Decoración de la antigua sinagoga de Cafarnaúm: flores, racimos y granadas. Foto: Eugenio Gómez Segura.
Entre los pasajes que mencionan la siembra como una imagen de la vida religiosa, se pueden entresacar algunos datos interesantes. Para empezar, el doble uso que, como una moneda, presenta el símbolo de la semilla y el sembrador. Veamos algunos textos de profetas.
ISAÍAS
Los enemigos de Yahvé:
- Is 17, 10-11. tras maldiciones a Damasco se avisa ruina para el pueblo de Yahvé que ha abandonado a su dios:
Cierto, olvidaste al dios de tu salvación y no te acordaste de tu Roca de refugio; por ello has plantado huertos de recreo y los has repoblado de pies de cepa extranjera; el día en que la plantas, la haces brotar, y en la mañana de tu repoblación le haces dar ciernes; pero se te escapa la cosecha del día de la enfermedad, y es un dolor incurable.
El buen judío:
- Is 6. Is 32, 20: ¡Dichosos vosotros que sembráis en regadío y soltáis la pata de la res vacuna y del asno!
- Is 7. 37, 20: lo que quedare como resto de la casa de Judá volverá a echar raíces por abajo y a llevar fruto por arriba, pues de Jerusalén saldrá un resto y un remanente del monte de Sión.
JEREMÍAS
Los enemigos de Yahvé: amenazas a los enemigos de Israel o a sus malos integrantes:
- Jr 12, 13: La prosperidad de los malos, incluidos los países vecinos: Sembraron trigo y segaron espinas, se han fatigado y no han sacado provecho. ¡Avergonzaos de vuestras cosechas por el ardor de la cólera de Yahvé!
El buen judío: advertencias contra proceder judaíta.
- Jr 4, 3: Roturaos nueva rotura y no sembréis sobre espinas. Es oráculo a Judá y Jerusalén para volver a tener éxito frente a los hermanos del norte.
- Jr 42, 7: Si seguís morando esta tierra os edificaré y no os derruiré; os plantaré y no os arrancaré…
En los Salmos la imagen de Yahvé como potencia nutricia de sus fieles, representados como sembradores, también aparece:
SALMO 106, 33-38
33 Convierte los ríos en desierto
y los manantiales en sed,
34 la tierra fructífera en salina
por la maldad de quienes trabajan en ella.
35 Convierte el desierto en estanques
y la tierra reseca en manantiales,
36 y asienta allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para su morada.
37 Y siembran los campos y plantan viñas
y logran el fruto de la naturaleza,
38 y él los bendice y ellos se multiplican,
sus ganados no menguan.
Podemos aventurar que la labranza siempre es una metáfora de la tierra prometida y de la prosperidad que le es inherente. Y, al mismo tiempo, es imagen del abandono de la Ley de Yahvé y de la decadencia que conlleva. Si se sigue al dios único, hay prosperidad; si no se le venera tal como exige, llega la penuria y la hambruna asociadas a la mala siembra.
Además de esta primera conclusión, no se pone nunca en duda la pericia de la labor, es decir, siempre aparece un labrador consciente de su trabajo, trabajo que después estará supeditado a lo que la fuerza de la naturaleza, Yahvé, decida según el comportamiento respecto a él de su pueblo.
La siembra es una metáfora de la tierra prometida, bien sea por su carácter de premio o bendición, bien sea porque se castiga con no tenerla.
Esta tierra prometida está ligada a la veneración del dios único de Jerusalén, tanto en lo relativo al culto como en lo relativo a su doctrina o Ley.
La iconografía religiosa también une el éxito vegetal a las promesas divinas. Como ilustra la imagen, los adornos de varias sinagogas de Israel presentaron en época helenística y romana los frutos de la labor del campo adornando imágenes del templo y de la propia sinagoga como demostración de la unión entre Yahvé, Ley, Culto y Tierra Prometida.
Por último, el enlace de la entrevista que, a propósito de mi libro Hios de Yahvé, me hizo Gabriel Andrade:
https://www.youtube.com/watch?v=cReRKrPEeQQ Saludos cordiales.
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