CONO SUR: J. R. Elizondo

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¿Caballo de Troya para Alán García? José Rodríguez Elizondo

El dictamen de la Fiscal Mónica Maldonado, recomendando la extradición de Alberto Fujimori, marca un punto de inflexión en la siempre compleja relación chileno-peruana.

Cuando el prófugo ex presidente se nos coló, a fines de 2005, sabía que Ricardo Lagos y Alejandro Toledo se llevaban pésimo. Calculó, entonces, que el segundo no estaba en condiciones de pedir favores a lo compadre. Además, manejaba tres “datos técnicos”: difícilmente los jueces peruanos, con lo despelotados que lucían, armarían un expediente prolijo; difícilmente nuestra Corte Suprema lo extraditaría, pues su jurisprudencia había favorecido hasta a un nazi conspicuo, y difícilmente -en el peor de los casos- acogería las causales más graves, con lo cual un eventual proceso en Lima partiría livianito. Finalmente, él traía tatuado el emplazamiento de la embajada del Japón en Santiago. La variable “fuga al país de los ancestros” siempre ha estado en sus distintos planes B.

Con todo, Fujimori no computó un dato fundamental: desde 1973 y haciendo de la necesidad virtud, los chilenos nos acostumbramos a judicializar cualquier tipo de pleitos políticos. Si éste tenía que ver con el poder soberano del vecino Perú y lo iniciaba el gobierno de ese mismo Estado, pues no había más que hablar. El fallo marcaría el fortalecimiento o debilitamiento del gobernante peruano de turno y el éxito o fracaso del fugitivo impune. Pero, caiga quien cayera, los políticos harían el seguimiento.

Por lo señalado, hoy corresponde prever qué sucederá con la relación bilateral si la Corte Suprema concuerda, con Maldonado, en que los antecedentes son “demoledores”. Al respecto, la historia contemporánea del Perú dice que, con viveza criolla, prolijidad asiática y audacia de tahur, Fujimori violó los derechos humanos, ejerció el terrorismo de Estado y desinstitucionalizó al país, corrompiendo hasta a sus Fuerzas Armadas.

Por eso, analistas connotados califican a su régimen como “mafioso”. Sobre esas bases, un culto amigo limeño me comenta, por mail, que si se confirma el dictamen “la Justicia chilena se habrá anotado un poroto en mi país”. Pero, también advierte que “si el chino se fuga, sería la más grande vergüenza internacional para Chile”.

A contrapelo de ese amigo, la crónica política peruana ratifica que hasta las peores creaturas, comenzando por el bíblico Luzbel, tienen una masa crítica de respaldo. Según encuesta de este mes, de la Universidad de Lima, Fujimori luce el tercer lugar en “simpatía política”, con 11,8 %, a menos de un punto del Presidente Alan García (12,2%).

Ergo, para que la eventual extradición no se convierta en nuestro caballo de Troya para García, éste tendría que tomar a Fujimori por los cuernos, ambientando un gran proceso contra la impunidad de los dictadores. Establecería, así, un noble link con el gobierno de Michel Bachelet y revitalizaría, a nivel global, la causa de los derechos humanos.

Aquí, el ministro Urbano Marín ya comenzó a colaborar, disponiendo el arresto preventivo del procesado. Para seguridad adicional, le sugiero un perro labrador de punto fijo, que lo mantenga bien olfateado.

Publicado en La Tercera el 9.6.07

José Rodríguez Elizondo
Domingo, 10 de Junio 2007



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El analista, ex embajador en Israel y autor de “Las crisis vecinales del Gobierno de Lagos”, José Rodríguez Elizondo, considera “insólita” la diplomacia paralela deL Partido Socialista, critica la ausencia de una visión estratégica durante los pasados gobiernos y señala que, paradójicamente, las Fuerzas Armadas están contribuyendo mejor que los actores políticos a la distensión con los países limítrofes. Entrevista con José Rodrigiuez Elizondo publicada en La Nación Domingo el 3 de junio de 2007.



Entrevista realizada por Mirko Macari


-Camilo Escalona dijo que la Cancillería había fracasado en sus gestiones ante Argentina por el gas y que si no fuera por el PS nos habrían cortado hace rato el servicio. ¿Es cierto?

–Me parece muy sorprendente que un jefe político experimentado como Escalona haya dicho eso. ¿Lo dijo así?

–Sí, lo dijo en “Telenoche”, en Canal 13.

–Nunca va a haber una definición cierta de gracias a quién se consiguió que tuviéramos ducha caliente todavía. En ningún momento se puede decir que fue gracias a esta delegación, porque sería como un bofetón a la Cancillería.

–La delegación incluía al ministro del Trabajo, aparte de dirigentes y parlamentarios.

–Aquí hay una cosa insólita: un jefe político y sus acompañantes han establecido una diplomacia alternativa. Esta es una guerrilla política en un país que no es serio como se presume.

–¿A qué se refiere con que no es serio como se presume?

–Un país serio tiene una sola diplomacia de Estado. Esto no quita que existan diplomacias paralelas, pero éstas, para ser exitosas, deben ser secretas. Toda diplomacia paralela exitosa ha tenido que ser secreta.

–¿Debe ser secreta porque se realizan presiones inconfesables?

–La imagen de un país serio y ordenado es que sus instituciones funcionan, y la institucionalidad internacional está constituida por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Una diplomacia que públicamente asigna funciones que corresponden al canciller a políticos determinados se está disparando un tiro en los pies.

Luis Maira, el embajador en Argentina, dice que muchas diplomacias ayudan más que una.

–Muchas diplomacias ayudan más que una, siempre que no se sepa y que sean exitosas.

–¿Puede dar un ejemplo de diplomacia secreta?

–Para el conflicto de 1978 encomendaron al Mamo Contreras hacer gestiones paralelas a la Cancillería ante el Gobierno militar argentino. Iban en el mismo avión el canciller René Rojas y el Mamo Contreras, sin saber Rojas a qué iba Contreras. Ahí tenemos una gestión secreta fracasada, porque la cosa siguió peor que antes. Las grandes gestiones exitosas no tienen autoatribución. No se hacen para mayor gloria de un partido, sino que para mayor gloria del país. Y, por lo tanto, los que la hacen mueren en la rueda.

–El PS estaría tratando de evitar un mal mayor, como sería para el Gobierno una segunda crisis ciudadana después del Transantiago.

–Me parece pobre la explicación.

–¿No es compleja una segunda crisis que afecte directamente a las personas?

–Vamos a seguir con esta crisis durante mucho tiempo. Dependemos de la cantidad del frío que caiga sobre Argentina en primer lugar, y de la cantidad de gas disponible para los argentinos. Por lo tanto, ¿dónde está la victoria? Hemos seguido tal como estábamos.

–El conflicto pareció escalar a una pugna entre el PS y la DC, que salió a defender a su canciller.

–Nos tiene que doler mucho que no se esté respetando a la diplomacia como factor de Estado. Si la política exterior se vuelve parte de una guerrilla entre partidos de Gobierno corre el terrible riesgo de perder su respetabilidad como política de Estado. ¿Cómo vamos a convencer a la oposición política que respete una política de Estado, porque es una política de Cancillería, cuando se está atacando esa política desde el ángulo partidista interno de la Concertación?

–Se ha hablado mucho acerca de diferencias de apreciación entre Maira y Foxley sobre la agenda vecinal. ¿Qué lectura tiene usted?

–Soy amigo de Maira, y es uno de los políticos por quien tengo más respeto. En materias de política exterior sabe tanto o más que cualquiera, por lo tanto es posible que tenga sus propios diseños. Pero al mismo tiempo es embajador y está sujeto a la jerarquía de la Cancillería. La Presidenta de la República, frente a este tipo de problemas, debe decidir con cuál política exterior se queda: si con la de un asesor calificado o con la del canciller. Pero no puede mantener una dualidad en virtud de la cual el canciller esté funcionando con un rival obvio. La diplomacia es la otra ala de la seguridad nacional, y esto es como que el Jefe de Estado, visto que no le gusta como piensa un comandante en jefe, se reuniera sistemáticamente con su segundo, o con su tercero. Si se quiere una política alternativa a la del canciller es mejor cortar por lo sano y decir “pongamos al canciller que refleje mejor mi pensamiento”. Lo que no es aconsejable es una política que mantenga la tensión entre distintas posiciones al interior de la Cancillería, porque eso los debilita a todos.

–¿Que le parece la política hacia el vecindario que ha delineado Foxley?

–Foxley, en la medida que se ha ido compenetrando de su cargo, ha ido limando su arista economicista. Él está muy consciente de la necesidad de una mejor relación estratégica con Perú y Bolivia. Estamos con estos dos países en un nivel de relaciones muy superiores a las que hubo durante el Gobierno pasado. Y aunque “Epopeya” es un mal ejemplo, porque significó un caso de censura, el solo hecho de que el canciller de Perú se atreva a llamar al canciller de Chile para manifestarle esa preocupación ya habla de un nivel de relación distinto. Con respecto a Argentina, desgraciadamente, la situación no ha cambiado cualitativamente.

–¿Ha sido gasificada?

–Lagos gasificó la relación cuando declaró trizada la confianza con el Gobierno argentino por motivo del gas. Después entendió que había que zafarse de esta trampa y estableció la categoría que había que desgasificar la relación.

–Y va a seguir siendo una relación gasificada por un tiempo más, ¿no?

–Lo va a seguir siendo porque no hemos tenido la fuerza política necesaria para poner el énfasis en la relación integral y estratégica con Argentina, al margen del gas. Si nosotros, legalistas como somos, ponemos el énfasis en el protocolo gasífero del año 95, diciendo que no se nos puede cortar el gas, que hay que cumplir los contratos, los compromisos, etcétera, estamos demostrando nuestra gran vocación jurídica, pero desconociendo nuestra teoría económica de un mercado liberal: que los bienes escasos los distribuye el mercado y que en esos casos también operan desde el punto de vista de los Estados reguladores y la posibilidad de proteger más a los nacionales. Nos falta reflexionar fraternamente, diciendo “nosotros estamos muy asustados porque nos van a dejar sin ducha caliente, pero ya hay hogares argentinos que no la tienen”.


Subdesarrollo exitoso

–En el tema del gas, ¿dependemos sólo de la buena voluntad de los argentinos?

–Sí, pero si lo decimos así, en el sentido que no nos cumplieron el ciento por ciento del protocolo gasífero, estamos autoengañándonos. El convenio Frei-Menem nos dio un aprovisionamiento de gas natural baratísimo durante bastantes años, pero la gente que sabe sobre el tema en Chile conocía perfectamente el futuro de la industria gasífera argentina. No iba a ser un beneficio eterno. Vivianne Blanlot lo confirmó en estos días, se había manifestado reiteradamente por parte de los técnicos en la materia que Chile debía diversificar su matriz energética. Si alguna vez los chilenos aprendemos a ser un pelín autocríticos debe ser ahora: en vez de aprovechar la bonanza del gas argentino, ocupando ese tiempo para construir y diversificar nuestra matriz energética, esperamos resignadamente que llegara este tiempo muerto que ya estaba previsto por los técnicos.

–Blanlot señaló que hubo un excesivo peso de los empresarios en esas decisiones, y no una mirada de largo plazo respecto del problema.

–Le encuentro toda la razón a Vivianne Blanlot. Precisamente nos caracterizamos por poner en el mismo saco los intereses de los empresarios y los del Estado, pese a que son complementarios. Creo que en numerosas oportunidades se privilegió la perspectiva empresarial.

–Que siempre es dominada por la ganancia corta.

–La ganancia a corto plazo y sin una perspectiva del gran negocio, del “big business”, de ampliarlo, integrarlo horizontal y verticalmente. No ha habido lo que se llama en futurología tecnología de análisis del futuro.

–En ese sentido, lo del gas se suma en la falla a la hora de planificar temas como el Transantiago. ¿Carecen los grupos que toman decisiones de un pensamiento estratégico?

–Efectivamente, el Gobierno actual está sufriendo el impacto acumulado de todos los errores de planificación que venían del Gobierno anterior. Eso es cierto. No existe capacidad instalada en Chile para ir más allá de la planificación a corto plazo, que es lo que ocurre a nivel de los Estados desarrollados y de las grandes empresas. El complejo militar-industrial de Estados Unidos es el producto típico de un diseño de futuro de los civiles y de los militares. Y todo esto marca la diferencia con los países subdesarrollados. Nosotros no concebimos la visión de futuro más allá de la planificación burocrática, que tiene como plazo para verificarse el propio del Gobierno.

–Que es la siguiente elección.

–Y después que se las arregle el que salga. Pero hasta ahora no había sido extremadamente claro el problema. Con este cuarto Gobierno de la Concertación ya se cumple el mediano plazo y empezaron a caerse todas las planificaciones defectuosas. Y al caerse las planificaciones defectuosas quedó un poco en pelotas el edifico ideológico de las elites gobernantes.

–¿Eso pasa por la carencia de asociaciones público-privadas que consideren conocimiento de punta?

–Claro, todo confluye: una mala educación produce malos planificadores, malos planificadores producen desastres de diseño, etcétera.

–¿Podemos hablar del subdesarrollo exitoso, entonces?

–Mi tesis de siempre es que esto es el subdesarrollo exitoso. Precisamente, nosotros tenemos políticas de relumbrón, somos los mejores comparativamente con otros países de la región, pero nunca nos medimos con los países verdaderamente desarrollados, que es el método que deberíamos usar.

–A veces parece que la única institución que demuestra capacidad de desarrollar pensamiento estratégico son las Fuerzas Armadas. Mal que mal, dejaron el Gobierno el ’90 y mantuvieron el poder por bastante tiempo más.

–Los militares, por profesión, están obligados a pensar en el futuro. La estrategia es en síntesis una previsión de lo que puede suceder con respecto a la amenaza para un país, y académicamente han sido adiestrados para pensar en función de lo que puede suceder. Desde ese punto de vista, los militares, cuando han asumido el poder político en Chile, han tenido un éxito relativo y su estrategia les ha permitido salir de manera más o menos indemne. Esa capacidad instalada de los militares hoy la estamos viendo aplicada a su condición de apoyo de la política exterior. Juan Emilio Cheyre, en entrevista para este mismo diario, dijo que el Ejército era integracionista y que debía ser siempre un soporte firme de la política exterior del Estado. Con las mismas o parecidas palabras se han pronunciado Óscar Izurieta y el general Ortega. El Ejército le rinde un homenaje al héroe nacional boliviano Eduardo Abaroa. El almirante Codina viaja con la “Esmeralda” al Perú e instalan un busto de Prat allá, y le rinde homenaje a Grau el 21 de mayo, va a Bolivia y se viste como cholito boliviano para navegar en el lago Titicaca. El trabajo que han hecho los militares para mejorar nuestra relación con los vecinos ha sido comparativamente óptimo. Digo comparativamente en relación a la guerrilla que hay entre los políticos con cada iniciativa hacia los vecinos. LND

José Rodríguez Elizondo
Lunes, 4 de Junio 2007



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Bitácora

18votos
Peligrosa diplomacia del serrucho José Rodríguez Elizondo

Cuesta encontrar la racionalidad –si existe- del último y gasificado chasconeo concertacionista.

Por una parte y al filo del corte, el canciller Alejandro Foxley asegura que no habrá restricciones al consumo domiciliario de gas argentino. Por otra, senadores socialistas y un ministro parten a Buenos Aires, con publicidad, para asegurar exactamente lo mismo. Ante la extrañeza del personal, Camilo Escalona dice que esa gestión fue “decisiva” e “invaluable” y sugiere haberse adelantado a otro fracaso de la burocracia cancilleril.

La senadora Soledad Alvear defiende la estructura de la política exterior: Presidenta conduce, Cancillería ejecuta. El senador opositor Jovino Novoa la complementa, diciendo que no es función de los partidos garantizar el abastecimiento de gas ni los tratados internacionales. El socialista Luis Maira, puesto entre su partido y su deber como embajador en Argentina, reconoce, con nobleza, que él entrega su trabajo y lealtad a las orientaciones del canciller.

¿Estamos en Macondo o en el país serio de nuestra mitología?

En un país serio, todos asumen que diplomacia nacional hay una sola: la del Estado. Las diplomacias sectoriales –parlamentaria, partidista, militar, empresarial…- tienen casillas propias y su eventual ayuda a la oficial depende de su coordinación con la Cancillería. Además, existen los agentes secretos y ningún jefe de Estado renunciará a su capacidad de usarlos. En tal caso, la coordinación correrá por su cuenta y el canciller se hará el leso, pues un genuino James Bond no da entrevistas.

Sólo en tal contexto muchas diplomacias pueden ayudar más que una. Pero, en el caso de esos parlamentarios con plus ministerial, sucedió lo contrario: no fueron a ayudar sino a competir y lo que produjeron fue una mezcla de intromisión, jactancia y reproche contra la diplomacia del gobierno propio.

Ducha caliente

Agréguese que tal extravagancia regaló al Presidente argentino la posibilidad de desestabilizar al canciller chileno. Bastaría que Néstor Kirchner dijera que nos mantuvo la ducha caliente gracias a la impresión que esos políticos chilenos produjeron en su señora, para que Foxley quedara sin piso. Digamos, de paso, que si el canciller fuera Ignacio Walker, habría aprovechado la oportunidad.

Michelle Bachelet, desde Oslo, evaluó lo sucedido sólo a la luz del resultado parcial: si no hubo corte de gas, significa que “todos hemos hecho un esfuerzo importante y la Cancillería también”. Con ello, quiéralo o no (y hasta el próximo anuncio de corte) legitimó la guerrilla contra uno de sus dos ministros a cargo de políticas directamente vinculadas a la seguridad nacional.

Si la Presidenta quiso advertir que no se resigna a las debilidades de su Cancillería, escogió un remedio peor que la enfermedad, pues mostró un Estado sin cohesión. En efecto y metafóricamente, legitimar la “partidarización” de la relación con un país de importancia estratégica, equivale –en su lado B- a enviar señales disuasivas mediante fuerzas paramilitares.

En definitiva y para admiración de los bolivianos, Kirchner sacó a nuestra diplomacia de su casilla y hoy tiene a nuestro país por el caño.

(Publicado en La Tercera el 2.6.07)


José Rodríguez Elizondo
Domingo, 3 de Junio 2007



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Bitácora

19votos

El exiliado cubano Jacobo Mechaver acaba de publicar, en España, La dinastía Castro. En ese libro “revela” que Salvador Allende fue asesinado por un agente de Fidel Castro infiltrado en su equipo de seguridad, para evitar que se rindiera.

Todo indica que es un “refrito”. Otro libro con la misma hipótesis fue publicado, el año pasado, por el periodista francés Alain Ammar. Este identificó al sicario como Patricio de la Guardia, entonces importante jefe de los servicios secretos de Cuba.

Lo notable es que esta versión en dos libros viene a desmentir la elaborada por el propio Castro, en su discurso del 28 de septiembre de 1973. De acuerdo con ésta, Allende cayó en combate, tras destruir dos tanques y matar muchos “fascistas”.

Como hoy todos sabemos (al menos en Chile) que Allende se suicidó, que hasta sus enemigos reconocen su coraje y que ningún extranjero estuvo ese día en La Moneda… tanto la segunda como la tercera versión de su muerte parecen demenciales.

Pero, naturalmente, no es la búsqueda de la verdad lo que inquietaba al binomio Ammar-Mechaver ni a Castro. Ambas falsificaciones tienen su veneno en el objetivo político. Son éticamente reprochables, pero maquiavélicamente útiles.

Vista así, la nueva versión es un obvio artefacto de la disidencia cubana. Sus creativos -inspirados, al parecer, en jactancias del propio de la Guardia- quieren incriminar a Castro en uno de los temas históricos que más lo afectan: la verdad de su taimada relación con Allende y su proyecto de revolución sistémica. Despejado el tupido velo de los homenajes pos mortem al líder chileno, éste emerge como el temido rival estratégico del cubano.

En cuanto a la versión de Castro, basta rebovinar su discurso para descubrir que tenía dos objetivos encadenados. El primero, ratificar que la única estrategia válida para las izquierdas de la región seguía siendo la suya, pues “(hasta) los chilenos saben ya que no hay ninguna otra alternativa que la lucha armada revolucionaria”. A tal efecto, no servía la dignísima muerte real de Allende.

Doble juego

El Presidente debía tener una muerte revolucionariamente correcta (incluso con detalles que luego copiaría Gabriel García Márquez), con el fin de crear otro mito aleccionador. El segundo objetivo era cataclísmico. Como homenaje a ese Allende guevarizado, Castro sugería –para buenos entendedores- una guerra de liberación contra los militares chilenos, con los ejércitos del Perú y Argentina coaligados: “el imperialismo, al tomar el poder en Chile (...) amenaza por el oeste a Argentina y amenaza por el sur a Perú”.

Lo notable es que de la Guardia, por su posición en Chile, también era la fuente principal de la versión castrista. Por tanto, la ficción “oficial” debió pivotear sobre los dichos o informes de ese agente especial. Y aquí topamos con el enigma personalizado: ese testigo estelar y doblemente estratégico, hoy está vivo pero mudo. No puede desmentir, públicamente, ni las jactancias que le atribuyen los exiliados cubanos ni la épica versión de Castro.

Está condenado a 30 años de cárcel (lleva 17), en el marco del célebre proceso contra el general Arnaldo Ochoa. Como se sabe, dicho juicio culminó con el fusilamiento del propio Ochoa y de Antonio, el hermano mellizo de de la Guardia.

En este contexto, los disidentes han propinado a Castro un sinuoso jaque mate. Si el líder quisiera desmentir la grave acusación de haber mandado asesinar a Allende, tendría que reconocer su propia mentira o insistir en ella … lo que hoy resulta impresentable.

Visto así el tema, mi pronóstico es cervantino: al buen callar llaman, Sancho. Total, Castro ya se absolvió ante la Historia.

(Publicado en La República el 22.5.07)

José Rodríguez Elizondo
Jueves, 24 de Mayo 2007



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Bitácora

21votos
Epopeya y la agenda del pasado José Rodríguez Elizondo

Escribo mientras espero el inicio de Epopeya -la teleserie chilena sobre la Guerra del Pacífico- y confieso que, pese a no compartir el criterio que indujo su postergación, comprendo la inquietud de las Cancillerías.

Es que, desde el Tratado de Paz y Amistad de 1929, hemos vivido como si este instrumento sólo estableciera una tregua. Es decir, un estatus desconfiado que aserrucha el piso a las agendas de futuro o las limita a los solos acuerdos comerciales … que, a su vez, crean nuevas desconfianzas.

Por eso, pocos líderes nuestros han osado formular, sin sesgo, la pregunta sobre el verdadero interés nacional comprometido: ¿cuán funcional para el desarrollo de Chile y el Perú es un statu quo levantado sobre bases tan precarias?

De manera tácita, es una pregunta con dos tesis. Primera, la defunción teórica de la doctrina de la guerra eterna, prevaleciente en el siglo XIX. Esa que obligaba al vencedor a dormir con un ojo abierto, para prevenir la revancha del vencido e inducía a éste a esperar que su enemigo durmiera, para vengarse. Segunda, la mutación de la doctrina de guerra en doctrina de defensa, conectada con el objetivo de una “paz mejor”. Es la tesis que sobrevino al fin de la segunda guerra mundial y comenzó a cuajar con el Plan Marshall.

Nuestro problema radica en que los líderes democráticos chilenos y peruanos no han encontrado el espacio ni la coyuntura para impulsar una relación que sustituya el recelo por la colaboración. Y esto no sólo por la presencia activa de nacionalismos belicosos, sino porque la mitad del tiempo, por lo menos, ha habido una dictadura en el binomio. Y las dictaduras, como se sabe, necesitan enemigos para afirmarse.

Mercado y globalización

Por eso no hay doctrinas, estrategias ni políticas integracionistas. Nadie quiere pagar el costo de asumirlas y muchos delegan ese trabajo en la automaticidad del mercado y en la globalización. Quieren creer que bastan esos factores para que el statu quo se desplace hacia la amistad prometida en 1929. Semipiensan que, con el fin de la guerra fría y el improbable fin de la Historia, las cuestiones de límites quedaron fuera de foco, las hipótesis de conflicto se extinguieron y la diplomacia ya puede volcarse a las solas relaciones económicas.

Pero los porfiados hechos vuelven a demostrar que el pasadismo no admite escapismos. Por eso, después de haberse querido tanto, Ricardo Lagos y Alejandro Toledo terminaron aborreciéndose,. Este no perdonó la pasividad del primero en el empresarial “caso Lucchetti” y Lagos despertó del utopismo mercadista con el fiasco del gasoducto para Bolivia (ése que Toledo convirtió en una licitación binacional con alto contenido político). Luego siguieron incidentes en cadena, que hipotecaron la gestión de sus sucesores y dieron base para volver a fojas cero.

Así, Michelle Bachelet hoy enfrenta la vieja agenda de los límites contestados y Alan García la asume (a la agenda). Paralelamente, La Haya y el arbitraje de los EE.UU aparecen en el horizonte, mientras se aleja la posibilidad de un desarrollo democrático cooperativo, con una fraternal joint venture por los mercados del Asia Pacífico. Con el nacionalismo hemos vuelto a topar, Sancho.

Ahí está (creo) el back ground que indujo al canciller peruano a manifestar su inquietud respecto a Epopeya. Afirman mi sospecha un par de diaporamas made in Peru, que circulan por correo electrónico. Estos productos, cuya distribución masiva está asegurada por la tecnología de internet, no se limitan a “revisitar” una guerra del siglo XIX. Aunque parezca problemático y febril, están dirigidos a reclutar voluntarios para combatir, en este siglo XXI, contra “la mafia cívico-militar chilena, encabezada por Michelle Bachelet”.


Publicado en La República el 8 de mayo 2007.

José Rodríguez Elizondo
Martes, 8 de Mayo 2007



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Editado por
José Rodríguez Elizondo
Ardiel Martinez
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.





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