CONO SUR: J. R. Elizondo

Bitácora

9votos

(Publicado en La Segunda, 4 de noviembre 2011)

 

La semana pasada estuve en La Paz, junto con los académicos Loreto Correa y Cristián Garay. Invitados por Jorge Canelas, nuestro Cónsul General y apunados por cuenta propia, participamos en el seminario “Percepciones políticas Bolivia-Chile”, con interlocutores relevantes. Entre ellos, el ex Presidente Jaime Paz Zamora, el ex canciller Armando Loayza y el ex embajador Gustavo Aliaga.

Fue una oportunidad para testear, en terreno sensible (en el “buque del lobo”, dice un amigo, culto de oídas) mi tesis sobre el “trilateralismo diferenciado”. Esta rechaza que  la aspiración marítima boliviana, a través de un corredor soberano por el norte de Arica, sea un tema bilateral ni (menos) una impertinencia multilateral. La define como un trabajo para tres, pero por etapas.. Comenzaría con negociaciones chileno-peruanas, en el marco del Tratado de 1929,  para definir una política boliviana común. De ser fructíferas, seguiría con la invitación de Bolivia a la mesa… la misma que le negó el espíritu que inspiró ese tratado.

Tal trilateralismo con peldaños asume la complejidad de lo real. Esa que niega el Presidente Evo Morales, cuando cree que basta con invocar, ante el mundo, la injusticia de su condición y/o con judicializar el tema alegando eventuales “derechos expectaticios”. Esa que desconocen los peruanos cuando dicen no ser obstáculo para la aspiración boliviana, pero insisten en que sólo Chile asuma la carga. Esa que ignoramos  los chilenos, por no entender la sutileza del Presidente peruano Augusto Leguía, cuando dijo, en 1929, que la contigüidad territorial  postbélica con Chile fue trazada por “la mano  de Dios”.

Para desentrañar tamaña complejidad, hay que focalizar la atención en Arica. Ahí veríamos que la pretensión de Bolivia sobre todo o parte de su espacio, es coetánea con su nacimiento. En efecto, en 1826 el mariscal Sucre dijo a Simón Bolívar que la “adquisición” de Arica proporcionaría “un puerto magnífico” a la nueva república. Ese mismo año, el notablato ariqueño pidió al Libertador “la separación de esta provincia de la capital de Lima y su unión a la de Chuquisaca”. Similares gestiones siguieron durante la Guerra del Pacìfico y llegan hasta hoy. Por eso –y bastante mosqueado-, el historiador peruano Mariano Paz Soldán, advirtió a los bolivianos ¡en 1884! que un eventual endoso chileno de territorios ariqueños se convertiría “en eterna guerra contra el Perú”.

Fue en ese contexto que Leguía negoció, con Chile, vetos y servidumbres que mantuvieran “la presencia” del Perú en Arica. La misma que el Presidente Francisco Morales Bermúdez trató de ampliar, en 1976, con motivo de los Acuerdos de Charaña entre Chile y Bolivia. En clave geopolítica, fueron señales de que les era inaceptable una buffer zone (zona tampón) en la frontera con Chile, pues Arica seguía siendo una “provincia cautiva”. Es decir, un objetivo de liberación nacional, inspirado en esa abstracción poderosa que se llama “honor nacional”.

Con ese fardo secular a cuestas, satisfacer la aspiración boliviana por nuestra frontera norte nunca ha sido cuestión de imaginación o de simple buena voluntad. Por ende, no sería prudente “bypasear” el rehenazgo histórico-estructural mediante corredores o túneles de última generación. Lo que pide la coyuntura no son resquicios técnicos, sino la posibilidad de una reflexión. Concretamente, la de definir si, con base en la simpatía internacional por la aspiración boliviana, debiéramos rectificar el espíritu excluyente que encarnaron Augusto Leguía y Carlos Ibáñez del Campo.

Aunque el actual Presidente boliviano es irreductible a la complejización, percibí que muchos participantes del Seminario la valoraron. Lamentablemente, el más conspicuo discrepó, aunque llegara tarde para escuchar el debate. Lo digo, porque el ex Presidente Paz Zamora reivindicó los fueros de la sencillez. Con la innegable simpatía que tiene, confesó no hacerse problemas para defender la aspiración de su país: “Si Bolivia quiere mar, es porque lo siente suyo… así de simple”.

Por mi parte, prefiero asilarme en el claroscuro de Goethe, para quien “las cosas  siempre son más simples de lo que se puede pensar, pero mucho más intrincadas de lo que se puede comprender”.


José Rodríguez Elizondo
Lunes, 7 de Noviembre 2011



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13votos
AGENDA PARA DESPUÉS DE LA HAYA José Rodríguez Elizondo

Hace poco, un destacado diplomático chileno advirtió a la Cancillería que un fallo adverso, en el contencioso de La Haya, sería más duro para Chile, que “tiene y ejerce soberanía”, que para Perú, que “sólo tiene expectativas”. También recordó las decepciones de Chile tras sus señales amistosas al vecino país. Todo esto según “un documento secreto”, cuya divulgación periodística ocasionó una protesta de la Embajada peruana.
 

Ignoro por qué ese texto se “filtró” a la prensa y qué recomendación daba el autor tras sus advertencias. Pese a ello, puedo decir que, en lo principal, no hay novedad digna de secreto. Se sabe que, con base en una estrategia integral de largo plazo, Perú construyó un caso jurídico y nos demandó ante la Corte Internacional de Justicia. También se sabe que, para Chile, ese caso fue jurídicamente inexistente, hasta el momento mismo de la demanda. Ergo, la sola tramitación de ésta consagró una asimetría total: Chile sin nada que ganar y Perú sin nada que perder. En esas condiciones cualquier ejercicio de equidad de los jueces significaría ganancias para el vecino país.


Durante los gobiernos chilenos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet y peruanos de Alejandro Toledo y Alan García, esa asimetría exasperó la relación bilateral. En el meollo de la tensión estaba, por un lado, la frustración chilena por no haber disuadido jurídicamente al Perú y, por otro, la  inquietud peruana ante su propio éxito al posicionar la demanda. En Lima se decía que hasta ahí no más llegaba Chile, pues su gobierno nunca acataría un fallo que lo obligara a ceder soberanía ejercida por más de medio siglo.

El recelo peruano se acentuó en enero de 2008 cuando, tras notificarse la demanda, autoridades chilenas expresaron que ésta reflejaba un gesto inamistoso. Fuentes de la Cancillería peruana apuntaron que esa apreciación contradecía  la comparecencia de Chile ante la Corte y  las previas declaraciones, de Lagos y Bachelet, de respetar el derecho peruano a la judicialización del caso. Entre acusaciones y reproches creció, como espuma, la esperanza peruana en un fallo rotundamente favorable y surgió la hipótesis, silente y ominosa de que, en tal caso, Chile reaccionaría agresivamente.

Así, a fines del gobierno de García e inicios del gobierno de Sebastián Piñera, lo innombrable estaba en el horizonte estratégico, aunque pocos lo percibieran. La alternativa visualizable era seguir un curso de colisión que  explosionaría con el fallo o iniciar un curso de distensión, con ambos presidentes asumiendo, a plenitud, la respetabilidad de cualquier sentencia.

Mediante señales políticas ad usum –visitas, discursos, sonrisas, brindis y regalos- García y Piñera tomaron la  segunda opción, subordinando el factor asimetría y exaltando sus respectivos optimismos jurídicos. Legatario de esa decisión, a contrapelo de sus reflejos ideológicos, Ollanta Humala pronto descubrió sus beneficios. En vez de debutar con ese alistamiento estratégico de dudosos resultados, que le exigía un sector de sus electores, comenzó a administrar la bonanza económica del Perú -en la cual Chile había jugado un rol importante- y  hasta insinuó una relación bilateral sobre fundamentos mejores. Al efecto, encarpetó su pretensión de que Chile pidiera perdón por la Guerra del Pacífico, repitió las señales de buena voluntad ya producidas y designó un canciller integracionista.

Puede decirse, entonces, que la maduración de la crisis trajo un póker de oportunidades: alejar el fantasma de “lo innombrable”; profundizar la distensión mediante políticas de cooperación en distintos sectores (incluso castrenses); asumir joint ventures en el Asia-Pacífico; desbloquear la integración subregional pendiente y considerar una polìtica común hacia Bolivia desde la perspectiva del “espíritu del tratado de 1929”.
 

En síntesis, la coyuntura permite pensar, seriamente, en una agenda para después de La Haya que sea positiva para todos. Ante la cuantía de los beneficios posibles, parece disfuncional soslayar los hechos propios consumados, poner el énfasis en los costos mayores para Chile o desenterrar los rencores y errores del pasado.


Las oportunidades históricas no son muy frecuentes y nunca son gratuitas.

(Publicado en diario La Segunda 21.10.2011)


José Rodríguez Elizondo
Martes, 25 de Octubre 2011



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9votos
EVO Y LA METÁFORA ISRAELÍ José Rodríguez Elizondo
EVO Y LA METÁFORA ISRAELÍ

 

Antes del ciclo amistoso con Ricardo Lagos y Michele Bachelet, el entonces diputado Evo Morales reveló que los Estados Unidos querían convertir a Chile en el Israel de América Latina.

Obviamente, no fue una alusión a nuestro desarrollo tecnocientífico ni el reconocimiento de que también somos un pueblo elegido por Yahvé. En rigor, fue la aplicación de un artefacto fabricado en La Habana, durante los años de la guerra fría y aplicado después por Hugo Chávez a la Colombia de Alvaro Uribe. En esa semántica, ser Israel significaba ser sicario del “imperio”.

Por eso, la idea de Morales respecto a nuestra relación bilateral parte desde el recelo. Si los chilenos éramos “los malos” (los israelíes) de esta historia, los bolivianos eran “los buenos” (los palestinos) y debían luchar para expulsarnos del litoral perdido. Llegado a la Presidencia, aplicó a Chile esa percepción maniquea, con el viento del indigenismo a su favor. Al efecto, dialogó con sus homólogos huincas, pero no para negociar concesiones  posibles y recíprocas –que es el alma de la diplomacia real-, sino para ambientar una imposición extravagante: salida soberana al mar por Arica, sin compensaciones y como si sólo de Chile dependiera.

En tales condiciones (y sin mencionar problemas políticos internos), su viraje del 23 de marzo fue una profecía autocumplida: si en todo diálogo con los chilenos había una trampita o una pérdida de tiempo, mejor era arrastrar a Bolivia hacia el enfrentamiento inevitable…aunque éste comenzara en “los tribunales internacionales”. Apuntemos que la demanda peruana contra Chile en La Haya se le había convertido, ya, en un señuelo irresistible.

Prisionero de la metáfora israelí, Morales hoy parece abrigar la recóndita y paralela esperanza de inducir el aislamiento geopolítico de Chile. Así, el Presidente Sebastián Piñera quedaría en situación similar a la del Primer Ministro Biniamin Netanyahu y Bolivia podría denunciar, sin riesgo, el Tratado de 1904. Sin embargo, los tercos hechos tampoco le hacen caso en esta línea. En la ONU, igual que en la fenecida Sociedad de las Naciones (1920), no hubo eco para sus demandas de apoyo. Antes, en la OEA, comprobó que no era lo mismo solidarizar con Bolivia para debilitar al general Pinochet (Asamblea de 1979), que aislar al Chile democrático de Piñera.

Es que no existe parangón posible entre el aislamiento realmente existente, que experimenta Israel en su región, desde 1948 y las percepciones chilenas de amenazas de aislamiento, post-guerra del Pacìfico. Aquel ha sido verificado de manera sistemática, por cuenta de vecinos y paravecinos, con seis guerras, crisis recurrentes y un estado de “paz fría”. Las percepciones chilenas, por su lado, vienen de una tesis geopolítica (la HV3) y se han activado y desaparecido durante más de un siglo. A mayor abundamiento, esa tesis no implica a la región sino a los tres vecinos; las amenazas reales se han solucionado mediante diálogo y/o negociaciones, y sólo una vez (1978) condujeron al “avistamiento” de una guerra.

Entonces…¿ nadie le ha dicho a Evo Morales que sólo Israel es Israel? ¿Ignora que los fundamentalistas islámicos, que exigen su desaparición del mapa, se reciclan con los israelíes integristas, que exigen las fronteras bíblicas de Eretz Israel? ¿Leyó alguna vez el lema de la Unesco según el cual “las guerras nacen en la mente de los hombres” y es en esa mente donde deben construirse “los baluartes de la paz”?

El caso es que, sépalo o no don Evo, el buen deseo general respecto a una mejor relación bilateral sigue chocando con los ideologismos. Es lo que derriba los baluartes de la paz antes de que se consoliden, clavándonos como rehenes de una doctrina irredentista, que pretende ser La Historia.

Por ello, bolivianos y chilenos debiéramos terminar con las autovictimizaciones, las conmiseraciones y soberbias; asumir la realidad dura, para encontrar las soluciones posibles, y hacer efectiva, de una buena vez, la cruda responsabilidad de las metáforas.
 

(Publicado en La Segunda, 7.10.2011)


José Rodríguez Elizondo
Sábado, 8 de Octubre 2011



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Bitácora

7votos
PARÁBOLA DE DON GABRIEL José Rodríguez Elizondo

IN MEMORIAM


PARÁBOLA DE DON GABRIEL
 


El día que Gabriel Valdés nació, Dios estaba de buenas a nivel universo. Por eso, dijo a su arcángel mayor que el recién nacido sería tocayo suyo (del arcángel) y tendría dotación completa. Esto significaba, entre otros rubros, cultura para saber, inteligencia para discernir, generosidad para admirar, sensibilidad para incluir, sentido del arte para disfrutar, elocuencia para convencer, coraje para enfrentar a los malos, elegancia para ennoblecer a los buenos y una piel de rinoceronte contra los chaqueteros. Paralelamente, le diseñó un entorno familiar Premium, con una esposa troncal (un“cable a tierra”, dijo, con celestial ironía), una hija muy hermosa, un hijo muy musical y otro hijo canciller. 

Hablando en plural, según vieja costumbre, el Supremo se adelantó a la observación que el arcángel tenía en la punta de la lengua: “También le daremos la virtud del equilibrio, para que no se nos especialice”. Es decir, explicó, “para que nunca se crea el mejor en todo y quiera ser cantante, actor de cine o santo, que para lo último ya tenemos a su hermano Maximiano”. Sintetizó diciendo que el hombre sería “para Chile en el mundo” y no un gustito individual.

-         Esta vez los chilenos no se podrán quejar, masculló.

-         Mmmm – comentó el arcángel, con bicentenario escepticismo.

Los exégetas dicen que, durante los 92 años siguientes, las cosas sucedieron como suelen suceder aquí en la tierra: un gallito entre el perfeccionismo divino y la humana chapuza. Así, Don Gabriel debutó en la vida pública en 1964, como inédito Canciller Mayor. En ese rol, fue el campeón de sus pares latinoamericanos ante la dupla Nixon-Kissinger, la más poderosa que ha tenido el país más poderoso del planeta. En 1973, cuando Chile estaba incendiándose, el cardenal Raul Silva Henríquez y el Presidente Salvador  Allende debatieron la posibilidad de integrarlo al gobierno, para atajar la catástrofe. Luego, en la diáspora, el líder comunista Volodia Teitelboim descubrió su clave de humor: “en Gabriel aflora el lenguaje asertivo y ciertas irreverencias que contribuyen a hacer un poco más respirable el contaminado aire nacional”. Tras ese largo paréntesis, los chilenos aceptaron que les diseñara una salida democrática de la dictadura, mediante una alianza política amplia. El prócer radical Enrique Silva Cimma lo reconocería hidalgamente: “cuando se haga un balance de aquella época, será imposible desconocer el desprendimiento y honestidad con que él guió los primeros pasos de esta nueva experiencia”.

Desgraciadamente, siempre más cómodos en el subdesarrollo exitoso, los chilenos no atinaron a colocarlo en el supremo sillón. Hoy, muy chilenamente, culpan del estropicio a los Presidentes que llegaron y hasta al propio Don Gabriel: “le faltó ambición”, confidencian. “Le sobró soberbia”, susurran. Ni siquiera sospechan que en esto hubo una responsabilidad de altísimo nivel. Una omisión notoria del Creador, que su arcángel no se atrevió a representar. Es que, por confiar demasiado en la excepcionalidad chilensis, el Altísimo no quiso aperar a Don Gabriel con ese mix de agresividad y pillería, en cuya virtud los politicos tragan sapos crudos diciendo que saben a centolla, creen que el desprendimiento es ingenuidad y juran que en política “todo vale”.

Pero el tiempo pondrá las cosas en su lugar. Gracias a ciertos contactos especiales, tengo en mi poder el texto  de la entrada “Valdés Subercaseaux, Gabriel”, de la futura Enciclopedia General de America Latina Integrada. Bajo el subtítulo “Enigma político”, allí se exponen las tres versiones básicas sobre el bloqueo a su candidatura presidencial. Cito:  
"
A fines del siglo XX, una corriente autocrítica estimaba que Chile no estaba maduro para un Presidente como él. Otro sector, llamado binominalista, sostenía que, por su aceptación en las izquierdas, centros y derechas, destruiría las ventajas del empate político. Un tercer sector, vinculado al anterior, alertaba que, con un Presidente como Valdés, Chile no podría mantener su bajo perfil tradicional”.
Con base en ese reconocimiento del futuro, sé que Dios seguirá bendiciendo a Don Gabriel. Sobre todo ahora, que lo tiene a mano.


José Rodríguez Elizondo
Martes, 4 de Octubre 2011



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Bitácora

10votos

Rodríguez Elizondo tras el paso de Piñera por la ONU. Entrevista de Carlos Saldivia publicada en El Mercurio de 25 de septiembre 2011


 

El experto en temas regionales analiza la réplica que el Presidente Sebastián Piñera dio esta semana en la ONU al Mandatario boliviano, Evo Morales, luego que éste pidiera en la Asamblea General que la entidad multilateral "acompañara el reclamo de su país contra Chile por una salida al Pacífico. También analiza la política exterior chilena con los países vecinos y el apoyo del Gobierno a Palestina. 

 

Como ex embajador, abogado, periodista, experto en temas bilaterales y autor de siete libros al respecto, José Rodríguez Elizondo conoce bien las maniobras de diplomacia internacional en las Naciones Unidas.

 

Tal vez por ello al analista no le asombró lo ocurrido esta semana en la Asamblea General de la ONU entre Chile y Bolivia, luego de que el Mandatario boliviano, Evo Morales, pidiera en Nueva York que la entidad multilateral "acompañara" el proceso de reclamo de su país contra Chile por una salida al Océano Pacífico. A juicio de Rodríguez Elizondo, "si la ONU fuera una asamblea de juristas, establecería que ya hay "cosa juzgada" en la materia limítrofe y daría por no escuchada la intervención de Evo Morales.

 

Las declaraciones del Mandatario boliviano generaron una réplica del Presidente Piñera en el organismo internacional, quien contestó en su intervención que "no existen asuntos territoriales pendientes con Bolivia", que el Tratado de Amistad de 1904 fue "válidamente negociado", aprobado por los Parlamentos y ratificado por los Gobiernos. Además, Piñera subrayó que Bolivia reconoció que ese tratado fue fruto de una "negociación libre y consentida" y de acuerdo al derecho internacional. Según Rodríguez Elizondo, la intervención de Piñera fue acertada y explica que percibe una mayor audacia en la actual política exterior de La Moneda que la que hubo durante el gobierno de Michelle Bachelet.

 

-¿Cuáles son a su juicio los elementos que marcan mayor diferencia entre el estilo de la política exterior Michelle Bachelet y la de Sebastián Piñera?

 

-Percibo mayor ejecutividad y audacia en el Presidente Piñera, en contraste con cierta tendencia a postergar decisiones por parte de la ex Presidenta Bachelet. Si se quiere, es la base de la diferencia entre la reactividad y la proactividad en el sector. Esto incide en un "empoderamiento" comparativamente mayor de Alfredo Moreno, respecto a los cancilleres de Bachelet.

 

-¿Cuáles cree usted que fueron los aciertos y debilidades de la intervención del Presidente Piñera en la ONU?

 

-Me pareció correcto su enfoque en los temas de Bolivia y del conflicto de Medio Oriente y necesaria su alusión al conflicto estudiantil chileno, aunque con esto haya desconcertado a muchos observadores. Percibo una debilidad, en cuanto no estimó necesario "contar la historia" del primer intento boliviano en la sede multilateral en 1920. Creo que era pertinente y pudo tener a mano párrafos sintetizados de la demanda boliviana de 1920, ante la Sociedad de las Naciones y de la decisión negativa de esa entidad predecesora de la ONU.

 

-¿Cómo analiza usted que Evo Morales expusiera en la Asamblea General sus aspiraciones marítimas y cuestionara el Tratado de 1904?

 

-El Presidente Morales suele ser impermeable a las razones propiamente jurídicas, en lo interno y en lo externo. Eso lo facultó para ignorar o dar por olvidadas las gestiones históricas para multilateralizar el diferendo con Chile. Según el ex canciller e historiador Conrado Ríos Gallardo, en 1920, ante la réplica de la delegación chilena, el tema ni siquiera se puso en agenda y Bolivia se retiró de la Asamblea. Las grandes potencias entendieron que la nueva organización se suicidaba al nacer, si aceptaba cuestionar los tratados de límites entre sus miembros. Desde esa perspectiva, si la ONU fuera una asamblea de juristas, establecería que ya hay "cosa juzgada" en la materia y daría por no escuchada la intervención de Evo Morales.

 

-¿Cómo evaluó la réplica del Presidente Piñera a Morales?

 

-La réplica fue dura, pero obligada. Para nuestro talante eufemístico tal vez sea impropio decir que Chile no debe nada a Bolivia, pero en realidad jurídicamente Chile no debe nada a Bolivia.

 

-¿En este contexto, cuáles serían los próximos pasos en la estrategia de Bolivia para presionar por una salida al Pacífico?

 

-Si primara el realismo, tendría que reconocer que "la diplomacia de los pueblos" es una utopía peligrosa y que la soberanía, por sí sola, no agrega ni quita a la calidad de los liderazgos nacionales. Tendría que asumir, por tanto, que el apoyo regional que recibió Bolivia en 1979 ya no se sostiene. Fue más una censura al gobierno del general Pinochet que un apoyo al desconocimiento del Tratado de 1904. En esa línea, tendría que recapacitar respecto a su salida voluntaria del diálogo con Chile, con su discurso del 23 de marzo (Cuando Morales anunció que recurriría a instancias jurídicas). Desgraciadamente, como en Morales tiende a primar el ideologismo, corre el riesgo de quedar entrampado entre la contestación por motivos internos y el pragmatismo con buenos modales de las otras naciones.

 

- ¿Cuál es el objetivo y las etapas de la estrategia de Bolivia para judicializar sus aspiraciones marítimas?

 

- Quizás como fruto de la gestión en Bolivia del embajador peruano Manuel Rodríguez Cuadros, Morales tratará de amarrar su destino al comportamiento del Presidente Ollanta Humala, sea cual fuere el fallo en La Haya. Sería un reflejo más estratégico que jurídico, pues cualquier jurista boliviano sabe que no hay similitud en cuanto a la naturaleza de las pretensiones. Mientras Perú alega la inexistencia de un tratado marítimo respecto a aguas colindantes, Bolivia alega la injusticia de un tratado de límites vigente y centenario. Ni siquiera establece un territorio concreto como objeto reivindicable. De esto se concluye lo que sostengo en mis libros y cátedra: la calidad de la relación chileno-peruana es decisiva para mantener la conflictiva ilusión boliviana o para aterrizarla en una mejor realidad.

 

- Considerando las elecciones que se aproximan en Argentina y el nuevo gobierno de Ollanta Humala en Perú ¿Cómo evalúa la relación vecinal que mantiene Chile con ambos países?

 

- En cuanto al Perú, hemos superado un peligroso curso de colisión, catalizado por su demanda marítima. La actual relación Piñera-Humala ha iniciado un curso de distensión que deben esmerarse en sostener y mejorar, previendo escenarios para después de La Haya. Respecto a Argentina, por historia, intereses nacionales y geopolítica, habría que seguir privilegiando los factores de unión. Si hay piedras en el camino conjunto, como la calidad del apoyo a la reivindicación argentina de las islas Malvinas o los casos de personas "extraditables", no hay que dejar que se transformen en obeliscos. Chile debe tener las mejores relaciones con cualquier gobierno argentino.

 


 Chile frente al conflicto entre Israel y Palestina

-Usted fue embajador de Chile en Israel. ¿Qué le parece que el Gobierno apoye el deseo de Palestina de ingresar a la ONU?

 

-Recuerde que es un apoyo sin mención de límites. Por tanto, prima un valor simbólico que, bien manejado, puede ayudar a que se reanuden las negociaciones israelo-palestinas, que es lo que les interesa a todos los que luchan por la paz.

 

-¿Qué diferencias observa entre la política exterior de Bachelet y la de Sebastián Piñera en relación con el conflicto entre Israel y Palestina?

 

-No veo diferencias en cuanto al posicionamiento histórico de Chile. Este supone apoyar las negociaciones que permitan la creación de un Estado Palestino y que garanticen la existencia del Estado de Israel dentro de fronteras seguras. Un matiz diferencial, sobreviniente, se produjo cuando el gobierno actual decidió reconocer la existencia de un Estado Palestino, en el marco de una campaña iniciada por Mahmud Abbas y liderada regionalmente por Brasil.


José Rodríguez Elizondo
Sábado, 1 de Octubre 2011



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Editado por
José Rodríguez Elizondo
Ardiel Martinez
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.





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