Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: ¿Realmente Pedro murió crucificado como dicen muchos historiadores con la cruz invertida, ya que los evangelios no aparece la crucifixión de Pedro. Luego, será verdad o falso que Pedro, también murió en la que ahora es la Basílica (San Pedro) que tiene su nombre actualmente o es simplemente leyenda la muerte de San Pedro? ¿Por qué, la sede de la iglesia Católica es en Roma y no en Israel, en donde Jesús de Nazaret anduvo predicando el evangelio? RESPUESTA: Que Pedro estuviera fuera de Jerusalén, en concreto en Antioquía de Siria y en Corinto lo sabemos por Pablo de Tarso (Gal 2,11-14 y 1 Cor 1,12. Pero que Pedro estuviera en Roma y muriera crucificado cabeza abajo es una leyenda que se recoge por primera vez, que yo sepa, en los Hechos apócrifos de Pedro. En español los tiene Usted editados en griego, latín y castellano, con amplia introducción y muchas notas explicativas en la Biblioteca de Autores Cristianos, cuya nota bibliográfica le paso, por si pudiera serle útil: Hechos apócrifos de los Apóstoles. Texto multilingüe. Edición crítica. Introducción, traducción y notas (con Gonzalo del Cerro). Vol. I (Hechos de Andrés, Juan y de Pedro), B.A.C. 646, Madrid 2004. ISBN 847914716-4, pp. XIX + 682; Hechos apócrifos de los Apóstoles. Texto multilingüe. Edición crítica. Introducción, traducción y notas (con Gonzalo del Cerro) Volumen II, Madrid 2005 (Hechos de Pablo; de Pablo y Tecla Hechos de Tomás. Índices), ISBN 84-7914-804-7, pp. XVII + 683-1601. Hechos apócrifos de los apóstoles (I) (Hechos de Andrés, Juan, Pedro Pablo y Tomás). Edición preparada por Antonio Piñero y Gonzalo del Cerro, B.A.C., Madrid, 2013. ISBN 978-84-220-1637-3. 417 pp. Edición popular de los vols. I y II de la edición multilingüe. Respecto al valor histórico le transcribo lo que sostenemos del Cerro y yo respecto a los Hechos apócrifos de Pedro: Lo que hemos afirmado en la Introducción General sobre el género literario de los Hechos nos obliga a ponernos automáticamente en guardia contra la pretensión de conceder valor histórico a cualquier dato de los HchPedro que no pueda ser verificado por medio de otras fuentes. Si los Evangelios y los Hechos canónicos nos ofrecen ya escasos datos sobre los Apóstoles, no parece razonable a priori suponer una mayor riqueza de ellos a finales del s. II o en el s. III. Incluso la firme tradición, recogida también en el Kerigma de Pedro (Clemente de Alejandría, Stromata VI 5, 43) y Pistis Sophia (edición de C. Schmidt, p. 7) sobre los doce años de estancia en Jerusalén, ha de ser necesariamente falsa, ya que contradice los datos expresamente contenidos en los Hechos canónicos (cf. 8, 4ss). Los datos cronológicos de nuestro autor tampoco son fiables, pues claramente se advierte en las inverosimilitudes de la acción el poco aprecio que por la cronología debía de sentir quien compusiera los HchPedro. Otras aportaciones de nuestra obra, como la custodia de S. Pedro en Roma, su lucha contra Simón y su martirio en la Urbe, nos son también conocidos por otros autores , pero el detalle preciso de la crucifixión cabeza abajo es en sí sospechoso, ya que no encontramos antes ninguna noticia al respecto independientemente de estos Hechos . En cuanto a la figura de Simón, de rasgos relativamente simples en nuestro escrito y bien alejada de ese fundador de todas las herejías que aparece en otras fuentes , podemos afirmar que presenta ciertas características esenciales, como su pretensión de ser la "Gran fuerza" de la divinidad y poseer la inmutabilidad, que aparecen confirmadas por autores alejandrinos , pero también otras muchas que contrastan radicalmente con lo que sobre Simón nos relatan Ireneo e Hipólito . De los treinta y dos personajes que aparecen en los Actus Vercellenses (el manuscrito griego de los Hechos de Pedro), contados por Schmidt , sólo cuatro -Narciso, Cuarto, Berenice y Agripa- aparecen en el Nuevo Testamento , pero los nombres no recubren de hecho a los mismos personajes. El resto nos es desconocido, y no hay posibilidades serias de identificación . En conclusión, pues, debemos afirmar con Vouaux que los datos históricos proporcionados por los Hechos de Pedro se podrían reducir, con muchísimas dudas también, insisto en esto, a los siguientes: Pedro predicó también en Roma, se opuso allí a un cierto personaje, Simón Mago, y murió mártir (es decir, testigo) por su fe, crucificado durante el reinado de Nerón en la persecución contra los cristianos después del incendio de Roma en el año 64. Pablo tenía intención de viajar a España. El resto es sospechoso y probablemente falso. Otra cosa muy distinta es la posibilidad de utilizar estos Hechos como un reflejo de la situación de una determinada comunidad dentro de la Iglesia de finales del s. II y comienzos del III. En este ámbito sí que adquiere plenitud de sentido el libro de los HchPe como posible fuente histórica. Pero este detalle tiene lugar a pesar del autor, quien en realidad quiso trasladarnos, sin conseguirlo, a un ambiente eclesiástico 150 años anterior al suyo. (Vol. I pp. 22-523). Y así respondo a la segunda pregunta: fue decisión de la Iglesia que donde la tradición afirmaba que había muerte el primer papa, san Pedro, allí estuviera su sede principal. Y cuando se decidió, Roma era el centro del mundo, con infinidad de contactos por todo el Mediterráneo e Israel era una ínfima y alejada de todo, tierra ocupada solo por unos pocos judíos y tribus árabes…, tras la derrota del pueblo judío ante las tropas de Adriano en el 135. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Domingo, 17 de Abril 2016
Comentarios
Notas
Queridos amigos:
Os envío estas tres noticias 1. Radio Voz (propiedad del periódico La Voz de Galicia). Santiago Pahzín. “Preguntas candentes acerca de Jesús de Nazaret” https://www.youtube.com/watch?v=PkvTeYxM6co 2. Entrevista al Dr. Antonio Piñero 04-10-16 El Profe Morales de Miami entrevista al Doctor Antonio Piñero. Nos habla de Poncio Pilato. Poco se sabe acerca de la vida de Poncio Pilato posteriores al episodio evangélico de la crucifixión. Históricamente se pueden encontrar textos de que atestiguan sus peripecias como prefecto de Judea, su relación con Tiberio y sus continuados esfuerzos por sofocar las rebeliones en Palestina. Sin embargo ninguno de ellos hace referencia a su muerte en relación al encuentro con Jesús. Para encontrar este hecho hemos de buscar en los textos que componen el llamado Ciclo de Pilato y sus anexos como parte integrante de los Evangelios Apócrifos. Si bien en los Evangelios Canónicos la figura de Poncio Pilato no ha sido empañada de connotaciones negativas no puede decirse lo mismo echando un vistazo a los textos apócrifos. En la Carta de Tiberio a Pilato, escrita en la época medieval (s. X/XI según los Estudios de Antonio Piñero) basándose en tradiciones más antiguas, el emperador ordena a Pilato que comparezca ante él en Roma. http://www.ivoox.com/entrevista-al-dr-antonio-pinero-04-10-16_rf_11109088_1.html 3. Premio TRITHEMIUS Y PRESENTACIÓN DEL LIBRO “Gnosis, cristianismo primitivo y manuscritos del mar Muerto” Autor: Antonio Piñero de Editorial Tritemio, Madrid Día 20 abril 2016 a las 19 horas: Ateneo de Madrid c/ Prado 21. Calle Prado 21, Salón Úbeda Saludos cordiales Antonio Piñero
Sábado, 16 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Siempre he creído que la Biblia "es Verdad". El problema se encuentra en entender los Escritos a la luz cultural hebrea. Eso dilucida muchos supuestos errores. Por ejemplo, si no se sabe que Pascua, puede ser al menos 3 diferentes sacrificios Pascuales, sin ser el propio y genuino Sacrificio Pascual, no se entiende que Lucas, al referir las Palabras de Jesús comamos la Pascua no se refería al Sacrificio Pascual, sino a otro sacrificio que también se llama Pascua. Y se come, y se cocina, y se puede comer antes del 14 a la tarde (entre las dos tardes, la del 14 y la del 15, a esta conclusión se llega por el inicio de los Panes sin Levadura el15). Y todo el mundo judío de hoy y de antes de Jesús, también llamaban Pascua. Incluso don Antonio, algunos no dan por concluida la Pascua hasta Pentecostés, y consideran desde Pascua hasta Pentecostés la conclusión de la Pascua. Los científicos entran a valorar y creen contradicciones lo que son hebraismos. Igual pasa con el Evangelio de Juan. Si no se tiene en cuenta que algunos Evangelistas usan la hora Romana y otros se refieren a jornadas y divisiones horarias judías, van a encontrar contradicciones, pero todo eso se disipa haciendo un análisis cultural del tema. RESPUESTA: Esas disquisiciones suyas son relativamente correctas porque en realidad no hay "sacrificio" pascual alguno... a pesar de que los judíos mismos empleaban esta terminología en sí incorrecta (Mc 14,12). Y los evangelistas cuando dicen "comer la pascua", dicen una cosa muy concreta y se refieren a lo que hoy es la cena de Pésaj. En Marcos se percibe ya que hay dos estratos en su redacción, uno escatológico, de despedida, que anuncia el reino de Dios futuro (14,12) y otro pascual (desde 14,12). El pascual parece referirse espontáneamente a la Pascua por antonomasia. En el Evangelio de Juan se ve más claro aún. Y en todos los Comentarios, que yo sepa, se cae en la cuenta de esa diferencia de perspectiva entre manera de concebir el inicio del día, diversa entre los judíos y los romanos. ¡Ojo con descubrir el Mediterráneo de nuevo! Pregunta: Mi pregunta es más bien una curiosidad personal: ha dedicado usted toda una vida al análisis filológico de los Evangelios y su valor documental, pero, haciendo una lectura simplemente literaria en lugar de histórica ¿cuál sería su escena o pasaje preferido por su impacto dramático, lirismo o cualquier otro criterio estético literario? RESPUESTA: Mi evangelio preferido es el de Lucas, y no precisamente porque sea el más fiel a lo que presuntamente creemos que pudo ser histórico, sino por el modo de contar, es decir, su belleza literaria, no siempre, pero sí en muchas ocasiones. Igualmente extiendo esta apreciación a la obra de los Hechos de los Apóstoles, aunque no estamos seguros, ni mucho menos que el autor haya sido el mismo, ni que su valor histórico sea grande. Es una delicia leerlo, porque es interesante como un buen relato. Y yendo directamente a su pregunta lo que más me impacta de todos los evangelios es la parábola del “Hijo pródigo” del capítulo 15 de Lucas. Sólo está atestiguada por él, por lo que siguiendo los criterios de apreciación y valor históricos, podemos decir que su autoría es dudosa porque carece de “atestiguación múltiple”. Pero es muy bella, emocionante y de gran contenido teológico, sobre todo para un mundo grecorromano que pensaba en general que el gran divertimento de los dioses era burlarse de los humanos, y en donde no cabía de ningún modo que la divinidad pudiera ser definida como amor y compasión. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 15 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Buenas noches, Profesor. He visto por ahí por internet un libro de un señor que firma un señor llamado J. Riera Ginestar y que se titula “El Jesús original”. Tiene buena pinta; por eso me interesaría mucho su parecer: ¿lo ha leído? ¿Merece la pena leerlo? RESPUESTA: Sí lo he visto, y lo he leído con cierto interés porque no abundan mucho, por no decir nada, los trabajos sobre el material propio de los evangelistas Mateo y Lucas (el subtítulo reza: “El material especial de Mateo y Lucas”). Es un trabajo interesante. Pero tengo mis objeciones que expondré. Pienso que para ser objetivo, debo intentar resumir muy brevemente la tesis principal de este y luego expondré mis dificultades. La idea principal del libro es con palabras del autor: “Consideramos que el Jesús original aportado por estos dos evangelistas es aquel que surge de los versículos que no forman parte ni de Marcos ni de “Q” o protoevangelio de dichos de Jesús, fuentes copiadas por Mateo y Lucas para conformar sus evangelios. Es, por tanto, el material restante, calificado como “especial” o propio de cada uno de los dos evangelistas y, más concretamente, el núcleo original de ese conjunto de versículos, el que arroja una imagen original de Jesús según la información particular recopilada a partir de fuentes orales o escritas por Mateo y Lucas. A ese Jesús original mateano y lucano es al que nos acercamos en este trabajo (pp. 43 y 44). Y tras el estudio en sí –y la comparación con el Evangelio de Tomás copto– del material propio de Mateo y Lucas, llega el Sr. Riera Ginestar las siguientes conclusiones: • Se compara el material de Mt y de Lc con el EvTom porque este evangelio, aunque no admitido como canónico, representa una tradición propia, original, no basada en el material de los evangelios sinópticos. La caracterización de Jesús por parte del autor del EvTom es probablemente verdadera ya que presenta a Jesús como dotado de una religiosidad primitiva hebrea protognóstica, lo cual es mu posible. • La verdadera imagen de Jesús es la de un pacifista convencido, y aunque fue condenado por Pilato como sedicioso contra el Imperio, esa acusación era falsa. La ética de Jesús, conservada ante todo en el Sermón de la Montaña, es el instrumento práctico de un maestro sapiencial protognóstico para alcanzar en vida la unidad con el Todo, o con Todo, con una doctrina muy parecida a la que se recoge en “El libro Secreto de Juan” conservado entre los manuscritos .de Nag Hammadi. Con palabras del autor: Este discurso remite, con pocas alteraciones, a las palabras de Jesús tal como él las pronunció y debe ser completado, como todo en esta vida para unificar la dualidad o la polaridad que nos confunde y nos hace padecer en una maraña de nombres y objetos, con otro texto que pertenece a una obra apócrifa del cristianismo gnóstico. Se trata del conocido como Libro Secreto de Juan, descubierto, como el EvTom, en Nag Hammadi (Egipto) en 1945 y que data de mediados del siglo II. El fragmento de dicha obra que presentamos como complemento del Sermón de la Montaña describe al “Uno”, concepto al que hemos aludido en nuestro comentario de los paralelos entre el evangelio de Tomás y las fuentes “M” y “L”. Podemos afirmar que la ética de Jesús contenida en el Sermón de la Montaña es el instrumento práctico para alcanzar en vida la Unidad con el Todo o con Todo descrita en el texto del Libro Secreto de Juan. Así pues, habiendo encontrado en el material especial de Mateo y Lucas analizado en nuestro estudio elementos tanto de la ética de Jesús como de su llamada a la unificación de los contrarios a través de un cambio de conciencia ( pp. 363-364). Ante esta hipótesis global de un Jesús no apocalíptico, sino maestro sapiencial, parecida a un filósofo cínico y a un maestro oriental, mis dificultades son las siguientes: • No parece adecuado metodológicamente considerar que el material especial de Mt y de Lc represente el núcleo del Jesús histórico. El autor argumenta que es así porque cumple con el criterio de “múltiple atestiguación” (es decir, es un material atestiguado no por una fuente sino por dos: por Mt/EvTom o por Lc/ EvTom). Entonces, pregunto ¿por qué rechaza el Sr. Riera como perteneciente al Jesús original el material de Mc que coincide con el EvTom y que además está recogido, en ocasiones por Mt y Lucas (paralelos de Mc con el EvTom 5.6.9. 20.21. 33.35.44.99)? Este material tendría triple atestiguación, y sin embargo, es eliminado por el autor como no fidedigno, no “original”. • La datación del posible original griego del EvTom es simplemente una hipótesis. En todo caso, y adelantándolo mucho, sería hacia el año 100, según el autor mismo afirma en alguna ocasión. Esa es la fecha de datación igualmente del Evangelio de Juan, y ya sabemos que la mayoría de los datos acerca de Jesús y sus discursos recogidos en este evangelio no son fiables desde el punto de vista histórico. Por tanto, se puede especular mística y gnósticamente en el año 100 como hacen el EvTom y el de Juan sobre Jesús aun existiendo tradición oral. El testimonio de Papías acerca del origen de los evangelios es aproximadamente del 140. Y todavía existía tradición oral sobre Jesús, que Papías tiene en gran estima. Pero esa tradición oral era ya poco fiable en general: habían pasado muchos años, decenios, desde la muerte de Jesús. • Las afirmaciones del autor sobre la existencia de Judas Tomás como hermano gemelo de Jesús son altamente especulativas a raíz de la noticia sobre el nombre de sus hermanos carnales proporcionado por Mc 6,3. • La tesis de un Jesús en nada apocalíptico sino sobre todo un maestro sapiencial es bastante antigua, desde finales del siglo XIX. Si no me equivoco, el primer autor que la defiende es W. Wrede, el descubridor, a la vez, que el “secreto mesiánico, del Evangelio de Marcos es un mero artilugio literario. Se ha discutido muchísimo este tema, y el consenso entre los investigadores independientes es que la imagen de un Jesús meramente sapiencial es bastante menos probable que la de un Jesús mezcla de maestro sapiencial de la Ley y a la vez de profeta visionario y apocalíptico. No hay verdades absolutas en la exégesis ni en historia antigua, pero cuando se va formando un consenso, sobre todo entre investigadores independientes, tiene bastantes más posibilidades de acercarse a la posible verdad histórica que la que no origina consenso alguno. • No me acaban de convencer las disquisiciones del Sr. Riera sobre el Testimonium Flavianum (Flavio Josefo, Antigüedades de los judíos XVIII 63-64). Eliminas las seguras glosas cristianas, el análisis del vocabulario empleado por Josefo, que es muy parecido, por no decir igual al que emplea cuando describe a otros sediciosos contra el Imperio (véase el estudio de F. Bermejo en este Blog; búsquese por flavianum). Esto da a entender que la apreciación de Jesús por parte de Josefo no era positiva. Y sigo pensando que colocar a Jesús entre la lista de personajes dañinos para Israel ya es bastante indico. Admito que Flavio Josefo se emplea más a fondo contra otros sediciosos belicistas como Judas el Galileo, y ataca menos a Jesús. Pero la razón es porque Jesús, aunque proclamaba un reino de Dios en el que no cabían ni Poncio Pilato, ni Tiberio, ni otras gentes, no era un belicista al uso (aunque en Hechos de los apóstoles 4 el rabino Gamaliel compara el movimiento de Jesús con el de Teudas, ¡que sí era belicista!), sino alguien que esperaba que la derrota de los romanos ante Israel en la batalla escatológica sería obra de Dios y de las 12 posibles legiones de ángeles que lucharían en pro del pueblo elegido contra los invasores. • Y me convencen muy poco las interpretaciones de un maestro de la ley de Moisés como Jesús, como si fuera un protognóstico, un tipo que había sido influenciado expresamente por el pensamiento oriental budista, por ejemplo, de un modo claro y sobre todo por la protognosis. De tal manera que su doctrina se parece a la del ¡¡Libro Secreto de Juan!! No lo creo en absoluto. Esa hipótesis es altamente improbable e indemostrable. Aunque sea segura la hipótesis del autor que imagina el origen de la gnosis judía y cristiana en grupos marginales judíos quizás antes de la era cristiana. Sin embargo, entre el pensamiento de un Jesús totalmente judío y la protocábala posterior y el gnosticismo (¡totalmente platónicos!) hay un mundo que el autor, el Sr. Riera no muestra al lector. • La interpretación de pasajes de la pasión de Jesús (p. 356) y de dichos de este por el autor del libro me parece poco crítica. Cree como históricos hechos y dichos del Nazareno que la inmensa mayoría de los intérpretes independientes consideran claramente legendarios. En conjunto resumiría: un buen esfuerzo por parte del autor, Joaquín Riera Ginestar por interpretar un material evangélico al que se le ha hecho poco caso. Es un servicio bueno el que presta al lector cuando presenta la síntesis de los análisis de otros intérpretes modernos acerca de este material…, y se lo agradezco. Pero su interpretación global de que tal análisis de este material especial, unido al del Evangelio de Tomás, nos va a proporcionar la imagen de un Jesús totalmente auténtico y original, no visto por la inmensa mayoría de los exegetas desde hace más de 200 años de investigación independiente no me parece convincente ni conseguida. Sus argumentos no me convencen. P. S. Me acabo de enterar por el obituario de Xabier Pikaza de la repentina muerte de Senén Vidal. Lo he sentido muchísimo. A pesar de nuestras educadas y corteses opiniones, notablemente distintas sobre muchos temas de Nuevo Testamento, él sabía que yo lo apreciaba muchísimo y que admiraba su sabiduría. No solo tenía un sentido y profundo pensamiento propio sobre el Nuevo Testamento, sino un conocimiento notable de la bibliografía sobre los temas que abordaba. Estoy de acuerdo con Pikaza en que muy probablemente era él el que más sabía de Nuevo Testamento en España. Éramos de la misma “quinta”, del 41, pero a él le ha tocado desfilar antes. Hace muchos años que nos conocimos, en 1974, en unos meses en los que compartimos el amable alojamiento del “Colegio Español” de Munich, de la Dachauer Straße 19. Desde allí visitábamos la impresionante biblioteca de la Ludwig Maximilian Universität, cuando ya tenía recién terminada la tesis doctoral, y ya empezamos a intercambiar opiniones hasta hoy. En mi obra sobre Pablo, y –aparte de Carlos A. Segovia, que merece un capítulo especialísimo en su gestación–fue Senén Vidal mi interlocutor principal en cuanto a intercambio de ideas en torno a la difícil interpretación de Pablo. Los lectores tiene mis reseñas en el Blog, y en ellas podrán ver cuánto lo admiraba a pesar de nuestras discrepancias meramente intelectuales. Siento muchísimo su pérdida, pues estaba aún en un momento muy fecundo. Que descanse en paz donde sea.
Jueves, 14 de Abril 2016
NotasEscribe Antonio Piñero Pregunta: El motivo esta vez de la consulta, es para lo siguiente: es posible afirmar que el epílogo sobre la resurrección de Jesús, que está presente en el evangelio de Marcos, es un compendio que permite observar una evolución, si se puede definir de esa manera, sobre el tema, evolución que se fue trazando por los otros evangelios, inclusive Juan, hasta llegar a redactarse lo que está en Mc 16, 9-20. RESPUESTA: Sí. Así es. Hay una tendencia general en los evangelios a aumentar y engrandecer las noticias o los hechos: así los milagros de Jesús que eran principio solo serían exorcismos y sanaciones y luego se añaden milagros contra las leyes de la naturaleza como caminar sobre las aguas, lo dichos recogidos al principio, que son pocos en el Evangelio e Marcos y muchos más en el de Mateo; mayores detalles en la pasión sobre el original que presuponemos obra de un autor desconocido anterior a Marcos, y finalmente historias más completas de la resurrección. Creo que le conviene consultar si le es posible, por ejemplo en la biblioteca de un buen Seminario de Teología algún comentario al Evangelio de Marcos como el Joachim Gnilka y el de Joel Marcus, ambos publicados por la Editorial Sígueme, de Salamanca. En estas obras verá explicada la génesis de Mc 16,9-20. Pregunta: ¿En el judaísmo del siglo I ya se creía en la preexistencia de todas las almas? RESPUESTA: De ningún modo. Que yo sepa, no tenemos ningún texto judío que afirme claramente la preexistencia de las almas. De modo espontáneo, tras leer tantas veces la Biblia, sostengo que no existe ese concepto. Desde tiempos del Talmud son solo siete cosas las que son preexistentes antes de la Creación: la Torá (Ley), Paraíso, la Gehenna, el arrepentimiento, el Templo, el trono de gloria, el nombre del mesías (es decir, el concepto de mesías, que luego se “encarna” en una persona concreta. Las fuentes para esta creencias Talmud (de Babilonia) Nedarim 39 b ; Pesachim 54a. Pregunta: Una pregunta sobre la forma y concepto histórico de la Cena del Señor / eucaristía / cena de pascua / cena de despedida 1) No me queda duda alguna que la Cena del Señor como la llama Pablo, no es la celebración de la Pascua. Queda claro: 1 Corintios: celebremos la Fiesta con pan ácimo, sin levadura (AKIMOS). Y en la Cena del Mesías, es la noche que partió ARTON = pan normal con levadura. 2 cosas diferentes: Pesah no es la fiesta. Pesah es el sacrificio. La fiesta es Panes sin levadura. De ahí la confusión que parece una contradicción para muchos que Yeshua dijera comamos la Pascua el día 13-14 cuando la Pascua era el 14-15. Es porque Yeshua se refiere a un sacrificio, permitido antes y después de Pascua (día 14-15), que no es propiamente el sacrificio central de Pesah. Y es cultura hebrea y un hebraísmo no entendible a menos que se conozca la cultura hebrea. 3) Pero mi pregunta a vd. u opinión es en un detalle. Esa Cena del Mesías (no Pascua, sino la cena con pan leudado y vino), comenzaría celebrandose una vez al año, pero no opina vd. que después el Catolicismo la orientó o asimiló la misma equiparándola al sacrificio mitraico semanal también con estos elementos? RESPUESTA: Como hemos escrito repetidas veces en el Blog, la religión mitraica que conocemos comienza a mediados del siglo II d.C por impulso del emperador Adriano. Antes sabíamos muy poco. Por tanto lo que dice es imposible. Y también he escrito muchas veces que Pablo no copia, sino que presenta la eucaristía (tal como él la entiende por revelación propia) y el bautismo contraponiéndolos a las concepciones ya existentes de los cultos de misterio. Por eso el lenguaje es igual. Lo que dijo Pablo es que lo que ofrecía Cristo era infinitamente mejor, más seguro y más barato. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid ww.antoniopinero.com
Miércoles, 13 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Muy buenas SR piñero he visto varias conferencias por you tube y me han sorprendido y me voy a comprar la guia para entender a pablo me gustaria que me aclarase por que los cristianos que venimos del paganismo para los judios si nos acogemos a la ley de noe porque estamos salvos de cumplir y solamente los judios tienen que cumplir. Y me gustaria saber eso de comer o no comer sangre, me gustaria me lo dejase claro y si puede ser con argumentos de la biblia muchas gracias de antemano y espero su respuesta RESPUESTA: Yo creo que antes de leer la más difícil “Guía para entender a Pablo” (déjela para un segundo momento) yo le recomendaría que leyese la obra anterior "Guía para entender el Nuevo Testamento", de la misma Editorial Trotta de Madrid, 5ª edición de 2016. Respecto a lo de comer sangre: Es un tema difícil, ciertamente. Había dos posturas en el cristianismo primitivo: • Una la de la comunidad judeocristiana de Jerusalén dirigida por el hermano del Señor, que conectaba con ideas defendidas por el judaísmo desde tiempo anterior a Pablo, aunque para nosotros el texto definitivo que le da cuerpo sea de época talmúdica (siglos V-VII d.C.): los paganos podían salvarse con una salvación de segunda clase, sin que fuera necesario que se hicieran judíos. Bastaba con cumplir las denominadas “leyes de Noé”, basadas en la alianza que Dios había hecho con este patriarca y su descendencia (Gn 9,3-13). Estos mandamientos eran siete: no blasfemar; no adorar a los falsos ídolos; tener magistrados justos; no cometer pecados sexuales sobre todo incesto; no matar; no robar; no ingerir la carne con su alma, es decir, con su sangre. El capítulo 15 de Hechos es el documento que nos revela la existencia de este modo de pensar respecto a la admisión de los gentiles en el grupo judeocristiano, que se consideraba el verdadero Israel (esta expresión como tal no aparece en Hechos ni anteriormente en Pablo, sino que su acuñador fue Justino Mártir, Diálogo con Trifón 135). Es posible que esta postura estuviera bastante cerca de lo que pensaba Pedro por entonces, y que más tarde provocó el altercado de Antioquía de Gálatas 2,11-14: los judíos debían estar sometidos a la Ley; los paganos no circuncisos también bajo la Ley, aunque solo la de los preceptos de Noé. Y sin mezclarse: los salvados se dividirían en dos comunidades distintas, pero al final de los tiempos se harían una sola. (Y también es posible que Pedro cambiara de mentalidad con el tiempo, ya que en Corinto había gentiles [¿?] conversos a Jesús Mesías que manifestaban haber sido adoctrinados por Pedro: 1 Cor 1,12). Y otra postura era la de Pablo: Según Dios le había revelado, el nuevo plan divino era facilitar al máximo --en los últimos momentos, la época mesiánica que transcurría entre la muerte del mesías Jesús y su venida como juez universal— que los gentiles formaran parte del Israel renovado con una salvación de primera clase. Desde la época del Sinaí hasta que Jesús había aparecido sobre la tierra, la salvación había procedido de dos maneras: a) Para los judíos: por la observancia completa de la ley de Moisés; b) Para los paganos: por el reconocimiento de la existencia del Dios único y por el cumplimiento de las preceptos de la ley natural, contenida en la ley de Moisés, es decir el Decálogo que yo denomino ley universal y eterna. Y ahí nada hay estrictamente de comer o no comer sangre, por ejemplo, en forma de morcillas. Pero después de la venida de Jesús a este mundo, y tras su muerte expiatoria, la revelación de Dios a Pablo afirmaba que había más fáciles condiciones para la salvación: A. La circuncisión no era ya una exigencia necesaria para los paganos que se convertían al Mesías, sencillamente porque no necesitaban hacerse judíos, sino que se hacían seguidores del Mesías como gentiles. La tradición judía, que se retrotraía hasta Moisés (Ex 4,24-26), manifestaba la necesidad de circuncidarse como condición indispensable para entrar a formar parte de la alianza con Dios y ser miembro del pueblo elegido, el único que se salvaba plenamente. Pablo afirmaba, por el contrario, que esa alianza primera era sólo para los judíos. Pero ahora había una alianza “nueva”, que no suprimía en absoluto la antigua, pero que la completaba, y que admitía en su seno a gentiles en cuanto tales, pero creyentes en el Mesías de Israel tal como debían serlo también los judíos miembros de la alianza primera. Además, ¡ellos, los gentiles se salvarían plenamente porque tenían también su circuncisión, que no era física sino espiritual! Quedaban circuncidados espiritualmente al hacerse creyentes en el Mesías de Israel y al lograr así la declaración de justos por parte de Dios, acto que se sellaba con el bautismo. B. Consecuentemente, la observancia completa de ley de Moisés no era ya un requisito indispensable, sencillamente porque no se habían hecho judíos. La “nueva Ley” se denominará ley del Mesías “la ley del amor, de la fe y del espíritu”, una ley interpretada por Jesús en el marco de una alianza renovada de Dios con Israel, que, por tanto, en consonancia, podía denominarse como la ley del Mesías, y que incluía también en la práctica las “leyes de Noé”. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 12 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: ¿Por qué Yahvé prohíbe algunos animales en concreto a Israel? Se me hace difícil creer que fueran representaciones de dioses o porque eran sacrificados a otros dioses porque, por ejemplo, en el caso de los peces da unas especificaciones. Incluso, leí en un diccionario de arqueología biblica, partiendo de hallazgos en Ugarit, que los tipos de sacrificios para Baal eran también los ofrecidos para Yahvé, lo que no me está claro es si usaban para éstos los mismos animales. RESPUESTA: Es una buena pregunta, pero que no tiene más respuesta que la que ofrece la Biblia: en sí ninguna. Es pura voluntad de Yahvé que –tras haber declarado por medio del autor sagrado del Génesis; según los judíos Moisés, que “Todo lo creado es bueno” = unas cinco veces en el primer capítulo– para hacer de su pueblo “santo”, que quiere decir segregado, apartado de los demás pueblos. Naturalmente esta decisión divina es un torpedo en la línea de flotación del concepto de un Dios universal para toda la humanidad, ya que ese Dios hace distinciones. Yahvé da normas para la vida dentro de la Alianza de Él con ese pueblo: es el Decálogo (que tiene normas de comportamiento con Él y con los demás hombres) y por medio de rígidas prescripciones cultuales, alimentarias (= animales puros e impuros) y la circuncisión para los varones. En general los animales puros e impuros entre los pueblos semitas eran los mismos. Solo que Israel tenía más animales prohibidos. Pero los ofrecidos en sacrificios eran básicamente los mismos. Así que en síntesis: la Biblia dice que hay una misteriosa voluntad divina que en el fondo se autocontradice en el propósito de su creación, pero que consigue la segregación de su pueblo elegido de todos los demás. Pregunta: buenas noches hermano paz reverencial. quisiera tener informacion sobre el apostol pablo . gracias RESPUESTA: Su pregunta es demasiado genérica y no es posible responderla adecuadamente en este formato de “Preguntas y Respuestas”. ¿No ha pensado Usted que si consulta un buen Diccionario bíblico -- el de la Editorial Clíe, por ejemplo, o el de la Editorial Sal Terrae/Desclée, o el de la Edit. Herder—tendría Usted respondida su pregunta? Por mi parte, le aconsejaría modestamente que leyera mi libro (totalmente accesible, pues hay versión electrónica también) Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, Madrid, Trotta 2015. Ahí encontrará casi todas las respuestas que Usted desearía tener y que yo, aquí, me es imposible responder por mucha buena voluntad que ponga. Pregunta Desearía me contestara cuando buenamente pueda sobre toda la información que se tenga sobre dos personajes históricos: Judas el esenio y Menahem el esenio. En la genealogía del grial defendida por Laurence Gardner aparece un Ezequias descendiente de Juan Hircano I. Dicho Ezequias es padre de Judas el esenio que, a su vez es padre de Menahem el esenio. Y es Menahem el esenio el padre de Judas el Galileo y el abuelo de Jesús. Pero según Flavio Josefo el abuelo paterno de Jesús se llamaba Ezequías. ¿Acaso Ezequías era Menahem el esenio? Los nombres de los abuelos solían pasar a los nietos, ¿verdad? RESPUESTA: A la verdad aparecen varios Judas el esenio en Josefo, pero en mi opinión no se dice nada interesante. De Menahén el esenio: me imagino que se refiere al que Israel Knohl llama “el amado del Rey Herodes”, en su libro The Messiah before Jesus. The Suffering Servant of the Dead Sea Scrolls. Univ. of California Press. XI + 145 pp., Trotta, Madrid, 2004. ISBN 84 3011535-8685-7, que yo he traducido para Trotta con el título “El mesías antes de Jesús”. Knohl piensa que fue una figura mesiánica anterior a la aparición de Juan Bautista y de Jesús y que es el héroe al que se refiren do misteriosos himnos de Qumrán: la versión 1 de los himnos se ha transmitido en tres manuscritos diferentes: 4QHe, 4QHa fr. 7, y 1QHa col. 26. Por el contrario, la versión 2 se conserva sólo en un manuscrito, 4Q491 fr. 11, col. 1. Le ruego que consulte este libro, porque es fácil de encontrar. Sobre su afirmación: “según Flavio Josefo el abuelo paterno de Jesús se llamaba Ezequías”. ¿Dónse se encuentra tal noticia? Salvo error por mi parte, su información es totalmente errónea ya que Flavio Josefo solo habla de Jesús en dos lugares en su obra Antigüedades judías, aparecida hacia el 90 d.C.: la primera, el denominado «Testimonio Flaviano», (Ant. XVIII 63-64) se refiere directamente a Jesús; la segunda (Ant. XX 200), a Santiago, el hermano de Jesús. Sobre lo demás “¿Acaso Ezequías era Menahem el esenio?”. Puras especulaciones si fundamento. No tenemos ni idea. Tampoco había norma alguna en le judaísmo de que los nombre de los abuelos pasaran a los nietos. En mi opinión, todas estas “informaciones” son un fantasiosas y se deben a no haber leído de verdad los textos antiguos. Lo primero que se debe recomendar es leer y leer bien. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 11 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: La duda se centra sobre la hipótesis, sostenida por muchos autores, de que aquél a quien llamamos Jesús de Nazaret, fue un predicador que históricamente existió, pero su figura fue manipulada por los romanos, que la tomaron para divinizarla, elegirla como centro de una nueva Religión de Imperio, y a la vez aprovecharla para construir, en torno a su persona, una serie de historias que en realidad esconderían en clave iniciática los ancestrales cultos al dios sol. Ello supondría que los evangelios fueron creados, o astutamente manipulados, por los romanos –los evangelistas serían unos vendidos– para presentar tal visión deificadora (y alegórica del culto al sol) de Jesús. RESPUESTA: Es muy conocida esa hipótesis, pero en realidad no es más que una fabulación imaginativa que tiene en contra todas las verosimilitudes históricas. Creo que hay que gastar poco tiempo en ellas. Le respondo con unas cuantas preguntas, que tomo en sustancia del libro sobre Jesús de Charles Guignebert, pp. 69-70, reeditado en 1966, con las que voy a tratar en conjunto todas estas mistificaciones: ¿Por qué Pablo y los primeros cristianos no consideraron directamente un dios a Jesús –que no lo hicieron de ningún modo– y por qué se dedicaron a construir literariamente todo el Nuevo Testamento , que son más de quinientas páginas, fabricando una parodia de un ser humano con la cual recubren esa figura mítica? ¿Es razonable pensar que gentes de Roma inventaron la humanidad de Jesús para oponerse, por ejemplo, a Pablo que piensa que el cristo celeste es de algún modo un ayudante de Dios y por tanto participa de la divinidad de Aquel? Si el Dios de Jesús es el Dios de Israel, tal como parece en los evangelios, ¿para qué inventar una divinidad nueva, Jesús, a la que por otra parte ocultaban de todas la maneras posibles en los evangelios? Y si Jesús era como un aspecto de Yahvé, totalmente inventado, ¿por qué no parece más claro en los evangelios? Algunos de estos mistificadores (que sostienen haber descubierto el Mediterráneo todos los días) afirman que, en su construcción literaria, los cristianos hicieron del cristianismo que estaban inventando una nueva religión de misterios para ofrecer con su culto la salvación... Y defienden que para ello inventaron los cristianos una nueva divinidad que es Jesús… Pero enseguida surge la pregunta, ¿cómo ese dios de un culto misterios muere en pleno día, en un proceso público y a mano de los romanos? Y si se trata de inventar el culto a un dios nuevo, por qué construir los evangelios con tantas lagunas, incoherencias, y contradicciones entre sí? ¿No podían haber construido un mito mejor elaborado? Si Jesús era una divinidad construida de nueva planta, ¿para qué darle hermanos y hermanas como dice Mc 6,3? ¿Por qué pintan a su familia afirmando que Jesús está fuera de sí (Mc 3,21). ¿Por qué presentar a un Jesús que se enfada y se encoleriza como cualquier ser humano y en algún caso, como en el evangelio de Marcos (1,41. 43), después de haber curado a un individuo? ¿Para qué presentar a ese Jesús en el Evangelio de Lucas afligido por su muerte (sudor de sangre en Getsemaní: Lc 22,44 ) o en el evangelio de Juan 11, 1ss como un ser humano que llora porque se ha muerto su amigo Lázaro? ¿Por qué si es una divinidad que viene a traer la salvación se le hace decir que desconoce el día y la hora en la cual va realizarse esa salvación? (Mc 13,32).¿Por qué este mismo Marcos lo dibuja en el momento de su muerte como un hombre desesperado que se lamenta “Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado”, justo en ese momento en el que se está cumpliendo el maravilloso instante de su sacrificio voluntario (Evangelio de Juan) en la cruz que es la redención del mundo (Mc 15,34?)? ¿Por qué dibujan a un Jesús que tiene una moral, que lleva al desprecio del trabajo, del dinero y de la familia, moral con la que una sociedad no puede subsistir? ¿Por qué no hicieron –y construyeron una historia al respecto, es decir, basada en hechos muy antiguos– como todas las gente de la Antigüedad que tenían como muestra de que una religión era verdadera que era muy antigua y probada por los siglo? ¿Por qué inventan, pues un héroe de su tiempo, un Jesús fracasado en todo, al menos al final de su vida, y no un héroe del pasado remoto? Si hubiesen inventado totalmente los evangelistas la biografía de Jesús, lo habrían compuesto de mejor manera y no de un modo tan deficiente y tan lleno de problemas. Más bien se diría que los evangelistas tienen ante sus ojos a un hombre extraordinario, sí, pero hombre al fin y al cabo, e inventan una serie de historias legendarias en torno a él que están llenas de contradicciones y de fallos. Ante este hecho, es más lógico pensar que debajo de los evangelios hay una figura real, cuyos rasgos humanos se tratan de ensalzar y divinizar, pero que cada grupo, o cada evangelista, lo hace como puede y siguiendo sus propias normas que no son las de los demás, con lo que el resultado final –la construcción de los evangelios– es más bien deficiente y llena de fallos? Y por último, tal como nos cuentan los Padres Apostólicos acerca de las continuas discusiones sobre Jesús entre los judíos no creyentes y los cristianos acerca de Jesús como mesías, ¿por qué no cortaron esos judíos toda discusión –en un momento históricamente cercano a la existencia de la persona de quien se discutía– con el argumento sencillo de que esa persona no había existido jamás? No hicieron eso, sino que judíos y cristianos estaban de acuerdo en que había existido; pero unos, los cristianos intentaban ensalzar la figura de Jesús, y otros, los judíos, procuraban denigrarla. ¿Por qué, repito, no acabaron los judíos con discusiones que se prolongarían siglos, al principio mismo, a finales del siglo I (cuando expulsaron a los cristianos de las sinagogas según el Evangelio de Juan) o en los inicios mismos del siglo II en los que las discusiones entre judíos y cristianos eran continuas, por qué –vuelvo a insistir– no acabaron los judíos tan inútiles discusiones sosteniendo lo evidente, a saber que ese tal Jesús no había jamás existido? Le ruego que si le fuere posible consulte el libro colectivo editado por mí: ¿Existió Jesús realmente?, Editorial Raíces, Madrid 2009. Otro día seguiré con un extracto de las conclusiones de este libro. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid Www.antoniopinero.com
Domingo, 10 de Abril 2016
Notas
Escribe Antonio Piñero
Pregunta: Le pregunto: qué es eso de cuerpo espiritual. Y cómo dice usted que en el Antiguo Testamento no existe la resurrección, si ya aparece en Ezequiel, capítulo de los huesos secos? RESPUESTA: Mi idea de lo que pensaban los antiguos a este respecto (y creo que lo he expresado más de una vez) es: • Todo es corporal en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, pero no todo es material. Dios tiene cuerpo según los hebreos, pero es a la vez espíritu. El espíritu es lo más "fino" que existe entre lo corporal, y tan fino, finísimo, es que ya no es materia para ellos, pero constituye el cuerpo de los seres espirituales. Dios, por tanto, tiene cuerpo. De lo contrario no existiría, según los hebreos, pero es espíritu a la vez. El cuerpo que resucitará según Pablo es cuerpo ciertamente, pero parecido al de Dios: cuerpo espiritual que ya no es materia. Difícil de entender para nosotros hoy. Pero es lo que ellos pensaban, creo. • La resurrección está incoada en el AT. Pero solo incoada, incluso en el capítulo 37 de Ezequiel que tiene múltiples y diversas interpretaciones. No hay rastro de una creencia firme en ella hasta el libro de Daniel, compuesto hacia el 165 a.C. Sobre las nociones de la resurrección en el Antiguo Testamento y Qumrán (y en el judaísmo antiguo) creo que el mejor libro es el Émile Puech, La croyance des Esséniens en la vie future: Immortalité, résurrection, vie éternelle ? Histoire d'une croyance dans le Judaïsme ancien, Études Bibliques, NS, 22, éd. Gabalda, Paris, 1993.Tome I : La résurrection des morts et le contexte scripturaire. Tome II : Les données qumrâniennes et classiques Pregunta: Sobre el significado de los othonia en Juan 19:40 y 20:5-7. Para estudiarlo me he basado fundamentalmente en artículos de Feuillet, André: “The identification and the disposition of the funerary linens of Jesus’ burial according to the data of the fourth Gospel”, II International Congress of Sindonology, Turin 1978, & published in La Sindone e la scienza, Ed. Paoline 1979; Mauro Pesce: “I Vangeli e la Sindone/Il lenzuolo del cadavere di Gesù nei più antichi testi cristiani”, MicroMega 4/2010; Watt, Jonathan M.: “Diminutive Suffixes in the Greek New Testament: A Cross-Linguistic Study”, Biblical and Ancient Greek Linguistics Journal, 2 (2013), pp. 29-74 ; Delebecque.Éduard: “Le Tombeau vide”, Revue des Études Grecques , Année 1977, Volume 90, Numéro 430. Mis conclusiones fueron que, seguramente, la mejor traducción para othonia es “vendas” y que, con mayor seguridad, la mención a una sábana (sindona) en los sinópticos y la de las vendas (o telas) de Juan, (singular y plural respectivamente) son incompatibles. Reconozco que la bibliografía fue aleatoria y me gustaría saber si me he dejado algo importante. (Se me olvidaba el libro de R. Brown, La muerte del Mesías volumen II, Estella, Verbo Divino, 2006). También agradecería su opinión sobre esta aparente (y para mí segura) contradicción entre los evangelios. RESPUESTA: Estoy totalmente de acuerdo con su apreciación. Hay una contradicción. Y una vez más una observación del evangelio de Juan parece preciosa. Pero no podemos estar absolutamente seguros de qué se acerca más a la verdad histórica (los dos usos eran posibles)… O ninguno de ellos, teniendo en cuenta la tradición, por mí muchas veces comentada de Hch 13,27-29 en donde (a pesar del vocablo solemne empleado por el autor de Hechos, mnemeîon, tumba de clase distinguida) se deduce que Jesús fue arrojado a una fosa común, junto con los otros dos “bandidos” probablemente secuaces de Jesús. Por el criterio de dificultad me parece esta idea la que más puede acercarse a la verdad. Saludos cordiales Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 8 de Abril 2016
NotasEscribe Antonio Piñero Respecto a su pregunta que contesté en parte hace dos días (“Usted en una conferencia donde presentaba su novela "EL Trono Maldito", habló sobre el carácter belicista de Jesús. Siempre he pensado en todo lo contrario. ¿Puede indicarme que textos o en que se basa para creerlo así?) pasa a transcribirle lo que le prometí (tomado de mi ensayo, “Jesús y la política de su tiempo” Ensayo-Epílogo anexo al libro El discípulo, de Emilio Ruiz Barrachina, Ediciones B. Barcelona, 2010, páginas. 217-311. ISBN: 978-84-666-4326-9). Ahí va: Es éste el momento de preguntarnos cuál es el material de la tradición que -ingenuamente la mayoría de las veces- nos han transmitido los evangelistas sin barruntar que en el fondo contradecía la imagen del Jesús pacífico, apolítico, espiritualista y divino que estaban proclamando en sus escritos. Es el siguiente: • La predicación de Jesús del reino de Dios en la tierra de Israel, con sus típicas características de bienes materiales y espirituales que la divinidad habría de conceder en esos tiempos, supone un cambio tal de la situación política y social que no podría conseguirse sin una acción armada, bien fuera milagrosa, de parte de Dios –que enviaría por ejemplo doce legiones de ángeles a expulsar a los malvados (Mt 26,53)-, bien por mano humana pero con la ayuda igualmente de la divinidad. En cualquiera de los casos los romanos tenían que ser expulsados de la tierra de Israel, propiedad sólo divina, lo que naturalmente no ocurriría sin violencia. • El Evangelio de Lucas -que es menos circunspecto que el de Marcos en algunas cuestiones políticas, ya que escribe más tarde y bajo circunstancias menos preocupantes- tiene algunas noticias que dejan traslucir el carácter guerrero de Jesús. La primera aparece en 22,35-38: “Y les dijo: «Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?» Ellos dijeron: «Nada». Les dijo: «Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome y lo mismo alforja, y el que no tenga que venda su manto y compre una espada; porque os digo que es necesario que se cumpla en mí esto que está escrito: “Ha sido contado entre los malhechores”. Porque lo mío toca a su fin». Ellos dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas». El les dijo: «Basta»”. Brandon interpreta este pasaje, situado por Lucas inmediatamente antes del prendimiento de Jesús -un incidente en el que los discípulos de Jesús van evidentemente armados-, como una suerte de comprobación por parte del Nazareno de que sus seguidores van convenientemente provistos de armas para ese momento crucial. Espera, pues, una acción violenta. La frase “Basta (con dos espadas)” es críptica y misteriosa, quizá debida a la redacción del evangelista. . Jesús jamás condenó la violencia de los celotas o sus principios. En las dos fuentes más antiguas de la tradición sinóptica (el relato de Marcos y el conjunto de dichos atribuidos a Jesús conocido como Fuente Q) no aparece ninguna condena explícita de la violencia. Este argumento ha sido minimizado subrayando que se trata de un puro argumentum ex silentio, es decir, la simple falta de una condena expresa no prueba nada. Pero este silencio de Jesús sobre los celotas y su recurso a la violencia adquiere todo su sentido si se lo compara con la condena dura y sin restricciones de saduceos y fariseos, e incluso con el implícito rechazo por parte de Jesús de los partidarios de Herodes Antipas . Por otro lado, esta ausencia se hace también muy destacada si se piensa que el espíritu de los celotas desempeñó una función muy notable en la vida espiritual de la época de Jesús, de la que no podía estar ajeno. Por tanto, es posible ver en este silencio el signo de que el Nazareno había mantenido con estos patriotas algunos lazos…, que –según los evangelistas- no era conveniente divulgar. • Jesús tenía entre sus discípulos un celota al menos, Simón el “cananeo” , como discípulo íntimo. Es muy improbable que lo hubiera elegido sin comulgar con su ideología. El apelativo “cananeo” significa “celote” (arameo qanna’), no un “individuo que procede de la ciudad de Caná” como se ha pretendido. Según Brandon, el evangelista Marcos, al emplear el vocablo griego kananaios y no zelotés, intenta conscientemente despistar a sus lectores y ocultar que Jesús había escogido para formar parte del selecto grupo de los Doce a un admirador público de la doctrina celota. Lucas, por su parte, o es menos precavido o no le concede tanta importancia porque las circunstancias de sus lectores son otras: en las dos ocasiones señaladas más arriba escribe claramente “Simón, el celota” (griego zelotés). Julius Wellhausen, un famoso investigador del Antiguo Testamento y también comentarista notable del Evangelio de Marcos, había sugerido a principios del siglo XX que (Judas) Iscariote no significaba “hombre de Kerioth”, sino “sicario”. Brandon lo considera posible, pero no hace especial hincapié en este caso. Del mismo modo, menciona también nuestro autor que el nombre arameo de Pedro, Simón Barjonah, ha sido interpretado por diversos investigadores como “Simón, el forajido”, es decir, el celota. Igualmente el sobrenombre de dos de los discípulos predilectos de Jesús, Santiago el Mayor y Juan, como “Boanerges” o “hijos del trueno” , alude sin duda a un espíritu celota, más bien agresivo . • Jesús se mostró expresamente como un hombre violento tal como indican diversos pasajes de los Evangelios. Así el citado texto de Lc 22,35-37, donde Jesús incita a armarse a sus seguido¬res: “El que no tenga (espada) que venda el manto y se compre una…; de hecho lo que a mí se refiere toca a su fin” . Brandon opina que también puede interpretarse en este sentido Mt 10,34: “No vine (al mundo) a poner paz, sino espada...”; igualmente Mt 11,12: “El reino de Dios padece violencia y los violentos lo toman por la fuerza”, dicho que aparece también en Lc 16,16. • La frase de Jesús “"Si alguien quiere ir tras de mí, niéguese sí mismo y coja su cruz y sígame” no significa lo que entiende normalmente un piadoso cristiano, a saber una incitación al sacrificio en el marco del discipulado de Jesús, en el cual el vocablo “cruz” es entendido metafóricamente. Por el contrario, estas palabras deben entenderse en su significado más real, como la pena que imponían usualmente los romanos a quienes prendieran como sospechoso de rebelión contra el Imperio, los celotas. Jesús afirmaría entonces: “El que desee seguirme debe atenerse a las consecuencias. Si los romanos lo capturan, puede acabar en la cruz”. Ello indicaría que las acciones y dichos de Jesús podrían, al menos en ocasiones, situarse en el ámbito de una acción políticamente peligrosa desde el punto de vista romano. El contexto en el que el evangelista Mateo transmite este dicho es interesante, puesto que 10,32 habla de la posibilidad de un juicio –¿ante los romanos? Mateo lo sitúa secundariamente ante el Padre celestial-, en donde se dilucida si uno es o no discípulo de Jesús. La frase que comentamos aparece inmediatamente después del dicho “No he venido a lanzar la paz sobre la tierra; no he venido a lanzar paz, sino espada” . • Los evangelios muestran que los discípulos iban armados. Se prueba por alguna que otra frase suelta que se ha conservado en el Evangelio de Lucas. Importante es de nuevo el texto de Lc 22,38: “Ellos , los discípulos, dijeron: «Señor, aquí hay dos espadas»”, junto con el episodio del prendimiento en Getsemaní: “Viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, dijeron: «Señor, ¿herimos a espada?»” (Lc 22,49). • El Evangelio de Lucas trae también un pasaje que, según Brandon, debe interpretarse como una velada alusión a dos episodios, cuyo exacto contenido no es posible saber, pero en los que estaban involucrados muy probablemente celotas: En aquel mismo momento llegaron algunos que le contaron lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios. Les respondió Jesús: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que todos los demás galileos, porque han padecido estas cosas? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo. O aquellos dieciocho sobre los que se desplomó la torre de Siloé matándolos, ¿pensáis que eran más culpables que los demás hombres que habitaban en Jerusalén? No, os lo aseguro; y si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo» (Lc 13,1-5). Jesús se muestra compasivo con ellos, probablemente celotas como decimos, lo que indica un espíritu afín. • La entrada en Jerusalén (Mc 11,7-10) fue un acto claramente mesiánico en el sentido más verdaderamente judío, que implica un mesianismo con tintes de monarca guerrero, naturalmente enemigo de los dominadores romanos: Traen el pollino donde Jesús, echaron encima sus mantos y se sentó sobre él. Muchos extendieron sus mantos por el camino; otros, follaje cortado de los campos. Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene, de nuestro padre David! ¡Hosanna en las alturas!» Parece bastante claro que Jesús deseaba mostrar de una manera ostentosa su condición de mesías de Israel. Durante el desarrollo de la escena las gentes, incluidos los discípulos, aclaman a Jesús como “hijo de David” y consecuentemente, rey de Israel. En la época de Jesús se sabía muy bien que un mesías “hijo de David” suponía ser un político y un guerrero. Lo mínimo que las masas esperaban de él era que expulsara a los romanos del país, de modo que éste quedara libre de impurezas y pudiera practicar sin impedimentos la ley divina. Tal acogida, como muestra la escena, jamás habría sido dispensada a Jesús si el pueblo hubiera sabido que él era en lo más mínimo favorable a los romanos. Además es claro que, según el Evangelio de Lucas (19,30-40), Jesús no contradice a quienes así lo aclaman, sino todo lo contrario: Algunos de los fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos.» Respondió: «Os digo que si éstos callan, gritarán las piedras». El Evangelio de Juan, generalmente no fiable desde el punto de vista histórico, después de narrar el milagro de la multiplicación de los panes, que enfervorizó a las gentes y les hizo pensar que Jesús era el mesías, trae una noticia en el capítulo 6 que parece atendible: “Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarlo por la fuerza para hacerlo rey, huyó de nuevo al monte él solo”. (6,14-15). Naturalmente, “hacerlo rey” supone lo que antes indicábamos: un monarca político y guerrero de acuerdo con el pensamiento que el pueblo albergaba como posible en Jesús. Según el evangelista y cómo veremos luego, el que éste lo rechazara supone que Jesús tenía otra idea del mesianismo, algo en verdad improbable, pues no habría dado pábulo a que le hicieran la propuesta. • El episodio de la “Purificación del Templo” (Mc 11,15-17 y paralelos), a pesar del tono eminentemente religioso que le otorgan los evangelistas (“Y les enseñaba, diciéndoles: «¿No está escrito: Mi Casa será llamada Casa de oración para todas las gentes? ¡Pero vosotros la tenéis hecha una cueva de bandidos!”: v. 17), debe interpretarse como un asalto en toda regla de Jesús para apoderarse del santuario y “obligar” a Dios para que iniciara por fin la instauración de su reino. De ningún modo puede interpretarse el incidente como el gesto de un hombre pacífico. La acción de Jesús fue un ataque directo contra los que los fomentaban y se enriquecían con estas actividades: el clero del Templo, sobre todo los de alto rango y los saduceos, la facción religiosa que dirigía el santuario. He aquí el pasaje: Y llegan a Jerusalén. Y cuando entró en el templo empezó a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas y los taburetes de los que vendían las palomas; y no permitía que alguien trasladase cosas atravesando por el templo; y enseñaba y les decía: “¿No está escrito: Mi casa se llamará casa de oración para todas las naciones? Pero vosotros la habéis hecho cueva de bandidos”. Ante la dificultad de cómo no actuaron de inmediato los romanos -quienes vigilaban el recinto del Templo desde su acuartelamiento de la Torre Antonia, justo encima del Patio de los gentiles, donde ocurrió el incidente- prendiendo a Jesús, no responde Brandon claramente. Debe suponerse, si eran muchos los que estaban con el Nazareno, que los romanos esperaron una ocasión más oportuna para detenerlo, donde no hubiera tanta gente y no pudiera producirse una matanza de inocentes; o bien que la acción fuera muy rápida y breve, de modo que cuando los romanos quisieron intervenir, Jesús y sus seguidores habrían huido o se habrían disuelto entre las multitudes. Todo apunta en cualquier caso a que este episodio tuvo lugar muy cerca o simultáneamente con una revuelta antirromana, con el resultado de un muerto, en la cual fue hecho preso Barrabás (Mc 15,7). Ello indica al menos que se respiraba en aquellos momentos un ambiente violento de expectativas mesiánicas, del que debe suponerse que participaba Jesús. Aunque los evangelistas no establecen relación alguna entre los dos acontecimientos –la purificación y la revuelta- es poco creíble que no la hubiera. • Jesús recomendó no pagar el tributo al César. El núcleo de este pasaje fundamental -en el que fariseos y herodianos tienden una trampa dialéctica a Jesús-, que describe la famosa y críptica escena, reza así en la versión del evangelista Marcos: “‘¿Está permitido pagar tributo al César o no? ¿Lo pagamos o no lo pagamos?’ Jesús, consciente de su hipocresía, les dijo: ‘¿Por qué queréis tentarme? Traedme una moneda que yo la vea’. Se la llevaron, y él les preguntó: ‘¿De quién son esta efigie y esta leyenda?’. Le contestaron: ‘Del César’. Jesús les dijo: ‘Lo que es del César, devolvédselo al César, y lo que es de Dios, a Dios’. Y quedaron maravillados” (Mc 12,14-17). Brandon señala que el sentido de esta escena, voluntariamente pretendido por el evangelista Marcos, es que Jesús afirmó de una manera sutil que los judíos debían pagar el tributo al Emperador. De este modo se alineaba de antemano con el pensamiento que Pablo de Tarso habría de expresar más tarde en su Carta a los romanos: “Es preciso someterse a las autoridades temporales no sólo por temor al castigo, sino por conciencia. Por tanto pagadles los tributos, pues son ministros de Dios ocupados en eso” (Rom 13, 5-6). Si el designio del evangelio de Marcos era hacer pasar a Jesús por un inocente, condenado injustamente por sedición, no podía poner en su boca más que una respuesta que desmentía la acusación de una posible negativa por su parte al pago del impuesto. Pero en la realidad la respuesta del Nazareno no fue tal, sino la contraria. Si hubiere ido en el sentido de admitir la obligación de pagar, habría perdido de inmediato el apoyo del pueblo, indignado contra el tributo, cosa que no ocurrió en absoluto. Por tanto, debe concluirse que es muy probable que la respuesta doble de Jesús “Dad al César… y a Dios…” no tuviera para los judíos piadosos de la época ningún doble sentido, sino uno sólo y muy claro: “Si tenéis por ahí denarios, acuñados por los romanos, podéis devolvérselos (griego apódote; no simplemente “dádselos”, griego dóte) al César, pues son suyos; pero los frutos de la tierra de Israel –que junto con ella misma son de Dios- dádselos sólo a Él”. Por tanto no debe pagarse el impuesto. Jesús escapó hábilmente de la capciosa pregunta. Los romanos podían estar contentos porque no había habido ninguna incitación expresa a no pagar. Pero los celotas –que conocían el pensamiento de fondo de Jesús- también estaban satisfechos: el Nazareno estaba diciendo crípticamente, eso sí pero lo suficientemente claro para quien deseara entender, que no se debía pagar el tributo al César. Que Jesús no propugnó el pago del impuesto le demuestra paladinamente el siguiente pasaje de Lucas: “Y levantándose todos ellos, le llevaron ante Pilato. Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey»” (23,1-2). • La escena del prendimiento en el huerto de Getsemaní demuestra a las claras que los discípulos de Jesús iban armados, con armas pesadas, es decir espadas de combate, no sólo dagas. Es claro que de tal escena no hay que tener en cuenta los comentarios de los evangelistas, y ciertas palabras puestas en boca de Jesús fácilmente atribuibles al sesgo de esos autores evangélicos y a su deseo de mostrar a aquél como un ser eminentemente pacífico. Parece evidente en Getsemaní que se produjo un incidente armado con derramamiento de sangre, pues está testimoniado por los cuatro evangelistas. Los Sinópticos (Marcos y Mateo/Lucas) tratan de disminuir la gravedad del episodio: sólo un discípulo saca la espada , y tratan de presentar a un Jesús pacífico que se distancia expresamente de la violencia, pues pide que dejen en libertad a sus discípulos (¡aun habiendo respondido con armas al prendimiento!) mientras insta a éstos a deponer toda resistencia: “Dícele entonces Jesús (al discípulo que había blandido el arma): «Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen espada, a espada perecerán” (Mt 26,52). El evangelista Juan, por el contrario, destaca la importancia del enfrentamiento, pues señala que por parte de los romanos participaron en el prendimiento de Jesús como mínimo un centenar de soldados (una cohorte de 500 o 600 hombres, griego speíra, quizá no completa), además de los “sirvientes de los sumos sacerdotes y de los fariseos, con armas y linternas” (Jn 18,3). Si iban tantos a prenderlo, era porque consideraban que habría una fuerte resistencia armada. • Jesús fue ejecutado junto con dos salteadores: “Con él crucificaron a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda” (Mc 15,27). Ahora bien, es sabido que la palabra “bandido” es la utilizada por Flavio Josefo, tanto en sus Antigüedades como en la Guerra de los judíos , para designar despectivamente a los celotas, causantes de la Gran Revuelta contra los romanos y la consiguiente derrota. Es de suponer que Jesús fue crucificado con gentes que participaron con él en el mismo incidente contra el Templo, o en otra revuelta de la que da noticia el evangelista Marcos, en 15,7, o bien que fueron capturados en ese incidente en el huerto de Getsemaní. • El título de la cruz es de una autenticidad indiscutida, pues se corresponde con la práctica usual romana de informar y ejemplarizar al pueblo por medio de las ejecuciones públicas . Además está atestiguado por los cuatro evangelistas, a pesar de que el contenido de la inscripción grabada en la tabla no era de hecho muy halagüeño para sus perspectivas religiosas. Como veremos más tarde, no eran muy corrientes las ejecuciones públicas, y Roma no acostumbraba a crucificar sin ton ni son, sin razones graves, incluso en provincias problemáticas y revoltosas como Judea. Las condenas a muerte eran registradas en los documentos de las cancillerías de los gobernadores provinciales, y luego transmitidas a Roma por medio de un mensajero especial, o bien por el correo oficial que a intervalos regulares llegaba a la oficina del Emperador. La inscripción, “Jesús [Nazareno; sólo en Jn 19,19], rey de los judíos” , señala exactamente desde el punto de vista romano la causa de la muerte: delito de lesa majestad contra el Imperio por graves desórdenes públicos o sedición. Como ya conocemos la historia anterior, la entrada triunfal en Jerusalén, el asalto al Templo, la resistencia armada durante el prendimiento en Getsemaní, la equiparación de Jesús con un sedicioso como Barrabás…, parece bastante claro desde el punto de vista histórico que para los romanos Jesús era no sólo un mero simpatizante de la causa nacionalista, sino un activo colaborador con ella. Ahora bien, como el Procurador decidió no prender también a sus discípulos, ya fuera por temor al pueblo que consideraría espontáneamente a Jesús y sus seguidores unos héroes de la resistencia, ya porque estimara que el movimiento subversivo estaba en sus principios y era de poca monta, el que cargó con la culpa del grupo entero fue Jesús…, más los dos crucificados con él. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Jueves, 7 de Abril 2016
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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