NotasHoy escriben Florentino García Martínez y Antonio Piñero Tema: Dijimos en la postal del domingo anterior que precisaríamos en la entrega presente, qué debe entenderse hoy por apocalíptica judía. Luego, en una entrega posterior, veremos cómo distintos elementos provenientes de esta tradición apocalíptica aparecen en la predicación del Jesús histórico, y cómo entran así a formar parte de toda la teología cristiana. Como paso indispensable, es necesario por tanto precisar qué puede entenderse hoy día por la “tradición apocalíptica”. Como ayuda para este empeño diría que existen en castellano respuestas a esta cuestión, aunque desgraciadamente en textos que no creemos que sean ya accesibles comercialmente, sino en las Bibliotecas de Facultades y Seminarios de teología. Así: • Alejandro Díez Macho, que ofrece una visión sintética de la cuestión en el vol. 1 de la serie Apócrifos del Antiguo Testamento (Madrid, 1984) pp. 45-48, que es una Introducción a los apócrifos veterotestamentarios. • Florentino García Martínez ha escrito sobre apocalíptica desde la perspectiva de los textos qumránicos, “Encore l'Apocalyptique”: Journal for the Study of Judaism 17 (1986) 224-232; “La apocalíptica y Qumrán”, u[II Simposio Bíblico Español,] (véase más abajo)u pp. 603-613; “Les Traditions Apocalyptiques à Qumrán”, en C. Kappler (ed.) Apocalypses et Voyages dans l'au-delá, Cerf, París, 1987, 201-235. • Antonio Piñero, “La apocalíptica dentro de la literatura intertestamentaria. Panorámica general”, en II Simposio Bíblico Español (Valencia-Córdoba 1987) pp. 591-602, que contiene además una buena bibliografía hasta el momento. La concepción nebulosa e imprecisa de la apocalíptica que se refleja en el artículo de Käsemann -que hemos resumido y criticado en las postales anteriores- es característica de su época. En tal concepción predominaba la idea de que la apocalíptica era: • La combinación de los distintos elementos de contenido que pueden entresacarse de los distintos apocalipsis (entre los que predominaba la escatología), con • La adición de algunos elementos formales del lenguaje apocalíptico (como visiones, viajes celestes y raptos del ama), • El apunte hacia posibles elementos sociológicos, como los “conventículos” o grupos marginales de cristianos en los que la apocalíptica se habría desarrollado, etc., Esta idea general permitía prácticamente a cada autor (dependiendo del elemento que se considerara como predominante) presentar bajo el nombre de “apocalíptica” casi cualquier realidad o cualquier ideología dentro del ámbito de la teología judía helenística. Esta forma imprecisa y nebulosa de definir la apocalíptica culmina en 1970 con el libro de Klaus Koch, cuyo título expresa adecuadamente la posición de desamparo de la investigación ante el fenómeno de la apocalíptica: Ratlos vor der Apokalyptik (“Perplejo ante la aocalíptica”). Con esta obra comienza -a la vez- un período de reacción en el que se intenta salir de esa comprensión nebulosa e imprecisa para llegar a una definición más concreta de lo que es la apocalíptica. Esta reacción dura hasta 1979, fecha en la que aparecen simultáneamente -en primer luegar- un artículo de J. Carmignac: • Qu'est-ce que l'Apocalyptique? Son emploi à Qumrán”, Revue de Qoumran 10 (1979-81) 3-33.) • y el número 14 de la revista Semeia, editado por J. J. Collins, edicado por entero a presentar qué es la apocalíptica judía • Y los resultados de la investigación del Apocalypse Group de la asociación norteamericana que lleva el nombre de Society of Biblical Literature, • Y fecha también en la que se celebra en Upsala un gran congreso internacional dedicado a la apocalíptica. Las actas furon recogidas en D. Hellholm (ed.), Apocalypticism in the Mediterranean World and in the Near East. Proceedings of the International Conference on Apocalypticism. Uppsala, August 12-17, 1979: (Tubinga 1983). La consecuencia de esta reacción es clara: a partir de ese momento se separa la forma del contenido y se ofrece de la apocalíptica una definición que reduce el fenómeno a un puro género literario. Formulando crudamente esta reacción, podríamos decir que llega a las siguientes conclusiones: · la apocalíptica no existe; existen apocalipsis, que son obras literarias con ciertas características formales comunes que permiten definirlas como pertenecientes al género literario apocalíptico; · la sistematización de estas características podría en rigor definirse como “apocalipticismo”, pero el empleo de “apocalíptica” para designar una determinada escatología, o mesianismo, o cualquier otra “idea”, estaría fuera de lugar. Como se ve esto es pasarse a otro extremo. Del “panapocalipticismo” de los años sesenta se pasa a la eliminación de la apocalíptica en los años setenta. Seguiremos Saludos cordiales de Antonio Piñero. www.antoniopinero.com ……….. • Hoy en el “Blog de Antonio Piñero” se trata de mismo tema • Magíster de "Ciencias de las Religiones" Universidad PABLO DE OLAVIDE, Sevilla (Véase postal de 26-06-2009) Para obtener más información: http://www.upo.es/historia_antigua/master_religiones/index.jsp Saludos de nuevo.
Domingo, 18 de Octubre 2009
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Editado por
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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