CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Hoy escribe Antonio Piñero

Finalizamos con el Libro de los sueños y comenzamos a tratar otra parte del riquísimo y complejo Libro I de Henoc.

Comenta P. Sacchi a propósito de los pasajes (Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982, 120-123) que he transcrito en la nota anterior:

g[ El buey esperado es evidentemente un hombre que volverá a gozar de la misma bendición divina que recayó sobre Adán y los patriarcas hasta Isaac. El buey gobernará a todos los pueblos (1Hen [Libro de los sueños] 90,37). El esquema del pensamiento del autor es éste: la historia siempre está destinada a empeorar hasta que intervenga Dios para castigar a todos los impíos, sean o no judíos. Después del Gran Juicio Dios construirá un templo nuevo y, finalmente, habrá un reino de justicia gobernado por este ser excepcional, que vuelve a ser el mesías en el sentido de “rey”, pero sin estar vinculado a la casa de David. Tendrá también una naturaleza superior a la de los hombres de su tiempo, hasta que todos los hombres lleguen a ser como él. El mesías vendrá después del Juicio y tendrá la función de administrador en la tierra del orden y de la justicia deseados por Dios. ]g

Veremos más adelante que esta concepción reaparece, con algunas diferencias en los llamados Salmos de Salomón (compuestos probablemente en Jerusalén hacia el 60/55 a.C.).

Aparte de Las Parábolas –que consideraremos a continuación- y lo que acabamos de mencionar del toro/buey blanco del Libro de los sueños (90,37) sólo hay una fugaz mención al mesías en todo el Libro I de Henoc: en 105,2-3: al final de los tiempos habrá “recompensas sobre la tierra” para los justos y “Dios con su Hijo” habitará entre los mortales eternamente, ya que los hombres caminan por senderos rectos y habrá paz.

Según esta breve mención se supone que hay un reino divino, gobernado por un emisario divino. Éste es el mesías y se lo denomina “Hijo de Dios” como en 4Q246de Qumrán, que ya hemos comentado en una nota anterior.

Y ahora concentrémonos en el Libro de las parábolas de Henoc, que ocupa los capítulos 37-71 del actual Libro I de Henoc, y que es importantísimo para nuestro propósito de caer en la cuenta de qué pensaban los judíos sobre el mesías y sus funciones en la época inmediatamente anterior a Jesús y en los años de éste. Veremos cómo las ideas sobre el mesías del desconocido autor de esta sección de 1 Henoc son notablemente parecidas a las de los evangelistas cristianos.

El problema de estos capítulos henóquicos radica en que no sabemos fecharlos con seguridad. Es la única sección de 1 Henoc que no ha aparecido entre los manuscritos del Mar Muerto, mientras que el resto del libro está bien representrado, poues hay incluso varias copias. De este hecho deducen los estudiosos que "Las Parábolas de Henoc" son de fecha tardía. De lo contrario, no se ve por qué no habrían sido copiados en Qumrán. ¿Qué fecha? No se sabe, pero los estudiosos oscilan entre comienzos del siglo I antes de Cristo hasta finales del siglo I después.

Por tanto lo que se plantea ante este texto es lo siguiente: dadas las concomitancias de ideas mesiánicas, como vremos, ¿copiaron los cristianos un material judío–o se dejaron influenciar- del Libro de Henoc? O ¿al revés: copiaron los judíos a los cristianos?

De cualquier modo dado que la figura del mesías del libro de las Parábolas es una combinación de diversos estratos de tradición –en los que aparece el Elegido; el Siervo de Yahvé; el Hijo del Hombre; el Juez final- y que estos estratos coinciden en gran parte con lo que hallamos en los Evangelios, es de suponer a priori que nos encontramos en un espacio cronológico similar.

En Las Parábolas de Henoc aparece el mesías con los títulos de “justo”, “elegido” (53,6; 40,5) y “juez” + “Hijo del Hombre”. Esta última expresión está tomadas sin duda del Libro de Daniel, cap. 7. En etíope clásico –lengua en la que se nos ha transmitido entero 1 Henoc; en griego conservamos los caps. 1-36- esta última expresión aparece con variantes como “hijo del varón” o “hijo de la madre de los vivientes = Eva”, y siempre significa “ser humano”.

En las Parábolas de Henoc (abreviado desde ahora en adelante LP = Libro de las Parábolas) la expresión Hijo del Hombre, aunque signifique "ser humano", deja de ser la designación de “mero hombre” y empieza a adquirir el tono de “título” del mesías, pues está como pegada a una figura misteriosa, sobrehumana, que tiene funciones mesiánicas…, y que el LP identifica expresamente con el profeta Henoc (71,14). De cualquier modo hay que insisitr que este título se fija sobre todo en la apariencia -al menos- totalmente humana del mesías.

La unión de “juez” y “mesías” aparece también en otras obras apócrifas del Antiguo Testamento, como el Apocalipsis siríaco de Baruc (40,1ss; finales del siglo I d.C.) 4 Esdras (12,32ss: del año 100 d.C.) y en los Testamentos de los XII Patriarcas (Testamentos de Leví y de Judá, que veremos en su momento; entre el siglo I a.C. y siglo I d.C.)

Lo más curiso de todo es que el mesías en el LP es un ser preexistente de algún modo, o mejor (ya que se identifica con Henoc y éste es claramente no preexistente) el concepto de mesías/Hijo del Hombre existe cabe Dios desde toda la eternidad. Siempre pensó Dios en el mesías de algún modo. Por exageración retórica se dice en el texto de LP que la figura es preexistente, aunque en verdad es sólo el concepto lo que preexiste y que luego "se encarna" en Henoc. He aquí el texto clave:

« En ese lugar vi la fuente de justicia: es inagotable y en torno a ella hay muchas fuentes de sabiduría. Todos los sedientos beben de ellas y se llenan de sabiduría, siendo su morada con los justos, santos y elegidos.  »

« En aquel momento fue nombrado aquel Hijo del Hombre ante el Señor de los espíritus, y su nombre ante el “Principio de días”. Antes de que se creara el sol y las constelaciones, antes de que se hicieran los astros del cielo, su nombre fue evocado ante el Señor de los espíritus. Él servirá de báculo a los justos para que en él se apoyen y no caigan; él es la luz de los pueblos, y él será esperanza de los que sufren en sus corazones. Caerán y se prosternarán ante él todos los que moran sobre la tierra y bendecirán, alabarán y cantarán el nombre del Señor de los espíritus.  »

« Por esto fue elegido y escogido junto a él antes de crearse el mundo y por la eternidad. Lo reveló a los santos y justos la sabiduría del Señor de los espíritus, pues reservó el lote de los justos porque aborrecieron y desecharon este mundo inicuo, y aborrecieron todas sus obras y maneras en el nombre del Señor de los espíritus, por cuyo nombre son salvos, pues ha sido él el vindicador de sus vidas (1 Henoc 48, 1-7). »

Parece, pues, que el Hijo del Hombre henóquico espera la hora de su manifestación permaneciendo junto al “Anciano de días” O “Principio de días” (Dios, como lo designa el texto etíope). Realmente es impresionante, pues a pesar de qye hemos visto entre los textos de Qumrán atisbos de que el mesías está conectado de algún modo con el ámbito celeste, ahora aparece con toda claridad como un personaje celestial. ¿Cómo es esto posible?

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Conclusiones a la explicación de Gálatas 2,1-10”

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Saludos de nuevo.


Sábado, 11 de Julio 2009
Los Hechos de Tomás. Cronología de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles.
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Los Hechos Apócrifos de Tomás

Las semejanzas entre los HchTom y los demás HchAp han sido ya suficientemente subrayadas. Recuerdo, a modo de ejemplo, la opinión de E. Peterson, según la cual son tantos los aspectos paralelos de los HchPl y los HchTom, que podrían ser considerados como la obra de un mismo autor. Dos capítulos interesan de modo particular a los estudiosos de los HchAp. El cap. 14 “Eininige Bemerkungen zum Hambuger Papyrusfragment der Acta Pauli”, pp. 183-208, y el cap. 15 “Einige Beobachtungen zu den Anfängfen der christlichen Askese, pp. 209-220. El primero habla de los puntos de contacto entre el papiro de Hamburgo de los HchPl y los HchTom; el segundo aborda los principios de la ascesis cristiana. Son capítulos de su libro Frühkirche, Judentum und Gnosis, Friburgo de Brisgovia, 1959.

Más aún, de tratarse de distintos autores, sería el autor de HchPl el que había imitado al de los HchTom. La forma parecida con la que tratan el tema encratita Los HchAnd, los HchJn y los HchTom le hacen pensar que estos tres Hechos, los más leídos por los encratitas según Epifanio, podrían haberse escrito durante el reinado del emperador Adriano (117-138). El mismo Peterson ve en el orden con que son nombrados en la conocida cita de Orígenes (en Eusebio, HE III 1,1) el probable orden cronológico de la composición de los cinco primitivos: Tomás, Andrés, Juan, Pedro y Pablo.

Por su parte, Prieur enumera las abundantes semejanzas entre los HchAnd y los HchTom, que recapitula haciendo referencia a la estructura de los relatos, los modelos literarios y el encratismo. Pero insiste, con razón, en tres detalles que avalan una fecha posterior para los HchTom: las prácticas cultuales, la cristología más clásica y el uso frecuente de la Sagrada Escritura. Aunque siempre según la forma actual de los textos conservados. A la misma conclusión llegamos si comparamos los HchTom con otros Hechos, particularmente con los HchPl, como hace Peterson en el artículo citado que dedica al estudio del Papiro de Hamburgo (PH). Los lugares comunes, muchos de ellos evidentes, no llevan a la conclusión, como quiere Peterson, de que los HchPl dependen de los HchTom, sino al contrario.

El tema sobre lo efímero de las riquezas (HchPl PH 2,18-27 y HchTom 88, 2; 117,1) es un topos en donde aparecen los puntos básicos del alegato de la carta del apóstol Santiago (5,2-3): riqueza, vestidos, oro… con mención del fuego como en PH 2-3, sorprendentes coincidencias con los HchTom. Así es el pasaje que contienen frases paralelas como “solo Dios permanece y la filiación concedida por él” (PH 2,27-28) y “solo Jesús permanece siempre y los que en él tienen puesta la esperanza” (HchTom 88,2). Pero el texto de los HchPl parece ser más original tanto por el contenido como por la forma. El paso de “solo Dios” a “solo Jesús” es un avance; lo contrario sería una regresión.

El tema de las puertas que se abren solas está tratado de una forma más sencilla en PH 3,22ss frente a lo reiterativo de HchTom 122,2; 154,1; 161-162. El joven sonriente de PH 3,14-15.28 recuerda más al de HchJn 73 que al de HchTom 27. El bautismo en PH 2,35 lleva la fórmula “en Dios”, y en PH 3,32s “en el nombre de Cristo Jesús”. En cambio, en los pasajes de los HchTom se administra el bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (HchTom 49,2; 121,2; 132,2; 157,4). El afirmar que los HchPl espiritualizan el milagro de las puertas, como hace Peterson, no tiene demasiado sentido desde el momento en que los acontecimientos, como en los HchTom, se reducen a que las puertas se abren solas mientras los guardias están dormidos, y ello gracias a la oración del Apóstol (cf. PH 3,7 con HchTom 48). Tampoco estimo que en PH se distinguen con mayor claridad Dios y Cristo.

Otras doctrinas aparecen desarrolladas de una forma muy evolucionada, como son las relaciones eucarísticas o las referencias a grados jerárquicos. Sobre la eucaristía encontramos expresiones tales como “los hizo partícipes de la eucaristía (HchTom 27,4”, “participar de la eucaristía de tu santo cuerpo y de tu sangre” (HchTom 49,3), “hacer partícipe del cuerpo del Señor” (HchTom 121,2), “comemos tu cuerpo santo que fue crucificado por nosotros, y bebemos tu sangre que por nosotros fue derramada” (HchTom 158,1). Algo parecido podemos decir de las referencias a los grados jerárquicos con mención del diácono (HchTom 49,2; 169,2) y del presbítero (HchTom 169,2).

Por todo ello, tengo la impresión de que los HchTom ocupan cronológicamente el último lugar de los cinco HchAp primitivos. Y aunque sus tendencias encratitas aparezcan con mayor acritud en Hechos como los de Pablo, ello puede deberse al influjo de la comunidad en la que surgen, muy proclive a las actitudes rigoristas.

En consecuencia de lo dicho, el orden cronológico relativo quedaría según mi punto de vista de la manera siguiente: HchAnd, HchJn, HchPe, HchPl y HchTom. Y el absoluto, si partimos del año 190/5 para los HchPl, en un espacio que iría desde los alrededores del año 150 hasta la mitad del siglo III.
(Cuadro de la escena del evangelio de Juan 20,24ss)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Viernes, 10 de Julio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con las figuras (mesiánicas) a medias entre el cielo y la tierra que se van formando en el judaísmo a lo largo del siglo II a.C.(VI).

Dentro del Libro I de Henoc (cuyas secciones fueron compuestas desde el siglo III a.C....) hay una parte denominada “Libro de los sueños (o visiones)” que ocupa los capítulos actuales 83-90 (Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 109-123)). Contiene este breve tratadito elementos mesiánicos muy claros y una figura simbólica que puede considerarse como el mesías.

El tema general del es el siguiente: el autor relata como fue el contenido del primer sueño del profeta Henoc –sueño que transmite a su hijo Matusalén- y describe el diluvio (caps. 83-84). En el segundo sueño Henoc ve como un esquema de la historia del mundo desde Adán hasta el reino mesiánico, incluida la caída de los ángeles malvados. Naturalmente, este sueño es descrito como algo que ocurrirá en el futuro.

Tras la invasión asiria del reino del norte (= Israel, con la caída de Samaría: 721 a.C.), Dios entrega el gobierno de su pueblo a setenta pastores (= ángeles no buenos) que permiten que perezcan más israelitas de los debidos, devorados por fieras salvajes.

Dios entonces, apiadado del pueblo judío, establece un juicio que juzgará a estos pastores, los ángeles caídos, junto con los apóstatas de entre los judíos y a los enemigos de Israel. Luego Dios funda una nueva Jerusalén y establece en ella su reino. Cierto número de gentiles se convierte entonces al verdadero Dios y a la religión israelita y a continuación se consolida el reino mesiánico. Los paganos que no se convierten se mantienen al menos con gran respeto, a distancia de Israel.

La fecha de composición de este libro se calcula por lo que cuenta y sabe y por lo que no cuenta y no sabe: el autor parece conocer bien la historia hasta la batalla de Bet Sur de Judas Macabeo (164 a.C.), pero luego no parece saber más. Es decir, el libro debió de componerse en torno a la época inmediatamente psoterior, hacia al 160 (fecha de la muerte de Judas Macabeo, batalla de Bet Horón) o un poco más tarde.

Para épocas posteriores, puesto que ya no sabe nada, su obra hace una verdadera profecía de lo que cree que será la edad mesiánica. En ella piensa que Dios tomará venganza de los ángeles malvados –los causantes, por sus pésimas inspiraciones e impulsos, de que los hombres sean a su vez también malos y que han gobernado Israel inhabitando el interior de sus gobernantes humanos-, junto con todos los judíos que han apostatado de su fe y a todos los pecadores de entre las naciones.

Comenta Sacchi (p. 417) sobre los elementos simbólicos que utiliza el desconocido autor del Libro de los sueños:

En el lenguaje metafórico de nuestro autor a los judíos se les llama siempre ovejas; los ángeles son representados como hombres y los pueblos extranjeros, como animales feroces e inmundos. En el medio, entre los ángeles y los hombres o, en el lenguaje del autor, entre los hombres y las ovejas, están los bueyes, es decir, figuras de la tradición bíblica bendecidas por Dios, como Adán y Noé. Este último es el único entre los vivientes que se convierte directamente en un hombre, es decir, eliminando la metáfora, en un ángel (1Hen [Libro de los sueños] 89,1.9). Sem, Abrahán e Isaac son aún bueyes, aunque Jacob es simbolizado ya como una oveja, como lo son también los doce patriarcas de las doce tribus de Israel. También son ovejas, y no bueyes, Moisés y Aarón (1Hen [Libro de los sueños] 89,17 y 18).

El comienzo del reino mesiánico es descrito así en el Libro de los sueños 90,18-27:

Vi que se llegó a ellos el dueño de las ovejas [es decir, Dios mismo, quien según el texto parece descender a la tierra; ovejas = israelitas] y en tomó en su mano la vara de la cólera y golpeó la tierra, que se abrió. Todas las bestias y las aves del cielo [pueblos paganos] dejaron de estar junto a las ovejas y fueron tragadas por la tierra que las cubrió.

El vidente continúa así:

Vi que se dio a las ovejas una gran espada y salieron contra las bestias salvajes para matarlas [batalla final contra los impíos]. Vi que era construido un trono sobre una tierra amena, y que se sentaba en él el dueño de las ovejas, y que otro cogía los libros sellados y los abría ante el dueño de las ovejas…

Se juzga a los ángeles –como dijimos- simbolizados por astros y son arrojados al infierno; se juzga a los pastores y a las ovejas apóstatas que son condenadas y arrojadas a la misma sima llena de fuego (90,21-27).

Finalmente, tras el juicio se describe el reino mesiánico (1 Henoc 90,28-39):

Me levanté para ver hasta que él [Dios] enrolló la vieja casa [Israel dentro del mundo caduco]… Vi que trajo el dueño de las ovejas una casa nueva, más grande y alta que la primera, y la puso en lugar de la que había sido recogida… y el dueño de las ovejas estaba dentro. Vi a toas las ovejas que quedaron y cómo todos los animales de la tierra y todas las aves del cielo caían prosternándose ante las ovejas, suplicándoles y obedeciéndolas en todas sus órdenes[…]

Las ovejas eran todas blancas… todas las bestias del campo y todas las aves del cielo se reunieron también en esa casa [la Jerusalén o país mesiánico; se piensa que la mayoría de los gentiles se convierte; el reino mesiánico no es sólo judío, sino universalista]. El dueño de las ovejas se alegró muchísimo, pues todas eran buenas y habían vuelto a casa.

Vi que las ovejas habían depuesto la espada que les había sido entregada, la volvieron a su vaina y la sellaron ante el dueño [la paz mesiánica]… Toda la casa estaba llena…

Vi que nacía un toro/buey blanco, de grandes cuernos [el mesías], y cómo todas las bestias del campo y aves del cielo lo temían… y el dueño de las ovejas se alegró por él y por todos los toros [los ayudantes del mesías].

Aquí, en este texto simbólico, puede observarse de nuevo la variedad de concepciones mesiánicas del judaísmo. De este pasaje se deduce que el mesías aparece detrás del Juicio, no antes. La tarea de juzgar es llevada a cabo por Dios mismo, solo, sin ayudantes; el mesías viene después del Juicio; nace de la misma comunidad, es un mero ser humano; tiene la misión de gobernar la comunidad de los justos israelitas una vez establecido el reino de Dios por Éste; ante el tiemblan todas las naciones de los gentiles que no han llegado a convertirse.

Seguiremos con este imaginario mesiánico. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Explicación breve del texto de Gálatas 2,1-10 (II)”

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Miércoles, 8 de Julio 2009

Hoy escribe Antonio Piñero


Seguimos con las "figuras (mesiánicas) a medias entre el cielo y la tierra" que se van formando en el judaísmo a lo largo del siglo II a.C.(V).

Otra de estos tipos mesiánicos del imaginario judío es el “Hijo del Hombre”. El pasaje básico que sirve de transfondo para esta figura es el Libro de Daniel, capítulo 7. El contexto es una visión de este profeta/apocalíptico que describe los momentos finales del mundo presente y la irrupción en la tierra de Israel del mundo futuro, es decir, del reino de Dios.

El vidente -que aunque se denomine a sí mismo Daniel, vive después del levantamiento macabeo contra los reyes griegos seléucidas, es decir después del 167 a.C.- ve en sueños cómo Dios le revela que antes de que ocurra el final del mundo presente se sucederán cuatro reinos o imperio terrenos, absolutamente injustos simbolizados por cuatro bestias terribles (capítulo 7,2-8). Éstas son descritas del modo siguiente: la primera era como un león; la segunda como un oso; la tercera como un leopardo. La cuarta era diferente, de forma casi inimaginable, terrible y feroz, con diez cuernos, más uno pequeño; tenía ojos de hombre y una “boca que hablaba con gran arrogancia” (7,8).

Por el contexto del Libro los comentaristas están de acuerdo en que estas bestias se corresponden con las cuatro partes de una gran estatua que –también en sueños- había visto el rey Nabucodonosor en 2,32-35. La cabeza era de oro; su pecho y brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; y sus pies, parte de hierro y parte de barro. Entonces y de pronto:

« Una piedra se desprendió (de un monte cercano); sin intervención de mano alguna, vino a dar a la estatua en sus pies de hierro y arcilla, y los pulverizó. Entonces quedó pulverizado todo a la vez: hierro, arcilla, bronce, plata y oro; quedaron como el tamo de la era en verano, y el viento se lo llevó sin dejar rastro. Y la piedra que había golpeado la estatua se convirtió en un gran monte que llenó toda la tierra (Dn 2,34-35) »

Los comentaristas están todos de acuerdo también en interpretar los cuatro reinos y las cuatro partes de la estatua como los Imperios babilónico; el persa; el de Alejandro Magno y el de los Seléucidas, los sucesores de Alejandro en la zona de Siria y tierras más al este, quienes desde el 200 se habían apoderado de Israel.

El cuerno pequeño de la visión de la cuarta bestia (Dn 7,8) es el rey Antíoco IV Epífanes, el que con sus exigencias al pueblo judío para que renunciara a sus costumbres patrias –la Ley, la circuncisión, etc.- y adoptara la cultura helénica, provocó el levantamiento de los Macabeos, es decir, una reacción absolutamente en contra de todo lo griego.

La piedra que golpea la estatua, que se desprende de un monte sin intervención de mano humana, que machaca la estatua y que “llena toda la tierra” es el “mesías”, el agente divino que lucha contra esos reinos malvados y los vence..., sea como fuere cómo se entienda su figura. Su misión, pues, es acabar con los malvados reinos humanos, opuestos a los planes de Dios sobre su pueblo elegido.

El vidente Daniel, inmediatamente después de insinuada esta idea, dibuja la escena de una suerte de Juicio final antes de la implantación del Reino del Altísimo, acá en la tierra. El pasaje es impresionante:

« Mientras yo contemplaba: Se aderezaron unos tronos y un Anciano se sentó. Su vestidura, blanca como la nieve; los cabellos de su cabeza, puros como la lana. Su trono, llamas de fuego, con ruedas de fuego ardiente. Un río de fuego corría y manaba delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas estaban en pie delante de él. El tribunal se sentó, y se abrieron los libros (Dn 7,9-10) ».

Y luego aparece la figura que nos interesa, un “como hijo de hombre”:

« Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás(Dn 7,13-14). »

El vidente no especifica cómo es esta figura, que actúa como mano derecha del Altísimo. De acuerdo con el pensamiento del Tercer Isaías, al final, en la época mesiánica, habría de reinar Israel sobre todas las naciones con la inmensa ayuda de Dios. Algunos gentiles se convertirán, y el resto mirarán con estupor el poderío de Israel, lo respetarán, llevarán dones al templo del Altísimo… y en resumidas cuentas comenzará la época de gloria mesiánica para Israel en esta tierra..., cuya duración no se sabe.

Opinan por lo general los estudiosos que esta figura de “hijo de hombre” (sin artículo ninguno, = un ser humano) es la representación del pueblo elegido. Por tanto no es una figura individual, sino colectiva. Así parece indicarlo con claridad el siguiente pasaje del mismo capítulo:

« Pero el tribunal se sentará, y el dominio le será quitado, para ser destruido y aniquilado definitivamente. Y el reino y el imperio y la grandeza de los reinos bajo los cielos todos serán dados al pueblo de los santos del Altísimo. Reino eterno es su reino, y todos los imperios le servirán y le obedecerán (Dn 7,26-27). »

Esto parece cierto, pero también lo es que los intérpretes antiguos debieron de olvidarse de esta interpretación evidente –ofrecida por el autor mismo del Libro de Daniel- y pensaron que ese personaje no era el pueblo elegido sino algo más concreto, individual y real: un ser humano de carne y hueso dispuesto por Dios misteriosamente para no tener la necesidad de intervenir Él directamente en la tierra (peligra su trascendencia), sino por medio de este agente.

Y lo cierto es que una figura puramente simbólica en el Libro de Daniel adquierió con el paso del tiempo consistencia entre los piadosos del pueblo judío y se convirtió en su imaginario en un individuo especial, que está al lado de Dios, que tiene amplios poderes de actuación, y que bajará a la tierra a establecer finalmente el reino divino.

No sabemos exactamente los pasos o los modos cómo ocurrió este cambio, pero lo cierto es que cuando los Evangelios Sinópticos hablan -para los tiempos de Jesús- del "Hijo del hombre" no necesitan explicar su figura, ni describirla. Presuponen que todo el mundo entiende.

Veremos algunos otros textos judíos que dan cuerpo a la, en su momento, noción sólo simbólica.

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Lunes, 6 de Julio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema Figuras a medias entre el cielo y la tierra (IV), es decir comentamos las figuras “mesiánicas” semicelestiales que son una suerte de «mesías celeste» (términos que para un judío de la época serían una paradoja, porque si es mesías, es humano). Se trata un agente de la salvación escatológica del que se acentúa la naturaleza «sobrehumana», aun siendo un ser humano, y al que se atribuyen acciones claramente mesiánicas.

Este tipo de figura aparece igualmente en dos escritos apócrifos judíos (Las Parábolas de Henoc y el IV Libro de Esdras, que más tarde consideraremos) en los que su presencia era generalmente atribuida al influjo cristiano. Su presencia en los escritos de Qumrán prueba, por el contrario, que también aquí nos hallamos ante un desarrollo precristiano de ideas seminales del Antiguo Testamento, en este caso provenientes del Libro de Daniel.

A este respecto hay otro texto importante en Qumrán: la segunda columna del único fragmento conservado de una composición aramea, datable paleográficamente (es decir por el tipo de las letras y el modo de la escritura en general) en la primera mitad del siglo I y que lleva el título de 4Q246 “Hijo de Dios” (Pseudo Danielª). He aquí el texto:

g[ 1 Será denominado hijo de Dios, y lo llamarán hijo del Altísimo. Como las centellas 2 de una visión, así será el reino de ellos; reinarán algunos años sobre 3 la tierra y aplastarán todo; un pueblo aplastará a otro pueblo y una ciudad a otra ciudad, 4 hasta que levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada. 5 Su reino será un reino eterno, y todos sus caminos en la justicia; juzgará] 6la tierra con justicia, y todos harán la paz. Cesará la espada en la tierra, 7 y todas la ciudades le rendirán homenaje. El Dios grande con su fuerza 8 hará la guerra por él; pondrá los pueblos en su mano y 9 arrojará todos ante él. Su dominio será un dominio eterno, y todos los abismos... ]g

Comenta Florentino García Martínez (en Los Manuscritos del Mar Muerto. Balance de hallazgos y de cuarenta años de estudios, Ediciones El Almendro, Córdoba, 1994, [eds. A. Piñero-D. Fernández Galiano] pp. 203-204)

« El contexto del pasaje conservado es el siguiente: nos habla de que alguien (¿un vidente?) cae ante el trono de un rey y se dirige a él. Le describe los males que han de venir, entre los que la referencia a Asiria y Egipto desempeña un papel importante. Éste es el contexto.

Aún más importante será la aparición de un personaje misterioso al que le serán dados los títulos de "hijo de Dios» e "hijo del Altísimo», personaje que "será grande sobre la tierra” y a quien "todos servirán». A su aparición seguirán tribulaciones, pero éstas serán pasajeras como una centella, y sólo durarán… hasta que él levante al pueblo de Dios y haga descansar a todo de la espada… Vencerá a todos los reyes con la fuerza de Dios, dará fin a la guerra y establecerá un reinado eterno en el que todos harán la paz y en el que él dominará eternamente en la justicia.

Este personaje es descrito con los rasgos del “Hijo del Hombre” del Libro de Daniel, de donde provienen las expresiones “Su reino será un reino eterno» (Dn 7,27) y «su dominio será un dominio eterno» (Dn 7,14) que nuestro autor aplica al protagonista misterioso de su relato, al que considera sin duda alguna como un individuo.

Este personaje es presentado como juez del mundo entero y su dominio se extiende a todo el orbe. Su acción terminará el período de crisis precedente e introducirá la situación de paz escatológica, lo que permite comprender los títulos excelsos de «Hijo de Dios» e «hijo del Altísimo» que se le aplican.  »

Y éste es precisamente el elemento que aquí conviene subrayar: en Qumrán, junto a un «mesías-rey » y a un «mesías sacerdote», se esperaba la venida de un agente de salvación escatológico tan excelso como el “Hijo del Hombre” preexistente del Libro de Las Parábolas de Henoc (del que también hablaremos en notas sucesivas) o como el «mesías» del Libro IV Esdras.

Y aunque nuestro texto no emplea la palabra «mesías» para designarlo, este término sí aparece en otro de los textos qumránicos ya conocidos desde antiguo (que hemos comentado en la nota anterior), 11QMelquisedec, en el que a este mismo tipo de figura salvadora de naturaleza sobrehumana que ejecuta el juicio divino, libera del poder de Belial y rescata a los hombres de su lote en la primera semana del último jubileo de la historia, no sólo se le llama elohim «dios», sino «ungido del espíritu», es decir “mesías”.

Estamos, pues, muy cerca del ambiente en el que desarrollará el cristianismo su concepto peculiar de “mesías”.

Es muy claro que los Manuscritos del Mar Muerto –y como veremos los Apócrifos del Antiguo Testamento- nos iluminan poderosamente el contexto, la atmósfera en la que nace el cristianismo. No en vano éste nace como una secta judía, a la que al principio se llamaban “nazarenos”/ “nazoreos” y luego “mesianistas” o “cristianos”.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“El conjunto del texto de Gálatas 2,1-10”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.


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Magíster de religiones de la Universidad

PABLO DE OLAVIDE de Sevilla 2009-2010

Información en la nota del día 27-06-2009 y en el enlace siguiente:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.

Viernes, 3 de Julio 2009
Cronología de  los Hechos Apócrifos
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Cronología de los HchAp (IV)

Los Hechos de Andrés

Las relaciones de los HchAnd con los demás HchAp han sido estudiadas y expuestas por J. M. Prieur en su edición de los Acta Andreae II 385-403. Allí repasa la historia y el estado de la cuestión, que dista mucho de estar claro y definitivamente resuelto. Que los HchAnd tienen numerosas coincidencias con otros grandes Hechos es algo evidente. Pero siempre queda en pie la eterna pregunta: Quis a quo? ¿Quién depende de quién? De todos modos, los HchAnd tienen en sí mismos algo de arcaicos desde el punto de vista sociorreligioso. Como si su autor, reciente converso a la nueva fe cristiana, siguiera todavía anclado en postulados de extrañas ideologías, que se transparentan a través de sus frecuentes elucubraciones doctrinales.

Su cristología es indecisa y elemental. Del Jesús bíblico no se recoge ningún hecho concreto, fuera de las alusiones que aparecen en el Martyrium Prius, obra bastante posterior. Todo son referencias lejanas o teóricas. Nada de la Trinidad. “Padre” es incluso un apelativo dedicado a Jesús (HchAnd 12,2; 63,1). La moral es tan primitiva, que toda la narración de la sustitución de Maximila en sus deberes conyugales por su esclava Euclía no merece el más mínimo reproche. Y el mismo Andrés, colgado ya en la cruz, niega a Egeates toda posibilidad de reconciliación “ni aunque de veras te arrepintieras” (HchAnd 62,1), actitud ajena al espíritu del evangelio (Mt 18,21-22).

Igualmente faltan en estos Hechos detalles sobre ritos sacramentales o sobre la organización jerárquica. Hay apenas unas furtivas menciones del sello (sphragís) y una alusión única a la reunión de los fieles en domingo para escuchar a Andrés (HchAnd 13,1). En una palabra, los HchAnd son los menos cristianos de los HchAp primitivos. Todo ello hace pensar, según mi opinión, en una época temprana, anterior incluso a la de los otros HchAp.

En cuanto a la visión narrada en la Vida de Andrés 20, de Gregorio de Tours, no parece tener el pretendido valor probativo para demostrar la dependencia de los HchAnd con respecto a los HchPe. Pues para ello, se tendría que demostrar que la tradición de la crucifixión de Pedro tenía como única fuente los HchPe. Pero esto es altamente improbable si los HchAnd fueron compuestos hacia el año 150 (para elegir la fecha preferida por Prieur) y Pedro fue crucificado un siglo antes. Parece obvio que ya se conociera el género de muerte del Príncipe de los Apóstoles, dato recogido por el autor de los HchPe cuando escribió su obra en las postrimerías del siglo II. Además, uerbum crucis no tiene, a mi modo de ver, el sentido del Logos como denominación de la cruz luminosa en los HchJn 98. Pues el término Uerbum no se usa como apelativo de cruz. En Gregorio, es Juan el que habla para decir: Ego sum uerbum crucis… (Yo soy el verbo de la cruz). Juan es, pues, “la palabra de la cruz”, el anuncio de la cruz para Andrés. La denominación es la misma que en 1 Cor 1,18: uerbum crucis en el sentido de doctrina sobre la cruz.

(La foto es un icono ruso del apóstol Andrés).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro





Jueves, 2 de Julio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos con el tema Figuras a medias entre el cielo y la tierra (III)

Decíamos en la nota pasada que había otro personaje interesante que, siendo esencialmente un hombre, ocupaba sin embargo, en el imaginario judío un lugar importante en el ámbito sobrehumano y semiceleste: Mequisedec. El texto fundamental sobre esta figura aparece en los manuscritos del Mar Muerto (Qumrán): He aquí el pasaje:

g[ “Su interpretación para los últimos días se refiere a los cautivos, de los que dice: ‘Para proclamar a los cautivos la liberación… de la heredad de Melquisedec, pues […] y ellos son la heredad de Melquisedec, que los hará retornar a ellos. Él proclamará para ellos la liberación para librarlos [de la deuda] de todas sus iniquidades. Y esto suce[derá] en la primera semana del jubileo que sigue a los nue[ve] jubileos. Y el día [de las expiacio]nes es el final del jubileo décimo en el que se expiará por todos los hijos de [Dios] y por los hijos de [Dios] y por los hombres del lote de Melquisedec… pues es el tiempo del ‘año de gracia’ para Melquisedec, para exal[tar en el pro]ceso a los santos de Dios por el dominio del Juicio como está escrito sobre él en los cánticos de David que dice: ‘Elohim se yergue en la asam[blea de Dios], en medio de los dioses juzga ]g…

g[ Melquisedec ejecutará la venganza de los juicios de Dios [en ese día, y ellos serán liberados de las manos] de Belial y de las manos de todos los espíritus de su lote]. En su ayuda (vendrán) todos los ‘dioses de la [justicia’; él] es qu[ien prevalecerá ese día sobre] todos los hijos de Dios, y pre[sidirá la asamblea] ésta. Éste es el día de [la paz del que] habló [Dios de antiguo por las palabras de Is]aías profeta, que dijo: ‘Qué bellos son sobre los montes los pies del pregonero que anuncia la paz… diciendo a Sión ‘tu Dios [reina’]. Su interpretación: Los montes son los profe[tas...].  ]g
Y el pregonero es [el un]gido del Espíritu del que habló Daniel… y el pregonero del] bien que anuncia la salva[ción es aquél del que está escrito que él se lo enviará… ‘para conso[lar a los afligidos’… Su interpretación]: para instruirlos en todos los tiempos del mundo […] ella (la comunidad) ha sido apartada de Belial… en los juicios de Dios como está escrito sobre él: ‘Diciendo a Sión: tu Dios reina’. [Si]ón es [la congregación de todos los hijos de justicia, los] que establecen la alianza, los que evitan marchar [por el ca]mino del pueblo… Melquisedec, que los librará de la mano de Belial” (col. II, 1-25; versión de García Martínez, Textos de Qumrán, 186-7). ]g

El texto b[no es nada fácil de entender si no se tiene en cuenta la “escatología” (ciencia [revelada por Dios] sobre le final del mundo) de los esenios derivada del Libro de Daniel]b.

Según este “profeta” (todo el capítulo 9), desde el tiempo de la revelación a él concedida hasta el final, hasta la gran batalla contra las huestes de Satanás, la derrota de éste y el comienzo del tiempo escatológico, han de pasar 70 semanas de años = 490 años = 10 jubileos de 49 años cada uno.

El texto dice que han pasado 9 jubileos y que se está en la primera semana de años (7 años) del último o décimo jubileo. El final del mundo, pues, está cerca. para el autor del pasaje. El que ha escrito este texto –quizá el Maestro de justicia de la comunidad, o alguien parecido- piensa que está viviendo en esos momentos anteriores a la gran batalla escatológica, que precede al tiempo mesiánico o “reinado de Dios”.

Éste es el momento en el que los justos serán liberados:

a) de sus “deudas”, es decir, de sus pecados (aramaísmo: antigua versión del Padrenuestro: “Perdónanos nuestras deudas [pecados; ofensas a Dios] así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” [los que nos han ofendido]). En esos días “se expiará por todos los pecados”.

b) de sus enemigos escatológicos

De entre los justos hay algunos que pertenecen al "lote" de Melquisedec, es su año de gracia. En el juicio divino, donde parece que también interviene Melquisedec, los “santos” (= judíos justos) quedarán vindicados por la divinidad. En ese tiempo quedarán liberados del poder de Satán = Belial.


Este tiempo mesiánico es el día de la paz, que tiene un pregonero que lo anuncia (y lo pone en práctica). Ese pregonero es el “Ungido del Espíritu”, por tanto un mesías, que instruirá a la comunidad que ha sido apartada de Belial.

En ese momento se ejecutará el “reinado de Dios” (“tu Dios reina”) y el pueblo de ese reinado es la “congregación de los hijos de la justicia, los que son fieles a la Alianza, los que evitan marchar por el camino (de pecado) del pueblo” en general.

Es Melquisedec el que los libera de los lazos de Belial/Satanás, pues ejecuta la venganza de los hijos de Dios sobre los malvados.


Comentario de Sacchi:

« Del texto anterior se deducen algunas consecuencias: 1) Melquisedec es un ser sobrehumano, un ’elohim . 2) Su tarea es la de conducir a los judíos hacia el camino recto, por la conversión. 3) Es él quien proclama la remisión de las faltas pasadas. 4) Tiene quizás también la tarea de presidir el juicio divino (el texto no es claro) o, ciertamente al menos, de ejecutar la venganza de Dios.

Estas funciones son típicamente mesiánicas pues se trata de acciones salvíficas. Debe notarse que la importancia de estas funciones ha crecido enormemente respecto al mesianismo antiguo. El incremento en importancia de las funciones está acompañado, si puede decirse así, del crecimiento de la naturaleza del personaje mesiánico que asume características cada vez más sobrehumanas. El mesías futuro del Libro de los Sueños (del que trataremos más tarde) tendrá la naturaleza de los patriarcas; pero ahora Elías, Henoc y luego Melquisedec están decididamente por encima de lo humano, porque nacieron pero no murieron. » (p. 415)

Pero obsérvese que este mesías no es todavía un “mesías” tal como se entiende en el cristianismo, pero se acerca. Por ello puede ser caracterizado al menos como “personaje mesiánico”: tiene el sacerdocio –celeste- y es un “rey legítimo”. Lo importante es que actúa como personaje humano-celestial, brazo derecho de Dios que asegura la victoria en el combate escatológico, parecido en sus funciones al arcángel Miguel en el capítulo 12 del Libro de Daniel.

En síntesis: tenemos aquí, en este texto sobre Melquisedec,


a) Un ser humano

b) Que no ha muerto

c) Que ha sido elevado por Dios al cielo

d) Que actúa como brazo de Dios

e) Que es sacerdote y juez escatológico (interviene también en el juicio divino)

f) Que conduce al tiempo después de la batalla escatológica o tiempos mesiánicos.


Seguiremos con estos personajes interesantes que parecen formar el contexto inmediato del mesianismo cristianismo.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

El Concilio de Jerusalén. Nociones básicas del judeocristianismo”

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Magíster de religiones de la Universidad

PABLO DE OLAVIDE de Sevilla 2009-2010


Información previa en la postal del día 27-06-2009 , y en el enlace siguiente:

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Saludos de nuevo.
Miércoles, 1 de Julio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero



Presentamos aquí el proyecto de un magister de Historia de las religiones que ofrece la Univerisad sevillana "Pablo de Olavide". Dado que estas materias no se cultivan apenas en la Universidad española, un proyecto de este tipo es extraordinariamente bienvenido.



MÁSTER UNIVERSITARIO
RELIGIONES Y SOCIEDADES


Universidad Internacional de Andalucía

UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE
SEVILLA

CURSO 2009-2010






Objetivos generales

La religión ha sido y es una de las claves de la Humanidad. A lo largo de la Historia y en el mundo actual, la religión se revela como una de las fuerzas que mueven al individuo y al grupo, que originan cambios políticos, que generan rasgos culturales. Por tanto, el objetivo más ambicioso de este máster es sin duda proporcionar a los estudiantes una perspectiva precisa del lugar de la religión y de las distintas religiones en la historia del mundo.
Profundizar en el conocimiento de las religiones se ha convertido en algo urgente. Por una parte, el siglo XXI comienza marcado a fuego por conflictos que, bajo la etiqueta de “religiosos”, esconden un complejo entramado de factores que van mucho más allá de la religión, pero que están unidos a ella de manera indisoluble. Por otra, los movimientos migratorios son cada vez más frecuentes, y hoy somos conscientes de que la convivencia pacífica entre culturas exige tanto conocer la propia identidad, cuanto entender y respetar la identidad de los otros.
El conocimiento científico de la génesis, del desarrollo y de la situación actual de las grandes tradiciones religiosas debe contribuir a la comprensión global del pasado y el presente, y sobre todo al diseño de las estrategias para el futuro. Entendemos que la educación ha de asumir su responsabilidad en la construcción de la paz, y que ahondar en el conocimiento de las religiones propias y ajenas es condición indispensable para eludir el conflicto.
La actual política educativa ha reconocido todos estos aspectos y está comenzando a generar estrategias que promueven el conocimiento de la religión. En este sentido, el objetivo de este máster es triple: por una parte, contribuir a la formación de los docentes que enseñan religiones en los diferentes niveles educativos; por otra, presentar distintas líneas de investigación que puedan engendrar nuevos conocimientos sobre las religiones y enriquecer su estudio; por último –aunque no menos importante-, proporcionar formación sobre las tradiciones religiosas a todo el que desee profundizar en ellas y a quienes trabajan en contacto con diferentes culturas y religiones (políticos, diplomáticos, trabajadores sociales, cooperantes).

Para lograrlo, los objetivos específicos de este máster son los siguientes:

1. Ofrecer conocimientos generales sobre la religión como sistema cultural y sobre la articulación de las creencias, los ritos y los códigos éticos.
2. Ofrecer un aparato metodológico para el análisis y la enseñanza del fenómeno religioso, mediante la presentación de las principales teorías y métodos de las distintas escuelas y la formación en el análisis de los testimonios.
3. Ofrecer conocimientos específicos sobre las principales tradiciones religiosas del mundo y favorecer el estudio comparado de todas ellas.
4. Promover el estudio interdisciplinar de la religión, incluyendo en su análisis otras disciplinas (Historia, Sociología, Antropología, Política, Derecho) e incluyendo a la religión entre las categorías explicativas de todas ellas.
5. Promover el análisis de la situación de las distintas religiones en el mundo actual, mediante la reflexión sobre la relación entre la religión y la sociedad.
6. Apuntar líneas de investigación novedosas a los alumnos interesados en iniciarse en la carrera investigadora.


Estructura académica

Máster de carácter semipresencial (60 créditos ECTS), que consta de dos partes:

1. Módulo de formación teórica (45 créditos ECTS), dividido a su vez en:


a) Fase de trabajo personal tutorizado de manera virtual (3 ECTS): programa de lecturas diseñado por los directores académicos del Máster y el comité científico, para la preparación de la fase presencial. Una vez realizadas las lecturas, habrá un control virtual que será necesario superar para pasar a la fase siguiente.

b) Fase presencial: sesiones teóricas repartidas en 8 módulos y lectura de las obras recomendadas por el coordinador de cada módulo.

Sólo el último módulo es común para ambas alternativas, y tendrá lugar durante la última semana de junio.

Tras cursar cada uno de los módulos, los alumnos deberán responder a las correspondientes pruebas virtuales, antes de pasar a la fase final del máster.


2. Módulo de investigación (15 créditos ECTS) durante el cual, de forma individual y bajo la dirección de uno o más profesores, se desarrollará el Trabajo de Investigación, cuya propuesta definitiva habrá sido previamente elaborada en la fase presencial. Este módulo está destinado a iniciar a los alumnos en las técnicas de investigación y en la exposición de sus resultados ante un público especializado.


Con carácter optativo, los alumnos que lo deseen podrán cursar

1) Un módulo de “Didáctica de las Religiones”, que constará de 7 ECTS; en este caso, el Trabajo de Investigación al que se refiere el párrafo anterior equivaldrá sólo a 8 créditos ECTS. El módulo de Didáctica constará de sesiones presenciales (que tendrán lugar durante el mes de mayo de 2010) y culminará en la preparación y presentación de una Unidad Didáctica que versará sobre el tema elegido por el alumno para su Trabajo de Investigación.

2) Un módulo de “Laicidad y Derechos Humanos”, que constará de 7 ECTS; en este caso, el Trabajo de Investigación al que se refiere la introducción del apartado 2 equivaldrá sólo a 8 créditos ECTS.



Contenido de la fase presencial

En cualquiera de las dos modalidades presenciales (8 semanas u 8 meses), la estructura del programa es idéntica. Se trata de cursar los siguientes 8 módulos:


1. Teorías y métodos del estudio de la religión (5 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Francisco Díez de Velasco (Univ. La Laguna)



2. Manifestaciones religiosas de la Antigüedad (4 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinadores: Dr. Jaime Alvar Ezquerra (Universidad Carlos III)
Dra. Elena Muñiz Grijalvo (UPO)


3. Los monoteísmos, I: Judaísmo (4 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinadores: Dr. Julio Trebolle Barrera (Univ. Complutense)
Dr. Juan Manuel Cortés Copete (UPO)


4. Los monoteísmos, II: Cristianismo (7 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Antonio Piñero Sáenz (Universidad Complutense)


5. Los monoteísmos, III: Islam (7 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Emilio González Ferrín (Univ. Sevilla)


6. Religiones orientales: Hinduismo y Budismo (4 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. Amador Vega (Univ. Pompeu Fabra)
Dr. José Antonio Antón Pacheco (Univ. Sevilla)


7. Religiones en América: Tradiciones indígenas, cristianismos (4 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador:


8. Religiones y sociedad actual (7 ECTS)
Sesiones de clase + tutorías virtuales
Coordinador: Dr. José Mª Contreras Mazario (UPO)
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9. Religiones en América: Tradiciones indígenas, cristianismos (4 ECTS)
Carácter: Optativo
2 sesiones + tutorías virtuales + 2 conferencias

10. Laicidad y Derechos Humanos (7 ECTS)
Carácter: Optativo
4 sesiones + tutorías virtuales + 3 conferencias

11. Didáctica de las Religiones (7 ECTS)
Carácter: Optativo

4 sesiones + tutorías virtuales + 3 conferencias

Enlace de Internet para obtener más información





Martes, 30 de Junio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Decíamos en la nota pasada que había otro personaje interesante en el ámbito sobrehumano y semiceleste: Mequisedec.

Antes del descubrimiento de los Manuscritos del Mar Muerto sabíamos de Melquisedec lo que dice la Biblia hebrea, la Epístola a los hebreos del Nuevo Testamento y un apócrifo del Antiguo Testamento, del ciclo de Henoc, el Libro II de Henoc o Henoc eslavo.

Lo que de él se decía era los siguiente, antes del descubrimiento de los Manuscritos:

« 1 Gn 14,18-20: “18 Entonces Melquisedec, rey de Salem, presentó pan y vino, pues era sacerdote del Dios Altísimo, 19 y le bendijo diciendo: «¡Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de cielos y tierra, 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó a tus enemigos en tus manos!» Y le dio Abram el diezmo de todo.”  »

El Salmo 110,4 hace de Melquisedec no sólo un rey, sino también sacerdote:

« “Lo ha jurado Yahvé y no ha de retractarse: «Tú eres por siempre sacerdote, según el orden de Melquisedec".  »

El salmo se refiere históricamente al rey; más tarde todo él será interpretado como un oráculo sobre el futuro mesías; finalmente los cristianos lo aplican a Jesucristo: el fue el que cumplió al pie de la letra este vaticinio.

2. Por la Epístola a los Hebreos conocemos una cierta teología del paulinismo (judeocristiano, como el autor del Evangelio de Mateo) que terminaba por hacer de Jesús, un laico piadoso, un sacerdote único cuyo sacrificio, también único, en la cruz había eliminado todo valor del resto de los sacrificios del templo de Jerusalén. Jesús era, pues, un sacerdote de un orden especialísimo, el de Melquisedec, tomando la idea del Salmo 110 en interpretación cristiana (5,6.10). Este orden es el que sustituye con su único preste (Jesús) al orden de Aarón completo, el sacerdocio judío (Heb 6,20; 7,10-15.17).

3. El Libro II de Henoc (eslavo; Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. IV, Cristiandad, Madrid, 1984, pp. 196ss)

En él se narra que Melquisedec era hijo de Nir, personaje también desconocido en la tradición hebrea, quien a su vez era hijo Lamec, hijo de Matusalén, hijo de Noé, hijo de Henoc. Se trata por ello de un personaje antediluviano que nació virginalmente, según este texto, de Sopanima, mujer de Nir, después de que éste hubiera sido ya proclamado por el pueblo sumo sacerdote.

Hay dos textos, uno largo y otro breve. Dice la recensión larga (no sabemos hasta qué punto hay en ella intervención de mano cristiana):

« Encontrándose Sopanima ya en edad avanzada, concibió el día de la muerte en su seno, sin que Nir hubiera dormido con ella ni la hubiera tocado desde el día en el que el Señor había encomendado su ministerio entre el pueblo. »

El niño nació con las insignias sacerdotales y capaz de hablar como un adulto. Era “sacerdote de sacerdotes por siempre” (2 Hen 71,29 [recensión B, más breve; 23,23 de la recensión A, larga]).

Y lo importante es que cuando sobrevino el tiempo del diluvio, el arcángel Miguel bajó del cielo, tomó al niño y lo llevó a salvo al Edén, donde -según la tradición judía- aún vive y vivirá para siempre.

Entre los descubrimientos de Qumrán se ha encontrado un fragmento referido a este personaje, 11QMelch, copiado alrededor de la mitad del siglo I a.C. El texto documenta que el mito de Melquisedec ya estaba vivo mucho más antes de lo que podíamos pensar.

Comenta Sacchi al respecto:


« Aunque sólo sea basándonos en un notable indicio negativo, podríamos remontarnos hasta el siglo II a.C. a propósito de estas ideas en torno a Melquisedec: el libro de los Jubileos –un midrás del Génesis que muestra una tendencia general a extenderse en numerosos detalles— omite completamente el episodio de Melquisedec tal como se narra en Gn 14,17-20. Evidentemente, el autor prefería no mencionar la figura de este patriarca o incluso permitir que se pensara que jamás había existido… (p. 415) »

Es decir, de algún modo al autor de Jubileos no le gustan estos personajes sobrehumanos porque acercan demasiado al hombre al ámbito de la divinidad. Dios es absolutamente único y su figura debe ser preservado de toda posible comparación con lo material. Pero precisamente su estatus a medias entre el cielo y la tierra hace de Melquisedec un personaje muy interesante para nosotros, porque –como veremos- tiene funciones salvadoras y casi diríamos que mesiánicas.

Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Oposición cerrada a las concepciones de Pablo. Teología básica del judeocristianismo”

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Saludos de nuevo.

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Magíster de religiones de la Universidad

PABLO DE OLAVIDE de Sevilla 2009-2010


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Lunes, 29 de Junio 2009
Hoy escribe Antonio Piñero

Lo notable respecto al desarrollo de las ideas mesiánicas, que van a emerger en el siglo II a.C. y que tendrán grandes consecuencias posteriormente, se halla en que las esperanzas judías se irán fijando más y más en varios personajes del pasado que son humanos ciertamente, pero que ocupan un lugar intermedio entre el cielo y la tierra.

Ya antes del 200 a.C. la religiosidad judía sabía de dos personajes de su tradición que se distinguían por no haber muerto y, en consecuencia, por vivir en algún lugar celestial, sin precisar demasiado: Elías y Henoc.

El primero había sido llevado al cielo en un carro de fuego. 2 Re 2,11 dice:

« 11 Iban caminando - Elías y su discípulo Eliseo- mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino. 12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más. Asió sus vestidos y los desgarró en dos. 13 Tomó el manto que se le había caído a Elías y se volvió, parándose en la orilla del Jordán. 14 Tomó el manto de Elías y golpeó las aguas diciendo: ¿Dónde está Yahvé, el Dios de Elías?» Golpeó las aguas, que se dividieron de un lado y de otro, y pasó Eliseo.

15 Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: «El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se postraron ante él en tierra, 16 y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos; que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahvé se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún valle.» El dijo: «No mandéis a nadie.» 17 Como le insistieran hasta la saciedad dijo: «Mandad.» Mandaron cincuenta hombres que le buscaron durante tres días, pero no le encontraron. »

Obsérvese que la leyenda es en extremo poderosa:

· Elías desaparece;

· Continúa vivo;

· Su lugar de residencia está en los cielos;

· Pero su espíritu sigue actuando en la tierra: Eliseo hace con el manto de Elías un milagro igual al de Moisés en el paso del Mar Rojo: dividir en dos las aguas.

Un pasaje agregado por algún profeta desconocido al final del libro de Malaquías (3,23-24; en otras versiones se numera como 4,5-6), de fecha imposible de precisar, afirmaba lo siguiente:

« 5 He aquí que yo os envío al profeta Elías antes que llegue el Día de Yahvé, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hijos a los padres; no sea que venga yo a herir la tierra de anatema. »


El profeta afirma que

· Elías habrá de regresar a la tierra algún día

· Su misión es pacificar a Israel e invitar al pueblo a convertirse antes del Gran Día de Yahvé (el Gran Juicio que se concibe no como absolutamente final, sino el previo antes del establecimiento del reino de Dios. Elías ha de intervenir para evitar que Dios castigue a Israel.

Así pues, la tarea de Elías parece concebirse como relativamente limitada: no tenía que establecer el reino de Israel, sino colaborar de algún modo a la salvación, sin necesidad de ser rey ni sacerdote. Pero el resultado de tal colaboración con Dios es de tipo mesiánico: la salvación. Y ésta sería algo diferente y algo superior a un mero reino temporal, sin que se piense que éste va a dejar de existir. La "salvación" es acá en la tierra.

Henoc es un personaje de características semejantes. El Libro del Génesis dice de él:

« “Desapareció porque había caminado con Dios y Él lo tomó (consigo)” (Gn 5,24). »

Henoc tenía las mismas características sobrehumanas de Elías (había nacido pero no muerto) y se le recordaba en el Génesis como una figura ligada a la astronomía: vivió 365 años, tantos como los días del calendario solar. Con otras palabras era un ser humano y al mismo tiempo celeste.

Alguna vez hemos dicho que en torno a Henoc se desarrolla una gran literatura apocalíptica. Este personaje será el escogido por Dios para revelar verdades desconocidas. Así, en el Libro de los Vigilantes (cuyos orígenes son del siglo IV a.C., aunque las copias que tenemos sean posteriores y se han conservado como parte del Libro I de Henoc = Apócrifos del Antiguo Testamento, vol. V, Cristiandad, Madrid, 1982, pp. 39ss ) se lo presenta como aquel que va manifestar cómo es en verdad el universo.

Afirma el inicio del Libro I de Henoc que éste personaje bendice a los “elegidos y a los justos que van a estar presentes en el día de la aflicción -el fin del mundo presente- fijado por Dios para apartar (= aniquilar) a todos los malos y perversos”. Esto quiere decir que el enmarque de su revelación es escatológico: el fin de los días:

« Hubo un varón justo… visiones que no son pera esta generación, sino para una lejana que ha de venir. (En esos días) saldrá el Santo de su morada… y se mostrará con su milicia y aparecerá con toda su fuerza desde el cielo… »

Pues bien, Henoc además del final del mundo revela cómo es el orden del cosmos, las cámaras de los vientos, toda la creación, los fundamentos de la tierra… cómo fue la caída de los ángeles malos y cómo ellos se encargaron de difundir el mal en la tierra enseñando a los humanos cosas que no debían aprenderse…

La posición de Henoc es altísima, superior a la de los ángeles, pues hace de mediador entre éstos y Dios. Lleva mensajes a la divinidad de parte de los ángeles caídos, que invocan el perdón, y devuelve a éstos la respuesta negativa de Dios (1Henoc [Libro de los Vigilantes] 12-13).

Henoc fue también el primer judío que hizo un viaje a los infiernos (1Henoc [Libro de los Vigilantes] 22), en el extremo de occidente, donde visitó el lugar donde estaban las almas de los difuntos ya juzgadas individualmente (las buenas separadas de las malas) y en espera del Gran Juicio colectivo y final.

Así pues, la tradición presenta en Henoc una figura imponente que es humana pero que habita en los cielos. Lo que revela Henoc son verdades que sirven para la salvación, para comprender mejor los planes de Dios y sus intervenciones. Es una figura humana y a la vez sobrehumana porque Dios le utiliza como mensajero y revelador.

Realmente no se puede decir que en estos siglos (IV-II a.C.) Henoc fuera considerado un mesías estricto, como se entenderá después. Pero Henoc es un intermediario entre Dios y los hombres; tiene una posición importante… para la salvación.

Seguiremos en la próxima nota con otro personaje sobrehumano y salvador, Melquisedec.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Teología básica del judeocristianismo (I)”

Manera de entrar, si a alguien le interesare: pinchar en el enlace que se halla en la página presente, abajo en la derecha.

Saludos de nuevo.


Viernes, 26 de Junio 2009
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Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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