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En busca de un nuevo paradigma de seguridad
Vivimos momentos de imprescindible reflexión en la compleja ciencia de la seguridad, cuyos paradigmas se tambalean tras los impactos sufridos en sus cimientos teóricos.
Precisamos de nuevos modelos de seguridad, nuevos sistemas de investigación, prevención, protección y respuesta inteligente ante los nuevos riesgos y amenazas.
Los problemas de seguridad se han de abordar como sistemas complejos, y la teoría de la complejidad, puede ser una buena forma de entender y gestionar el riesgo y de pronosticar colapsos o situaciones de gran impacto social.
Cuanta más inteligencia, procedimientos y sistemas de seguridad tengamos a nuestra disposición, y cuanto más diestros seamos en su manejo, mayor será nuestra capacidad de controlar estos nuevos riesgos y amenazas de alto impacto social en un mundo de inseguridad globalizada.
El diseño del perfil, misión y visión de nuestros directivos de seguridad integral, tanto a nivel nacional como internacional, necesita de manera especial poder abordarse con un nuevo enfoque que refleje cuanto antes este cambio de modelo.
Precisamos redefinir y seguir desarrollando las aptitudes, actitudes y objetivos del directivo de seguridad, enriqueciendo el análisis en base a diez puntos básicos:
Necesidades del Sector y del Mercado
En primer lugar, para implementar un modelo eficiente, hay que distinguir bien los diferentes requisitos del directivo de seguridad empleado en el sector y el situado en empresas e instituciones como usuarios, porque, aunque ambos deben tener un perfil único, sus objetivos son diferentes.
Nuevos gestores
Nuestros directivos han de ser gestores especializados y multidisciplinares: gestores de la inseguridad y la seguridad, gestores del riesgo, amenazas y vulnerabilidades de las infraestructuras que protegen..., gestores con visión transversal de sus organizaciones y orientados a conseguir la continuidad del funcionamiento con toda la seguridad requerida.
Y, además, gestores con visión transversal de sus organizaciones, conocedores del global de su misión, visión y valores, y orientados a conseguir, al menor coste posible y con las menores incidencias deseables, la integridad de infraestructuras y continuidad del funcionamiento.
Han de ejercer un total liderazgo como gestores de una seguridad integral e integrada, como estrategas, siempre vinculados a su visión y misión, tanto en el sector como en el mercado de las seguridades y, muy especialmente, en todo lo relacionado con la protección de las infraestructuras críticas y estratégicas.
Deben disponer de una visión global de los riesgos y las protecciones directamente relacionadas con la seguridad y la resiliencia de sus infraestructuras, organización e instalaciones, para garantizar ese funcionamiento sin discontinuidades críticas.
Esa deseable visión global le va a permitir interpretar la realidad con una nueva actitud que le libere de los rígidos modelos tradicionales basados en la compartimentación de funciones, abriéndose hacia el objetivo, más dinámico y flexible, de mirar con ojos de ver y abandonar el “siempre se hizo así”.
Únicamente en base a este pensamiento no lineal, que llamaremos cuántico, podrá abrirse a nuevos paradigmas que le predispongan a una visión transversal y holística, haciendo con ello posible un perfecto aprovechamiento, tanto de los métodos más tradicionales como de los más recientes.
Un pensamiento flexible y abierto a la imaginación y al conocimiento que tiene que cimentarse en una formación tanto holística, en lo referido a los conceptos y metodologías, como especializada, en cuanto a todo lo relacionado con el sector.
En definitiva, sólo es posible esa convergencia de las seguridades, como resultado de la visión global de todas las funciones e instalaciones, básicas y de seguridad, que constituyen el conjunto de las infraestructuras y bienes a proteger, así como la formación debida para garantizar su continuidad de funcionamiento.
El desarrollo de estas exigencias básicas, va a dirigirnos con mayor celeridad al establecimiento de los nuevos paradigmas necesarios para el correcto desempeño de nuestros directivos de seguridad integral, clave principal de las seguridades de nuestro sector y mercado.
Es necesaria una urgente actualización de la actitud y aptitudes de nuestros gestores, garantizando unos conocimientos y formación multidisciplinar orientada a la convergencia de las seguridades, junto con una notable capacidad de liderazgo, visión global de los riesgos y soluciones, flexibilidad y desarrollo de un pensamiento cuántico.
En definitiva, tenemos que redefinir y potenciar una nueva cultura de seguridad integral para nuestros directivos.
Ahora, más que nunca, es tan importante la imaginación como el conocimiento y la inteligencia.
Vivimos momentos de imprescindible reflexión en la compleja ciencia de la seguridad, cuyos paradigmas se tambalean tras los impactos sufridos en sus cimientos teóricos. Aunque los analistas no creen que vaya a haber un colapso de la seguridad ciudadana y el terrorismo, los paradigmas actuales no presentan buenos pronósticos, ni indicadores ni tendencias que una lógica positiva pueda sostener.
Creo que es importante recordar que ninguna amenaza o crisis de seguridad es igual a otra, pero podemos aprender mucho del pasado, y hay elementos que se parecen a los que en crisis anteriores han producido o terminado en conflictos o amenazas permanentes.
En este sentido, uno de los impactos más importantes ha sido el daño irreversible y la alarma social provocados en EE.UU. tras aquel nefasto 11S de 2001, que sigue vivo en la mente de muchos ciudadanos. La experiencia fue terrorífica, y vimos, cuando menos, desdibujarse los guardabarreras de nuestros miedos, cambiar nuestra percepción del terrorismo y desmontarse el paradigma de la seguridad que gozábamos en un mundo protector y protegido, que creíamos casi invulnerable.
Pero esta pérdida de referentes no ha sido generada solo por las acciones violentas de grupos fanáticos o personas autoexcluidas del sistema, sino que las acciones y omisiones que les precedieron echaron leña al fuego y cocieron a fuego lento conflictos armados, inmigración obligada de refugiados, desigualdad en el reparto de los bienes patrimoniales, miseria, desempleo, corrupción, carencias y diferencias sociales, enfrentamientos étnicos y muchos otros crímenes, desequilibrios y desmanes que provocan crecientes traumas, tensiones y estrés social.
Ese, y no otro, es el caldo de cultivo que desemboca en una inseguridad humana local y global que se hace manifiesta en un determinado momento, pero proviene de tiempo atrás. Las crisis de seguridad se toman su tiempo para desarrollarse.
Por otro lado, la respuesta desplegada contra este tipo de terrorismo de alto impacto social, principalmente a través de las llamadas guerras preventivas, ha producido un efecto en cascada de llamada o de contagio y muchos daños colaterales. Como consecuencia, el peligro de la amenaza terrorista experimentado en un área geográfica determinada se ha esparcido a otras áreas, en principio no relacionadas, a través del mal llamado “eje del mal”.
A este respecto, es importante tener en cuenta el modo en el que actúan los noticiarios, medios de comunicación, Internet y redes sociales, generando corrientes, tendencias y emociones que hacen que la gente se enfoque en lo instantáneo y siga con facilidad corrientes de opinión irracionales, olvidándose de reflexionar y buscar opiniones propias basadas en el conocimiento del origen y variables presentes en cualquier crisis o conflicto.
Desafortunadamente, no es dentro de ese contexto ni con esas variables como puede gestionar el mundo sus seguridades e inseguridades.
Precisamos de nuevos paradigmas de seguridad, nuevos sistemas de investigación, prevención, protección y respuesta inteligente a los nuevos riesgos y amenazas a enfrentar, dado que los mantenidos hasta este momento están obsoletos.
Para cualquier análisis es preciso contar con la experiencia y, nosotros, con el paso del tiempo, hemos podido comprobar cómo los problemas de seguridad se han de abordar como sistemas complejos, y la teoría de la complejidad, una rama de la física, puede ser una buena forma de entender y gestionar el riesgo, y de pronosticar colapsos o situaciones de gran impacto social. (Sobre este asunto ya he disertado y escrito artículos que fueron publicados en revistas y blogs profesionales, pero siempre es necesario seguir profundizando).
Sobre la seguridad y la complejidad
Hasta el 11S se tenía la certeza absoluta de que el paradigma de seguridad existente, modelo de protección que pretendía asegurarnos un confort inextinguible y aparentemente controlado, era el único posible.
Este hecho, me parece de especial importancia, puesto que, cuando realizamos afirmaciones de este tipo, tan taxativas, sobre la imposibilidad de la existencia de más opciones que las planteadas, como es el caso de algunos países anclados en la prepotencia, suele ocurrir que esa letanía acaba convirtiéndose en una creencia, y lo que tienen las creencias, principalmente, es que acaban por condicionar los comportamientos y las decisiones desde lo personal hasta lo político e institucional. Las acciones y decisiones que tomemos estarán influenciadas por esas certezas absolutas equivocadas o poco sostenibles.
Ahora, cuando realicemos estudios de seguridad, cuando planifiquemos la implantación de nuevos métodos o adquisición de nuevos equipamientos o instalaciones, o cuando abordemos los planes formativos de seguridad en nuestras infraestructuras, no debemos hacerlo condicionados por esa falsa certeza de tenerlo todo completamente controlado, puesto que ya sabemos que la seguridad total no existe y la inseguridad está globalizada.
La realidad es que no sólo debemos tener en cuenta que la seguridad es un sistema complejo, sino que, además, debemos contraponer sencillez a complejidad. La complejidad derivada de la globalización y la elevada interconexión de las inseguridades se debe contrarrestar o contrastar con la situación básica de la seguridad en las infraestructuras estratégicas y críticas, en general, y en algunos países, en particular.
La idea principal no es tratar de predecir sucesos como si fueran cisnes negros, según la teoría de Taled, sino construir robustez de conocimiento frente a las actitudes negativas que se producen y poder aprovechar el pensamiento positivo. Taleb, en su aplicación a la economía, sostiene que los bancos y empresas comerciales son muy vulnerables a sucesos peligrosos tipo “cisne negro” y están expuestos a pérdidas superiores a las pronosticadas por los modelos estadísticos y matemáticos, que él considera defectuosos. En nuestra aplicación a las seguridades, las vulnerabilidades se encuentran en los ciudadanos, en general y en las infraestructuras estratégicas y críticas, en particular.
Y es que incrementar las inseguridades provoca salvajes y peligrosas oscilaciones que no dejan margen al error y la convivencia global sostenible.
Por todo lo cual, debemos ir a un mundo en el que la seguridad globalizada sea más parecida al mundo real, donde los Estados, y no los ciudadanos, sean los que tomen los riesgos.
En este sentido, lo que aquí podemos llamar un “cisne negro” es un suceso bajo, al menos, tres aspectos. En primer lugar, el terrorismo de alto impacto social, ya no es un caso atípico y que se encuentra en el ámbito de las expectativas potenciales porque hay en el pasado graves experiencias que puede apuntar de manera convincente a su posibilidad. En segundo lugar, conlleva un objetivo de impacto extremo de daño indiscriminado. En tercer lugar, a pesar de su condición de gravedad, la naturaleza humana nos hace inventar explicaciones de su presencia después de los hechos, por lo que es explicable y predecible.
Cambios de paradigma de Kuhn
Un cambio de paradigma (o ciencia revolucionaria) es, según indica Thomas Kuhn[1] en su influyente libro “La estructura de las revoluciones científicas” (1962), una revolución científica, un cambio en los supuestos básicos, o paradigmas, dentro de la teoría dominante de la ciencia.
Según Kuhn, «Un paradigma es lo que los miembros de una comunidad científica, y sólo ellos, comparten».
Una revolución científica se produce cuando, de acuerdo a Kuhn, los científicos encuentran anomalías que no pueden ser explicadas por el paradigma universalmente aceptado dentro del cual ha progresado la ciencia hasta ese momento. El paradigma no es simplemente la teoría vigente, sino toda la cosmovisión dentro de la que existe, y todas las implicaciones que conlleva.
Cuando suficientes anomalías significativas se han acumulado en contra de un paradigma vigente, la disciplina científica cae en un estado de crisis. Durante esta crisis se intentan nuevas ideas, tal vez las mismas que antes se descartaron. Finalmente, se forma un nuevo paradigma, que consigue sus propios seguidores, y ocurre una batalla intelectual entre los seguidores del nuevo paradigma y los que resisten con el viejo paradigma.
Cuando una determinada disciplina ha pasado de un paradigma a otro, esto se denomina, en terminología de Kuhn, una revolución científica o un cambio de paradigma. A menudo es la conclusión final, resultado de este largo proceso, lo que se entiende por cambio de paradigma cuando se usa el término coloquialmente; simplemente el cambio (a menudo radical) de la visión del mundo, sin hacer referencia a las especificidades del argumento histórico de Kuhn.
Desde la década de 1960, el término también se ha venido utilizando en numerosos contextos no científicos para describir un cambio profundo en un modelo fundamental o la percepción de acontecimientos, a pesar de que el propio Kuhn restringió el uso de la palabra a las ciencias duras. Este puede ser el caso de su aplicación a la ciencia de la seguridad, muy compleja y abierta a la necesidad de utilizar tanto el pensamiento newtoniano como el pensamiento cuántico.
No tenemos ni podemos tener todo bajo control
En materia de seguridad, es importante no olvidar y asumir permanentemente la realidad de que no tenemos ni podemos tener todo bajo control.
Con el tiempo vamos generando nuevos procedimientos de estudio y trabajo contra las inseguridades, aparecen nuevos equipamientos y sistemas de seguridad que, igualmente, traen consigo nuevos riesgos y nuevas variables que hemos de tener en cuenta y que se pueden escapar a nuestro control. Por tanto es de vital importancia mantener la percepción de que el riesgo puede acabar materializándose en cualquier momento.
En este sentido, es principal y fundamental el desarrollo permanente de nuevas metodologías de gestión del riesgo. Aquí es donde radica la importancia de este concepto pues nuestra guerra no es la aparición de “cisnes negros” o acciones puntuales. Los eventos adversos o materialización de los riesgos o amenazas aparecerán en el entorno de nuestras infraestructuras, cuando las circunstancias de inseguridad que las envuelven sean favorables para su aparición o ejecución.
Por tanto, en lugar de limitarnos a resolver las consecuencias de nuestras debilidades, promovamos la fortaleza que la inteligencia y la coordinación de medios puede proporcionarnos. Nuestras actuaciones deberán ir dirigidas a controlar ese entorno, a reducir al máximo la probabilidad de que estos “cisnes negros” aparezcan, y a minimizar al máximo el posible daño que estas acciones puedan generar.
Y es ahí donde entramos en juego todos los integrantes de una organización, infraestructura o institución a proteger, porque de todos nosotros depende el poder tener a nuestro alcance la mayor información, conocimiento e inteligencia que nos facilite ese control sobre el entorno y sus riesgos y amenazas.
A modo de resumen
La seguridad, la implantación de sus nuevos paradigmas, es una cuestión de actitudes y aptitudes.
De nosotros, de los ciudadanos en general, y de cada uno de, los recursos de seguridad pública y privada en particular, depende el añadir nuevos procedimientos y sistemas a nuestro haber para lograr el buen fin perseguido.
De nosotros depende el generar sinergias entre todos para su implementación y optimización de forma eficiente y sostenible.
De nosotros depende el adquirir la capacitación y destreza suficiente para su mejor utilización.
Porque cuanta más inteligencia, procedimientos y sistemas de seguridad tengamos a nuestra disposición, y cuanto más diestros seamos en su manejo, mayor será nuestra capacidad de controlar estos nuevos entornos de terrorismo de alto impacto social en un mundo de inseguridad globalizada.
Un sistema complejo puede entrar, en cualquier momento, en un estado crítico y la amenaza del terrorismo es como una nebulosa que nos impide ver lo que tenemos delante.
Enfrentémonos a los riesgos y amenazas con la máxima proactividad posible, basándonos en la inteligencia aplicada y los mejores sistemas de prevención y protección disponibles, bien planteados e implantados, pensando en global y actuando en local, y dejemos de obsesionarnos con los “cisnes negros”.
[1] Kuhn usó la ilusión óptica del pato-conejo para demostrar la forma en que un cambio de paradigma podía provocar que la misma información se viese de forma totalmente diferente. Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=667017
Del 31 de marzo al 1 de abril de 2016 ha tenido lugar en Washington la IV Cumbre Mundial sobre Seguridad Nuclear.
El punto de partida de esta Cumbre fue el discurso que pronunció el Presidente Obama en Praga en 2009, al comienzo de su primer mandato, en el cual sostuvo que “el terrorismo nuclear es la más urgente y extraordinaria amenaza a la seguridad mundial”.
La primera cumbre de seguridad nuclear, celebrada en abril de 2010 en Washington (EE.UU.), solo se ocupó de la security pero, a partir de la segunda, convocada en Seúl (Corea del Sur) en 2012, el tratamiento ha sido sobre seguridad integral (security + safety).
A esta IV Cumbre en Washington han sido invitados 52 Jefes de Estado y de Gobierno, el Secretario General de las Naciones Unidas, los Directores Generales del Organismo Internacional de la Energía Atómica y de INTERPOL, así como el Presidente y la Alta Representante de la UE.
Los integrantes de esta cumbre han sido países del mundo seleccionados por su desarrollo nuclear. De América, además de los EE.UU. y Canadá, han participado cuatro países latinoamericanos: Brasil, México, Argentina y Chile. El primero y el tercero justifican su pertenencia a la Cumbre por ser los dos países de la zona con mayor desarrollo nuclear; México fue invitado por su importancia regional, pues es el segundo país por PBI, territorio y población; y Chile fue probablemente invitado por su buena relación política con EE.UU.
Si bien el objetivo principal con el que se viene trabajando desde hace años es combatir el contrabando y el mercado negro de material nuclear con fines militares, el de esta IV Cumbre gira en torno a la urgencia de evitar que los grupos terroristas puedan acceder al material nuclear, y especialmente con la mira puesta en la amenaza creciente del Estado Islámico (EI).
Por ello, esta convocatoria ha tenido especial relevancia para la seguridad internacional por su finalidad preventiva frente a riesgos de terrorismo contra instalaciones nucleares, y por el peligro del más que potencial uso de materiales nucleares y radiactivos procedentes de centros hospitalarios, industriales o de investigación en todo el mundo.
Esta IV Cumbre ha tenido lugar meses después de entrar en vigor el acuerdo negociado entre Irán y las potencias del G6 (los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas más Alemania) y ha tenido como consecuencia el levantamiento de las sanciones que la ONU había impuesto al país.
Además, en este delicado contexto, Barack Obama ha tomado la iniciativa de una reunión a tres bandas con la presidenta surcoreana Park Geun-Hye y el primer ministro japonés Shinzo Abe. Los tres aliados han hablado del despliegue en la península coreana del Escudo Antimisiles conocido como THAAD. “Los tres dirigentes han mostrado unidad en su determinación de defenderse contra una agresión de Corea del Norte”, subraya Dan Kritenbrink, consejero de la Casa Blanca.
Por otro lado, y de alguna forma, esta cumbre de Washington ha asumido la renuncia al objetivo fallido del desarme, al poner su punto de mira en el control del arsenal actual, lo que parece más necesario que nunca pues toneladas de material nuclear y radiactivo se encuentran aún en instalaciones civiles consideradas poco seguras (centros de investigación, hospitales, centrales energéticas), con grandes posibilidades y probabilidades de que puedan acabar en manos de grupos terroristas, traficantes, mercado negro, etc.
En cualquier caso, la IV Cumbre ha conseguido dar una mayor relevancia al apartado relativo a la amenaza del terrorismo nuclear, aunque, por el momento, no se han estudiado fórmulas concretas.
Para España, ha sido un evento de especial interés, puesto que se trata de un entorno no exento de riesgos para la seguridad global y, por tanto, también para nuestra seguridad nacional. Su reflejo en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2013 es prueba de ello.
Nueva amenaza
La Agencia Internacional de la Energía Atómica advirtió recientemente de que el mundo debería estar preparado ante el riesgo de “terrorismo nuclear” y la posibilidad de que un atentado de ese tipo tenga lugar.
En este sentido, la amenaza atómica lanzada recientemente por Corea del Norte ha estado presente en esta IV Cumbre sobre Seguridad Nuclear en Washington: “Es una amenaza nueva y emergente”, admitió recientemente en Londres el ministro británico de Defensa, Michael Fallon.
No obstante, aunque según Matthew Bunn, experto en terrorismo nuclear y profesor de la Universidad de Harvard, “el riesgo es auténtico, no deberíamos entrar en pánico”, según dijo en la BBC Mundo. Según Bunn, no hay evidencia directa de que el Estado Islámico lo tenga entre sus planes. Tampoco el gobierno de Estados Unidos cree que haya pruebas, “pero sí hay indicadores preocupantes” y es en este sentido en el que Obama aconseja que “tengamos especial cuidado con las centrales nucleares”, pues pone el acento en la posibilidad de atentados en las centrales nucleares, más allá del peligro que tiene el hecho de que los terroristas se apoderen de armas nucleares.
Por otro lado, los servicios de inteligencia occidentales han detectado que el Estado Islámico ha desarrollado una estructura de 51 sociedades domiciliadas en distintos países con las cuales está comprando en 20 países elementos para construir una “bomba sucia” de contaminación radioactiva y que haría estallar en Europa.
En cualquier caso, y aunque pocos expertos creen que la organización terrorista pueda dotarse de tales armas, es fácil que tenga acceso a uranio o plutonio para producir un artefacto contaminante y destructor, a fin de atentar de manera indiscriminada.
En definitiva, aunque hemos de estar atentos a esta amenaza de potencial ataque a una central nuclear como objetivo terrorista, no está claro quién está en condiciones de realizar un ataque de este tipo. No ya por lo que esté de protegida, sino por quién tiene realmente el potencial para atentar en una central nuclear.
Aunque está latente el riesgo de terrorismo nuclear, pues está probado que Al-Qaeda ha buscado obtener materiales atómicos, el Estado Islámico ya ha conseguido armas químicas en Siria e Irak, y organizaciones como la ONU y Médicos sin Fronteras (MSF) han comprobado su uso.
Así pues, el peligro de que un grupo terrorista tenga acceso a materiales radiactivos constituye una de las más grandes amenazas a la seguridad mundial.
Por otro lado, los últimos atentados cometidos en Bruselas han provocado que el ministro del Interior belga, Jan Jambon, haya advertido recientemente que las centrales nucleares “son un objetivo interesante para los terroristas”, al tiempo que ha subrayado la necesidad de reforzar la seguridad en este tipo de instalaciones.
Es lógica la preocupación del ministro belga si se tiene en cuenta que en el año 2012, dos empleados de la central de Doel (una de las dos centrales nucleares en Bélgica), dejaron sus puestos de trabajo y se unieron a los yihadistas del EI en Siria, y que en agosto de 2014, según la BBC, alguien con acceso a la central drenó el lubricante de la turbina del reactor, lo que causó un sobrecalentamiento.
“Con sólo una pequeña cantidad de plutonio, del tamaño de una manzana, se podría matar o herir a cientos de miles de personas inocentes”, alertó Obama ante representantes de más de 50 países, incluidos 22 jefes de Estado o de gobierno, que asistieron en Washington a la IV Cumbre de Seguridad Nuclear.
A este respecto recordó también que los terroristas implicados en los atentados recientes en París y Bruselas habían filmado instalaciones nucleares. Varios medios belgas e internacionales informaron que la célula islamista de los atentados tenía previsto fabricar un arma nuclear. Por otro lado, la canciller australiana ha dicho recientemente que esta organización terrorista está reclutando científicos y técnicos para este tipo de proyectos.
“Hemos reducido el riesgo hasta cierto grado”, ha dicho Obama, pero “el riesgo del terrorismo nuclear persiste y sigue evolucionando” en lo que podríamos definir como cuatro caras:
- Robo de un arma nuclear de una instalación militar.
- Robo o compra de material fisible para fabricar un artefacto nuclear.
- Adquisición de materiales radiactivos para fabricar una “bomba sucia”.
- Ataque o sabotaje de instalaciones nucleares.
Sin olvidar otra nueva posibilidad, como la utilización de drones no identificados, captados ya sobrevolando las centrales nucleares francesas en los últimos tiempos.
Terrorismo de gran impacto
También el posible escenario catastrófico, el terrorismo de gran impacto social por un atentado con posible arma nuclear en manos de los yihadistas del Estado Islámico, ha sido uno de los temas sobre los que han discutido los más de 50 países, reunidos durante los dos días de la IV Cumbre en la capital estadounidense.
“Un ataque terrorista con un artefacto nuclear improvisado crearía caos político, económico, social y ambiental en todo el mundo, sin importar dónde ocurra”, según el Gobierno de EE.UU.
Aeropuertos, estaciones, trenes, estadios de fútbol son objetivos que se encuentran entre los principales ataques del autodenominado Estado Islámico buscando causar el mayor impacto posible. Por ello, las fuerzas de seguridad y los gobiernos occidentales mantienen la alerta de algo aún peor: un ataque del grupo radical con material nuclear.
Nucleares y sus riesgos
En el ámbito mundial, un acuerdo más sólido sobre seguridad nuclear finalmente está listo para entrar en vigor, a fin de ampliar las protecciones para los materiales nucleares que estén en uso, almacenados o en transporte, al tiempo que se implementen nuevas respuestas judiciales y penales en caso de que sean robados. Aunque estos cambios fueron aprobados en el año 2005, han permanecido en estado latente a la espera de ser ratificados por un amplio grupo de países, algo que se alcanzó recientemente. Un paso importante es la entrada en vigor de la enmienda de 2005 a la Convención sobre la Protección Física de Material Nuclear para proteger las instalaciones nucleares y asegurar materiales nucleares en uso doméstico y su almacenamiento y transporte.
No obstante, aunque exista el riesgo de un ataque directo en una de las cerca de 1.000 instalaciones nucleares que hay en todo el mundo, hay que tener muy en cuenta que el otro riesgo, el robo de materiales radiactivos, presenta mayor posibilidad y probabilidad por las grandes vulnerabilidades y dificultades que presenta su protección.
Dichos materiales se pueden hallar en pequeñas cantidades en lugares tan asequibles como universidades u hospitales del mundo entero, que en general no cuentan con la vigilancia y control que hay en las instalaciones nucleares, donde la mayor preocupación no se limita al almacenamiento del material sensible, sino que afecta también a sus condiciones de transporte, soluciones que requieren de un refuerzo de los controles fronterizos y de la cooperación entre policías y servicios de información.
Así, la Iniciativa de la Amenaza Nuclear, con sede en Estados Unidos, publicó recientemente un informe en el que asegura que muchas fuentes radiactivas “están mal aseguradas y son susceptibles de ser robadas”. Entre 1993 y 2011, la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) detectó 2.164 casos de pérdida, robo o desaparición de materiales nucleares que podrían ser empleados para fabricar “bombas sucias”.
El potencial de este tipo de artefactos para generar pánico en grandes ciudades es muy elevado. Las consecuencias psicológicas, económicas y políticas serían enormes. Según la CIA, en los últimos 20 años se han registrado 2.800 incidentes con materiales nucleares.
Seguridad. Prevención + Protección
El idioma español solo tiene una palabra (seguridad) para expresar los conceptos a los que el inglés dedica dos (safety y security). En la industria nuclear, safety es la seguridad ante el riesgo de accidentes, y security, la protección ante agresiones, robos, ataques deliberados o sabotajes.
Reforzar las medidas de seguridad para evitar acciones terroristas con armas nucleares es la misión que el presidente Obama se ha impuesto en la Cumbre, aunque haya sido convocada por la UE y las agencias especializadas de las Naciones Unidas.
Así, para evitar que materiales, susceptibles de ser utilizados en la fabricación de bombas nucleares o de bombas sucias, caigan en manos de organizaciones terroristas, la reciente Cumbre ha recomendado retirarlos de forma inmediata de instalaciones en desuso y guardarlos en almacenes centralizados.
Igualmente, tras recordarse que ya hay países que han desplegado militares para proteger las instalaciones nucleares, también se ha solicitado a los responsables de las centrales nucleares que vigilen si hay personas radicalizadas trabajando en sus instalaciones y que se aumente la vigilancia en los hospitales con material nuclear.
En este sentido, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sus 168 estados miembros, tiene el alcance global y la experiencia técnica para servir como una eficaz plataforma de seguridad nuclear mundial. Así, desde el año 2010, ha formado a más de 10.000 personas en materia de seguridad nuclear, incluida la policía y los guardias fronterizos; ha dado a los países más de 3.000 instrumentos para la detección de materiales radiactivos nucleares y ha llevado a cabo alrededor de 60 misiones de asesoramiento para ayudar a los Estados a mejorar sus regímenes nacionales de seguridad nuclear.
Inteligencia y Seguridad. Planes y acciones
“Todos estamos de acuerdo en que derrotar a grupos terroristas como el EI requiere que compartamos más información. Todos entienden eso después de lo que ha ocurrido en Bruselas, en Turquía, Pakistán y tantos otros países”, ha dicho el presidente Obama, añadiendo “Hoy he invitado a las naciones representadas en esta Cumbre a unirse a una conversación más amplia entre nuestras agencias de inteligencia y seguridad sobre cómo podemos mejorar la forma en que compartimos información dentro de nuestros Gobiernos y entre nuestras naciones”.
El principal anuncio de esta IV Cumbre fue la creación de un nuevo grupo de trabajo internacional sobre seguridad nuclear que se reunirá anualmente para impulsar el debate sobre ese tema, y tiene como objetivo principal sentar las bases de una arquitectura global de seguridad nuclear, con el fin de adoptar medidas para prevenir el uso de materiales nucleares y radiactivos con fines terroristas. Participarán 39 países, entre ellos España.
No obstante, las dudas de muchos Gobiernos continúan tras los fallos de los sistemas de seguridad, policiales y de inteligencia que ha mostrado recientemente Bélgica.
Por otro lado, en un reciente informe que elaboró para la revista Technology Review, el analista estadounidense de seguridad nacional especializado en armas nucleares Graham Allison, indicaba que “si los Gobiernos no hacen más de lo que están haciendo actualmente, las posibilidades de que ocurra un ataque terrorista con armas nucleares contra una de las grandes ciudades occidentales, en el plazo de una década, son de más del 50 por ciento”.
El problema migratorio es actualmente uno de los más importantes del mundo global y, sobre todo, del futuro próximo. La situación refleja no solo las consecuencias de los conflictos armados que vivimos, sino también de las condiciones precarias que sufren en origen los refugiados, así como las exclusiones religiosas, culturales y políticas, además de las crisis, crecientemente preocupantes, derivadas del cambio climático. Todo ello presenta una vertiente de intervención a doble foco (seguridad humana vs seguridad global) y demanda un nuevo paradigma, inclusivo y exclusivo, para el tratamiento de un problema plural y delicado.
Sin duda, estamos viviendo una crisis migratoria de dimensiones crecientes, cuyas víctimas, especialmente refugiados que huyen de los conflictos armados en sus países de origen y, sobre todo, de la guerra Siria, no tienen ningún temor en arriesgar sus propias vidas –que en muchos casos es lo único que tienen- viajando en precario, en embarcaciones inseguras y sin garantías de llegar a ese espejismo de “mundo salvador” que sienten que es Europa.
Una crisis migratoria que está golpeando el orden internacional europeo hasta el punto de generar la necesidad de arbitrajes sobre la seguridad global, nacional e internacional, cuya amenaza refleja la debilidad y complejidad de las grandes contradicciones de la Unión Europea en cuanto a la seguridad se refiere.
La desesperación generada por conflictos como el de Siria, con cientos de miles de desplazados en flujo constante (y que no presenta unas expectativas de cambio a corto plazo), así como la llegada del invierno y la falta de una política europea clara y común de cara al asilo y a las ayudas e intervenciones en origen, explican la trágica situación actual que viven los millones de refugiados detenidos o ubicados de manera precaria en los países del entorno y los cientos de miles que están en camino desde el otro lado del Mediterráneo.
La realidad es que el foco más grave, la guerra Siria (aunque también hay flujo de personas de Pakistán y Afganistán), ha entrado en su quinto año, y hablar de violencia en Siria es hablar de un país donde aún los homosexuales son arrojados al vacío, las mujeres públicamente maltratadas y los extranjeros decapitados. Un conflicto político-religioso donde más de cuatro millones de sirios han huido de la guerra y malviven como refugiados en Líbano, Egipto, Jordania o Turquía, países que ya están saturados y han comenzado a imponer restricciones a las nuevas acogidas. Países también desde donde emprenden una segunda huída jugándose la vida para llegar a Europa.
Todos ellos enfrentan con valor una odisea que puede durar meses o incluso años y huyen del sinvivir en el que les han sumido las guerras y conflictos que han destruido sus familias, sus hogares, y hasta sus medios de vida y subsistencia. Suman al miedo el dolor por la pérdida de los familiares y amigos que han sucumbido en los propios conflictos, en el camino o en las frías aguas del Mediterráneo, que, en vez de transportarlos hacia la esperanza, les acoge en su útero salino en una especie de maternidad eterna.
Sin embargo, a los que esperan, ese trágico fin parece darles menos miedo que la cruel realidad que enfrentan en sus países, y el conocimiento de los peligros de esa iniciativa no disuade a otros, que no han salido todavía porque no tienen siquiera la fuerza, la salud o el dinero suficiente para movilizarse.
Las múltiples imágenes de desesperación de los refugiados circulan en los medios de comunicación de forma masiva, pero están sacudiendo la conciencia y la solidaridad de los europeos de manera muy irregular. Unos europeos que no podemos dar la espalda a quienes huyen en busca de la paz y la libertad, y que precisan de una especial ayuda y apoyo internacional para mantener sus vulnerados derechos humanos.
Lo cierto es que ahora estamos hablando de cientos de miles de refugiados huyendo hacia Europa pero, en breve plazo, estaremos hablando de millones, y esto no tiene fin, según ha advertido ACNUR, que calcula que ya han entrado más de 700.000 emigrantes o refugiados.
Además de estos refugiados sirios, de triste actualidad, están entrando jóvenes de menos de treinta años procedentes de diversos países africanos que llaman a nuestras puertas principalmente por causa de conflictos armados que masacran a sus poblaciones y destruyen un patrimonio milenario del que todos nos sentimos orgullosos, y al que tampoco estamos protegiendo especialmente.
Pero hay tres desafíos que enfrentar y saber encauzar porque, una cosa es atender inicialmente prestando ayuda humanitaria a todo el que llega, y otra muy diferente solucionar sus necesidades de ubicación, subsistencia y provisión de medios para una vida digna, que van a ser muchas y continuas, además de combatir las amenazas y los peligros políticos que ya están en el ambiente por la interesada confusión diferencial de algunos, camuflados entre migrantes y refugiados y cuyo descontrol ya ha permitido su participación en los primeros ataques terroristas como el de París y Ankara.
Unión Europea. Descoordinación e inseguridad
Como estamos viendo y sufriendo, los refugiados están poniendo a prueba los cimientos de la Unión Europea y no sólo por la crisis humanitaria, sino porque los intentos de acuerdo para su resolución hacen aflorar otras crisis políticas y de valores que permanecían larvadas en nuestra desunida Unión.
Así, la falta de una política común de asilo y de sus canales legales para dar cobertura a los refugiados por vías ordinarias, impide la entrada ordenada y controlada y produce exageradas llegadas en avalancha, como las que se registran actualmente.
A esta falta de orden y control se suma la falta de un sistema coordinado para absorber a los refugiados, pues la Europa de los 28, con sus malos modos de acogida, ni siquiera ha sido capaz de repartirlos por cuotas por países, además de dejarlos sufrir el mercadeo de viajar ilegalmente, controlado por mafias y explotadores.
En este sentido, la UE no debe afrontar tan solo la situación con medidas contra las mafias, sino haciendo frente a las causas profundas del movimiento que impulsa a los refugiados a tan brutal cambio de vida, no volviendo la cabeza frente a las circunstancias que les acompañan y garantizando el acceso a los procedimientos legales que les faciliten un registro y control en su viaje y acogida en Europa.
En este orden de cosas, recientemente la UE ha acordado poner a disposición de Turquía 3.000 millones de euros para que controle los flujos migratorios y mejore la calidad de vida de los más de 2 millones de refugiados sirios que están en el país, además de comprometerse a la liberalización de los visados para los ciudadanos turcos y la apertura de nuevos capítulos para favorecer la adhesión a la UE.
Por otro lado, también la UE ha comprometido 9.000 millones de euros para Siria en su ayuda humanitaria para los ciudadanos. Llama especialmente la atención que los árabes de los países ricos ni participan ni acogen a sus “hermanos” musulmanes.
Todo ello está muy bien para paliar las consecuencias de la situación de los refugiados pero, hay que atacar el problema de raíz y acabar con la guerra y con las causas profundas de la guerra y, en este sentido, recientemente se han sumado Reino Unido y Francia a la coalición que lidera Estados Unidos para bombardear los objetivos del Estado Islámico (ISIS o DAESH) en Siria.
Lo cierto es que la guerra y la descoordinación europea alientan al movimiento de refugiados y provoca mayor incremento en el descontrol.
Seguridad e Inteligencia. Control y seguimiento
Obviamente, en esta crisis de refugiados y caos que vivimos, peligran principios elementales de la UE, como la libre circulación de personas. Así, hay que recordar que, desde principios de 2015, después de una crisis menor que la actual, el Consejo Europeo aprobó la posibilidad de suspender temporalmente el Tratado de Schengen, ante circunstancias excepcionales, como una crisis migratoria.
El descontrol o falta de procedimientos comunes, permite que islamistas radicales y yihadistas pasen camuflados entre ellos. Así ha sido, en el caso del último atentado suicida en Ankara: Salih Necar entró como refugiado sirio en Turquía en julio de 2015 con un pasaporte legal con datos falsos. La investigación lo relaciona con el movimiento kurdo, caso que tiene coincidencias importantes con dos de los suicidas de noviembre de 2015 en París, en el atentado suicida a las afueras del campo de fútbol.
La realidad es que, según grupos antiunión y xenófobos, esto es una invasión en toda regla y esto nos recuerda lo dicho por Huari Bumedian, ex Presidente de Argelia, en un famoso discurso pronunciado en 1974 ante la Asamblea de la ONU:
“Un día, millones de hombres abandonarán el hemisferio sur para irrumpir en el hemisferio norte. Y no lo harán precisamente como amigos. Porque irrumpirán para conquistarlo. Y lo conquistarán poblándolo con sus hijos. Será el vientre de nuestras mujeres el que nos dé la victoria. Al igual que los bárbaros acabaron con el Imperio Romano desde dentro, así los hijos del Islam, utilizando el vientre de sus mujeres, colonizarán y someterán a toda Europa”.
Discursos aparte, la realidad hoy es que hay que atajar la crisis y emergencia diaria de cada jornada pero pensando en el medio plazo y garantizando la sostenibilidad de los procedimientos de acogida y no en el cierre, aunque sea temporal, de las fronteras.
Hay que atajar la crisis de los refugiados con firmeza pero con profundidad democrática y solidaridad, garantizando siempre la implementación de las seguridades oportunas para evitar seguir teniendo más fracasos como el del control de fronteras, la política de cuotas y acogidas, etc.
Necesitamos un cambio de paradigmas en la seguridad, hemos de pensar en global y actuar en local y aunque la respuesta inmediata podría ser cerrar fronteras, los líderes europeos están convencidos de que solo la cooperación con Turquía puede contener los flujos migratorios. Así lo indica un reciente texto que menciona que este es el principal incentivo que quiere emplear Europa para seducir a sus vecinos turcos. Se trata de un nuevo mecanismo de acogida -voluntario, al contrario que el reparto de los refugiados- para trasladar un número por definir de demandantes de asilo desde Turquía a países europeos.
Los riesgos que más asustan en el Foro de Davos
No obstante, al mundo global ya le preocupa más -y especialmente- la falta de respuestas eficaces al cambio climático que las armas de destrucción masiva. Esta es la principal conclusión del Informe de Riesgos Globales 2016 que ha elaborado el World Economic Forum y que ha sido uno de los asuntos de la reciente cita en Davos, que se ha celebrado el pasado mes de enero.
En este sentido, algunos de los principales 29 riesgos globales, clasificados por categorías, son los siguientes: Sociales, Migraciones involuntarias a gran escala; Crisis alimentarias; Profunda inestabilidad social. Geopolíticos, Conflictos entre estados con consecuencias regionales; Fracaso de gobiernos nacionales; Ataques terroristas a gran escala; Colapso de Estados o graves crisis internas; Armas de destrucción masiva. Económicos, Fallos o escasez en infraestructuras críticas. Tecnológicos, Ataques cibernéticos a gran escala; Fraude masivo de datos; Colapso o fallo grave de una infraestructura o red de información crítica; Medioambientales, Episodios meteorológicos severos; Fallo en la mitigación o adaptación al cambio climático.
A la constatación de la creciente amenaza de carácter medioambiental se unen en la edición de este año los riesgos derivados de los movimientos migratorios masivos y de la inestabilidad social. «Los riesgos globales se materializan de formas nuevas e inesperadas y están siendo más inminentes en su afección a personas, instituciones y economías», ha asegurado Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro de Davos, en el prefacio del informe.
En resumen, la mayoría de los riesgos globales y, en especial, el tema de la actual crisis de los refugiados, requiere de un nuevo planteamiento de seguridad global, basado en la libertad, solidaridad y sostenibilidad ante un amplio catálogo de amenazas en desarrollo permanente.
Antes de hablar de la seguridad y las infraestructuras críticas, sus sectores estratégicos y su situación de presente y futuro en España, debemos recordar que la Ley de Protección de Infraestructuras Críticas (LPIC 08/2011) diferencia entre Infraestructuras Estratégicas, que son aquellas… “sobre las que descansa el funcionamiento de los servicios esenciales” e Infraestructuras Críticas que son aquellas que… “su funcionamiento es indispensable y no permite soluciones alternativas”.
En este sentido, las Infraestructuras Estratégicas y Críticas relacionadas con servicios públicos esenciales están clasificadas en los doce apartados
siguientes:
Sector Energético: Eléctrico, hidrocarburos, gas.
Sector Tecnologías Información: Telefonía, radio, televisión.
Sector Transportes: Aeropuertos, puertos, ferrocarril y carreteras.
Sector Hídrico: Depósitos, embalses, tratamiento, y distribución.
Sector Salud: Biológico, asistencia hospitalaria, vacunas y laboratorios.
Sector Alimentación: Centros de almacenamiento y distribución.
Sector Finanzas: Mercados regulados, pago y compensación.
Sector Nuclear: Producción y almacenamiento radiológico.
Sector Químico: Sustancias químicas, armas y explosivos.
Sector de Investigación: Laboratorios y almacenamientos.
Sector Espacio: Centros de control y telecomunicaciones.
Sector Administración: Altas Instituciones del Estado, Defensa, Interior, Partidos Políticos, Servicios de Emergencia.
Todo ello, bajo unos rigurosos principios de la protección de las infraestructuras donde no todo su funcionamiento es crítico y cada sector es diferente. Su desarrollo normativo parte de la Directiva EC 114/2008 sobre identificación y designación de Infraestructuras Críticas Europeas y la evaluación de la necesidad de mejorar su protección a partir de la que se aprueba la Ley 8/2011 y el Real Decreto 704/2011 sobre Protección de Infraestructuras Críticas.
El desarrollo Normativo está bajo control y responsabilidad del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas CNPIC del Ministerio del Interior.
COLABORACIÓN ADMINISTRACIÓN – OPERADORES
El esquema normativo y legislativo se desarrolla en dos aproximaciones posibles: la Reglamentación y el Diálogo y Cooperación en asociación Público-Privada para compartir información, capacidad de interlocución y reacción, análisis de interdependencias, guías, estándares y buenas prácticas, así como para realizar ejercicios y simulacros sectoriales.Esquema donde cabe igualmente destacar:
Los Planes Estratégicos Sectoriales (PES), que son los instrumentos de estudio y planificación con alcance en todo el territorio nacional, que permitirán conocer, en cada uno de los sectores contemplados en el anexo de la Ley 8/2011 cuáles son los servicios esenciales proporcionados a la sociedad, el funcionamiento general de éstos, las vulnerabilidades del sistema, las consecuencias potenciales de su inactividad y las medidas estratégicas necesarias para su mantenimiento.
Los Planes de Seguridad de los Operadores (PSO), que son los documentos estratégicos que definen las políticas generales de los operadores críticos para garantizar la seguridad del conjunto de instalaciones o sistemas de su gestión.
Han de ser elaborados por el propio operador crítico en el plazo de seis meses a partir de la notificación de la resolución de su designación y debe presentarlo al CNPIC, que lo evaluará y lo informará para su aprobación por el Secretario de Estado de Seguridad.
Los Planes de Protección Específicos (PPE), que son los documentos operativos donde se deben definir las medidas concretas ya adoptadas y las que se vayan a adoptar por los operadores críticos para garantizar la seguridad integral (física y lógica) de sus infraestructuras determinadas como críticas y cuya elaboración corresponderá a cada operador crítico a partir de la aprobación del Plan de Seguridad del Operador que deberá elaborar un Plan de Protección Específico por cada una de sus infraestructuras críticas así consideradas por la Secretaría de Estado de Seguridad y presentarlo al CNPIC en el plazo de cuatro meses.
Los Planes de Apoyo Operativo (PAO), que son los documentos operativos donde se deben plasmar las medidas concretas a poner en marcha por las Administraciones Públicas en apoyo de los operadores críticos, para la mejor protección de las designadas como infraestructuras críticas y que su elaboración corresponde al Cuerpo de Policial estatal, o en su caso autonómico, con competencia en la demarcación territorial de que se trate, para cada una de las infraestructuras críticas dotadas de un Plan de Protección Específico y sobre la base a los datos contenidos en éste.
Enmarcados todos ellos desde un enfoque de Seguridad Integral (física y lógica o cibernética) donde la misión fundamental es coordinar las actividades de los agentes implicados en la protección de IC, tanto en el sector público como el privado.
En este sentido, y hasta el momento actual han sido designados operadores críticos, por el Centro Nacional para la Protección de las Infraestructuras Críticas (CNPIC), más de 150 infraestructuras consideradas como “críticas”, dentro de los 12 sectores que aseguran la prestación de servicios esenciales.
Así, la Comisión Nacional para la Protección de las Infraestructuras Críticas en el año 2013 aprobó los primeros Planes Estratégicos Sectoriales (electricidad, gas, petróleo, nuclear y financiero) y designó 39 operadores críticos y se inició el proceso de implantación de la normativa de Protección de Infraestructuras Críticas, de la Ley 8/2011 y el Real Decreto 704/2011.
Seguidamente, en el año 2015, se han aprobado cinco nuevos planes de los sectores del Transporte (aeropuertos, puertos, carreteras y ferrocarril) y del Agua y se han designado de 54 nuevos operadores críticos.
En resumen, el desarrollo normativo y legislativo permiten identificar los servicios esenciales prestados a la sociedad por los determinados como sectores estratégicos y críticos, su funcionamiento, las principales amenazas y sus principales vulnerabilidades bajo un enfoque integral de la seguridades (física y lógica o cibernética) de las infraestructuras frente a cualquier tipo de amenaza, en especial las de carácter terrorista.
Artículo publicado en el Boletín nº 56 de AES (Asociación Española de Empresas de Seguridad)
Dedicado por más de 30 años a la Consultoría e Ingeniería de Seguridad y Defensa por más de 20 países como asesor para asuntos aeroportuarios, puertos, cárceles hospitales, entidades bancarias, museos, transporte ferroviario, servicios de Correos y puertos.
Es socio fundador y presidente para Europa de la Federación Mundial de Seguridad (WSF), Director para Europa de la Secretaría Iberoamericana de Seguridad, Asesor gubernamental en materia de integración operativa de seguridad pública y privada en diversos países latinoamericanos.
Como experiencia académica es profesor de postgrado en ICADE (Universidad Pontificia Comillas de Madrid) desde 1986, codirector de postgrado en la Facultad de Psicología (Universidad Complutense de Madrid) y director del Curso de Seguridad en Infraestructuras Críticas del Instituto General Gutierrez Mellado de la UNED, así como conferenciante habitual y profesor en más de 20 países sobre Seguridad y Defensa.
Su representación institucional es principalmente como Miembro Experto de la Comisión Mixta de Seguridad del Ministerio del Interior, Director para Europa de la Federación Panamericana de Seguridad (FEPASEP), representante “ad honores” de la Federación de Empresas de Seguridad del MERCOSUR (FESESUR), asesor del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) para asuntos de Seguridad Ciudadana y Observatorio de Delincuencia en Panamá, socio fundador y de honor del Observatorio de Seguridad Integral en Hospitales (OSICH), socio fundador y vicepresidente de la Asociación para la Protección de Infraestructuras Críticas (APIC)
Autor y director de la BIBLIOTECA DE SEGURIDAD, editorial de Manuales de Proyectos, Organización y Gestión de Seguridad
Actualmente es presidente y director del Grupo de Estudios Técnicos (GET), socio-senior partner de TEMI GROUP Consultoría Internacional y socio-director de CIRCULO de INTELIGENCIA consultora especializada.
Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850