SEGURIDAD Y DEFENSA: Manuel Sánchez Gómez-Merelo




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Aunque el año 2015 será recordado como el año de las tragedias migratorias, donde millones de refugiados están en movimiento y más de cinco mil personas han perdido la vida en su intento por obtener refugio o una mejor calidad para su subsistencia, quince años después del cambio de siglo, también constatamos que nuestras seguridades presentan mayores vulnerabilidades y nuestra resiliencia precisa aumentar.


La era de la Inseguridad

Si bien la globalización económica ha conducido a un aumento de la riqueza mundial sin precedentes, al tiempo, está profundizando las desigualdades y la marginación, no sólo entre las personas, sino también entre países. En este sentido, el “circulo vicioso” de pobreza, desigualdad, frustración, criminalidad, exclusión, inseguridad y más pobreza, en el que parecen estar inmersos muchos países, está lejos de variarse.

No obstante, para hablar de la incidencia de la inseguridad derivada de la globalización, antes debemos de definir el concepto de “seguridad” en su ámbito común de actividad de los diferentes actores y sectores, así como, repensar los de bienestar, desarrollo y democracia, desde el ángulo de la sostenibilidad, pues demandan ser tratados como tarea vital, pese a seguir siendo todavía una asignatura pendiente.

También, en general, hay que tener en cuenta que, el término seguridad se arboriza, ganando definición en términos, como “seguridad privada”, “seguridad pública”, o “seguridad ciudadana”, y también nos obliga a ocuparnos de otros más abarcantes y recientes como “seguridad sostenible” o “seguridad humana”.

En cualquier caso, hay que partir de una clasificación general para el análisis, como es: Seguridad objetiva y seguridad subjetiva. La seguridad objetiva que es aquella que puede medirse cualitativa y cuantitativamente y es resultante de las acciones proactivas y reactivas programadas por el Estado y las Fuerzas de Seguridad Pública. Una seguridad objetiva que, según los datos y su forma de transmitirlos, puede llegar a causar alarma social. Por otra parte, la seguridad subjetiva es aquella que es percibida por el ciudadano en su propia vivencia y estado de ánimo, y, de cara a su calidad de vida, es más importante si cabe que la seguridad resultante de las cifras estadísticas y los estudios comparativos.
 

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Esta percepción de inseguridad, es la interpretación como inseguras de ciertas situaciones que él hace, en base a su experiencia y sentido común, y es el resultado de un complejo proceso subjetivo de definiciones y atribuciones de valor personal y social de la realidad.

La seguridad es, ante todo, un estado de ánimo y como tal, una cualidad intangible, cambiante, mejorable o empeorable por cuestiones puramente derivadas de la afectividad, la sensibilidad, el estado personal y, sobre todo, por la percepción diferente de la información que, en cada momento y circunstancia recibimos y procesamos o emitimos.

Por otro lado, la seguridad ciudadana es, sin duda, un valor y responsabilidad ineludible del Estado, enmarcada en el cumplimiento de los derechos humanos garantizados constitucionalmente junto con el ordenamiento internacional.

Los ciudadanos, cuando oyen hablar de inseguridad ciudadana, piensan en múltiples y muy diversos problemas o situaciones que pueden tener que ver con su entorno, desde el terrorismo, a la venta de droga en la calle, atracos con armas, violaciones o abusos sexuales, agresiones físicas, robos en domicilios, locales, vehículos, carteras y tirones de bolsos, amenazas, actos de gamberrismo, fraudes, estafas, etc., e incluso, recientemente, han incorporado la corrupción a su imaginario de amenazas.

Así, la inseguridad ciudadana se ha convertido hace ya tiempo en un desafío crucial para la gobernabilidad democrática y el desarrollo humano.

 



Con todo, a pesar de que en el núcleo de origen de esta inseguridad se halle en la amenaza de violencia derivada de conflictos  y desigualdades producidos desde el ámbito social, lo lamentable es que las políticas de seguridad ciudadana siguen estando más orientadas a contener o reducir los efectos extremos de estos conflictos (preferentemente la actividad delictiva dirigida contra los bienes privados) que a minimizar las causas, como lo son la exclusión social, la marginalidad y la desigualdad económica, y, en última instancia, el riesgo de ruptura social en el que cada vez estamos más inmersos.

En resumen, son pues, tiempos de miedo e inseguridad, en los que el discurso público se revela recurrente y es preciso apostar en conjunto y con rigor por un desarrollo humano, global y sostenible, que contemple medidas a corto, medio y largo plazo, imprescindibles para poner la “aldea global” en orden, y con capacidad generadora de una seguridad objetiva y subjetiva.

Habrá que salvar el obstáculo de que la delincuencia organizada y la criminalidad puedan alcanzar en ocasiones a deteriorar las relaciones sociales y humanas, distorsionando la vida cotidiana y afectando incluso a conceptos como la solidaridad ante las inseguridades, pero eso es un acicate más frente al desafío de seguir profundizando en un enfoque holístico de la Seguridad Humana, que permita abordar factores multidimensionales.
 

Combatir la resignación

Hemos de reaccionar frente a un sentimiento de resignación, que no es la fortaleza estratégica de la resiliencia sino impotencia destructiva, y dar un cambio decisivo e irreversible hacia un enfoque integral de la seguridad que suponga una continuidad en la reestructuración y modernización de los sistemas policiales y de la justicia para la plena y efectiva coordinación transfronteriza en el combate contra la delincuencia organizada, teniendo especialmente en cuenta que la seguridad es, según las encuestas, uno de los aspectos prioritarios para los ciudadanos.

Muestra de ello es que la percepción de inseguridad se ha incrementado en los últimos años como consecuencia de la ignorancia por parte de las autoridades, además de la manipulación mediática o difusión de informaciones poco rigurosas.

Es un hecho que, cuando se le da más tiempo de cobertura mediática a la delincuencia hay un efecto negativo por parte de los medios de comunicación que influye en la percepción del público. Los resultados indican que existe una relación entre el tratamiento informativo de la delincuencia por parte de los medios y la sensación de inseguridad.


Reducir las vulnerabilidades

La mayoría de las infraestructuras, personas y sociedades, sin importar el nivel de desarrollo cultural, social o económico, son vulnerables en muchos sentidos ante circunstancias y acontecimientos adversos, muchos de los cuales no se pueden predecir ni prever.
 

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Somos vulnerables ante las crisis económicas, crisis sanitarias, las amenazas terroristas, los desastres naturales, el cambio climático, los peligros de las actividades industriales, los conflictos o disturbios sociales, las actividades de organizaciones criminales, etc.

Y somos proporcionalmente vulnerables según las capacidades o limitaciones económicas y políticas, ubicación geográfica, niveles de la sociedad, falta de cohesión social o grandes desigualdades, instituciones poco efectivas, gobernanza deficiente, etc.

No obstante, la globalización no sólo se manifiesta en la mayor difusión del mal sino que, como efecto positivo, también la mayoría de los países, en las últimas décadas, están mejorado en cuanto a desarrollo humano, y a miles de millones de personas les está yendo mucho mejor, aunque queda mucho por hacer.

Así, el Informe sobre Desarrollo Humano 2013 reveló que más de 40 países en desarrollo (lo que incluye a la mayoría de la población mundial) consiguieron mayores incrementos de lo previsto desde el año 1990.


Aumentar la resiliencia

No obstante, para mejorar nuestras vulnerabilidades, hay que moverse y no sucumbir al miedo ni a la autocomplacencia para aumentar nuestra resiliencia.

Y para aumentar la resiliencia hay que analizar las cuestiones, tendencias y políticas más importantes en materia de desarrollo y seguridad de manera independiente y con base en las evidencias empíricas.

Para reducir las vulnerabilidades y evitar su intensificación, las autoridades y entidades deben implantar soluciones y establecer mecanismos de respuesta adecuados a través de directivas y reglamentaciones para minimizar los riesgos y garantizar que los sistemas respalden el bien común.
 

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Además, en esta globalización de las soluciones, para reducir la vulnerabilidad a amenazas transnacionales, se han de adaptar las estructuras de colaboración internacional para minimizar las crisis, pensando en global para mejor actuar en local, mediante la cooperación entre los Estados y el fortalecimiento de las organizaciones internacionales.

Por contra, la falta de coordinación, cooperación y liderazgo internacional frena el progreso hacia la solución de los problemas globales de seguridad y la reducción de las vulnerabilidades que amenazan el desarrollo humano y, por tanto, requieren de manera sistemática, la transformación y armonización de las normas sociales y políticas para un progreso equitativo y sostenible de las libertades y seguridades.

El impacto que causa una vulnerabilidad crítica es más que importante y, por ello, también hay que aumentar la resiliencia, es decir, la resistencia y gestión inteligente de la amenaza, manejando información coherente frente al desafío, y, para ello, se requiere algo más que reducir las vulnerabilidades.

Eliminar las restricciones a las que se enfrentan los directivos a la hora de actuar con mayor libertad y flexibilidad ante las incidencias es capítulo fundamental a la hora de implementar un nuevo y eficiente paquete de soluciones.

A lo largo del 2016, la identificación y el análisis de vulnerabilidades será una pieza importante dentro de los objetivos de la seguridad de instituciones y empresas y, especialmente, en lo referente a las infraestructuras estratégicas y críticas, que presentan un mayor riesgo.

La definición de las adecuadas políticas de seguridad, la implementación de soluciones globales y la adopción de mecanismos que permitan detectar de forma precoz la posible materialización de los riesgos o amenazas ha de ser un objetivo primordial para combatir estas más que potenciales incidencias.

Por todo ello, serán importantes las políticas para reducir las vulnerabilidades y aumentar la resiliencia como: la prevención de las crisis, la promoción e incremento de las capacidades, la cohesión y protección social, los acuerdos sobre el cambio climático, la prevención y reducción de los riesgos de desastres naturales, el control de las bandas organizadas y grupos de acción terrorista, etc.
 

Predicciones de amenazas y tendencias en 2016

Sin grandes dudas, y sobre la base del actual catálogo de riesgos, amenazas y vulnerabilidades, son las infraestructuras críticas y estratégicas las que presentan mayores posibilidades de ataque o incidencias. Los ataques contra este tipo de instalaciones se han incrementado en los últimos años y es esperable que esta tendencia continúe.

Así, hoy, múltiples aparatos inteligentes están en situación de riesgo notable. El Internet de las cosas seguirá evolucionando y las entidades y empresas necesitarán proteger de nuevas formas sus dispositivos inteligentes, en evolución permanente, siempre acompañada de los riesgos y amenazas que crecen en paralelo.

Como capítulo aparte dentro del análisis de las amenaza y tendencias, cabe destacar aspectos como la migración, el terrorismo, la inseguridad ciudadana y las consecuencias del fenómeno de la corrupción, todo ello en un marco de acción y convivencia global.

Migración. De acuerdo con la ONU, la migración internacional se ha disparado en los últimos años. Hace 25 años se registraban 153 millones de migrantes o refugiados en el mundo, en tanto que, en la actualidad hay 244 millones, un 60 por ciento más “Y millones han sido convertidos en los chivos expiatorios y en los blancos de políticas xenófobas y de una retórica alarmista”, según recientes declaraciones del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.
 

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Asimismo, los conflictos y la inestabilidad política han abonado esta migración en forma de refugiados que huyen de las zonas en conflicto. Así, en la actualidad, tan sólo por el conflicto derivado de la guerra en Siria, que dura ya cuatro años, hay más de 4 millones de refugiados y más de 7 millones de desplazados.

“Debemos recordar que aquellos que cometen actos de terrorismo quieren que estemos asustados. Si caemos en esta trampa, ellos habrán triunfado”, son, igualmente, las recientes palabras de Ban Ki-Moon quien aseguró que precisamos nuevos esfuerzos con urgencia e instó a crear un nuevo pacto global sobre la movilidad humana basado en una mejor cooperación entre los países de origen de tránsito y de destino.

Es por tanto urgente la inclusión de los nuevos excluidos en el escenario de análisis actual, tanto por protección como por justicia, y, egoístamente, porque, con ello, aumenta la inseguridad global y local de los países implicados o afectados.

Terrorismo. Aún cuando los conflictos y las guerras asimétricas no acabarán nunca, lejos de su pronta resolución estamos, si cabe, en uno de los más graves momentos de riesgo y amenaza a la seguridad global, además de la propia catástrofe experimentada en aquellas áreas de conflicto.

Salvo excepciones, los conflictos simplemente se están trasladando de un lugar a otro. Un flujo de siniestros intereses políticos y económicos parece estar en el ambiente. Lo sucedido, especialmente destacado en Nueva York, Madrid, Londres, Bruselas y este último año en París, ha puesto en evidencia que vivíamos en un orden social sustentado en la confianza y la autocomplacencia y que, el hecho consumado de los actos terroristas, ha roto la percepción de seguridad en base al impacto social que genera.

Los conflictos armados y guerras asimétricas que se inician con la intervención en Irak -incomprensible aventura de la historia moderna justificada tras los atentados de Nueva York y Washington-, el gobierno estadounidense, con el apoyo de una amplia mayoría de la comunidad internacional, decidió bombardear Afganistán, refugio de Bin Laden y que, como se ha dicho hasta la saciedad, no colmaba su sed de venganza, como así continúa.

Llegados a este punto, es necesario no perder el referente de que los costes de estas guerras asimétricas siguen aumentando de manera espectacular y sus “beneficios directos” se han ido reduciendo, por lo que, actualmente, solo tenemos conflictos allí donde la riqueza material es objetivo de botín a repartir, como son las materias primas y los combustibles fósiles.

Con el inicio en una guerra no querida, la de Irak; un conflicto soportado, el de Siria; y unos ataques importados, los de los países europeos, la historia continúa con cada vez mayor amenaza y sufrimiento por parte del terrorismo yihadista.
 

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Inseguridad ciudadana y corrupción. Aunque es cierto que, en general, los países de la Unión Europea tienen indicadores de criminalidad estables, distintos países, principalmente latinoamericanos, presentan cifras de homicidios superiores a las de las naciones en conflicto armado.

Estas cifras han llevado a la Organización Mundial de la Salud a calificar los homicidios en Latinoamérica como una “epidemia” –más de 10 asesinatos por 100.000 habitantes- y tendencia en la región a convertirse en la más insegura del mundo, de acuerdo a datos del Banco Mundial. Y lo que es más grave es que, más allá del trauma y sufrimiento, el crimen y la violencia no sólo conlleva costes sociales económicos desorbitados que van desde el 3% del PIB en Chile y Uruguay, hasta más del 10% del PIB en Honduras, sino que organizaciones criminales ya actúan de manera transfronteriza, incluso situándose en países europeos.

Pero, también la corrupción está generando inseguridad, pues vivimos momentos de especial impacto, tanto en la realidad como en la percepción ciudadana sobre la inseguridad que están provocando los elevados niveles de corrupción.  Esta lacra se pueda entender como un fenómeno nocivo, vasto, diverso y global cuyos protagonistas pertenecen tanto al sector público como al ámbito privado, y está llevando a momentos de indignación y protesta cercanos al movimiento ciudadano, pues no se refiere al simple saqueo de recursos del Estado –al fin y al cabo de todos- sino que incluye el ofrecimiento y la recepción de sobornos; la malversación y la negligente asignación de fondos y gastos públicos; la manipulación de precios; los escándalos políticos o financieros; el tráfico de influencias e información privilegiada; la financiación ilegal de partidos políticos; la parcialidad o dudosas decisiones judiciales; el amiguismo o sueldos exagerados de amistades, a pesar de su incapacidad; los concursos amañados sobre obras o servicios o la indebida calificación de las mismas; la compra de equipamiento de mala calidad o encarecidos, etc.
Todo ello genera consecuencias significativas pues la corrupción reduce la eficiencia del gasto público y distorsiona la estructura del aparato productivo, pues su incidencia está basada en las decisiones administrativas sobre recalificaciones, permisos, etc.

La corrupción desalienta al contribuyente pues la eficacia del sistema recaudatorio se asienta sobre un conjunto de condiciones, incluida la conciencia social, que consigue que los ciudadanos acepten como un deber contribuir al esfuerzo común. La comprobación de la impunidad de quienes desafían a la norma desalienta su sentimiento de protección, pues la corrupción deteriora la confianza en los organismos de control, y ello genera también una percepción básica de inseguridad al ciudadano.

Con este panorama, y a modo de conclusiones, podemos decir que, en relación con la seguridad, tanto global como local, la actual sociedad requiere de un punto de vista nuevo y discriminador, además de una determinada manera de entender el tiempo, que es más corto, y el espacio afectado, que es más grande pero próximo.

Tenemos una especial responsabilidad en seguir avanzando en el cambio de paradigmas de seguridad, imprescindibles para acometer los nuevos retos y modernas exigencias de la sociedad en que vivimos. Hemos de analizar y actuar sobre aspectos de seguridad con una visión holística, pues el mundo no está formado por piezas separadas y aisladas, sino conjuntos que guardan una relación compleja y sinérgica entre sí. Y hemos de seguir avanzando en global para mejor actuar en nuestra dimensión local y ciudadana.

En ese trayecto, el ciudadano habrá de entender la ciencia de la paciencia y la visión objetiva, que nos llevará a una resiliencia y un equilibrio ponderado que no desmesure la percepción de inseguridad y nos permita aguardar las soluciones y gestionar las que estén en nuestra mano de manera inteligente.


Antes de hablar de protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa, hemos de tratar con especial definición y rigor los riesgos e inseguridades, institucionales y empresariales, y todo ello, dentro del marco actual de inseguridad globalizada.


Como es sabido, las principales raíces de la inseguridad suelen estar en la pobreza, la injusticia, la impunidad, la corrupción, los Estados débiles o fallidos, las estrategias de desestabilización, y también en la falta de capacidad para entender y atender los problemas que generan las distintas inseguridades existentes en México, como son:
  • El contrabando de armas por el crimen organizado, como grave amenaza para la paz y seguridad, con amplias dificultades de verificación y control.
  • El trasiego de droga por carteles latinoamericanos en México, país de producción y trasvase de drogas.
  • El espionaje y sus nuevos escenarios de las TICs, con un planteamiento ciertamente agresivo y con gran impacto.
  • Las emergencias y catástrofes derivadas en muchos casos del cambio climático.
  • Las vulnerabilidades en infraestructuras estratégicas y críticas, con graves amenazas y actividades ilícitas, como el “ordeño” de gasoductos de Pemex.
Se conocen como Infraestructuras Estratégicas aquellas en donde descansa el funcionamiento de servicios esenciales y, como Infraestructuras Críticas, las definidas como el grupo de las Estratégicas cuyo funcionamiento es indispensable y no permiten soluciones alternativas.
 
Aeroview b.v. - Rotterdam

Ambas se encuentran entre los principales objetivos y presentan un catálogo de riesgos y amenazas múltiples, principalmente, aquellas instalaciones que por definición son indispensables y sin alternativas inmediatas para la función de que se ocupan.
Para todo ello, hemos de definir e implementar un especial Modelo de Gestión de Riesgos constituido por un:

Marco SITUACIONAL con el Análisis de Vulnerabilidades y Amenazas y un esquema de Gestión Integral del Riesgo.

Marco ESTRATÉGICO, que integre los ejes de acción, alineación y la propia arquitectura de la seguridad.

Marco OPERATIVO, constituido por la Gestión de Riesgos y Amenazas, Planificación y Evaluación de la Gestión.
 

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Alineación con la Seguridad Corporativa
La protección de instalaciones estratégicas requiere en sí misma un planteamiento y alineación con la seguridad corporativa o institucional desde la base, o lo que es lo mismo, desde la identificación, análisis y evaluación de los riesgos, amenazas y vulnerabilidades vistos desde un enfoque global y tratados de forma integral e integrada en el propio funcionamiento personalizado en cada caso y circunstancia.
Así, comenzaremos por la configuración de un catálogo y mapa de los riesgos corporativos o de la organización, donde tendremos en cuenta:

  • Los Riesgos de la Actividad, aquellos que debemos asumir como explícitos.
  • Los Riesgos Financieros, como son los riesgos de mercado.
  • Los Riesgos de Liquidez.
  • Los Riesgos de Crédito, etc. que debemos gestionar y
  • Los Riesgos Operativos o de la propia organización, que debemos minimizar.
Con todo ello hemos de desarrollar el Sistema de Planeamiento y Administración de Riesgos, a través del desarrollo de:
  • Una específica Política de Seguridad.
  • Un Análisis de Riesgos y Amenazas.
  • Un Sistema de Requerimientos propio.
  • Un Diseño de la Arquitectura de Seguridad.
  • Un Desarrollo de Procedimientos y su implementación y
  • Un Control y Auditorias periódicas.
     
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Gestión Integral del Riesgo Corporativo
Nuestra base de desarrollo y objetivo irreversible debe ser el planteamiento de una Seguridad Integral e integrada (física y lógica), a través de la aplicación de un método objetivo, una valoración equilibrada y un programa de decisiones de cobertura con una Organización de Seguridad en base a recursos humanos, internos y externos, permanentes y temporales.
Asimismo, contaremos con un proyecto de estudio y desarrollo de los Medios Técnicos de Seguridad, constituidos por los sistemas de protección contra la intrusión y agresión, los sistemas de videovigilancia y control, los elementos de seguridad pasiva y arquitectónica, los sistemas de control de acceso, las instalaciones de protección de las comunicaciones, información e informática.
Finalmente, todo ello requerirá de un programa de Medidas Organizativas con los correspondientes Manuales de Procedimiento y Auditorias, Planes de Emergencia y Contingencias, completado con unos Programas de Formación y Capacitación adecuados a la actividad y organización.
Todo ello, a la búsqueda del grado de seguridad adecuado, en equilibrio entre previsiones, costes y eficacias.

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En este sentido, la protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa requiere igualmente su incorporación al Programa de Seguridad Ciudadana, con una verdadera cooperación e integración entre la Seguridad Pública y la Seguridad Privada, cuyas bases de relación han de estar fundamentadas en la confianza, colaboración, transparencia y profesionalización.

Inteligencia y Seguridad Institucional
Como parte integrante de su Plan Director de Seguridad, toda actividad y organización corporativa o institucional estratégica requiere del desarrollo de un adecuado Plan de Inteligencia, basado y desarrollado a partir del esquema mínimo del Ciclo de Inteligencia, con una Dirección y Planificación de los objetivos, un Plan de Obtención de la Información, un Programa de Procesamiento y Análisis, así como su Plan de Difusión de la información elaborada para la correspondiente toma de decisiones.

Gestión de Crisis. Nuevos Paradigmas
La gestión de crisis requiere de nuevos paradigmas pero, sin perder el referente de que vivimos en una sociedad global, con los principales valores de la sociedad en cambio permanente, con incidencias importante por los avances tecnológicos constantes, con un desarrollo espectacular de las redes globales (en pleno desarrollo de nuevos mercados y actividades online) y una ruptura de fronteras en el ciberespacio (nuevos eventos de gran impacto global).
Como consecuencia, necesitamos pensar diferente pues la actual sociedad y sus inseguridades requieren de un punto de vista nuevo y diferenciador. Hemos de caminar hacia un pensamiento cuántico, que ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo, y servir para romper nuestros hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos.
Tenemos que contar con nuevos conceptos para su aplicación como la resiliencia del funcionamiento, tecnologías, recursos humanos, etc. siempre bajo unas nuevas dotaciones especiales de confianza e incremento de los controles para la mitigación de los riesgos y amenazas, teniendo especialmente en cuenta a los verdaderos actores de la crisis y su tipología derivada de su naturaleza u origen, su dinámica y tiempo de reacción, su amplitud, gravedad e impacto.

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Para todo ello, precisamos definir nuestro Ciclo de Gestión de Crisis poniendo atención y medios en una preparación específica, planificación, diseño e implantación de la estructura de gestión, así como formación, capacitación, simulaciones, etc.
Es imprescindible un Plan de Prevención, análisis y gestión de riesgos, que desemboque en el establecimiento de los sistemas y protocolos de vigilancia y alerta temprana, como respuesta ante emergencias y contingencias, pero no se dará un estricto reconocimiento de la crisis y sus correspondientes sistemas de activación y respuesta, si no se tiene especialmente en cuenta la resiliencia, es decir, los procesos y tiempos de recuperación y resolución de impactos, su evaluación y revisión.

Plan Director de Seguridad
 Con una visión holística e integral, hemos de configurar el Plan Director de Seguridad dentro del marco legal correspondiente junto a la adopción de la normativa técnica armonizada donde los nuevos conceptos, las tecnologías y el “cloud” nos presentan especiales oportunidades.
 Plan Director que requiere igualmente una jerarquización dentro del marco institucional.

A modo de conclusiones
 La protección de instalaciones estratégicas y seguridad corporativa hace preciso, por tanto, una rigurosa identificación de los riesgos e inseguridades, su alineación con la propia seguridad corporativa o institucional, la aplicación de un programa de inteligencia y seguridad, la colaboración e integración de la seguridad pública y privada, el desarrollo de un plan de gestión de crisis y la elaboración e implantación de un Plan Director de Seguridad.
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Resumen del ciclo de conferencias dictado en el Instituto Latinoamericano de Seguridad Estratégica en México (noviembre de 2015)

Concluyendo que son continuas las señales de alarma, las más que percepciones de inseguridad que están viniendo por todos los frentes: económicos, sociales, políticos y culturales y están provocando una sensación generalizada de múltiples problemas generalizados, hemos de realizar nuevos y revolucionarios planteamientos de la gestión de la seguridad, ahondando en el pensamiento cuántico.


Estamos inmersos en grandes tensiones socioeconómicas, políticas y ambientales que siguen derivando en crisis basadas en el incremento de las desigualdades económicas y sociales, con mantenimiento de grandes bolsas de desempleo, delincuencia organizada transnacional, migraciones obligadas por el terror o por las carencias básicas sociales, etc.
Todo ello, sin perder de vista que a poco más de una década de los terribles atentados terroristas de septiembre de 2001 en los Estados Unidos donde se provoca la ruptura del último paradigma de seguridad, la preocupación por ésta sigue siendo una de las cuestiones prioritarias para todo el mundo, pues no solo se ha destrozado el modelo, sino todo el sistema de lo que podemos y debemos llamar Seguridad Humana. Una amenaza difusa y confusa de terrorismo que vive entre nosotros.
No obstante, esta ruptura del paradigma de seguridad, especialmente reflejada por atentados terroristas, está lejos de ser el único problema de inseguridad.
Hablemos pues de nuevos paradigmas cooperativos y holográficos, necesarios para afrontar eficazmente la multitud de nuevos retos y nuevos desafíos transfronterizos que precisan un enfoque multilateral, integral, e incluso universal.
Es el momento de implementar una visión de conjunto orientada a la búsqueda del mejor resultado y del bien común, con análisis y abordajes sinérgicos que puedan desembocar en una verdadera Seguridad Humana.
Todas las fuerzas en concurso han de limar diferencias y apostar por valores y soluciones que conduzcan a un modelo de seguridad única que pueda agilizar la implantación de una plataforma de integridad que consolide las bases del bienestar de una sociedad actualmente inmersa en crisis prologadas, fracasados sistemas socioeconómicos y sociopolíticos, amenazas terroristas globalizadas y repercusiones de Estados fallidos o en descomposición.
Cada día se suman nuevas amenazas que representan nuevos retos y, consecuentemente, requieren nuevas exigencias de seguridad que ya sólo admiten un planteamiento de conjunto en base a un pensamiento holístico.
Así pues, hemos de ponernos en movimiento y sacudirnos la pereza, el miedo, el desconocimiento y, especialmente, las rigideces de esquemas reactivos, y hemos de hacerlo entre todos, cada uno en su ámbito (seguridad pública y privada) con sus fuerzas en colaboración, siempre con prudencia y también con firmeza y, sobre todo, con esa imprescindible visión integral, holística y proactiva.
Pero, si seguimos pensando con la mente lineal de siempre no es posible modificar nuestro modelo social, basado en un individualismo patológico con preguntas sin respuesta de: ¿cómo vamos a salir de esta situación?, ¿quiénes nos van a ayudar?, la clase política con su actual radicalismo e inmersa en generalizados síntomas de corrupción?, ¿las corporaciones económicas, más vinculadas con los problemas que con las soluciones?, ¿los medios de comunicación que anteponen intereses de audiencia a cualquier otro?
Necesitamos una revolución copernicana de pensamiento que nos permita sacar la cabeza de la zona cómoda del geocentrismo aprendido, porque, al igual que la tierra resultó no ser el centro del cosmos, llegará el momento en que podamos comprender y demostrar que cada país, cada bandera y cada credo no son el centro de nada ni pueden seguir beneficiando a nadie si no benefician a todos.
Tenemos que poder entender y defender una visión más alta y amplia y esa adaptación requerida es urgente porque nuestros antiguos paradigmas han quedado obsoletos y no tenemos el repuesto. La situación es cada vez más compleja y se requiere aumentar la velocidad hacia esos nuevos modelos de entender lo global ya que todavía nos quedan por vivir amenazas emergentes nunca antes enfrentadas.


Renovar los circuitos del pensamiento
Para empezar, hemos de aprender a renovar los circuitos de nuestros cerebros corporativos de seguridad.
La necesidad de cambiar de paradigma es real e imprescindible. Muchos hablan del término pero pocos lo entienden o están haciendo algo nuevo por impulsarlo en sus ámbitos. Hay quien piensa que se trata simplemente de un modelo teórico o de una forma de pensar. Es algo más. Significa todo un marco conceptual que engloba nuestras ideas inconscientes y nuestros valores más arraigados y que enfoca íntegramente nuestra realidad mental y emocional, pero, sobre todo, determina nuestras expectativas y proporciona respuesta a las preguntas y estructura nuestro punto de vista allá donde lo estemos aplicando.
a) El Pensamiento Racional, lógico y guiado por las reglas que da lugar a conceptos y categorías del paradigma newtoniano de partes.
b) El Pensamiento Asociativo, vinculado a los hábitos, similar al paradigma ondulatorio newtoniano, según el cual todo está entrelazado.
c) El Pensamiento Creativo, capaz de romper las reglas y de crearlas y que se comporta de forma similar a las estructuras emergentes que encontramos en el paradigma cuántico.


De ellos, cabe destacar el pensamiento asociativo o pensamiento paralelo, que nos permite reconocer pautas, aprender habilidades y está arraigado en nuestra experiencia física y emocional. Es de tipo “ensayo y error”.
 

Creatividad y pensamiento cuántico
Dicho que el cambio de paradigmas de seguridad es imprescindible para acometer nuevos retos y exigencias en la sociedad que vivimos, hemos de analizar y actuar sobre aspectos de seguridad con una visión holística, pues el mundo no está formado por piezas separadas y aisladas, sino conjuntos que guardan una relación compleja y sinérgica entre sí.
Es el momento de avanzar y revisar las viejas leyes newtonianas de comportamiento que también afectan al panorama de las seguridades.
La newtoniana es una ley simplista marcada por la idea de “o lo uno o lo otro” y el culto al experto, con leyes férreas de predicción, control y programas.
La ciencia cuántica nos dice que el mundo es de una pieza, es holístico por tanto, la humanidad se enfrenta irremisiblemente a un “salto cuántico” hacia un futuro en el que el todo esté presente siempre al tiempo que la parte.
La actual sociedad y sus seguridades requiere de un punto de vista nuevo y diferenciador, y una determinada manera de entender el tiempo, que es más corto y el espacio, que es más grande, de la mano de la lógica, la inseguridad y la causalidad, que son invitados permanentes.
Hay que dar un salto hacia lo desconocido, hacia un cambio de paradigma de seguridad que enfoque los problemas de manera cuántica. El espacio y el tiempo cuánticos poseen escaso significado. Los sucesos cuánticos son incontrolables, se producen sin causa aparente y un principio cuántico de incertidumbre sustituye a las leyes de la naturaleza predecibles hasta ahora.
En este sentido, el pensamiento cuántico ha de ser creativo, intuitivo e inclusivo y servir para romper nuestros hábitos, modelos mentales y paradigmas ya obsoletos.
El pensamiento cuántico es holístico y unifica, contempla y relaciona todos los datos, integra los procesos del pensamiento en serie y asociativo pero, para pasar a esta forma de pensar, hemos de hacerlo desde fuera de nuestros esquemas obsoletos, reactivos y rutinarios habituales.
En cualquier caso, no hay que minusvalorar que la revolución newtoniana supuso el gran estallido del pensamiento en serie, el pensamiento oriental hizo florecer el pensamiento asociativo y el pensamiento cuántico lo que hace es dar un salto hacia una perspectiva situada más allá.
Atrevámonos a saltar.

Manuel Sánchez Gómez-Merelo
Consultor Internacional de Seguridad
Miembro experto de la Comisión Nacional de Seguridad Privada
Vocal de la Junta Directiva de AES, Asociación Española de Empresas de Seguridad

Artículo publicado en el Boletín 55 de AES


Francia ha vivido el peor ataque terrorista de su historia, que ya ha sido reivindicado por el Estado Islámico (EI): “Ocho hermanos ataviados con cinturones explosivos y ametralladoras atacaron objetivos seleccionados con precisión en el corazón de la capital francesa”, señala el comunicado publicado en foros yihadistas y redes sociales.


Terrorismo y vulnerabilidades -vs- inteligencia y seguridad
El último balance de los hospitales públicos de París referencia 352 víctimas. 129 muertos, 99 heridos en “extrema gravedad” y más de 100 en “urgencia moderada”.

Un atroz atentado que ha tenido una serie puntos de acción planificados cuidadosamente por tres grupos de terroristas.

Hacia las 21 horas de la noche del viernes 13 de noviembre se inician, casi simultáneamente, los ataques en seis puntos diferentes de los céntricos barrios 10 y 11 de París.

La acción más importante y objetivo principal, se ejecutó en la sala de espectáculos Bataclan donde tres terroristas entraron durante el concierto, tomaron rehenes y dispararon indiscriminadamente durante dos horas con subfusiles tipo kalashnikov, matando a 89 personas.

Las otras intervenciones fueron en el local Belle Équipe, en el bar Le Carillon, restaurante Le Petit Cambodge y el Boluevar Fontaine. También, en el estadio en Saint-Denis, durante el partido de fútbol entre Francia y Alemania, tres atacantes detonaron sus explosivos en las proximidades, matando a una persona. El partido continuó para evitar el pánico y, sólo cuando la policía aseguró todas las salidas, se produjo la evacuación con cientos de personas cantando La Marsellesa mientras abandonaban la instalación deportiva.

Unas acciones ejecutadas por tres equipos de terroristas coordinados con mucha organización, tiempo y conocimiento del medio donde, una vez más, la realidad ha superado a la ficción, reflejada en la película Made In France (a punto de estrenarse), que justamente cuenta cómo un periodista franco-musulmán se infiltra en una célula yihadista ubicada en el centro de París, cuyo objetivo era planear un ataque que causara el caos en la capital.

Después de estos ataques simultáneos en París, el presidente de Francia, François Hollande, ha decretado el Estado de Emergencia, que contempla protocolos de seguridad excepcionales para mantener el orden público, aplicados por primera vez en el conjunto del Estado. Un Estado de Emergencia que permite a las fuerzas del orden restringir la circulación de vehículos y personas, ordenar registros, decretar arrestos domiciliarios a personas “cuya actividad resulte peligrosa para la seguridad y el orden público” e, incluso, instaurar “medidas para asegurar el control de la prensa”.

Terrorismo y vulnerabilidades

El terrorismo islamista es un fenómeno a abordar con inteligencia y visión holística, para lo que es imprescindible tener en cuenta dónde están verdaderamente nuestras vulnerabilidades, y, en cualquier capital moderna éstas se pueden contar por miles, refiriéndonos simplemente a todas las infraestructuras estratégicas y críticas para el funcionamiento de los servicios esenciales del país o los lugares simbólicos que sean susceptibles de convertirse en escaparates del terror, y que reciben constantes y crecientes amenazas de acciones por parte del terrorismo yihadista.

En este sentido, el caso y la situación de España, citada y amenazada frecuentemente en comunicaciones de los grupos terroristas, aunque muy lejos de parecerse a la de Francia, Rusia, Holanda o Inglaterra, nos pone también en el punto de mira de los terroristas.

En España, las fuerzas de seguridad desarticularon este año varias células que ideaban atentar. Casi 200 islamistas están en prisión y más de 600 radicales han sido arrestados desde el 11-M.

En un mundo globalizado e hiperconectado, donde los métodos empleados para ejecutar las matanzas pueden ser estratégicos, suicidas, complejos y diferentes, nos vemos obligados a contemplar un nuevo planteamiento de nuestras seguridades a través del análisis de nuestras propias singularidades y puntos débiles, pero, además, es imprescindible el estudio profundo del talante, talento, fortalezas, debilidades y voluntad del agresor, que muestra en todas sus acciones el objetivo común de provocar el máximo daño indiscriminado y hacerlo con la mayor crueldad, a la búsqueda de un potente resultado mediático y psicológico complementario: La limitación de nuestro bienestar y libertades a través del temor, bajo la consigna de: “Mata a uno y asustarás a miles, mata a cientos y asustarás a millones”.

La habilidad del grupo Estado Islámico para perpetrar los ataques mortales en París revela una creciente sofisticación y nueva estrategia de gran impacto social, así como el alcance global de la red de los yihadistas.

Por otro lado, la intensidad de los procesos de radicalización yihadista vienen alcanzando en diversos países europeos cotas sin precedentes, sobre todo entre jóvenes, descendientes de inmigrantes musulmanes, afectados por una explosiva combinación de insatisfacción existencial, privación relativa, odio inducido y crisis de identidad.

No debemos olvidar, además, que no se trata de una amenaza lejana y de intermitente acercamiento, sino que, como ratas de cloaca, tenemos al enemigo en casa, pero es difuso, confuso, vive entre nosotros y usa los instrumentos de comunicación de la sociedad globalizada en donde habita. En este enfrentamiento, esencialmente delicado y asimétrico, nuestras plurales comunidades, sus múltiples facetas y lugares de actividad plagados de vulnerabilidades, además de su natural funcionamiento en libertad, representan una añadida facilidad para la existencia de nidos ocultos y objetivos asequibles para los terroristas.

Seguridad e inteligencia

En definitiva, estamos viviendo una situación frente a la que se presentan dos sentimientos consecuentes: el miedo y el desafío ante la violencia.

El miedo es de por sí un “precautor” que, si no se trasciende, inmoviliza, por lo que debe calmarse con medidas policiales y de seguridad que nos “empoderen” y nos permitan percibir la sensación subjetiva de estar a salvo para que nuestro día a día vuelva poco a poco a la normalidad, al tiempo que dejamos de alimentar el ego de los asesinos con la constante repercusión mediática de las consecuencias de su matanza o amenazas.

No debemos olvidar que el terror yihadista, por desgracia, multiplica a diario la cifra de fallecidos en muchos otros países, sin que éstos -o nuestra comprensión y compasión- aparezcan en primera plana de los diarios, ni sus caras inunden nuestras cadenas de televisión. Esos otros, los muertos sin rostro, piden también entrar en nuestras estadísticas y en nuestros planes de acción, convirtiendo la paz y el bienestar de los suyos en un reto tan importante como los de los nuestros.

El desafío que representa el guante lanzado al corazón de Francia por los terroristas es delicado de recoger. Por una parte, responder al terror con el terror ya tenemos experiencia sobre la terrible e inútil reacción en cadena que provoca, pero, la necesaria respuesta nos puede enfilar hacia dramatismos que es preciso enfriar.

Gobierno y sociedad pueden vencer al terrorismo con las armas de la democracia, aun a costa de mucho dolor, y siempre que seamos capaces de mantener la sangre fría frente a los previsibles y sucesivos ataques terroristas.

En principio, en Francia han tenido que recurrir a medidas de excepción que el Estado de Emergencia permite y que, inevitablemente, conllevan recortes de ciertas libertades y garantías jurídicas, así como unas medidas más férreas en cuanto al establecimiento de controles aduaneros.

Habría que considerar siempre y en todo caso el coste del miedo, ya que, si se llegara a impedir el traspaso de fronteras, restringir la entrada de refugiados e inmigrantes o dificultar la ayuda humanitaria, estaríamos ante un problema ético, económico y social de primer orden sobre el que la comunidad internacional debería responder de manera inteligente, respetuosa, eficaz, equitativa en cualquiera de sus aspectos.

En cualquier escenario, es totalmente necesario un planteamiento riguroso y meticuloso de las medidas a tomar, comenzando por un incremento de la inteligencia, tanto para el análisis y la adopción de soluciones en el origen del propio terrorismo, como para su aplicación en los procesos de control y vigilancia de movimientos de grupos o células terroristas, así como para el control, igualmente riguroso, de migrantes.

Con relación a esto, no se pueden repetir improvisaciones como las que han permitido deficiencias de protocolo del tipo de las que estamos sufriendo en estos momentos, en parte como consecuencia de una falta de previsión en la política de “puertas abiertas”, o la puesta en marcha de “ayudas de emergencia” descontroladas, haciendo posible una brecha realista en la seguridad, lo que supone una potencial filtración de terroristas entre los migrantes o refugiados de caótico acceso.

Como conclusión, seguridad e inteligencia son un binomio indisoluble como partes de un mismo objetivo, que, ahora especialmente, de forma integral e integrada, deben avanzar y potenciarse en un despliegue de iniciativas sensatas y preventivas contra la amenaza real de ese enemigo de alcantarilla, difuso y confuso que vive entre nosotros.

Seguridad: Factor Clave para el Turismo


El turismo se ha convertido en una actividad prioritaria para cientos de millones de ciudadanos y la seguridad afecta a todos los individuos. En el año 1950 el movimiento turístico mundial era de 22 millones de personas, en el año 2014 han sido 1.138 millones las personas desplazadas fuera de sus fronteras.
 
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En la actualidad, la inseguridad ciudadana y  el terrorismo son una grave amenaza para los movimientos turísticos de muchos países.

El principio VII de la Declaración de La Haya sobre tu rismo dice que: “La seguridad, el respeto de la dignidad y la protección de los turistas son requisitos previos del desarrollo turístico”. Por este motivo, es indispensable que las medidas encaminadas a facilitar los viajes, las visitas y las estancias turísticas se acompañen con medios destinados a garantizar la seguridad y la protección de los turistas y sus actividades.

El turista es muy sensible a la inseguridad y prioriza aquellos destinos que presentan minimizado el riesgo y le permiten emplear su tiempo de ocio sin otra preocupación que la de disfrutar. Es exigente, y también lo es con la seguridad.

En este sentido, no se trata solo de garantizar la seguridad ciudadana en general. La  demanda de seguridad está asociada a la condición de turista y la necesidad de sentir protegidos sus movimientos dentro de una ciudad o país, especialmente, teniendo en cuenta que el turismo se ha convertido en un eficaz instrumento de crecimiento socioeconómico, incluso de subsistencia para muchos de ellos. Actualmente, los ingresos por turismo representan más del 9 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. En España, con 65 millones de visitantes, los ingresos superan el 15 por ciento del PIB.

Hasta ahora,  en los países en vías de desarrollo, la seguridad turística no ha tenido la importancia que debería tener para todos los organismos competentes del sector publico y privado encargados de combatir la inseguridad que afecta directamente al sector económico, social, jurídico y político de cualquier país.

Pero, ¿Qué es la seguridad para el turismo? Podemos definirla como un “Conjunto de medidas, condiciones objetivas y percepciones existentes en el ámbito social, económico o político de un destino turístico, que permiten que la actividad turística se desarrolle en un entorno de libertad, confianza y tranquilidad, y con la mayor protección física, legal o económica para los visitantes y sus bienes”.

La seguridad para el turismo la podemos englobar básicamente en seis puntos:

  1. La Seguridad Pública, como el sistema que permite el libre desplazamiento del turista por el destino con protección, atención a dependientes, etc.
  2. La Seguridad Sanitaria, como el sistema de prevención, emergencia y protección que permite la asistencia médica al visitante durante su desplazamiento en el destino turístico.
  3. La Seguridad Informativa, como el sistema de comunicación que permite con garantías el conocimiento de la oferta y características del destino.
  4. La Seguridad Económica, como sistema de garantías del viajero y reaseguro para prevenir riesgos desde la perspectiva económica y financiera.
  5. La Seguridad de los Servicios, como el sistema que permita la protección por los distintos establecimientos de servicios turísticos y recreativos (hoteles, restaurantes, áreas culturales y de ocio, etc.) del viajero en los destinos turísticos.
  6. La Seguridad en Eventos, como el sistema que permite la prevención y protección durante la participación en eventos sociales, deportivos, musicales, recreativos, culturales, etc. del visitante.
Con todo ello, se trata de contribuir a posicionar los destinos turísticos con una imagen de seguridad ante cualquier tipo de potenciales incidentes, bien sean delictivos o violentos, desastres naturales, accidente o enfermedad, etc.

Un destino turístico que presente una imagen en el mercado de “destino inseguro” directamente suele causar una desvalorización del mismo en el mercado y hacer que la demanda lo margine en la elección.

No obstante, es importante recordar que la seguridad es una variable de valoración totalmente subjetiva, ya que es interpretada de distinta manera de acuerdo a la información previa y la percepción particular que se tenga sobre los riesgos reales o potenciales, dentro del marco de un lógico equilibrio individual y colectivo.

Igualmente, es importante tener en cuenta que la seguridad del sector turístico no supone, solamente el desarrollo de un servicio social, sino que también forma parte de su sistema de producción y desarrollo sectorial y, por lo tanto, muy vinculado a la competitividad y calidad de sus estructuras institucionales y empresariales.

Por este motivo, la remodelación y modernización de las estructuras de seguridad y dotaciones policiales, de salud, de emergencias, de justicia, de transporte, de comunicación, de atención y apoyo, etc., son fundamentales para garantizar la demanda de servicios de los turistas y visitantes y su protección de la vida, de la salud, de la integridad física, psicológica y económica.

Desde una visión pragmática, es necesario globalizar estas condiciones básicas de seguridad  para incorporar las diferentes variables y crear un plan integral de seguridad aplicable en los diferentes países.

INSEGURIDAD Y TERRORISMO

El sector Turismo es uno de los más sensibles a la falta de protección, y su imagen se daña fácilmente cuando el riesgo y las amenazas se ponen en conocimiento de los potenciales visitantes.
 
No obstante, hay que diferenciar entre la delincuencia y el terrorismo porque no son lo mismo. En el sector del turismo y los viajes, los delincuentes necesitan a la industria turística, con la que mantienen una relación parasitaria y, aunque esto afecta a la actividad, no busca destruirla. De hecho, muchas formas de crimen organizado han encontrado tradicionalmente que el turismo puede ser una manera orientada a generar y lavar dinero. El terrorismo por su parte, busca destruir al la industria del turismo y su objetivo es causar el mayor daño que sea posible a la economía local, como parte de una estrategia de guerrilla absoluta.
 
Así, el terrorismo es un problema crónico que es muy probable que se mantenga presente en muchos países durante largo tiempo si no se toman medidas drásticas y globales.
 
El terrorismo puede tener éxito al atemorizar a ciudadanos y visitantes, al hacer que los viajes sean menos deseables y más arriesgados. En muchos países el turismo seguirá siendo uno de los objetivos primarios de los terroristas y los gobiernos han de ser conscientes de ello.

Túnez, Egipto, Libia y Jordania: viajar en tiempos revueltos

De nuevo y recientemente, un acto terrorista indiscriminado ha roto muchas de las esperanzas que los tunecinos habían depositado en un nuevo tiempo de tranquilidad social, política y también turística.

La masacre del Museo de El Bardo ha tenido una gran repercusión a nivel internacional y, desde el punto de vista turístico, supone un especial golpe para los objetivos marcados por sus responsables, ta nto públicos como privados, ya que todos son conscientes de que la violencia y el terrorismo son la causa principal del descenso en las cifras y en el nivel de competitividad sectorial.

Ante este escenario, es lógico pensar que la seguridad de Túnez como país y como destino se ha convertido en urgente e indispensable si desea recuperar los niveles de competitividad de no hace mucho tiempo.

Según datos recientes, el turismo suponía el 7,3 por ciento del PIB directo de Túnez en el año 2013 y apuntaban que podía haber alcanzado el 9 por ciento en el 2014. Y más aún, medido de forma general, con impactos indirectos y sectores inducidos, la industria turística representa más del 15 por ciento del PIB.

Además, no hay que perder el referente de que, desde el año 2011 está siendo una época complicada para el norte de África. Túnez, Egipto, Libia y Jordania fueron protagonistas de la Primavera Árabe, de sus levantamientos populares contra sus respectivos gobiernos que incluso derivaron en guerra civil, como en el caso libio. La situación actual es un poco más estable pero, los miedos ante la inseguridad objetiva y subjetiva en estos países han afectado a sus relaciones y objetivos turísticos y, de forma importante, a sus maltrechas economías.

Ciertamente, también el efecto “Túnez y Egipto” presenta ventajas para otros países. Así, en concreto, el “lobby turístico” señala que la inestabilidad política y social de Egipto y Túnez atraerá a España más de 700.000 turistas nuevos y unos ingresos estimados en más de 600 millones de euros sobre los previstos para el turismo español.

PLANES DE SEGURIDAD EN EL TURISMO

En cualquier caso, para lograr los objetivos generales, al menos, se han de desarrollar acciones encaminadas a:
  • Garantizar la seguridad de los turistas y avanzar en la prevención de la comisión de delitos en los que la víctima tenga la condición de turista.
  • Incrementar los niveles de seguridad ciudadana en aquellos espacios y lugares de mayor riesgo y concentración de turistas.
  • Proporcionar al turista información sobre las medidas de autoprotección que debe adoptar para evitar que se convierta en víctima.
  • Potenciar y perfeccionar la planificación y ejecución de los medios policiales de lucha contra la delincuencia en las zonas turísticas.
  • Mejorar la eficacia y la calidad en la prestación del servicio de atención ciudadana facilitando la disposición de intérpretes y la comunicación con consulados y embajadas.
  • Favorecer la colaboración y la coordinación entre las instituciones públicas y privadas del sector turístico.
Todo ello, sobre la base permanente de potenciar los estudios y la recogida de información sobre los aspectos de la seguridad y casos registrados que afectan al sector turístico

En definitiva, hay que establecer un “Plan de Turismo Seguro” que debe tener como principal objetivo incrementar de forma permanente la seguridad ciudadana en las zonas turísticas y proporcionar un entorno seguro al turista durante su estancia en el país, favoreciendo y contribuyendo activamente a las actuaciones en el sector con un mayor grado de competitividad, así como cooperar entre todas las instituciones públicas y privadas que intervienen en el sector turístico.

En este sentido, la seguridad turística requiere tanto creatividad como innovación en todas las entidades que planean, formulan, implementan y evalúan políticas, planes y acciones en materia de seguridad para la sensibilización y el ejercicio de la corresponsabilidad entre residentes, visitantes y prestadores de servicios turísticos.
 
Capítulo aparte merece la gestión y la atención de los escenarios dramáticos que afectan a las personas desplazadas en situaciones de crisis, en los que hay que entrar a considerar las posibles reacciones inesperadas y prever el establecimiento de sistemas seguros de comunicaciones y de apoyo a la decisión, así como control de movimientos, localización y atención inmediata con equipamiento y personal especialmente adiestrado y capacitado. Ejemplo reciente tenemos con el desastre ocasionado por el impor tante seísmo en Nepal.
 
Como conclusión, hay que alcanzar a proyectar una visión amplia de la seguridad global para poder posicionarse como destino turístico sostenible, haciendo de este sector el motor generador de desarrollo económico que es objetivo natural de muchos países.

Esta meta precisa de un cuidado especial a la hora de diseñar y ejecutar acciones de fortalecimiento de las condiciones de seguridad turística, lo que redundará en la satisfacción de los visitantes y, con ello, el incremento de interés de empresarios e inversionistas, que cuentan con poder garantizar el éxito de sus campañas basadas en la tranquilidad y el bienestar de sus clientes.

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Editado por
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO
Eduardo Martínez de la Fe
MANUEL SANCHEZ GÓMEZ-MERELO, es consultor internacional de seguridad, arquitecto técnico y periodista. Completa esta formación con diversos cursos de postgrado en las áreas de seguridad pública y privada, defensa comunicaciones.

Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.

Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.

Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.

Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)

Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad

Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.