CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero


Concluimos hoy la breve semblanza intelectual de Gonzalo Puente.


Después de lo escrito en las postales anteriores, debe quedar claro para el lector la tesis axial, fundamental de Puente Ojea sobre la religión como género: esta tesis es la de su rechazo absoluto de la creencia en la existencia del alma inmaterial, inmortal y espiritual, al mismo tiempo que afirma que sin esa creencia en ese tipo de entes espirituales es imposible la religiosidad como conjunto de sentimiento de afección, propiciación o adoración a extraordinarios y enigmáticas potencias astrales o telúricas, o, por el contrario, de rechazo y exorcización de tales poderes.

En este sentido, toda sociedad religiosa es en alguna forma y medida una sociedad animista. Esto quiere decir los siguiente: es la mente humana la que crea sin fundamentos objetivos las nociones de alma y espíritu al observar ciertos fenómenos naturales que no comprende --como las tormentas o el sueño propio en el parece como si se desprendiese del ser humano algo que puede vagar por el aire independientemente del cuerpo--, como aún sucede con la nuestra. Solo la ciencia ha sido capaz de retirar definitivamente toda verosimilitud a la creencia en las almas espirituales e inmortales, sin las cuales toda fe religiosa se desmorona.

En sus libros Elogio del ateísmo (1995), Ateísmo y religiosidad (1997), El mito del alma (2000), y El animismo (2005), Gonzalo Puente ha ido invalidando la fe religiosa con un repertorio creciente de argumentos convergente –históricos, filosóficos y científicos- cuya última presentación sistemática figura en el penúltimo libro suyo, titulado La religión ¡vaya timo!, en la colección “¡Vaya timo!”, editada por Laetoli con el patrocinio de la Sociedad para el Avance del Pensamiento Científico (presidida por el astrocientífico Javier Armentia).

(El último libro de nuestro autor --que yo sepa aunque no conozco el nombre de la Editorial-- es "Dios no existe...¡y Él lo sabe!")

Gonzalo Puente Ojea define el timo de la religión como la promesa, con garantía, de la inmortalidad y beatitud del alma del creyente en un más allá sobrenatural -o del castigo eterno en los infiernos-, promesa que va contra todas las pruebas de la experiencia, de la razón, y de la ciencia.

El originalísimo diseño de esta última obra se enuncia mediante el tratamiento de cinco timos en sucesión, cada uno de los cuales prepara y explica el significado y desarrollo del siguiente, además de su aparición en la historia, a saber:

1. El timo antropológico: la reducción animista de la noción de espíritu. Es decir, la invención del alma y de los espíritus es reducida o desenmascarada por la teoría animista del origen de la religión,


2. El timo ontológico: la reducción materialista del dualismo cósmico. Es decir, el materialismo filosófico demuestra que el dualismo materia/espíritu no es válido. Solo existe la materia.

3. El timo teológico: la reducción científica del teísmo creacionista, es decir, Dios no existe, y ciertamente, aunque pudiera concebirse algún principio divino, la teoría de la creación del mundo desde la nada es totalmente imposible.

4. El timo bíblico: la reducción ideológica del monoteísmo judeocristiano. Es decir, la crítica histórica demuestra que la Biblia, y con ello toda la teología del judaísmo y del cristianismo, es una pura creación de la función mitopoética (creadora de mitos) del ser humano.

5. El timo eclesiástico: la reducción ideológica de la sumisión de las conciencias. Es decir, la función de la Iglesia cristiana (y de las iglesias en general) es lograr la sumisión de los fieles al poder de un grupo de élite, que se lucra social y económicamente del invento de la religión.

La actitud de Gonzalo Puente Ojea en el escenario de la vida es la de quien no está dispuesto a inhibirse ante el deber moral de denunciar lo que él estima ser una falsedad y, consecuentemente, de difundir y comunicar lo que el estima que es una verdad que libera al ser humano de temores y angustias. En la brillante “Reflexión Preliminar” de su libro Vivir en la realidad, de 2007, expresa así su imperativo:

“Se trata de una tarea muy ardua siempre, y frecuentemente gravada con el pago de un tributo, a veces muy oneroso, de intranquilidad e inseguridad vital (creado por los demás), pues el inconformismo es el hecho peor aceptado por nuestros congéneres en todas las circunstancias de la vida. Sin embargo, cuando el individuo logra dilucidar la entraña de un mito, un dogma, una ideología, tiene el profundo sentimiento íntimo de haber arribado a la inefable experiencia de ver cómo la caída de un falso saber abre insospechas perspectivas para la búsqueda de certezas en el camino del conocimiento, que no es otro que la superación de falsedades y el acceso nunca completo a un nuevo orden de verdades”.


Aquí concluyo, muy a mi pesar, pues habría que explicar mucho más, el breve recorrido por lo que estimo que son las claves principales del pensamiento de Gonzalo Puente. Puedo confesar que para mí la obra de Puente Ojea ha sido un impulso a la constante reflexión.

Todavía andaba yo en el “sueño dogmático”, al menos a medias, allá por 1974 o 1975, cuando gracias a los buenos oficios del Prof. Javier Fernández Vallina, ilustre colega de la Facultad de Filología de la Universidad Complutense de Madrid , cayó en mis manos "Ideología e historia. El cristianismo como fenómeno ideológico". Todavía recuerdo vívidamente el impacto que me causó su lectura. Y ese impacto dura hasta hoy. En el ámbito del cristianismo no dudo que debo seguir considerando a Gonzalo Puente Ojea, y con todo merecimiento, un verdadero "maître à penser", maestro del pensamiento, puesto que me indicó sabiamente el camino de la crítica histórica como medio de intentar conseguir un pequeño atisbo de lo que pudo ser la verdad en el ámbito de esta parcela de la historia antigua de las ideas religiosas,

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 10 de Julio 2011

Hoy escribe Antonio Piñero


Continuamos con la breve semblanza intelectual de Gonzalo Puente, que ahora cumple 85 años

En sus últimos libros, Gonzalo Puente Ojea no sólo refrenda los resultados exegéticos de aquella gran obra de 1974 ("Ideología e Historia. El cristianismo como un fenómeno ideológico"), sino que, tanto en la obra Vivir en la realidad. Sobre mitos, dogmas e ideología (2007), como en La existencia histórica de Jesús en las fuentes cristianas y su contexto judío (2008), presenta también nuevos argumentos que refuerzan las principales conclusiones sobre la auténtica naturaleza de la personalidad de Jesús el Nazareno, y su suplantación histórica por el modelo especulativo y esotérico cogitado por Pablo de Tarso.

Gonzalo Puente argumenta con gran solidez que la teología paulina abre de par en par la puerta no a un Jesús histórico, sino a un Cristo divino, desjudaizado, desescatologizado, despolitizado, pacifista y finalmente romanizado. Las especulaciones paulinas, basadas en una radical reinterpretación del Jesús de la historia y que constituyen un mero producto de una mente apocalíptica, permitieron sustituir el fracasado mesías davídico que fue Jesús de Nazaret por un Hijo de Dios real, óntico, preexistente. Este ser divino resulta victorioso sobre todos sus enemigos capitaneados por Satanás, redime a la humanidad por su sacrifico en la cruz, voluntariamente pretendido y aceptado, y es luego vindicado gracias a su resurrección y exaltación a la diestra de su Padre.

Hasta este momento me he ocupado sobre todo del punto A) anteriormente señalado: Jesús y el fenómeno cristiano, y sobre este tema está dicho con esto lo esencial.

En este breve balance sólo me resta aludir a la otra hoja del díptico, B), que estructura el conjunto de la compleja tarea de Gonzalo Puente Ojea, es decir, el tema de Dios y el fenómeno religioso, abordado desde sus ángulos más relevantes en cuanto a las pretensiones de verdad de sus referencias ontológicas y epistemológicas, es decir en la realidad y en el conocimiento humanos

Señalaré que Gonzalo Puente Ojea ofrece una elocuente exposición de una tesis, avalada actualmente por la física, la biología y las modernas neurociencias, según la cual las ilusiones o fantasías religiosas se originan en el cerebro/mente de los humanos modernos, a partir de la hipótesis animista prehistórica (Tylor) y sus ulteriores desarrollos en el curso del Pleistoceno, especialmente desde la difusión de la escritura en Egipto y en Asia Menor.


En efecto, adhiriéndose al modelo teórico del gran científico y eminente especialista del cerebro Rodolfo Llinás, pero con todas las reservas a las que obliga la actual corriente arrolladora de nuevas técnicas de investigación médica, especialmente neurológica, e incesantes descubrimientos, Gonzalo Puente supone que “la mente (alma) es codimensional con el cerebro y lo ocupa todo, hasta en sus más recónditos repliegues”.

En consecuencia, “el ‘yo’ es un estado funcional del cerebro y nada más, ni nada menos”. Por ello, “el problema de la cognición es, ante todo, un problema empírico, y por lo tanto no es un problema filosófico” (I of the Vortex. From Neuron to Self, 2001). Al negar que sea un problema filosófico, y menos teológico, quiere decir Puente Ojea que el alma, equivalente al yo, equivalente del mismo modo al cerebro/mente, como se ha indicado, es también un problema empírico, propio de las ciencias neurológicas y no un problema filosófico o teológico.

Acerca de la nueva teoría científica de la subjetividad, Gonzalo Puente Ojea expone con hondura y claridad las posiciones actuales de la ciencia en el libro de 2007, Vivir la realidad.. Sobre mitos, dogmas e ideología (pp. 94-279), radicalmente anticartesianas. Con otras palabras, detrás del famoso apotegma “Pienso, luego existo” hay una creencia en un alma inmortal, dogma intelectual y religioso que había ya negado Puente Ojea en su libro “El mito del alma”, del año 2000.

En la próxima entrega concluiremos esta breve semblanza intelectual de Gonzalo Puente

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
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Sábado, 9 de Julio 2011
Hoy escribe Antonio Piñero

Continuamos con la transcripción de la muy breve "Semblanza intelectual" de Puente Ojea publicada en la revista Anthropos nº 231 de 2011.

En los citados "Apuntes para una autobiografía" –publicados en su obra Elogio del ateísmo (1995), (véase la postal anterior) Gonzalo Puente Ojea levanta un acta diáfana de sus extensas e intensas lecturas de un repertorio de obras clave y del máximo nivel intelectual cuya lectura es en extremo conveniente para la intelección del cristianismo, el fenómeno religiosos y el mundo actual, Estas lecturas van desde Max Weber y Karl Marx hasta E. Schweitzer, R. Bultmann y S. G. F. Brandon; desde el Barón de Holbach, Kant y Feuerbach hasta Hegel, Darwin y Tylor; y desde Galileo, Newton, Heisenberg y Einstein hasta Hawking y Dawkins…, y sus tributarios o precursores.
Armado con ese sólido bagaje de conocimientos, Gonzalo Puente Ojea acometió la construcción de su ideario en dos fases y dos planos:

A) Primeramente, Jesús y el fenómeno cristiano, porque es la llave para entrar en el constructo ideológico que sostiene la tradición histórica hispánica, y porque le urgía desmontarlo y desmitificarlo; y

B) En segundo término, Dios y el fenómeno religioso. Este último es un caso de incomparable relevancia en el destino de Occidente.

Si se prefiere, estos dos planos pueden expresarse también con la dicotomía “fe versus razón”, y “creencia versus ciencia”.

Sobre A) Jesús y el fenómeno cristiano, Gonzalo Puente consigna en sus Apuntes:


“Hacia 1970 me consideré en condiciones de diseñar una explicación global del cristianismo en cuanto ideología, aplicándoles las categorías instrumentales del materialismo histórico, entendido éste sin las estrecheces y vulgarizaciones con las que suele circular incluso en ámbitos universitarios. Se trataba de llegar hasta las raíces de la eclosión del 'misterio cristiano', estudiado en su detalle y en el contexto de una investigación histórico-crítica del Nuevo Testamento y su preludio intertestamental (es decir, la literatura judía inmediatamente antecedente y coetánea con Jesús y Pablo). Me pareció que este desvelamiento de la génesis y despliegue de la ideología cristiana – a partir del proceso de 'hibridación' (es decir de mezcla de dos o más componentes) que la configura- sería mi personal contribución a la destrucción del régimen totalitario nacional-católico”.

Los "Apuntes" son una auténtica mina para penetrar en el mundo interior que ha impulsado la obra de Puente Ojea. Como advierte el autor en este mismo escrito, ponía todo su empeño en hacer una investigación, grande, tenaz, monumental, hasta lograr poner en claro la tergiversación eclesiástica de la historia, de la que estab totalmente seguro:

“Se trataba de integrar en una interpretación coherente y sólidamente construida los resultados de la aplicación de categorías e instrumentos analíticos de varias ramas del saber, a fin de explicar el fenómeno histórico-teológico cristiano. La hibridación del “Jesús de la historia” con el “Cristo de la fe” –por usar las afortunadas expresiones ya clásicas que figuran en el título de un libro publicado por David Friedrich Strauss nada menos que en 1835 ("Vida de Jesús elaborada críticamente")- se asentaba en una incuestionable hibridación semítico-helenística que ya se había iniciado en el judaísmo al menos un par de siglos antes de la síntesis teológica paulina, y daba cuenta de modo plenamente satisfactorio de la ambigua ideología que habilitó a la Iglesia cristiana para moverse, desde sus orígenes, en un calculado vaivén entre una retórica revolucionaria –aunque siempre espiritualizante y pacifista- y unas prácticas de poder eminentemente conservadoras. Lo mismo que sigue sucediendo con la Iglesia de nuestros días”.

Opino que la obra de Puente Ojea, Fe cristiana, Iglesia, poder (1991), ofrece una exposición modélica de esa adulteración del mensaje genuino de Jesús a la que nos hemos referido. Lo mismo puede decirse, o aún más, de una obra básica anterior -Ideología e Historia. La formación del cristianismo como fenómeno ideológico (1974)- por la magnitud de sus perspectivas y de su alcance crítico.

Pienso que, sin ningún reproche de hipérbaton retórico, es posible afirmar que el planteamiento del “estado de la cuestión” en esta última obra sigue aún vigente en toda su plenitud. "Ideología e historia" significó una ruptura radical en la tradición exegética y cultural de la Iglesia española en el momento de su aparición. Su importancia, diría que trascendental para la evolución mental de amplios sectores de nuestro país, se ve reflejada en las ocho ediciones que hasta hoy ha merecido.

Tal número de ejemplares acredita que "Ideología e historia" es el hito que sigue señalando la frontera irreversible entre un antes y un después en el campo de la historia y de la historiografía de la fe cristiana, al menos en lengua española. En el ámbito de la producción española –y me atrevo afirmar que también en la generada en otras lenguas- aún no se ha encontrado un parangón conveniente. Su mérito radica en su eficaz desmontaje de las pretensiones veritativas que sigue reclamando la revelación divina según la Iglesia, sobre todo la católica. Gonzalo Puente demuestra con precisión de cirujano en "Ideología e historia" que la denominada “revelación divina” es en verdad una mezcla indisoluble de historia, leyendas y mito.


Seguiremos con esta semblanza intelectual de Puente Ojea

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 8 de Julio 2011

Notas

Hoy escribe Fernando Bermejo

Quienes tienen la onerosa tarea de observar cada día la injusticia y los abusos de poder que se perpetran en –para algunos- el mejor de los mundos posibles, nos recuerdan de vez en cuando lo que ocurre en lugares de los que los medios de comunicación apenas encuentran tiempo para hablar.

La Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, la más conocida de los al menos 2.200 presos políticos de Myanmar (Birmania), que ha pasado 13 de los últimos 19 años detenida, ha pedido al régimen militar birmano que libere a miles de monjes y pacíficos defensores de derechos humanos que actualmente siguen detenidos en las prisiones del país.

Algunos ciudadanos –entre ellos algunos monjes budistas- están encerrados en celdas destinadas a perros del ejército. Estas celdas tienen unos 3 metros de largo por menos de 2,5 de ancho, no tienen ventanas y están insonorizadas. Las celdas carecen de instalaciones higiénicas adecuadas y no tienen cama ni esterillas en el suelo.

Un preso político que estuvo encerrado en una celda para perros contó que el lugar estaba lleno de parásitos y olía a cloaca; otros denunciaron que mientras estaban en estas celdas les negaban la comida y el agua periódicamente.

Los activistas en Birmania están pidiendo ayuda a la comunidad internacional, pues la presión de esta podría ser crucial para prevenir la violencia y para la liberación de los presos políticos.

Dejo aquí un enlace, por si los lectores que no la conozcan quieren informarse y/o apoyar esta campaña:

http://www.avaaz.org/es/stand_with_aung_san_suu_kyi/?cl=1141175958&v=9492

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Jueves, 7 de Julio 2011
Hoy escribe Antonio Piñero


La unidad del libro que presentamos ayer no viene por la unicidad del tema, como claramente se ve por el contenido, que reprodujimos, sino por la contribución desde ángulos muy distintos a la problemática del “Más Allá” en el cristianismo antiguo. El tema en sí llevó a conflictos ideológicos (e incluso políticos) entre cristianos y paganos. Estoy de acuerdo con el Prof. Sáenz Badillos, el prologuista, en que las cuestiones tratadas en este libro inciden en problemas actuales que se presentan al cristianismo, y también en que quienes las abordan son investigadores de solvencia y categoría contrastada (aquí debo hacer una abstención de mente y no incluirme entre ellos, aunque estoy en la lista; otros opinarán).

Por mi parte opino que la seriedad con la están abordados todos los trabajos, sin excepción, se ha reflejado en este libro en una muy buena calidad de conjunto. A la verdad es que aparte de su tesón y perspicacia, los investigadores invitados al Colegio Complutense de Harvard han trabajado en la que se puede considerar una de las mejores bibliotecas universitarias del mundo... y eso ayuda mucho.

En general debo destacar personalmente que me habría gustado que el tratamiento del tema hubiera empezado cronológicamente antes, en los mismos inicios del cristianismo, y no cuando esta nueva religión está ya relativamente bien asentada en el Imperio. Es mi tesis, bien conocida, de que el cristianismo –esencialmente paulino- nace ya profusamente helenizado; de que la teología cristiana es muy “helénica” (más que el judaísmo de su tiempo) y que esas marcas de nacimiento sirven precisamente para explicar el porqué de algunos choques frontales y a la vez de una cierta plataforma para el diálogo entre el cristianismo y el Imperio.

Por ejemplo: el judaísmo de Alejandría en el siglo I llegó a enfrentamientos frontales contra el Imperio (están reflejados en la Legación a Gayo de Filón y sobre todo en la Gran Revuelta Judía del 66-70). Pero el cristianismo no chocó con el Imperio más que privadamente: no tenía inconveniente en “pasar” del Estado (salvo el judeocristianismo, muy judío, del Apocalipsis), considerarlo secundario y concentrarse en su “más allá” ofreciendo a la vez una imagen de buenos ciudadanos para no ser molestados en lo que importaba: dedicarse a la salvación personal (Rom 13).,,

A muchos lectores hoy podrá interesar el largo artículo de Fernández Ubiña sobre el papel de los obispos en las resolución de conflictos que pone de relieve el cambio del cristianismo entre el final del siglo II y mediados del siglo III, cuando al Iglesia afianza su presencia pública en el Imperio. Es interesante comparar su papel con el de la Conferencia Episcopal de hoy día.

Personalmente me ha interesado mucho el artículo de la editora literaria de este volumen (M. López Salvá) sobre la deificación del cristiano después de su muerte. Es extraordinario ver cómo los cristianos se apoyan en ideas que toman del ámbito de la “mística” griega anterior a veces en siglos y la acomodan al sistema mental cristiano formando una teología propia de la asimilación con Dios tras el fallecimiento, asimilación que conduce no solo a la inmortalidad, sino también a una verdadera deificación en donde lo humano pierde sus característica y recibe otras, divinas, en principio incompatibles. Se ve bien claro- o por lo menos yo lo veo así indirectamente- cómo el ambiente estaba perfectamente preparado para que se diera el paso de divinizar a Jesús después de su muerte, y esto no sólo entre los paganocristianos, sino incluso entre los judíos muy helenizados convertidos a la fe en Jesús.

La Prof. Mar Marcos pone de relieve cuán nítidamente, asentada ya la Iglesia en el mundo, y a partir de la posesión absoluta de la verdad, como se creía, practicó una política de coacción religiosa contra los paganos, que en mi opinión hace volver al cristianismo hacia sus raíces más judías (¡para participar en el reino de Dios era preciso hacerse judío!) abandonando la tolerancia propia del politeísmo. Cambió el panorama intelectual, q se mudo de la tolerancia a la intransigencia.

Miguel Herrero de Jáuregui demuestra en su breve y enjundioso artículo cómo los cristianos, sobre todo a partir de los años 300 en adelante, combinan libremente los valores morales presentados por la poesía épica (¡tan pagana; piénsese en la Ilíada y la Odisea!) con los valores cristianos. Con ello se demuestra que “la poesía hexamétrica era ya parte de la herencia cultural que compartía todo el mundo helenizado, de cualquier religión, incluidas la judía y la cristiana. Atenas y Jerusalén estaban ya en un mismo mundo en el que era imposible separar una raíz de otra”. Apologistas de uno y otro lado intentaron utilizar este material común para defender su propia religión. Es extraordinario ver cómo la paideia griega continuó su andadura en la paideia grecocristiana".

Y, por último, para no cansar más al lector señalaré el interés especial que en mí han provocado otros dos artículos del libro que comento. Uno, el J. M. Nieto Ibáñez, que compara sabrosamente los oráculos paganos y las profecías cristianas (comentaré más ampliamente su libro sobre Cristianismo y profecías de Apolo. Los oráculos paganos en la patrística griega (siglos II-V. Editorial Trotta 2010).

Otro, el de Ch. M. Stang que expone cómo ya en el siglo VI el autor que se esconde detrás del pseudónimo Dionisio el Aeropagita hereda la tradición de la teúrgia (del griego theourgía, “obra de Dios”´= "ciencia" sobre cómo sacar provecho de la energía divina que hay en el ser humano y en el cosmos para ejercer la adivinación, por ejemplo, cuyo exponente es Jámblico) y cómo la aplica a la liturgia cristiana en su obra sobre la Jerarquía eclesial. Dioniso está totalmente convencido de que el cristiano sólo se deificará si acepta íntimamente canalizar la energía divina, por lo que detalla los contextos en los que el fiel tiene acceso a esa energía. Además sólo se puede participar de ella -afirma "Dionisio"- convirtiéndose en un miembro de la jerarquía eclesiástica, es decir, a través de las sagradas órdenes… ¡En esto me parece que el panorama de hoy día ha cambiado un poco…!

En fin, que hay un buen montón de cosas interesantes sobre temas en torno al Más Allá en este libro compuesto con rigor y sabiduría.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com


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Magister de Religiones de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.

Información por medio de PDF:

http://www.upo.es/postgrado/adjuntos_cursos/RELIGIONES 2011.pdf

Saludos de nuevo
Miércoles, 6 de Julio 2011
De cara al Más Allá. Conflicto y convivencia del cristianismo y paganismo antiguos (190-01)

Hoy escribe Antonio Piñero


Presento y comento esta semana un libro editada por mi colega Mercedes López Salvá, catedrática de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid. El título, más completo reza así:

De cara al Más Allá. Conflicto, convivencia y asimilación de modelos paganos en el cristianismo antiguo (M. López Salvá, editora). Libros Pórtico, Zaragoza 2010, 350 pp. ISBN: 978-84- 7956- 075-1.

El libro -como indica el Prof. Ángel Sáenz-Badillos, Director del “Real Colegio Complutense” en la Universidad de Harvard- es el fruto de un trabajo llevado a cabo en este Colegio. Ello significa una confirmación del acierto de la Universidad Complutense de sustentar una institución como ésta que sirve de puente entre investigadores españoles y norteamericanos, de ocasión de intercambio muy fructífero de ideas, de posibilidades de acceso a una bibliografía prácticamente ilimitada, y de marco de paz y sosiego para dedicarse a investigar y escribir.

Escribe el Prof. Sáenz-Badillos:

“Cada año, el Real Colegio Complutense, ofrece becas para que un equipo de unos diez investigadores pueda pasar dos meses trabajando conjuntamente en su edificio del nº 26 de Trowbridge, a pocos metros del campus de la Universidad de Harvard. Las materias de los grupos de investigación varían completamente cada año. Se trabaja en un tema común, Cada uno, venido de universidades españolas y extrajeras, aporta algo desde ópticas diversas, y hay una frecuente participación de la propia universidad de Harvard”.

Puestos en común, seminarios, trabajo personal, discusiones e intercambios contribuyen a que se pueda profundizar sobre un tema interesante de investigación. En el verano del 2009 se reunieron en el Colegio Complutense un grupo de investigadores sobre todo de Filología Clásica e historia Antigua, coordinado por la Prof. M López Salvá, centrados en un tema de los primeros siglos del cristianismo primitivo, tal como indica el título del libro que presentamos: "Conflicto y coexistencia en el cristianismo antiguo”, Se dedicó una especial atención a los debates intelectuales entre personajes de los dos bandos y a las estrategias retóricas empleadas para dialogar, discutir y convivir.

El libro tiene en sí esta unidad amplia, dentro lógicamente de una diversidad de perspectivas. Paso a indicar el contenido y el próximo día haremos algunos comentarios. Insistiría en que los temas se abordan desde una perspectiva histórica y filológica, no confesional ni estrictamente religioso-piadosa:

• “Paz y conflictos en el cristianismo primitivo. El papel de los obispos" (J. Fernández Ubiña)

• “Estrategias de convivencia religiosa en la Antigüedad Tardía” (P. Ubric Rabaneda)

• “El debate sobre la persuasión y la coacción religiosa en el cristianismo antiguo” (M. Marcos Sánchez)

• “Recursos retóricos en la polémica literaria entre cristianos y paganos (ss. II-V). El género del ‘Diálogo’” (J. Torres Prieto)

• "Apologética, reacción, continuidad: valores de la poesía épica entre paganos y cristianos en la Antigüedad Tardía" (M. Herrero de Jáuregui).

• "Construcción moderna de la ‘Historia de la literatura latino-cristiana: la actualización del conflicto entre cristianos y paganos" (F. García Jurado)

• “Oráculos paganos y profecías cristianas” (J. Niero Ibáñez)

• “La herencia cristiana de la teurgia pagana” (Ch. Stang)

• “El sacrificio (griego: thysía) cristiano entre los siglos Vi y XII, ¿sacrificio o fiesta?" (L. Myer)

• “El Juicio Final y el primer cristianismo” (A. Piñero)

• “El infierno como instrumento de coerción en Shenoute de Atripe” (S. Torallas Tovar)

• “El concepto de ‘deificación’” en el cristianismo griego antiguo (M. López Salvá)

• “Arnobio y su teoría acerca del alma” (E. Otón Sobrino).


A pesar de la diversidad, esta problemática tiene también una unidad que los liga, incluso en el caso de la reelaboración por parte de los cristianos de modelos paganos, a saber la constante preocupación y reflexiones de los cristianos de los cristianos en torno a la vida y la muerte. Teniendo en cuenta este trasfondo es como se entienden las cuestiones tratadas.

Hasta el próximo día.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
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Martes, 5 de Julio 2011
Detalles del viaje de Pablo a Roma. Pablo en Corinto. Partida para la ciudad eterna
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Pablo en Corinto. Partida para Roma (PH 6-7)

Continúa el relato de los Hechos de Pablo en el texto del Papiro de Hamburgo. Cuenta cómo Pablo llegó de Filipos a Corinto, donde fue alojado en casa de Epifanio con gran alegría de los hermanos. Todos escuchaban con gran sentimiento lo que Pablo contaba sobre las pesadumbres que había tenido que soportar en Filipos. Su gozo era grande al comprobar que Dios había escuchado sus oraciones por Pablo y le había concedido la libertad. Pero de nuevo la alegría de la comunidad se convirtió en tristeza cuando advirtieron que se acercaba la fecha de la partida del apóstol camino de Roma. Pues abrigaban serias dudas de que pudieran volver a verlo en vida.

Pablo intentó tranquilizarlos y aportarles el consuelo de su palabra. Él era débil, pero contaba con la fuerza de Dios a ejemplo de otros héroes de la historia de Israel. “La gracia del Señor estará conmigo”, decía. Intervino un tal Cleobio, iluminado por el Espíritu, afirmando que Pablo tenía que ir al encuentro con su destino después de haber sembrado la palabra de Dios. Pero los hermanos rogaban a Dios que permaneciera Pablo con ellos a causa de su debilidad. En un pasaje poco claro del papiro, se percibe que Pablo ofreció un sacrificio, durante el cual se produjo un milagro. Los asistentes se preguntaban sobre el sentido de aquel signo, cuando el Espíritu vino sobre Mirte. Aquella mujer hizo una presentación de la misión del apóstol en Roma. Pablo salvará a muchos y los alimentará con su palabra. Su presencia en la ciudad será señal de bendición para los creyentes, de manera que la semilla de su doctrina producirá frutos abundantes.

Cuando Mirte acabó su alegato, celebraron los fieles una comida de hermandad entonando salmos de David y otros himnos. Al día siguiente, Pablo anunció su marcha a Roma, noticia que los hermanos recibieron con la lógica tristeza. Trataban, sin embargo, de hacer agradable la marcha de Pablo, aunque no podían evitar el gran dolor que les producía su ausencia.

Detalles del viaje de Pablo a Roma

Las dos páginas siguientes del Papiro de Hamburgo (PH 7-8) contienen el relato del viaje de Pablo a Roma. Se embarcó en una nave, cuyo capitán parece ser el Teón que según el relato de los HchPe había sido bautizado por el príncipe de los apóstoles. El capitán, denominado en este apócrifo Artemón, saludó a Pablo y se sintió gozoso de poder colaborar de alguna manera en su ministerio. Después de zarpar, Artemón participaba con Pablo en la plegaria de acción de gracias a Dios, porque había dispuesto las cosas en servicio de su apóstol.

Cuando se encontraban en alta mar y con el viento en calma, Pablo se quedó profundamente dormido. El Señor vino a él caminando sobre el mar, se acercó a él, lo movió un poco y le dijo: “Levántate y mira”. Lo que vio fue al Señor Jesucristo en actitud triste. Le preguntó el motivo, que el Señor le resumió con toda claridad: “Voy a ser crucificado de nuevo”. La frase era ya conocida por la cita de Orígenes (185-254) en su Comentario a Juan antes del descubrimiento del papiro. Pablo replicó diciendo: “No quiera Dios que yo vea esto”. Pero el Señor rogó a Pablo que fuera a Roma para exhortar a los hermanos a permanecer fieles a la vocación del Padre.

A continuación, el Señor siguió conduciendo la nave caminando por delante sobre las aguas como si fuera una estrella. Cuando acabó la singladura, Pablo desembarcó lleno de tristeza. Allí encontró a un hombre que esperaba al capitán Artemón, quien lo saludó y le dijo: “Claudio, éste es Pablo, el amado del Señor, que viene conmigo”. Claudio abrazó a Pablo, tomó su equipaje y lo llevó a su casa en compañía de Artemón. La casa de Claudio se llenó de gracia y alegría.

Primera predicación de Pablo en Italia

Pablo, por su parte, se reanimó y les dirigió la palabra de la verdad partiendo de la historia de Israel. Contaba cómo Dios salvó al pueblo de la esclavitud de Egipto y de otros peligros que encontró en su camino hacia la tierra de promisión. Les envió luego profetas, dotados del espíritu de Cristo. Pero los israelitas los persiguieron y rechazaron, con lo que perdieron la herencia eterna. En esta nueva época tenemos a Jesucristo, a quien Dios ha enviado a favor de la humanidad por medio de María, la galilea, que lo alumbró en Belén de Judá. El enviado fue educado en Nazaret. Más tarde subió a Jerusalén y recorrió toda Palestina predicando el reino de Dios. En su predicación recomendaba a los hombres que abandonaran las tinieblas y se revistieran de la luz. Hizo grandes milagros curando enfermos, resucitando muertos y expulsando demonios. Eligió a doce hombres como colaboradores de su misión.

La Solfatara de Pozzuoli, ciudad donde Pablo pronunció su primer discurso en Italia.

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Lunes, 4 de Julio 2011
Hoy escribe Antonio Piñero



Seguimos dejando en suspenso, para leve descanso de los lectores, la serie sobre la divinización de seres humanos, también en el judaísmo, que no dejaremos “colgada” sino que concluiremos oportunamente, con la presentación del homenaje a la labor intelectual durante décadas de Gonzalo Puente Ojea, Embajador de España, que cumple 85 años, a quien la revista “ANTHROPOS. Huellas del conocimiento”, número 231, 2011.

Transcribiremos algunas de las aportaciones que considero más directamente relevantes a la materia de este Blog y haremos breve alusión a las restantes. El editorial de la revista, dirigida por Ramón Gabarrós Cardona, pone como lema a este artículo introductorio el siguiente resumen, leitmotiv del número o “entradilla”, que presenta sintéticamente los intereses que han movido la actividad intelectual de Gonzalo Puente:

“La trama de una profunda investigación histórica y su novedosa aportación. La dimensión crítica de otro pensamiento y experiencia de la religión, el cristianismo y, especialmente la jerarquía católica insertada en el poder político; Jesús de Nazaret; la cultura de la Otredad como obra y mensaje; imágenes y símbolos de una subjetividad diferente; significación problemática de una auténtica existencia humana; el proyecto de una visión laica de la vida es autonomía, independencia y creatividad”.

Estas expresiones, abstractas sin duda, reflejan cuáles han sido las ideas maestras que han movido la investigación de Gonzalo Puente Ojea, desde hace más de 40 años.

El primer artículo, breve, que deseo presentarles entero, ocupa las pp. 27-31 de la Revista. Su título: “Gonzalo Puente Ojea, una semblanza intelectual”. El autor soy yo mismo, pero debo manifestar que he utilizado las expresiones de las obras de Gonzalo Puente de modo que quede más claro su pensamiento. Este artículo es ante todo representativo de una obra en su conjunto de un autor notorio. Por tanto, es evidente que no es mi pensamiento lo que aquí se expone –aunque estoy de acuerdo con muchas de sus ideas- sino el de Gonzalo Puente. Transcribo:


Con cierto temor y temblor me atrevo a bosquejar en las páginas que siguen una breve semblanza de la andadura intelectual de Gonzalo Puente Ojea (GPO), movido por la persuasión de que puede ser ayuda importante -a la hora de enjuiciar la obra completa de un autor denso y prolífico- el intento de penetrar en los que son posiblemente los resortes íntimos que le han impulsado a generar su obra.

Si se pudiera expresar con concisión y profundidad cuáles son esas ideas madre, generativas, se podría ayudar notablemente al lector de este número de la revista Ánthropos a penetrar en las claves principales que han impulsado a nuestro autor a crear un completo y espléndido edificio intelectual. Lo que sigue es el producto de una lectura de la obra completa de GPO, y también de muchas horas, a lo largo de años, de conversaciones densas pero distendidas acerca de los temas abordados en sus libros y de su porqué. Soy consciente de que lo que sigue es una opinión personal, y que quizás otros podrían presentar otras perspectivas.

La enciclopédica obra de Gonzalo Puente, desde sus primeros escritos en la década de los años 50 del pasado siglo hasta hoy, lleva el sello de su resuelta voluntad, en todos los niveles de su rica temática, de someter a una crítica exigente, sistemática y radical –en el sentido de su étimo, hasta la raíz- una buena parte del universo ideológico del que nos hemos alimentado, y seguimos todavía alimentándonos, en nuestro tiempo, época de considerable confusión y desorientación.

Cuando Gonzalo Puente, que se acerca ya –según él mismo manifiesta- a las últimas vueltas del camino de la vida, escribía en el Prólogo al libro La andadura del saber (2003):


“Resulta asombroso comprobar que a la postre uno ha ido dibujando, sin saberlo, un perfil de vida que confiere motivación y sentido a lo que sólo podría aparecer como una sucesión de azares o contingencias, de tal modo que la andadura fue más que el mecánico ejercicio del andar, porque en éste, y a través de éste, estaba cobrando realidad el imprevisible rumbo de una vocación que dotaba de unidad a la dispersión y diversidad de cada día”.


En efecto, en sus luminosos "Apuntes para una autobiografía" –publicados en Elogio del ateísmo (1995)- GPO recuerda una circunstancia dramática de su existencia cuando sólo contaba dos años: el fallecimiento prematuro de su padre. Aunque contó con “una madre excepcional”, GPO consigna que esa temprana orfandad


“incidió pesadamente –aunque casi siempre inadvertida- en dos rasgos significativos de mi personalidad: una precoz inclinación a la disidencia entendida como crítica radical de los valores socialmente consagrados, y una marcada tendencia al autodidactismo, en cuanto afrontamiento personal y solitario de las exigencias de interpretación y explicación del mundo en su abrumadora complejidad”.


Pero inmediatamente después de evocar este luctuoso suceso, GPO se sitúa en el contexto colectivo y ambiental de su adolescencia, apenas alcanzados los doce años, para declarar que


“una mirada retrospectiva me lleva a pensar que la espacialísima coyuntura histórica en que se fraguó el núcleo de mi personalidad jugó un papel relevante en mi orientación intelectual desde los primeros años de mi adolescencia; es decir, en mi manera de contemplar el mundo, de valorarlo, de intentar explicarlo […] El proceso iniciado en 1931 con la instauración de la II República, brutalmente interrumpido por el golpe militar de 1936 y la cruenta guerra civil, desembocó en una dictadura cruel y retrógrada que había de durar casi cuatro décadas, y que gravitó decisivamente sobre la primera maduración de mi carácter en la doble dirección de la disidencia y del autodidactismo. Recordando ahora aquel clima de hondísima disyunción política, puedo calibrar retrospectivamente la fuerte distorsión ideológica que engendró en mi conciencia juvenil la visión católico-burguesa de la sociedad española”.


Esta peculiar encrucijada histórica avivó en GPO la convicción de que la única vía de salida de estas deprimentes percepciones de la situación consistía, antes que cualquier otra cosa, en procurarse las pautas de información y análisis indispensables mediante la investigación seria y el estudio profundo de la herencia histórica y de la realidad presente de nuestro país. En el ámbito político, la injusticia social y el enfrentamiento de clases, y en el ámbito personal, el conflicto de la fe con la razón, constituyeron pronto los dos focos prioritarios de su atención en el marco de una dictadura militar con vocación teocrática.


Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 3 de Julio 2011
Conclusión: la formación del canon del Antiguo Testamento (y II) (188-09)
Hoy escribe Antonio Piñero


Transcribo, como prometí, la conclusión del artículo de Julio Trebolle “Códigos y cánones. Literatura legal e historiográfica en el Antiguo Oriente y en la Biblia” ("Bandue" IV, pp. 241-263; conclusión pp. 260-261


“Los nuevos datos acerca de manuscritos bíblicos proporcionados por los textos de Qumrán “hacen más compleja la historia de la formación del canon bíblico, así como la transmisión del texto (fluido y variado) incluso de los libros de la Ley, de lo que cabía pensar hasta hace muy pocos años. Es preciso distinguir dos procesos y dos épocas.


“El primero fue el del reconocimiento de la autoridad de una serie de libros que más tarde entraron a formar parte de la lista definitiva de escritos canónicos. Este reconocimiento, que en cierta medida acompaña a los escritos desde sus propio orígenes, se hace manifiesto en el momento de una crisis decisiva, como fue la de la revuelta de los macabeos, entorno al año 164 a.C., cuando Judas Macabeo recogió los libros sagrados que Antíoco IV Epífanes había tratado de destruir, según se afirma en 1 Macabeos (1,56-57) y 2 Macabeos (2,14-15).

“Los Apócrifos del Antiguo Testamento, Filón de Alejandría, historiador Flavio Josefo y las fuentes cristianas dan cuenta de que las comunidades judías disponían, antes y después de la aparición del cristianismo, de un canon hebreo de escritos más reducido que el griego de la tradición cristiana.

“Sin embargo, aun cuando determinados grupos judíos, podían disponer ya en el siglo II a.C. de un canon de libros sagrados, éste podía no ser aceptado por otro grupo de judíos que no eran necesariamente sectarios o desviacionistas, pues todavía no existía un judaísmo normativo u ortodoxo que decidiera en ésta o en otras cuestiones. Entonces debatidas. Algunos grupos de los primero cristianos podían proceder de tales sectores judíos.

“El segundo proceso es el de la constitución de una lista de libros canónicos, con exclusión de los considerados hasta ese momento apócrifos o ‘exteriores’. Este proceso no culmina hasta después de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C. Así pues, la línea divisoria que maraca un antes y un después en la historia del canon, al igual que en la del judaísmo, no parece haber sido tanto la de la restauración macabea, sino más bien la de la nueva restauración llevada a cabo por la corriente farisea a finales del siglo I y comienzos del II. D.C.

El proceso de formación literaria y editorial del núcleo de los libros bíblicos pudo haberse ultimado a mediados del siglo II a.C., pero la lista normativa y definitiva de los libros canónicos, con exclusión de los llamados apócrifos –lo que constituye un canon normativo— no llegó a establecerse hasta finales del siglo II, o al menos no quedaron zanjadas hasta esa época las dudas y controversias sobre la canonicidad de algunos e los libros incluidos en el propio canon.

“Hasta entonces existían colecciones de escritos a los que se reconocía autoridad como libros sagrados, pero no había, estrictamente hablando, un canon reconocido universalmente. El impulso estableció un canon definitivo provino de la corriente rabínica mayoritaria del momento, la cual tenía entre sus objetivos unificar el judaísmo y salir al paso de cualquier tentación que pudiera existir en otros grupos judíos de reconocer autoridad sagrada a los escritos del Nuevo Testamento, o a otros textos cristianos.

“También otras fuerzas contribuyeron a este proceso unificador, como la reacción frente a tendencias apocalípticas disgregadoras, la amenaza de aniquilación por parte del poder romano tras las dos revueltas judías y la decisión de poner fin a las disputas jaláquicas (en torno a cuestiones legales) o jurídicas, anteriores a la destrucción del Templo en el 70.

“Son muchas las cuestiones abiertas por los nuevos textos de Qumrán, en particular en lo que se refiere a la formación el canon bíblico del que los libros de la Ley constituyen su núcleo primero y más importante”.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 2 de Julio 2011
Hoy escribe Antonio Piñero



La autoridad asignada a los textos legales e históricos del pueblo israelita, que contribuían poderosamente a la conformación de su identidad propia, y cuya formación hemos delineado a grandes rasgos en las dos postales anteriores, tuvo el efecto de que, pasados unos cinco cuatro o siglos tras el retorno del exilio de Babilonia, los libros que contenían tales mitos fundacionales del pueblo de Israel y su leyes ancestrales fueran adquiriendo el estatus de “sagrados”. Pero sólo bastante más tarde, al parecer después del 135, es cuando se cierra definitivamente, o casi, este proceso con la constitución expresa de un canon o lista de libros de la Biblia (Antiguo Testamento de los cristianos) para el judaísmo que luego acepta también el cristianismo (quien por su cuenta, como es sabido, añade otros procedentes de la Biblia traducida al griego = los Setenta).

Según J. Trebolle (artículo de la revista “BANDUE” IV citado en la postal 188-06), ya en el Antiguo Oriente en general existía el concepto común de una cierta ‘canonicidad’ implícita acerca de los textos jurídicos y de historias fundacionales, sagradas, que se creían con el paso del tiempo que procedían de los cielos, que debían ser transmitidas con escrupulosa fidelidad, que debían ser guardados y custodiados en espacios sagrados y contenían promesas de bendiciones para quienes los respetaran y maldiciones para los que no lo hicieren.

En Mesopotamia y en Egipto, desde tiempos inmemoriales se habían constituido cánones (listas) de obras que eran tenidas como sagradas, y por ello fueron copiadas, traducidas a otras lenguas (por ejemplo, del sumerio al asirio y de ahí al caldeo o babilonio) y que eran estudias e imitadas por escuelas de escribas adscritas a un templo o al palacio real. Así los textos clásicos mesopotámicos quedaron ya fijados en torno al siglo XI a.C. en formas que perduraron a lo largo de un milenio. El ejemplo típico, ya mencionado, es la epopeya de Gilgamés: se fija un texto convertido en tradicional y sacro (intervienen los dioses) desde sus orígenes sumerios hasta su forma canónica neoasiria.

En los textos del Mar Muerto, cuando observamos cómo se han transmitido ciertos manuscritos, hoy llamados bíblicos, caemos en seguida en la cuenta de que se estaban dando los inicios de un proceso de “canonización” de textos sagrados --del Pentateuco y de los profetas sobre todo--, que se adelanta en siglos a la definitiva declaración del canon rabínico de Escrituras. Se han hallado numerosas copias de la Torá y de los Profetas, y de algunos “Escritos” (“Ley, Profetas, Escritos” = Biblia del Antiguo Testamento). La autoridad, o sacralidad, de un libro se percibe por datos externos de los manuscritos. Así los textos de Qumrán del Pentateuco sobresalen por su mayor tamaño, por el mejor cuidado de la caligrafía y por el número superior de copias. Además fueron los que se metieron en jarras de cerámica para que se conservaran mejor.

Que en el siglo I, en la época de Jesús, el Pentateuco era ya “canónico” aún sin declaración expresa, se nota también por otro hecho. En las obras de Filón de Alejandría hay 2260 citas bíblicas... pero ¡el 97% son del Pentateuco!

Pero, a la vez, llama mucho la atención hoy día el que el texto fuera entonces bastante fluido, no totalmente fijo. Era más “canónica” la sustancia que la letra de los textos sacros. Encontramos en muchos casos variantes notables respecto al texto del Pentateuco que se fijará con firmeza sólo después del funesto año 70 y sobre todo después del 135 d.C. Así, por ejemplo, respecto al libro del Éxodo existían en el siglo I cuatro tipos de texto diferente que correspondían a cuatro estadios de una labor editorial:

• El de la traducción de los LXX

• El texto protomasorético (la “masora” es la vocalización del texto consonántico bíblico ya fijo realizada en torno al siglo VII d.C. por copistas hebreos de la zona de Tiberíades, texto del que proceden los manuscrito medievales de la Biblia que usamos hoy como científicos = el B19 de Leningrado [siglo XI d.C.]; o el Códice de Alepo del siglo X d.C.].

• El texto presamaritano

• El Pentateuco samaritano clásico

Había además en Qumrán textos “parabíblicos” que contaban la misma historia que el Pentateuco, pero de un modo libre, y que la completaban y corregían, como las copias del libro de los Jubileos.

Así pues, los manuscritos del Mar Muerto y sus +- 250 textos bíblicos nos hacen pensar que la formación de los libros sagrados fue así en grandes rasgos:

Etapa de formación de tradiciones orales y de leyes de grupos preisraelitas e israelitas que se forman a imitación de modelos del Antiguo Oriente y… en contraposición a los mitios egipcios. Se trata de legislación básica del grupo de hebreos, de afirmación de la existencia de una divinidad propia (y luego única)y de la Alianza con ella. Esta fase dura desde los siglos XII a.C. al siglo VIII a.C.

Fijación por escrito de diversos bloques (primero los legislativos y luego los históricos), en torno al siglo VIII a.C.

Reunión y edición de diversos bloques o colecciones de tradiciones legislativas e historia fundacional en la época del exilio en Babilonia (como el redactor recoge una copia previa y básica del Deuteronomio, “Libro de la Ley”, anterior, a este personaje o personajes se llama “deuteronomista”)

• Esta recopilación/edición sigue a la vuelta a Israel después del exilio y debió de concluir hacia el siglo V a.C.

Lento proceso de siglos de “canonización”/sacralización del Pentateuco. A este bloque se añaden textos de Profetas que claman en pro de la fidelidad a la Alianza con Yahvé, cuyo núcleo está en el Pentateuco. Este carácter sagrado y semi canónico se hace visible en Qumrán, donde los manuscritos del Pentateuco, de los Profetas y de los Salmos reciben un cuidado e importancia especiales. Este proceso de canonización implícita se observa no sólo en Filón de Alejandría, sino también en el Jesús de los evangelios canónicos que utiliza ciertos textos bíblicos como plenamente sagrados. También en los cristianos primitivos -judíos normalmente- que al principio sólo tienen como Biblia propia estos textos considerados sagrados.

Formación de una lista expresa de libros sagrados = canon de las Escrituras en un proceso también algo lento y complicado, que va desde le 70, pasando por el 135 y concluye al final del siglo II.


El próximo día transcribiré la conclusión general del artículo de Trebolle que resume muy bien lo que hemos sintetizado hasta el momento. Y con esto concluimos esta serie dedicada a la revista BANDUE IV.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com



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Saludos de nuevo.




Viernes, 1 de Julio 2011
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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