CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero
Literatura Pseudo Clementina. Las Homilías griegas.
Hoy escribe Gonzalo Del Cerro

HOMILÍAS IV-VI

Debate entre Clemente y los amigos de Simón

Pasamos a un pasaje de las Pseudo Clementinas, exclusivo de las Homilías y ausente de la versión latina de las Recognitiones. Se trata de un debate mantenido entre Clemente y unos amigos de Simón Mago acerca de sus respectivas posiciones doctrinales. Todo el pasaje y la Homilía IV comienzan con el reiterado “Yo, Clemente”. Con el título del pasaje nos informa Clemente del estado de la cuestión: “Yo, Clemente, salido de Cesarea de Estratón junto con Niceta y Aquila, arribamos a Tiro de Fenicia, y según la recomendación de Pedro que nos había enviado, nos alojamos en casa de Berenice, hija de la cananea Justa”.

Actividad de Justa, la cananea, y su hija Berenice

Estas dos mujeres son las conocidas por el milagro obrado por Jesús según el conocido pasaje de los evangelios de Mc 7,24 y Mt 15,21-28. Pedro recomienda a Clemente y a los hermanos Niceta y Aquila que se alojen en casa de Berenice, la hija de Justa, la cananea o sirofenicia. La intención de Pedro era el conseguir información sobre Simón Mago, sus obras y su doctrina, para tener información de primera mano, útil para el debate inminente entre ambos contendientes.

Los investigadores reconocen que este debate contenido en las tres citadas Homilías es posiblemente el más cuidado literariamente de toda la obra. Como ya sabemos, Justa fue la que adquirió de los piratas a los dos hermanos de Clemente arrastrados por el naufragio. Ahora vemos que su relación con su compradora y con su hija, la que fue sujeto del milagro de Jesús, es algo más que familiar. Colaboran con sus protegidos en el lance del debate con Simón, a quien conocen profundamente. Saben de sus actitudes contrarias a Pedro, a quien acusan de mago y de impostor. Informado Pedro de tales acusaciones, encontrará la manera de defenderse y de pasar a la ofensiva, si la situación del debate lo requiere. Porque Simón pone un énfasis especial en desacreditar a Pedro para apartar a las turbas de su doctrina y atraerlas a sus posiciones erróneas.

Clemente y sus hermanos informan a Pedro

Clemente lo refiere como cumplimiento del encargo que habían recibido de Pedro él y sus hermanos. Así lo cuenta el mismo relator de los hechos: “Cuando nuestro señor Pedro se enteró de estos sucesos, nos envió para que fuéramos para él los investigadores de las cosas que había oído. Si eran así, para que lo conociera bien cuando se lo escribiéramos, y para venir a refutar las calumnias que decía contra él” (Hom IV 3,1).

La misma Berenice refiere detalles de la conducta de Simón. Por ejemplo, cuenta que “al hacer aparecer en medio del ágora entre fantasmas y fenómenos cada día, tiene estupefacta a toda la ciudad. Cuando él pasa, las estatuas se mueven y delante caminan muchas sombras, que él dice que son las almas de los difuntos” (Hom IV 4,2). Invita a muchos a convites, en los que los contamina de ciertas enfermedades, por lo que acaban afirmando que es dios y lo colman de honores por sus poderes. No es posible, dice Berenice, apagar un fuego tan grande y terrible. En su opinión, nadie sino Pedro, el apóstol más poderoso de todos los de Jesús, está capacitado para vencer a Simón. Desaconseja, pues, debatir con él mientras no llegue Pedro.

Clemente reconoce los informes de Berenice y adopta todas las precauciones posibles para evitar el daño que Simón puede causar a las turbas de sus oyentes. Pero llegada la tarde, llegó un amigo de Berenice anunciando que Simón había huido de Tiro a Sidón, temeroso del enfrentamiento don Pedro. Sin embargo, al huir, dejó a sus amigos y acompañantes Apión, el gramático, a cierto astrólogo Anubión el diospolitano y a Atenodoro de Atenas, aficionado a la doctrina de Epicuro. Estos tres personajes tendrán una función importante en el debate con Clemente. Los tres hermanos informaron a Pedro sobre la nueva situación creada con la huida de Simón.

Apión pone las bases del debate

Apión se dirigió a Clemente no solamente con los dos compañeros mencionados sino con otros treinta varones. Delante de sus colegas saludó y besó a Clement4e diciendo: “Este es Clemente, de quien os he hablado mucho, así como de su nobleza y liberalidad. Porque siendo un hombre de la familia del César Tiberio y experto en todos los aspectos de la educación griega, ha sido engañado por un cierto bárbaro de nombre Pedro, hasta el punto de hablar y actuar según los judíos” (Hom IV 7,2). El saludo y la presentación que hacía Apión servían de introducción al debate. Clemente, el noble romano, estaba ahora del lado de los bárbaros hebreos. Era, pues, una traición a sus antepasados y a sus creencias el practicar unas creencias tan diferentes de las de la sabiduría griega.

Él, Apión seguía fiel a una cultura brillante y a una sabiduría extensa. Eran las dos posturas que daban pie a un debate considerado como interesante a los ojos y oídos del auditorio.

Saludos cordiales. Gonzalo Del Cerro








Sábado, 19 de Abril 2014


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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