CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Años 30-35 d. C. División y expansión del judeocristianismo desde Jerusalén (18-05-2021. 1178)
Escribe Antonio Piñero
 
Las pp. 16-19 del prólogo de X. Pikaza al libro de E. Trocmé, “La infancia del cristianismo” (Trotta, Madrid, 2021) presentan para mí una pintura de la situación con alguna pequeña dificultad, pero no sé si estas se deben a  E. Trocmé, es decir, Pikaza está asumiendo los presupuestos de este, los comparta del todo o no. Adelanto que las dificultades no son esenciales.
 
Ya dije en la postal anterior que según el texto que comentamos el grupo de los helenistas (de los dos en los que se dividió la comunidad de Jerusalén helenistas eran “partidarios de una reinterpretación del mesianismo judío a partir de la creencia en la resurrección de Jesús”. No lo veo claro, después de leer un montón de veces el discurso de Esteban antes de morir presentado en Hch 7,2-56.
 
Mi opinión sobre el conjunto de este discurso (ruego a los lectores que lo busquen en su Nuevo Testamento), es contraria a lo que  pretenden diversos comentaristas. No veo en él por ninguna parte ninguna “reinterpretación del mesianismo judío a partir de la muerte y resurrección de Jesús” en este discurso, repito en este discurso. Sí puede haberlas más tarde.
 
En el discurso de Esteban salvo las acusaciones genéricas del final (vv. 51-53), no se percibe ataque alguno serio contra el judaísmo, el Templo (salvo quizás el v. 48), o la Ley, sino todo lo contrario a lo largo del desarrollo, aunque el “cristianismo” del responsable de este parlamento de Esteban, el autor de Hechos, esté ya alejado de la sinagoga y del culto a un templo, por otro lado ya destruido.
 
 Cualquier esenio de la época se habría manifestado por lo general más duramente contra el judaísmo de su tiempo que lo que aparece en este discurso (salvo el v. 48). Por otro lado, no hay respuesta directa alguna de Esteban a las tres acusaciones vertidas contra él en 6,11 («Le hemos oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios»); 6,13: «Hablar contra el lugar santo y contra la Ley»), y 6,14 (sostener que Jesús dijo que «destruiría ese lugar y cambiaría las costumbres que transmitió Moisés»).
 
Vayamos al v. 48 en su contexto amplio vv. 43-50
 
“Nuestros padres tenían el tabernáculo del testimonio en el desierto, tal como ordenó el que dijo a Moisés que lo hiciera según el modelo que había visto. 45 Nuestros padres lo recibieron como herencia y lo llevaron con Josué cuando ocuparon la tierra de los gentiles, a los que Dios expulsó de la presencia de nuestros padres hasta los días de David; 46 este halló gracia ante Dios y pidió obtener una morada para la casa de Jacob. 47 Pero fue Salomón el que edificó una casa para él, 48 aunque el Altísimo no habita en casas hechas por manos humanas, como dice el profeta: 49 «El cielo es mi trono, y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa me vais a edificar –dice el Señor– o cuál es el lugar de mi descanso? 50 ¿No es mi mano la que ha hecho todas estas cosas?»”.
 
Esteban señala el contraste entre el tabernáculo de la reunión, que agradaba a Dios y que había sido construido según sus indicaciones (v. 44), mientras que el templo en Jerusalén no era de su total agrado. Así, David no pudo construirlo (vv. 46-47; solo Salomón: 1 Re 5,19); además, el Altísimo no habita en casas hechas por manos humanas (v. 48). Aquí sí puede haber una crítica contra el Templo, más dura incluso que la de los esenios y que la de Jesús mismo: ambos deseaban un templo puro, pero no cuestionaban su valor, de modo que llegaran a pensar que era mejor que no se hubiera edificado. Se prepara así una idea judeocristiana que hallará una expresión muy clara en Jn 4,21-23: «Llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre… llega la hora (ya estamos en ella) en la que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren».
 
Ahora bien, en el momento presente del discurso Esteban no hace más que repetir la opinión de Isaías 66,1-2: “El cielo es mi trono, y la tierra el estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde está el lugar de mi reposo?  Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice Yahvé pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla ante mi palabra”. 
 
Si se sigue analizando Hechos desde el cap. 8 hasta 11,19-21,
 
“Y los que habían sido esparcidos por causa de la persecución que se levantó con motivo de Esteban, anduvieron hasta Fenicia, y Chipre, y Antioquía, no predicando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos.  Y de ellos había unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron a los griegos, predicando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos; y gran número creyó y se convirtió al Señor”, 
verá pocos impulsos para predicar la buena nueva de Jesús a los paganos, salvo en el episodio de Felipe y el eunuco de  la reina de Etiopía (Hch 8,26-40). En este cap. 8 Felipe, el diácono helenista (no el apóstol), convierte al eunuco al judeocristianismo. La razón sí es pertinente para la reinterpretación de la muerte de Jesús como un mesías sufriente, pues aplica a su muerte la cita de Is 53,7-8LXX. El v. 8 en el texto hebreo se lee algo muy diferente: «Tras prendimiento y juicio fue arrebatado, y de sus contemporáneos, ¿quién se preocupa de él? Fue arrancado de la tierra de los vivos; por las rebeldías de su pueblo ha sido herido».
 
Ciertamente el judeocristianismo primitivo leyó este pasaje en griego y lo que sigue como una predicción de la pasión y resurrección del mesías, Jesús. Se empezaba así a fundamentar en la Biblia el nuevo concepto judeocristiano de un «mesianismo sufriente y a la postre triunfante» de Jesús (mesías que muere y resucita). Esta interpretación es nueva, judeocristiana, pues los judíos contemporáneos del presunto autor –poro tiempo después de la muerte de Jesús– no entendían el pasaje mesiánicamente, sino que pensaban que el texto se refería a un rey desconocido, o a un personaje poderoso y justo, indignamente maltratado, o bien que aludía a los padecimientos de Israel en su conjunto, corporativamente, de los que finalmente habría de verse libre.
 
El autor de Hechos atribuye esta exégesis a los helenistas muy poco tiempo después de la muerte de Jesús. Es posible, ya que al parecer la nueva cristología / mesianología se desarrolló en pocas décadas. Los apóstoles y colegas no eran iletrados, sino que sabían interpretar su Biblia.
 
Seguiremos, pues creo que este prólogo de X. Pikaza es interesante.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
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Martes, 18 de Mayo 2021
La infancia del cristianismo (II) (13-05-2021.- 1177)
Escribe Antonio Piñero
 
Sigo con mi reseña del libro de Etienne Trocmé que lleva este título.
 
Otra parte interesante del prólogo de Xavier Pikaza es el apartado cronológico de esta “infancia” cristiana que sirve para encuadrar mejor el resto del libro propiamente tal.
 
Comenta Pikaza que desde la idea/sentimiento de que  Jesús estaba vivo entre ellos, sus seguidores empezaron a interpretar su figura y su misión desde el punto de vista de que él, Jesús, era el Mesías esperado a pesar de la muerte en cruz,  y que por ello comenzaron a escrutar las Escrituras (sobre todo Ley / Profeta / Salmos) para buscar en ellas textos que justificaran que el Mesías debía morir, luego resucitar, ser exaltado al cielo y volver a la tierra, muy pronto, para cumplir su encargo de Mesías (aparentemente interrumpido por su muerte), a saber, instaurar el reino de Dios.
 
De este modo Pikaza divide los tiempos importantes de la génesis del cristianismo en 5 bloques cronológicos. Haré de ellos un resumen / comentario.
 
I. El primer bloque se centra hacia el año 30 de nuestra era (aproximadamente, ya que también es posible que Jesús muriera en el 33) en dos centros geográficos: Jerusalén y Galilea. En esta región tuvo que haber “experiencias pascuales”, es decir, un sentimiento de que Jesús estaba vivo, cada uno a su modo y manera.
 
Nosotros, sin embargo, no sabemos cómo fueron. Pero tuvo que haber tales experiencias, pues sin creencia en la resurrección de Jesús no hay cristianismo. Pikaza supone que la cristología de los seguidores galileos de Jesús era más bien “baja” y muy judía: vieron en el Maestro al profeta injustamente asesinado y que habría de volver pronto como el “Hijo de hombre” (así en arameo à Hijo del Hombre en griego) para implantar el Reino. Unían así la persona de Jesús resucitado con esa otra figura misteriosa del Libro de Daniel, 7,13, que cada uno interpretaba como podía (un hombre; un ángel; el pueblo de Israel al completo), pero a la que Dios otorgaba, como mano derecha suya, todo honor, poder y gloria, de modo que liberara a Israel de todos sus enemigos e instaurara su Reino en el mundo con Israel al mando de las naciones.  En ese nuevo panorama los Doce ocuparían puestos importantes y serían como los antiguos jueces que juzgarían a las doce tribus de Israel (Mt 19,28 y Lc 22,30)
 
Esta comunidad galilea empezó pronto a recopilar las palabras de Jesús (que más tarde darían lugar, reunidas, a la “Fuente Q” o Fuente de los dichos del Señor). Y supone Pikaza que Pedro y sus once colegas, los Doce, repartían su presencia y su actividad entre Jerusalén y Galilea, aunque los Hechos de apóstoles solo hablan de lo ocurrido en Jerusalén. Pero tuvo que haber una unión, sea como fuere, de las dos comunidades.
 
II. Años 30-35 d. C.
 
En este breve período no hay noticias especiales de la comunidad de Galilea aparte de lo dicho en el apartado anterior (experiencias pascuales = apariciones y búsqueda de explicaciones de lo ocurrido a Jesús en las Escrituras judías, las que los primeros judeocristianos tenían al igual que el resto de los judíos para la interpretación de la muerte en cruz sobre todo).
 
Es importante el hecho de que pronto la comunidad de Jerusalén se dividió en dos grupos con un pensamiento sobe la figura y misión de Jesús un tanto diferente:
 
 A) El grupo de los judíos, muy piadosos, de lengua materna griega, pero residentes en Jerusalén porque creían que allí se iba a implantar pronto el reino de Dios: los helenistas. Según Pikaza, estos helenistas eran “partidarios de una reinterpretación del mesianismo judío” a partir de la creencia en la resurrección de Jesús.
 
B) El grupo, principal, de los judeocristianos de lengua aramea, entre los que se hallaban los parientes de Jesús. Este grupo estaba más interesado en seguir cumpliendo la ley de Moisés que en hacer teología (Hechos, sin embargo, hace a Pedro pronunciar un discurso en Pentecostés, a los 50 días de la muerte de Jesús, con una teología/ cristología (Hch 2,36) muy parecida a la de Pablo en Rm 1,3-4.
 
Me parece muy difícil, a partir de  los datos que ofrecen los capítulos 6-8 de los Hechos ver exactamente como esos dos grupos fueron formando la primera teología / cristología acerca de Jesús, cómo interactuaron entre ellos y qué papel tuvieron exactamente Pedro y los Doce en la formación de esta primerísima teología judeocristiana, tan judía por una parte y con gérmenes de gran renovación, por otra, que no se ven en absoluto claros.
 
Seguiremos con este interesante panorama.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Jueves, 13 de Mayo 2021
“La infancia del cristianismo”  (I) (5-05-2021.- 1176)
Escribe Antonio Piñero
 
Presento hoy un libro, interesante, que ha llegado hace muy poco a mis manos. El título es el mismo que el de esta postal. Su autor, Étienne Trocmé (1924-2002), fue un ilustre profesor de historia de del cristianismo y de teología en la Faculta de Teología protestante de Estrasburgo, muy reputado y respetado en su tiempo. El libro fue publicado en 1999…, pero su fama ha durado hasta hoy, lo que le he merecido la traducción, muy buena por cierto, de Alejandro del Río Herrmann, para la editorial Trotta, Madrid, 2021. Completo la ficha: ISBN 978-84-1364-000-6. 208 pp. 23x15 cms. 22 euros. Edic. elctrónica: 13,99 euros.
 
El libro tiene una introducción de Xabier Pikaza, que me parece oportuna. Y luego un “Prólogo” de Trocmé mismo al que sigue  el tratamiento de los temas siguientes: relación entre Juan Bautista y Jesús; la primera “iglesia” de Jerusalén; la intervención un tanto turbulenta en el desarrollo de esta comunidad por judíos de lengua  materna griega, los “helenistas”; la aparición de Pablo; Pablo teólogo y mártir; la gran crisis de los años 60-70 con la muerte de Pedro y Pablo; los herederos de Pablo; el camino hacia un cristianismo adulto, es decir, los inicios claros de apartamiento de la matriz judía de la secta cristiana y, finalmente, su consolidación y helenización a partir especialmente del año 150.
 
Como Trocmé ofrece en este libro una historia de la literatura y de los personajes del cristianismo primitivo, más que una historia en sí de sus orígenes, de sus causas, de su desarrollo (que también están, pero más bien incoados o sugeridos), le pareció bien a X. Pikaza presentar al lector la “geografía, los espacios y las trayectorias” de la infancia del cristianismo.  Sostiene Pikaza que el “crecimiento del ‘caso Jesús’ no era en sí previsible”, ya que desde fuera la previsión de un observador imparcial hubiera sido que la memoria de Jesús quedaría sepultada conjuntamente con l decena o más de pretendientes / agentes  mesiánicos que aspiraron al trono de Israel desde la muerte de Herodes el Grande (4 a. C.) hasta el inicio mismo de la Primera Gran Guerra de los judíos contra Roma que estalló en el año 66.
 
Es muy exacta también la observación de Pikaza acerca de que resulta imposible precisar dónde saltó la primera chispa “(judeo)cristiana”, o si hubo varias chispas a la vez. Probablemente ese primer, o primeros chispazos se produjeron, al menos, en dos lugares y de modo simultáneo: en Jerusalén y en Galilea. Del primero tenemos una información, bastante discutida por los estudiosos en Hechos de apóstoles y en Gálatas 1.  De los otros hay menos noticias, pero las suficientes para formular hipótesis muy plausibles de su existencia.
 
El prologuista habla del primer e indudable foco, Jerusalén, y luego del “foco galileo”. Este (a pesar del silencio de las fuentes) hubo de existir;  de lo contrario no se puede explicar cómo se recogieron tantas noticias sobre dichos y hechos de Jesús en torno a las ciudades que bordeaban el Mar de Galilea, noticias  que desembocan sin duda en la “Fuente Q”.  Este hecho  presupone –a pesar de la intensa creencia en la vuelta inmediata de Jesús desde los cielos como mesías confirmado plenamente por Dios Padre y como juez o agente del Juicio antes de la instauración del Reino– que ya desde el principio mismo de la secta mesianista se fueron recogiendo dichos y hechos de Jesús en “hojas volantes” o pequeños libritos. Estos acompañaban seguramente a los predicadores / proclamadores de la redención efectuada por la muerte de Jesús en la cruz ya desde los momentos mismos en los que los judeocristianos se decidieron a proclamar este evento no solo a los judíos sino también a los paganos (Hch 11,19-20).
 
Llama Pikaza la atención hacia otros focos de ignición/nacimiento del judeocristianismo en los que el lector medio no suele pensar, pero donde pronto hubo una masa crítica de seguidores de Jesús. Así el “foco sirio”: la costa de Fenicia, Damasco y especialmente Antioquía.
 
Luego el “foco  asiático” o mejor minorasiático: Éfeso (que probablemente fue la cuna –añado– de comunidades distintas que están detrás de Lucas / Hechos, Evangelio de Juan y Revelación /Apocalipsis), más la zona de Galacia y Bitinia.
 
Hay otro foco griego situado en Filipos y Macedonia y Atenas / Corinto, donde Pablo actuó muy intensamente. Y hay un foco romano, que conocemos por Pablo, pues el judeocristianismo de la capital del Imperio estaba ya bien implantado allí, y era importante por lo que Pablo le dirigió su carta más densa, Romanos.
 
Pikaza añade con dudas un posible “foco alejandrino”, pues de allí procedían los judíos que discutían con Esteban, según Hechos 6,9, y sobre todo de allí procedía el misionero Apolo, que mantuvo contactos notables con Pablo y que al principio era un seguidor de Juan Bautista.
 
Este diversidad de focos deja en claro que ya desde el principio hubo diversidad grande de “(judeo)cristianismos”. En efecto, como este nace repensando la vida y muerte de Jesús por medio de una reflexión sobre las Escrituras (textos considerados mesiánicos hasta el momento por los maestros en las Escrituras, u otros nuevos descubiertos por los seguidores de Jesús), los focos se multiplican allí donde un notable grupo de gentes repiensan la figura y misión de Jesús de un modo similar. Es cristianismo es, pues “cristianismos”, en plural ya desde los inicios.
 
Como voy a dedicar varias entregas al comentario de este libro, voy a dejarlo aquí. Queda para la próxima ocasión comentar el esquema cronológico de desarrollo que propone X. Pikaza en la segunda parte de su extenso e interesante “Prólogo” / Complemento (pp. 9-25) al libro de Trocmé.
 
Seguiremos, pues.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
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Miércoles, 5 de Mayo 2021
“Jesús de Nazaret”.  ¿Es correcta esta denominación de Jesús? (y III). Conclusiones
Escribe Antonio Piñero
 
Foto: Excavaciones en Nazaret (“El País”)
 
Concluimos la postal anterior planteando diversas posibilidades sobre cómo la gente del Israel del siglo I podían considerar a Jesús. Estas eran:
 
· Que Jesús pertenecía a la secta precristiana de los nazoreos
· Que Jesús era un nétzer, un vástago de David.
· Que Jesús era un nozrí /nosrí: un “observante” (de la Ley).
· Que Jesús era un nazir, un nazireo, obligado por un voto de nazireato
· Que Jesús era simplemente un “hombre santo”, un santo de Dios
· Y a esto añadimos que muchos lo consideraban un “profeta” de los grandes “como los antiguos”.
 
De estas posibilidades –y aparte del título de “profeta”, lo que parece tener más posibilidades es (hipotéticamente) que Jesús fuera un nazir, un hombre que hubiera hecho un voto de nazireato. Y la razón es la escasez enorme en el Nuevo Testamento de la expresión “Jesús de Nazaret”.
 
Ahora bien, esta última hipótesis de que Jesús fuera considerado un nazir debe hacer frente a dos dificultades:
 
a) El nazireato nunca es un voto duradero, de por vida, sino temporal.
 
b) Jesús no era un asceta, sino un “comilón y bebedor”, en boca de algunos (Mateo 11,39/ Lucas 7,34). Naturalmente era una exageración, pero indica que practicaba la comensalidad como signo del Reino.
 
Las dificultades para Jesús un “nazir” no se pueden resolver fácilmente, salvo que se piense que
 
a)  Jesús hizo una o varias veces el voto de nazireato en su vida aunque sus biografías griegas no hayan recogido la noticia. Y
 
b) que  en muchas ocasiones nazir podía significar en sentido amplio “hombre de Dios” o consagrado o santo en general.
 
 Esto es una mera hipótesis, y ya sabemos que  una hipótesis no es una certeza.
 
Por tanto creo que parece bastante seguro (por lo que dijimos de que en hebreo tienen consonantes distintas) que “nazareno”, “nazireo”, “nazoreo” no significó al principio “hombre de Nazaret”, sino Jesús el nazir, el santo, el hijo de Dios el siervo de Dios. Y que posteriormente en ámbito griego se lo denomino “Jesús de Nazaret”, al modo griego. Como este nombre iba unido al de “siervo” de Yahvé y pronto en ambiente griego helenístico se le denominó “Kýrios”, “Señor”, se perdió pronto la asociación “nazir / siervo / santo” que fue sustituida por “Señor”.
 
Es posible por ello que los cristianos de lengua semítica, en Palestina, y en Siria, se llamaran primero los “nazareos/nazarenos”, pero que los de lengua griega se autodenominaran los “santos” (así en Pablo: por ejemplo, Rm 1,7; 1 Cor 1,2). Pronto, y por gente de fuera, en Antioquía de Siria esta designación fuera  sustituida pronto por christianós, que quiere decir “mesianistas”. 
 
Jesús el nazireo o el nazoreo no fue pronto bien entendido por los griegos y su nombre se completó a la manera griega: “Jesús de Nazaret”, o “hombre de Dios” lugar perdiéndose el nombre semítico  “Jesús hijo de José”, o “Jesús el santo/ siervo/nazir” designaciones todas bien semíticas y que para un griego eran muy raras.
 
Es posible que en ese momento, en el que se superponían los diversos nombres (Jesús nazir, nazireo, nazaraîos, más  Jesús de Nazaret se inventara la designación “nazareno” en vez de nazaretano como debería ser).
 
Y finalmente es bastante seguro el que se impusiera tardíamente “Jesús de Nazaret” que es modo normal griego de llamar a la gentes: el nombre + el lugar de procedencia. El que se impusiera tardíamente “Jesús de Nazaret” no significa que durante a su vida pública, los galileos llamaran a Jesús por el nombre normal, “Jesús ben Josef”, o de vez en cuando la gente lo designara “Jesús el nazir o nazoreo”, porque era conocida su piedad judía y habría hecho el voto de nazireato alguna vez, desde luego más de una, o bien que alguna vez otros lo designaran por “El santo / el hombre santo”.
 
En síntesis con el tiempo, cuando la Iglesia se hizo cada vez más “grecorromana” fue denominación griega es la que se impuso con el tiempo, que no era ni mucho menos la normal en vida de Jesús.
 
Alguien dirá: Hay un problema: Nazaret (Nazaraá) no se nombra en el Antiguo Testamento.  Y a lo mejor es un invento cristiano.
 
Respondo:
 
· Tenemos noticias de Julio Africano (citado por Eusebio de Cesarea; su fuente son los evangelios, pero pasó casi toda su vida en Palestina!) de que en el siglo II sí existía, ciertamente. A finales del s. IV Epifanio y Jerónimo hablan ya bastante de Nazaret.
 
 · Lo importante es que la arqueología demuestra que Nazaret está habitada desde el neolítico. Pero algunos insisten ¿lo estaba en el siglo I?  Se responde: Excavaciones actuales por los israelitas afirman que sí.: En Nazareth se viene trabajando desde hace años en un Proyecto Arqueológico sistemático (Proyecto Nazareth creo que se llama), que dirige Yardena Alexandre, de la Autoridad de Antigüedades de Israel. En 2009 se excavó parte de una casa que data de los tiempos de Jesús. Su excavador fue esta arqueóloga. La casa está ubicada en las laderas de la colina de la ciudad. El registro cerámico constatado se fecha aproximadamente entre 100 a.C. y 100 d.C. Se trata de un ambiente doméstico humilde, sin ningún tipo de vajilla de lujo y sin productos importados. Yo recordaba que en su día apareció una noticia de todo ello en El País (http://cultura.elpais.com/cultura/2009/12/21/actualidad/1261350004_850215.html).
 
Se puede ver también el siguiente blog donde se discute el asunto de la existencia de Nazareth en tiempos de Jesús: http://ehrmanblog.org/did-nazareth-exist/.
 
Estos hallazgos quizás hayan sido ya publicados en la serie “Excavations and Surveys in Israel”; habría que controlarlo. De momento están citados en diversas publicaciones, por ejemplo: James H. Charlesworth y Mordechai Aviam, “Reconstructing Firts-Century Galilee. Reflections on Ten Major Problems”, en: J. H. Charlesworth (ed.), Jesus Research. New Methodologies and Perceptions. The Second Princeton-Prague Symposium on Jesus Research (Princeton 2007), Cambridge, 2014, 103-136, en particular p. 136, nota 79.
 
Todo lo dicho supone además que el Evangelio de Mateo (donde se habla de “Jesús el Nazoreo” y se entiende como si se refiriera a “natural de Nazaret” /nazareno) se compuso en griego, lengua en la que se confunden esos dos vocablos nazoreo / nazareo)… ¡pero nunca en hebreo o arameo!
 
Por tanto, nadie puede decir razonablemente que el Evangelio de Mateo es una traducción de un Evangelio de Mateo original, compuesto en hebreo o arameo, siguiendo la sugerencia de Papías (en su obra perdida “Explicación de las palabras del Señor”) según cita Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica III 39 14-16): “Mateo, uno de los Doce, fue el primer evangelista y compuso su historia de Jesús en hebreo (quizás se refiera a “arameo”, pues los griegos no distinguían entre las dos lenguas), que dada uno tradujo como pudo”. Si existió el Mateo hebreo/arameo, se perdió.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
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Viernes, 30 de Abril 2021

Notas

2votos

Como ya ilustró la última entrada, las plantas son más que plantas para las culturas. En esta ocasión comenzaremos a explorar los recovecos que guarda el azafrán como planta religiosa.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


056. El azafrán (1)
Recolectora de azafrán. Fresco minoico de Acrotiri.

Una muy buena manera de aventurarse por los interesantes detalles que puede ofrecer el azafrán como símbolo religioso es repasar la documentación existente en la actualidad sobre esta planta en los repertorios de imágenes de la Creta minoica. Quizá sea esta planta la más utilizada en la iconografía de la isla durante el periodo que comprende entre el 1900 y el 1400 antes de nuestra era, y la verdad es que aparece en casi todos los tipos de objeto recuperado por la arqueología.

La encontramos, por supuesto, en los famosísimos frescos de Santorini, y también en algunos de Cnossos; aparece en anillos-sello de oro, vasos cerámicos o tallados en piedra, frescos que figuran vestidos bordados con azafranes, pendientes y otras joyas, sellos, piezas de marfil…

La investigación arqueológica intentó desde el principio averiguar por qué tanta flor de azafrán en el mundo minoico. Evans, descubridor de Cnossos, supuso que había una cierta industria del azafrán, industria que se dedicaría, principalmente, a su uso como tinte para vestidos. La idea es muy sugerente, ya que sabemos por varios frescos que el amarillo azafranado es un color propio de las vestimentas femeninas (casi no hay ejemplos de ropa masculina teñida de ese color). Pero el azafrán, como bien sabemos en España, es demasiado caro como para ofrecer un tinte universal. Parece más oportuno reducir su uso como tintura para ocasiones especiales, en concreto religiosas (si no otras civiles).

Otra interpretación para la abundancia de flores de azafrán en la cultura minoica ha sido la medicinal. Se ha estudiado la planta en los últimos años y algunas teorías antiguas que ya aparecen en Plinio, por ejemplo. Se utilizaba para infecciones de ojos, se sabe que puede reducir la aparición de cánceres, ayudar a regular ciertos desórdenes del sistema nervioso, algunos síntomas de síndrome premenstrual, etc. Pero, aunque se ha identificado algún resto de la planta en algunas “farmacias” minoicas (un taller en Chrisokamino), no parece que sea esa la principal vía de explicación, al menos aislada, de la importancia del azafrán.

Se ha sugerido también que podría utilizarse como parte de saumerios o inciensos varios, que serviría para comunicarse con los dioses. La verdad es que tampoco esta vía parece la fundamental, si bien se sabe por textos medievales e incluso modernos que el azafrán, tomado en dosis excesivas (nunca concretadas, es verdad) podría provocar vómitos, náuseas, ralentización del ritmo cardiaco e, incluso, la muerte.

Otra vía para buscar su significado en la religión y la cultura minoicas quizá pueda hallarse en su morfología y en sus fechas de aparición. Esta vía no ha sido en absoluto explorada, pero bien vale proponer su investigación. Resulta que el azafrán aparece en dos periodos concretos del año de forma salvaje, en los montes: el otoño (en algunos pueblos de España se le llama “quitameriendas” porque anuncia que la luz del día se reduce hasta privarnos de la tarde y su correspondiente tentempié) y la primavera. Estas épocas son realmente importantes para el ciclo económico agrícola, pues el cereal, base de la alimentación en una economía antigua, necesita las lluvias de ambas estaciones: las primeras para humedecer las semillas y facilitar la germinación de noviembre diciembre; y las de primavera para enfrentarse a los rigores que el calor traerá desde mayo y que conducirán a la maduración y posterior siega de las espigas. El azafrán serviría como símbolo de que las cosas, en efecto, “van bien”.

Por otro lado, el azafrán es un bulbo, es decir, es una planta capaz de regenerarse anualmente sin el concurso de una nueva semilla. Esto le confiere un carácter especial ya que, donde ha habido azafrán, siempre vuelve a haber azafrán más allá de la necesidad de floración. Es una planta, por tanto, capaz de indicar que la vida tiene la fuerza necesaria para seguir en cualquier circunstancia, que la Tierra como símbolo materno de la vida está en condiciones de seguir produciendo y alimentando a sus criaturas.

Quizá los frescos de Santorini de las recolectoras de azafrán sean un indicio de estas dos ideas.

Saludos cordiales.

www.eugeniogomezsegura.es
logos@eugeniogomezsegura.es
 
Domingo, 25 de Abril 2021
“Jesús de Nazaret”.  ¿Es correcta esta denominación de Jesús? (II)
Escribe Antonio Piñero
 
Foto: Localización de Nazaret en un mapa de Israel /Palestina
 
Concluimos la exposición de datos, cuya primera parte ofrecimos el 15 / 02 / 2021 y obtenemos algunas respuestas (al menos provisionales) deducidas del conjunto de los datos:
 
3.  Jesús es denominado Nazoraîos en  Mt 2,23; 26,71   Lc 18,37;  Jn 18,5.7; 19,19; Hch 2,22; 3,6, 4,10; 6,14; 22,8; 24,5; 26,9 (en total 14 veces). La etimología hebrea de Nazoraîos es incierta: puede provenir de nazir (“el que ha hecho voto de nazireato”: heb. Nazar, “atar”/ “religar”) o de nétzer (“retoño”, “vástago”, se sobrentiende que de David cuando se habla del mesías).
 
En otros libros del Nuevo Testamento no se nombra a Nazaret ni Nazarenós o Nazoraîos
 
· Hay  numerosos textos en los evangelios en los que Nazarenós o Nazoraîos no pueden ser interpretados como “procedente de Nazaret”, o adquieren una mejor interpretación pensando que “nazareno” es un título” que significa otra cosa.
 
Así Mc 1,24 “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios”, comparado  con Mc 5,7: “y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Aquí se ve que “de Nazaret” tiene poco sentido, y 1que se trata de un exorcismo, mientras que un título semi mágico o poderoso contra los demonios como “Hijo de Dios” sí lo tiene.
 
· Jn 18,4-6: “Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Le dijo: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.”  Su nombre, es apunta a su esencia los aterroriza y caen a tierra. El testimonio tardío de Juan, que sabe que Jesús viene de Nazaret, recuerda sin embargo, que su nombre es mágico y tiene poder en sí mismo.
Textos de los que se pueden obtener consecuencias similares son Mc 16,6; Lc 24,19; Hch 2,22; 22,8.
 
Y hay otros textos en los que claramente se vincula el nombre de Nazareno/Nazoreo a un acto taumatúrgico, prodigioso, a un milagro: Hch 3,6 y 4,10: “Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar.»”; “Sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros”. Puede aducirse Hch 26,9: Pablo confiesa que obré en contra del “nombre de Jesús el Nazoreo”.
 
Se ve aquí que Nazareno/Nazoreo representan un nombre apropiado para Jesús que manifiesta una cualidad especial. Se puede suponer con Ch. Guignebert (Jesus, p. 83) que el nombre primitivo pudo ser Nazoraîos y que cundo no se entendió qué significaba se interpretó como Nazarenos, es decir, procedente de un pueblo galileo muy pequeño (potencia del Espíritu santo que utiliza lo pequeño = Pablo)
 
Dando por supuesto que los evangelistas Mateo y Lucas creían que Nazoraîos y Nazarenós eran equivalentes a “procedente de Nazaret”, y aunque para nosotros es muy dudoso que fuera así, ante esta duda –propongo-- podría formularse la hipótesis razonable de que “de Nazaret” es más bien la forma tardía, griega que se empleó cuando ya no se entendió bien que Jesús era un nazoreo o nozrí o nazir. 
 
Y si esto fuera así, ¿qué significaría la aparición de  nazoraîos, nazireo, etc. en los evangelios? Pues serían los restos tradicionales de este cambio primitivo o de esa confusión primitiva ya en lengua griega, pasados muchos años desde la muerte de Jesús.
 
Podría ser:
 
· Que Jesús pertenecía a la secta precristiana de los nazoreos (como afirma Epifanio de Salamina); hoy día los mandeos, no cristianos se llaman “nazoreos”.
 
· Que Jesús era un nétzer, un vástago de David, lleva tsadé en hebreo (ץ).
 
· Que Jesús era un nozrí /nosrí: lleva záyin = (ז) en hebreo, un “observante” (¿de la Ley”).
 
· Que Jesús era un nazir, un nazireo, Obligado (hebreo nazar: “ligar”) por un voto. Se entendía también como “consagrado, santo o incluso coronado (nézer es “corona”). Se transcribe en griego como nazir, nazeiraios, naziraios, nazaraios (con dseta: ζ ). El equivalente griego es hágios: “santo”, lo que conviene bien a Jesús porque se lo llaman los demonios (Mc 5,7 + Mc 1,24-25 + Jn 6,69: “Tú eres el Cristo/ ungido/ santo del Dios vivo”. 
 
El nombre de santo hágios aparece también unido a siervo de Yahvé en Hch 4,27: habla Pedro: “verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido”.
 
Esta última expresión nazir / nazireo como “santo de Dios” conviene a la significación profunda de muchos textos evangélicos.
 
El próximo día terminaremos, proponiendo las conclusiones que resuelven hipotéticamengte algunas dificultades a lo expuesto.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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Jueves, 22 de Abril 2021

Ernst Cassirer definió al ser humano como especie simbólica, es decir, dotada para dar significado a sus experiencias y, además, crear símbolos a partir de esa combinación de objeto y significado. Con esta idea en mente, es posible describir varios fenómenos religiosos como proyección simbólica sobre el reino vegetal en su más amplio concepto.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


055. Las plantas como símbolo.
Planta de azafrán silvestre surgiendo en primavera. Fotografía del autor.
 
La mera existencia de nuestra especie antes y después de la agricultura se produjo en el medio natural. Este medio presenta la peculiaridad de ser, en casi todos los casos, presidido por la vegetación. Si a eso añadimos la importancia de los vegetales para la alimentación, se puede comprender fácilmente que las plantas sean un material inagotable para crear símbolos.

Los fenómenos naturales más sencillos pueden ofrecer un significado profundo. Los ciclos estacionales, allí donde se dan, combinados con las labores agrícolas que tanto dependen de ellos, acabaron por aparecer tanto en las religiones de Mediterráneo como en algunos elementos de las antiguas especulaciones filosóficas. Así, el ciclo del zodiaco, la consideración de seres celestes que influían en las plantas, la asociación de las fases de la luna con el crecimiento vegetal, desarrollaron divinidades y conceptos religiosos.

Por otra parte, y como ya ilustré en los dos post anteriores, la relación simbólica no se ciñe sólo a la relación entre agricultura (plantas “domesticadas”) y religión. Los elementos más salvajes e inútiles para la subsistencia, como la hiedra, los azafranes, los lirios o narcisos, etc. además de árboles madereros o simples árboles frutales que habían aportado a la humanidad sus frutos durante la vida recolectora anterior a la agricultura, se convertirán en símbolos de la prosperidad, la buena vida, el ideal del futuro.

Así, la aparición de ciertas flores en la primavera o el otoño, manifestación de que las lluvias habrían caído cuando corresponde y, en definitiva, se cumplen las expectativas económicas de la población, fueron muestra del beneplácito divino para con sus fieles y se convirtieron en símbolo de las divinidades tutelares de las respectivas tareas.

Incluso las plantas se convirtieron en símbolos de la vida comunitaria, de las instituciones, de los ideales éticos. Sobre esta peculiaridad se puede leer este antiquísimo ejemplo procedente de Mesopotamia, el diálogo entre la palmera y el tamarisco, muestra de cómo hay que conjugar las cualidades de los diferentes estratos sociales por el bien de la comunidad:

Diálogo de la palmera y el tamarisco (ca 2000 a. C.):

PALMERA El jardinero habla bien de mí, de mi utilidad para el esclavo y el señor, mi fruto hace crecer al niño y los adultos también lo comen…

TAMARISCO ¿Qué objeto hecho a partir de mí se encontrará en el palacio del rey? El rey come sentado ante una mesa hecha a partir de mí, la reina bebe en una copa hecha de mí, soy tejedora y golpeo los hilos, soy la principal exorcista y purifico la casa…

PALMERA Tú, tamarisco, eres un árbol inútil, ¿qué son tus ramas? Sólo madera sin fruto alguno…

Saludos cordiales.

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Domingo, 18 de Abril 2021
Curso en línea sobre “Los Cuatro Evangelios”
Queridos amigos:
 
Aquí os pongo un enlace Zoom para una conferencia mía, gratis, que sirve de introducción general a los Cuatro Evangelios, como promoción de un curso, también en línea, que tratará de las características peculiares del Jesús que dibuja cada uno de los evangelistas en su obra:
 
https://cursos-daat-ediciones.thinkific.com/courses/quien-fue-jesus-segun-los-evangelios
 
Este curso está promovido por Daat-Ediciones de Chile.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Sábado, 17 de Abril 2021
“Jesús de Nazaret”.  ¿Es correcta esta denominación de Jesús?
Escribe Antonio Piñero
 
Foto: Nazaret
 
¿Es correcta denominación Jesús de Nazaret  aunque estemos acostumbrados a ella? Lo normal es Yohanán  ben Zakkai o Simón bar Ioná, en hebreo o arameo: “Fulano de tal hijo de Fulano”. Se dan algunos casos de esta designación como Judas el Galileo o Justo de Tiberíades, pero siempre son gente israelita designada por griegos. Entonces Jesús, se llamaría a sí mismo  “Jesús ben Iosef (¿?). Y otros, gente de fuera, ¿le llamaban Jesús de Nazaret los de lengua griega preferentemente? o ¿Jesús el Nazoreo/Nazireo, como denominación alternativa los de lengua semítica?
 
La cuestión se plantea porque es absolutamente insólito entre los “rabinos” o maestros de la Ley ser designado al estilo Jesús “de Nazaret”, pues esta es una denominación griega, no judía; porque esta designación está poco representada en el Nuevo Testamento; porque “Jesús hijo de José” es muy infrecuente en el Nuevo Testamento. El caso más claro es Jn 6,42: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?”.
 
La cuestión se complica porque algunos investigadores sostienen que Jesús fue en realidad un galileo que había hecho voto de nazireato, era un nazir porque el Nuevo Testamento lo denomina Jesús el nazoreo y porque Epifanio de Salamina en el Panarion afirma que, en época anterior a Jesús, existía una secta de nazareos. ¿Pertenecía Jesús a esa secta? Otros sostienen que había otra secta de gentes que se consideraban davídidas y que tenían un nombre parecido, nétzer, “retoño”.
 
¿Pertenecía Jesús a este grupo? Nos preguntamos primero ¿Qué es un voto de nazireato? Suele explicarse del modo siguiente: es una consagración especial a Dios, durante un cierto tiempo (Nm 6,1-21) que conllevaba en teoría dejar de usar ciertas cosas que podían a su alejar de Dios al consagrado: cortarse el pelo (parecer extraño a las gentes, no entregado a la vida social apartado, segregado, santo), abstenerse de toda bebida inebriante, vino y bebidas fermentadas; prohibición de tocar cadáveres incluso de familiares (curiosamente no se habla de abstenerse de contactos sexuales).
 
Todas estas preguntas no se pueden responder taxativamente de modo directo, porque no hay datos así, directos, en el Nuevo Testamento, que es nuestra única fuente semifiable al respecto. Pero sí se pueden obtener deducciones de los datos respecto a Nazaret, como lugar de nacimiento / patria de Jesús, y a las denominaciones de Jesús como “Nazarenos” y “Nazoraios”, y a partir de ahí responder si Jesús hizo o no voto de nazireato, si se llamó a sí mismo Jesús de Nazaret, o qué entendían los seguidores de Jesús de lengua griega (casi todos a partir del año 70 d.C.) por esta denominación
 
Los datos son los siguientes:
 
1. Que Jesús procede de Nazaret o que ha nacido en Nazaret, manifestado de modo directo o indirecto aparece en Mt 21,11 (que es texto dudoso, ya que Mateo afirma expresamente que Jesús nación en Belén; no valen 2,23 y 4,13); Jn 1,45.46, Hch 10,38. 
 
En total solo 4 ocasiones y una doble en el mismo sitio; por tanto, en realidad 3 veces se denomina a Jesús “Jesús de Nazaret”.
 
Las menciones de Mc 1,9 y Lc 1,26; 2,4.39.51 y 4,16 no son tampoco probatorias (Mc dice que Jesús vino a bautizarse desde Nazaret, lo cual no indica estrictamente que naciera allí) Lucas afirma que Jesús nace en Belén, al igual que Mateo)
 
2. Jesús es denominado Nazarenós en Mc 1,24
 
10,47; 14,67 y 16,6 y de los demás evangelistas solo en Lucas 4,34 y 24,19 (6 veces en total). Esta lectura tiene una variante en los manuscritos que es Nazorenós. Los evangelistas y los copistas consideraron que estas tres formas eran intercambiables
 
La dificultad radica en que en lengua griega, un individuo proveniente de Nazaret sería un Nazarethanós (el griego usa en esta época para estos denominativos un sufijo latino sobre la base de una palabra griega o extranjera como en christianós). O bien Nazarethenós  o Nazarethaîos. Pero nunca Nazarenós o Nazorenós.
 
Hay una variante de Nazareth (con caída de /t/ o /th/ que es Nazara. Pero  de ahí tampoco puede derivarse Nazoraîos o Nazarenós o Nazorenós.
 
Además, aunque la presunta /z/  de Nazara y Nazaret // y la  /z/ de  Nazarenós- Nazorenós + Nazoraîos se transcriben siempre en el Nuevo Testamento como dseta = ζ, en hebreo y arameo proceden de fonemas distintos, a saber,
 
A) la /z/ de Nazara y Nazaret(h): la /z/ de Nazara y Nazaret transcribe el fonema hebreo  /z/ = tsadé (ץ)  que el griego transcribe prácticamente siempre como  sigma = σ (menos aquí naturalmente).
 
B) La /z/ griega de Nazarenós- Nazorenós + Nazoraîos no viene de una tsadé (ץ)  hebreo, sino de una záyin (ז). Por tanto se confunden en griego, pero no en el lenguaje semítico original.
 
Nazará: es una variante de Nazareth (en español con caída de /t/ o /th/) que parece también en Mt 4,13. No sabemos por qué existe esta lectura, pero es cierto que tanto de Nazará como de Nazaret(h) no es posible derivar lo calificativos de Jesús como Nazoraîos (18,37) o Nazarenós (4,34; 24,39; Nazorenós es una mera variante ortográfica). La razón es que la /z/  de Nazará y Nazaret, y la /z/ de  Nazarenós/Nazorenós y Nazoraîos, aunque se transcriban siempre en el Nuevo Testamento como dseta = ζ, en hebreo y arameo proceden de fonemas distintos, a saber,  1. la /z/ de Nazara y Nazaret(h) es la transcripción del fonema hebreo  /z/ = tsadé (ץ)  que el griego transcribe siempre como  sigma = σ (menos aquí naturalmente). Pero la /z/ griega de Nazarenós/Nazorenós y Nazoraîos no viene de una tsadé (ץ)  hebreo, sino de una záyin (ז). Por tanto se confunden en griego, pero no en el lenguaje semítico original. El problema planteado por estos vocablos como designación de Jesús no está resuelto. Por ello es posible que Nazarenos y Nazoraîos deban relacionarse según su étimo con  nazir (“el que ha hecho voto de nazireato”: hebreo nazar, “atar”/ “religar”) puesto que tiene una záyin en su raíz;  pero no –como se suele hacer– con nétzer (“retoño”, “vástago”, se sobrentiende que de David cuando se habla del mesías), que tiene una tsadé en su raíz.
 
Esta es una razón poderosa para argumentar que los dos grupos que forman las cinco palabras (2 + 3) no vienen de la misma raíz.
 
Seguiremos con los datos
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Un enlace a una entrevista del programa “Luna de Lobos”:

https://go.ivoox.com/rf/68015093

“NUEVOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO”
El catedrático Antonio Piñero nos habla de los últimos manuscritos hallados en Qumrán, relacionados con los “rollos del Mar Muerto“ que fueron descubiertos en 1947 por dos pastores.

También hablaremos de los códices de Nag-Hammadi, y los secretos que encierran los evangelios apócrifos —descubiertos en 1945 en el desierto de Egipto— cuyo estudio arrojó una imagen de Jesús de Nazaret bien distinta a la que nos inculcó la Iglesia durante siglos.
Jueves, 15 de Abril 2021

El mundo de las plantas, en su versión agrícola, está lleno de interesantes matices y sorpresas iconográficas. Incluso el judaísmo se sirvió de lo vegetal para transmitir significados religiosos.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


054. Las plantas: la siembra en la literatura bíblica.
Decoración de la antigua sinagoga de Cafarnaúm: flores, racimos y granadas. Foto: Eugenio Gómez Segura.

Entre los pasajes que mencionan la siembra como una imagen de la vida religiosa, se pueden entresacar algunos datos interesantes. Para empezar, el doble uso que, como una moneda, presenta el símbolo de la semilla y el sembrador. Veamos algunos textos de profetas.

ISAÍAS
Los enemigos de Yahvé:
- Is 17, 10-11. tras maldiciones a Damasco se avisa ruina para el pueblo de Yahvé que ha abandonado a su dios:
Cierto, olvidaste al dios de tu salvación y no te acordaste de tu Roca de refugio; por ello has plantado huertos de recreo y los has repoblado de pies de cepa extranjera; el día en que la plantas, la haces brotar, y en la mañana de tu repoblación le haces dar ciernes; pero se te escapa la cosecha del día de la enfermedad, y es un dolor incurable.

El buen judío:
- Is 6. Is 32, 20: ¡Dichosos vosotros que sembráis en regadío y soltáis la pata de la res vacuna y del asno!
- Is 7. 37, 20: lo que quedare como resto de la casa de Judá volverá a echar raíces por abajo y a llevar fruto por arriba, pues de Jerusalén saldrá un resto y un remanente del monte de Sión.
 
JEREMÍAS
Los enemigos de Yahvé: amenazas a los enemigos de Israel o a sus malos integrantes:
- Jr 12, 13: La prosperidad de los malos, incluidos los países vecinos: Sembraron trigo y segaron espinas, se han fatigado y no han sacado provecho. ¡Avergonzaos de vuestras cosechas por el ardor de la cólera de Yahvé!
 
El buen judío: advertencias contra proceder judaíta.
- Jr 4, 3: Roturaos nueva rotura y no sembréis sobre espinas. Es oráculo a Judá y Jerusalén para volver a tener éxito frente a los hermanos del norte.
- Jr 42, 7: Si seguís morando esta tierra os edificaré y no os derruiré; os plantaré y no os arrancaré…

En los Salmos la imagen de Yahvé como potencia nutricia de sus fieles, representados como sembradores, también aparece:

SALMO 106, 33-38
33 Convierte los ríos en desierto
y los manantiales en sed,
34 la tierra fructífera en salina
por la maldad de quienes trabajan en ella.
35 Convierte el desierto en estanques
y la tierra reseca en manantiales,
36 y asienta allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para su morada.
37 Y siembran los campos y plantan viñas
y logran el fruto de la naturaleza,
38 y él los bendice y ellos se multiplican,
sus ganados no menguan.
 
Podemos aventurar que la labranza siempre es una metáfora de la tierra prometida y de la prosperidad que le es inherente. Y, al mismo tiempo, es imagen del abandono de la Ley de Yahvé y de la decadencia que conlleva. Si se sigue al dios único, hay prosperidad; si no se le venera tal como exige, llega la penuria y la hambruna asociadas a la mala siembra.

Además de esta primera conclusión, no se pone nunca en duda la pericia de la labor, es decir, siempre aparece un labrador consciente de su trabajo, trabajo que después estará supeditado a lo que la fuerza de la naturaleza, Yahvé, decida según el comportamiento respecto a él de su pueblo.

La siembra es una metáfora de la tierra prometida, bien sea por su carácter de premio o bendición, bien sea porque se castiga con no tenerla.

Esta tierra prometida está ligada a la veneración del dios único de Jerusalén, tanto en lo relativo al culto como en lo relativo a su doctrina o Ley.
 
La iconografía religiosa también une el éxito vegetal a las promesas divinas. Como ilustra la imagen, los adornos de varias sinagogas de Israel presentaron en época helenística y romana los frutos de la labor del campo adornando imágenes del templo y de la propia sinagoga como demostración de la unión entre Yahvé, Ley, Culto y Tierra Prometida.

Por último, el enlace de la entrevista que, a propósito de mi libro Hios de Yahvé, me hizo Gabriel Andrade:
 
https://www.youtube.com/watch?v=cReRKrPEeQQ

Saludos cordiales.

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Domingo, 11 de Abril 2021
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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