CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Fernando Bermejo

En el post anterior nos referimos al material relativo a un “pretendiente al trono” (Lc 19, 12.14-15a.27) incluido en la parábola lucana de las minas, señalamos los aparentes paralelismos entre esta sección y algunos episodios decisivos relativos a la vida del etnarca Arquelao, y observamos la extrañeza que puede causar el hecho de haberse empleado una alusión a un gobernante recordado sobre todo por su torpeza y su brutalidad. Recordemos que el rey de la parábola se comporta de este modo tan brutal: “Y en cuanto a aquellos enemigos míos que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traédmelos acá y degolladlos en mi presencia”. ¿Habría Jesús –o el autor del evangelio de Lucas– tomado como modelo de la actuación de Dios –o del Mesías– a una figura tan ominosa? ¿Tiene esto algún sentido?

A esta cuestión Brian Schultz ha ofrecido una respuesta en un artículo publicado en 2007 en la revista Novum Testamentum, titulado “Jesus as Archelaus in the Parable of the Pounds (Lk. 19:11-27)”. En lo que sigue sintetizaré sus ideas.

Sabemos por las Antigüedades de Josefo que, tras ser nombrado etnarca de Judea y Samaría, Arquelao llevó a cabo algunas actividades edilicias, como la construcción de Arquelais cerca de Jericó y la reconstrucción del complejo palaciego de Herodes el Grande en Jericó (que había sido atacado y destruido a la muerte de Herodes), situado en el extremo meridional de la ciudad, y que sería usado durante la primera mitad del s. I hasta que los edificios fueron de nuevo destruidos, esta vez por un terremoto, en el año 48.

Resulta también interesante el hecho de que la antigua carretera de Jericó a Jerusalén pasaba justo al sur de este enorme complejo palaciego, y que cuando esa carretera ascendía luego por las colinas próximas ofrecía a los viajeros una vista impresionante de estas posesiones reales. De ese modo, cuando iban en dirección a Jerusalén, los peregrinos judíos de final de la época del Segundo Templo tendrían un recordatorio de la figura de Arquelao.

Ahora bien, resulta que según Lucas el episodio anterior a la parábola de las minas es el episodio con Zaqueo, que es localizado precisamente en Jericó. Lucas conecta narrativamente ese episodio con la parábola de las minas, localizada en el transcurso del viaje a Jerusalén. Lo que Schultz conjetura es la posibilidad de que el material relativo al rey en la parábola proceda del propio Jesús, y que haya sido la visión del complejo palaciego reconstruido por Arquelao lo que propició la alusión a este.

La escabechina que hace el rey de la parábola recuerda de hecho a la que llevó a cabo Arquelao. Josefo sugiere en Antigüedades que Arquelao fue recordado sobre todo por la masacre (sphágein) de aquellos de los que él temía se le opondrían, aun si estos estaban en el Templo llevando a cabo su culto durante la Pascua. Para describir la acción mandada por el rey en la parábola, Lucas utiliza el verbo katasphágein. La idea vehiculada sería que quienes no aceptan el reino del Mesías sufrirán un destino semejante al que sufrieron las víctimas de Arquelao, incluso si siguen con sus actividades religiosas en el Templo.

Schultz concluye que esto tiene sentido como el Sitz im Leben de la parábola, y que por tanto esta debería ser atribuida a Jesús y no al evangelista. Este autor argumenta, además, que la alusión a Arquelao no tendría sentido como una creación posterior, pues mientras que en tiempos de Jesús Arquelao todavía sería recordado, una generación o dos más tarde su recuerdo se habría vuelto del todo irrelevante en la política de Judea y en la memoria, por lo que apenas puede imaginarse qué propósito habría podido tener un redactor en aludir al etnarca como un tipo del Mesías, mucho menos teniendo en cuenta que sus destinatarios ni siquiera habrían oído hablar de él.

La argumentación de Schultz no me parece implausible, en especial si se conecta con otras imágenes claramente violentas empleadas por Jesús para describir el destino escatológico de quienes, resistiéndose a su predicación, se opusieran al reino de Dios. Allí, después de todo, será el llanto y el rechinar de dientes. La condenación es la otra cara de la salvación, y Jesús no la imaginó –a diferencia de muchos de sus cultores modernos– como una mera “ausencia de Dios”.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 15 de Abril 2015
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

Estoy leyendo la saga de libros "caballo de troya" de JJ Benitez, este autor afirma que dejando a un lado la ficciòn, la raiz de la historia es el resultado de varios años de su investigaciòn sobre la vida y figura de Jesús, quisiera preguntarle si ha leido algunos de estos libros y si piensa que ciertamente contienen algunos datos veridicos centrandonos en la vida de jesus y en la palestina del siglo I o de lo contrario se trata de de una novela sin datos historicos?


Respuesta:



Los libros de esa serie, a pesar de las afirmaciones del autor, caen plenamente dentro de la ficción. Un ejemplo parecido ocurre con Dan Brown: en su “Código da Vinci” los personajes sostienen que están profiriendo verdades científicas. Pero no es así: es pura ficción. Y en concreto el inicio de todo en “El Caballo” es una copia inteligente del material del libro de “revelaciones” Urantia, publicado en 1910, más o menos. No hay nada nuevo ue no haya salido de la mente de J.J.

Por tanto, no le haga el menor caso. No tenemos documentos para sustanciar casi ninguna afirmación seria sobre la vida oculta de Jesús. Me permito recomendarle mi libro de Edit. El Olivo: “La vida (oculta) de Jesús a la luz de los evangelios apócrifos (y canónicos), Madrid 2014. Espero que le ilustre al respecto.

Pr.:

Quiero hacer un trabajo investigativo del qumram y quiero saver si me puedes decir unos libros que pueda utilizar para investigar.


R.:


Lo primero que debe hacer es leerse dos o tres veces con sumo cuidado los textos de Qumrán e intentar entenderlos. La edición española de Florentino García Martínez, Editorial Trott, Madrid, con múltiples reediciones es muy buena.


Observará enseguida que, aunque entienda las palabras, no entenderá bien el sentido. Hay que saber bastante de judaísmo para entenderlo. Por tanto, lo primero que tiene que hacer es estudiar una buena historia del judaísmo de la época del Segundo Templo (desde la vuelta del Exilio hasta su destrucción en el 70), como la P. Sachi de Edit. Trotta, Madrid. Y luego leer los Apócrifos del Antiguo Testamento (Edic. Cristiandad, Madrid) y una buena introducción a estas obras como la de García Martínez, Fernández y Aranda (Edit. Verbo Divino) y entonces podrá entender algo de Qumrán.


Pr.:


Me interesaría conocer su opinión sobre el obra de Richard A. Horsley y Neil Asher Silberman \"La revolución del reino\". Especialmente sobre el párrafo que le adjunto: \"La aclamación de la muchedumbre al profeta Jesús que entraba cabalgando en la Ciudad santa ha sido tomada en su valor aparente, no solo por los evangelistas, sino por los posteriores comentaristas cristianos, que creyeron que la muchedumbre había reconocido a jesús de Nazaret como el verdadero rey davídico. Son embargo, está claro que -con su burro y su andrajosa ropa campesina- Jesús estaba parodiando el tipo de cortejo que debía de resultar familiar para la gente de Jerusalén\"


R.:



No he leído precisamente esa obra. Pero sí conozco bien a los dos autores y los tengo en alta estima. De los dos, en otros libros, he aprendido mucho.

Mi opinión: esa interpretación es posible, pero jamás me atrevería a afirmar que “está clara”.

Es bien conocido que había en Israel y en los profetas --lea, por favor Zacarías 9,9-- una cierta corriente pacifista que deseaba contrarrestar la opinión general de un mesías guerrero por excelencia.

Dado que Jesús no rechazaba estrictamente la violencia, pero –pienso—era un personaje como Gedeón, que pensaba que el brazo de Yahvé y sus doce legiones de ángeles iban a hacer la tarea guerrera, es también posible que quisiera mostrar que tenía una idea del mesianismo parecida a la del texto de Zacarías.


Pr.:


Esta vez te consulto, para que me informes, sobre que escrituras citaba Jesús, si las escrituras hebreas o la traducción griega. Según he leído y si no recuerdo mal, Emanuel Tov ha demostrado, que la Septuaginta aunque traducida para los judíos de la diáspora, también debió circular en Judea.
Personalmente deduzco por la personalidad nacionalista de Jesús y su procedencia de Galilea, que el profeta judío apocalíptico debió utilizar las escrituras hebreas. Aún así, en algunos foros veo con frecuencia, que se afirma, que Jesús citaba la Septuaginta. ¿Que dicen los académicos al respecto?


R.:


Desde luego circulaban los LXX en Israel y probablemente eran usadas por las sinagogas de los judíos helenistas en Jerusalén, que –según Hechos—estaban fundadas por ellos y para ellos.

Y es también muy posible que Jesús supiera griego. No tenemos por qué dudar de que era “un carpintero”, un artesano de la madera en general, y que sus clientes podían sr griegos. Pero pensar que Jesús utilizaba las Escrituras en griego es una hipótesis que saca las cosas no dichas explícitamente en los Evangelios de su quicio normal. Y por tanto esas hipótesis anormales no basta con enunciarlas. Hay que probarlas. Mientras tanto, lo usual en Israel en ese momento será lo probable en la interpretación, es decir, se guía el exegeta por el contexto judío-galileo probable.

Desde esta óptica parece muy poco probable que en un ambiente piadoso, galileo, de lengua aramea, etc., Jesús utilizara el griego para las Escrituras. Además, hay libros que “demuestran” o que “hacen posible” que Jesús incluso discutiera de las Escrituras en hebreo como era lo usual en la época entre os estudioso. Por ejemplo, Jesús hace un juego de palabras entre “ben”, “hijo” en hebreo y “eben”, “piedra” en el pasaje de Mc 12,10: “¿No habéis leído esta Escritura: La piedra que los constructores desecharon, en piedra angular se ha convertido; fue el Señor quien hizo esto y es maravilloso a nuestros ojos?»” cuando cita este texto en el contexto de la parábola de los viñadores homicidas (Mc 12,1ss) en donde el mesías = Jesús es llamado “hijo” (ben) que luego se transforma en la piedra angular de Israel (eben). Este juego de palabras solo se puede hacer en hebreo”.


Pr.:


Quería consultarle sobre una palabra griega.
En el pasaje de Apocalipsis, 3:10, hay una diferente traduccion segun la version.

Alonso Shokels, Nacar Colunga, traducen te guardare en la prueba.

Reina Valera 60 traduce te guardare de la prueba.

Si hacemos las 2 aplicaciones tendriamos 2 significados: Te guardare dentro de la prueba. Te guardare de (quitandote) de la pruba.
La version Peshita traduce: Te guardare durante la prueba. (similar a Shokels y Nacar Colunga)

Si vamos al griego aparece la particula ek. Don Antonio, ek se puede traducir de las 2 maneras? Te guardare de la prueba y te guardare en (durante) la prueba, o solo admite una traduccion?



R.:


Para mí y hasta ahora, en conjunto, el comentario al Apocalipsis más completo y maravilloso que he visto es el de R. H. Charles, de 1920 (Intenational Critical Commentary de T & T Clark, Edimburgo). Por él me guío siempre. Su traducción es “ I also will keep thee from the hour of tribulation”. La traducción de la Peshitta, al ser el siríaco tan parecido al arameo de Galilea, también merece una gran consideración.

En este caso, si se entiende bien el texto no hay contradicción expresa. El vidente considera que una gran prueba, consistente en daños, enfermedades plagas, va a caer sobre toda la tierra, habitada en general por increyentes y que “durante esa prueba”, el Santo y el Verdadero (el Cordero divino) mantendrá a sus fieles fuera de ella. En sí no quiere decir que les eliminará los malos ratos de la prueba, sino que esos malos ratos no les llevarán a apartarse de Dios y su Cordero. Entonces en ese sentido puede entenderse también los “guardaré de la prueba”.

En síntesis, ambos sentido son posibles pero es mejor traducir “de la prueba” porque en griego, y en el otro caso en el sale esta construcción, Evangelio de Juan 17,15, tiene este sentido de “sacar de”. En griego normal la preposición “ek” siempre es “de desde”, con la idea de sacar algo de algún sitio.


Pero, a la vez, compárense los dos textos y se verá, que Dios no saca del mundo a sus fieles, pero sí los saca de la prueba, es decir, no deja que caigan en la tentación de Satanás mientras están inmersos en el tiempo, durante la prueba.


Pr.:



¿En tiempos de Pablo los judíos hablaban hebreo? Hasta donde llegan mis conocimientos, se hablaba arameo y el hebreo era usado en las sinagogas para la lectura de los textos sagrados. ¿Es así?
Pablo, ¿hablaba al pueblo judío en hebreo? tal cómo lo señala Hechos de los apóstoles?



Pr.:


Nos consta que el pueblo en Israel hablaba arameo en tiempos de Jesús. Y la clases altas también. Ello fue el resultado de más de doscientos años de dominio persa, que utilizaron el arameo como lengua oficial de la parte occidental de su imperio. Por eso existía en las sinagogas el meturgemán = trujamán, que traducía al arameo las Escrituras. Y por eso tenemos los targumes que son esas traducciones y que son precisos para nosotros porque sus versiones están llenas de cambios pequeños, eliminaciones, adiciones, etc., que nos indican el pensamiento teológico de la época

Y nos consta también que las Escrituras se leían en hebreo en las sinagogas. Exactamente igual que hoy día en Grecia la gente habla un griego demotikí, que se diferencia bastante del griego clásico, pero el Nuevo Testamento se lee en griego antiguo.

El hebreo, ciertamente se empleaba para discutir sobre las Escrituras y para escribir, a veces, sobre ella. Eso ha hecho que la Misná se haya conservado en hebreo y que tras muchos siglos el estado de Israel actual haya podido resucitarlo y actualizarlo, enseñarlo en las escuelas y hacerlo un idioma moderno.

El problema con los Hechos es que los antiguos griegos no distinguían entre hebreo y arameo (les sonaba casi a los mismo) y empleaban para los dos el mismo adjetivo: hebraistí. Por eso cuando Pablo habla hebraistí al pueblo de Jerusalén (Hch 21,40) probabilísimamente se trata de arameo. La diferencia entre una lengua y otra en la época sería es como la del castellano y el gallego clásico-universitario.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Martes, 14 de Abril 2015
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía XI

Frente a la idolatría, la religión verdadera
Pedro abunda en consideraciones sobre la insensatez de la idolatría y en los perfiles absurdos en los que se mueve. De nuevo alude a la acción de la serpiente, que engaña al hombre para desviarlo del amino recto que conduce a la salvación. El apóstol hace un recuento de las doctrinas y de los detalles que componen el conjunto de la religión verdadera. “En la religión de Dios, se predica que se debe vivir sobriamente, ser casto, dominar la ira, no sustraer lo ajeno, vivir justamente, moderadamente, con firmeza, mansamente, contenerse a sí mismo en las necesidades, más que cuando no se tiene nada saciarse injustamente quitando lo de otro” (Hom XI 15,2).

La respuesta de la idolatría

Con relación a los llamados dioses, sucede prácticamente lo contrario. Los idólatras acuden a los lugares designados para ellos, se embriagan gustosamente y encienden altares, cuya grasa atrae a los espíritus ciegos y sordos hasta el lugar del olor. De este modo, algunos de los que están allí se saturan de furores entusiastas, otros de absurdos alimentos, otros se dedican a la lascivia y otros al robo y al homicidio. Pues entonces el vapor de la sangre y la libación de los vinos embotan a los espíritus impuros, que están ocultos dentro de ellos y provocan que sientan gusto en aquellas cosas, que los envuelven de fantasías falsas en sueños y los castigan con miles de sufrimiento; los embriagan gustosamente y encienden altares, cuya grasa, atrae a los malos espíritus. Todo esto explica los variados desvíos de los que practican los cultos vanos a los ídolos. La realidad es que el vapor de la sangre y la libación de los vinos embotan a los espíritus impuros, que están ocultos en lo más íntimo de los idólatras.

Los idólatras bajo el poder de los demonios

Con variadas excusas de supuestas ofensas, o necesidad, amor, ira o tristeza los malos espíritus ahogan a los idólatras con un lazo o con agua, los arrojan de un precipicio y les quitan la vida mediante suicidio, apoplejía o cualquiera otra dolencia. Los demonios emplean todo su furor y sus estrategias para perder a la humanidad. Pero los hombres tienen a su disposición el poder de Dios y la capacidad de su libre albedrío para rechazar la acción de sus enemigos. La virtud capaz de llevarlos al triunfo es la piedad, que no es otra cosa que el cumplimiento de la Ley.

La piedad como solución

Frente a los que suponen que hay también hombres piadosos que caen en semejantes padecimientos, Pedro afirma que esto es imposible. Pues “el piadoso con Dios, de quien hablo, es aquel que realmente lo es, no el que solamente lo es de nombre; pero el que realmente lo es cumple perfectamente las disposiciones de la ley que se le ha entregado” (Hom XI 16,2-3). Si uno obra impíamente, no es piadoso. De la misma manera, si un extranjero cumple la Ley, es judío; si no la cumple es griego. El concepto de piedad es la actitud correcta en las relaciones del hombre con Dios, proclamadas en el texto de la Ley.

Sigue diciendo Pedro que el judío que cree en Dios cumple la Ley, y por la fe en ella, aleja incluso los otros padecimientos por semejantes y pesados que sean como montañas. Pero el que no cumple la Ley, por no creer en Dios, se convierte evidentemente en desertor; y de ese modo, al no ser judío es pecador; y por su pecado es víctima de los sufrimientos preparados para castigar a los pecadores.

El conocimiento o la ignorancia de la verdad

Es evidente que los judíos tenían unas normas expresas y proclamadas con absoluta claridad en el texto de la Ley dada por Dios a Israel por medio del profeta Moisés. En opinión del Pseudo Clemente, la fidelidad a la letra de la Ley es el cumplimiento de la justicia exigida por Dios. Entre los judíos y los griegos se da esta diferencia esencial, que también puede afirmarse como conocimiento de la verdad frente a la ignorancia.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro







Domingo, 12 de Abril 2015
Escribe Raúl González Salinero



Retomamos hoy el tema de las persecuciones de cristianos en el Imperio Romano y en concreto el tema de la condena a morir desgarrado por las fieras en el anfiteatro, iniciado unas semanas atrás


El surgimiento del fenómeno de los martirios voluntarios despertó en el mundo pagano cierta repugnancia hacia una doctrina que supuestamente consentía e incluso fomentaba una conducta fanática, reprobable y dañina según el sentir general. Ante este peligro, pronto surgieron entre los apologistas protestas e improperios en contra de esta práctica, como ya señaló Ramón Teja, en su artículo «Morts amor: la muerte voluntaria o la provocación del martirio entre los primeros cristianos (siglos II-IV)», en F. Marco Simón, F. Pina Polo y J. Remesal Rodríguez (eds.), Formae mortis: el tránsito de la vida a la muerte en las sociedades antiguas, Universitat de Barcelona (Col. Instrumenta 30), Barcelona, 2009, pp. 133-142. atribuyendo su existencia solo a la desviación doctrinal y, por tanto, tratando de establecer falsamente una correspondencia entre el martirio intencionado y las herejías (principalmente el marcionismo y el montanismo) y de hecho, según puso de manifiesto Daniel Boyarin, el martirio sirvió para reforzar las «apologías» dentro de los diferentes grupos cristianos: los montanistas reivindicaron un gran número de martirios como evidencia de que el espíritu profético del poder divino residía en el seno de su iglesia.


Así, Hipólito de Roma trató de desprestigiar a su rival, Calixto, asegurando que había sido en realidad un mártir voluntario y, por tanto, falso (Refutación de todas las herejías, IX, 12, 1-9). Las propias actas del martirio de Policarpo se abren con otro falso mártir, Quinto de Frigia (cap. 4), un emigrante del que se insinúa su carácter herético (quizás montanista), quien, tratando de buscar la muerte voluntaria, terminó por renegar de su fe cristiana tras observar de cerca a las fieras salvajes. Y, sin embargo, tal y como ha demostrado G. E. M. de Ste. Croix, (en su obra Christian Persecution, Martyrdom, and Orthodoxy (ed. M. Whitby y J. Streeter), Oxford University Press, Oxford, 2006, pp. 153-200 (esp. pp. 130, 153 y 183) el problema de los martirios voluntarios (a los que, no lo olvidemos, los propios apologistas pudieron haber incitado de forma inconsciente a través de la ferviente exaltación del martirio presente en sus narraciones) afectó por igual a los grupos cristianos ortodoxos.


No habría que olvidar tampoco que las narraciones martiriales se sitúan invariablemente dentro de un contexto procesal determinado y que, dependiendo de la cercanía o distanciamiento respecto a la realidad jurídica del momento, su grado de verosimilitud podrá también, en consecuencia, reforzarse o resentirse. Es cierto que, por sus características intrínsecas, algunos Acta Martyrum pueden contribuir en ciertos detalles a un conocimiento más preciso de los procesos judiciales; sin embargo, tan solo una minoría de estos relatos (difícil, por otro lado, de individualizar) pudo apoyarse en copias oficiales de los procesos legales seguidos contra los cristianos. Para poder discernir aquellas partes que presumiblemente responden con mayor probabilidad a un contexto jurídico verosímil, habrá que detectar con claridad, tal y como ha señalado Gonzalo Bravo, aquellos elementos que no se avienen en absoluto con la práctica procesal romana, tales como los exordios, presentaciones, dedicatorias, diálogos de contenido apologético. Resulta imposible admitir, por ejemplo, la veracidad de los diálogos que, según algunas actas martiriales, mantenían los condenados con la multitud que asistía al anfiteatro, habida cuenta del ruido, a veces ensordecedor, que se producía durante todo el espectáculo.


También parecen legendarias las descripciones detalladas y ensalzadas del martirio, así como la inclusión de sueños, visiones o milagros (miracula y prodigia). Los procesos verbales oficiales registrados por un agente judicial (en latín exceptor o commentariensis) encargado de anotar las preguntas y respuestas durante la vista, aparecen redactados casi taquigráficamente, con una ausencia total de artificios literarios; en ellos se hacen constar, entre otros datos, la fecha, el lugar, la identificación del acusado, el interrogatorio, la sentencia, la publicación y la ejecución. A veces se ha considerado como un hecho cierto la conservación perenne de estos documentos y la posibilidad de que los cristianos pudieran haber accedido a su compra (como se afirma literalmente, por ejemplo, en la Pasión de Probo), «algo que una sana crítica histórica y hagiológica ―comenta P. Castillo Maldonado― ha venido a desmoronar» (como afirma en su obra Cristianos y hagiógrafos. Estudio de las propuestas de excelencia cristiana en la Antigüedad tardía, Signifer, Madrid, 2002, p. 101).


Ahora bien, aun suponiendo que algunos cristianos hubiesen conseguido excepcionalmente copias de los procesos o que hubiesen sido testigos de los mismos y que sus revelaciones de ciertos detalles de las fórmulas judiciales se pudiesen aproximar más o menos a la realidad (existe una carta de Dionisio de Alejandría mencionada por Eusebio de Cesarea, en la que su remitente hacía referencia a los informes del tribunal de L. Mussius Aemilianus, un proceso que él mismo había presenciado), una comparación profunda con las copias de los procedimientos legales de la administración romana en Egipto conservadas en papiro denota en la mayoría de los casos diferencias sustanciales, debidas sin duda a la reproducción desvirtuada de los mismos por necesidades retóricas o a la modificación e invención de todo el proceso en favor de la dramatización narrativa que exigía este tipo de literatura. Llama la atención en este sentido que, salvo alguna excepción (por ejemplo, el proceso seguido in secretario contra los mártires escilitanos), casi siempre, el desarrollo del proceso descrito por las actas de los mártires con anterioridad a mediados del siglo III no compagina bien con el espíritu de las disposiciones de Trajano (en las que se exigía el nombre de un acusador para admitir la causa), de forma que podría afirmarse que nos hallaríamos, de facto, ante el relato de procesos claramente ilícitos, algo inconcebible (al menos en tantos casos) para el ordenamiento judicial romano.


Tampoco deberíamos pasar por alto el hecho de que muchas titulaturas o funciones administrativas reflejadas en las actas de los mártires no concuerdan con la documentación epigráfica de la época y que a veces se cometen anacronismos como la acumulación de funciones (praeses = “presidente” et praefectus; rector et praeses; iudex, praefectus et praeses) que en ese momento debían estar ya separadas, así como la mención de cargos oficiales raros o insólitos dentro del contexto procesal (augustalis, domesticus, comes, dux, tribunus legionis).


En la propia base jurídica de las persecuciones contra los cristianos podemos percibir que el simple reconocimiento del nomen christianum y, por tanto, de la pertenencia a una religión proscrita, predisponía en contra a las autoridades imperiales y provinciales, que gozaban de la prerrogativa para impulsar procesos penales que podían conducir al martirio y a la ejecución pública de los acusados de lesa majestad, como indica el famoso historiador Theodor Mommsen, Derecho penal romano (trad. P. Dorado), Temis, santa Fe de Bogotá, 1999 (orig. Leipzig, 1899), p. 364, que se reafirmaran en su creencia cristiana rechazando la apostasía y, con ello, toda posibilidad de salvar la vida. En derecho romano la aplicación de las penas dependía de la categoría social del reo: los ciudadanos romanos culpables de un delito merecedor de la pena capital eran normalmente condenados a la decapitación por la espada (poena capitis ad gladium), mientras que los demás podían recibir la sentencia de una muerte agravada. Después de la Constitutio Antoniniana (212) este esquema dependiente del status social se conservó respecto de los considerados como honestiores (aristocracia, funcionarios y autoridades cívicas), y los que recibían el nombre de humiliores. Estos últimos, como antes los que no poseían la ciudadanía romana, podían ser condenados a morir en la hoguera (vivi crematio), en la cruz (damnatio in crucem) o ad bestias en el anfiteatro, como se reconoce, por ejemplo, en la Carta de las iglesias de Lyon y Vienne conservada por Eusebio de Cesarea (Historia Eclesiástica, V, 1, 48). Las torturas aplicadas a los procesados, que aparecen descritas de forma tan refinada en las actas de los mártires, eran en estos casos habituales y constituían una parte importante del procedimiento jurídico (quaestio).

La damnatio ad bestias, el ser arrojado a las fieras, era realmente una forma de ejecución terrible que, junto con la crucifixión, la hoguera y la poena cullei (saco de cuero donde se encerrda a los condenados y se los arrojaba al mar), entraba dentro del conjunto de los denominados summa supplicia, una categoría que conllevaba un agravante de la pena de muerte por delito público, como indica el Digesto, 48, 19; 8; 13; 29; 31.


Los condenados a este tipo de muertes eran denominados genéricamente con el término técnico de noxi o dañinos. Dando por hecho que los cristianos se encontrarían invariablemente entre ellos, una amplia parte de la historiografía ha supuesto que la sentencia para los miembros de esta secta nova et malefica no podía ser otra que la pena de muerte agravada, es decir, la aplicación de alguna modalidad de summa supplicia, destacando especialmente la damnatio ad bestias. Ahora bien, como ha demostrado T. D. Barnes, no existen pruebas fidedignas en las fuentes antiguas que demuestren que los cristianos fueran ajusticiados por medio de la crucifixión (aunque hay otros autores como D. Potter que defienden la postura contraria); y las condenas a la hoguera y especialmente a las fieras en el contexto de los munera, aunque sin duda existieron, fueron excepcionales en comparación con las ejecuciones por decapitación. De hecho, estas últimas fueron abrumadoramente mayoritarias a pesar de que, como en el caso de los mártires escilitanos, los cristianos fuesen reos de muerte agravada. Además, no habría que olvidar que, como ha admitido la investigación actual, en las comunidades cristianas «estuvieron representados los diferentes estamentos de la sociedad romana, también los círculos de mejor posición social, y en algunos casos incluso los miembros de la aristocracia senatorial» tal como han señalado ilustres historiadores entre ellos G. Alföldy. En estos últimos casos no había duda de que la aplicación de la sentencia capital sería por medio de la espada.


He aquí las formas de pena de muerte aplicadas a los cristianos que registran las fuentes martiriales de cuya base histórica no parecen existir dudas según el consenso historiográfico actual:


Martyres espada fuego fieras otras
Policarpo X
Germánico (en las Actas de Policarpo) X
Carpo, Papilo y Agatónica X X
Justino y otros X
Mártires de Lyon X X
Mártires escilitanos X
Apolonio X X
Perpetua y Felicidad X
Pionio X
Dionisio de Alejandría y otros X
Cipriano X
Maximiliano X
Marcelo X
Julio, el veterano X
Félix X
Agape, Irene y Quionia X
Euplo X
Fileas X



Como puede observarse de 21 casos (algunos múltiples) conservados de Acta Martyrum 10 fueron ejecuciones por espada, 4 por la hoguera, otros 4 por torturas varias y solo 3 condenados a las fieras.



El próximo día concluiremos.

Saludos de Raúl González Salinero

y A. Piñero
Domingo, 12 de Abril 2015
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:


Los señores Earl Doherty y Frank R. Zindler, fundamentan la teoría del MITO CRISTO o Mito de Jesús, con dos argumentos que paso a mencionar:

1.- Una conspiración de silencio: En la literatura del siglo I, excluidos los evangelios, apenas hay referencias a la actividad de Jesús. Ninguno de estos textos registra sus enseñanzas, sus milagros ni el proceso que llevó a su ejecución. Earl Doherty llama a esto, de forma irónica, «una conspiración de silencio».

2.- Errores de tipo geográfico y sociocultural de la Palestina del I siglo, evidenciados en ciertos relatos evangélicos (evangelios sinópticos), los que de paso revelan que los evangelistas NO fueron en definitiva testigos oculares de los hechos, sino simples coleccionistas de historias, pues no eran judíos de pura cepa, ni tampoco vivieron en la Palestina de antes de la destrucción del templo (año 70 d.c.).


Respuesta:


¡Esos señores acaban de descubrir el Mediterráneo!! Bien considerados, los argumentos son simplistas y diría que hasta estúpidos y son archiconocidos.

A. Naturalmente: Jesús pasó desapercibido casi totalmente para el imperio de la época. Si hubiera tenido un periódico global, no sé si a muerte de tres insurrectos en la levantisca Palestina, habría suscitado un mínimo comentario de dos líneas en la página final.

¿Y qué? ¿Acaso otros personajes históricos de los que nadie duda dejaron alguna huella o comentario sobre ellos más que una simple mención, como es el casi –sin lugar a duda—del Testimonio de Flavio Josefo, tan negativo respecto a Jesús, una vez depurado de las glosas de escribas cristianos. O el mismo de Suetonio, bien analizado, o incluso el de Tácito, a pesar de las discusiones…

B. ¡Otro Mediterráneo! Ya sabemos que los evangelios no son el producto de testigos oculares. ¿Acaso lo fue Tito Livio de lo que narra de la historia de Roma? Y por supuesto que comenten errores geográficos. Pero bien leídos, y separando las dos figura superpuestas que en ellos se dibujan sobre un mismo personaje –la de un rabino, o maestro de la Ley fracasado-- y su idealización posterior como mesías celestial, proporcionan informaciones históricas impagables. Un ejemplo: casi todo lo que sabemos del fariseísmo anterior al año 70 lo debemos a los evangelios,

El que no haga esta distinción, el que no tenga en cuenta que la figura de Jesús fue repensada e idealizada y reescrita, pero conservando la base histórica del rabino fracasado y casi ignoto fue el Jesús galileo, le costará mil dolores de cabeza explicar no solo la redacción de los evangelios, sino la figura de Pablo y todo el cristianismo posterior.



Pr.:


¿Usted que tipo de lectura me recomendaría para avanzar en el conocimiento de las escrituras sobre todo del Nuevo Testamento (desde un punto de vista critico/religioso)?
¿Que opina acerca de la biblia Peshitta en comparación con otras biblias?


R.:

Yo le recomendaría la que creo la mejor de mis obras hasta el momento, en este sentido: “Guía para entender el Nuevo Testamento”, Editorial Trotta, 4ª edic. 2011. Hay versión electrónica.


La Peshita nada tiene que ver con las Biblias modernas. Se trata de la más antigua versión al siríaco del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. Es del siglo III y sus lecturas en el Nuevo Testamento sirven, y a veces, mucho como confirmación de lecturas dudosas de los manuscritos griegos. Para Usted no le va a servir de nada para lo que Usted pretende, aunque como el arameo de Galilea, la lengua materna de Jesús, es lo más parecido que hay al siríaco, algunas de las retrotraducciones (a partir del griego) de palabras de Jesús pueden parecerse relativamente a lo dicho en arameo por Jesús. Hice una reseña en mi blog (utilice el Buscador empleando una sola palabra clave) del libro de Abdelmunin Aya, “El arameo en sus labios. Saborear los cuatro evangelios en la lengua de Jesús”, de Fragmenta Editorial, Barcelona 2013, que hace reconstrucciones de sentencias famosas de Jesús a parir del árabe clásico y del arameo de la Peshita.


Pr.:

Hola. Según Heródoto, los egipcios eran negros. Si no me equivoco, en sus libros usa la palabra \"melanos\" o algo parecido (lo siento, no sé griego) para referirse a ellos. ¿Es así? Por otro lado, ¿el Cam que aparece en la Biblia era negro o blanco?


R.:


“Mélanos” en griego significa negro, ciertamente; de ahí “melanina”. Pero también tostado, ennegrecido por el sol. Puede por tanto, referirse a eso último. En hebreo Cham, significa “cálido o caliente”, raíz “chmm”. Es posible que el egipcio/copto Kem tenga algo que ver con ese vocablo habreo, y ciertamente en egipcio significa “negro”, pero también “tostado por el sol”.

El Cam de la Biblia (Génesis, episodio de la desnudez de Noé) era ciertamente blanco para los hebreos, pues era hijo de este patriarca.




Pr.:


Usted me puede explicar cómo fue la historia del bautismo, de donde viene realmente ese rito, sé qué es, de Juan el Bautista pero porque la iglesia católica bautiza a los niños, cuál es la historia de este ritual. Gracias.



R.:

Siento no haberme ocupado de la historia del bautismo, porque se sale de mi ámbito de concentración de trabajo. Los datos del Nuevo Testamento los tiene Usted en un buen Diccionario de la Biblia como los comentados por mí n el Blog de la Editorial Herder, de Sal Terrae o de Clíe.

Si le es posible, vaya a una buena biblioteca teológica (Seminario o Universidad) y busque un diccionario de teología. O lea "Conceptos fundamentales del cristianismo" (editor J. J. Tamayo) de la Editorial Trotta, 2ª edic. reformada, que le informará completamente.


Pr.:


¿A qué se debe esa "ocultación" de la herencia que los egipcios legaron a los griegos? Quiero decir que se considera al Hélade la cuna de la civilización europea, pero gran parte de lo conseguido por los griegos es ¡egipcio! Tanto en arte como en ciencia. Todos los sabios griegos beben del conocimiento egipcio.



R.:


Los griegos jamás ocultaron nada. Platón, por ejemplo, siempre dijo que la sabiduría venía de Egipto. Pero en general los griegos no concretaban, o lo hacían muy vagamente qué es lo que habían tomado de los egipcios. De hecho, luego la remodelación de esa sabiduría fue tan portentosa por parte de los griegos que se puede decir que es propia. Hoy día los libros sobre la sabiduría egipcia abundan, a veces demasiado y con poco conocimiento de causa.


Pr.:


¿ En donde aparece Jesús resucitando a Lázaro que tiene 4 días de muerto, no cree usted que el evangelista fallo en ese relato. Primero, ¿por qué si Lazaro ya estaba muerto, entonces, quiere decir que estaba en el reino de Dios, por qué Jesús lo resucita si él predicaba el reino de los cielos? Además para un Judío creerse un Dios era algo blasfemo.



R.:


• Lea bien el Evangelio de Juan capítulo 12 y usted mismo se responderá si el evangelista falló o no. Además, la inmensa mayoría de los investigadores cree que esa resurrección no es histórica. Pertenece al fono legendario de “tradiciones” que tenía la comunidad que está detrás de los diversos autores de ese evangelio. Y el conjunto del texto le da un significado altísimamente teológico y simbólico que usted captará si lee despacio. Le recomiendo el Comentario al Evangelio de Juan de Raymond E. Brown, de Edit. Verbo Divino. En conjunto es el mejor que conozco y está traducido al español.

• No estaba en el reino de Dios, que para los judíos y para Jesús también era en la tierra de Israel , al menos en su primera fase. Además, las almas, según los judíos de la época, separadas del cuerpo, estaban en el Hades/ Sheol esperando el juicio.

• Lo resucita para seguir en esta vida hasta el juicio definitivo y para demostrr el poder de Jesús.

• Para el Evangelio de Juan Jesús no se creía Dios; era Dios y en él se había encarnado el Logos, o palabra divina. Lea, por favor, el comienzo del Evangelio.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Sábado, 11 de Abril 2015
Hoy escribe Fernando Bermejo

Entre las innumerables víctimas de nuestro tiempo –víctimas de los déspotas y tiranos del mundo, de las grandes potencias y sus ejércitos e intereses económicos, de los grupos armados (a los que suelen proveer en última instancia las grandes economías del mundo), de los mercados sin escrúpulos, de la barbarie de toda laya (que se disfraza de muchas maneras, no pocas de ellas civilizadas)– no debe olvidarse a los miembros de diferentes religiones, que allí donde son minoría están siendo perseguidas de la manera cruel y cobarde que caracteriza a las hordas humanas cuando se hallan en superioridad numérica o de fuerza y necesitan canalizar en alguien su resentimiento, su imbecilidad y sus pulsiones más destructivas. Entre ellas se encuentran los yazidíes o los Bahai, pero cada vez más los cristianos.

Es particularmente en algunos países de Oriente Próximo y del África islámica donde, como es sabido, los cristianos de distintas confesiones están siendo actualmente víctimas del avance del así llamado “Estado Islámico” y de las bandas armadas de yihadistas, como muestran por ejemplo los casos conocidos de los coptos decapitados en Libia o los 147 cristianos ametrallados en Kenia por el grupo somalí al Shabab. No hace falta añadir que estos sucesos –cuyo previsible destino parece ser el agravamiento progresivo (se calcula que en 2014 fueron asesinados en virtud de sus creencias religiosas unos 4.300 cristianos, más del doble que en 2013)– solo pueden ser contemplados con la mayor repugnancia. Y a los muertos hay que sumar los desplazados y los presos, a veces en situación de práctica esclavitud.

En estas circunstancias terribles, resulta oportuna la convocatoria de unas jornadas –“Oriente cristiano y mundo árabe”-, organizadas conjuntamente por la Universidad San Dámaso y la Casa Árabe de Madrid, dedicadas al conocimiento del pasado, el presente y el futuro de las comunidades cristianas del Próximo Oriente, que contarán con la participación de estudiosos occidentales y expertos y miembros de las Iglesias orientales. El marco geográfico contemplado abarca Egipto, Líbano, Siria, Turquía, Iraq y Palestina.

Las jornadas se desarrollarán del 15 al 17 de abril en Madrid, auditorio de Casa Árabe (c/ Alcalá, 62), desde las 10h. del miércoles 15 hasta las 13 h. del viernes 17. La asistencia es gratuita, aunque hace falta una inscripción previa. Para asistir es necesario inscribirse enviando un correo electrónico con el asunto "Oriente cristiano y mundo árabe" al siguiente email: confirmaciones@casaarabe.es. No es obligatoria la asistencia a todas las sesiones.

En el siguiente enlace pueden obtener más información y descargar el programa del seminario:

http://www.casaarabe.es/eventos-arabes/show/oriente-cristiano-y-mundo-arabe

Saludos cordiales de Fernando Bermejo



Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Viernes, 10 de Abril 2015
Escribe Antonio Piñero

Tengo que reconocer, y enmendar, un gazapo involuntariamente deslizado en el artículo “¿Estuvo Jesús en Cachemira? ¿Cree Usted que Zoroastro existió?“ Compartir” (76) de 1 de marzo de 2015. Preguntas y respuestas”.

Una lector muy amable y oportuna me escribe:

“Hola Sr Piñero. Soy una gran seguidora y admiradora de su obra e investigación desde hace años . En este post. O postal como usted dice, me ha sorprendido un comentario que usted le hace a una persona que le pregunta sobre Flavio Josefo (copio y pego ): "Y Pablo en Gálatas 1-2 habla de Santiago el hermano del Señor en sentido físico. Parece imposible que Pablo no supiera que Jesús era un puro mito literario. " Lo que me ha sorprendido es que aquí parece Usted reconocer que Jesús es puro mito literario, y sin embargo, siempre le he oído decir que cree que Jesús existió en el tiempo , el espacio , y la historia. ¿Cómo se conjuga esto ? Gracias de antemano. Un saludo.

Respuesta:

Muchas gracias por descubrir esta inmensa y notable errata en mi postal "¿Estuvo Jesús en Cachemira? ¿Cree Usted que Zoroastro existió? “Compartir” (76) de 1 de marzo de 2015. Preguntas y respuestas"


Efectivamente dice:


“Y Pablo en Gálatas 1-2 habla de Santiago, el hermano del Señor, en sentido físico. Parece imposible que Pablo no supiera que Jesús era un puro mito literario”.


Debe decir:


“Y Pablo en Gálatas 1-2 habla de Santiago, el hermano del Señor, en sentido físico. Parece imposible que Pablo no supiera que Jesús NO era un puro mito literario”.

El argumento es: cuando Pablo habla del hermano del Señor, que controlaba la “iglesia” o comunidad de Jerusalén, muy poco tiempo después de la muerte de Jesús –unos dos o tres años—no duda un segundo de que él fue a la capital a ver a Pedro y de paso a Santiago, y en ningún momento se le ocurrió pensar que Santiago era hermano de un mito literario, sino de un personaje de carne y hueso ya fallecido y que era el Maestro de todos, Jesús. Y G. Puente Ojea, que es quien ha insistido en este argumento, añade que se ha dicho de todo respecto a Pablo, pero jamás que estuviera tan chiflado como para hablar con “el hermano de un mito literario” (El texto exacto está en el libro conjunto, editado por mí, “¿Existió Jesús realmente?” de 2010, Edit. Raíces. Madrid).


Saludos,
Antonio Piñero
Jueves, 9 de Abril 2015
Escribe Antonio Piñero


Pregunta:

He leído algunas obras de sociología sobre la Palestina del siglo I, y todas ellas parecen estar de acuerdo en reflejar una gran, incluso una enorme, distancia social entre la sociedad rural y la sociedad urbana de aquella época. Si ello es cierto, da la sensación de que en aquellos tiempos se necesitaría un enorme esfuerzo para “saltar” de una sociedad rural a otra urbana. Eso parece que fue lo que consiguieron los primeros discípulos de Jesús tras la muerte de este al crear una comunidad en la ciudad de Jerusalén, teniendo en cuenta que la vida pública de Jesús se desarrolló, fundamentalmente, en el área rural de Galilea.

En su opinión, ¿cómo estos primeros discípulos originarios de la Galilea rural lograron dar ese enorme salto y crear una comunidad urbana en Jerusalén?


Respuesta:

En realidad pensamos que tenemos datos suficientes (la presunta existencia de la llamada "Fuente Q" y lo que se halla en la base del Evangelio de Juan) que hubo otras dos comunidades cristianas primitivas que no se reunieron en Jerusalén, sino en Galilea y Samaria (ésta bastante más tarde, ciertamente) respectivamente.

La razón de que algunos de los seguidores de Jesús decidieran pasar de Galilea a Jerusalén, es decir, meterse en la boca del lobo fue sencillamente la creencia firme de que, según la revelación de Zacarías 14,1-4:

“He aquí que viene el Día de Yahveh en que serán repartidos tus despojos en medio de ti. Yo reuniré a todas las naciones en batalla contra Jerusalén. Será tomada la ciudad, las casas serán saqueadas y violadas las mujeres. La mitad de la ciudad partirá al cautiverio, pero el Resto del pueblo no será extirpado de la ciudad. Saldrá entonces Yahveh y combatirá contra esas naciones como el día en que él combate, el día de la batalla. Se plantarán sus pies aquel día en el monte de los Olivos que está enfrente de Jerusalén, al oriente, y el monte de los Olivos se hendirá por el medio de oriente a occidente haciéndose un enorme valle: la mitad del monte se retirará al norte y la otra mitad al sur”,

Jesús mesías, ya resucitado y confirmado por Dios como Jesús y mesías vendría muy pronto a instaurar el reino de Dios y que todo comenzaría en Jerusalén. Por tanto, estar allí –trsladarse desde Galilea a la capital aunque conllevara riesgos-- suponía situarse en primera fila del futuro Juicio Final y del comienzo del reino de Dios. Es posible que algunos de los seguidores de Jesús, como la familia de Juan Marcos, tuvieran casa en Jerusalén. Según Hch 1,13-14, debía de ser bastante grande como para albergar a unas 120 personas en oración que suplicaban a Dios por la vuelta rápida del mesías y la restauración del reino de Israel (Hch 1,6), que es el inicio del reino de Dios sobre una tierra restaurada, una nueva tierra y un nuevo cielo.

Pr.


"¿Es realmente cierto que Elías, cuando venga primero, restaurará
todas las cosas?"Comentario de Joel Marcus a Mc 9,9-13 (IV) (199-04)

Como se llamara el ultimo Elias??. Quien sera su madre, como se llamara??. En
que pagina o video lo dice el Papa Francisco o Benedicto, que vendra Elias??.


R.:


Eso es lo que creían los judíos del siglo I. Y no necesitaba madre alguna, porque Elías, según la tradición, no había muerto, sino que había sido trasladado al cielo vivo, como Melquisedec, por ejemplo. También pensaban que, sin bajar él personalmente del cielo a la tierra, podía enviar su espíritu sobre cualquier profeta de los tiempos finales para que preparara la venida del Mesías.


Los seguidores de Jesús pensaron que Juan Bautista era en realidad era ese profeta dentro del cual se había instalado el espíritu de Elías, era el Elías esperado realmente. Y otros de los que oyeron a Jesús pensaron igualmente de Jesús, a saber que no era el mesías sino el precursor o preparador de la venida del reino de Dios.



Pr.:



Hace unos pocos años la editorial Sal Terrae publicó un diccionario de la biblia bastante completo del cual leí una reseña en su propio blog. Me gustó el diccionario, sin embargo me llamó la atención la entrada que se refiere a la fuente Q. Aún admitiendo que la fuente Q técnicamente es una hipótesis, dicha entrada del diccionario parece dar a entender como si recientemente hubiera sido puesta en tela de juicio su existencia. ¿Puedo preguntarle a usted, como filólogo, en qué estado de "credibilidad" está actualmente la fuente Q?


R.:


Siempre fue puesta en duda. Y seguirá siéndolo. La historia de la investigación es pendular. Mi opinión al respecto es que es la mejor de las hipótesis posibles. Las dudas sobre la "Fuente Q" van unidas a la resolución de las dificultades sobre cómo explicar los parecidos y diferencias entre los Sinópticos. Y en este casi casi siempre se niega la hipótesis de la "Fuente Q" para defender que el primer Evangelio fue Mateo (hipótesis ya antigua de Griesbach) y que Marcos abrevió a Mateo. Y esta solución no me gusta nada.


Pr.:


Creo que en el siglo I, y bajo la influencia de Roma, la esclavitud estaría muy presente y no comprendo por que no se menciona ,o caso no se practicaba?,o no la practicaban los judíos?,en caso de practicarse por que ningún escrito hace referencia?.ya que me parece hipócrita manifestar fe en DIOS y tener esclavos


R.:


La esclavitud estaba muy presente en el siglo I. Se practicaba al máximo, y era la columna vertebral del sistema económico del Mediterráneo y del Imperio Romano en general.


Su sorpresa está muy fundada porque da toda la impresión de que era un hacho totalmente aceptado por todos. En las parábolas de Jesús cuando se habla de “siervos” hay que entender muchas veces “esclavo”. Jesús no se pronunció contra ella. Pablo de Tarso también la aceptaba con naturalidad y nada dijo contra ella, sino que se tratara bien a los esclavos.


Los filósofos estoicos escribieron que la esclavitud no debería existir porque todos los hombres eran iguales (ni así para Aristóteles), pero no movieron un dedo por eliminarla.


Por tanto, la sensibilidad del siglo I distaba mucho de ser igual a la nuestra.

Así era.



Pr.:


Quería preguntarle por José y María (padres de Jesús), José es de la estirpe de David según la biblia pero mi pregunta es por María ¿es de la casa de Judea? ¿es la misma estirpe? no tengo muy claro ambas descendencias.


R.:


En honor a la verdad, no podemos saberlo. Y por dos motivos. El primero porque las genealogías, las dos, de Mateo y de Lucas son ficticias; y, segundo, porque toda la historia de Jesús como descendiente de David, por parte o madre, son meras construcciones teológicas una vez que se extiende, tras la muerte de Jesús, entre sus seguidores que Dios, con la resurrección, había confirmado su mesianismo.

Soy, pues, totalmente escéptico. En realidad nada sabemos.




Pr.:


He leído recientemente su libro \"Jesús y las mujeres\" y deseo felicitarle por este gran trabajo, y como siempre, por la impresión de honestidad intelectual que me queda cada vez que leo algo de su obra. Sobre este libro que menciono, me ha quedado una duda que creo no haber hallado en las páginas del mismo. Al respecto de los capítulos finales que se centran en la figura de María Magdalena, da la impresión -y así lo manifiesta usted- de que en los escritos gnósticos hay una especial predilección o disposición hacia su figura. ¿Hay alguna hipótesis, o tiene usted alguna opinión por la cual entre los grupos gnósticos la figura de María Magdalena tuviera esta mayor relevancia que la que se le otorga en el cristianismo no gnóstico?



R.:


En realidad tampoco lo sabemos. Se sospecha que los gnósticos cayeron en la cuenta, y valoraron muy positivamente, la función que as mujeres tuvieron en sus propias comunidades. Algo parecido debió de ocurrir en el grupo o “escuela johánica”, grupo de judeocristianos marginales retirados a Samaria durante la persecución que narra Hechos 8, y que luego se trasladó probablemente a Éfeso durante la Guerra judía del 66-70. Esa misma disponibilidad religiosa de las mujeres debió de hacerse patente precisamente en ese grupo Y es claro que el Evangelio de Juan fue fundamental para la formación del gnosticismo cristiano del siglo II.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Miércoles, 8 de Abril 2015
Escribe Antonio Piñero



Pregunta:


Cómo se sabe que los papiros mas antiguos como por ejemplo el caso del papiro 52 de juan no es una copia sino el original? 2. como saber si un trozo de papiro de un texto, pongamos cualquiera del nt. le pertenece, si no tenemos los libros originales completos o al menos del siglo i para compararlos?? porque se usa o q tan confiable es usar las biblias de siglos posteriores para esa comparacion?


Si no estan los textos originales como saber q los textos encontrados de cualquier libro, en este caso del nt. le pertenecen a esos libros. es adecuad valerse de los libros conservados de fecha posterior como codices, etc. sin tener textos completos de fecha inicial. ejemplo: si tengo el papiro x de marcos del año 130 dc., como saber si es marcos si no hay un marcos completo hasta el siglo iv??


Respuesta:


Respondo por partes:


1: Ciertamente se presupone en principio que el papiro es una copia por la datación del papiro que se logra siempre de un modo aproximado: por medio del estudio de la escritura (conocemos muy bien la evolución del modo de escribir) y por medio del carbono 14 si se puede aplicar, que ofrece una fecha solo aproximada, más o menos 50 años arriba o abajo.


2: No tenemos los originales de los escritos del Nuevo Testamento, pero sí tenemos el texto tall como circulaba en el año 200. Y por citas de algunos autores anteriores (por ejemplo, Ignacio de Antioquía (muerto antes del 119) que conoce muy bien 1 Corintios y que debió de escribir entre el 130 y 150, y otros casos como Justino Mártir, etc.). Igualmente la Epístola de Bernabé (hacia 130)y vemos que los textos coinciden.


3. El P. 52 quizás pudiera ser el original, teóricamente, pero es ciertamente una copia, y lo sabemos por el tipo de escritura es datable entre el 125-175. Parece imposible que el original se hubiera escrito en una fecha tan tardía.


4: Las Biblias de ahora, respecto al Nuevo Testamento traducen ese texto del año 200 establecido por el análisis de los aproximadamente 5.000 manuscritos que poseemos del Nuevo Testamento. Hay un Instituto de la Universidad de Münster que se dedica exclusivamente a esta tarea y ha publicado ya 28 ediciones del texto griego del Nuevo Testamento que va cada más refinándose (NESTLE-ALAND: Novum Testamentum graece, Deutsche Bibelgesellschaft, Stuttgart, 282012).


Pr.:


Dado que parece ser que los Evangelios se escribieron entre los año 50 y 100,
¿ qué edad tenían los evangelistas cuando los escribieron?. Entonces la gente vivía mucho menos que ahora. Mateo y Juan fueron de los doce apóstoles . No me cuadran las fechas.
¿ Eran niños cuando iban con Jesús?
¿ Marcos y Lucas no fueron coetáneos de Jesús? ¿ No le llegaron a conocer?


R.:

1: Se escribieron los evangelios probablemente entre el 70/75 (Marcos) y el 100 (Juan).


2: Ni siquiera sabemos quiénes eran los autores. Los nombres son una tradición de mediados del siglo II y las atribuciones son gratuitas.


3: Los evangelistas no fueron testigos oculares de lo que ocurrió con Jesús, porque escribieron –incluso Marcos—sobre fuentes a medias (por ejemplo, colecciones de parábolas, de dichos de Jesús y de milagros más el relato de la pasión) que eran previos.


Le ruego que eche una ojeada a la “Guía para entender el Nuevo Testamento”, Trotta, Madrid 4ª edic. 2011 donde se tratan todos estos temas.




Pr.:



Al leer hoy su artículo acerca del libro NUEVO TESTAMENTO , me he enterado de su vinculación a la edición de una traducción del nuevo testamento de la BIBLIA DE SAN MILLAN. Tendría usted la amabilidad de informarme un poco al respecto? Vivo en Bogotá Colombia. Desde aquí, es posible adquirir esa obra?


R.:


Se trata de un proyecto a largo plazo para hacer una nueva Biblia absolutamente no confesional, universitaria, histórico-crítica y crítico literaria, con traducción revisada por catedráticos relacionados con la Academia Española de la lengua, una edición laica en una palabra, pero no militante, sino totalmente informativa y acerca del texto neotestamentario desde el punto de vista histórico y que aclarará, esperamos, bien el contenido y sentido de los textos. Irá en varios volúmenes. Por ahora estamos preparando el Nuevo Testamento, que aparecerá probablemente a finales del 2016 o principios del 2017. Habrá versión electrónica de modo que podrá adquirirla en Colombia.


Pr.:

Pregunta ¿ Qué aspectos paulinos encontramos en el Evangelio de Juan?


R.:


No hay ningún documento en la Iglesia antigua ni tampoco dentro del mismo Evangelio de Juan que nos explique expresamente cómo y por qué ese Evangelio comparte con el apóstol Pablo una concepción específica de Jesús y de su mesianismo.

Ha sido la investigación sobre el Nuevo Testamento la que a lo largo de siglos de pesquisas ha llegado a formarse, a través de un análisis crítico de los evangelios, cuál es la figura más probable del Jesús histórico, a la vez que caía en la cuenta de que Pablo –que escribió muchos años antes que el Evangelio de Juan en concreto-- se preocupaba muy poco de ese Jesús histórico y lo contemplaba tan solo como el Mesías después de su muerte y su resurrección, es decir, como el Cristo celeste. El siguiente paso de la investigación fue caer en la cuenta de que en el Evangelio de Marcos, que es el primero cronológicamente de los cuatro, se mezclan indisolublemente, en su pintura del Jesús terreno, rasgos que pertenecen al Jesús histórico con otros que son propios del Cristo celestial. Otro paso ha sido atribuir al autor cronológicamente anterior, Pablo, la influencia sobre el posterior, Marcos, hasta formular la idea de que la cristología marcana es en sus rasgos esenciales la misma que la de Pablo. Y finalmente el último paso es caer en la cuenta de que el Evangelio de Juan conoce al menos la tradición de los tres evangelios sinópticos (Mt, Mc y Lc), y muy probablemente ha leído y utilizado el Evangelio de Lucas, por lo que comparte con él –al menos también—una parte de su ideología/teología.

¿En qué consiste tener una concepción paulina de Jesús que en concreto se refleje en el Evangelio de Juan? Fundamentalmente en considerar a Jesús como mesías, hijo de Dios, pero sobre todo en atribuir a su muerte y resurrección el valor de actos redentores con el que cambia la historia del mundo y de la humanidad. En apariencia son el Diablo y sus satélites, las autoridades humanas, las que causaron esa muerte. Pero en verdad fue un acto decidido por Dios desde toda la eternidad, ya que en la cruz Dios acepta el sacrificio de la vida de su agente como reparación, o rescate, por todos los pecados de los humanos hasta ese momento –con lo que queda vencido el poder del Demonio--, y en señalar que la resurrección de Jesús es el camino para todos los fieles que igualmente participarán de ella tras una vida sin pecado.


En el instante de la muerte y la resurrección comienza en verdad la época mesiánica, que no se sabe cuánto durará y que concluirá con la segunda venida del Cristo --confirmado como mesías y señor por Dios en los cielos— a la tierra. Poco después de ese momento comenzará el juicio final a todos los hombres, en el que Cristo desempeñará un papel fundamental. La apropiación del valor redentor de la cruz debe hacerlo cada individuo aceptando con un acto de fe en Dios y en su mesías que el evento de la cruz es, por designio eterno divino, el momento supremo de la redención, evento ya ocurrido en el pasado, y que en él Cristo venció todo el poder del Diablo sobre la humanidad e incluso sobre el universo. De ese modo queda abierto para el ser humano un camino igual al del mesías. Este vino al mundo no para salvar a los justos sino a los pecadores, tanto judíos como gentiles. Ser paulino es pensar también que, gracias a esa redención obrada por Jesús, tienen todos los paganos la posibilidad de salvarse, no solo los judíos como pueblo elegido. Eso ocurre porque Dios ha decidido que el mesías tiene no solo el poder de perdonar los pecados (también en vida, no sólo por el acto de la cruz), sino también la posibilidad de cambiar la ley de Moisés, que debe interpretarse según el mesías. Aunque la ley mosaica siga siendo válida en todos sus términos para los judíos, en adelante no son válidas, por ejemplo para los gentiles las normas concernientes a la circuncisión, los alimentos y la pureza ritual. La ética se convierte para ellos ante todo en una moral universal cuyas normas están expresadas negativa y positivamente por el Mesías.

El Evangelio de Juan añade a esta visión paulina que el Logos, la Palabra eterna de Dios se encarna en el mesías Jesús. Éste es ante todo el Revelador. Su revelación consiste fundamentalmente en que el Padre y él son uno, y que quien crea en el Revelador participará de esta unidad. En realidad, y bien pensado, opina el autor del Evangelio de Juan, el Juicio Final ha venido ya para cada individuo que crea en el mensaje del Revelador y, al creer en él y su mensaje, ha conseguido ya salvación.


Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Martes, 7 de Abril 2015
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Literatura Pseudo Clementina

Homilía XI

Prosigue el rechazo de la idolatría

Como es lógico, Pedro reitera con insistencia su vital rechazo de la idolatría como de una actitud absurda y llena de contradicciones. Responde a la objeción de quienes ponen como excusa de sus errores la ignorancia. En este aspecto Pedro no puede ser más claro y expresivo. La ignorancia, dice, no excusa al pecador. Pues a veces algunos prefieren no aprender para verse libres de culpa. Ahora bien, el que no quiere aprender para no ser reo de juicio, ya está juzgado como responsable.

“Pero si realmente uno termina la vida presente en la ignorancia, será acusado de que no conoció durante su vida quién fue el benefactor que le proporcionó sus alimentos. Además, como insensible, desagradecido y como siervo muy indigno, será apartado del reino de Dios” (Hom XI 13,3). La realidad es que Dios siempre ofrece los medios para conocer el destino y el camino para llegar hasta su consecución.

Errores del politeísmo

El politeísmo parte de errores radicales. Es esencial aceptar un solo Dios. Lo contrario es absurdo. “La terrible serpiente sugiere la idea de pensar esto y decir eso mismo que dicen muchos de los idólatras: “Nosotros también sabemos que existe un solo Dios, el Señor de todos, pero éstos también son dioses”. Y aportan el ejemplo, citado con frecuencia, de la existencia de un César supremo, que no supone que no existen otros jefes con diversos niveles de poder y autoridad.

Pues de la misma manera que hay un solo César, pero tiene bajo su poder administradores -cónsules, gobernadores, tribunos, centuriones, decuriones,- de la misma manera, siendo uno solo el gran Dios, como el César, hay también dioses según la razón de sus poderes inferiores, sometidos a él, pero que nos gobiernan a nosotros. Muchos han sido infectados (por la serpiente) con esta doctrina como con un terrible veneno, -me refiero a la perversa concepción de este ejemplo. Para el apóstol, se trata de un veneno terrible que aporta el error y la muerte espiritual a los que se esconden detrás de sus pretextos.

El politeísmo es ultraje del Dios único

En consecuencia, la actitud moral de estos personajes es llana y simplemente de ultraje básico contra la idea y la realidad dogmática de un Dios único. Desde las primeras páginas y los libros primeros de la Biblia, la enseñanza lo proclama sin la menor duda. Para los que aceptan el citado ejemplo del César, Pedro les recuerda que “como no es lícito dar a otro el nombre de César, -quiero decir a un cónsul, a un gobernador, a un tribuno o a otro cualquiera-, ya que el que lo diera no viviría, y el que lo tomara sería eliminado, así según el referido ejemplo, no es lícito dar a otro el nombre de Dios” (Hom XI 15,2). Y todo por una razón mayor, tanto cuanto Dios está por encima de cualquier autoridad humana.

Cultos abominables de los egipcios

Pedro recurre como en otras ocasiones a ejemplos paganos. Por ejemplo, a maestros egipcios, que se glorían de dominar ciertos aspectos de sabiduría humana, como la meteorología y prometen distinguir las naturalezas de las estrellas, por la mala opinión que se oculta en su interior, sometieron el nombre de Dios a toda clase de deshonor. Pues algunos de ellos enseñaron que se debía dar culto a un buey llamado Apis, otros a un macho cabrío, otros a un gato, otros a una serpiente, incluso a un pez, a cebollas, a flatulencias gástricas, a cloacas, a miembros de animales irracionales y a otros millares de abominaciones absurdas totalmente vergonzosas, cuya sola mención ofende nuestros oídos piadosos.

La explicación de Pedro provocó una risa generalizada entre su auditorio. Una risa lógica, reconoce Pedro. Pero advierte que también las posturas de sus oyentes producen hilaridad entre los egipcios. Más aún, los mismos egipcios están en abierta oposición unos contra otros, lo que es una prueba más de lo absurdo de su doctrina. Pues unos suponen que una cebolla es la divinidad, y los que dan culto a las flatulencias gástricas, les hacen la guerra. Así por el estilo, todos los que dais culto preferente a algo, reprobáis las cosas de los otros. Y con criterio diferente, uno venera uno de los miembros de un animal, y otro a otro. Por lo demás, aquellos de los egipcios que conservan un razonamiento correcto, avergonzados por el evidente absurdo, tratan de conducir el tema al ámbito de las alegorías, deseando por otra locura fortalecer lo mortal de su error.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro




Domingo, 5 de Abril 2015
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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