CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

2votos

Como ya ilustró la última entrada, las plantas son más que plantas para las culturas. En esta ocasión comenzaremos a explorar los recovecos que guarda el azafrán como planta religiosa.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


056. El azafrán (1)
Recolectora de azafrán. Fresco minoico de Acrotiri.

Una muy buena manera de aventurarse por los interesantes detalles que puede ofrecer el azafrán como símbolo religioso es repasar la documentación existente en la actualidad sobre esta planta en los repertorios de imágenes de la Creta minoica. Quizá sea esta planta la más utilizada en la iconografía de la isla durante el periodo que comprende entre el 1900 y el 1400 antes de nuestra era, y la verdad es que aparece en casi todos los tipos de objeto recuperado por la arqueología.

La encontramos, por supuesto, en los famosísimos frescos de Santorini, y también en algunos de Cnossos; aparece en anillos-sello de oro, vasos cerámicos o tallados en piedra, frescos que figuran vestidos bordados con azafranes, pendientes y otras joyas, sellos, piezas de marfil…

La investigación arqueológica intentó desde el principio averiguar por qué tanta flor de azafrán en el mundo minoico. Evans, descubridor de Cnossos, supuso que había una cierta industria del azafrán, industria que se dedicaría, principalmente, a su uso como tinte para vestidos. La idea es muy sugerente, ya que sabemos por varios frescos que el amarillo azafranado es un color propio de las vestimentas femeninas (casi no hay ejemplos de ropa masculina teñida de ese color). Pero el azafrán, como bien sabemos en España, es demasiado caro como para ofrecer un tinte universal. Parece más oportuno reducir su uso como tintura para ocasiones especiales, en concreto religiosas (si no otras civiles).

Otra interpretación para la abundancia de flores de azafrán en la cultura minoica ha sido la medicinal. Se ha estudiado la planta en los últimos años y algunas teorías antiguas que ya aparecen en Plinio, por ejemplo. Se utilizaba para infecciones de ojos, se sabe que puede reducir la aparición de cánceres, ayudar a regular ciertos desórdenes del sistema nervioso, algunos síntomas de síndrome premenstrual, etc. Pero, aunque se ha identificado algún resto de la planta en algunas “farmacias” minoicas (un taller en Chrisokamino), no parece que sea esa la principal vía de explicación, al menos aislada, de la importancia del azafrán.

Se ha sugerido también que podría utilizarse como parte de saumerios o inciensos varios, que serviría para comunicarse con los dioses. La verdad es que tampoco esta vía parece la fundamental, si bien se sabe por textos medievales e incluso modernos que el azafrán, tomado en dosis excesivas (nunca concretadas, es verdad) podría provocar vómitos, náuseas, ralentización del ritmo cardiaco e, incluso, la muerte.

Otra vía para buscar su significado en la religión y la cultura minoicas quizá pueda hallarse en su morfología y en sus fechas de aparición. Esta vía no ha sido en absoluto explorada, pero bien vale proponer su investigación. Resulta que el azafrán aparece en dos periodos concretos del año de forma salvaje, en los montes: el otoño (en algunos pueblos de España se le llama “quitameriendas” porque anuncia que la luz del día se reduce hasta privarnos de la tarde y su correspondiente tentempié) y la primavera. Estas épocas son realmente importantes para el ciclo económico agrícola, pues el cereal, base de la alimentación en una economía antigua, necesita las lluvias de ambas estaciones: las primeras para humedecer las semillas y facilitar la germinación de noviembre diciembre; y las de primavera para enfrentarse a los rigores que el calor traerá desde mayo y que conducirán a la maduración y posterior siega de las espigas. El azafrán serviría como símbolo de que las cosas, en efecto, “van bien”.

Por otro lado, el azafrán es un bulbo, es decir, es una planta capaz de regenerarse anualmente sin el concurso de una nueva semilla. Esto le confiere un carácter especial ya que, donde ha habido azafrán, siempre vuelve a haber azafrán más allá de la necesidad de floración. Es una planta, por tanto, capaz de indicar que la vida tiene la fuerza necesaria para seguir en cualquier circunstancia, que la Tierra como símbolo materno de la vida está en condiciones de seguir produciendo y alimentando a sus criaturas.

Quizá los frescos de Santorini de las recolectoras de azafrán sean un indicio de estas dos ideas.

Saludos cordiales.

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Domingo, 25 de Abril 2021
“Jesús de Nazaret”.  ¿Es correcta esta denominación de Jesús? (II)
Escribe Antonio Piñero
 
Foto: Localización de Nazaret en un mapa de Israel /Palestina
 
Concluimos la exposición de datos, cuya primera parte ofrecimos el 15 / 02 / 2021 y obtenemos algunas respuestas (al menos provisionales) deducidas del conjunto de los datos:
 
3.  Jesús es denominado Nazoraîos en  Mt 2,23; 26,71   Lc 18,37;  Jn 18,5.7; 19,19; Hch 2,22; 3,6, 4,10; 6,14; 22,8; 24,5; 26,9 (en total 14 veces). La etimología hebrea de Nazoraîos es incierta: puede provenir de nazir (“el que ha hecho voto de nazireato”: heb. Nazar, “atar”/ “religar”) o de nétzer (“retoño”, “vástago”, se sobrentiende que de David cuando se habla del mesías).
 
En otros libros del Nuevo Testamento no se nombra a Nazaret ni Nazarenós o Nazoraîos
 
· Hay  numerosos textos en los evangelios en los que Nazarenós o Nazoraîos no pueden ser interpretados como “procedente de Nazaret”, o adquieren una mejor interpretación pensando que “nazareno” es un título” que significa otra cosa.
 
Así Mc 1,24 “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios”, comparado  con Mc 5,7: “y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Aquí se ve que “de Nazaret” tiene poco sentido, y 1que se trata de un exorcismo, mientras que un título semi mágico o poderoso contra los demonios como “Hijo de Dios” sí lo tiene.
 
· Jn 18,4-6: “Jesús, que sabía todo lo que le iba a suceder, se adelanta y les pregunta: «¿A quién buscáis?» Le contestaron: «A Jesús el Nazareno.» Le dijo: «Yo soy.» Judas, el que le entregaba, estaba también con ellos. Cuando les dijo: «Yo soy», retrocedieron y cayeron en tierra.”  Su nombre, es apunta a su esencia los aterroriza y caen a tierra. El testimonio tardío de Juan, que sabe que Jesús viene de Nazaret, recuerda sin embargo, que su nombre es mágico y tiene poder en sí mismo.
Textos de los que se pueden obtener consecuencias similares son Mc 16,6; Lc 24,19; Hch 2,22; 22,8.
 
Y hay otros textos en los que claramente se vincula el nombre de Nazareno/Nazoreo a un acto taumatúrgico, prodigioso, a un milagro: Hch 3,6 y 4,10: “Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te doy: en nombre de Jesucristo, el Nazoreo, ponte a andar.»”; “Sabed todos vosotros y todo el pueblo de Israel que ha sido por el nombre de Jesucristo, el Nazoreo, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos; por su nombre y no por ningún otro se presenta éste aquí sano delante de vosotros”. Puede aducirse Hch 26,9: Pablo confiesa que obré en contra del “nombre de Jesús el Nazoreo”.
 
Se ve aquí que Nazareno/Nazoreo representan un nombre apropiado para Jesús que manifiesta una cualidad especial. Se puede suponer con Ch. Guignebert (Jesus, p. 83) que el nombre primitivo pudo ser Nazoraîos y que cundo no se entendió qué significaba se interpretó como Nazarenos, es decir, procedente de un pueblo galileo muy pequeño (potencia del Espíritu santo que utiliza lo pequeño = Pablo)
 
Dando por supuesto que los evangelistas Mateo y Lucas creían que Nazoraîos y Nazarenós eran equivalentes a “procedente de Nazaret”, y aunque para nosotros es muy dudoso que fuera así, ante esta duda –propongo-- podría formularse la hipótesis razonable de que “de Nazaret” es más bien la forma tardía, griega que se empleó cuando ya no se entendió bien que Jesús era un nazoreo o nozrí o nazir. 
 
Y si esto fuera así, ¿qué significaría la aparición de  nazoraîos, nazireo, etc. en los evangelios? Pues serían los restos tradicionales de este cambio primitivo o de esa confusión primitiva ya en lengua griega, pasados muchos años desde la muerte de Jesús.
 
Podría ser:
 
· Que Jesús pertenecía a la secta precristiana de los nazoreos (como afirma Epifanio de Salamina); hoy día los mandeos, no cristianos se llaman “nazoreos”.
 
· Que Jesús era un nétzer, un vástago de David, lleva tsadé en hebreo (ץ).
 
· Que Jesús era un nozrí /nosrí: lleva záyin = (ז) en hebreo, un “observante” (¿de la Ley”).
 
· Que Jesús era un nazir, un nazireo, Obligado (hebreo nazar: “ligar”) por un voto. Se entendía también como “consagrado, santo o incluso coronado (nézer es “corona”). Se transcribe en griego como nazir, nazeiraios, naziraios, nazaraios (con dseta: ζ ). El equivalente griego es hágios: “santo”, lo que conviene bien a Jesús porque se lo llaman los demonios (Mc 5,7 + Mc 1,24-25 + Jn 6,69: “Tú eres el Cristo/ ungido/ santo del Dios vivo”. 
 
El nombre de santo hágios aparece también unido a siervo de Yahvé en Hch 4,27: habla Pedro: “verdaderamente en esta ciudad se han aliado Herodes y Poncio Pilato con las naciones y los pueblos de Israel contra tu santo siervo Jesús, a quien has ungido”.
 
Esta última expresión nazir / nazireo como “santo de Dios” conviene a la significación profunda de muchos textos evangélicos.
 
El próximo día terminaremos, proponiendo las conclusiones que resuelven hipotéticamengte algunas dificultades a lo expuesto.

Saludos cordiales de Antonio Piñero

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Jueves, 22 de Abril 2021

Ernst Cassirer definió al ser humano como especie simbólica, es decir, dotada para dar significado a sus experiencias y, además, crear símbolos a partir de esa combinación de objeto y significado. Con esta idea en mente, es posible describir varios fenómenos religiosos como proyección simbólica sobre el reino vegetal en su más amplio concepto.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


055. Las plantas como símbolo.
Planta de azafrán silvestre surgiendo en primavera. Fotografía del autor.
 
La mera existencia de nuestra especie antes y después de la agricultura se produjo en el medio natural. Este medio presenta la peculiaridad de ser, en casi todos los casos, presidido por la vegetación. Si a eso añadimos la importancia de los vegetales para la alimentación, se puede comprender fácilmente que las plantas sean un material inagotable para crear símbolos.

Los fenómenos naturales más sencillos pueden ofrecer un significado profundo. Los ciclos estacionales, allí donde se dan, combinados con las labores agrícolas que tanto dependen de ellos, acabaron por aparecer tanto en las religiones de Mediterráneo como en algunos elementos de las antiguas especulaciones filosóficas. Así, el ciclo del zodiaco, la consideración de seres celestes que influían en las plantas, la asociación de las fases de la luna con el crecimiento vegetal, desarrollaron divinidades y conceptos religiosos.

Por otra parte, y como ya ilustré en los dos post anteriores, la relación simbólica no se ciñe sólo a la relación entre agricultura (plantas “domesticadas”) y religión. Los elementos más salvajes e inútiles para la subsistencia, como la hiedra, los azafranes, los lirios o narcisos, etc. además de árboles madereros o simples árboles frutales que habían aportado a la humanidad sus frutos durante la vida recolectora anterior a la agricultura, se convertirán en símbolos de la prosperidad, la buena vida, el ideal del futuro.

Así, la aparición de ciertas flores en la primavera o el otoño, manifestación de que las lluvias habrían caído cuando corresponde y, en definitiva, se cumplen las expectativas económicas de la población, fueron muestra del beneplácito divino para con sus fieles y se convirtieron en símbolo de las divinidades tutelares de las respectivas tareas.

Incluso las plantas se convirtieron en símbolos de la vida comunitaria, de las instituciones, de los ideales éticos. Sobre esta peculiaridad se puede leer este antiquísimo ejemplo procedente de Mesopotamia, el diálogo entre la palmera y el tamarisco, muestra de cómo hay que conjugar las cualidades de los diferentes estratos sociales por el bien de la comunidad:

Diálogo de la palmera y el tamarisco (ca 2000 a. C.):

PALMERA El jardinero habla bien de mí, de mi utilidad para el esclavo y el señor, mi fruto hace crecer al niño y los adultos también lo comen…

TAMARISCO ¿Qué objeto hecho a partir de mí se encontrará en el palacio del rey? El rey come sentado ante una mesa hecha a partir de mí, la reina bebe en una copa hecha de mí, soy tejedora y golpeo los hilos, soy la principal exorcista y purifico la casa…

PALMERA Tú, tamarisco, eres un árbol inútil, ¿qué son tus ramas? Sólo madera sin fruto alguno…

Saludos cordiales.

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Domingo, 18 de Abril 2021
Curso en línea sobre “Los Cuatro Evangelios”
Queridos amigos:
 
Aquí os pongo un enlace Zoom para una conferencia mía, gratis, que sirve de introducción general a los Cuatro Evangelios, como promoción de un curso, también en línea, que tratará de las características peculiares del Jesús que dibuja cada uno de los evangelistas en su obra:
 
https://cursos-daat-ediciones.thinkific.com/courses/quien-fue-jesus-segun-los-evangelios
 
Este curso está promovido por Daat-Ediciones de Chile.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Sábado, 17 de Abril 2021
“Jesús de Nazaret”.  ¿Es correcta esta denominación de Jesús?
Escribe Antonio Piñero
 
Foto: Nazaret
 
¿Es correcta denominación Jesús de Nazaret  aunque estemos acostumbrados a ella? Lo normal es Yohanán  ben Zakkai o Simón bar Ioná, en hebreo o arameo: “Fulano de tal hijo de Fulano”. Se dan algunos casos de esta designación como Judas el Galileo o Justo de Tiberíades, pero siempre son gente israelita designada por griegos. Entonces Jesús, se llamaría a sí mismo  “Jesús ben Iosef (¿?). Y otros, gente de fuera, ¿le llamaban Jesús de Nazaret los de lengua griega preferentemente? o ¿Jesús el Nazoreo/Nazireo, como denominación alternativa los de lengua semítica?
 
La cuestión se plantea porque es absolutamente insólito entre los “rabinos” o maestros de la Ley ser designado al estilo Jesús “de Nazaret”, pues esta es una denominación griega, no judía; porque esta designación está poco representada en el Nuevo Testamento; porque “Jesús hijo de José” es muy infrecuente en el Nuevo Testamento. El caso más claro es Jn 6,42: “¿No es éste Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?”.
 
La cuestión se complica porque algunos investigadores sostienen que Jesús fue en realidad un galileo que había hecho voto de nazireato, era un nazir porque el Nuevo Testamento lo denomina Jesús el nazoreo y porque Epifanio de Salamina en el Panarion afirma que, en época anterior a Jesús, existía una secta de nazareos. ¿Pertenecía Jesús a esa secta? Otros sostienen que había otra secta de gentes que se consideraban davídidas y que tenían un nombre parecido, nétzer, “retoño”.
 
¿Pertenecía Jesús a este grupo? Nos preguntamos primero ¿Qué es un voto de nazireato? Suele explicarse del modo siguiente: es una consagración especial a Dios, durante un cierto tiempo (Nm 6,1-21) que conllevaba en teoría dejar de usar ciertas cosas que podían a su alejar de Dios al consagrado: cortarse el pelo (parecer extraño a las gentes, no entregado a la vida social apartado, segregado, santo), abstenerse de toda bebida inebriante, vino y bebidas fermentadas; prohibición de tocar cadáveres incluso de familiares (curiosamente no se habla de abstenerse de contactos sexuales).
 
Todas estas preguntas no se pueden responder taxativamente de modo directo, porque no hay datos así, directos, en el Nuevo Testamento, que es nuestra única fuente semifiable al respecto. Pero sí se pueden obtener deducciones de los datos respecto a Nazaret, como lugar de nacimiento / patria de Jesús, y a las denominaciones de Jesús como “Nazarenos” y “Nazoraios”, y a partir de ahí responder si Jesús hizo o no voto de nazireato, si se llamó a sí mismo Jesús de Nazaret, o qué entendían los seguidores de Jesús de lengua griega (casi todos a partir del año 70 d.C.) por esta denominación
 
Los datos son los siguientes:
 
1. Que Jesús procede de Nazaret o que ha nacido en Nazaret, manifestado de modo directo o indirecto aparece en Mt 21,11 (que es texto dudoso, ya que Mateo afirma expresamente que Jesús nación en Belén; no valen 2,23 y 4,13); Jn 1,45.46, Hch 10,38. 
 
En total solo 4 ocasiones y una doble en el mismo sitio; por tanto, en realidad 3 veces se denomina a Jesús “Jesús de Nazaret”.
 
Las menciones de Mc 1,9 y Lc 1,26; 2,4.39.51 y 4,16 no son tampoco probatorias (Mc dice que Jesús vino a bautizarse desde Nazaret, lo cual no indica estrictamente que naciera allí) Lucas afirma que Jesús nace en Belén, al igual que Mateo)
 
2. Jesús es denominado Nazarenós en Mc 1,24
 
10,47; 14,67 y 16,6 y de los demás evangelistas solo en Lucas 4,34 y 24,19 (6 veces en total). Esta lectura tiene una variante en los manuscritos que es Nazorenós. Los evangelistas y los copistas consideraron que estas tres formas eran intercambiables
 
La dificultad radica en que en lengua griega, un individuo proveniente de Nazaret sería un Nazarethanós (el griego usa en esta época para estos denominativos un sufijo latino sobre la base de una palabra griega o extranjera como en christianós). O bien Nazarethenós  o Nazarethaîos. Pero nunca Nazarenós o Nazorenós.
 
Hay una variante de Nazareth (con caída de /t/ o /th/ que es Nazara. Pero  de ahí tampoco puede derivarse Nazoraîos o Nazarenós o Nazorenós.
 
Además, aunque la presunta /z/  de Nazara y Nazaret // y la  /z/ de  Nazarenós- Nazorenós + Nazoraîos se transcriben siempre en el Nuevo Testamento como dseta = ζ, en hebreo y arameo proceden de fonemas distintos, a saber,
 
A) la /z/ de Nazara y Nazaret(h): la /z/ de Nazara y Nazaret transcribe el fonema hebreo  /z/ = tsadé (ץ)  que el griego transcribe prácticamente siempre como  sigma = σ (menos aquí naturalmente).
 
B) La /z/ griega de Nazarenós- Nazorenós + Nazoraîos no viene de una tsadé (ץ)  hebreo, sino de una záyin (ז). Por tanto se confunden en griego, pero no en el lenguaje semítico original.
 
Nazará: es una variante de Nazareth (en español con caída de /t/ o /th/) que parece también en Mt 4,13. No sabemos por qué existe esta lectura, pero es cierto que tanto de Nazará como de Nazaret(h) no es posible derivar lo calificativos de Jesús como Nazoraîos (18,37) o Nazarenós (4,34; 24,39; Nazorenós es una mera variante ortográfica). La razón es que la /z/  de Nazará y Nazaret, y la /z/ de  Nazarenós/Nazorenós y Nazoraîos, aunque se transcriban siempre en el Nuevo Testamento como dseta = ζ, en hebreo y arameo proceden de fonemas distintos, a saber,  1. la /z/ de Nazara y Nazaret(h) es la transcripción del fonema hebreo  /z/ = tsadé (ץ)  que el griego transcribe siempre como  sigma = σ (menos aquí naturalmente). Pero la /z/ griega de Nazarenós/Nazorenós y Nazoraîos no viene de una tsadé (ץ)  hebreo, sino de una záyin (ז). Por tanto se confunden en griego, pero no en el lenguaje semítico original. El problema planteado por estos vocablos como designación de Jesús no está resuelto. Por ello es posible que Nazarenos y Nazoraîos deban relacionarse según su étimo con  nazir (“el que ha hecho voto de nazireato”: hebreo nazar, “atar”/ “religar”) puesto que tiene una záyin en su raíz;  pero no –como se suele hacer– con nétzer (“retoño”, “vástago”, se sobrentiende que de David cuando se habla del mesías), que tiene una tsadé en su raíz.
 
Esta es una razón poderosa para argumentar que los dos grupos que forman las cinco palabras (2 + 3) no vienen de la misma raíz.
 
Seguiremos con los datos
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Un enlace a una entrevista del programa “Luna de Lobos”:

https://go.ivoox.com/rf/68015093

“NUEVOS MANUSCRITOS DEL MAR MUERTO”
El catedrático Antonio Piñero nos habla de los últimos manuscritos hallados en Qumrán, relacionados con los “rollos del Mar Muerto“ que fueron descubiertos en 1947 por dos pastores.

También hablaremos de los códices de Nag-Hammadi, y los secretos que encierran los evangelios apócrifos —descubiertos en 1945 en el desierto de Egipto— cuyo estudio arrojó una imagen de Jesús de Nazaret bien distinta a la que nos inculcó la Iglesia durante siglos.
Jueves, 15 de Abril 2021

El mundo de las plantas, en su versión agrícola, está lleno de interesantes matices y sorpresas iconográficas. Incluso el judaísmo se sirvió de lo vegetal para transmitir significados religiosos.
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


054. Las plantas: la siembra en la literatura bíblica.
Decoración de la antigua sinagoga de Cafarnaúm: flores, racimos y granadas. Foto: Eugenio Gómez Segura.

Entre los pasajes que mencionan la siembra como una imagen de la vida religiosa, se pueden entresacar algunos datos interesantes. Para empezar, el doble uso que, como una moneda, presenta el símbolo de la semilla y el sembrador. Veamos algunos textos de profetas.

ISAÍAS
Los enemigos de Yahvé:
- Is 17, 10-11. tras maldiciones a Damasco se avisa ruina para el pueblo de Yahvé que ha abandonado a su dios:
Cierto, olvidaste al dios de tu salvación y no te acordaste de tu Roca de refugio; por ello has plantado huertos de recreo y los has repoblado de pies de cepa extranjera; el día en que la plantas, la haces brotar, y en la mañana de tu repoblación le haces dar ciernes; pero se te escapa la cosecha del día de la enfermedad, y es un dolor incurable.

El buen judío:
- Is 6. Is 32, 20: ¡Dichosos vosotros que sembráis en regadío y soltáis la pata de la res vacuna y del asno!
- Is 7. 37, 20: lo que quedare como resto de la casa de Judá volverá a echar raíces por abajo y a llevar fruto por arriba, pues de Jerusalén saldrá un resto y un remanente del monte de Sión.
 
JEREMÍAS
Los enemigos de Yahvé: amenazas a los enemigos de Israel o a sus malos integrantes:
- Jr 12, 13: La prosperidad de los malos, incluidos los países vecinos: Sembraron trigo y segaron espinas, se han fatigado y no han sacado provecho. ¡Avergonzaos de vuestras cosechas por el ardor de la cólera de Yahvé!
 
El buen judío: advertencias contra proceder judaíta.
- Jr 4, 3: Roturaos nueva rotura y no sembréis sobre espinas. Es oráculo a Judá y Jerusalén para volver a tener éxito frente a los hermanos del norte.
- Jr 42, 7: Si seguís morando esta tierra os edificaré y no os derruiré; os plantaré y no os arrancaré…

En los Salmos la imagen de Yahvé como potencia nutricia de sus fieles, representados como sembradores, también aparece:

SALMO 106, 33-38
33 Convierte los ríos en desierto
y los manantiales en sed,
34 la tierra fructífera en salina
por la maldad de quienes trabajan en ella.
35 Convierte el desierto en estanques
y la tierra reseca en manantiales,
36 y asienta allí a los hambrientos,
y fundan una ciudad para su morada.
37 Y siembran los campos y plantan viñas
y logran el fruto de la naturaleza,
38 y él los bendice y ellos se multiplican,
sus ganados no menguan.
 
Podemos aventurar que la labranza siempre es una metáfora de la tierra prometida y de la prosperidad que le es inherente. Y, al mismo tiempo, es imagen del abandono de la Ley de Yahvé y de la decadencia que conlleva. Si se sigue al dios único, hay prosperidad; si no se le venera tal como exige, llega la penuria y la hambruna asociadas a la mala siembra.

Además de esta primera conclusión, no se pone nunca en duda la pericia de la labor, es decir, siempre aparece un labrador consciente de su trabajo, trabajo que después estará supeditado a lo que la fuerza de la naturaleza, Yahvé, decida según el comportamiento respecto a él de su pueblo.

La siembra es una metáfora de la tierra prometida, bien sea por su carácter de premio o bendición, bien sea porque se castiga con no tenerla.

Esta tierra prometida está ligada a la veneración del dios único de Jerusalén, tanto en lo relativo al culto como en lo relativo a su doctrina o Ley.
 
La iconografía religiosa también une el éxito vegetal a las promesas divinas. Como ilustra la imagen, los adornos de varias sinagogas de Israel presentaron en época helenística y romana los frutos de la labor del campo adornando imágenes del templo y de la propia sinagoga como demostración de la unión entre Yahvé, Ley, Culto y Tierra Prometida.

Por último, el enlace de la entrevista que, a propósito de mi libro Hios de Yahvé, me hizo Gabriel Andrade:
 
https://www.youtube.com/watch?v=cReRKrPEeQQ

Saludos cordiales.

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Domingo, 11 de Abril 2021

Jesús y el nombre de Dios en el Nuevo Testamento. Segunda parte (8-4-2021.- 1171)


Jesús y el nombre de Dios en el Nuevo Testamento. Segunda parte (8-4-2021.- 1171)
Escribe Antonio Piñero
 
Segunda parte sobre esta cuestión, mal entendida, creo, por el preguntante.
RÉPLICA del preguntante SOBRE “ABBA”

Aunque pudiera resultar que estaban hablando de un dios oriental como dice usted, lo normal, lo lógico, es que si Jesucristo se estaba refiriendo al Dios del Antiguo Testamento hiciera algún tipo de referencia nominal  a los términos del AT, como el tetragrámaton pero no nombrar ni hacer ni una sola referencia con los términos a los que se estaba refiriendo el Antiguo Testamento ¿que explicación tiene? 
 
Y en segundo lugar insisto ¿por qué en el Antiguo testamento no se pronuncia ni una vez a ABBA?  Creo que no se ha contestado la pregunta.
 
Y creo que tampoco se ha contestado, ese corte radical entre el antiguo y el nuevo testamento donde en uno (At) nombran a Dios 6000 veces (con el término que se quiera YHYW, Adonai, Señor o como fuere) y en el otro (Nuevo testamento) ni una sola vez.
 
 
La idea de esta pregunta es demostrar que la teoría de JJ Benítez de que el Dios de Jesús no es el judío Jehová, Yahvé o YHYW es un hecho y que jamás Jesús se identificó con el Dios de los judíos por más que pudiera intentar parecer judío para no ser apedreado en el primer cuarto de hora de peregrinación.
 
Tiene cierta base interesante el hecho de considerar que en ningún caso Jesús hace referencia nominal a ese Dios de los judíos del que en teoría viene en representación.
 
RESPUESTA
 
O no me he expresado yo bien, o el que pregunta no ha entendido bien mi respuesta, al menos en parte.
 
1. REPITO: los autores de  los Evangelios NO PODÍAN hacer referencia alguna al Tetragrámmaton o Yahvé, o ’Elohim,  porque los lectores paganos confundirían a Yahvé, etc., DIOS ÚNICO, con cualquier otra divinidad oriental menor, o mayor, da igual, en un ámbito politeísta, cosa que no les interesaba en absoluto.
Por eso escogen el término griego HO THEÓS, porque se entendía fácilmente  como  “DIVINIDAD ÚNICA”. Por tanto con el uso de HO THEÓS estaban nombrando a Yahvé/Elohim pero utilizando –como buenos traductores– términos entendibles en la lengua término, el griego. Esto es elemental.
 
2 En el Antiguo Testamento escrito casi todo él en hebreo, NO EN ARAMEO, (menos unos cuantos capítulos del Libro de Daniel [2,4b–7,28] y un versículo de Jeremías 10,11). Por tanto no puede encontrarse “Abbá”, que es arameo. Esto es elemental.
 
Ahora bien, en la Biblia hebrea sí se halla “nuestro padre” / padre nuestro (en verdad pocas veces) referido al Dios de Israel expresado por creyentes israelitas, y también referencias suficientes al reino/reinado de ese Dios sobre Israel y el mundo en general. Ahora bien, el concepto del reino de Dios en Jesús está tomado de los Profetas, aunque no empleen a menudo el término “reino”, en textos que aluden al brillante futuro de Israel según la “alianza a nuestros padres”. Esto es bastante conocido, aunque no elemental.
 
3 El Antiguo Testamento es muchísimo más amplio que el NT. Las alusiones al Dios de Israel o al Dios único (llámese Yahvé/Elohim en hebreo, o HO THEÓS en la versión de los LXX) son 6.000…
¿Y qué?  Pues nada de nada.
En el NT, muchísimo más breve son 1315 veces las que aparece HO THEÓS (dios = Yahvé/Elohim). Así que la proporción quizás sea igual al nombrar al Dios único de la manera entendible. Y recuerde de nuevo quien formula esta pregunta que el NT está escrito en griego. Esto es elementalísimo.
Por favor, les ruego que piensen un poco más las preguntas.
 
 
Sigue la réplica:
 
"“Querido profesor Piñero:
 
El nombre del dios judío es el que es" Yo soy Jehová. Ese es mi nombre” (Isaías 42:8).
Y no parece difícil imaginar cómo Jesús si hubiera sido hijo de Dios habría salido cuál es el nombre de su padre y no tiene ningún sentido que Jesús no diga cuál es el nombre de ese Dios aclarando que no es un Dios oriental menor sino que es el nombre de su propio padre. 
 
Si hubiera sido su padre habría dicho su nombre o al menos indirectamente diciendo que el dios de Moisés es su padre y eso jamás lo hace.
 
 Incluso se niega a hacerlo al ser preguntado por el nombre de su padre. 
 
Jehová quiere que conozcamos su nombre. La Biblia dice: “Que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo 83:18)
O en otro pasaje La Biblia dice que Dios sabe quiénes piensan en su nombre y valora (Malaquías 3:16) y llega Jesús y ni lo dice. 
 
La Biblia dice: “Que la gente sepa que tú, cuyo nombre es Jehová, tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmo 83:18).
Pero Jesús no pronuncia tal nombre no explica cuál es el nombre de su padre. 
 
Decía Éxodo 3.15 “Este es mi nombre hasta tiempo indefinido, y este es la memoria de mí a generación tras generación” No tiene sentido que Jesús dé referencia  del nombre de su propio padre. 
 
Profesor incluso hay un "premio" para todo aquel que pronuncie ese nombre de Jehová “Todo el que invoque el nombre de Jehová escapará salvo” (Proverbios 18:10) y nada, ni con esas conseguimos que Jesús, explique aún indirectamente, que es eso de Jehová, YHWH, JHVH, o Iheoua etc, nada , ni una referencia. 
 
Profesor Piñero, fíjese que incluso Jesus llega a MENTIR con tal de no decir su nombre :
“Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer” (Juan 17:26).Lo cual jamás hace y miente con tal de no dar ese nombre. 
 
 
¿Qué motivo hay para todo esto? "
 
 
RESPUESTA:
 
Opino que el que hace esta pregunta no ha leído bien  los Evangelios. Ni ha entendido bien el judaísmo del siglo I, ni tiene la menor idea de lo que pensaban acerca de Dios, de la manera de nombrarlo, de lo que Jesús sentía que era él, del modo –digo– cómo sentía que un profeta exponía la voz de Dios (a quien no se podía nombrar en absoluto).
 
El preguntante ignora por completo que en la época de Jesús jamás se decía el nombre de Dios. Solo una vez al año, el día de Yom Kippur, el día de la expiación lo pronunciaba el sumo sacerdote, totalmente postrado en el suelo, boca abajo y muy bajito.
 
El preguntante ignora que en el siglo I, y mucho antes también el nombre no sería solo para individualizar a una persona, sino que expresaba pare de su esencia. Y se pensaba que saber el nombre de alguien era como ejercer un cierto poder sobre él.
 
 El preguntante ignora que en Amós 6,10 (es decir pasados los tiempos fundacionales del pueblo en los que Yahvé revelaba su nombre para ser aceptado como dios del pueblo) estaba prohibido  mencionar el nombre de Yahvé: “Calla; no hay que mencionar el nombre de Yahvé”, y se sustituía siempre por “Adonay” “Mi Señor”. Incluso hoy día hay judíos piadosos que no escriben ni siquiera la palabra “Dios”, sino que escriben “D”; o “G”, si lo dicen en inglés.
 
Así pues, el planteamiento mismo del “problema” e incluso la afirmación de que Jesús mentía supone ignorancia supina. Es como si yo, que dejé las matemáticas en mi antiquísimo cuarto de Bachillerato allá por 1954, me atreviera hoy a discutir –¡y a publicar!– sobre el teorema de Fermi.
 
¡Paciencia!
Jueves, 8 de Abril 2021
Plantas. Ramas de palmera, fiesta de los Tabernáculos y entrada de Jesús en Jerusalén (052.- 05-04-2021)

 
La semana pasada se celebró que Jesús entraba en Jerusalén saludado por gentes que lucían hojas de palma en sus manos. Esta planta, de gran tradición oriental y, por tanto, bíblica, da pie a acercarse al mundo vegetal y su significado religioso.
 
Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.
 
Foto: Lámpara de Shikhin con palma y menorá. Imagen tomada de J. R. Strange and M. Aviam, “Shiḥin Excavation Project: Oil Lamp Production at Ancient Shiḥin”, Strata 35 (2017), p. 92. Pág. 126
 
https://shikhinexcavationproject.files.wordpress.com/2019/03/shikhin-r130357.jpg?w=427&h=370
 
Más allá de la indudable dificultad de aceptar que Jesús entrara en Jerusalén como rey entre agitar de hojas de palma en estas fechas precisas de primavera, cuestión que con toda probabilidad es un error grave de nuestras fuentes, la presencia de los elementos vegetales en la escena es de sumo interés: en un acto de claros tintes religiosos alguna importancia tendrá que se enarbolen ramas.
 
La respuesta a esta cuestión puede radicar tanto en el simbolismo atribuido a esta planta como en su uso como manifestación de un sentir religioso.
 
En efecto, como ya es sabido, la entrada de Jesús en Jerusalén hubo de producirse en setiembre por dos razones: nadie en su sano juicio maldice en marzo o abril una higuera por no tener frutos (todo lo más en verano, las brevas), y la única ceremonia que puede asociarse a las palmas en el calendario judío es la de la fiesta de septiembre denominada sukkot.
 
En esta fiesta ligada a la secuencia de actos referidos al año nuevo judío, los fieles de esta religión celebran una peculiar forma de festejar el final del mítico Éxodo de Egipto:
 
Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor a Yahveh. El día primero habrá reunión sagrada y no haréis trabajo servil alguno. Durante siete días ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. El día octavo tendréis reunión sagrada y ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. Habrá asamblea solemne. No haréis trabajo servil alguno. (Lv 23, 33-36; trad. Cantera-Iglesias).
 
Es la conocida como tabernáculos, que, así, en español, resulta incongruente. Tabernaculum es el diminutivo latino de taberna, “tienda” (esta última palabra procedente de tender las telas y los cordajes que las sujetan a postes y clavos) para hacer una “tienda de campaña” (recuérdese que las tiendas eran aquellos tenderetes que se improvisaban en las plazas de los pueblos que disponían de sitio para los mercaderes itinerantes). El ritual judío consistiría, por tanto, en construir pequeñas chozas (tabernáculos) a modo de tiendas de campaña para conmemorar los cuarenta años que el mito refiere como duración del Éxodo. Esas cuatro décadas habrían permanecido los judíos durmiendo en campamentos hasta llegar a la tierra prometida.
 
Ahora bien: esas hojas de palma, asociadas a los tenderetes itinerantes y a la llegada a la tierra prometida, parecen simbolizar algo más: una nueva vida en una tierra “que mana leche y miel”, es decir, rica, en la que abunda todo lo necesario para una vida próspera y relajada. Un nuevo paraíso divino en la tierra para el pueblo de Yahvé.
 
De manera que la fiesta del año nuevo, que sigue un poco después a Sukkot, sería el paso lógico tras haber recorrido el desierto. Y como antiguamente se utilizaban elementos vegetales para techar las viviendas y algunos campamentos, las palmas, obviamente la mejor versión a mano por su tamaño y fácil adquisición, serían las más indicadas para llevar a cabo esos campamentos improvisados que cada año se montaban en los alrededores de Jerusalén a propósito de la peregrinación que, en esas fechas, obliga a hacer a la ciudad santa del judaísmo su Ley.
 
Y, más allá del uso para la fiesta, la palma se convirtió en símbolo de otras cosas: según demuestran algunas monedas y ciertas representaciones del templo de Jerusalén, las palmas fueron interpretadas como un saludo a la nueva vida (no sólo al nuevo año) que estaría por llegar cuando el pueblo judío volviera a ser fiel a su dios. Así, en la “Piedra de Magdala” (una pieza que, representando el templo, serviría para colocar los rollos de la Ley mientras se leían y comentaban en la sinagoga de Magdala),
 
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/3/30/Magdala-587.jpg/798px-Magdala-587.jpg
 
se tallaron brazadas de palmas en las arcadas del templo para indicar la renovación anual y, más importante, de la vida religiosa, la celebración de la llegada del nuevo reino de Yahvé a la tierra antiguamente prometida.
 
E, igualmente, entre las monedas que acuñaron los rebeldes contra Roma en la primera guerra judía, figuran las hojas de palma como símbolo de esa nueva realidad religiosa y terrenal que se esperaba lograr con la insurrección. Y también es esa la razón por la que las palmas aparecen flanqueando el candelabro de siete brazos en lámparas de aceite fabricadas en Shikhin precisamente en los años de la revuelta, lo cual parece muy coherente con su gran simbolismo nacional.
 
Saludos cordiales
 
www.eugeniogomezsegura.es
logos@eugeniogomezsegura.es
 
 
 
Lunes, 5 de Abril 2021

Notas

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La semana pasada se celebró que Jesús entraba en Jerusalén saludado por gentes que lucían hojas de palma en sus manos. Esta planta, de gran tradición oriental y, por tanto, bíblica, da pie a acercarse al mundo vegetal y su significado religioso.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


053. Plantas.
Lámpara de Shikhin con palma y menorá. Imagen tomada de J. R. Strange and M. Aviam, “Shiḥin Excavation Project: Oil Lamp Production at Ancient Shiḥin”, Strata 35 (2017), p. 92. Pág. 126.

Más allá de la indudable dificultad de aceptar que Jesús entrara en Jerusalén como rey entre agitar de hojas de palma en estas fechas precisas de primavera, cuestión que con toda probabilidad es un error grave de nuestras fuentes, la presencia de los elementos vegetales en la escena es de sumo interés: en un acto de claros tintes religiosos alguna importancia tendrá que se enarbolen ramas.

La respuesta a esta cuestión puede radicar tanto en el simbolismo atribuido a esta planta como en su uso como manifestación de un sentir religioso.

En efecto, como ya es sabido, la entrada de Jesús en Jerusalén hubo de producirse en setiembre por dos razones: nadie en su sano juicio maldice en marzo o abril una higuera por no tener frutos (todo lo más en verano, las brevas), y la única ceremonia que puede asociarse a las palmas en el calendario judío es la de la fiesta de septiembre denominada sukkot.

En esta fiesta ligada a la secuencia de actos referidos al año nuevo judío, los fieles de esta religión celebran una peculiar forma de festejar el final del mítico Éxodo de Egipto:

Habló Yahveh a Moisés, diciendo: Habla a los israelitas y diles: El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor a Yahveh. El día primero habrá reunión sagrada y no haréis trabajo servil alguno. Durante siete días ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. El día octavo tendréis reunión sagrada y ofreceréis manjares abrasados a Yahveh. Habrá asamblea solemne. No haréis trabajo servil alguno. (Lv 23, 33-36; trad. Cantera-Iglesias).

Es la conocida como tabernáculos, que, así, en español, resulta incongruente. Tabernaculum es el diminutivo latino de taberna, “tienda” (esta última palabra procedente de tender las telas y los cordajes que las sujetan a postes y clavos) para hacer una “tienda de campaña” (recuérdese que las tiendas eran aquellos tenderetes que se improvisaban en las plazas de los pueblos que disponían de sitio para los mercaderes itinerantes). El ritual judío consistiría, por tanto, en construir pequeñas chozas (tabernáculos) a modo de tiendas de campaña para conmemorar los cuarenta años que el mito refiere como duración del Éxodo. Esas cuatro décadas habrían permanecido los judíos durmiendo en campamentos hasta llegar a la tierra prometida.

Ahora bien: esas hojas de palma, asociadas a los tenderetes itinerantes y a la llegada a la tierra prometida, parecen simbolizar algo más: una nueva vida en una tierra “que mana leche y miel”, es decir, rica, en la que abunda todo lo necesario para una vida próspera y relajada. Un nuevo paraíso divino en la tierra para el pueblo de Yahvé.

De manera que la fiesta del año nuevo, que sigue un poco después a Sukkot, sería el paso lógico tras haber recorrido el desierto. Y como antiguamente se utilizaban elementos vegetales para techar las viviendas y algunos campamentos, las palmas, obviamente la mejor versión a mano por su tamaño y fácil adquisición, serían las más indicadas para llevar a cabo esos campamentos improvisados que cada año se montaban en los alrededores de Jerusalén a propósito de la peregrinación que, en esas fechas, obliga a hacer a la ciudad santa del judaísmo su Ley.

Y, más allá del uso para la fiesta, la palma se convirtió en símbolo de otras cosas: según demuestran algunas monedas y ciertas representaciones del templo de Jerusalén, las palmas fueron interpretadas como un saludo a la nueva vida (no sólo al nuevo año) que estaría por llegar cuando el pueblo judío volviera a ser fiel a su dios. Así, en la “Piedra de Magdala ” (una pieza que, representando el templo, serviría para colocar los rollos de la Ley mientras se leían y comentaban en la sinagoga de Magdala), se tallaron brazadas de palmas en las arcadas del templo para indicar la renovación anual y, más importante, de la vida religiosa, la celebración de la llegada del nuevo reino de Yahvé a la tierra antiguamente prometida.

E, igualmente, entre las monedas que acuñaron los rebeldes contra Roma en la primera guerra judía, figuran las hojas de palma como símbolo de esa nueva realidad religiosa y terrenal que se esperaba lograr con la insurrección. Y también es esa la razón por la que las palmas aparecen flanqueando el candelabro de siete brazos en lámparas de aceite fabricadas en Shikhin precisamente en los años de la revuelta, lo cual parece muy coherente con su gran simbolismo nacional.

Saludos cordiales.

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Domingo, 4 de Abril 2021
 “Jesús y el nombre de Dios del Antiguo Testamento” (01-04-2021.- 1170) Primera parte.
Escribe Antonio Piñero
 
 
Hoy y mañana les voy a transmitir unas preguntas que me han hecho algunos lectores sobre este tema y que creo interesantes, no solo en sí mismas, sino por la cabezonería de quienes preguntan. Como es algo  largo lo divido en un par de días
 
 
PREGUNTA:
 
 
1."En el primitivo judaísmo no se podía nombrar a Dios, pero de alguna manera se daba a entender cuando se refería a él, de hecho en el antiguo testamento, figura Jehová o Yahvé (o el tetragrámmaton que lo identifica) unas 10.000 veces. 
 
2. ¿Porque Jesús jamás nombra ni a Yahvé,  ni a Jehová, ni jamás se le traduce con el tetragrámmaton, ni referencia nominal alguna al dios judío?
 
 
3. Jesús llama a dios "ABBA" pero ¿por qué en el Antiguo Testamento jamás sale ni una sola vez esa denominación "ABBA" hacia dios?
 
 
4 ¿Le parece que es compatible con el mensaje de Jesús, el Dios que ordena degollar a todos los hombres a todas las mujeres y a todos los niños incluso lactantes a sus burros y a sus mulas de un pueblo con el Dios de pon la otra mejilla que propugna Jesús?"
 
 
PRIMERA RESPUESTA:
 
1. y 2. Cierto que el Antiguo Testamento aparece Elohim o Yahvé miles de veces. Pero en la época de Jesús y por mera tradición, para cumplir el Segundo mandamiento, los judíos se habían acostumbrado a la ley consuetudinaria de no nombrar a Dios. Lo denominaban Altísimo, Presencia, Lugar, Palabra, Sabiduría, o de cualquier modo. Cada uno a su gusto. Y todo el mundo entendía. No era preciso nombrar a Dios. Solo el Sumo Sacerdote, el día del ayuno General expiatorio (Yom Kippur) pronunciaba el nombre de Yahvé, en voz baja en el Santo de los Santos, y postrado de hinojos.
 
3. Abbá es un vocablo arameo y el Antiguo Testamento está escrito en hebreo (menos 10,11 de Jeremías y 2,4-7,28 de Daniel). Por tanto, la pregunta tiene poco sentido. Abbá es uno de so signos, si duda, de la familiaridad con Dios que debía de tener un profeta, como él lo era. Abbá no es “papaíto”, lenguaje infantil, sino “Papá” que puede ser utilizado con respeto también por los adultos. En el Antiguo Testamento el título de Dios “(mi) Padre es tan raro que los especialistas señalan solo Eclesiástico 51,10. Pero en Qumrán hay dos testimonios de este uso. El primero en 4Q372: “Mi padre, mi Dios, no me abandones a los gentiles”, atribuido apócrifamente a Josué en un salmo compuesto por él y 4Q460 5,6, donde se lee “Mi padre y mi Señor” (véase “Los hombres de Qumrán, Trotta, Madrid, 1993 de F. García Martínez y J. Trebolle, p. 243). Es uso, por tanto, es un rasgo muy idiosincrático de Jesús, pero no único.
 
4. Habría que preguntárselo a Jesús. Tal como aparece su figura en los Evangelios, Jesús ni se lo plantea. En el siglo I se consideraba normal que Dios tratara fatal a los impíos, a sus descendientes y en general a todos los enemigos de su pueblo elegido. Les parecía estupendamente (véase el cántico de Zacarías en Lucas 1,67-79. Y el libro de Zacarías, en el que en 9,9 presenta un mesías manso y humilde, en 12,3.9; 13,2.8; 14,2 se habla de que Dios destruirá sin piedad a todos los habitantes dela tierra que se opongan a Israel. Jesús conocía y aprobaba el libro de Zacarías, porque aceptaba muy probablemente que el reino de Dios se instauraría en Jerusalén, y que Dios entraría en la ciudad desde  el monte de los Olivos (véase Zac 14).
Jesús no es solo el profeta del Dios misericordioso, sino también el del Dios castigador con el fuego eterno del infierno (seis veces en los Evangelios). Casi el 40 % del Evangelio de Mateo es un aviso del castigo de un Dios enfurecido contra los impíos.
 
Por tanto, pienso que un judío piadoso y fanático no experimentaba ninguna contradicción entre un Dios, padre amoroso, y un Dios cruel con los enemigos de Israel, que eran los suyos.
 
Saludos.
 
 
Como el preguntante seguía insistiendo casi en los mismos términos, como si yo no hubiera respondido suficientemente (no es necesario que transcriba de nuevo la pregunta), volví a responder del modo siguiente:
 
Respuesta a 1 y 2:
 
Jesús, según los Evangelios, escritos ya en griego, y los autores mismos de esos textos jamás nombran a Yahvé (así con todas las letras) o Elohim, porque los oyentes griegos pensarían que estaban nombrando a una divinidad oriental más, de las que abundaban en el Imperio. Y les harían poco caso. Por eso utilizaban un término más o menos neutro “Dios”, en griego “Theós”, o “ho Theós”, el Dios (se sobrentiende que único) para que quedara claro que ellos hablaban de esa divinidad única que había hecho cielos y tierra. ¡No era en absoluto conveniente utilizar términos judíos! Y menos después de la Gran guerra contra Roma (66-70 d. C.) en la que estos judíos habían puesto en jaque al Imperio.
 
 Cierto que el Antiguo Testamento aparece Elohim o Yahvé miles de veces. Pero en la época de Jesús y por mera tradición, para cumplir el Segundo mandamiento, los judíos se habían acostumbrado a la ley consuetudinaria de no nombrar a Dios. Lo denominaban Altísimo, Presencia, Lugar, Palabra, Sabiduría, o de cualquier modo. Cada uno a su gusto. Y todo el mundo entendía. No era preciso nombrar a Dios. Solo el Sumo Sacerdote, el día del ayuno General expiatorio (Yom Kippur) pronunciaba el nombre de Yahvé, en voz baja en el Santo de los Santos, y postrado de hinojos.
 
3. Abbá es un vocablo arameo y el Antiguo Testamento está escrito en hebreo (menos 10,11 de Jeremías y 2,4-7,28 de Daniel). Por tanto, la pregunta tiene poco sentido. Abbá es uno de so signos, si duda, de la familiaridad con Dios que debía de tener un profeta, como él lo era. Abbá no es “papaíto”, lenguaje infantil, sino “Papá” que puede ser utilizado con respeto también por los adultos. En el Antiguo Testamento el título de Dios “(mi) Padre es tan raro que los especialistas señalan solo Eclesiástico 51,10. Pero en Qumrán hay dos testimonios de este uso. El primero en 4Q372: “Mi padre, mi Dios, no me abandones a los gentiles”, atribuido apócrifamente a Josué en un salmo compuesto por él y 4Q460 5,6, donde se lee “Mi padre y mi Señor” (véase “Los hombres de Qumrán, Trotta, Madrid, 1993 de F. García Martínez y J. Trebolle, p. 243). Es uso, por tanto, es un rasgo muy idiosincrático de Jesús, pero no único.
 
4. Habría que preguntárselo a Jesús. Tal como aparece su figura en los Evangelios, Jesús ni se lo plantea. En el siglo I se consideraba normal que Dios tratara fatal a los impíos, a sus descendientes y en general a todos los enemigos de su pueblo elegido. Les parecía estupendamente (véase el cántico de Zacarías en Lucas 1,67-79. Y el libro de Zacarías, en el que en 9,9 presenta un mesías manso y humilde, en 12,3.9; 13,2.8; 14,2 se habla de que Dios destruirá sin piedad a todos los habitantes dela tierra que se opongan a Israel. Jesús conocía y aprobaba el libro de Zacarías, porque aceptaba muy probablemente que el reino de Dios se instauraría en Jerusalén, y que Dios entraría en la ciudad desde  el monte de los Olivos (véase Zacarías 14).
 
Jesús no es solo el profeta del Dios misericordioso, sino también el del Dios castigador con el fuego eterno del infierno (seis veces en los Evangelios). Casi el 40 % del Evangelio de Mateo es un aviso del castigo de un Dios enfurecido contra los impíos.
 
Por tanto, pienso que un judío piadoso y fanático no experimentaba ninguna contradicción entre un Dios, padre amoroso, y un Dios cruel con los enemigos de Israel, que eran los suyos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
www.antoniopinero.com
 
 
 
 
 
Jueves, 1 de Abril 2021
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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