Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Hola. ¿se puede retirar o cancelar una promesa hecha a Dios? si uno hace una promesa a Dios y se arrepiente de esa promesa ¿puede eliminar la promesa o tiene que cumplirla? ¿La Biblia permite cancelarlas? RESPUESTA: De ningún modo, en principio. La Biblia lo dice de múltiples maneras, sobre todo a base de ejemplos. El más duro e impactante de los que recuerdo ahora es el de Jefté (su historia puede verse en el libro de los Jueces, capítulo 11, del Antiguo Testamento, la Biblia hebrea (aunque no tengo una Biblia en casa, búsquelo en Internet y tendrá el texto completo). Jefté era un juez de Israel, un caudillo militar y gobernador del pueblo. Pidió a Yahvé la victoria sobre los enemigos y le prometió que sacrificaría en su honor a la primera persona que le saliera al encuentro después de la victoria… Y esa persona resultó ser su hija. A pesar de lo bárbaro de la promesa…, la cumplió. Y no hay una crítica acerva en la Biblia por haberlo hecho. Ahora bien, no sé si los teólogos dirán ahora que las promesas bárbaras hechas a Dios no son promesas, sino locuras y que esa no hay que cumplirlas. Me parece muy bien esta sentencia, pero este ámbito pertenece a la teología, disciplina en la que no me siento competente. Pregunta: Mi primera pregunta es si es correcta la traducción de los Testigos de Jehová de Juan 1:1 ,,, En [el] principio la Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era un dios. El argumento de ellos que καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος como se aprecia theon primero va precidido del articulo ton y en la segunda oración no, Solamente saber su opinión al respecto sobre esta traducción. Por último, Simplemente quisiera que me dijera cuales son los siete versos donde se le llama Dios a Jesús. RESPUESTA: Primera He respondido a esta pregunta, y otros aspectos en Evangelio de Juan 1,1 (Preg y Respuestas, 23 mayo 2014, Blogs y FBook) Evangelio de Juan 1,1 (PyR, 26 junio 2013, Blogs y FB) Evangelio de Juan 1,1 traducción ("Compartir", 15 marzo 2015, Blog/FB). Utilice por favor el buscador Segunda: Jesús como Dios. Siete textos del Nuevo Testamento solamente lo afirman con claridad. El resto de las “afirmaciones” son indirectas: presentando a Jesús haciendo prodigios contra las leyes de la naturaleza como Dios; suponiendo que es él el que perdona los pecados, invocándolo como igual a Dios (con reservas a menudo). Jn 1,1; Jn 1,4; Jn 20,28. Tito 2,23. Heb 1,8. 2 Pe 1,1. (Rm 9,5, en extremo dudoso) Pregunta: Hola, profesor, me gustaría formularle una nueva pregunta: ¿Cuáles considera Ud. que son las dos variantes más importantes e interesantes del texto del Nuevo Testamento y por qué? Un saludo y agradecimientos por su labor. RESPUESTA: Tengo ante mis ojos la obra básica de Bruce M. Metzger, “A Textual Commentry on the Greek New Testament”, edición de la United Bible Societies de 1971…, que analiza todas las variantes importantes del Nuevo Testamento y no se decide por ninguna importante. Y a la verdad yo tampoco logro decidirme por ninguna. Le ruego que si le es posible consulte usted esta obra y verá que tiene poco sentido decidirse. En todo caso me decidiría por una solo, la del añadido del Comma Johanneum de 1 Jn 5,7-8, que añaden “Y en el cielo el Padre, el Logos y el Espíritu Santo y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra”. Pero la inmensa mayoría de los manuscritos la omiten. También puede consultar la obra de Bart Ehrmann, The Orthodox Corruption of Scripture (buque en Google editorial y año) en busca de alguna importante. Pregunta: Quería preguntarle si me puede decir, cuál es el monumento o construcción romano más antiguo de España....y otra duda es... Si ya están revelados o descifrados todos los manuscritos del Mar muerto??? RESPUESTA: Respecto a lo primero: no lo sé. Habría que preguntar a un arqueólogo. Muchas veces he repetido el famoso verso de Virgilio "Non omnia possumus omnes" = No todos podemos todas las cosas (Égloga VIII, si no me equivoco) Segunda: Todos están editados, todos... La edición oficial en 22 grandes volúmenes se titula "The Discoveries of the Judaean Desert", de Oxford, Clarendon Press. Aunque haya mínimos fragmentos (media línea, palabra suelta, letras aisladas, que no pueden editarse y que no tienen interés). Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 24 de Marzo 2016
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Le escribo en primer lugar para preguntarle: -¿donde esta escrito que el nombre del cristo era Jesús? -¿por que el Cristo repetía muy a menudo que el no era de este mundo? -¿como cree que se quedo embarazada la madre del Cristo? -¿por que ese odio y esa animadversión que tienen algunos como los judíos por el Cristo? -¿cree UD. que se pudiera estar confundiendo al Cristo con Juan el Bautista o cualquier otra figura? -¿cree usted en la posibilidad de que el Cristo no fuera originario de este planeta-plano? -¿cree usted en la posibilidad de que el cristo tuviera algún tipo de poder energético con capacidad para curar y realizar otras acciones que nosotros los hominidos(monos venidos a mas)lo consideraríamos como milagros? -¿cree usted que existen otras civilizaciones inteligentes,muchísimo mas inteligentes y desarrolladas que nosotros en el universo \"conocido\"y en otros universos,o por el contrario cree que nosotros somos la única forma de vida \"inteligente\"?-¿quien cree que era el Cristo para usted y por que se le llamaba Mesías? -¿cree usted en la bestia y en los demonios? Bueno,de momento estas son algunas preguntas que le hago,aunque tengo muchas mas,pero de momento le ruego ,si le es posible me conteste a estas preguntas. Sin mas,dándole las gracias de antemano,y esperando su pronta contestación RESPUESTA: No solo me pregunta Usted toda una batería de cuestiones, más de diez, sino además me pide una pronta contestación. Le ruego que no se enfade conmigo si le hago alguna que otra reflexión; por favor, le repito: no se enfade. ¿Ha reflexionado Usted sobre lo que me está pidiendo. Como Usted hay muchísimos que quieren preguntar, pero son más moderados. Si todos hicieran lo que Usted, yo no podría trabajar (y necesito muchas horas para sacar hacia adelante los proyectos en marcha, con contrato editorial) en lo que estoy actualmente escribiendo. De todos modos, procuraré responderle en lo que pueda. Divido las preguntas 1: ¿donde esta escrito que el nombre del cristo era Jesús? RESPUESTA: En los Evangelios de Lucas y de Mateo en los dos primeros capítulos. Son perfectamente accesibles; léalos, por favor. Cristo es griego y significa “ungido” / “mesías”. 2: -¿por que el Cristo repetía muy a menudo que el no era de este mundo? RESPUESTA: Estrictamente, sólo lo dice una vez; indirectamente muchas veces. Me imagino que se refiere a la respuesta de Jesús ante Pilato, cuyo texto es: “Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es de aquí», que está en el Evangelio de Juan 18,36. Pero, no conozco ningún investigador serio que admita que estas frases las dijo el Jesús histórico. Es teología del propio evangelista puesta en boca de Jesús. Es una manera de decir, de un modo retórico, que el verdadero Jesús, el Cristo auténtico, según su opinión, no consideraba este mundo como “interesante”, que el verdadero mundo es el que viene, el celeste y que él, como Revelador, viene a revelar que lo que importa es entrar en el reino de Dios celeste e intramundano. Este mundo material no importa. 3: ¿como cree que se quedo embarazada la madre del Cristo? RESPUESTA: Pues como historiador, pienso que por medio de los cauces normales. Para la fe, sin embargo, sabe Usted ya que fue de otra manera. Lea de nuevo los primeros capítulos de los Evangelios de Lucas y de Mateo. 4: ¿por que ese odio y esa animadversión que tienen algunos como los judíos por el Cristo? RESPUESTA: Porque consideran que fue en un mesías falso. Y porque, leyendo acríticamente los Evangelios piensan que Jesús se declaró hijo real de Dios. Pero el Jesús histórico no pensó así. Lea, si le es posible, mi libro “Guía para entender el Nuevo Testamento” (información sobre ella, con índices, etc., tiene Usted en mi página web. 5: -¿cree UD. que se pudiera estar confundiendo al Cristo con Juan el Bautista o cualquier otra figura? RESPUESTA: No. Rotundamente no. Después de casi 250 años de investigación histórica por miles de investigadores de todas las procedencias y mentalidades, lo que Usted pregunta solo tiene una respuesta totalmente negativa. 6: -¿cree usted en la posibilidad de que el Cristo no fuera originario de este planeta-plano? RESPUESTA: No. Es un mito o fabulación imposible científicamente. 7: -¿cree usted en la posibilidad de que el cristo tuviera algún tipo de poder energético con capacidad para curar y realizar otras acciones que nosotros los homínidos (monos venidos a mas) lo consideraríamos como milagros? RESPUESTA: Sí. Como muchos sanadores a lo largo de la historia e incluso hoy día. Lo admiten prácticamente todos los historiadores. Otra cosa son los “milagros contra la naturaleza”, como andar sobre las aguas, etc., que parecen imposibles. 8: -¿cree usted que existen otras civilizaciones inteligentes,muchísimo mas inteligentes y desarrolladas que nosotros en el universo \"conocido\"y en otros universos,o por el contrario cree que nosotros somos la única forma de vida \"inteligente\"? RESPUESTA: No lo sé. Teóricamente es posible. Pero dentro de nuestro sistema solar es improbable. 9: -¿quien cree que era el Cristo para usted y por que se le llamaba Mesías? RESPUESTA: Jesús el Nazoreo, o al modo griego “Jesús de Nazaret”, quien al menos al final de su vida se proclamó, probablemente, no es del todo seguro, mesías/pretendiente regio al trono de Israel. Jesús como maestro de la Ley, profeta y aspirante mesiánico a ese trono, que fracasó en sus propósitos, es una figura perfectamente encajable en el Israel del siglo I de nuestra era. 10: -¿cree usted en la bestia y en los demonios? RESPUESTA: Como historiador, al menos aficionado, filólogo, racionalista, escéptico y agnóstico, no creo en ellos. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Miércoles, 23 de Marzo 2016
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Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Perdone mi atrevimiento al formularle unas preguntas, pero creo que es Ud una de las personas más indicadas para responderlas desde el conocimiento y no desde la fe: - 1. ¿Por qué la aparición de la figura del cerdo en varios pasajes del NT? ¿Realmente es una referencia que usara un judío de los siglos I y II DC? 2. Analizando el relato histórico de la pasión, a poco que se sepa de Derecho Romano, el pretor peregrino jamás habría dejado ajusticiar a un hombre sin seguir la ley, de modo que le juzgaría él y le condenaría él bajo el amparo de la lex. De hecho, en los propios canónicos se indica que la condena es por sedición (uno de los delitos más graves desde el punto de vista romano). Esto, unido a lo anterior y algún factor más (al Cesar lo del Cesar, el pasaje del centurión...) ¿No resulta un relato de acontecimientos, digamos, con tintes prorromanos? 3. Una última pregunta: Uno de los debates más manidos por el cristianismo es la supuesta exaltación de la pobreza como forma de vida cristiana pero, según lo que apuntan los textos canónicos hay detalles como que su padre era "tékton" (constructor o ingeniero más que carpintero), comía y bebía con publicanos (recaudadores de impuestos para Roma, que los romanos buscaban entre los ricos para que no hubieran desfalcos), su mejor amigo (Lázaro) era un terrateniente, tenía algún tipo de relación con José de Arimatea, miembro del partido de los ricos (saduceo) o los romanos se sortean su túnica (debía ser de tela muy buena porque de otro modo no tendría sentido)... ¿Era Jesús pobre? RESPUESTA: 1) El texto más sorprendente es el del endemoniado de Gerasa contado por Marcos 5,1-20. Ciertamente los judíos podían nombrar todos los animales, cuya ingesta estaba prohibida por la Ley (Lv 11,7; Dt 14,8)… ¡pero no estaba prohibido nombrarlos o utilizar sus nombres para descripciones, etc.! En líneas generales los judíos utilizaban también el nombre de algunos animales impuros o poco recomendables para nombrar a los paganos, entre ellos el cerdo. En el Nuevo Testamento aparece otro, que es el “perro” en la historia de la hija de la mujer cananea que cura Jesús en el entorno de Tiro y Sidón (Marcos 7,). En el caso del cerdo de Marcos 5, su nombre es “legión” y algunos comentaristas han visto en ello El nombre podría indicar solo el gran número de demonios, pero a la luz del destino infausto que esa «legión» tiene en lo que sigue cabe la posibilidad de una lectura política del episodio: este podría aludir al carácter negativo del ejército romano (representado por el cerdo) presente en la región siropalestina y al anhelo velado por su derrota y retirada. 2) Sí lo es. Sobre todo por los diversas exclamaciones (sobre todo en el Evangelio de Mateo en las que el prefecto declara inocente a Jesús, el lavatorio de las manos, la denigración de las intenciones de los jefes judíos que actúan de mala fe y por envidia, y el hecho que lo entrega a la muerte solo para que no lo denuncien ante Tiberio. Es cosa admitida por todos los comentarista es que los relatos de la Pasión son prorromanos y buscan exonerar, a la vez a Jesús del cargo de sedición. Si le es posible, lea el libro editado por mí “La verdadera historia de la pasión”, EDAF, Madrid, 2010, donde se comentan todos los aspectos de la pasión con cierta extensión. 3) Probablemente lo era, aunque no le hacía ascos a los ricos si podía convertirlos. El frecuentarlos no es signo exclusivo de los ricos. El tékton es ante todo un artesano, considerado por los historiadores de Israel del siglo I como de clase media baja. Leyendo los evangelios con sentido crítico da la impresión de que un grupo de unas treinta personas que se alimentaba de o que le daban en las diversas villas que visitaban para predicar la inmediata venida del reino de Dios, que huía de la policía, que necesitaba el apoyo de féminas adineradas para sobrevivir (lc 8,1-3) no parece que fuera muy rico. La figura de Lázaro es legendaria del todo punto. De igual modo toda la historia de José de Arimatea no es de fiar históricamente. La mayoría de los intérpretes dudan de su existencia tal como se cuenta en los evangelios. El reparto de las vestiduras se hacía siempre en esa época, fuera rico o menos rico. Desde luego su manto no debía de ser absolutamente zarrapastroso, pero nada más. Saludos cordiales da Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 22 de Marzo 2016
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Queridos amigos:
He grabado hace unos días en un par de sesiones un curso sobre Jesús de Nazaret y el cristianismo primitivo que, espero, no hay quedado demasiado mal. He visto que en Religión Digital se ha ce mención del Curso y de la empresa que lo ha filmado, que se llama “Fractal Media” y que tiene un proyecto que denomina “Televisión consciente” del que se informa también ahí. El título de la noticia era “¿Qué conocemos de la figura de Jesús de Nazaret?” (Eolo Comunicación). Con la llegada de Semana Santa, la figura de Jesucristo se ensalza y se analiza públicamente. Os paso el vínculo para que podáis echarle una ojeada si os parece bien: http://www.periodistadigital.com/religion/educacion/2016/03/19/que-conocemos-de-la-figura-de-jesus-de-nazaret-mitos-verdad-iglesia-religion-dios-papa-antonio-pinero-evangelios-curso-online-tv-consciente.shtml De lo que no estoy seguro es si la foto escogida es demasiado afortunada por mi parte. El retablo es el de la iglesia del Monasterio de El Paular de Segovia, un lugar muy recomendable. Saludos cordiales de Antonio Piñero
Lunes, 21 de Marzo 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
En el último número de la revista BANDUE, órgano de la sociedad española de Ciencias de las Religiones, que edita beneméritamente Trotta, Madrid, vol. VIII 2014-2015, pp. 63-82 hay un artículo interesante del Prof. Dr. Julio Trebolle con el siguiente título “Formación y desrrollo de la identidad judía antes y después del año 70 d.C.: líneas de continuidad y de ruptura dentro del judaísmo y entre judaísmo y cristianismo”, que contiene ideas sugestivas. Ofrezco en primer lugar el “Resumen/Abstract” y luego paso a comentar brevemente una idea, que me parece interesante, de la última parte de este artículo: “La identidad judía se mueve, entre otras polaridades, entre lo religioso y lo étnico y entre el universalismo y el particularismo. El presente artículo estudia algunos aspectos del desarrollo de la identidad judía en el periodo del Segundo Templo, en las épocas persa y helenística, y en el periodo romano tras la destrucción de Jerusalén en el año 70. La primera parte se centra en la oposición entre dos corrientes del judaísmo, una más universalista y otra más particularista. Los libros de Crónicas y Esdras-Nehemías forman una obra historiográfica única, caracterizada por un particularismo xenófobo o, conforme a otra corriente de opinión; Crónicas (tipo horizontal de etnicidad) tiene planteamientos más tolerantes y abiertos que Esdras-Nehemías en los procesos de exclusión, transformación e inclusión (tipo vertical). La segunda parte analiza algunos aspectos del desarrollo de las identidades de los diversos grupos judíos en el tránsito de la época del Segundo Templo a la época rabínica. La tercera parte trata de señalar líneas de continuidad y de ruptura entre las identidades judías y la identidad (judeo)cristiana en proceso de formación”. En la sección final destaca, en la formación de las respectivas identidades, la judía y la judeocristiana, la disputa por la posesión de la Biblia hebrea y su traducción al griego. Los judeocristianos sostenían firmemente que el Israel de Dios eran ellos y que los judíos que no habían creído en el Mesías no eran más que el Israel carnal, condenado a la exclusión eterna del paraíso salvo que aceptaran el Mesías. En medio de esa tensión ambos bandos, que tenían en sus manos versiones de la Biblia en hebreo y en griego disputaban ariamente acusándose de falsear el texto bíblico. Por ejemplo, la famosa cuestión del texto de Isaías 7,14: “He aquí que una mujer joven / una virgen está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”. Cada uno defendía su lectura, ya que en el siglo II comenzaba a haber numerosos partidarios entre los cristianos de la virginidad de María a la hora de concebir al Salvador (lo que hubiera hecho María con su matrimonio después de alumbrar al héroe Jesús no les interesaba). Justino Mértir y el rebino Trifón disputaban por ello. Y el primero acusaa al judío de que en su Biblia se “habían suprimido diversos pasajes de los que se podía demostrar que el Mesías, el crucificado, era a la vez Dios y hombre” (Diálogo con Trifón 71,2): compuesto hacia el año 150 d.C. Hoy día –señala Trebolle– habría sido inconcebible a la luz de lo que sabemos del estado del texto hebreo y griego del Antiguo Testamento en el siglo I de nuestra era, sobre todo a raíz de los descubrimientos de los textos de los manuscritos del Mar Muerto y otros más: no se trataba de un texto fijo, sino de una pluralidad de textos que circulaban por regiones diversas. “La diferencias entre los textos de unos y de otros no se debían a deformaciones mal intencionadas, sino a un simple hecho del que todos habían perdido memoria: la pluralidad de textos y ediciones, más o menos amplias, en las que antes del año 70 circulaban numerosos libros de las Escrituras judías sin que ellos significara merma alguna de la autoridad de las mismas ni motivo de cisma dentro del judaísmo” (p. 76). Y continúa Trebolle: “Hasta muy avanzado el proceso de separación entre judíos y cristianos () consumado hacia los siglos IV y V de nuestra era) eran frecuentes los cruces de influencias entre unos y otros en cuestiones que afectaban a la identidad de todos ellos. Un cruce muy significativo se manifiesta e la diferente interpretación de la primera palabra del Génesis, hebreo Bereshît, «Al principio», que es también la primera palabra del Prólogo del Evangelio de Juan (griego en arché). Desde la perspectiva de la filología moderna, la explicación que sigue a continuación resulta sumamente arbitraria; exige además al lector un penoso esfuerzo de comprensión que resulta, sin embargo, imprescindible si se quiere entrar en el meollo de las concepciones judías y cristianas. El arranque del Evangelio de Juan: «Al principio era el Verbo…» constituye una réplica del inicio del Génesis: «Al principio creó Dios...». »En una típica asociación de términos y de pasajes bíblicos, la tradición judía interpretaba el hebreo bereshît («Al principio») en referencia a la Sabiduría (hokmâ), basándose para ello en Proverbios, donde la Sabiduría es llamada ἀρχή, «Principio» (8,2). También el targum Yerushalmi refiere bereshît a la Sabiduría preexistente y, en ocasiones, al Logos o Memra («Palabra» en arameo). Otros textos de la tradición judía identifican el «Principio» (reshît) con la Torá, la Ley preexistente. De este modo, la tradición judía identificaba la Ley o Torá preexistente con el Principio, la Sabiduría, la Palabra (Logos). Más llamativa es todavía la especulación de la haggadá judía sobre la primera letra del Génesis que no es la primera letra del alfabeto hebreo, Alef, sino la segunda, Bet. La exégesis haggádica interpretaba este hecho en el sentido de que Dios creó en Ben, «en el hijo». De este modo la Torá preexistente es también Hijo o Primer nacido. »La tradición cristiana recogió todos estos elementos judíos dándoles sentido cristológico. Los mismos términos y categorías —el Principio, la Sabiduría, la Palabra (Logos) y el Hijo o Primer nacido— son aplicados a Cristo, Hijo de Dios y Palabra-Logos. Desde muy pronto, la tradición cristiana aplicó también a Cristo la designación ἀρχή, «Principio» o «Hijo» (Carta a los Colosenses 1,15-18). La equivalencia ἀρχή-«hijo» se explica por ser este el equivalente de «primer nacido» (πρωτοτόκος), que es uno de los significados de bereshît, «principio». El comienzo del Evangelio de Juan apunta a un comienzo absoluto, el de la creación a través del Hijo, «Primer nacido». A mediados del siglo ii, el escritor judeocristiano Aristón de Pella leía el comienzo del Génesis haciendo corresponder el hebreo bereshît a filio, «Hijo», en una traducción que no deja de resultar extraña: «En el Hijo, Dios hizo el cielo y la tierra» (In filio [bereshît] Deus fecit coelum et terram). Del mismo modo, Ireneo interpreta, más que traduce, o traduce interpretando: «El Hijo al Principio; luego Dios creó el cielo y la tierra». A su vez, Hilario comenta así estas palabras: «Bresith es una palabra hebrea de una triple significación: en el principio, en la cabeza y en el hijo» (Bresith verbum hebraïcum est: id tres significantias habet, id est in principio, in capite et in filio). »De este modo, la diferente concepción del Logos era ya en el siglo ii una verdadera piedra de toque de la identidad de judíos y cristianos. Según Justino, esta concepción era característica de las fuentes cristianas, ausente, por el contrario, en las judías. Sin embargo, el judaísmo, tanto el palestino como el de la diáspora, desarrollaron la doctrina del Logos/Memrá y de la Sabiduría/Sophia con categoría de deuteros theos («dios segundo»), sin que una concepción tan arriesgada cuestionara el monoteísmo judío. Esta creencia tenía antecedentes bíblicos en la figura del Ángel de Yahvé (Ex 33,1-3; 23,20-21; 33,34 y 33,2-3). Los cristianos desarrollaron estas concepciones a través de una primera cristología angélica típica del judeocristianismo (Hurtado 1988). Como reacción a esta doctrina cristiana, los rabinos abandonaron las anteriores judías sobre el Logos y la Sabiduría, declarándolas heréticas para no dar pábulo a la creencia en «dos poderes en el cielo», que ahora consideraban distintiva de la doctrina cristiana. De este modo, el culto del Logos-Principio-Sabiduría preexistente encarnado en Jesús el Cristo-Palabra constituye un novum cristiano, pero no deja de estar basado en anteriores concepciones bíblicas y judías. »El cristianismo ha oscilado siempre entre una tendencia hebraizante, de retorno a la Biblia hebrea, y otra helenizante, de fidelidad a la versión griega adoptada desde un principio como el Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. Jerónimo y la versión de la Vulgata representan la primera corriente; Agustín en Occidente personifica la segunda. La coexistencia entre estas dos tradiciones, hebraizante y helenizante, ha enriquecido de modo considerable el cristianismo, pero la tensión entre ellas no ha dejado de generar ciertas incongruencias. Los padres griegos y latinos acuñaron el lenguaje cristiano utilizando términos y conceptos de la Biblia griega y de las más antiguas versiones latinas basadas en ella. Pero la teología y, en general, la cultura occidental se asientan sobre la Vulgata y las versiones protestantes que siguen la tradición textual hebrea, caracterizada por concepciones muy diferentes de las griegas. Así pues, las identidades judía y cristiana se formaron a lo largo de los primeros tres o cuatro siglos de nuestra era a través de contactos intensos en algunos momentos o en torno a determinados temas, y rotos en mayor o menor medida según tiempos y lugares” (pp. 77-78). Como puede observarse por quien lea atentamente lo arriba transcrito es una excelente muestra de la interdependencia y trasvase ideas entre judaísmo normativo y el naciente judeocristianismo. Y termino con otra cita de Julio Trebolle que me paree clave para entender la interinfluencia y vasos comunicantes entre judaísmo normativo cristianismo más allá incluso del concilio de Nicea (325) que definió l identidad cristiana al precisar cómo era la naturaleza humana y la naturaleza divina de Jesús el mesís de Israel, pro también del mundo entero: “Si no es posible estudiar los orígenes cristianos sin referencia al judaísmo del Segundo Templo ni la identidad cristiana sin relación con la judía, tampoco cabe seguir estudiando el desarrollo del judaísmo sin tener en cuenta las fuentes cristianas. Los historiadores del judaísmo han tendido a minimizar el impacto cristiano sobre el mundo judío, como si el cristianismo no hubiera sido más que una secta desprendida del judaísmo o uno de los numerosos cultos grecorromanos. Ha prevalecido incluso la idea de que el judaísmo influyó más en el cristianismo que este en aquel. El hecho es que a lo largo del periodo talmúdico, entre los siglos IV y VI, el avance de la religión cristiana condicionó decisivamente el desarrollo del judaísmo. Así, la Misná codificada en torno al año 200 d.C., no refleja todavía el impacto de la aparición del cristianismo, mientras que el Talmud de Jerusalén (ca. 400 d.C.) y otras obras vinculadas al mismo, como Génesis Rabbah y Levítico Rabbah, revelan los cambios operados en el judaísmo a consecuencia de la propagación del cristianismo en el mundo antiguo, de modo que los orígenes y el desarrollo del judaísmo y del cristianismo no constituyen dos historias independientes” (pp. 74 y 75). Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com --------------------------------------- El Jesús de la historia Enlace de la entrevista radiofónica con un equipo de estudiantes de la Universidad de Extremadura Sobre el Jesús histórico, a propósito de la Semana Santa http://www.ivoox.com/secreto-caverna-3x22-jesus-audios-mp3_rf_10820857_1.html Temas principales tratados: ¿En qué aspectos se diferencian el Jesús histórico del Cristo de la fe? ¿Puede decirse que existió históricamente “Jesucristo”? ¿Qué aportan los evangelios apócrifos a su conocimiento? ¿Hay documentos ocultos en el Vaticano sobre la figura de Jesús? Saludos de nuevo, Antonio Piñero
Domingo, 20 de Marzo 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Comparo los versos 32 y 33 del capítulo 2 de Hechos con Romanos 1:4 y no veo diferencias entre la cristología de Pedro y la de Pablo. ¿La diferencia que usted ve es que Pedro no menciona al Cristo celeste (preexistente) y Pablo si? ¿o cuál? Porque en todo caso el Pedro de Lucas podría estar simplemente omitiendo detalles. Usted me corrige. A propósito... ¿De dónde saca Pablo el concepto del hijo óntico de Dios? Si para él es un hijo natural, el Cristo también sería un dios. RESPUESTA: Tiene Usted respondidas, creo que bastante bien esas preguntas en mi libro “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”, Edit. Trotta, Madrid 2015. Y hay versión electrónica (consulte página web de la Editorial) y puede Usted adquirirla. Pero a modo de avance le transcribo: A la primera pregunta: El conjunto de estas consideraciones pueden dar cuenta, aunque no del todo, del ambiguo pensamiento de Pablo, tal como hemos presentado en los textos más arriba. Después de la muerte del Apóstol, el proceso de considerar divino a Jesús se aceleró de manera notable entre sus sucesores y discípulos, hasta llegar a los casos en los que explícitamente se nombra Dios a Jesús como en Jn 20,28; Tito 2,23; Heb 1,8 y 2 Pe 1,1 (aparte del Prólogo de Juan). La claridad con la que los últimos estratos del Nuevo Testamento afirman que Jesús es Dios no se halla en el Apóstol. Curiosamente, pero correspondiendo quizás con la realidad, podemos atisbar cuál fue el mínimo esencial del pensamiento de Pablo en el discurso lucano puesto en boca de Pedro (Hch 2,22-36), quien al menos en el incidente de Antioquía (Gál 2,11-14) chocó intelectualmente con Pablo. Señalo sólo lo que viene al caso subrayando en cursiva los términos claves: 22 Jesús Nazareno, hombre acreditado por Dios ante vosotros con acciones poderosas, prodigios y señales, que Dios realizó por medio de él entre vosotros… 23 a ese… le disteis muerte de cruz. 24 Pero Dios lo resucitó… 29 El patriarca David… como era profeta, sabía que Dios le había asegurado con juramento que uno nacido de su descendencia se sentaría sobre su trono (1 Sam 7; Sal 132,11)… 32 A este Jesús Dios lo resucitó, de lo que todos nosotros somos testigos. 33 Exaltado, pues, a la diestra de Dios… 36 En consecuencia, sepa con seguridad toda la casa de Israel que a este Jesús que vosotros crucificasteis Dios lo ha hecho Señor y Mesías. En esta cristología de primera hora de lo que sería el futuro cristianismo hay un nítido señalamiento de Jesús como mero hombre y una clara apoteosis-exaltación de Jesús. A la vez, el hecho de ser declarado Señor y Mesías, por tanto divino entiéndase como se entienda, nos sitúa en el mismo ambiente del Libro de las Parábolas de Henoc, es decir, dentro de un binitarismo judío. En síntesis: Pablo es sólo el comienzo de un rápido tránsito que avanza a toda velocidad desde una exaltación/apoteosis/binitarismo, rudimentario si se compara con Nicea, de base judía, hasta una nítida declaración de la divinidad total de Jesús manifestada por los pasajes del Nuevo Testamento que proclaman expresamente Dios a Jesús, sin matices. Entre la muerte de Pablo y algunos de estos textos (Evangelio de Juan, Tito, Hebreos, 2 Pedro) no habían pasado ni cuarenta años. Y es muy posible también que este acelerado proceso no se diera solo entre los judeocristianos sino especialmente entre los gentiles conversos. Podemos concluir también que entre los grupos apocalíptico-visionarios judíos, como los autores del Testamento de Job, IV Esdras, y los henóquicos, etc., se dio una suerte de competición teológica en el último tercio del siglo I d.C. por mostrar que el verdadero mesías humano era el señalado y venerado por su grupo y no el de los adversarios, también judíos. Para los judeocristianos era Jesús el único y verdadero mesías, hijo de Dios divino después de su muerte; para los henóquicos, el mesías, descrito como asistente divinizado junto al trono del Altísimo en el Gran Juicio, era Henoc; para el autor de IV Esdras, era el hombre celeste que sale del mar; para los qumránicos, quizás Melquisedec y algún otro más; y para otros era Elías o incluso Moisés divinizado. Se va abriendo así hacia el final del siglo I el círculo que comenzó ciertamente antes de la composición del libro de Daniel (hacia el 160 a.C.), quien recoge la visión, cronológicamente anterior, de un “como hijo de hombre” celeste que recibe poderes de Dios y se sitúa a su lado. Es el momento en el que los seguidores de Jesús están ya inmersos en un ambiente grecorromano. Para algunos paganos del entorno, tendentes hacia el monoteísmo, no existirían muchas dificultades para considerar dios a Jesús, un ser humano exaltado al empíreo, porque cumplía totalmente los requisitos exigidos por sus coetáneos para adorar a la divinidad: además de las maravillas que de él se decían, era ante todo un benefactor, que había traído la paz y la tranquilidad sobre sus seguidores, favorecía en suma la vida humana y su adoración garantizaba la bienandanza futura. Jesús, como hombre, fue algo muy superior a Hércules o Augusto divinizados. A la segunda: Para Pablo –y lo digo claramente en esa misma obra– el “Hijo” no es óntico (es imposible en una mentalidad judía), sino hijo adoptado. Léalo, por favor. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 17 de Marzo 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Como de buen nacidos es ser agradecidos, quiero agradecer por este medio la excelente respuesta a mi anuncio de la aparición del libro “Ciudadano Jesús” en una nueva edición impresa, no electrónica, por Adaliz Ediciones (www.ciudadanojesus.com) sin costes de envío si va por correo ordinario. Son muchos los que lo han adquirido y quiero darles las gracias, cosa que no puede hacerse en otro tipo de librería. Y ayer me llegó por correo electrónico el “trailer” del libro. Es como el avance de una película –que está colgado en You Tube—y que explica el posible interés del libro y su contenido. He aquí su enlace. https://www.youtube.com/watch?v=jb6IVQw92Yo&authuser=0 Gracias de nuevo. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Miércoles, 16 de Marzo 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: En relación con su respuesta afirmativa sobre la muerte de Jesucristo, me gustaría por último preguntarle acerca de mi otra duda profunda: Si Jesucristo efectivamente murió en la cruz, como creemos los cristianos, ¿qué debemos pensar los cristianos del corán, que niega lo que se dice en los Evangelios? ¿Es, simplemente, un invento de Mahoma? ¿Fue Mahoma engañado -como dicen los evangélicos- por un ángel diabólico para crear una nueva religión que sembrase la discordia en La Tierra? En definitiva, ¿como entiende ud. el corán, que contradice tantas cosas de las Escrituras, e incluso se contradice en mil y una ocasiones a sí mismo? RESPUESTA: Para responder a su pregunta habría que hacer una historia de la investigación actual del Corán. Sepa, en síntesis que el texto actual se remonta al 800, en Bagdad y no responde a lo que pudo existir en tiempos de Mahoma. Segundo: que no sabemos en cuánto la figura histórica del profeta responde a la realidad histórica (por ejemplo, si fueron tres profetas y luego se amalgamó en uno Mahoma, que era el menos importante de los cuatro). Tercero: que el profeta coránico generó un texto “coránico” muy primitivo que se parecía mucho a un judaísmo apócrifo y sobre todo a un cristianismo apócrifo-herético-marginal, probablemente nestoriano el que existía en la Araba Felix durante el siglo VII. Cuarto: que ese cristianismo bebía de los Evangelios apócrifos y otros doctrinas marginales y del judaísmo. Quinto: que el texto del Corán que ahora tenemos empezó a formarse unos 70 años después de la muerte de Mahoma, y que el texto definitivo, el de ahora, es de entorno al 800 d.C. y tomó forma no en Arabia, La Meca, o en Medina, sino en Bagdad. Sobre esto escribirá en este Blog el Dr. Carlos A. Segovia en su momento. Quinto: que ya desde finales del siglo II tanto el heresiarca Basílides como otros gnósticos y los Hechos Apócrifos de Juan (Vea, si le es posible mi edición con G. del Cerro en la Editorial “Biblioteca de Autores Cristianos” = B.A.C., desde 2005 en adelante) que defendieron que era imposible la encarnación, ya que lo mortal no puede unirse de ningún modo con lo mortal. Por tanto el cuerpo de Cristo era una mera apariencia, no real (vea en mi obra “Cristianismos Derrotados” de EDAF 2009, el “docetismo” de los dos primeros siglos); que quien fue crucificado en la cruz fue Simón de Cirene u otro, o bien que Jesús no murió en la cruz, sino la apariencia de su cuerpo. El peso del gnóstico Basílides fue el que dio cuerpo a esa doctrina herética. Por tanto, y en consecuencia: no hay que hacer caso a especulaciones cristianas primitivas, fantasiosas, de corte gnóstico, de las que bebe ese presunto Mahoma, que tenía a su disposición evangelios apócrifos cristianos. Son meras especulaciones y su fundamento histórico es nulo. Pregunta: En los relatos sobre la concepción de la embarazada María por medio del “Espíritu Santo”, en una forma crítica, usted cree que José hubiera permitido ese embarazo, ya que él era judío, y los judíos, respetaban mucho la ley de Moisés. En los relatos apócrifos dice: que José se disgustó, no comió ni bebió en todo aquel día. El evangelio de Mateo nos dice que no la conoció hasta que dio luz. Posiblemente José era un judío piadoso, o tal vez, vivo se parado de María hasta el embarazo. ¿Cómo un judío pudo haber a aceptado tal hecho si ellos respetaban mucho la ley de Moisés y un adulterio era una falta grave en esos tiempos? RESPUESTA: Usted hace preguntas que obligan a meterse en la piel de personajes de los que apenas sabemos nada, y de los que la única fuente que tenemos para responder, los textos transmitidos, callan casi siempre. Entonces la respuesta es casi siempre negativa: “No sabemos” o una mera hipótesis. Y las hipótesis no son certezas. Pero esta vez sí que hay una pista Mt 1,19 “Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto”. Y hubo de venir nada menos que un ángel para convencerlo = Mt 1,20 (léalo). Y, pienso, y le ruego que no se enfade, si Usted hubiera reflexionado sobre este texto de los Evangelios, estoy seguro de que usted mismo se habría respondido a su pregunta. No haga preguntas que Usted mismo puede responder. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 15 de Marzo 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Me gustaría hacerle una pregunta sobre la Resurrección de Jesús. Según su opinión las mujeres seguidoras de Jesús sienten su presencia viva y posteriormente consiguen convencer a los discípulos varones. Los relatos evangélicos contradictorios entre si en este punto no superan los criterios de historicidad. Sin embargo, dada la situación de la mujer en ese contexto, me resulta difícil creer que fueran capaces de convencer a los asustados discípulos y de hacerles cambiar hasta el punto de dar sus vidas por el mensaje de su maestro. No estaría mal un libro al respecto, ya que el tema es importante. Reciba de nuevo mi agradecimiento por su enorme aportación al estudio de ese momento histórico. RESPUESTA: En honor a la verdad debo decirle que lo que yo he expresado acerca del papel de las mujeres en la expansión de la creencia en la resurrección de Jesús es una mera hipótesis, y las hipótesis no son certezas. Y he formulado la hipótesis para dar razón de su preeminencia en los textos como primeras testigos al menos del anuncio de la resurrección (no de la primera aparición, porque ahí hay diversas tradiciones: a Pedro (Pablo de Tarso), a Santiago, su hermano (1-2 Apocalipsis de Santiago de Nag Hammadi) y a María Magdalena: Evangelio de Jua , y dando. Pero hay otros estudiosos que no aceptan tal propuesta y tienen todo por una mera fabulación. Respecto al posible libro sobre la resurrección: ya hay muchos (vea Gerd Lüdemann; creo que traducido al español por Verbo Divino o Torres Queiruga; los dos con amplia bibliografía). Y yo, como filólogo e historiador no me pienso meter en un campo que pertenece a la fe y no a la historia. Pregunta: Sobre la tradición historiográfica del Jesús histórico se ha hablado de que es un debate donde predomina la opinión protestante; sin embargo me gustaría saber si desde el ámbito católico ha habido aportes a la investigación? Sólo tengo referencia de José Antonio Pagola, John P. Meier y Joseph Aloisius Ratzinger. RESPUESTA: Lo que Usted dice es verdad. Desde un punto de vista técnico, puede Usted prescindir de Pagola y de Ratzinger, porque, aunque se pretendan estudios históricos, tienen mucho más de teología pura que de historia. Sin embargo, Meier es una gran excepción. Es muy honesto, abierto, concienzudo, enciclopédico. La investigación independiente puede, y de hecho lo hace, disentir de él en algunos puntos. Pero las notas que acompañan a cada uno de sus capítulos de su libro básico, “Jesús. Un judío marginal…”, son excelentes para enterarse del estado de la investigación. Tiene Meier una buena capacidad analítica, claridad de exposición y sentido común. Pregunta: ¿Murió Jesús realmente en la cruz? RESPUESTA: Deben descartarse, como carentes de base, las hipótesis fantasiosas sobre la no muerte de Jesús: que le dieron láudano o cualquier otro producto…, que de hecho no murió…, que fue bajado inconsciente sólo de la cruz…, que escapó de la tumba –¡todos estaban de acuerdo para fingir su muerte!, y que huyó a la India…, etc., teorías todas que me parecen innecesarias y descabelladas por carecer de base textual. En mi opinión sólo puede formular estas hipótesis quien desconozca la atmósfera y el ambiente del siglo I en Judea y cómo se las gastaban los romanos con aquellos que les suponían el menor impedimento. Tales teorías son impensables, pues, en aquellas circunstancias. El argumento principal para sostener que Jesús murió en la cruz es la imposibilidad absoluta de que lo hubieran inventado los cristianos. Unido a la crucifixión en sí, este suceso fue el que más “dolores de cabeza” dio a los cristianos primitivos –porque era un hecho público no se podía negar— a la hora de hacer proselitismo de su Maestro como verdadero mesías…, ya que su final, en apariencia al menos, fue todo un desastre… ¡imposible para un mesías verdadero! Insisto en que la teología cristiana primitiva se volcó en la defensa y justificación del hecho, aclarándolo con explicaciones a través de nuevas interpretaciones de las Escrituras. Puede decirse incluso que la aclaración de este hecho vergonzoso en sí es el inicio y fundamento de toda la teología de Pablo de Tarso. Pero, como ocurre otras veces, esto no significa que todo lo que los evangelistas afirman sobre la muerte de Jesús pase el filtro de los criterios para probar la historicidad. Otro argumento puede ser la inverosimilitud de que los romanos, expertos en el arte de quitar de en medio a sus enemigos hubieran permitido que cualquiera de los tres sediciosos contra el Imperio no hubiera muerto realmente en la cruz. Er costumbre común asegurarse totalmente de su muerte, o de lo contrario, darle el “golpe” de gracia. Por tanto, y en síntesis, postular que Jesús no murió en la cruz es absolutamente inverosímil. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 14 de Marzo 2016
NotasEscribe Antonio Piñero Pregunta: Escribo pensando que me podría aclarar una duda. He leído y escuchado algunas cosas sobre los cultos mistéricos que me han hecho pensar. He sabido que, al parecer, existen muchas coincidencias entre la historia de Jesús y la de Dionisos, entre ellas, que Dionisos es Dios hecho carne, nació de una Virgen fecundada por un Dios, nace en una cueva o establo muy humilde ante la presencia de algunos pastores, permite que sus seguidores vuelvan a nacer gracias al rito del bautismo, convierte el agua en vino mientras estaba en una boda, entra triunfalmente a una ciudad montado en un pollino mientras la población agita palmas para recibirlo, muere entregándose en sacrificio por los pecados del mundo, desciende al infierno y al tercer día resucita, ascendiendo a los cielos, sus seguidores creen que va a regresar a juzgarnos al final de los tiempos, y esta muerte y resurrección se conmemoran en una comida ritual de pan y vino que serían su cuerpo y su sangre… Quería preguntarle, primero, si todas esas “coincidencias” son verdad, o sobra alguna o algunas… También la he escuchado a la Sra. Ana María Vásquez Hoys, en algún programa de radio, decir que todo lo que conocemos de los cultos mistéricos se lo debemos a la novela “El Asno de Oro” de Apuleyo. De todas formas, debido a las asombrosas “coincidencias” entre Jesús y Dionisos, quería preguntarle en segundo lugar, si sabemos de la doctrina que enseñó Dionisos cuando se encarnó en este mundo; si existe algún texto en el que, a semejanza del Dios cristiano, Dionisos enseñe esa doctrina; si se cuentan historias en las que participa Dionisos… en fin, el asunto es poder comparar a los dos no sólo en esos hechos que cité más arriba, si no como Dioses en general, y pensé que podía venir a sentarme al teclado y preguntarle… Desde ya, muchas gracias por su tiempo, RESPUESTA: Es la primera vez en mi vida que oigo hablar de tales coincidencias, tan exactas y tan seguidas. Quien habla de ello debe de ser un mentiroso audaz o un fabulador. Por favor, consulte cualquier Diccionario de Mitología Clásica, o bien lea algo sobre Dióniso = el Baco latino y se convencerá de que la historia de este dios es muy otra. Lo que sí es cierto es que entre los denominados “misterios” de Dióniso, existe uno en el que una vez al año se reunían sus adoradoras, todas mujeres, dejaban libre en un monte un cabrito, luego lo perseguían y lo descuartizaban vivo e ingerían sus carnes. Se creía que el cabrito representaba simbólicamente al dios y que ingiriendo su carne se unían místicamente a esa divinidad. Y al unirse a ella –ya que Dióniso había muerto y luego había sido vuelto a la vida (vea el mito en Internet o en el Diccionario)– en su peripecia vital de muerte y resurrección se aseguraban la inmortalidad, que por otra parte poseían innatamente ya que el alma de por sí es inmortal. Y también es cierto que tanto Justino Mártir, como Tertuliano, cayeron en la cuenta de algunas semejanzas entre el misterio cristiano y los misterios paganos. Y atribuyeron esa semejanza al Diablo, quien había coopiado del cristianismo e intentaba por medio de este engaño extraviar a los fieles. He escrito en varios lugares que: “La semejanza entre las religiones mistéricas y el cristianismo es un tema recurrente desde el siglo XIX a partir de los estudios comparativos de la “Escuela de la historia de las Religiones”, en la que se afirmaba, como norma general, que la religiosidad cristiana copiaba directamente de las religiones paganas contenidos e interpretaciones de ritos, y nociones tan importantes como la eucaristía, el bautismo o el cuerpo místico del Mesías. Hoy día se ha llegado a una posición más matizada: no es necesario postular una copia o influjo consciente y positivo, sino más bien un enfrentamiento directo entre dos religiosidades, en una atmósfera religiosa común, con la utilización de un mismo vocabulario elemental que estaba en el ambiente y con esquema mentales comunes. No es, pues, necesaria copia alguna, sino llegar a ver que se vivía una época con intereses religiosos comunes” “La idea paulina del cuerpo místico del Mesías podría encajar más o menos bien en el judaísmo del Segundo Templo dentro de la noción de “personalidad corporativa de Israel”, concepto en el que el individuo se pierde un tanto en pro del sentimiento de grupo. Pero el sentido de una cena, con estas características de unión/participación con una entidad ya divina como Resucitado y Exaltado, y una comunión con el Espíritu del Mesías (indirectamente en 2 Corintios 13,13 y Filipenses 2,1) es ajeno a la mentalidad judía del Segundo Templo: ingerir místicamente el cuerpo del Mesías para hacerse uno con él es anómalo, sumamente extraño en el judaísmo. “En verdad, el significado de la Cena del Señor, según Pablo, solo encuentra una analogía efectiva dentro del Mediterráneo oriental del siglo I, en las comidas sagradas presididas por un dios, por ejemplo Anubis (“las comidas de Anubis”), en las que el comensal se unía místicamente al dios, o bien en la ingestión del cabrito troceado vivo, sangrante, en la bacanales dionisíacas que significaba una cierta unión de la bacante/ménade con el dios Dióniso/Baco, o quizás también en la ingestión del ciceón –bebida a base agua, harina de cebada y poleo—en los misterios de Deméter y Perséfone, que suponía cuanto menos una cercanía extrema a la divinidad. Como esta ingestión era anterior al día de la iniciación propiamente tal, es posible que la bebida no contuviera tanto la idea de unión con la divinidad –que sí la tenía de todos modos––, cuanto de preparación y manifestación del paso del ámbito normal de la vida del creyente al de la diosa, generadora de los cereales, y de la participación en su peripecia vital de “muerte y resurrección” sui generis. “No parece una casualidad que la explicación de la Última Cena se encuentre en la Primera carta a los corintios, habitantes de una ciudad en la que la religiosidad de los cultos de misterios, el contacto espiritual con la divinidad y una cierta atmósfera que podríamos denominar “protognóstica”, podría ser moneda corriente entre aquellos inclinados a tal tipo de espiritualidad. Pero de ningún modo esta afirmación significa que propongamos que la interpretación de la “Cena del Señor” ofrecida por Pablo a sus lectores de Corinto esté influida por, ni mucho menos conscientemente copiada de la “misteriosofía” de los cultos de misterio; nada nos permite afirmar que Pablo calcaba con todo propósito el sistema de tales cultos. Esta formulación estaría totalmente alejada de lo que en verdad sostenemos, y de lo que opinamos que era el pensamiento genuino de Pablo. “Lo que afirmamos es que Pablo –consciente de la necesidad de atraerse conversos en los “caladeros” más fáciles, a saber de gentes con mentalidad afín a lo que él predicaba–– defendía como base de la espiritualidad de su unión con el Mesías, es decir, de su noción del cuerpo místico de Cristo (Aclaración 14ª, p. *), una participación en sus sufrimientos, una religiosidad que en puntos concretos era similar a la espiritualidad mistérica en general, a saber, que el ser humano debía participar de la peripecia vital del dios salvador para garantizarse la salvación. Y esto es lo que denominamos “misteriosofía”, o espiritualidad misteriosófica, que se respiraba por aquel tiempo como una “atmósfera” general entre gentes ansiosas de asegurarse la salvación. Y Pablo lo sabía como ciudadano de Tarso. “Pero admitido esto, afirmaba que Pablo postulaba enérgicamente que la comunión mística del creyente con el Mesías era diferente e infinitamente superior a cualquier otro tipo de espiritualidad pagana. O mejor, que tal espiritualidad, tan ampliamente extendida, nada valía en comparación con la que él ofrecía. Era como el valor del sucedáneo respecto a lo auténtico. La única efectiva era la participación en la peripecia vital y la comunión con el Mesías redentor y salvador del mundo, no sólo de los judíos sino también de los gentiles, pues la otra, la ofrecida por los predicadores de Dióniso, Isis, o de Deméter en Eleusis, por ejemplo, no era más que la sombra inane de la verdadera iniciación y comunión con el Mesías. El creyente lograba entrar en unión mística, pero verdadera, con el Cristo gracias a la ingestión del pan y del vino que representaban simbólicamente –esto es lo máximo en lo que podía pensar un judío como Pablo–– el cuerpo celestial del agente divino ya exaltado junto a Dios. Este tipo de espiritualidad “en y con Cristo” podría satisfacer sin duda más a los aficionados a los cultos de misterio que a los temerosos de Dios, aunque a ellos tampoco les desagradaría. Tomado de mi obra, “Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino”, Edit. Trotta, Madrid, 2015, pp. 305-306. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 11 de Marzo 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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