiempos del rey Josías (= 641-602 a.C. por tanto muy posterior al primer profeta que era del siglo VIII). El texto de Isaías 11,1-5. 6-8. 9 describe, apoyándose en Is 9 el reinado pacífico del nuevo David en una creación libre de violencia, marcada por la presencia de la salvación de Dios. Y esta promesa surgió, sin duda, en los labios de un profeta posterior al exilio. Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 29 de Julio 2011
Comentarios
Notas
Hoy escribe Fernando Bermejo
Las numerosas ramificaciones de la galopante crisis económica, la atroz tragedia desencadenada por la sequía en Somalia, Etiopía y Kenya o la devastación sembrada por el “caballero cruzado” noruego son solo algunas de las noticias de actualidad lo bastante penosas e inquietantes como para merecer la principal atención de los lectores y la de este blogger. Son también algunas de las noticias que han dejado enseguida en la penumbra ciertos acontecimientos sucedidos en Irlanda en los últimos días.<!--more--> No me refiero simplemente a la aparición de otro informe (van cuatro, si no yerro) sobre los abusos sexuales (y otros) perpetrados por clérigos católicos en diócesis irlandesas. Nadie que haya seguido, por someramente que sea, las historias de abusos tiene ya de qué escandalizarse. Y nadie que sepa algo de cómo funcionan realmente las jerarquías de la Iglesia Católica necesita leer voluminosos informes independientes para concluir que el cinismo eclesiástico no tiene límites. El voluminoso informe sobre la diócesis de Cloyne entre 1996 y 2009 no es, en efecto, nada nuevo. El informe, simplemente, demuestra la existencia de abusos sexuales (esta vez por parte de 19 -diecinueve- sacerdotes), las mentiras de los obispos (el obispo John Magee mintió como el embustero que es al decir que había informado a las autoridades de todos los casos denunciados en la diócesis), el encubrimiento sistemático de la injusticia por parte de cardenales y obispos, y la complicidad directa del Vaticano en el encubrimiento. Es decir, la historia de siempre. No es esto lo que irrita a los funcionarios del Vaticano –comenzando por el Papa, siguiendo por sus cardenales, y continuando por sus obispos, nuncios y secretarios–. La experiencia ha demostrado hasta la saciedad que las víctimas y sus sufrimientos les traen enteramente sin cuidado. Como hemos mostrado en la serie dedicada al caso Maciel, el propio Ratzinger es un consumado encubridor de pederastas. Mientras en público su cinismo les permite poner los ojos en blanco y presentarse como arrepentidos y azotes de pederastas, en privado se ríen de las víctimas, como se han reído de ellas a lo largo de la Historia. Lo realmente novedoso en lo ocurrido, y lo que irrita a los más altos funcionarios de la Iglesia Católica, es que quienes desde siempre han sido sus cómplices y sus devotos fieles –los políticos, en este caso los irlandeses– se han atrevido ahora a decir la verdad sin pelos en la lengua. Esto es lo que ha hecho el primer ministro irlandés Enda Kenny (de un partido “demócrata-cristiano”, para más señas) al hablar con toda claridad de la responsabilidad directa del Vaticano, afirmando por ejemplo que “la violación y tortura de niños fue minimizada o gestionada de forma que se sostuviera la primacía de la institución, su poder, posición y reputación”. Esto es lo que explica que, mientras que el Vaticano apenas reaccionó cuando el 13 de julio se publicó el informe, haya reaccionado llamando a consultas al nuncio tras las declaraciones del primer ministro (efectuadas una semana después). Lo que irrita a los funcionarios del Vaticano no es la revelación de los abusos –de cuya existencia y extensión saben, mejor que nadie, desde siempre–, ni es la revelación de las mentiras episcopales (estas forman parte del sistema), ni el encubrimiento sistemático de la injusticia por obispos y cardenales –la injusticia eclesiástica se dispensa desde siempre–, ni la revelación de su propio cinismo (del que ellos saben mejor que nadie). Lo que irrita a los funcionarios del Vaticano es que aquellos personajes significados e influyentes, de quienes siempre esperan que les rindan pleitesía y les besen la mano (y no solo), les pierdan el temor reverencial y se atrevan a decir la verdad en público. Y que pueda cundir el ejemplo. Pues entonces ya no es la prensa sin valores, o los cachorros de la Revolución Francesa, o los exaltados anticlericales, de los que siempre puede decirse (y siempre se dice) que ladran resentidos contra la Madre Iglesia. Ahora es el honorabilísimo, decente y cristiano Taoiseach irlandés el que se atreve a decir cortésmente que el Vaticano, con el Papa a la cabeza, es un pozo de mierda (sic). Y el que se atreve a sugerir que a partir de ahora los privilegios -¡ah, los anhelados privilegios!– podrían no ser los mismos. Desde luego, el Estado irlandés, como tantos otros, es corresponsable por haber privilegiado a la Iglesia en su momento (la seguirá privilegiando) e incluso por haberla exonerado de casi toda responsabilidad económica para compensar a las víctimas. De hecho, no sabemos si las tajantes declaraciones de Kenny responden a una genuina indignación moral o si tiene también algo que ver con ellas el comprensible enfado por el dinero que el Estado irlandés, en una situación de galopante crisis económica, va a tener que seguir desembolsando como indemnización a las víctimas. En efecto, el hecho de que, tras el acuerdo de 2002 entre el Ejecutivo de Dublín y la jerarquía católica, los obispos apenas tendrán que pagar un 10% de las indemnizaciones (por entonces se pensaba que la cosa sería relativamente barata). Con toda la podredumbre que sigue saliendo a flote en la Iglesia irlandesa (y si se han producido abusos a lo largo de la Historia y en los últimos años, seguirán produciéndose –no les quepa de ello la menor duda–), el pobre Estado irlandés va a tener que desembolsar muchos cientos de millones, miles de millones, de euros. A todo esto, por supuesto, los cínicos eclesiásticos intentan disimular su irritación y piden “objetividad”. Piden "objetividad" los dirigentes de un Estado sin democracia ni separación de poderes, experto en la gestión de la arbitrariedad a lo largo de toda su historia. Piden “objetividad” los miembros de una corporación que pisotea la verdad y la justicia sin contemplaciones, y para la cual el abuso de poder es el aire que respira. Para desternillarse, vamos. Pero no se preocupen, que la irritación pasará. El cínico, por definición, es capaz de digerirlo todo. El Vaticano, una institución integrada por profesionales del cinismo, soporta lo aparentemente insoportable. Y ya veremos si el asunto de Dublín no termina como el episodio de Canossa. Hasta septiembre, feliz agosto y saludos cordiales de Fernando Bermejo
Jueves, 28 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Tal como prometíamos en la nota anterior vamos a tomar un artículo del Diccionario que comentamos como base para que los lectores del Blog puedan calibrar bien lo que les ofrece el Diccionario de exégesis y teología bíblica de la Editorial Herder (2011) que estamos presentando. Y como el lema que subyace a toda una etapa de nuestro Blog es la divinización o semi divinización de Jesús por parte ya de sus primerísimos seguidores (judeocristianos “hebraizantes” o judíos plenamente helenizados) voy a presentar sintéticamente, con algún comentario intercalado qué sostiene este Diccionario en el artículo “mesías” (columnas 1057-1066). Añado aclaraciones por mi parte para facilitar la lectura. A. “El término ‘mesías’ es la forma helenizada de un vocablo arameo (Jn 1,45; 4,25) que se remonta a un original hebreo anterior, masiah, que significa ‘ungido’. Los Setenta (LXX) lo vierten como christós, adjetivo del verbo chrío, que significa igualmente ‘ungir’. En la versión neotestamentario se mantiene como nombre propio, Cristo. La denominación ‘el ungido’ aparece en el Antiguo Testamento, casi sin excepciones, en conexión sintáctica con Yahvé (‘ungido de Yahvé’; ‘mi/tu/su ungido’, con lo que se expresa el singular estatus de la persona consagrada, protegida y autorizada por la unción de Dios. El título se aplica fundamentalmente a los monarcas israelitas, y subraya la función destacada de la unción en el rito de la coronación/entronización del rey desde tiempos antiguos (por ejemplo, Jueces 9,8; 2 Samuel 2,4; 1 Reyes 1,34.39). La expresión el ‘ungido de Yahvé’ aparece básicamente en 1 y 2 Samuel y en los Salmos. La literatura profética evita esta designación y sólo el Deuteroisaías en época del exilio esta denominación al rey persa Ciro el Grande Isaías 45,1). Tras la desaparición de la monarquía en Israel (después de la época y muerte misteriosa de Zorobabel: ¿hacia el 515/510 a.C.?) hereda el título el sumo sacerdote en la literatura sacerdotal (Levítico 4: texto anterior, pero redactado y editado finalmente en esta época). De manera singular aparece en Salmo 105,15 y 1 Crónicas 16,22, donde se menciona a los patriarcas como ‘ungidos de Yahvé’. B. Cuando se acomete el estudio de las expectativas mesiánicas en el Antiguo Testamento, deben tenerse en cuenta las siguientes peculiaridades: a) El concepto ‘mesías’ tal como lo entendemos hoy no parece en los textos básicos del Antiguo Testamento que suelen aducirse como prueba del mesianismo; de hecho el vocablo no se convierte en un ‘término técnico’ hasta la época del judaísmo temprano (es decir, después del exilio, bien inmediatamente antes de la aparición en la historia de Alejandro Magno, que muere en el 323 a.C., bien después hasta la destrucción del templo de Jerusalén en el 70 d.C.). Además, como término técnico sólo aparece en pasajes de libros que no forman parte del canon del Antiguo Testamento. De ello se deriva una inseguridad cuando se habla de las concepción es veterotestamentarias del ‘mesías’ (¡Ojo!: no siempre con mayúscula como se suele escribir. Se escribe con minúscula cuando se trata de un adjetivo que expresa una función; con mayúscula, cuando sustituye a un nombre propio como Cristo como mesías, sin más referidos a Jesús) tal como se refleja en pasajes que hablan del contenido en sí de expectativas que llamaríamos mesiánicas. Tampoco aparece claramente en el Antiguo Testamento una secuencia cronológica del concepto ni tampoco las interconexiones entre los textos que hablan del mesías, sin mencionarlo, o de las esperanzas mesiánicas, sin llamaras así. b) Los pasajes citados como testimonio o prueba teológica en los tratados modernos de teología, de los conceptos mesiánicos en el Antiguo Testamento, son interpretados hoy por nuestra mentalidad histórico-crítica de un modo muy diferente a como los interpretó el judaísmo o el cristianismo primitivo. Puede decirse que el Antiguo Testamento sólo proporciona los impulsos para un mesianismo múltiple y en proceso de realización en el futuro. c) Textos "mesiánicos" más importantes del Antiguo Testamento En el Pentateuco (5 primeros libros de la Biblia) figuran varios pasajes que, aunque no son mesiánicos en un sentido histórico-crítico, fueron interpretados como tales: 1. Génesis 3,14: “Y el Señor Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás más que todas las bestias y que todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida; y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu descendencia y la suya; ella te herirá la cabeza, y tú le herirás el calcañar” Este pasaje maldice a la serpiente y anuncia una hostilidad permanente entre ella, entendida como símbolo del mal, y el género humano. Desde Ireneo de Lión la tradición cristiana ha interpretado estos versículos como un protoevangelio, como un vaticinio de la victoria de Jesús sobre Satanás y su poder. 2. El oráculo sobre Judá de Génesis 49,10 (“No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congregarán los pueblos”) y el de Balaán en Números 24,17 (“Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca; saldrá una estrella de Jacob, y se levantará un cetro de Israel, y herirá los cantones de Moab, y destruirá a todos los hijos de Set”) son originariamente vaticina ex eventu, es decir textos que lanzan una mirada retrospectiva desde el presente del dominio político de David hacia el pasado 3. En los libros históricos se ha considerado como mesiánica la profecía de Natán de 2 Samuel 7,12-16 “Y cuando tus días fueren cumplidos, y durmieres con tus padres, yo afirmaré tu simiente después de ti, la cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino. 14 Yo le seré a el padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres; 15 pero mi misericordia no se apartará de él, como la aparté de Saúl, al cual quité de delante de ti. :16 Y será afirmada tu casa y tu reino para siempre delante de tu rostro; y tu trono será firme eternalmente” como el texto básico de las esperanzas acerca del mesías. Pero los escritores de la historia deuteronomista entendieron que la promesa originaria de una permanencia duradera de una dinastía y reinado davídicos sobre Israel había quedado obsoleta a causa de los pecados de Salomón y de la subsiguiente división del Reino y la reinterpretaron en la forma de una promesa de una “'lámpara' para David en Jerusalén” (es decir, la salvación de Dios vendrá desde Jerusalén donde reside su Gloria = 1 Reyes 11,36; 15,4 y 2 Reyes 8,19). "Lámpara en el judaísmo de la época era tanto la Ley como la "salvación". En la época postexílica se recurrió a la posibilidad encerrada en estos textos de un nuevo comienzo mediante la intervención de Yahvé y se la transformó en la esperanza de que Dios restauraría la monarquía davídica. Así lo indica el Salmo 89,20-46 y todo el Salmo 132. Por este camino de la reinterpretación de textos antiguos en épocas posteriores la denominación “ungido de Yahvé” se convertiría en título del esperado portador humano de esa salvación. Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Miércoles, 27 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Hoy, de nuevo, más que crítica hago una presentación de un libro, en este caso de dos volúmenes en verdad muy interesantes que me ha enviado la editorial Herder. Son de recentísima aparición y tratan expresa y manifiestamente de teología, bíblica. Aparente y teóricamente no sería el ámbito de un blog histórico filológico, pero -como verán lo lectores- la hermenéutica bíblica confesional ha de ser tenida muy en cuenta por los filólogos porque al fin y al cabo se basa en un sistema de exégesis y utiliza los métodos histórico-críticos. Y éste es uno de nuestro campos. He aquí su ficha: Walter Kasper (editor general) y Marciano Villanueva Salas (edición española, presentación y traducción), Herder, Barcelona, 2011, 2 vols., 1668 pp. ISBN: 978-84-2542556-1. Para la presentación utilizo el material de M. Villanueva (pp. VII-VIII del primer volumen). El presente diccionario reproduce esencialmente el contenido de los conocimientos bíblicos presentados por la enciclopedia alemana Lexikon für Theologie und Kirche (“Diccionario de teología y eclesiología”) en 11 volúmenes (excelente y serio) que presenta lo mejor de la exégesis y hermenéutica católica, fundamentalmente alemana (apenas nada anglosajona, más un poco, poquísimo, de exégesis francesa, italiana y española) en torno a temas de teología bíblica fundamental. Así pues, estos dos volúmenes son una síntesis de la investigación exegética alemana confesional sobre cuestiones bíblicas que siguen interesando hoy. Los artículos están ampliados en la versión castellana con noticias específicas del espacio cultural hispanohablante. La obra original aquí sintetizada focaliza su interés en das aspectos particulares: En primer lugar, una especial atención a la exposición de los grandes temas que configuran la trama básica del mensaje bíblico (creación, pecado, muerte, redención, alianza, promesa liberación, sacrificio, amor, salvación, sexualidad, misericordia, oración, etc.), tratados a modo de pequeñas y sintéticas monografías, con análisis y exposiciones para intentar llegar a lo que se estima lo más profundo del mensaje de Dios a la humanidad según la fe cristiana. La dirección de la obra, al elegir los “lemas” (o “voces”; o "artículos"..., pero no “entradas”, como escribe el traductor que utiliza feo anglicismo que se ha impuesto ya, pero que empobrece una riqueza previa del idioma) piensa que aborda temas que, más allá del marco estrictamente bíblico, atañen a la experioencia y al pensamiento humano global y que en la obra base (el Lexikon für Theologie und Kirche) están tratados desde múltiples perspectivas (sociológica, filosófica, teológica, jurídica, de historia de las religiones, o el punto de vista de la historia de la literatura y del arte). El segundo punto de focalización de este Diccionario se concentra en el proceso de génesis y evolución de los textos capitales y sus temas que la fe considera revelados. El germen primero de los escritos se sitúa en estos volúmenes en el tiempo y en el espacio. En el caso de temas del Antiguo Testamento se tienen en cuenta cómo tales temas se van aclimatando y actualizando con el tiempo. Para observar este interesante y funda,mental fenómeno hay que tener en cuenta en el análisis: • Las tradiciones orales de las tribus israelitas • El entorno de los santuarios locales cananeos o israelitas antes de la formación del estado y la monarquía • Las primeras etapas de la consignación por escrito en Israel de las tradiciones antiguas . Las fase de relectura, de reinterpretación, glosas, comentarios a la luz de las nuevas experiencias históricas del pueblo de Israel o de los autores bíblicos, las reflexiones de los círculos sacerdotales, los grupos proféticos y sus discípulos que aumentan el legado del maestro, las escuelas deuteronomistas, las influencias históricas del entorno: otras culturas religiosas o filosóficas de otros pueblos, etc. Este doble punto de vista supone que la revelación se va formando poco a poco, en un proceso a través de múltiples generaciones que releen y reinterpretan continuamente el legado de sus antepasados. Por tanto: los textos bíblicos no surgen de pronto, repentinamente, en el paisaje religioso humano y no se mantienen inmutables a modo de bloques, que viajan de una lado a otro y que son impermeables, sino que son palabra viva y por tanto que se actualiza y transforma. Según la fe, esta evolución y enriquecimiento está dirigido por el Espíritu Santo que --a modo de columna de nube y fuego—iluminaba y marcaba el paso de los días de la peregrinación de Israel por el desierto hasta la tierra prometida. Lo mismo hace con la Iglesia. Sostiene Marciano Villanueva, que este esfuerzo de interpretación teológica de los temas bíblicos hoy día se hace teniendo siempre en cuenta el sentido originario y su evolución a lo largo de la historia y que con ello se cumple el mandato de la Constitución Dei Verbum, par. 12) del Concilio Vaticano II que ordena al intérprete cristiano “investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los escritores sagrados y lo que quiso Dios manifestar a través de las palabras de estos seres humanos”. Mantiene también el presentador español del Diccionario presente, Marciano Villanueva, que para buscar el sentido originario los autores de esta obra se han preocupado por el análisis filológico de los vocablos y expresiones bíblicas, iluminando su sentido a través del estudio de sus antecedentes en las lenguas previas al hebreo bíblico (ya sean de la misma familia lingüística como el acadio o el ugarítico; ya sean de otras familias como el sumerio o el egipcio, pero muy influyentes) y de las derivaciones posteriores de significado. Los términos hebreos o griegos de la Biblia aparecen transcritos y bien explicados en este Diccionario, de modo que el lector pueda sumergirse en el ambiente originario de los conceptos, de modo que éstos queden bien anclados en su entorno primitivo. Así el lector puede mantener en su cabeza el sentido originario de los conceptos, aunque las traducciones concretas al castellano de los pasajes bíblicos sean a veces bastante diferentes. Por último, Marciano Villanueva ha actualizado la bibliografía fundamentalmente alemana añadiendo obras española ignoradas por los editores (hispanicum est non legitur, un dicho latino que podríamos parafrasear del modo siguiente: “Está escrito en español; por tanto ni se tiene en cuenta ni se menciona… aunque sea de hecho original y bueno”. En la próxima nota pondremos un ejemplo de cómo son los artículos de este diccionario. Creo que es la mejor manera de que el lector juzgue ateniéndose al contenido. Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 26 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Gonzalo del Cerro
APÉNDICE 3. Carta de Pelagia La Carta de Pelagia es la versión de un texto etíope editado y traducido por E. J. Goodspeed, que recoge toda la conocida leyenda del león bautizado por Pablo con detalles sobre su ministerio. (Puede verse en Goodspeed, E. J., “The Epistle of Pelagia”, American Journal of Semitic Languages and Literature, 20 (1904) 95ss). El final de los textos refiere el caso de la bella Pelagia, condenada a ser quemada en un becerro de bronce por negarse a convivir maritalmente con su esposo. El texto del documento comienza narrando la actividad de Pablo en la región de Cesarea. Muchos habitantes de la zona, que no creían en la ley de Moisés y mucho menos en la de Cristo, se levantaron contra él y lo arrojaron en la cárcel encadenado. Los jueces quedaron sorprendidos con la doctrina de Pablo, pero lo despreciaron y lo dejaron marchar en libertad. Se dirigió a la montaña, donde se encontró con un león gigantesco, que le abordó diciéndole en lenguaje humano: “Me alegro de encontrarte, Pablo, siervo de Dios y apóstol de nuestro Señor Jesucristo. Tengo que pedirte una cosa”. Pablo le contestó: “Habla, que te escucho”. El león le pidió que le concediera la gracia que reciben los cristianos. Se supone que Pablo le administró el bautismo. A los siete días, el león se retiró a las montañas y Pablo regresó a la ciudad. Allí encontró a un hombre que le comunicó que había muerto un hombre, por el que le pedía que rezara una plegaria en su casa. Después de una oración en la que pedía al Señor que devolviera la vida a aquel hombre, dijo al difunto: “Hombre, levántate”. Los testigos del acontecimiento decían a Pablo que les predicara aquella fe que era capaz de resucitar a los muertos. Pablo les repitió el aforismo de Jesús que prometía los mayores milagros a los que tuvieran fe como un grano de mostaza. Los oyentes le suplicaron que se la explicara. Pablo hizo un repaso de personajes bíblicos que todo lo consiguieron gracias a su fe. Mencionó a Rahab la prostituta, a Daniel en la cueva de los leones, a Ezequiel, a Abrahán, Isaac y José, Elías y Eliseo. Entre ellos recordó a Tecla, la que se libró de las llamas y de las fieras por la ayuda de Dios. Pero los personajes bíblicos nombrados habían conseguido gracias espectaculares gracias a su fe. Si sus oyentes creían que Jesús era Dios, debían cumplir su voluntad, expresada en los mandamientos de la Ley: No robar, no cometer adulterio, no adorar a los ídolos, no jurar en vano, no codiciar los bienes ajenos, honrar padre y madre y vivir en todo según el temor de Dios. Un Dios que recomendaba ayudar a los necesitados y ayudar con dones a la práctica de su culto. La palabra de Pablo convenció a muchos de sus oyentes, que renunciaron a este mundo y siguieron la voluntad de Dios según la anunciaba Pablo. Entre ellos había una mujer, extraordinariamente hermosa, de nombre Pelagia, hija del rey, que oyó la predicación de Pablo, renunció a su marido y se convirtió a la vida de castidad. El rey se enfrentó con Pablo y le echó en cara los desmanes que estaba provocando. Por ellos tendría que pagar lo debido, incluido el daño que había causado a Pelagia. Por ello, Pablo fue encerrado en prisión con la intención de que fuera arrojado a las fieras. Quiso la suerte que el feroz y gigantesco león que prepararon para arrojarlo al teatro contra Pablo fuera el que había trabado amistad con Pablo y había sido bautizado por él. Todos se alegraban de que Pablo fuera al fin devorado en castigo por sus malas acciones. Pero Pablo se puso a rezar con sus manos extendidas, lo que igualmente hizo el león. Cuando acabaron la oración, se pusieron a charlar tranquilamente. Las gentes que contemplaron el espectáculo prorrumpieron en gritos confesando que aquel hombre era digno y grande puesto que hasta las fieras del campo le obedecían. Pidieron, pues, que dejaran marchar a Pablo, pero que trajeran a Pelagia. Pablo y el león se marcharon juntos. Pedían luego que encendieran el becerro de bronce para arrojar dentro a Pelagia. Pero en ese preciso momento cayó una lluvia torrencial que lo apagó. El marido de Pelagia vino con la espada desenvainada y se dio la muerte arrojándose sobre su espada porque no podía soportar perder a una mujer tan bella. Pero Pelagia, libre ya de la condena, no pensaba en su hermosura, sino que la consideraba un detalle insignificante de este mundo caduco y pasajero. Acueducto romano en la playa de Cesarea Marítima. Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 25 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Fernando Bermejo
« Cuando llegues a la cumbre de una montaña, sigue subiendo. » Mas antes asegúrate de que, en efecto, has alcanzado la cumbre. Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Domingo, 24 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Continuamos hoy precisando el razonamiento -como indicamos- sobre el "secreto mesiánico" en el Evangelio de Marcos, según GPO Una cuestión fundamental es la siguiente: ¿Por qué se demuestra que el “secreto mesiánico” es artificioso, apologético, no histórico en una palabra? • En primer lugar porque la torpeza, rudeza y falta de comprensión de unos discípulos, que convivieron con Jesús durante quizás dos años y medio (Evangelio de Juan), acerca del verdadero mesianismo de éste es absolutamente inverosímil. Jesús era un excelente maestro y además habría sido inmoral haber mantenido a sus discípulos, a los que según Marcos mismo explicaba los secretos del reino de Dios en una ignorancia invencible sobre su mesianismo: [Recodemos el texto 4,10-12: “10Cuando quedó a solas, los que estaban en torno a él con los doce le preguntaron sobre las parábolas 11y les dijo: «A vosotros se os ha dado el misterio del reino de Dios, pero a los de fuera todo sucede en parábolas, 12a fin de que, mirando, ellos miren, pero no vean, y, oyendo, ellos oigan pero no entiendan, para que no se conviertan y sean perdonados»”.] • Segundo, porque tras esa insistencia en la torpeza y cortedad de sus discípulos, lo que el evangelista intenta poner de relieve es la labor del Espíritu Santo después de la resurrección, quien es el que por fin les hace entender. Este teologuema es también muy improbable, se diría que imposible. • En tercero, porque el tal “secreto” y las advertencias sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesús no dejaron la menor huella en la memoria de los discípulos…, quienes tras la Pascua se resistieron a creer que Jesús hubiera resucitado y continuaron esperando en él como mesías davídico tradicional (Lc 24,21) y como restaurador del reino de Israel (Hch 1,6). De hecho, a pesar de tantas advertencias, al principio ¡no creyeron ni siquiera que había resucitado! Debe insistirse en que toda la escena crucial de los caminantes a Emaús (Lc 24,17-27) ignora por completo tal secreto. • Finalmente, en cuarto, porque el Jesús marcano quebrantó continuamente el pretendido “secreto”, y porque el conjunto de los Evangelios quebranta igualmente tal secreto (en la práctica lo ignora muchas veces) haciendo que en repetidas ocasiones Jesús publique su mesianismo antes de su resurrección. Subsiguientes análisis del Evangelio de Marcos confirman y demuestran un sesgo claramente “tendencioso” –sesgo unido ideológicamente al secreto mesiánico- en este escrito. Señalemos sólo los principales, según GPO: 1. En la perícopa sobre el pago al tributo al César (12,13-17) [Recordemos el texto 13 Y le enviaron algunos fariseos y herodianos para intentar atraparlo por sus propias palabras. 14 Y llegaron y le dijeron: “Maestro, sabemos que eres veraz y que no te preocupa lo que otro piense; pues no miras la apariencia de los hombres, sino que enseñas verazmente el camino de Dios: ¿es lícito pagar el tributo al César o no? ¿Pagamos o no pagamos?”. 15 Pero él, viendo su hipocresía, les dijo: “¿Por qué me tentáis? Traedme un denario para que pueda verlo”. 16 Y se lo trajeron. Y les dijo: “¿De quién es esta imagen y la inscripción?”. Y le dijeron: “Del César”. 17 Y Jesús les dijo: “Lo del César, devolved al César, y lo de Dios, a Dios”. Y se admiraban de él. Marcos presenta a Jesús como dando su asentimiento a la idea de pagarlo. Es decir, esta totalmente de acuerdo con el impuesto ¡lo que lo situaba al lado de los romanos! En realidad, bien entendidas las palabras de Jesús, su respuesta fue exactamente la contraria, como indica con entera claridad Lc 23,2: “Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar el impuesto al César, y diciendo que él mismo es el mesías (cristo, ungido), un rey” ]. Según GPO, aunque la perícopa es deliberadamente ambigua, el lector sencillo entiende que Marcos presenta a Jesús dando su asentimiento a la idea de pagar el tributo. Es decir, Jesús, según el evangelista estaría totalmente de acuerdo con el pago del impuesto..., ¡lo que lo situaba al lado de los romanos! En realidad, bien entendidas las palabras de Jesús y conociendo ya la teología previa de Marcos, la respuesta del Nazareno fue exactamente la contraria, como indica con entera claridad Lc 23,2: “Hemos hallado que éste pervierte a nuestra nación, prohibiendo pagar el impuesto al César, y diciendo que él mismo es el mesías (cristo, ungido), un rey”. Quien quisiera entender podía hacerlo perfectamente. Es muy posible que Jesús fuera astuto para no dar una respuesta clara, pero -según GPO- Jesús sabía que a buen entendedor pocas palabras bastaban... El verdadero Jesús no es como lo presenta prima facie Marcos, sino exactamente al revés. Por ello, opina GPO, es muy probable que esta negativa de Jesús a pagar el tributo a los romanos fuera uno de los motivos que movieron a las autoridades judías, alarmadas, a tramar la muerte de Jesús entregándolo a los romanos. 2. El episodio de la rotura del velo del Templo (15,38: "Y el velo del Templo se rasgó en dos de arriba abajo.") es un episodio inverosímil --no hay constancia de ellos fuera de los Evangelios-- y de carácter legendario: un símbolo del fin del judaísmo como religión. Ahora esta idea contradice el judaísmo de Jesús que jamás se presentó aboliendo el judaísmo, sino todo lo contrario, y contradice igualmente la imagen de los Hechos de los apóstoles que presenta repetidas veces a los primeros seguidores de Jesús como fieles judíos, observantes de la Ley de su religión y adictos al Templo. Si hubiesen sido conscientes de lo que había ocurrido con el velo del Templo a la muerte de Jesús habrían entendido que seguir con el culto al Templo no era conciliable con el signo dado por Dios a la muerte de su Hijo. Sin embargo, para ellos el Templo siguió conservando su entera validez. 3. La profecía de Jesús sobre la futura destrucción del Templo [Mc 13,1-2: "1 Y cuando estaba saliendo del Templo le dijo uno de sus discípulos: “Maestro, ¡mira qué piedras y qué construcciones!”. 2 Y Jesús le dijo: '¿Ves estas grandes construcciones? No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea demolida'"] es contradicha expresamente en Mc 14,56-59, donde se sostiene que quienes tal cosa afirman son testigos falsos: Mc 14, 56-59): "56 Pues muchos proferían falso testimonio contra él, pero sus testimonios no concordaban. 57 Y algunas personas se levantaron y testimoniaban falsamente contra él, con estas palabras: 58 ”Le oímos decir: ‘Destruiré este templo hecho por manos humanas, y en tres días construiré otro no hecho por manos humanas’”. 59 E incluso entonces su testimonio no concordaba." Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 24 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
El examen crítico del Evangelio marcano, el más antiguo cronológicamente, lleva a la conclusión razonada de que bajo éste se trasluce el verdadero carácter de Jesús, que resulta ser mesiánico en sentido tradicional judío según el testimonio fidedigno de sus discípulos. Atención especial merece la que se descubre como perícopa central del Evangelio, a saber aquella en la que Pedro afirma categóricamente que “Jesús es el mesías”: Mc 8,27-31. [Recordemos el texto: 27 Y Jesús y sus discípulos marcharon a las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntaba a sus discípulos y les decía: “¿Quién dice la gente que soy yo?”. 28 Y le dijeron: “Unos dicen que Juan el Bautista”; y otros, Elías; y otros, que uno de los profetas”. 29 Y les preguntaba: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Y Pedro respondió y le dijo: “Tú eres el cristo”. 30 Y les ordenó rigurosamente que a nadie hablaran de él. 31 Y comenzaba a enseñarles que era necesario que el Hijo del Hombre sufriera mucho y fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y que fuera asesinado, y que resucitara después de tres días; 32 y decía con franqueza estas palabras. Y Pedro lo tomó aparte y comenzó a recriminarlo. 33 Pero él, tras volverse y ver a sus discípulos, increpó a Pedro y le dijo: “Ponte detrás de mí, Satanás. Porque no tienes tus pensamientos en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”.] Esta sección marcana presenta como auténtica la figura de un Jesús que no critica en principio esta afirmación de que él es el mesías esperado, sino que sólo hace unas precisiones al respecto. En primer lugar, Jesús conmina a su discípulo preferido, Pedro, a que a nadie diga que él es el mesías. Luego le asegura con solemnidad que él, Jesús, conoce y acepta de antemano con detalle su futura pasión, muerte y resurrección. A renglón seguido, ante la protesta de un Pedro muy sorprendido, lo reprende reciamente designándolo como “Satanás” por no haber comprendido esta doble realidad: la obligatoriedad del silencio sobre su mesianismo, y el designio divino que indica la necesidad de su pasión, muerte y resurrección de entre los muertos. Esta perícopa, y otras en las que aparece Jesús ocultando su identidad mesiánica, son conocidas como exponentes del denominado “secreto mesiánico”: a saber, la identidad de Jesús como agente de la divinidad debe mantenerse oculta y no se conocerá hasta después de su exaltación a los cielos. Los evangelios de Lucas y Mateo, que siguen en esto al de Marcos, repiten la misma idea, que resulta ser de importancia cardinal: Jesús es en verdad el mesías, pero en un sentido radicalmente nuevo…, lo que provoca la sorpresa y la indignación entre sus mismos discípulos. La necesidad absoluta de que el mesianismo de Jesús sea así entendido, y no de otro modo, es el eje y la cuestión clave del Evangelio de Marcos. El evangelista sostiene que la mesianidad de Jesús fue en realidad tal como él la dibuja en su escrito, e intenta probar repetidas veces que Jesús previó y anunció su muerte: hubo de aceptarla como un designio divino ab eterno. Según Mc 10,45 ["Pues tampoco el Hijo del Hombre vino a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos."], esta muerte es vicaria, sustitutoria de toda la humanidad y expiatoria de los pecados de todos los seres humanos: Jesús muere en vez de ellos, quienes son así literalmente liberados por este sacrificio expiatorio de una situación irremediable de pecado o enemistad con Dios. Ahora bien, una crítica del conjunto del evangelio de Marcos intuye con absoluta evidencia que el “secreto mesiánico” es un mero artificio literario, un artilugio inventado teológicamente por el autor con un doble objetivo: · Primero, explicar la incomprensión general, incluida la de sus discípulos más íntimos, de la verdadera naturaleza de la misión de Jesús lo que justifica su imprevista e infamante muerte en cruz y, · Segundo, exonerar a la fe postpascual acerca del mesianismo de Jesús de su insólita novedad tanto dentro del pensamiento judío como particularmente en la propia experiencia personal de los discípulos que habían convivido con el Nazareno tanto tiempo. A partir del “secreto mesiánico” y con elementos de la apocalíptica judía, gracias a cambios tanto sutiles como gruesos, Marcos muestra a Jesús como exponente de un insólito mesianismo novedoso, sufriente, de final catastrófico. Este mesianismo esta moldeado A. Sobre la figura del “siervo de Yahvé” del Deuteroisaías, en especial 52,13-53,12, y B. Con rasgos que se asemejan extraordinariamente a la concepción paulina de un Jesús visto como un Cristo celeste (inexistente en la realidad; pura ficción de la mente teológica) , noción explicitada en las Cartas auténticas del Apóstol, compuestas unos 20 0 25 años antes del propio Evangelio. Conclusión: En realidad, la crítica interna percibe que Marcos intenta transferir a la vida real de Jesús lo que de él pensaron teológicamente sus discípulos después de haber creído firmemente que había resucitado, y después de haber forjado con la ayuda de un nuevo examen de las Escrituras diversas explicaciones de lo que desgraciadamente había ocurrido: su aparente fracaso y muerte. Precisaremos más estos conceptos Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Sábado, 23 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Antonio Piñero
Continuamos con el tema del descubrimiento del Jesús histórico en la obra de Puente Ojea Sostiene GPO que –según lo señalado en la nota anterior- descubrir la tendencia teológica de cada evangelista, es decir, cómo concibe la imagen de Jesús, con qué rasgos, etc., es un instrumento precioso para acercarse al Jesús de la historia. El lector se imaginará enseguida el porqué. Para descubrir la "tendencia" es preciso hacer un inventario de los datos, dichos o hechos de Jesús de un modo completo y ver qué ideas maestras gobiernan el conjunto de los datos (= es el conocido método de la Historia de la Redacción de la que hemos hablado largamente en este Blog) Luego hay que efectuar una lista no menos exhaustiva de los elementos que no encajen con esa tendencia, es decir del material tradicional que GPO denomina “furtivo”, material que de modo inadvertido se ha introducido aquí y allá en las narraciones evangélicas, la mayoría de las veces sin que el evangelista llegara a comprender todo su alcance. Una precisión: GPO se limita normalmente al material de los evangelios sinópticos, sobre todo el de Marcos, al que ha dedicado dos libros (El Evangelio de Marcos. Del Cristo de la fe al Jesús de la historia (2ª edic. 1992); El mito de Cristo (2ª edic. 2000). La cita de otros textos apócrifos como El Evangelio de Pedro o el de Tomás, gnóstico, es escasa debido sobre todo a la consciencia de GPO de que los investigadores los utilizan para corroborar datos sobre el Jesús de la historia adquiridos por el análisis de los Evangelios Sinópticos. El método de analizar ese material “furtivo” --es decir, introducido en los Evangelios por el peso mismo de la tradición oral sobre Jesús y que no podía ser negado so pena de incurrir en una suerte de traición a lo recibido-- conduce a la idea de que los Evangelios, a pesar de ser una literatura de propaganda religiosa, informan o pueden informar de datos históricos si se sabe leerlos convenientemente. Se niega así el escepticismo radical que gobierna la obra de otros autores, en España, por ejemplo, José Montserrat Torrents. Sin embargo, GPO, con múltiples investigadores, recalca que se debe tener en cuenta que no deben admitirse sólo y exclusivamente los datos "furtivos" sobre Jesús, y otros naturalmente, que contradigan al judaísmo normativo de la época o a las creencias de la Iglesia posterior (el denominado criterio de dificultad o de desemejanza), porque el rígido empleo de esa norma daría una imagen del Nazareno unilateral y sesgada, ya que no permitiría encardinarlo en su época, aunque tales datos fueran indudablemente ciertos. Por ello, también con múltiples investigadores, GPO insiste en incardinar a Jesús en la Palestina del siglo I. El método sería imperfecto –opina con el común- si rechazara material en el que Jesús aparece compartiendo o divergiendo razonablemente de la fe judía de su tiempo. Con otras palabras, GPO está totalmente de acuerdo con lo que sostiene la mayoría de los críticos: al denominado “criterio de disimilitud”, o de “dificultad” ha de añadirse el de “plausibilidad histórica”, es decir, no sólo la diferencia, sino también el que sitúa a Jesús en su contexto. Pero Puente Ojea se toma en serio lo de considerar a Jesús un judío de su tiempo y piensa que deben obtenerse las consecuencias. Es sabido que muchos investigadores no lo hacen. Insiste GPO en que es esencial distinguir dos niveles: 1. Entre las intencionalidades imputadas a los agentes en general que no fluyan de los datos mismos recogidos en los textos (es decir, de lo que indican los textos evangélicos en sus distintos niveles) y 2. Los propósitos e intenciones que sí fluyen de los textos, que se deducen razonadamente porque se apoyan en datos que componen el tejido que integra y estructura un pasaje o un conjunto dado de pasajes. Es preciso luego, una vez descubierto el material interesante para reconstruir a Jesús, formular hipótesis o explicaciones objetivas de diversos fenómenos como son: • Las rupturas lógicas, • Las sorpresas narrativas que derogan la verosimilitud del relato o • Las nuevas informaciones que rompen la aparente lógica interna. Las hipótesis propuestas a partir del análisis de todo este conjunto deben apuntar al intento de aclarar los mecanismos de tergiversación de los posibles datos primigenios, ya que por hipótesis se trata de material furtivo que contradice la "tendencia". La explicación de un fenómeno histórico sólo es tal si se identifican las causas eficientes de ese fenómeno, la aparición de material "diferente". Hacia este objetivo se orienta todo el trabajo explicativo, ya que el intento es reconstruir con criterios de verosimilitud el relato auténtico o el escenario histórico real sobre el que se sustenta un tema determinado que afecta a la figura de Jesús. En una palabra, según GPO hay que seguir el camino que impone un método heurístico (es decir, de obtención de datos) analítico, racional y sano que ha de comenzar por rechazar de antemano la sumisión a intereses dogmáticos ya preestablecidos, y por no someterse a la ilusión de creer que el estudio crítico de las ideologías que laten en los textos evangélicos no constituye parte esencial de la tarea del historiador (Ideología, pp. 9-10.79.83ss; Vivir…, pp. 284ss. 294-297; Existencia, pp. 6ss.9.14ss; El Evangelio de Marcos, passim; El mito de Cristo, passim). Saludos cordiales de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 22 de Julio 2011
Notas
Hoy escribe Miguel Herrero de Jáuregui
Concluimos hoy el comentario al libro iniciado en la nota anterior Cuando al final de la Antigüedad los neoplatónicos que resisten el avance del cristianismo, desde Jámblico, tratan de buscar en la tradición griega sus propias fuentes de inspiración revelada, proclaman que Orfeo y los órficos están en la base de todas las teorías platónicas y que "Platón remeda lo de Orfeo en todas partes" (Olimpiodoro, in Plat. Phaed. 10.3 = Orph. Fragm. 338 II). En expresión de Peter Kingsley, los estudiosos se han dedicado generalmente a mostrar cuánta falsedad y exageración hay en las palabras de Olimpiodoro, y ahora toca mostrar qué tienen de verdad. De hecho, es una tendencia del avance historiográfico que las figuras gigantescas del pasado se van redescubriendo en su contexto, y sus hallazgos dejan de ser ex nihilo para convertirse en pasos decisivos que culminan procesos anteriores. Igual que Homero ya no es el principio de la poesía griega, sino que es el último estadio de una larguísima tradición de épica oral, así también al reconocer los precedentes órficos Platón deja de ser el "inventor" de ciertas teorías para ser el que les da forma filosófica y coherencia interna. ¿Les quita ello algo de su grandeza a Homero o Platón? Al contrario, igual que la Ilíada se enriquece como obra maestra al encontrar en ella sofisticados mecanismos de alusión a otras tradiciones poéticas que quedan superadas por Homero, el descubrimiento de las fuentes en que Platón se inspira revela la inmensa capacidad crítica y la superior profundidad del pensamiento del filósofo ateniense. Ahora bien, la dificultad estriba en saber qué es realmente el material órfico previo a Platón y cuál es su propia aportación. La palabra clave de la cuestión es "transposición", la adaptación platónica de citas, imágenes e ideas órficas para apoyar su propio sistema. Para conjurar el peligro de razonamientos circulares que proyectan lo platónico sobre lo órfico para después postular un influjo (como se hizo, igual que con el cristianismo, en épocas pasadas), el método debe ser cuidadosamente textual y basado en las propias referencias de Platón a Orfeo, los poemas y ritos órficos, y los seguidores de Orfeo. Y aun en las referencias expresas, debe deslindarse, mediante comparación con otros pasajes platónicos y materiales externos, qué parece ser material previo y qué parece deformación platónica. Y finalmente, diferenciar lo seguro, lo probable y lo posible para evitar castillos en el aire. Para asegurar este rigor metodológico la experiencia del filólogo Alberto Bernabé en el manejo de las fuentes es una garantía de fiabilidad. Así lo muestra el apéndice final con los textos más importantes, y la estructuración inductiva, de lo particular a lo general, del libro en los siguientes capítulos. Primera Parte: Platón se refiere a Orfeo y sus seguidores 1. Referencias de Platón a Orfeo 2. Referencias de Platón a los seguidores de Orfeo Segunda Parte: Ecos de las doctrinas órficas en Platón 3. Cuestiones de método 4. Mitos cosmogónicos y teogónicos 5. Modelos del cosmos 6. La inmortalidad del alma y la transmigración 7. Alma y cuerpo: soma / sema 8. El mito de Dioniso y los Titanes 9. Visiones del Más Allá: Premios y castigos del alma 10. Justicia y retribución 11. La imagen de Zeus 12. Ritos órficos e iniciación filosófica Tercera Parte: La transposición platónica 13. Métodos de la transposición platónica Cuarta Parte: Síntesis 14. Actitudes de Platón frente al orfismo Apéndice: textos y traducciones El índice de contenidos da idea de la multitud de campos de la teología, cosmología y antropología platónicas en que el orfismo influye, en diversos modos, en la forma poética (p. e. Zeus principio, medio y fin de todo) o en el fondo (p. e. la naturaleza titánica en todos los hombres). En algunos pasajes por supuesto la interpretación de Bernabé podrá ser discutida y dará pie a nuevos debates. Pero en cualquier caso esta obra quedará como el gran clásico sobre la cuestión durante mucho tiempo. Aquí sólo queda recomendar su lectura, felicitar al autor, y también a la editorial Abada por su acierto y valentía en haberla publicado sin rehuir la impresión de textos en griego cuando hace falta. Saludos cordiales de Miguel Herrero de Jáuregui y de Antonio Piñero. Universidad Complutense de Madrid
Miércoles, 20 de Julio 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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