Bitácora
Peligrosa diplomacia del serrucho
José Rodríguez Elizondo
Cuesta encontrar la racionalidad –si existe- del último y gasificado chasconeo concertacionista.
Por una parte y al filo del corte, el canciller Alejandro Foxley asegura que no habrá restricciones al consumo domiciliario de gas argentino. Por otra, senadores socialistas y un ministro parten a Buenos Aires, con publicidad, para asegurar exactamente lo mismo. Ante la extrañeza del personal, Camilo Escalona dice que esa gestión fue “decisiva” e “invaluable” y sugiere haberse adelantado a otro fracaso de la burocracia cancilleril.
La senadora Soledad Alvear defiende la estructura de la política exterior: Presidenta conduce, Cancillería ejecuta. El senador opositor Jovino Novoa la complementa, diciendo que no es función de los partidos garantizar el abastecimiento de gas ni los tratados internacionales. El socialista Luis Maira, puesto entre su partido y su deber como embajador en Argentina, reconoce, con nobleza, que él entrega su trabajo y lealtad a las orientaciones del canciller.
¿Estamos en Macondo o en el país serio de nuestra mitología?
En un país serio, todos asumen que diplomacia nacional hay una sola: la del Estado. Las diplomacias sectoriales –parlamentaria, partidista, militar, empresarial…- tienen casillas propias y su eventual ayuda a la oficial depende de su coordinación con la Cancillería. Además, existen los agentes secretos y ningún jefe de Estado renunciará a su capacidad de usarlos. En tal caso, la coordinación correrá por su cuenta y el canciller se hará el leso, pues un genuino James Bond no da entrevistas.
Sólo en tal contexto muchas diplomacias pueden ayudar más que una. Pero, en el caso de esos parlamentarios con plus ministerial, sucedió lo contrario: no fueron a ayudar sino a competir y lo que produjeron fue una mezcla de intromisión, jactancia y reproche contra la diplomacia del gobierno propio.
Ducha caliente
Agréguese que tal extravagancia regaló al Presidente argentino la posibilidad de desestabilizar al canciller chileno. Bastaría que Néstor Kirchner dijera que nos mantuvo la ducha caliente gracias a la impresión que esos políticos chilenos produjeron en su señora, para que Foxley quedara sin piso. Digamos, de paso, que si el canciller fuera Ignacio Walker, habría aprovechado la oportunidad.
Michelle Bachelet, desde Oslo, evaluó lo sucedido sólo a la luz del resultado parcial: si no hubo corte de gas, significa que “todos hemos hecho un esfuerzo importante y la Cancillería también”. Con ello, quiéralo o no (y hasta el próximo anuncio de corte) legitimó la guerrilla contra uno de sus dos ministros a cargo de políticas directamente vinculadas a la seguridad nacional.
Si la Presidenta quiso advertir que no se resigna a las debilidades de su Cancillería, escogió un remedio peor que la enfermedad, pues mostró un Estado sin cohesión. En efecto y metafóricamente, legitimar la “partidarización” de la relación con un país de importancia estratégica, equivale –en su lado B- a enviar señales disuasivas mediante fuerzas paramilitares.
En definitiva y para admiración de los bolivianos, Kirchner sacó a nuestra diplomacia de su casilla y hoy tiene a nuestro país por el caño.
(Publicado en La Tercera el 2.6.07)
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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