CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

7votos
Queridos lectores:

Me comunica el Dr. D. Gonzalo del Cerro que por problemas técnicos, que espera se solucionen pronto, no ha podido "colgar" su postal de hoy lunes 10 marzo.

Lo hará en cuanto sea posible.

Saludos,

Antonio Piñero
Lunes, 10 de Marzo 2014


Hoy escribe Antonio Piñero

Seguimos comentando los textos que Manuel Carballal me presentó como usuales dentro del grupo de quienes defienden con ardor la existencia de ovnis en la Biblia

4. Armas atómicas sobre Sodoma y Gomorra

A. Gn 19,24-28:

Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé. 26 Su mujer miró hacia atrás y se volvió poste de sal. 27 Levantóse Abrahán de madrugada y fue al lugar donde había estado en presencia de Yahvé. 28 Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la región de la redonda, miró, y he aquí que subía una humareda de la tierra cual la de una fogata

Aquí habría que añadir el episodio del Nuevo Testamento que narra cómo dos de los discípulos, del grupo de los íntimos de Jesús, Santiago y Juan pidieron a éste que rogara a
Dios que enviara fuego del cielo sobre un pueblo de samaritanos que no los había recibido porque iban a dorar a Dios en Jerusalén y no en el monte Garizim:

B. Lc 9,51-54

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. 54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»

Brevísimo comentario:

De los textos nº 4 A. y B. se ve bien claro que el Yahvé extraterrestre disponía ya de armas atómicas y que no dudaba mucho en usarlas. Esas armas estaban compuestas fundamentalmente de fuego y azufre. De hecho Sodoma y Gomorra quedaron arrasadas por su efecto. Y los discípulos de Jesús, Juan y Santiago, hijos del Zebedeo, irritados por el rechazo de unos samaritanos a admitirlos en su aldea preguntaron a Jesús si ellos mismos podían invocar al cielo y lograr, del Yahvé extraterrestre naturalmente, que cayera sobre esa ciudad una bomba semejante. Menos mal que Jesús les reprendió y la tal bomba no cayó sobre los pobres samaritanos. Puede verse que los discípulos de Jesús tenían contacto asiduo con los extraterrestres como para estar seguros de que con el permiso de Jesús la bomba habría caído sobre aquella ciudad.

3. Relaciones sexuales entre extraterrestres y mujeres terrestres

Gn 6,1-4:

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre el haz de la tierra y les nacieron hijas, 2 vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. 3 Entonces dijo Yahvé: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean 120 años.» 4 Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.

Comentario:

Del texto nº 3, relato sobre las relaciones sexuales de extraterrestres, denominados en el pasaje los “hijos de Dios”, es decir, dioses secundarios o ángeles al servicio de Yahvé, y que son de su misma estirpe, se deduce que esa relación no gustaba nada al extraterrestre principal, Yahvé, ya que castigó a toda la humanidad desde entonces a que su vida no pudiera pasar nunca de los 120 años. Antes podía durar hasta cerca de 1.000, como sabemos por la historia de los patriarcas. Pero después del desvarío sexual de los extraterrestres resulta que quienes resultaron castigados con el acortamiento de la vida por Yahvé… ¡fueron los pobres humanos! Este Yahvé extraterrestre no era muy lógico… o bien protegía demasiado a los suyos de los encantos de las hijas de los hombres.


8. Un OVNI guió a los 3 Reyes Magos

Mt 2,1-10:

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» 3 En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4 Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» 7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.» 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.

Comentario:

El texto nº 8 nos es muy conocido: una estrella que salió por Oriente, apareció sobre Jerusalén, que giró al sur hacia Belén, donde se detuvo sobre una casa, habría constituido un fenómeno celeste sin paralelo en la historia astronómica; sin embargo, no la registraron las crónicas de entonces. Por tanto el texto en sí está preñado de dificultades intrínsecas de credibilidad puesto que una estrella no puede actuar de esa manera. Desde luego el propio autor de la narración, denominado Mateo aunque no sabemos bien quién era en realidad, está convencido de que era una estrella y así lo transmite. Es decir, un ovni según la interpretación que aquí nos ocupa, guía a los magos hasta el lugar donde nace Jesús. Interpretado como un ovni el texto adquiere más sentido que considerado el texto al pie de la letra, como una estrella, como acabamos de ver. Pero otra conclusión se impone: el propio autor que nos transmite la narración se equivocó y todo el cristianismo después; afirma que era una estrella pero naturalmente era un ovni.

9. La nueva Jerusalén que desciende de los cielos era un OVNI

Ap 21,10:

Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios

Comentario:

El texto nº 9 afirma también que la Jerusalén celestial, es decir la parte “terrena” del paraíso que describe el autor del Apocalipsis, quien habla de que, al final, Dios, Yahvé, eliminará la tierra y cielo antiguos y creará una nueva tierra y un nuevo cielo. Estar en la nueva Jerusalén, en donde no hay templo sino que la presencia del mismo Dios, Yahvé, que también habita dentro de ella, sustituye el templo es el núcleo de la felicidad futura. De ello se deduce que en el paraíso por venir los fieles a Yahvé vivirán eternamente en un ovni, o bien confundieron la futura Jerusalén con una nave espacial. Yo creo que personalmente no me apuntaría a ese paraíso así concebido.

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Hasta aquí, pues, la primera parte de mi charla: algunas elementales reflexiones o deducciones de la teoría general acerca del testimonio de la Biblia sobre ovnis y extraterrestres. Seguro que pueden obtenerse más y seguro también que a algunos de los presentes se le habrán ocurrido ya.

Voy ahora a la segunda parte cuya tesis es: la historia de la composición de la Biblia, sobre todo del Antiguo Testamento y las consideraciones a propósito de su veracidad, ayudan a impostar el problema de los fenómenos aéreos “milagrosos” de la Biblia en una nueva y razonable luz: puede ayudar a formarnos un contexto científico de la generación de la Biblia dentro del cual explicar este tipo de fenómenos y obtener una satisfacción suficiente del porqué aparecen en ese libro narraciones de hechos portentosos. Pido disculpas de antemano a algunos del público por si algunas cosas que diré a continuación son también elementales y conocidas. Pero para el conjunto de Ustedes pienso que es conveniente recordarlas.

La Biblia hebrea es un conjunto de códigos legislativos, datos históricos, poesía, sabiduría proverbial, hechos portentosos y leyendas muy antiguas, cuyo origen puede remontarse quizás a los siglos XVII/XVIII a.C. como las leyendas sobre Abrahán que hablan de la vida de pastores de esas épocas en el Medio Oriente. La parte más antigua de la Biblia es sin duda el conjunto formado por los 4 primeros libros: Génesis, Éxodo, Levítico y Números. La investigación actual sigue conservando, aunque con muchas precisiones, la idea de principios del siglo pasado de que estos libros se componen de tres estratos, o mejor de la actividad de tres manos que recogieron tres estratos de leyendas, etc., tanto propias como tomadas de otros pueblos, el sumerio y acadio, y algunos datos históricos tanto del propio pueblo como de los de alrededor.

La primera mano es la del llamado redactor J., denominado así porque llama a Dios siempre Yahvé. Se cree que realizó su compilación en torno a la mitad del siglo X a.C., es decir, en el reinado de Salomón y que representaba el pensamiento teológico del reino de Judá en el sur.

La segunda mano es la del redactor E, que denomina a Dios Elohim (literalmente “dioses” pues al principio se refería a Dios uniéndolo con su corte de dioses menores) que representa el pensamiento del reino de Israel, al norte (Samaría y Galilea). Esta “mano” debió de realizar su tarea de recogida por la misma época o un poco más tarde a finales del siglo X, o en el IX, pero sin pasar del 720, que fue el momento en el que la capital, Samaría sucumbió ante las tropas del rey asirio Salmanasar.

La tercera mano: Hubo otro redactor, también anónimo que se dedicó a recopilar fundamentalmente leyes que se había ido dando el pueblo, cuya fecha de actividad es un poco posterior a los otros dos ya nombrados J y E; en torno al siglo VIII.
A este bloque primitivo se añadió un nuevo código legal, que hoy llamamos Deuteronomio, que contiene un resumen de todas las regulaciones legales anteriores y que narra parte de la vida de Moisés, sobre todo su final. Quizá sea este código el señalado en un relato en la Biblia que cuenta legendariamente que en tiempos del rey Josías de Judá (640-609 a.C.) se encontró en el templo de Jerusalén un misterioso rollo de la Ley divina. Muchos investigadores opinan que ese libro misterioso es precisamente el núcleo o primerísima edición del Deuteronomio.

Sabemos, además, que a partir del siglo VIII comenzaron a recopilarse oráculos de profetas famosos en la época y posteriores, Isaías, Oseas, algunas partes de Amós. Por tanto en el siglo VII, fecha del rey Josías empieza a recopilarse el núcleo de lo que luego será la Biblia, pues las leyendas, historias, leyes y oráculos proféticos comienzan a ser venerados por sacerdotes, escribas y el pueblo como palabra divina expresada a través de hombres y su historia. A partir, pues, de este momento, s. VII comienza el desarrollo “moderno” de la Biblia hebrea. Fíjense en el espacio temporal que hay entre las leyendas en torno a Abrahán, siglo XVII o XVIII a.C. y su recogida formal en el siglo VII.

Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com



Viernes, 7 de Marzo 2014
Hoy escribe Fernando Bermejo

Entre las obras dedicadas a la resistencia judía contra el Imperio romano en el período que va de la muerte de Herodes hasta la primera Guerra Judía ocupa un lugar de honor la obra de Martin Hengel (investigador por entonces en el Institutum Judaicum, Tübingen), publicada por vez primera hace algo más de medio siglo: Die Zeloten. Untersuchungen zur jüdischen Freiheitsbewegung in der Zeit von Herodes 1. bis 70 n. Chr., Brill, Leiden- Köln, 1961 (Los zelotas. Investigaciones sobre el movimiento judío de Resistencia en la época desde Herodes I hasta el 70 d.C.).

La obra había sido presentada como tesis doctoral en octubre de 1959 en la Facultad de teología evangélica en la Eberhard-Karls-Universität en Tübingen, y había sido inspirada, en palabras del propio Hengel, por la traducción de Josefo efectuada por los profesores Otto Michel y D. Bauernfeind, en la que el propio Hengel había colaborado como asistente.

La obra fue saludada en general en términos muy laudatorios, como una contribución fundamental al objeto de estudio. Algunas recensiones, no obstante, señalaron algunas presuntas deficiencias en el análisis de las fuentes rabínicas, mientras que otras (v. gr. la de Paul Winter en la Revue de Qumran) criticaron a Hengel por la aguda contraposición entre Jesús y los zelotas, señalando la falta de fundamento para tal tipo de contraposición, ideológicamente determinada. Esta última crítica me parece correcta, pero es cierto también que esa contraposición ocupa un lugar del todo menor en la obra y no es óbice para reconocer sus restantes méritos, que son numerosos.

La segunda edición alemana vio la luz quince años después, en 1976. Esta edición es importante no solo porque en ella se corrigieron algunos errores y erratas, y porque se añadieron nuevas indicaciones de fuentes y referencias bibliográficas, así como algunos complementos, sino también porque un nuevo capítulo final contenía una respuesta a los críticos del autor, que básicamente se reafirmaba en sus posiciones.

La edición inglesa no aparecería hasta 1989, en traducción de David Smith, en T. & T. Clark (Edinburgh): The Zealots. Investigations into the Jewish Freedom Movement in the Period from Herod I until 70 A.D. Esta obra contiene un interesante prefacio, también en ingles, en el que Hengel narra las circunstancias personales y culturales en que surgió la obra.

La necesidad de una nueva edición alemana se hizo sentir ya años atrás, dado que la edición de 1976 estaba agotada hacía tiempo y era difícil de encontrar incluso en librerías de anticuarios. Así pues, ya en vida de Hengel (1926-2009) la editorial Mohr Siebeck, en la que Hengel había colaborado como autor y editor durante muchos años y a la que estaba unido por lazos de amistas, había decidido publicar una nueva edición. Tras la muerte de Hengel, se decidió publicar una nueva edición en la que se corrigieron algunas erratas y se suprimieron los términos, ideológicamente cargados, de “Spätjudentum” (“judaísmo tardío”) y el adjetivo correspondiente “spätjüdisch”.

El volumen, editado por Roland Deines y Claus-Jürgen Thornton, fue publicado por Mohr Siebeck, Tübingen, en 2011. Ha sido completado por un amplio e interesante artículo de uno de los editores, Roland Deines, en que se hace balance de la investigación sobre el tema, desde 1961 hasta la actualidad. Se trata, en fin, de una obra imprescindible para cualquiera que quiera entender aspectos cruciales en el desarrollo político-religioso del judaísmo en el siglo I de la era común.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 5 de Marzo 2014
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía III (43-50)

El debate entre Pedro y Simón Mago llega a un punto de vueltas y revueltas en torno a la personalidad del Creador. La unidad de Dios parece descartada en opinión de Simón, desde el momento en que el mismo Dios advierte a los primeros padres del peligro de que el hombre logre cotas de sabiduría propias de los dioses (Gén 3,4). El Creador manifestaba un sentimiento, humano si los hay, de envidia. No podía consentir que los seres creados por su poder le hicieran competencia.

Presciencia de Dios, Adán y Moisés

Estaba claro que Adán, como después Moisés, gozaban del privilegio de la presciencia. Es decir conocían cosas antes de que sucedieran. Pero la presciencia de Adán no tenía sentido sin la presciencia de Dios que lo había creado. De ahí el escándalo del autor de la Escritura cuando recuerda que Dios necesitaba “considerar” como si lo necesitara a causa de su ignorancia. Otro tanto parece desprenderse del hecho de que Dios necesitara de alguna manera conocer si Abrahán le obedecería (Gén 22,1). Por ello, Pedro afirma con absoluta contundencia que es falso lo que dice la Escritura refiriéndose a Dios: “Se arrepintió de haber creado al hombre” (Gén 6,6). Dios ya sabía con su infinita presciencia que el hombre acabaría desviándose hacia el mal.

Pedro podía, en consecuencia preguntarse “cómo era posible que convivieran las tinieblas, la oscuridad y la tormenta (pues esto también está escrito) con el que desplegó un cielo puro, creó el sol para que diera luz y definió el inmutable orden de los cursos de las estrellas innumerables? Así, Simón, el manuscrito de Dios, (me refiero al cielo), manifiesta el designio puro y firme del que lo ha creado” (H III 45,3-4). Para las dudas y afirmaciones de Simón, tenía Pedro una respuesta en lo que denomina el “manuscrito de Dios”, su obra visible y el presunto mundo invisible que se extiende más allá de las estrellas visibles y comprobables.

Verdades y falsedades contra Dios en las Escrituras

Es verdad que la Escritura contiene palabras calumniosas contra Dios, pero el resto de la Biblia contiene palabras y reflexiones contrarias a esas calumnias, que no han sido escritas por una mano profética. El requerimiento de Simón para que Pedro demostrara la base de sus criterios abre las puertas a un debate más amplio sobre el tema.

Pedro recurre al hecho de la presencia de manos extrañas en la composición de las Sagradas Escrituras. “La ley de Dios, según la tradición, fue entregada por Moisés, y no por escrito, a setenta varones para que pudiera ser transmitida a la posteridad. Después de la asunción de Moisés fue escrita por alguien, pero no por Moisés” (H III 47.1). Explica estos hechos porque la Ley narra la muerte de Moisés, que no pudo ser hecha por el legislador. Cuenta Pedro que la Ley permaneció unos quinientos años después de Moisés custodiada en el templo. Y allí estaba cuando en tiempos de Nabucodonosor pereció en un incendio. Por todos estos detalles, la Ley no pudo dar testimonio de lo que iba a suceder con ella. Lo que, sin embargo, no vale para negar la presciencia de Moisés, como profeta que era. Por el contrario los que escribieron sobre ella podían equivocarse ya que no eran profetas.

Simón pregunta sobre los criterios

Simón, hombre de acreditada dialéctica, no acababa de comprender los razonamientos de Pedro. No comprendía los sistemas para separar las cosas verdaderas de las falsas. Pedro le responde que existe un fragmento de la Ley escrita que permite reconocer sin error la Providencia de Dios, criterio infalible para distinguir las cosas verdaderas de las falsas. Simón preguntó acerca de ese fragmento importante para discriminar la verdad o falsedad de los temas discutidos. La respuesta de Pedro no podía eludir la pregunta de Simón. Moisés dio la respuesta sin titubeos con una alusión directa a uno de los temas de esta primera discusión de Pedro, que es el Profeta Verdadero. Éstas son sus palabras: “No faltará un príncipe de Judá, ni un caudillo de su semilla hasta que venga su dueño; él es la expectación de las gentes. Si alguno, pues, pudiera comprender al que venga después de que falte de Judá un príncipe y un caudillo, el que será la expectación de las gentes, aquél podrá reconocer por los acontecimientos que el que ha venido es el verdadero. Y convencido por su enseñanza, sabrá cuáles de las Escrituras son las verdaderas y cuáles las falsas”. Pedro incluye la referencia concreta del texto aludido. Está contenido hacia el final del primer libro de la Ley (concretamente en Dt 18,15-22).

Las lecciones del Profeta Verdadero

Simón insistió en solicitar nuevos datos sobre el tema discutido. Pensó que el Profeta Verdadero habría enseñado a sus discípulos a distinguir las Escrituras verdaderas de las falsas. Pedro recordó una discusión de Jesús con los saduceos. Era el pasaje de Mc 12,24 y Mt 22,29: “Por eso os equivocáis al desconocer las cosas verdaderas de las Escrituras, porque ignoráis el poder de Dios”. Y si les echó en cara que desconocían la verdad de las Escrituras, está claro que es porque también hay en ellas cosas falsas. Era el mismo argumento sobre los cambistas. Pues “también cuando dijo «Sed probados cambistas»” basado posiblemente en algún apócrifo, es porque hay palabras auténticas y espurias.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro





Domingo, 2 de Marzo 2014
Hoy escribe Antonio Piñero

Una vez presentados conjuntamente los textos bíblicos que los aficionados a los ovnis ofrecen como los más característicos de su hipótesis acerca de la existencia de estos artefactos en la Biblia, paso a mi crítica. Repito cada texto para comodidad del lector

1. Yahvé iba en una nave espacial

A. Ex 13,21-22

Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.22 No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche.

B. Ex 14,19-20

Se puso en marcha el Ángel de Yahvé que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, 20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche.

Mi explicación de estos fenómenos desde el punto de vista del historiador crítico, y que procura ser independiente y ecuánime, constará de dos partes. La primera: algunas deducciones lógicas de la interpretación corriente para muchos que indica que estos pasajes son testimonios bíblicos de la existencia de ovnis en tiempos pretéritos y de su acción. La segunda parte será una historia del modo cómo se compuso la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, y de las consecuencias que pueden obtenerse de su veracidad para el tema de la existencia o no de ovnis en la Biblia.

En todos los casos presentados por los textos citados la explicación usual entre muchos es que ciertos extraterrestres en sus naves espaciales han intervenido en la tierra. Vaya por delante mi estupefacción como historiador de la antigüedad, pero mi posible respeto ante esta interpretación con tal de que pudiera defenderse con argumentos sólidos. Por otro lado se puede examinar la consistencia de la teoría en sí obteniendo unas sencillas conclusiones de la lectura de los textos. Se parte del supuesto de que los textos bíblicos son al menos en parte verídicos, pues se acepta su testimonio de que son un indicio probatorio de la existencia de ovnis en la antigüedad.

El texto número 1 A. y B. habla de la presencia de Yahvé –o el “Ángel de Yahvé, que es lo mismo, pues en esta época se usaba indistintamente la expresión-- con su pueblo manifestada en una nube y una columna de fuego que acompañaba a los israelitas por el desierto. Se afirma que esta teofanía era en realidad un ovni, visible por todos claramente. De ello debemos deducir que o bien Yahvé, el Dios de los judíos, cristianos y musulmanes, pedía prestado a los extraterrestres una nave espacial para causar un efecto también especial en sus criaturas a las que deseaba guiar por el desierto, o bien Yahvé es un extraterrestre que posee su propia nave extraterrestre también. Esta segunda hipótesis, supongo, sería la preferida, pues el texto dice que Yahvé mismo era el que se manifestaba a sí mismo como nube o fuego. De donde se supone también que toda la Biblia, Antiguo y Nuevo Testamento, un texto inspirado por la divinidad, ha sido generada por un extraterrestre, Yahvé, que con sus oráculos e historias ha intervenido de manera tan colosal en nuestras vidas que las ha controlado ideológicamente hasta hoy.

Igual deducción puede obtenerse del texto nº 2: Moisés es visitado por Yahvé que viaja en una nave espacial. Los efectos son iguales a los del primer pasaje ya comentado: Yahvé se presenta como nube y como fuego, luego Yahvé está con su nave espacial dictando la ley a Moisés. A Yahvé propiamente no se lo ve, sino a su nave de nube y fuego. De nuevo debe deducirse que ese extraterrestre es el verdadero autor de la ley judía o ley de Moisés.


5. El profeta Elías es secuestrado por un OVNI

2 Reyes 2,11-12

Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino.12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más


En el pasaje nº 5: Yahvé secuestra al profeta Elías por medio de un ovni y lo sitúa en el cielo sin morir. Naturalmente ese mismo Yahvé, que viaja en nave espacial, prepara durante siglos al pueblo israelita y le hace suscitar la esperanza --que aparece sobre todo en el profeta Malaquías y luego en el Nuevo Testamento-- de que Elías volverá a la tierra para preparar el terreno al salvador del Israel, el mesías. Y como el Nuevo Testamento defiende que el espíritu de Elías es el que se ha aposentado en Juan Bautista, para preparar el camino del mesías Jesús, este Juan Bautista debió de bajar a la tierra por el mismo procedimiento, una nave espacial, con lo cual todas las historias de su nacimiento y crianza y vida en el desierto, desde donde se muestra a Israel son un puro engaño del evangelista Lucas que las narra.

Que se dio por parte de Yahvé, una captura semejante de un profeta suyo por medio de un ovni, es lo que debemos creer a partir del texto nº 7, Jonás en el vientre del pez. Sin duda todos los investigadores, incluidos los católicos, están equivocados, puesto que ven en la historia de Jonás un mero cuento fantasioso, casi infantil, de característica totalmente orientales, una pura leyenda inventada para proclamar que el judaísmo tiene una vertiente universalista, y para exponer una verdad moral: mientras que los judíos, el pueblo elegido, son infieles a su Dios, otros extranjeros, como los poderosos asirios de Nínive, se arrepienten y se convierten a ese Dios.

Naturalmente Yahvé tuvo a bien no aplacar la tormenta marina en la que viajaba Jonás, su mensajero, lo cual o bien le era perfectamente posible como se vio luego cuando los marineros tiran a Jonás al agua –o si no le era posible era un Dios inane y sin potencia alguna--, sino enviar una de sus naves espaciales para librar a Jonás, quien estuvo dentro de ellas tres días y luego fue depositado milagrosamente en tierra. Parece ser que muy cerca, pues antes de que el mar se calmase estos intentaron acercarse a remo a tierra y no pudieron.


6. El profeta Ezequiel ve aterrizar una nave espacial

Ez 1,3-28

La palabra de Yahvé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y allí fue sobre él la mano de Yahvé. 4 Yo miré: vi un viento huracanado que venía del norte, una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno, y en el medio como el fulgor del electro, en medio del fuego. 5 Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. 6 Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. 7 Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y relucían como el fulgor del bronce bruñido. 8 Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro. 9 Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. 10 En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila. 11 Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que le cubrían el cuerpo; 12 y cada uno marchaba de frente; donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y no se volvían en su marcha. 13 Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movía entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos. 14 Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago. 15 Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro caras. 16 El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra. 17 En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha. 18 Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor. 19 Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas. 20 Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 21 Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 22 Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas, 23 y bajo la bóveda sus alas estaban rectas, una paralela a la otra; cada uno tenía dos que le cubrían el cuerpo. 24 Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Sadday; cuando marchaban, era un ruido atronador, como ruido de batalla; cuando se paraban, replegaban sus alas. 25 Y se produjo un ruido. 26 Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. 27 Vi luego como el fulgor del electro, algo como un fuego que formaba una envoltura, todo alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas para abajo, vi algo como fuego que producía un resplandor en torno, 28 con el aspecto del arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el aspecto de este resplandor, todo en torno. Era algo como la forma de la gloria de Yahvé. A su vista caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba.

Del nº 6, la visión del trono de Yahvé por parte de Ezequiel, se deduce que el trono de Dios está radicado en un ovni. Este artilugio viene precedido de un viento huracanado, del norte, y la nave está rodeada de una gran nube llena de fuego fulgurante. Lo curioso es que el vidente observa que en el centro del fuego está la nave que tiene, literalmente, como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. 6 Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. No tenemos más remedio que creer que el vidente Ezequiel vio eso, y que nosotros sabiamente lo interpretamos como un ovni. Si no creemos a Ezequiel no podemos deducir que lo que la Biblia está describiendo en realidad no es trono de Yahvé, sino un ovni.

Es una pena la ignorancia de los judíos que no han caído en la cuenta de esta realidad, porque toda la Cábala -- cuyos orígenes radican en los siglos II y III de nuestra era a propósito de esta visión de Ezequiel-- ha interpretado que el trono de Israel no es un ovni, sino un carro, y que la visión del Carro, merkabá en hebreo, las especulaciones sobre él, y sobre la esencia innombrable de quien se sienta en él es el origen de toda la mística de la Cábala. Ello está testimoniado desde los siglos II y III (por los libros hebreo y eslavo del profeta Henoc, denominados libros 2º y 3º de Henoc). La Cábala sufre unos siglos de ocultamiento pero renace con fuerza en el norte de España, con el famosísimo libro Zohar, El Esplendor, de Moisés de León y alcanza su plenitud en Centroeuropa con las explicaciones de los rabinos Luria y Cordovero.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com

Viernes, 28 de Febrero 2014
Hoy escribe Fernando Bermejo

Aunque existen en español varias introducciones al budismo, normalmente en traducción, la que acaba de aparecer editada por la editorial Herder nos parece una de las más completas: Paul Williams (con Anthony Tribe y Alexander Wynne), Pensamiento budista. Una introducción completa a la tradición india, Herder, Barcelona, 2013, es la traducción –a cargo de Agustina Luengo– del original inglés Buddhist Thought, publicado por la prestigiosa editorial Routledge en 2012 (segunda edición, completamente revisada, de la original publicada en 2000).

La mayor parte del libro ha sido escrita por Paul Williams, profesor emérito de Filosofía India y Tibetana de la Universidad de Bristol y expresidente de la Asociación de Estudios Budistas del Reino Unido, y una autoridad en el ámbito del budismo Mahayana. Un capítulo importante, sobre el budismo tántrico, ha sido redactado por Anthony Tribe. La contribución de Alexander Wynne consiste en haber revisado algunos de los capítulos de Williams; el hecho de que aparezca como co-autor es un justo reconocimiento a la valiosa y ardua labor que supone a menudo la revisión de la escritura de otros.

Toda introducción al budismo habla, por supuesto, de las ariyasaccani o –como suele traducirse- “nobles verdades”: Duhkha, Samudaya, Nirodha y Marga, del origen dependiente, etc. Una obra que en traducción española tiene 440 páginas ofrece mucho más. Entre sus aciertos me parece conveniente señalar los siguientes.

El primer capítulo, “La posición doctrinal de Buda en contexto” resulta muy clarificador por varios motivos: entre otros aspectos, sitúa el pensamiento de Gautama en el marco doctrinal brahmánico, dedica una sección al carácter hagiográfico de las presuntas biografías de Buda, advierte al lector sobre la incertidumbre existente en cuanto a la datación tradicional de la figura, y expone los diversos enfoques respecto a la cuestión de hasta qué punto podemos valernos de las fuentes disponibles para conocer con exactitud lo enseñado por Gautama.

Un segundo acierto de esta obra, a mi juicio, consiste en que, además de un extenso capítulo sobre el budismo antiguo y otro dedicado a distinguir las principales escuelas de este, se dedican 3 capítulos al budismo mahayana, su filosofía y a la posición de Buda en esta corriente. Aunque las introducciones al budismo suelen abordar esta cuestión, no acostumbran a hacerlo con la prolijidad y la cantidad de información proporcionadas en esta.

Como tercera contribución importante del libro debe señalarse el largo capítulo (el último de la obra) dedicado al budismo tántrico en la India. El budismo tántrico ha sido considerado habitualmente como una suerte de degeneración y decadencia del budismo antiguo, en virtud de una serie barroca y vertiginosa de deidades, prácticas y símbolos, habiendo sido identificado con elementos sexuales y antinómicos. Anthony Tribe ofrece una consideración renovada y sistemática del budismo tántrico y del Vajrayana o “vía del diamante”.

La obra se redondea con un buen número de secciones adicionales y una amplia bibliografía. Entre los pocos reparos que pueden ponerse a una obra como esta se halla la de que la bibliografía está (como tan a menudo) centrada en las obras escritas en lengua inglesa, y se echa en falta, al menos, la investigación alemana, francesa e italiana. Habría sido también interesante elaborar un apéndice con la bibliografía sobre budismo disponible en castellano.

Ofrezco a continuación a los lectores el índice del volumen:

Cap. 1. La posición doctrinal de Buda en contexto
Cap. 2. El budismo antiguo: el pensamiento básico de Buda
Cap. 3. La naturaleza y los orígenes del budismo Mahayana
Cap. 4. Algunas escuelas del pensamiento budista.
Cap. 5. Filosofía Mahayana
Cap. 6. Buda en el budismo Mahayana
Cap. 7. Mantranaya/Vajrayana: el budismo tántrico en la India.
Lecturas adicionales y sitios webs
Algunas preguntas de estudio y de examen
Guía de pronunciación sánscrita y pali
Glosario de términos budistas
Mapa de algunos sitios importantes en la India budista
Bibliografía de obras citadas
Índice de nombres y conceptos

En suma, nos hallamos ante una obra muy recomendable para cualquier lector interesado en el budismo, y en general en la historia de las religiones, y solo podemos felicitar a los responsables de la editorial Herder por esta elección.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 26 de Febrero 2014
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía III (40)

El problema de las Escrituras

Nos encontramos en pleno debate del apóstol Pedro con Simón Mago. El tema fundamental gira en torno al carácter de Dios, su unidad, sus cualidades y su poder. Simón pretendía aferrarse a las Escrituras en el convencimiento de que Dios está sometido a toda clase de deficiencias y padecimientos. Tal visión de las cosas abonaba su concepto de un Dios creador ignorante y deficiente en múltiples aspectos. Para Pedro, esa manera de explicar las cosas no bajaba de la categoría de blasfemia.

Contradicciones de las Escrituras

Pedro replicaba argumentando igualmente a partir de las Escrituras. Dios es el responsable de que la Ley cuente los errores cometidos por el creador. Esta actitud demuestra su honradez, cuando no tiene reparo en que la Biblia publique de forma solemne sus deficiencias. Así libra a los hombres de los errores a los que podía conducir su conducta. Si Dios fuera realmente malo y perverso, no le gustaría en absoluto reconocerse culpable de sus errores. Para Pedro, pues, Dios no puede ser malo ni perverso cuando por voluntad propia sus defectos han sido presentados en público por escrito. Para Simón, esta argumentación de Pedro no tiene otra escapatoria, sino reconocer que ha sido otra mano ajena la que ha propalado tales deficiencias en Dios.

Pedro responde que si Dios se acusa a sí mismo, como Simón parecía reconocer unas frases antes, Dios no es perverso, sino honrado; pero si es otro poder el que atribuye a Dios sus deficiencias, se debe investigar quién ha sido el osado de atribuir toda clase de males al único que es bueno por naturaleza. Simón, como hace con frecuencia en estos debates, acusa a Pedro de no querer escuchar por sistema las acusaciones de las Escrituras contra Dios. Pero Pedro, a su vez, echa en cara a Simón su actitud negativa a seguir el orden lógico de una disputa. Porque lo que interesa a los adversarios dialécticos es dejar claro quién es el autor de las afirmaciones contra la bondad de Dios.

Simón quiere conocer la verdad de Dios

La reconocida habilidad dialéctica de Simón busca sus intereses contra las posturas de Pedro. Según Simón, lo primero y principal es examinar lo que las Escrituras afirman de Dios, si son o no son verdad. Porque entonces quedaría demostrado que el Creador no es el Dios supremo, sino sometido a toda clase de errores y defectos. Una vez aclarado este principio, procede examinar quién ha sido el autor de tales afirmaciones. Pedro se refugia en su personal seguridad, afirmando que “aunque las cosas escritas contra Dios fueran verdaderas, todavía no prueban que Dios sea malvado” (Hom III 41,4). Simón pide lógicamente a su adversario razones de afirmaciones tan seguras, al menos en apariencia.

El tenor de las Escrituras

Pedro y Simón se enfrascan en una discusión acerca del tenor de las Escrituras. Pedro reconoce abiertamente que “se han escrito cosas contrarias a las voces que hablan mal de Dios, por eso no es posible confirmar ni una cosa ni otra”. Es decir, en las Escrituras se habla de dioses en plural, a los que no hay que seguir; pero a la vez de repite con insistencia que sólo hay un Dios supremo, autor del universo y organizador de su estructura y de su marcha. Por eso, la Escritura resulta problemática porque parece afirmar cosas y sus contrarias.

Simón pregunta a Pedro “cómo es que siendo así que unas Escrituras hablan mal de Dios, y otras bien, ¿cómo es posible reconocer la verdad?” La respuesta de Pedro lleva a su actitud inconmovible y repetitiva: “Aquellas palabras de las Escrituras que están de acuerdo con la creación hecha por él, son verdaderas, y las que le son contrarias son falsas”. Pero esta afirmación, en opinión de Simón, equivaldría a demostrar que las Escrituras son contrarias a ellas mismas.

Pensamientos curvilíneos de los contendientes

El debate transcurre por unos derroteros llenos de regates y pensamientos curvilíneos. Pedro acusa a Simón de haber presentado a Adán como ciego e ignorante cuando fue capaz de imponer a las criaturas los nombres más idóneos a sus naturalezas. La ceguera de Adán, dice Simón, se refería a su ceguera mental. Pero Simón replica a Pedro preguntando cómo es que no supo advertir de antemano que su mujer sería engañada por la serpiente. Pedro contesta que Adán tenía presciencia, como lo demuestra el hecho de que en el momento de nacer sus dos primeros hijos, les impuso los nombres más convenientes a sus futuras conductas. Al primero lo llamó “Caín”, que significa envidia, porque por envidia mató a su hermano. Al segundo lo llamó Abel, que quiere decir “duelo”, porque fue el primer hombre por el que sus madres hicieron duelo.

Adán, pues, tenía presciencia como obra de Dios que era, ser omnisciente por naturaleza. En consecuencia, “es falso lo que está escrito «consideró Dios» (Gén 6,6), como si necesitara reflexionar a causa de su ignorancia. Y lo mismo si el Señor tentaba a Abrahán para conocer si le obedecería (Gén 22,1). En ambos casos, como en otros muchos, Dios no necesitaba informarse de lo que por natural presciencia ya conocía con todo detalle.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro






Domingo, 23 de Febrero 2014

Hoy escribe Antonio Piñero

El viernes pasado 14 de febrero di una conferencia a petición del grupo de periodistas que forman “El Ojo crítico” y hacen congresos anuales, invitando a todo tipo de especialistas, muchos de ellos universitarios, a hablar de temas sobre el que reina el desconcierto entre las gentes o abundan los tópicos, casi siempre erróneos, o la superstición o sencillamente la desinformación.

Me pidieron que diera una conferencia sobre la existencia o no de ovnis en la Biblia… lo cual me pareció asombroso, cuanto menos. Ante mi cara de espanto, me aseguró David Cuevas, el organizador, que había muchísima más gente que la que yo creía que estaba convencida de que la la Biblia describe objetos extraterrestres, y que había que salir al paso de semejante idea. Con cierta renuencia, acepté. No les pareció mal del todo la conferencia y me pidieron si podía colgarla en la red. Asentí y eso hago. Va la conferencia tal cual, dividida en secciones de sentido, sin especiales correcciones, por lo que pido indulgencia de antemano. Así pues, empezamos este viernes.

Señoras y Señores:

“La Biblia tiene 70 caras”, dicen los rabinos, y añaden: “La Biblia es como una cueva de ladrones. Todo el que entre en ella puede encontrar allí lo que quiera”. Estas expresiones nos indican la inmensa riqueza del libro --enorme por otro lado pues en formato y letra normal tiene aproximadamente 1.500 páginas— que forma el sustrato de tres religiones potentes en la actualidad, judaísmo, cristianismo e islam. En una primera lectura, una persona culta de hoy vería en ella un amasijo de relatos literarios, otros con apariencia histórica y otros muchos de milagros y hechos portentosos, y deduciría que desde el punto de vista de la crítica histórica independiente pertenece la Biblia al género literario de la leyenda. Pero esta asignación no significa en absoluto que el historiador adopte hacia ella una actitud totalmente negativa y la desprecie sin más como fuente histórica. Ni mucho menos, porque estas leyendas pueden contener un buen número de datos históricos y ser al mismo tiempo el testimonio de la literatura popular del pueblo hebreo y del cristianismo luego, o si se prefiere de los pueblos del Mediterráneo oriental y del Medio Oriente próximo. Es un libro, pues, que como conjunto debe tratarse con el máximo respeto.

Dentro del notable número de hechos portentosos que cuenta la Biblia hay una serie de fenómenos aéreos paranormales que son sorprendentes y que requieren nuestra atención ahora. Nuestro amigo Manuel Carballal ha hecho una selección de los casos más populares y más referenciados en la literatura ufológica, aunque hay más. Toda aparición angélica o fenómeno sobrenatural consignado en la Biblia es interpretado como de origen extraterrestre por quienes creen en la posibilidad de la intervención en nuestro mundo de personajes de otros planetas, extraterrestres en suma. Les presento muy brevemente esta muestra selecta de los fenómenos a los que me refiero:

1. Yahvé iba en una nave espacial
A. Ex 13,21-22

Yahvé iba al frente de ellos, de día en columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en columna de fuego para alumbrarlos, de modo que pudiesen marchar de día y de noche.22 No se apartó del pueblo ni la columna de nube por el día, ni la columna de fuego por la noche.

B. Ex 14,19-20
Se puso en marcha el Ángel de Yahvé que iba al frente del ejército de Israel, y pasó a retaguardia. También la columna de nube de delante se desplazó de allí y se colocó detrás, 20 poniéndose entre el campamento de los egipcios y el campamento de los israelitas. La nube era tenebrosa y transcurrió la noche sin que pudieran trabar contacto unos con otros en toda la noche.

2. Moisés visitado por una nave espacial

Ex 24,15-18

Y subió Moisés al monte. La nube cubrió el monte. 16 La gloria de Yahvé descansó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día, llamó Yahvé a Moisés de en medio de la nube. 17 La gloria de Yahvé aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte. 18 Moisés entró dentro de la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

3. Relaciones sexuales entre extraterrestres y mujeres terrestres

Gn 6,1-4:

Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre el haz de la tierra y les nacieron hijas, 2 vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. 3 Entonces dijo Yahvé: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean 120 años.» 4 Los nefilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: estos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos.


4. Un arma nuclear cae sobre Sodoma y Gomorra

A. Gn 19,24-28:

Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé. 25 Y arrasó aquellas ciudades, y toda la redonda con todos los habitantes de las ciudades y la vegetación del suelo. 26 Su mujer miró hacia atrás y se volvió poste de sal.
27 Levantóse Abrahán de madrugada y fue al lugar donde había estado en presencia de Yahvé. 28 Dirigió la vista en dirección de Sodoma y Gomorra y de toda la región de la redonda, miró, y he aquí que subía una humareda de la tierra cual la de una fogata

Aquí habría que añadir el episodio del Nuevo Testamento que narra cómo dos de los discípulos, del grupo de los íntimos de Jesús, Santiago y Juan pidieron a éste que rogara a
Dios que enviara fuego del cielo sobre un pueblo de samaritanos que no los había recibido porque iban a dorar a Dios en Jerusalén y no en el monte Garizim:

B. Lc 9,51-54

Sucedió que como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén, 52 y envió mensajeros delante de sí, que fueron y entraron en un pueblo de samaritanos para prepararle posada; 53 pero no le recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. 54 Al verlo sus discípulos Santiago y Juan, dijeron: «Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo y los consuma?»


5. El profeta Elías es secuestrado por un OVNI

2 Reyes 2,11-12

Iban caminando mientras hablaban, cuando un carro de fuego con caballos de fuego se interpuso entre ellos; y Elías subió al cielo en el torbellino.12 Eliseo le veía y clamaba: «¡Padre mío, padre mío! Carro y caballos de Israel! ¡Auriga suyo!» Y no le vio más


6. El profeta Ezequiel ve aterrizar una nave espacial

Ez 1,3-28

La palabra de Yahvé fue dirigida al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzí, en el país de los caldeos, a orillas del río Kebar, y allí fue sobre él la mano de Yahvé. 4 Yo miré: vi un viento huracanado que venía del norte, una gran nube con fuego fulgurante y resplandores en torno, y en el medio como el fulgor del electro, en medio del fuego. 5 Había en el centro como una forma de cuatro seres cuyo aspecto era el siguiente: tenían forma humana. 6 Tenían cada uno cuatro caras, y cuatro alas cada uno. 7 Sus piernas eran rectas y la planta de sus pies era como la planta de la pezuña del buey, y relucían como el fulgor del bronce bruñido. 8 Bajo sus alas había unas manos humanas vueltas hacia las cuatro direcciones, lo mismo que sus caras y sus alas, las de los cuatro. 9 Sus alas estaban unidas una con otra; al andar no se volvían; cada uno marchaba de frente. 10 En cuanto a la forma de sus caras, era una cara de hombre, y los cuatro tenían cara de león a la derecha, los cuatro tenían cara de toro a la izquierda, y los cuatro tenían cara de águila. 11 Sus alas estaban desplegadas hacia lo alto; cada uno tenía dos alas que se tocaban entre sí y otras dos que le cubrían el cuerpo; 12 y cada uno marchaba de frente; donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y no se volvían en su marcha. 13 Entre los seres había algo como brasas incandescentes, con aspecto de antorchas, que se movía entre los seres; el fuego despedía un resplandor, y del fuego salían rayos. 14 Y los seres iban y venían con el aspecto del relámpago. 15 Miré entonces a los seres y vi que había una rueda en el suelo, al lado de los seres de cuatro caras. 16 El aspecto de las ruedas y su estructura era como el destello del crisólito. Tenían las cuatro la misma forma y parecían dispuestas como si una rueda estuviese dentro de la otra. 17 En su marcha avanzaban en las cuatro direcciones; no se volvían en su marcha. 18 Su circunferencia tenía gran altura, era imponente, y la circunferencia de las cuatro estaba llena de destellos todo alrededor. 19 Cuando los seres avanzaban, avanzaban las ruedas junto a ellos, y cuando los seres se elevaban del suelo, se elevaban las ruedas. 20 Donde el espíritu les hacía ir, allí iban, y las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 21 Cuando avanzaban ellos, avanzaban ellas, cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando ellos se elevaban del suelo, las ruedas se elevaban juntamente con ellos, porque el espíritu del ser estaba en las ruedas. 22 Sobre las cabezas del ser había una forma de bóveda resplandeciente como el cristal, extendida por encima de sus cabezas, 23 y bajo la bóveda sus alas estaban rectas, una paralela a la otra; cada uno tenía dos que le cubrían el cuerpo. 24 Y oí el ruido de sus alas, como un ruido de muchas aguas, como la voz de Sadday; cuando marchaban, era un ruido atronador, como ruido de batalla; cuando se paraban, replegaban sus alas. 25 Y se produjo un ruido. 26 Por encima de la bóveda que estaba sobre sus cabezas, había algo como una piedra de zafiro en forma de trono, y sobre esta forma de trono, por encima, en lo más alto, una figura de apariencia humana. 27 Vi luego como el fulgor del electro, algo como un fuego que formaba una envoltura, todo alrededor, desde lo que parecía ser sus caderas para arriba; y desde lo que parecía ser sus caderas para abajo, vi algo como fuego que producía un resplandor en torno, 28 con el aspecto del arco iris que aparece en las nubes los días de lluvia: tal era el aspecto de este resplandor, todo en torno. Era algo como la forma de la gloria de Yahvé. A su vista caí rostro en tierra y oí una voz que hablaba.


7. Jonás es capturado dentro de un OVNI

Dispuso Yahvé un gran pez que se tragase a Jonás, y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.


8. Un OVNI guió a los 3 reyes magos

Mt 2,1-10:

Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, 2 diciendo: «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle.» 3 En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. 4 Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. 5 Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: 6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» 7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. 8 Después, enviándolos a Belén, les dijo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarle.» 9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. 10 Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría.

9. La nueva Jerusalén que desciende de los cielos era un OVNI

Ap 21,10:

Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios

El próximo día comenzaremos la discusión de estos temas. Mi explicación de estos fenómenos desde el punto de vista del historiador crítico, y que procura ser independiente y ecuánime, constará de dos partes. La primera: algunas deducciones lógicas de la interpretación corriente para muchos que indica que estos pasajes son testimonios bíblicos de la existencia de ovnis en tiempos pretéritos y de su acción. La segunda parte será una historia del modo cómo se compuso la Biblia, en especial el Antiguo Testamento, y de las consecuencias que pueden obtenerse de su veracidad para el tema de la existencia o no de ovnis en la Biblia. Como apéndice haré una breve descripción de la cosmovisión bíblica y me preguntaré si es posible que dentro de su idea del mundo pudiera haber o no extraterrestres y naves espaciales.

Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Viernes, 21 de Febrero 2014

Notas

Hoy escribe Fernando Bermejo

En postales anteriores hemos analizado los argumentos ofrecidos por aquellos autores –actualmente, una mayoría– que sostienen que el original del TF era “neutral” hacia Jesús. Hemos concluido que ni uno solo de ellos se sostiene, y que en su conjunto carecen de fuerza. Sin embargo, con ello no se ha hecho otra cosa que comenzar a limpiar el terreno para el análisis del texto.

En efecto, a pesar de que en el pasaje de Josefo han intervenido manos cristianas, un análisis detenido proporciona información muy valiosa. Es en este análisis en el que emergen una serie de razones que permiten ya no simplemente poner en cuestión, sino desmontar positivamente la tesis mayoritaria. Dado que esos argumentos son expuestos detalladamente en dos artículos en prensa (v. infra), me limito aquí a enumerarlos de modo muy conciso.

Primero, el texto (no solo el conservado, sino incluso el reconstruido por los defensores de un texto “neutral”) conserva una serie de expresiones y frases que tienen significados o ecos negativos. Que haya media docena de frases o términos que en un texto breve tengan un sentido negativo en relación a Jesús y/o a los cristianos permite sospechar, de entrada, de la credibilidad de todo intento de defender su carácter neutral. No es casual que esa significación negativa de una parte del texto sea sistemáticamente olvidada o minimizada por la mayor parte de autores contemporáneos.

Segundo, hay al menos una de las reconstrucciones del TF en sentido negativo que goza de apoyo textual. En uno de los manuscritos de la cita del pasaje de Josefo en algunas obras de Eusebio de Cesarea se encuentra el pronombre “tis” después del nombre de Jesús. La expresión “un cierto Jesús” es con toda probabilidad original, pues su sentido potencialmente despectivo hace que sea mucho más fácil explicar su supresión en los manuscritos a manos de escribas piadosos molestos ante su presencia, que su creación por parte de un copista cristiano.

Aunque las anteriores razones son determinantes para postular un texto original negativo, tenemos más. La tercera de ellas es el contexto. El TF se integra en una secuencia de acontecimientos sucedidos bajo Pilato cuyo mandato es descrito como una serie de disturbios (A. J. XVIII, 55-89). Esto hace pensar que o bien un término como “tumulto” o “revuelta” formó parte del texto original, pero fue eliminado por los cristianos; o que lo descrito en el texto original hubo de ser comprendido como una convulsión política, con o sin un término explícito. Las referencias mesiánicas del pasaje de Josefo confirman estas sospechas.

Por último, un original negativo explica mucho mejor el hecho de que el texto haya sido retocado e interpolado. La explicación más simple y probable para la intervención en un texto no es que un escriba se hubiera sentido insatisfecho con un pasaje neutral, sino que lo hubiera encontrado embarazoso.

Los lectores interesados pueden encontrar un análisis muy detallado de estos argumentos en dos artículos míos en prensa:

“Was the Hypothetical Vorlage of the Testimonium Flavianum a “Neutral” Text? Challenging the Common Wisdom on Antiquitates Judaicae XVIII 63-64”, Journal for the Study of Judaism 45 (2014).

“La naturaleza del texto original del Testimonium Flavianum. Una crítica de la propuesta de John P. Meier”, Estudios Bíblicos 2014.

Saludos cordiales de Fernando Bermejo
Miércoles, 19 de Febrero 2014
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

Homilía III

Los misterios de Dios en la creación

La pasada semana dejábamos a Pedro pronunciando una introducción a su debate, en la que dejaba claro su sentido de Dios, su naturaleza y las infinitas lejanías de su ser. Nuestra imaginación se perdía sin remedio en la multiplicidad de sus misterios. El mundo visible es apenas un insignificante apéndice de la obra de Dios. Y si no somos capaces de penetrar en sus secretos, ¿qué podemos decir de lo que está más allá del mundo visible? En el cielo que contemplamos hay vientos, truenos, nubes, ríos, mares y miles de maravillas que nos llenan de admiración. Las aves, los animales, el hombre, las plantas con sus frutos, las estaciones están ahí con sus sucesiones puntuales como los eclipses.

Admiración y gratitud

Ante toda esta teoría de grandezas, el hombre apenas sabe prestar otra respuesta que la admiración y la gratitud. Y todo, sin dar el salto a lo invisible, a lo desconocido, que ahora sabemos que es mucho más que lo conocido en unas medidas sin límites. De todo el único dueño y señor es el Dios creador, con quien ningún ser comparte el dominio y el gobierno. Porque es el único que es y merecer ser llamado Dios. El que se atreve a compartir la posibilidad de ese dominio y atribuir a otros seres el nombre de Dios, será reo de un castigo eterno. El autor de las Pseudo Clementinas repite con reiteración la idea de que el gran pecado de la humanidad es la idolatría, que introdujo la serpiente del Paraíso en el mundo y en la historia (Hom III 37).

Interpelación de Simón

Simón no pudo guardar silencio ante las afirmaciones de Pedro y le dirigió una amarga interpelación en estos términos: “¿Por qué pretendes engañar con mentiras a la multitud ignorante que está a tu lado, convenciéndola de que no es lícito ni creer en dioses ni decir que existen, cuando los libros públicos de los judíos dicen que hay muchos dioses?” (Hom III 38,1). Pedro había sido claro y contundente en la presentación de sus teorías sobre las calidades del ser divino. Pero Simón tampoco ocultaba sus cartas, sino que las exhibía con toda contundencia. Pedro se verá obligado a responder a Simón por cuanto que Simón se valía en su argumentación de afirmaciones de la misma Sagrada Escritura, en la que desde el Paraíso se habla de otros dioses. La promesa a nuestros primeros padres era que, si comían del árbol del centro del Paraíso, se convertirían en “conocedores de bien y del mal”. Es decir, serían como Dios, otros seres que igualarían o superarían a Dios en la amplitud eterna de su ciencia.

Pero Simón añade nuevos argumentos y nuevas referencias a la Ley y las Escrituras. De la misma manera que Adán ignoraba muchas cosas, igualmente las ignoraba Dios que lo había creado. Así se expresaba en medio de la multitud: “De la misma manera, también Dios que lo formó, como no ve desde todas partes, dice cuando sucedió la catástrofe de Sodoma: «Venid, y bajemos para ver si están actuando según el clamor que llega hasta mí; y si no para que lo sepa» (Gén 18,21). Lo que demuestra que lo ignoraba”. Simón argumenta, no sin razón, que si Dios necesitaba informarse de algún dato en particular, es porque su ignorancia le impedía conocerlo todo, como Pedro presumía.

Simón insistía que “El escribir «olió el Señor el perfume suave» es propio de un necesitado, y disfrutar con la grasa de la carne (Gén 8,21) no es propio de una buena persona. Lo de «tentar», como está escrito: «Tentó el Señor a Abraham» (Gén 22,1), es de mala persona y de alguien que desconoce el resultado de la paciencia”.

La Ley va contra el concepto de Dios defendido por Pedro

Simón demostraba de este modo que Dios, según las Escrituras, está sometido a toda clase de padecimientos, lo que va contra el concepto de Dios, proclamado por Pedro. La réplica de Pedro recurre al hecho de que Dios permite que en la Escritura alguien escriba lo que parece ir contra su absoluta ciencia y bondad: “¿Pero cómo puede ser malo y perverso Dios, si por voluntad suya las maldades contra él han sido presentadas en público por escrito?” (Hom III 40,2) Algo así como si Pedro quisiera demostrar que Dios está por encima de los pasajes dudosos de la Escritura. Más adelante se aferrará al argumento categórico de que cualquier afirmación contraria a la bondad de Dios es simplemente una falsedad.

Sigue replicando Pedro: “Investiguemos sobre este tema. Si se culpó Dios a sí mismo por propia voluntad, como hace un momento confesabas, no es perverso; pero si fue por otro poder, se debe investigar y examinar con todo interés si alguien ha atribuido todos los males al único que es bueno” (Hom III 40,3). El primero de los grandes debates entre Pedro y el Mago estaba planteado en toda su extensión y con toda intención. Seguiremos viendo los resultados.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro











Domingo, 16 de Febrero 2014
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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