CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero



Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: Autoconciencia mesiánica de Jesús deducida del testimonio completo de los Evangelios.


El evangelista Marcos, unos 40 años más tarde de la muerte de Jesús, ridiculiza un tanto –desde su punto de vista; nunca sabremos qué procede genuinamente de Jesús y qué de la pluma del evangelista en esta perícopa)- esta concepción de la procedencia davídica del Mesías recogiendo cierta discusión de Jesús sobre el origen de aquel (12,35-37):


Jesús, tomando la palabra, decía mientras enseñaba en el Templo: «¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David? 36 David mismo dijo, movido por el Espíritu Santo: =Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra hasta que ponga a tus enemigos debajo de tus pies. 37 El mismo David le llama Señor; ¿cómo entonces puede ser hijo suyo?» La muchedumbre le oía con agrado


A propósito de este texto ténganse en cuenta a la vez que los otros dos Sinópticos –que escriben después de Marcos, y que lo utilizan y lo corrigen- se esfuerzan por demostrar, por medio de genealogías que Jesús es hijo de David.

Así Mt 1,6-16:

“Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac… Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón… y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.”;

Igualmente Lc 3,23-38:

“ 23 Tenía Jesús, al comenzar, unos treinta años, y era según se creía hijo de José, hijo de Helí, 24 hijo de Mattat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Jannái […] 31 hijo de Meleá, hijo de Menná, hijo de Mattatá, hijo de Natán, hijo de David, […] 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.”;


Esta "noticia" , que es tradicional, se ve confirmada también por Pablo en Romanos 1,4:

“1 Pablo, siervo de Cristo Jesús, apóstol por vocación, escogido para el Evangelio de Dios, 2 que había ya prometido por medio de sus profetas en las Escrituras Sagradas, 3 acerca de su Hijo, nacido del linaje de David según la carne, 4 constituido Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos, Jesucristo Señor nuestro”.

Para Pablo, pues, el origen davídico de Jesús es auténtico. Y, atención, en ninguna de estas menciones a la filiación davídica de Jesús se indica que tal filiación fuera especial, es dcir que conllevara necsariamente un origen divino real y "físico".

Ahora bien, ¡ya sabemos por otras notas de esta qué significaba en el siglo I en Palestina ser hijo de David! Una excelente explicitación del concepto lo teníamos en el Targum palestinense a Gn 49,10-12. Lo hemos citado ya, y sólo recordaremos algunas frases esenciales:

“Cuán hermoso es el Rey Mesíaale a la guerra contra los enemigos […] Sus vestidos están envueltos en sangre: se parece al que pisa racimos […]”

A esto y a vuela pluma añadamos otros datos indudables de los Evangelios:

E primero es que Jesús fue ejecutado como un rebelde: Mc 15,27 y Mt 27,38.44: los dos hombres (ladrones: gr. leistés) crucificados con Jesús son denominados así, utilizando el mismo vocablo que Flavio Josefo usa para referirse comúnmente a los zelotas y como un pretendiente mesiánico peligroso para Roma. No parece caber duda razonable de ello.

La acusación romana contra Jesús era de revolucionarismo mesiánico; el desencadenante fue la entrada mesiánica y la purificación del Templo, y probablemente –según Lucas 23,2 “Comenzaron a acusarle diciendo: «Hemos encontrado a éste alborotando a nuestro pueblo, prohibiendo pagar tributos al César y diciendo que él es Cristo Rey"-, Jesús se cuestionaba la viabilidad, santidad y sentido del culto en el Templo tal como se practicaba en su momento. Es ésta una postura profética y apocalíptica absolutamente típica de la época efervescente en la que Jesús vivía: profecías de destrucción de un templo que no era satisfactorio para los cánones estrictos de los piadosos (que creían interpretar la voluntad de Dios) y su sustitución por otro perfecto, reconstruido por mano divina, existían en ambiente judío desde tiempos del profeta Ezequiel.

Naturalmente, los grandes magnates entre los saduceos, que se aporvechaban del status quo del Templo en el momento y que eran elativamente colaboracionistas con los romanos, se opusieron a Jesús y lo llevaron a la muerte por motivos tanto religiosos, económicos como sobre todo políticos.

La conclusión que nos interesa de esta perspetiva, por lo demás usual, es que el mesianismo de Jesús, su filiación davídica, era vista por él y por las gentes del entorno como una pretensión religiosa ciertamente, pero terrena y de inmensas consecuencias políticas, ejercidas no por la divinidad directamente, sino por un ser humano, el mesías, pretendiente a rey davídico, cuyo contacto con la divinidad no alcanzaba más que al grado de "hombre especialmente protegido, querido y utilizado por Dios para los fines de la Alianza".

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Simón Pedro en la literatura apócrifa: en el ‘Libro secreto de Santiago el Justo’”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.




Lunes, 21 de Septiembre 2009


Hoy escriben Antonio Piñero/Florentino García Martínez


Tema: Ésta es la tercera entrega de la crítica a Käsemann (a su idea central de que jJesús no fue un apocalíptico, sino que las ideas apocalípticas son sólo propias de los primeros cristianos que luego las retroproyectaron sobre Jesús. Nos centramos en la importancia de la “parusía” o venida de Jesús definitiva, como mesías y juez, y preguntamos si esta idea es la matriz de la teología cristiana. Así pues,


¿Centralidad de la parusía?


Hasta aquí hemos llegado a la conclusión de que debemos separar el problema planteado por Käsemann de la terminología por él empleada (“¿Qué es la apocalíptica?” y que el responde de un modo peculiar) y volvernos a preguntar si la expectación de la inminente parusía es la matriz de la teología cristiana, es decir, si la expectación de la parusía de Cristo en la primitiva comunidad tiene la centralidad que Käsemann le asigna.

La respuesta es doble:

1. Por una parte debe afirmarse que la expectación de la parusía está bien presente en el Nuevo Testamento, y no solamente a nivel de la primera comunidad cristiana a la que Käsemann atribuye el Evangelio de Mateo o a nivel de los Hechos de los Apóstoles, sino también en la teología de Pablo, en los dichos de la fuente “Q” y del Evangelio de Marcos y en la misma predicación de Jesús de Nazaret,

2. Pero al mismo tiempo debe reconocerse que esta expectación no tiene la centralidad que Käsemann le asigna.

Es fácil probar el primer elemento de la respuesta; para ello es suficiente añadir a las referencias proporcionadas por Käsemann (y que nosotros hemos expuesto ya, al hacer el resumen de las ideas de este investigador en notas anteriores) , y al grito del “Maranatha” (“Ven, Señor Jesús”), lo siguiente:

• El final del discurso de Pedro en Hch 3,19-21

“Arrepentíos, pues, y convertíos, para que vuestros pecados sean borrados, 20 a fin de que del Señor venga el tiempo de la consolación y envíe al Cristo que os había sido destinado, a Jesús, 21 a quien debe retener el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de que Dios habló por boca de sus santos profetas.”

• La enseñanza de Pablo en la 1 Tesalonicenses, capítulo 4, sobre la absoluta inminencia del fin del mundo

• Los dichos sobre la venida del Hijo del Hombre conservados en la fuente Q,

• Textos como Mc 9,1:

“Os digo de verdad: hay algunos de los que están aquí que no probarán la muerte sin ver antes el reino de Dios, venido con poder”,

• La conclusión de la parábola de la higuera (Mc 13,30):

“Os digo de verdad: no desaparecerá esta generación sin que todo esto se realice”.

Ahora bien: si la expectación de la parusía no es un evento postpascual, no es una creación de los cristianos una vez muerto Jesús, sino que se remonta a los niveles más antiguos, se halla diseminada por todo el Nuevo Testamento y enlaza con la predicación del Jesús histórico, difícilmente puede hacerse de ella el punto de ruptura entre el pensamiento del Maestro ( es decir de un Jesús no apocalíptico, como se imagina Käsemnn) y el de sus seguidores y la clave de interpretación apocalíptica del mensaje de Jesús.

El segundo elemento de la respuesta (que la expectación de la parusía no tiene el carácter central que Käsemann le atribuye) es más complicado y en cierta forma más subjetivo, precisamente porque debe partirse del hecho de que la expectación de la parusía se halla presente en todos los niveles del Nuevo Testamento y porque la evaluación de la importancia es una cuestión de apreciación.

Y, sin embargo, hay un par de hechos objetivos que apuntan o que dejan claro que esta expectación no se sitúa en el centro, sino más bien hacia la periferia del pensamiento cristiano primitivo.

El primero es que en las expresiones más antiguas del “kerigma” o proclamación cristiana que nos han sido transmitidas (como 1 Cor 15,3-5 o Rom 10,9-10) el tema de la expectación de la parusía no aparece; en estas antiguas confesiones de fe el elemento central es la muerte, sepultura, resurrección y apariciones de Jesús, no la futura venida del Hijo del Hombre.

Como dijo Eduard Lohse, un célebre teólogo, criticando muy pronto a Käsemann:


“Está claro que el origen de la teología cristiana no se halla en la apocalíptica -ni en la expectación judía ni en el entusiasmo cristiano primitivo--, sino que reposa en el kerigma que predica al Cristo crucificado como el Señor resucitado. La tesis de Käsemann ... no recibe confirmación en las más antiguas expresiones de la predicación cristiana o en la confesión de la Iglesia primitiva. El origen y el centro de la teología cristiana se sitúa desde el comienzo en el mundo de la cruz” (“Apokalyptik und Christologie”: Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft 62 (1971) 48-67, p. 58).


El segundo hecho, igualmente objetivo, es que las numerosas referencias a la expectación de la parusía diseminadas en todo el Nuevo Testamento son como de pasada. En efecto:

- Cuando Pablo, o el autor de 2 Tesalonicenses (que es distinto al Apóstol; esta carat es de un discípulo, no de Pablo mismo), discute el tema de la parusía específicamente (en 2 Tes 2,1-12) es para corregir la idea paulina de que se trata de algo inminente, mientras que otras discusiones de la escatología en las que la expectación de la parusía aparece (como en 1 Tesalonicenses o en 1 Corintios) el problema central allí tratado es el de la resurrección.

- Las menciones dentro de la tradición evangélica sinóptica contienen un doble elemento: exhortar a estar preparados a la venida del día del Señor por una parte, y evitar dar la impresión de que ese día ya ha llegado; lo que difícilmente puede considerarse como la manera de enunciar un tema realmente central.


En consecuencia, la espera de la parusía no tiene la centralidad que Käsemann le atribuye en el pensamiento de la primera comunidad cristiana. Además, aunque se halle ya presente desde el comienzo en la predicación misma de Jesús, no es posible atribuir a esta esperanza la función que Käsemann le asigna de pieza maestra, en cuanto elemento que transforma y modifica apocalípticamente el mensaje de Jesús y lo convierte en la primera teología cristiana.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues estamos comentando en los dos este libro.

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

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Domingo, 20 de Septiembre 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Ahora, concluido el elenco de textos del mundo judío en torno a la ´peoca de Jesús, volvemos la vista hacia el Nuevo Testamento, sobre todo los Evangelios, para ver cómo se pensaba el mesianismo de Jesús y si este mesianismo imoplicaba el que Jesús fuera esencialmente divino, o no.

De los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) se deduce que los discípulos de Jesús, y otros seguidores ocasionales (Mt 9,27 “Cuando Jesús se iba de allí, al pasar le siguieron dos ciegos gritando: «¡Ten piedad de nosotros, Hijo de David!»”; 12, 23 [después de curar a un endemoniado ciego y mudo] “Y toda la gente atónita decía: «¿No será éste el Hijo de David?»”, etc.) consideraron al Nazareno "hijo de David", con las consecuencias que ello implicaba para la relación con los romanos. Recordemos que en el supuesto de futuro del reino de Dios ya instaurado sobre Israel, si los romanos no se convertían no tenían en él lugar alguno… ¿y cómo pensar que los romanos se iban a convertir?

Cierto que el Nazareno podía tener una idea de ese mesianismo un tanto distinta -como luego veremos- a la usual, si es verdad que entró en Jerusalén sentado en un pollino (Mt 21; Mc 11; Lc 19,28-38; Jn 12,12-19). Con ello se ligaba Jesús expresamente, -que sabía su Biblia de memoria a la concepción del profeta Zacarías tal como se leía ya en su tiempo (9,9: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un asno, en un pollino, cría de asna”.) de un rey humilde que deja la venida del Reino en manos de Dios.

Aunque también Jesús estaría pensando en la entrada del entonces futuro rey Salomón en Jerusalén, tal como se cuenta en 1 Reyes 1, 33-40. Aquí cedo la palabra a Javier Alonso, quien el capítulo “El contexto judío de la pasión de Jesús” en el libro colectivo La verdadera historia de la pasión (A. Piñero- E. Gómez Segura, eds.), Edaf, Madrid, 2008, pp. 132-133, escribe lo siguiente:

“En el primer libro de los Reyes leemos que, poco antes de morir, el rey David ordena a sus servidores que lleven a cabo las acciones necesarias para asegurar el traspaso de poderes según sus deseos:


Y díjoles éste [David]: Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor y montad a Salomón, mi hijo, sobre mi propia mula y bajadle a Gihón. Allí le ungirá Sadoq con el profeta Natán, por rey sobre Israel. […] Bajaron y montaron a Salomón sobre la mula del rey David y le condujeron a Gihón. El sacerdote Sadoq tomó de la tienda el cuerno del óleo y ungió a Salomón. Entonces hizo sonar el cuerno, y todo el mundo exclamó: “¡Viva el rey Salomón!” Luego todas las gentes subieron tras él y las gentes tañían las flautas y rebosaban en algazara tan grande que parecía que se desgarraba la tierra en su vocerío (1 Re 1, 33-40).


Ambos textos se refieren al rey de Israel que entra en su ciudad, Jerusalén, en medio de escenas de júbilo y, lo que es más importante para la identificación con el gesto de Jesús, montado en un borrico y haciendo su ingreso en la ciudad por el Gihón, en el valle del Cedrón que comunica el Monte de los Olivos con Jerusalén.

La referencia no puede ser más clara. Jesús está declarándose rey de Israel ante su pueblo, pues emplea el mismo procedimiento llevado a cabo por Salomón y se identifica conscientemente con el "Rey" de la profecía de Zacarías.

Si de algo no deben quedar dudas es de que los presentes entendieron a la perfección el mensaje, pues la sociedad judía de la época estaba enormemente familiarizada con las citas o alusiones a pasajes del Antiguo Testamento, y más si se referían a la posible llegada de un mesías o a la proclamación de un rey que los liberase del yugo romano. En consecuencia, recibieron a Jesús como lo que creían que llegaría a ser, el nuevo rey de Israel. ¿De qué otro modo se pueden entender las expresiones proferidas por el pueblo: "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que viene de David, nuestro padre!" de Mt 21, 9?

Pero no sólo eso. El acto de extender los mantos en el suelo al paso de Jesús significa que los presentes responden actuando según otro textos veterotestamentario relacionado con la unción de un rey, en concreto de Jehú por parte de un profeta enviado por Eliseo.


Apresuráronse ellos a tomar cada uno su manto, los colocaron a sus pies sobre los desnudos escalones e hicieron sonar el cuerno y exclamaron: ¡Jehú es rey! (2 Re 9, 13).


Debemos recordar que esta manifestación popular no se produce de manera fortuita, sino que es el propio Jesús quien ha dispuesto todos los detalles de su entrada en Jerusalén, y es absolutamente consciente de la reacción que va a provocar entre sus compatriotas. Y no sólo los judíos parecen entenderlo en este sentido. También los romanos parecen ver en Jesús un personaje con pretensiones monárquicas y con una actitud poco favorable hacia los señores extranjeros de la tierra de Israel. La acusación ante Pilato se centrará en estos tres puntos:


Hemos averiguado que éste revoluciona a nuestra nación y prohíbe pagar tributos al emperador y dice que es el cristo rey (Lc 23, 2).


Tras la acusación, la condena a muerte en la cruz, un suplicio reservado a los sediciosos, y el titulus que se coloca sobre la misma afirmando que el crucificado era el rey de los judíos, confirman esa imagen de mesías davídico, si no de un marcado carácter guerrero, sí al menos de claro tono desafiante.


En conclusión, de estos datos resulta es lógico deducir una respuesta para las dos preguntas planteadas. Jesús, al menos en algunos momentos de su vida, sí se consideró mesías de Israel, y el modelo con el que se identificó fue el más familiar en el imaginario de sus compatriotas, el de un rey de estirpe davídica que asumiría el gobierno del pueblo elegido tras liberarlo del yugo extranjero. A este carácter habría que añadir además, como ya se ha comentado anteriormente, un tono apocalíptico en sus manifestaciones que se basaría en su convicción de la inminente llegada del fin del mundo”.

Fin de la cita de Javier Alonso.

Por nuestra parte, comentaremos éstas y otras ideas hasta poder responder –de nuevo- con toda claridad a la pregunta si el mesianismo de Jesús comportaba o no un carácter esencialmente divino (pues era un mesianismo esencialmente distinto al judío de la época). Por ahora, todos los indicios van apuntando hacia una respuesta negativa.

Seguiremos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Jesús de Nazaret divinizado y Henoc-Metatrón como ‘ángel’ al lado de Dios”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

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Saludos de nuevo.
Viernes, 18 de Septiembre 2009
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Diferencias entre los Hechos de Lucas y los HchAp

Muchas consideraciones han hecho a muchos autores preguntarse si los Hechos canónicos de Lucas podrían ser el modelo de los HchAp. Los HchPl se refieren obviamente a un mismo protagonista principal. Además, la estructura general de los Hechos canónicos y los apócrifos guardan numerosas coincidencias. Sin embargo, no podemos hablar de una imitación simple y puntual. Porque las diferencias son también importantes y numerosas. Y ello aun cuando la tradición nos haya llevado a denominar “apócrifos” a unos libros que tienen su modelo correspondiente en los libros canónicos.

No faltan investigadores, como Erbetta, que siguen pensando que los autores de los HchAp pretendían llenar los vacíos y los silencios de Lucas. Esto quizá sea demasiado. Porque la verdad es que los HchAp presentan suficientes novedades en cantidad y calidad para que tengamos que desconfiar de simplificaciones radicales. Apunto, pues, algunas que me llaman la atención y que hacen de los HchAp, en comparación con los Hechos de Lucas, un género literario relativamente original.

1. Los HchAp presentan la importante novedad de culminar la vida de sus protagonistas con el martirio o, en el caso de los HchJn, con la “metástasis”. Existen, no obstante, otras tradiciones sobre el apóstol Juan que contenían relatos sobre su martirio. Era la auténtica apoteosis de la presentación aretalógica de los apóstoles epónimos.

2. En los Hechos canónicos pesa más la doctrina o la teología que la crónica de los acontecimientos. En los HchAp, el énfasis recae más bien sobre las personas de los protagonistas. Su presentación podría muy bien ser la justificación del culto que se les daba junto a su sepulcro, aspecto ausente del ámbito de los Hechos de Lucas.

3. En los relatos de los HchAp, se han acallado ya los ecos de la controversia antijudía, que tanto relieve tienen en los Hechos canónicos. A pesar de la solemne protesta de Pablo – “nos volvemos a los gentiles” (Hch 13,46; 18,6)-, el Apóstol sigue visitando “según su costumbre” (Hch 17,2) las sinagogas y haciendo de ellas el foro de su predicación en Tesalónica (Hch 17,2), en Berea (Hch 17,10), Atenas (Hch 17,17), Corinto (Hch 18,4), Éfeso (Hch 18,19; 20,8). En la misma Roma, entra Pablo en contacto con los judíos y platica con ellos acerca de los hechos cristianos (Hch 28,21-29).

4. En los Hechos de Lucas existe una estructura teológica intencionada. El Evangelio debe propagarse desde Jerusalén hasta los confines del orbe (Hch 1,8). Los HchAp presentan la actividad de sus héroes como un capítulo independiente y cerrado. Todo gira en torno a la persona del protagonista más que en torno a una idea o a una estructura doctrinal. El apóstol epónimo pretende extender el Evangelio y ganar adeptos para su causa, pero nada más. Su argumento será la fuerza de sus milagros y en último término su muerte ejemplar.

5. En los Hechos canónicos, no se advierte ninguna intención literaria o retórica de carácter estético, al margen de que haya fragmentos literariamente logrados, como el discurso de Pablo sobre el Areópago de Atenas (Hch 17,22-31). En los HchAp, sus autores dejan entrever sus pretensiones literarias en frecuentes excesos retóricos. Es decir, son más sensibles a las modas del momento, en el que se percibe el influjo de la Segunda Sofística.

6. Los milagros en los Hechos de Lucas pueden calificarse de “útiles”, porque van dirigidos a aliviar las pesadumbres y necesidades de la gente, sin intención perceptible de hacer demostraciones espectaculares como concesión a la curiosidad. Los HchAp, en cambio, ofrecen casos de actuaciones milagrosas sin ninguna utilidad manifiesta, al menos, como servicio para un conocimiento salvífico. Así son, por ejemplo, en HchJn, la destrucción del templo de Ártemis (Diana: HchJn 42), el suceso de las chinches obedientes (HchJn 60-61), la inútil resurrección de Fortunato (HchJn 83ss).

En los HchPe, son milagros “inútiles” la misma curación de su hija (Pap. Copt. Berl. 128-131), el “grande y admirable suceso del can parlante (HchPe AV 9), la resurrección de la sardina seca (Ibid. 13), el largo alegato del bebé convertido en improvisado Demóstenes (Ibid. 15).

En los HchPl, Tecla queda intacta en la pira mientras cae una tempestad que mata a varios espectadores (HchPlTe 22). Luego, en una nueva lucha contra las fieras, recibe protección de una leona, después se libra de las focas por un relámpago que las elimina y cubre la desnudez de Tecla (Ibid. 33ss).

Los HchTom narran el milagro del dragón parlante con la resurrección del joven mordido y envenenado (HchTom 30-33); la historia del potro locuaz que luego muere porque así le convenía (Ibid. 39-409; el episodio de los onagros y su elocuente portavoz.

(Continuaremos)

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro




Jueves, 17 de Septiembre 2009


Hoy escribe Antonio Piñero


Tema: concluimos hoy con la presentación de los textos que nos han parecido más importantes sobre las concepciones de los judíos del siglo I d.C. y alrededor acerca del mesianismo. Los textos que hoy presentamos están tomados de la obra “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Editorial Cristiandad, vol. VI, Madrid 2009, pp. 99-102.

En esta última entrega de textos nos ocupamos del Apocalipsis de Abrahán, obra de base judía, pero muy reformada y acomodada al cristianismo por los escribas cristianos. Por ello el reino mesiánico se describe sobre todo pensando en el mundo de ultratumba (concepción cristiana) cuyo representante es la nueva Jerusalén, celeste, futura, que sustituye a la Jerusalén terrena con su templo terreno, hecho por mano de hombres. Los judíos son infieles y los cristianos justos serán los únicos que se salvarán en el mundo futuro.

Veamos los textos:

· Destrucción futura del templo de Jerusalén (27,1-8; AAT VI p. 101)

Miré y vi: he aquí que la imagen se agitaba y desde la parte izquierda irrumpió una turba de paganos, lanzándose al pillaje de los que estaban en la parte derecha de la imagen, hombres, mujeres y niños. A unos los mataron y a otros los retuvieron junto a sí. He aquí que vi corriendo hacia ellos cuatro generaciones; prendieron fuego al templo y saquearon las cosas santas que había en él.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, he aquí que las multitudes de paganos se lanzan al pillaje de la gente que aceptaste (que nacieran) de mí: a unos los matan y a otros los fuerzan al exilio. Prendieron fuego al templo, saquean y destruyen las obras de arte que hay en él. ¡Oh, Eterno Fuerte!, si esto es así, ¿por qué ahora afligiste mi corazón y por qué será así?

Me dijo:

- Escucha, Abrahán, todo lo que viste ocurrirá porque tus descendientes me irritarán a causa del ídolo que viste y del asesinato (cometido) en la imagen en el templo del celo. Todo lo que viste, será así.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, que pasen ahora las malas acciones cometidas en la impiedad, pero (haz permanecer) con más razón a los justos que han cumplido los mandamientos. Pues tu puedes hacerlo.

Me dijo:

Se les aparecerá primero el tiempo de justicia bajo el aspecto de sus reyes que juzgarán con justicia a aquellos que antes creé de ellos para gobernar sobre ellos. De éstos surgirán hombres que se ocuparán de ellos, como te he anunciado y como viste.


• Castigo de los malvados. El juicio (28,1-29,19; AAT VI pp. 102-103).

- ¡Oh, Poderoso, santificado por tu poder, sé misericordioso ante mi ruego! Por esto hazme saber y muéstrame, pues para eso me elevaste a tu altura. Por esto hazme saber a mí, tu favorito, lo que pregunto: ¿todo lo que vi les ocurrirá durante largo tiempo?

Me mostró la multitud de sus gentes y me dijo:

- A causa de esto, por las cuatro generaciones que has visto, se suscitará mi cólera y habrá retribución de sus obras por mi parte […].

Miré y vi a un hombre saliendo de la parte izquierda, la de los paganos. Salieron hombres, mujeres y niños desde la parte de los paganos en turbas numerosas y lo adoraron. Seguí mirando y salieron los que estaban en la parte derecha: unos afrentaban a ese hombre, otros le golpeaban y otros lo adoraban. Vi que éstos lo adoraban, y acudió Azazel y lo adoró; y tras besar su rostro se volvió y permaneció detrás de él.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte! ¿quién es el hombre afrentado, golpeado pero también adorado por los paganos junto con Azazel?

Respondió y dijo:

- Oye, Abrahán, el hombre al que has visto afrentado y golpeado, pero también adorado, es el alivio ante los paganos, durante los últimos días, en la hora duodécima de este siglo impío, para la gente que procederá de ti. En el año duodécimo de mi siglo final estableceré a este hombre que procede de tu descendencia y al que has visto salir de entre mi gente.

Antes incluso de que empiece a crecer el siglo justo, vendrá mi juicio sobre los paganos inicuos por parte del pueblo de tu descendencia escogido por mí. En esos días haré venir sobre toda criatura terrestre diez plagas, por medio de la desgracia, la enfermedad y el gemido de dolor de sus almas. Todo esto haré venir sobre las generaciones de hombres que están en la imagen a causa de la cólera y de la corrupción de su naturaleza con las que me irritan. Entonces serán restablecidos los hombres justos de tu descendencia, en número dispuesto por mí, encaminándose a la gloria de mi nombre, hacia el lugar previamente preparado para ellos, el cual viste vacío en la imagen. Los que vivan serán fortificados con los sacrificios y los dones de la justicia y la verdad en el siglo justo. En mí se regocijarán siempre, destruirán a los que les destruyeron y ultrajarán a los que les ultrajaron con la calumnia […].

· Imagen del templo futuro (25,1-26,5; AAT VI pp. 99-100):

Vi allí la imagen del ídolo celoso semejante a la imagen tallada en madera que hacía mi padre y su cuerpo era de cobre brillante. Ante él había un hombre que lo adoraba. Y enfrente de él un altar y sobre él infantes degollados de cara al ídolo. Le dije:

¿Qué es este ídolo? ¿Qué es este altar? ¿Quiénes son las víctimas? ¿Quién es el sacrificador? ¿Qué es el templo tan hermoso que veo, el arte y la belleza de tu Gloria, que está bajo tu trono?

Dijo:

- Oye, Abrahán, este templo, altar y belleza que has visto, es mi concepto de la sacralidad de mi Nombre glorioso. En este templo se ubicará toda oración humana y el advenimiento de todo monarca y profeta, y cualquier sacrificio que ordenare ofrecerme entre mi pueblo que surgirá de tu raza. Pero el ídolo que has visto, es mi ira contra aquellos que me encolerizarán y que procederán del pueblo que (surgirá) de ti. El hombre que viste sacrificando es el que me encoleriza. El sacrificio es el martirio de los que son mi testimonio del juicio final desde el principio de la creación.

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, ¿por qué has establecido que esto sea así? ¡Revoca, pues, esta decisión!

Me dijo:

- Oye, Abrahán, comprende lo que te voy a decir y contesta a lo que te voy a preguntar. ¿Por qué tu padre Taré no escuchó tu voz y no abandonó la idolatría demoníaca hasta que pereció y con él toda su casa?

Dije:

- ¡Oh, Eterno fuerte!, es enteramente porque no le dio la gana escucharme, ni yo le seguí en sus acciones.

Dijo:

- Escucha, Abrahán, del mismo modo que el parecer de tu padre estaba en él, y tu parecer está en ti, así el parecer de mi voluntad está en mí y permanece dispuesto para los días venideros. No los conocerás antes ni verás con tus propios ojos las cosas que sucederán en ellos, pues son para tus descendientes. ¡Mira la imagen!


En síntesis:

No se ve claro dónde será el reino futuro. ¿Sobre la tierra de Israel? ¿Ultraterreno? De cualquier modo, surgirá después de la destrucción definitiva del templo de Jerusalén y la implantación de un templo nuevo por mano de Dios. Los paganos –simbolizados en el padre de Abrahán, Taré- que no escuchan la voz de Dios, manifestada en la naturaleza y la Escritura, serán castigados. Sólo se salvarán los justos.

Probablemente, finalizado el reino mesiánico sobre la tierra (¿?), vendrá otra etapa de la humanidad (los que se salven), pero será en un mundo diferente, ultramundano, en el cielo.

Seguiremos con la aplicación de todo esto al mesianismo de Jesús.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Más precisiones sobre la figura de Henoc-Metatrón”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.



Miércoles, 16 de Septiembre 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: Estamos terminando de mostrar todos los textos interesantes sobre las concepciones del mesianismo en el judaísmo del siglo I de nuestra era y alrededores, para compararlas con las concepciones de Jesús y sus discípulos sobre Jesús mesías. Hoy abordamos el Apocalipsis de Baruc siríaco que es muy importante. Hay otro "Apocalipsis de Baruc" en griego, pero es más tardío y nada trae sobre nuestro tema.

En síntesis el Ap. siríaco dice sobre el mesías lo siguiente:

comenzará a manifestarse después de las tribulaciones que afectarán a la tierra (29,3). En algunas ocasiones el mesías posee un carácter guerrero. Ejecutará al último gobernante sobre la tierra (40,2), y permitirá vivir a algunas naciones, pero destruirá otras (70,9; 72,2). Todos los textos están tomados de la obra “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Editorial Cristiandad, vol. VI, Madrid 2009,195-218.


Veamos los pasajes

A. La batalla del final de los tiempos. Venida del mesías (que se supone ya preparado por Dios): 70, 7-10: (Apócrifos del Antiguo Testamento VI [Cristiandad, Madrid, 2009] p. 217)


7 El Altísimo se revelará a las naciones que preparó de antemano, y vendrán a combatir contra los gobernantes que entonces queden. 8 Y ocurrirá que todo el que se libre del combate morirá en un tumulto; el que se libre del tumulto será abrasado por el fuego; y el que se libre del fuego, perecerá por el hambre. 9 Y ocurrirá que todo el que se libre y escape de todas estas cosas predichas -los que vengan y los que sean vencidos- serán entregados a manos de mi siervo el mesías. 10 Toda la tierra devorará a sus habitantes.

B. No habrá compasión contra los enemigos del Israel y del reino de Dios (72, 2-6) AAT VI p. 70):


2 Después de que hayan venido los signos que se te dijeron anteriormente, cuando las naciones sean turbadas y llegue el tiempo de mi mesías, él llamará a todas las naciones: a unos (los) dejará vivir y a otros (los) matará. 3 Esto sucederá a las naciones que serán salvadas por él. 4 Todo pueblo que no haya explotado a Israel ni haya pisado la semilla de Jacob vivirá. 5 Y esto es porque algunos de entre todas las naciones habían sido sometidos a tu pueblo. 6 Todos aquellos que te han dominado o te han explotado serán entregados a la espada.


El mesías tiene carácter guerrero: 40,1-4 (AAT, VI, p. 199):


40 1 “El último gobernante que entonces quede vivo, cuando sea destruido su numeroso pueblo, será encadenado y subido al monte Sión. Mi mesías lo reprenderá por todas sus iniquidades, reuniendo y poniendo ante él todas las acciones de su gente. 2 Luego lo matará y protegerá al resto de mi pueblo que se encuentre en el lugar que yo elegí. 3 Su autoridad permanecerá eternamente hasta que se acabe el mundo corruptible y se cumplan los tiempos predichos. 4 Ésta es tu visión y ésta es su interpretación”.


C. 28,6 - 29, 8: descripción del reino mesiánico, sobre la tierra de Israel, una especie de Jauja feliz (AAT VI pp. 194-195):

28,6: Si, por consiguiente, Señor, es verdad que va a suceder lo que me has predicho que ocurrirá, si he hallado gracia a tus ojos, hazme saber también lo siguiente: ¿eso sucederá sólo en un lugar o en una de las partes de la tierra o va a ser agitada toda la tierra?

29 1 Respondió diciéndome:

- Toda la tierra se agitará entonces. 2 Por eso todos los seres vivos lo notarán. En aquel tiempo protegeré tan sólo a los que se encuentren en esos días en esta tierra. 3 Acaecerá que, tras cumplirse lo que debe suceder en esas etapas, comenzará a manifestarse el mesías. 4 Behemot se manifestará desde su lugar y Leviatán ascenderá desde el mar: los dos grandes cetáceos que creé el quinto día de la creación y que reservé para ese tiempo. Entonces servirán de alimento para todos los que queden 5 La tierra dará también su fruto, diez mil por uno: en una vid habrá mil pámpanos, un pámpano producirá mil racimos, un racimo dará mil uvas y una uva producirá un k¿r de vino. 6 Los que desfallecían se regocijarán y también verán prodigios todos los días. 7 Desde mi presencia saldrán vientos que traerán cada mañana un aroma de frutos deliciosos, y al final del día nubes que destilarán un rocío saludable 8 En aquel tiempo ocurrirá que descenderá de nuevo desde el cielo el tesoro del maná y comerán de él durante esos años, pues ellos son los que llegaron al final de los tiempos.

En síntesis: el mesías es un ser humano. Tiene un carácter misterioso porque está preparado y escondido por Dios. Vendrá sobre la tierra cuando Dios disponga que el mundo presente debe acabarse y a su vez debe inaugurarse el reino mesiánico. Antes habrá signos del fin y –como en el Apocalipsis de Juan, los reyes de la tierra lucharán contra el mesías. Dios y el mesías lo vencerán… y se instaurará el reino mesiánico sobre la tierra. Israel será feliz y los pueblos que hayan quedado con vida de la tierra entera servirán, o al menos respetarán, a Israel.

Finalizado el reino mesiánico sobre la tierra, vendrá otra etapa de la humanidad (los que se salven), pero será en un mundo diferente, ultramundano, en el cielo.

Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“El Dios salvador que actúa en la historia”

• Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

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Saludos de nuevo.


Lunes, 14 de Septiembre 2009


Hoy escriben Antonio Piñero/Florentino García Martínez


Tema: A propósito de la publicación del tomo VI, “Apocalíptica” de la colección “Apócrifos del Antiguo Testamento”, Edit. Cristiandad, Madrid, julio 2009, hacemos hincapié en la inmensa importancia de estos textos judíos para comprender los inicios del cristianismo.

Como sabemos, Ernst Käsemann, discípulo de Rudolf Bultmann, defendió que la raíz de la teología específicamente cristiana es en gran parte una copia de la apocalíptica judía que esos mismos cristianos habían superpuesto al pensamiento genuino de un Jesús no apocalíptico. Una vez expuestas las ideas de Käsemann, procedemos a la crítica. Ésta es la segunda entrega de la crítica, en la que discutimos el concepto de “apocalíptica” que muestra Käsemann.


El intento de definición de lo que es la apocalíptica nos precisa claramente que Käsemann emplea en su tesis la palabra “apocalíptica” con un sentido muy particular; en su opinión, “apocalíptica” no tiene nada que ver con el género literario de “apocalipsis” ni con las obras, judías o cristianas, generalmente consideradas como apocalipsis, ni tampoco con el contexto social en el que el fenómeno del apocalipticismo se desarrolla o con las expresiones literarias en las que este fenómeno se traduce, sino que se emplea únicamente como designación de un motivo teológico determinado presente en la comunidad cristiana primitiva, una de las formas de su escatología, a saber: la espera inminente de la parusía.

Es muy significativo en este sentido el que en los largos artículos de Käsemann no encontremos (salvo una referencia aislada a las aclamaciones del Apocalipsis de Juan) ninguna alusión a las obras consideradas como apocalipsis, ni tampoco ninguna referencia que justifique el considerar como “apocalípticas” determinadas ideas o expresiones.

Para Käsemann, “apocalíptica” es simplemente la forma de cristianismo primitivo caracterizada por la espera del retorno inminente de Jesús. Evidentemente, esta apocalíptica cristiana primitiva es considerada por Käsemann como una prolongación de la apocalíptica judía; por decirlo con sus propias palabras: ella “se alimenta teológicamente de la tradición apocalíptica judía”. Pero la verdadera apocalíptica judía queda fuera del campo de sus consideraciones, y el problema de si existe una apocalíptica cristiana como fenómeno distinto de la apocalíptica judía, y en este caso cuáles son los elementos que permiten diferenciarlas, o si los textos apocalípticos cristianos primitivos no son más que una expresión de la apocalíptica judía, no es ni siquiera planteado.

Planteando crudamente el problema, podremos preguntarnos: ¿es legítimo el reducir la apocalíptica a este único elemento teológico? La respuesta es obvia: el empleo de “apocalíptica” en este sentido sólo sirve para alimentar la confusión.

En el contexto protestante en el que Käsemann escribe y en la época en la que aparecen sus artículos, la palabra “apocalíptica”, lo mismo que el otro término clave que él emplea, el “entusiasmo”, tenían unas connotaciones provocativas evidentes, lo que puede explicarnos su empleo y el rumor provocado por su tesis. Pero esto no implica que su empleo fuera justificado.

Es significativo el que en su reacción, Bultmann, después de señalar algunas diferencias de detalle y una distinta interpretación de la antropología paulina, se limite a reformular el planteamiento sustituyendo “apocalíptica” por “escatología”, que es un vocablo más inclusivo:

“En mi opinión, puede decirse que la escatología es la madre de la primitiva teología cristiana, pero no la apocalíptica”

(R. Bultmann, “Ist die Apokalyptik die Mutter der christlichen Theologie?” = “¿Es la apocalíptica la madre de la teología cristiana?”, publicada originalmente en el Homenaje (Festschrift) a E. Haenchen, titulado Apophoreta, pp. 64-69 (la cita es de la p. 69), y reimpreso en Exegetica (Tubinga, Editorial Mohr, 1967) pp. 476-482.


Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• En el otro blog, “Cristianismo e Historia”, el tema de hoy es el mismo, pues estamos comentando en los dos este libro.

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Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

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Domingo, 13 de Septiembre 2009


Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: El reino del mesías davídico en la tierra (y en el mundo de ultratumba en el Libro de Hoc y en los Oráculos Sibilinos).

Está tan arraigado en el mundo judío que el reino mesiánico tendrá lugar sobre la tierra, y que estará tan lleno de bienes materiales, que cuando describen teóricamente el nuevo paraíso (el “cielo” para los cristianos) lo hacen del mismo modo, como el paraíso terrenal, lleno de frutos apetecibles y de bienes materiales. POr tanto las descripciones del paraíso nos valen también indirectamente para vislumbra las concepciones del reino mesiánico.

He aquí el texto:


Ascensión de Henoc al tercer cielo. Visión del paraíso (2 Henoc 5,1-13; Apócrifos del Antiguo Testamento IV 163-165)

Entonces los hombres me sacaron del segundo cielo y me llevaron al tercero, colocándome en medio del paraíso. Es éste un lugar de bondad incomprensible, en el que pude ver toda clase de árboles en pleno florecimiento, cuyos frutos estaban en sazón y olían agradablemente. Vi asimismo alimentos de toda especie que habían sido traídos allí y que despedían al hervir un aroma suavísimo. Y en el centro se encontraba el árbol de la vida, precisamente en el mismo lugar en el que suele reposar el Señor cuando sube al paraíso. Este árbol, indescriptible tanto por su calidad como por la suavidad de su aroma, es de una hermosura superior a todas las cosas existentes. Por cualquier lado que se le mire tiene un aspecto como de color rojo y gualda, parece como de fuego y cubre todo el paraíso; participa de todos los demás árboles y de todos los frutos y tiene raíces dentro del paraíso, a la salida de la tierra.

El paraíso está situado entre la corrupción y la incorrupción. Allí brotan dos fuentes: de una mana leche y miel; de la otra, vino y aceite, formando cuatro caudales que discurren plácidamente alrededor del paraíso, y salen al jardín del Edén entre la corrupción y la incorrupción. Desde allí siguen su curso dividiéndose en cuarenta brazos, atravesando palmo a palmo la tierra y observando la evolución de su ciclo como los demás elementos de la atmósfera. Allí no hay trazas de árboles estériles, sino que todos y cada uno producen frutos sazonados y es un lugar de bendición. De la vigilancia del paraíso están encargados trescientos ángeles, brillantes en extremo, que con voz incesante y canto agradable sirven al Señor todos los días. Y exclamé:

- ¡Qué bueno es este lugar!

A lo que los dos hombres repusieron:

- Este lugar, Henoc, está reservado a los justos que estén dispuestos a soportar toda clase de calamidades en su vida y mortifiquen sus almas y cierren sus ojos a la injusticia y hagan un juicio equitativo, dando pan al hambriento, vistiendo al desnudo, levantando a los caídos y ayudando a los huérfanos y ofendidos; a los que caminan sin mácula ante la faz del Señor y a él sólo sirvan. A todos éstos está reservado este lugar como herencia sempiterna.


Oráculos Sibilinos Libro VII (1-11; 139-162; AAT 2III 535-541)

Se trata de una falsificación cristiana –que en esto imitan a los judíos que lo habían hecho antes- de en torno al siglo IV o posterior- de los famosos Oráculos sibilinos, cuyos originales latinos se han perdido. En la primera parte del texto que a continuación transcribo se trata de los momentos angustiosos antes de la venida del reino mesiánico, y luego este reino, que ocurrirá ciertamente en un tiempo indeterminado después del Diluvio.

Habla presuntamente la Sibila:

A.

¡Ay de ti, mísera Rodo! Por ti la primera, por ti lloraré.
Serás la primera de las ciudades, la primera que perecerás,
de hombres privada y carente de recursos.
¡Delos, tú emprenderás la navegación, y sobre el agua, inestable estarás!
¡Chipre, algún día te destruirán las olas del verdoso mar!
¡Sicilia, te incendiará el fuego ardiente que caerá sobre ti!
Hablo del agua de Dios, temible e invasora;
Noé será el único de entre los hombres que escapará fugitivo.
La tierra flotará, los montes flotarán, y también flotará el éter;
agua será todo y en las aguas todo perecerá.
Pero se detendrán los vientos y habrá una segunda era […].
Pero en el tercer lote, del ciclo de años de la tercera ogdóada,
se verá de nuevo otro mundo.
Y entonces el terrible olor a azufre se extenderá en derredor
anunciando la muerte, cuando aquellos perezcan
entre tinieblas y plagas.

B.

Entonces creará Él la mente pura
de los hombres y restaurará tu raza como antes fue.
Ya nadie trazará profundo surco con curvo arado;
los bueyes no hundirán en la tierra el hierro enderezador;
ya no habrá sarmientos ni espigas, sino que todos a una
comerán con blancos dientes el maná cubierto de rocío.
Con ellos estará también Dios, que les enseñará,
igual que a mí, mísera. Pues ¡cuántas malas acciones cometí antes […].
¡Ojalá me lapidéis! ¡Sí, lapidadme todos!
Pagaré así mis culpas y pondré mis ojos fijos en el cielo.



Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

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• Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata del siguiente tema:

“Los apóstoles en la literatura apócrifa”

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Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009)

Para obtener más información:

http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp

Saludos de nuevo.








Viernes, 11 de Septiembre 2009
Hoy escribe Gonzalo del Cerro

Añado ahora una visión sinóptica del uso concreto de los libros bíblicos en los cinco Hechos Apócrifos primitivos de los Apóstoles. En ella puede apreciarse la preferencia de los distintos autores por los textos bíblicos paralelos. Es fácilmente constatable, por ejemplo, la presencia preferencial de Mateo frente a otros evangelistas. Notamos las menciones de Pablo en sus Hechos así como en los Hechos de los Apóstoles de Lucas. Por razones obvias, me limito en este lugar a las citas textuales, las alusiones indudables y a los sucesos bíblicos. Las cifras enumeran las referencias usadas. Los datos pueden verse en nuestra edición de los Hechos Apócrifos de los Apóstoles, vol. I 87ss.

HEHOS DE ANDRÉS

Antiguo Testamento

Gén: …………………………………………………………………………… 8
Éx: ……………………………………………………………………………… 2
Dt: …………………………………………………………………………… .. 2
Jer: ……………………………………………………………………………... 1
Tob: ……………………………………………………………………………. 1

Nuevo Testamento

Mt y otros: …………………………………………………………………….. 25
Mt solo: ………………………………………………………………………... 4
Mc solo: ……………………………………………………………………….. 2
Lc solo: ………………………………………………………………………… 9
Jn solo: …………………………………………………………………………. 5
Hch: …………………………………………………………………………….. 10
Rom: …………………………………………………………………………….. 3
1 Cor: ……………………………………………………………………………. 7
2 Cor: ……………………………………………………………………………. 1
Gál: ……………………………………………………………………………… 3
Ef: ……………………………………………………………………………….. 6
Col: ……………………………………………………………………………… 3
1 Tim: …………………………………………………………………………… 3
2 Tim: ……………………………………………………………………………. 3
Heb: ……………………………………………………………………………… 1
Sant: ……………………………………………………………………………… 1
1 Pe: ………………………………………………………………………………. 2
1 Jn: ……………………………………………………………………………….. 2
Jds: ………………………………………………………………………………… 1
Ap: ………………………………………………………………………………… 1

HECHOS DE JUAN

Antiguo Testamento

Dt: …………………………………………………………………………………. 1
Is.: …………………………………………………………………………………. 1
Job: ………………………………………………………………………………… 1
Eclo: ……………………………………………………………………………….. 1

Nuevo Testamento

Mt y otros: ………………………………………………………………………... 35
Mt solo: …………………………………………………………………………… 10
Mc solo: …………………………………………………………………………... 4
Lc solo: ……………………………………………………………………………. 10
Jn solo: ……………………………………………………………………………. 20
Hch: ……………………………………………………………………………….. 5
Rom: ………………………………………………………………………………. 2
1 Cor: ……………………………………………………………………………… 6
2 Cor: ……………………………………………………………………………… 4
Gál: ………………………………………………………………………………… 1
Ef: …………………………………………………………………………………... 4
Flp: …………………………………………………………………………………. 1
1 Tim: ……………………………………………………………………………… 1
Tit: …………………………………………………………………………………. 2
Heb: ……………………………………………………………………………… . 1
Sant: ………………………………………………………………………………. 2
1 Pe: ………………………………………………………………………………. 2
2 Pe: ……………………………………………………………………………… 1
1 Jn: ………………………………………………………………………………… 4
Ap: …………………………………………………………………………………. 1

HECHOS DE PEDRO

Antiguo Testamento

Gén: …………………………………………………………………………….… 2
Éx: ………………………………………………………………………………… 1
Dt: ………………………………………………………………………………… 1
1 Re: ………………………………………………………………………………. 1
Sal: ………………………………………………………………………………… 3
Ecclo: ……………………………………………………………………………… 1
Am: ……………………………………………………………………………….. 1
Is: ……………………………………………………………………………… 7
Jer: ………………………………………………………………………….….. 2
Ez: ……………………………………………………………………………… 1
Dan: ……………………………………………………………………………. 2

Nuevo Testamento

Mt y otros: ……………………………………………………………………… 25
Mt solo: …………………………………………………………………………. 12
Lc solo: …………………………………………………………………………. 8
Jn solo: …………………………………………………………………………. 1
Hch: …………………………………………………………………………….. 29
Rom: ……………………………………………………………………………. 6
1 Cor: …………………………………………………………………………… 13
2 Cor: …………………………………………………………………………… 4
Gál: ……………………………………………………………………………… 8
Ef: ……………………………………………………………………………….. 3
Flp: ……………………………………………………………………………… 2
Col: ……………………………………………………………………………… 1
2 Tes: ……………………………………………………………………………. 1
1 Tim: …………………………………………………………………………… 2
2 Tim: …………………………………………………………………………… 2
1 Pe: ……………………………………………………………………………… 1
2 Pe: ……………………………………………………………………………… 2
1 Jn: ………………………………………………………………………………. 2

(Continuaremos otro día esta visión sinóptica).

Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro


Jueves, 10 de Septiembre 2009



Hoy escribe Antonio Piñero

Tema: El reino del mesías davídico en la tierra y su entorno. Hoy en el "Libro de los Jubileos" (del siglo II a.C.


El reino mesiánico (Jub 23,26-32; Apócrifos del Antiguo Testamento II 137-138)

El vidente, que reescribe el libro del Génesis, ve lo que ocurrirá después de la muerte de Abrahán. No indica cuándo: en un tiempo indeterminado al que precede una degeneración de la tierra y sus habitantes, y una perversión general de Israel. Dios suscitará a los gentiles contra su pueblo elegido, pero tras el castigo vendrá el tiempo mesiánico de la paz y la abundancia:

He aquí el texto:

En esos días [del reino mesiánico] los niños comenzarán a examinar las leyes y a estudiar los mandamientos, volviendo al camino de la justicia. Irán multiplicándose y creciendo las vidas de esos hombres, generación tras generación y día tras día, hasta que se acerquen sus vidas a los mil años y a muchos años de muchos días. No habrá anciano ni quien se canse de vivir, pues todos serán niños e infantes; pasarán todos sus días en salud y gozo, y vivirán sin que haya ningún demonio ni mal destructor, pues todos sus días serán de bendición y salud.

Entonces curará el Señor a sus siervos, que se alzarán y verán gran paz. Se dispersarán sus enemigos, y los justos verán y darán gracias, regocijándose por los siglos de los siglos viendo en el enemigo todo sus castigo y maldición. Sus huesos descansarán en la tierra, su espíritu se alegrará sobremanera, y sabrá que existe un Señor que cumple sentencia y otorga clemencia a los centenares y miríadas que lo aman. Y tú, Moisés, escribe estas palabras pues así está escrito y registrado en las tablas celestiales como testimonio de perpetuas generaciones.


Bendición mesiánicas a Leví y a Judá (Jubileos 31, 13-23; Apócrifos del Antiguo Testamento II 154)

Lo mismo que, posteriormente, el autor de los Testamentos de los XII Patriarcas, el visionario, que ha compuesto “El libro de los Jubileos, o de la distribución de los días”, ha recibido de Dios en visión qué es lo que preanunció el patriarca Isaac en su lecho de muerte. Isaac bendice a sus nietos –hijos de Jacob- Leví y Judá. Estas bendiciones justifican la idea –que los lectores ya conocen- de que junto al mesías político habrá un sacerdote que será el custodio de la recta interpretación de la Ley en el reino mesiánico y el vigilante de su cumplimiento.

He aquí el texto:

Se dirigió primero a Leví y comenzó a decir:

— El Dios de todos, Señor de toda la eternidad, te bendiga a ti y a tus hijos por toda la eternidad. El Señor te dé, y a ti y tu descendencia, gran inteligencia de su gloria y te acerque, a ti y a tu posteridad entre todos los mortales, para servir en su templo. Como los ángeles de la faz y como los santos, tal será la descendencia de tus hijos, para gloria, grandeza y santidad; engrandézcalos por toda la eternidad. Serán jueces, príncipes y señores de toda la descendencia de los hijos de Jacob; dirán con justicia la palabra del Señor, juzgarán justamente todos sus juicios, expondrán mis caminos a Jacob y mi senda a Israel; la bendición del Señor será puesta en su boca para bendecir a toda la descendencia del amado. Tu madre tedio el nombre de Leví, y con verdad te puso este nombre, pues próximo al Señor estarás y serás socio de todos los hijos de Jacob. Su mesa sea la tuya. Comed de ella tú y tus hijos; por todas las generaciones esté tu mesa llena y no falte tu sustento eternamente. Caigan ante ti cuantos te odien; sean desarraigados todos tus enemigos y perezcan: bendito sea quien te bendiga, y todo pueblo que te maldiga, maldito sea.

Y a Judá le digo:

— El Señor te dé fuerza y reciedumbre para hollar a cuantos te odien; sé tu soberano, y uno de tus descendientes de los hijos de Jacob. Que tu nombre y el de tus hijos se extienda por toda la tierra y sus ciudades. Entonces temerán los gentiles ante tu faz, se turbarán todas las naciones, y todo pueblo se conmoverá. Por ti será socorrido Jacob, y en ti se hallará la redención de Israel. El día en que te sientes en tu trono justo y glorioso, tendrá gran salvación toda la descendencia de los hijos del amado. Bendito quien te bendiga, y todos los que te odien, atormenten y maldigan, sean desarraigados, perezcan de la tierra y sean malditos. Volviéndose, lo besó nuevamente y abrazó, y se regocijó grandemente, pues había visto a los hijos de Jacob, sus hijos verdaderos. Saliendo Judá de su regazo, cayó prosternándose ante él, y los bendijo otra vez. Su padre descansó allí aquella noche, cerca de Isaac, y comieron y bebieron con gozo. Hizo dormir Isaac a los dos hijos de Jacob, uno a su diestra y otro a su siniestra, lo que le fue computado como acto justo.


Seguiremos con otros textos de la época.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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Miércoles, 9 de Septiembre 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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