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Blog de Tendencias21 sobre las implicaciones sociales del avance científico, tecnológico y biomédico.
La gran desgracia medioambiental ocurrida en Japón vuelve a poner en tela de juicio a los riesgos que son necesarios asumir a la hora de apostas por la energía nuclear. Indudablemente, estas energías tienen ventajas respecto a las energías alternativas. Ahora bien, si hablamos de riesgos las dudas se disparan.
El desastre sucedido en Japón ha reabierto el debate sobre la idoneidad o no de apostar por la energía nuclear. En este sentido los políticos españoles se han colocado en sus respectivos lugares en la contienda dialéctica. Como es bien sabido el Partido Popular apuesta por esta opción energética, los partidos ecologistas se han colocado en el bando contrario, mientras que el Partido Socialista parece mantener un planteamiento más relativista y, en cierto modo, pragmático. De hecho, la Vicepresidenta Dña. Elena Salgado ha afirmado que no deberían ser tomadas decisiones basándose en lo que acaba de suceder en Japón.
Bien. La energía nuclear es una de las que permitirían obtener energía de un modo relativamente barato. Esto hace que sea una opción muy relevante para la sociedad española ya que permitiría que la economía fuese más competitiva. No obstante, como sucede siempre con cualquier tipo de opción tecnológica, se generan una serie de riesgos potenciales que deben ser asumidos.
Precisamente, en este último sentido, es por donde provienen las principales críticas a esta energía. Las energías renovables son caras, pero el nivel de riesgos que es necesario asumir es mínimo. Supongamos que en España ocurriese un gran temporal de viento que haga que las placas solares de una planta o que un molino de viento salga volando y destroce un gran número de casas. En este caso, el riesgo potencial a nivel genético es inexistente mientras que el caso de la energía nuclear es algo que siempre está presente.
Sinceramente, no tengo nada claro cual el la decisión adecuada y qué es lo que debe hacerse a nivel político. Pero, ciertamente, lo que es innegable es que cualquiera de las dos opciones tienen ventajas y desventajas, lo que implica que ninguna de ellas es totalmente correcta o incorrecta. La cuestión está en saber cuales son los riesgos que vamos a asumir tanto a nivel estatal y a nivel internacional (recuérdese que si hubiese un problema en una potencial planta cerca de la frontera con Portugal la radiación también afectaría a ese país).
La complejidad de la situación es grande y la asunción de riesgos es algo inherente a las sociedades actuales y a los procesos tecnológicos.
Bien. La energía nuclear es una de las que permitirían obtener energía de un modo relativamente barato. Esto hace que sea una opción muy relevante para la sociedad española ya que permitiría que la economía fuese más competitiva. No obstante, como sucede siempre con cualquier tipo de opción tecnológica, se generan una serie de riesgos potenciales que deben ser asumidos.
Precisamente, en este último sentido, es por donde provienen las principales críticas a esta energía. Las energías renovables son caras, pero el nivel de riesgos que es necesario asumir es mínimo. Supongamos que en España ocurriese un gran temporal de viento que haga que las placas solares de una planta o que un molino de viento salga volando y destroce un gran número de casas. En este caso, el riesgo potencial a nivel genético es inexistente mientras que el caso de la energía nuclear es algo que siempre está presente.
Sinceramente, no tengo nada claro cual el la decisión adecuada y qué es lo que debe hacerse a nivel político. Pero, ciertamente, lo que es innegable es que cualquiera de las dos opciones tienen ventajas y desventajas, lo que implica que ninguna de ellas es totalmente correcta o incorrecta. La cuestión está en saber cuales son los riesgos que vamos a asumir tanto a nivel estatal y a nivel internacional (recuérdese que si hubiese un problema en una potencial planta cerca de la frontera con Portugal la radiación también afectaría a ese país).
La complejidad de la situación es grande y la asunción de riesgos es algo inherente a las sociedades actuales y a los procesos tecnológicos.
Entramos en nuestro coche, preparamos la ruta que nos disponemos a transitar en el GPS, activamos el dispositivo de control de velocidad, el aire climatizado y el vídeo para nuestro hijo. ¡Todo está activado! Ahora, ¿qué sucede si queremos variar algo sin tener en cuenta a la máquina?
Salpicadero del nuevo Peugeot 508
Los ejemplos que acabamos de poner nos dan idea de cómo funcionan las máquinas, de cuales son las actividades, ¿innovaciones?, que nos permiten hacer. La máquina es limitada está pensada y configurada para desarrollar una serie de acciones preprogramadas. De hecho, si el control de velocidad lo colocamos a una velocidad de 120 Km/h la orden no variará a no ser que la anulemos. En caso contrario la máquina nos advertirá que no estamos en la velocidad indicada. Esto nos hace pensar que aquellos que tienen sus expectativas puestas en la famosa IA, inteligencia artificial, se van a ver decepcionados por lo menos durante mucho tiempo.
El ordenador es capaz de procesar grandes cantidades de información pero carece de capacidad de creación y de innovación. Algunas personas consideran que incorporándole una gran cantidad de algoritmos que les permitan manejar y "tomar decisiones" les harán estar más cerca de lo que nosotros somos.
El debate está abierto y al rojo vivo. Veremos si con el paso del tiempo lograremos hacer que de una estructura inorgánica, determinada en sus acciones y dogmática se pase a una estructura semi-orgánica (cyborg maquinal), con capacidad de innovación y de ser libre tanto en sus acciones como en sus decisiones.
Creo que es más factible que en lugar de lograr que las máquinas se asemejen a seres humanos, lo que va a ir sucediendo con el paso del tiempo es que el ser humano será cada vez algo más semejante a una máquina de lo que es en la actualidad. En este sentido ya hemos hablado del cyborg en otra ocasión. Posiblemente en este concepto esté nuestro propio futuro.
El ordenador es capaz de procesar grandes cantidades de información pero carece de capacidad de creación y de innovación. Algunas personas consideran que incorporándole una gran cantidad de algoritmos que les permitan manejar y "tomar decisiones" les harán estar más cerca de lo que nosotros somos.
El debate está abierto y al rojo vivo. Veremos si con el paso del tiempo lograremos hacer que de una estructura inorgánica, determinada en sus acciones y dogmática se pase a una estructura semi-orgánica (cyborg maquinal), con capacidad de innovación y de ser libre tanto en sus acciones como en sus decisiones.
Creo que es más factible que en lugar de lograr que las máquinas se asemejen a seres humanos, lo que va a ir sucediendo con el paso del tiempo es que el ser humano será cada vez algo más semejante a una máquina de lo que es en la actualidad. En este sentido ya hemos hablado del cyborg en otra ocasión. Posiblemente en este concepto esté nuestro propio futuro.
En la sección Cielo Único de esta publicación digital he escrito un artículo sobre cómo afecta el incremento del precio de los carburantes a la navegación aérea. En nuestra vida diaria podemos comprobar que esto también afecta a nuestro comportamiento social y ambiental.
Cuando nos acercamos a una gasolinera para rellenar comprobamos con estupor que el dinero que empleábamos para llenar el depósito ahora, casi (y exagerando un poco) nos queda a medias. Esto hace que el dinero que previsíblemente íbamos a emplear en nuestro medio de locomoción no sea suficiente para nuestras actividades diarias. Tenemos dos opciones: una, reducir el gasto por otro lado y dedicarlo a este fin o bien, dos, cambiar nuestro modo de transporte.
Muchas de las personas que estáis leyendo este texto estaréis pensando que la opción segunda es, quizás, la más viable en ámbito urbano. En cambio, si por tu trabajo necesitas desplazarte a menudo no tienes más remedio que reducir gastos en otras cosas.
Sea como lo sea, lo cierto es que nuestros comportamientos cambian. Si no estamos dispuestos a gastar más dinero en carburante, tomaremos la opción de usar la bicicleta, el autobús, el tren o caminar, entre otras opciones. Todas estas opciones tienen el gran beneficio de ser mejores a nivel medio ambiental ya que siempre van a implicar un menor gasto de carburante y una menor cantidad de emisión de dióxido de carbono (entre otras sustancias) a la atmósfera. El gran inconveniente que generan es una enorme cantidad de tiempo gastada en la espera del autobús, en llegar al metro, en el traslado en bicicleta, etc. Téngase presente que actualmente el tiempo es dinero y, a no ser que seamos personas que disponemos del tiempo al libre albedrío, el gasto de tiempo que empleemos en nuestro transporte diario resulta tener gran importancia. Por esta razón es posible que, a causa de todo esto, el debate sobre el estado del transporte público volverá a cobrar fuerza, puesto que los ciudadanos comprobarán, al usarlo a menudo, los problemas existentes.
Fijémonos ahora en la segunda opción: No podemos reducir nuestro uso del automóvil. En ese caso, como dije antes, nos vemos en la obligación de derivar cierta cantidad de dinero para este fin (algo que antes no hacíamos). No obstante, también es posible que pensemos que podemos minimizar este impacto económico si, por ejemplo, repostamos con un carburante menos eficiente. De esta manera nos ahorraremos algo de dinero y el impacto económico no será tan grande. El problema de esta opción es que eso va a traer consigo un efecto medioambiental, ya que las emisiones de estos carburantes de segundo nivel son mayores.
Cabe la posibilidad de que esto haya sido pensado por los responsables del Gobierno del Estado, y con el objetivo de tamponar el uso de carburantes menos eficientes, hayan tomado la opción de reducir la velocidad máxima en las grandes vías de transporte. Aunque también cabe la posibilidad, como se ha afirmado en distintos medios, de que sea por afán recaudatorio. No lo sé. Con el paso del tiempo comprobaremos en que queda la cosa.
Muchas de las personas que estáis leyendo este texto estaréis pensando que la opción segunda es, quizás, la más viable en ámbito urbano. En cambio, si por tu trabajo necesitas desplazarte a menudo no tienes más remedio que reducir gastos en otras cosas.
Sea como lo sea, lo cierto es que nuestros comportamientos cambian. Si no estamos dispuestos a gastar más dinero en carburante, tomaremos la opción de usar la bicicleta, el autobús, el tren o caminar, entre otras opciones. Todas estas opciones tienen el gran beneficio de ser mejores a nivel medio ambiental ya que siempre van a implicar un menor gasto de carburante y una menor cantidad de emisión de dióxido de carbono (entre otras sustancias) a la atmósfera. El gran inconveniente que generan es una enorme cantidad de tiempo gastada en la espera del autobús, en llegar al metro, en el traslado en bicicleta, etc. Téngase presente que actualmente el tiempo es dinero y, a no ser que seamos personas que disponemos del tiempo al libre albedrío, el gasto de tiempo que empleemos en nuestro transporte diario resulta tener gran importancia. Por esta razón es posible que, a causa de todo esto, el debate sobre el estado del transporte público volverá a cobrar fuerza, puesto que los ciudadanos comprobarán, al usarlo a menudo, los problemas existentes.
Fijémonos ahora en la segunda opción: No podemos reducir nuestro uso del automóvil. En ese caso, como dije antes, nos vemos en la obligación de derivar cierta cantidad de dinero para este fin (algo que antes no hacíamos). No obstante, también es posible que pensemos que podemos minimizar este impacto económico si, por ejemplo, repostamos con un carburante menos eficiente. De esta manera nos ahorraremos algo de dinero y el impacto económico no será tan grande. El problema de esta opción es que eso va a traer consigo un efecto medioambiental, ya que las emisiones de estos carburantes de segundo nivel son mayores.
Cabe la posibilidad de que esto haya sido pensado por los responsables del Gobierno del Estado, y con el objetivo de tamponar el uso de carburantes menos eficientes, hayan tomado la opción de reducir la velocidad máxima en las grandes vías de transporte. Aunque también cabe la posibilidad, como se ha afirmado en distintos medios, de que sea por afán recaudatorio. No lo sé. Con el paso del tiempo comprobaremos en que queda la cosa.
Miércoles, 2 de Marzo 2011
Durante muchos años parecía que los estudios sobre la tecnociencia y la persona se encaminaban por ámbitos separados e incluso tenían intereses divergentes. En los últimos tiempos algunos autores se han propuesto estudiar las relaciones existentes entre ambas. Gracias a esto el paradigma convencional está cambiando.
Hemos dicho muchas veces en Tecnohuma@ que los humanos hemos ido transformando nuestro entorno, nuestras sociedades e incluso a nosotros mismos. Con el paso de los años la humanidad ha pasado de estar configuradas por sociedades poco dependientes de la tecnología, a ser sociedades profundamente condicionadas por el desarrollo científico-tecnológico y, recientemente, a ser tecnocientíficamente dependiente. A su vez, y como es obvio, el devenir de las sociedades mal llamadas occidentales es lo que ha generado el desarrollo y la implementación de actividades tales como la tecnociencia.
Un poco de historia
Con la Revolución Industrial, y gracias al capitalismo, se produce un gran empuje en el desarrollo tecnológico entrando la civilización «occidental» en un nuevo paradigma. Posteriormente, y ya en el siglo XX, se empieza a ver a la tecnología profundamente vinculada con el desarrollo científico comenzándose a hablar —a mediados de los 70— de tecnociencia.
Los progresos tecnológicos del siglo XX han generado una mutación social a un nivel extraordinario. Las nuevas fuentes de energía, la síntesis de nuevos materiales con propiedades insospechadas, la tecnología láser o la biotecnología han invadido todos los ámbitos de la vida humana provocando que el gran sistema social se encuentre articulado, como nunca, en torno a la actividad tecnológica. A su vez, la actividad tecnológica nunca había tenido una repercusión tan notoria en la estructura de ese gran sistema
Coda
Esta actividad se ha ido institucionalizando trayendo consigo lo que se ha denominado como sistema tecnocientífico, uno de los principales subsistemas del gran sistema social. A día de hoy la tecnociencia es un complejo contexto interpenetrado por un entorno plural y diverso constituido por diversos subsistemas del gran sistema social: económico, político, religioso, etc.
Habitualmente las interpenetraciones mas estudiadas son las relativas al doblete tecnociencia-economía, tecnociencia-sociedad, tecnociencia-política, tecnociencia-educación, etc. Asimismo se han realizado diversos estudios sobre ética tecnocientífica de gran impacto académico y social (Echeverría, Murillo, Valero, etc.). Sin embargo son muy escasos los trabajos que se han ocupado de esbozar la interpenetración entre el sistema tecnocientífico y el sistema personal. En el libro La comprensión de la tecnociencia se ha comenzado a analizar este tipo de enfoques pese al gran problema que esto supone. Convendría seguir ahondando en este tipo de aproximaciones.
Un poco de historia
Con la Revolución Industrial, y gracias al capitalismo, se produce un gran empuje en el desarrollo tecnológico entrando la civilización «occidental» en un nuevo paradigma. Posteriormente, y ya en el siglo XX, se empieza a ver a la tecnología profundamente vinculada con el desarrollo científico comenzándose a hablar —a mediados de los 70— de tecnociencia.
Los progresos tecnológicos del siglo XX han generado una mutación social a un nivel extraordinario. Las nuevas fuentes de energía, la síntesis de nuevos materiales con propiedades insospechadas, la tecnología láser o la biotecnología han invadido todos los ámbitos de la vida humana provocando que el gran sistema social se encuentre articulado, como nunca, en torno a la actividad tecnológica. A su vez, la actividad tecnológica nunca había tenido una repercusión tan notoria en la estructura de ese gran sistema
Coda
Esta actividad se ha ido institucionalizando trayendo consigo lo que se ha denominado como sistema tecnocientífico, uno de los principales subsistemas del gran sistema social. A día de hoy la tecnociencia es un complejo contexto interpenetrado por un entorno plural y diverso constituido por diversos subsistemas del gran sistema social: económico, político, religioso, etc.
Habitualmente las interpenetraciones mas estudiadas son las relativas al doblete tecnociencia-economía, tecnociencia-sociedad, tecnociencia-política, tecnociencia-educación, etc. Asimismo se han realizado diversos estudios sobre ética tecnocientífica de gran impacto académico y social (Echeverría, Murillo, Valero, etc.). Sin embargo son muy escasos los trabajos que se han ocupado de esbozar la interpenetración entre el sistema tecnocientífico y el sistema personal. En el libro La comprensión de la tecnociencia se ha comenzado a analizar este tipo de enfoques pese al gran problema que esto supone. Convendría seguir ahondando en este tipo de aproximaciones.
Jueves, 10 de Febrero 2011
La red de redes ha hecho que el clásico sistema de comercio haya cambiado su cara. La posibilidad de comprar en casa, de gestionar una empresa desde la taza del váter o de comercializar productos virtuales desde empresas virtuales ha dado un vuelco a la realidad comercial. No obstante, esto también implica una disminución de las relaciones personales que pueden traer consigo graves problemas sociales.
Hace poco comentábamos aquí, en Tecnohuman@, que Internet se había convertido en un factor de cambio social muy relevante. Esto no sólo proviene del hecho de que la red de redes fuese concebida, en su forma actual (y no como fue ideada originariamente), como un intercambio libre de información en la que no existe ninguna regulación gubernamental, empresarial, grupal o individual. Internet ha traído consigo que las personas se hayan convertido en lo que Igor Sádaba denomina como cyborg comunicacional. Es decir, ahora nuestras comunicaciones están siempre mediadas por un artefacto tecnológico. Pero no sólo eso, la adquisición de información también se realiza a través de la red. Incluso, tal y como afirma la epistemóloga Esther Díaz, muchas de nuestras relaciones sexuales están mediadas por la red de redes, tanto es así que las webs pornográficas son muy visitadas, la posibilidad de que se produzca una relación sexual voyeur es factible gracias a las webcams, etc.
Por otro lado, Internet también ha cambiado sustancialmente el sistema productivo. Ahora es posible que una persona o un pequeño grupo de personas gestionen una empresa desde su domicilio sin necesidad de que su empresa tenga un lugar físico. Es posible, también, que un hacker ponga en jaque a una gran empresa obligando a esta a contratar a otros hackers para evitar ataques informáticos de ellos mismos. Llevando la argumentación al límite de la demencia, también es factible que una empresa que no existe en el mundo físico produzca artículos de consumo que no serán nunca tangibles, son requeridos por otra empresa que tampoco está materializada más que en una serie de documentos legales. Lo que hace que pueda darse el caso, repito yendo al extremo, que un ordenador con un programa informático se convierta en una empresa que se limita a seguir una serie de órdenes recibidas on-line y que, sin mediar persona alguna, desarrolle una determinada venta de un producto preestablecido (un software concreto del tipo de cualquier programa informático estándar) y requiera la transacción económica oportuna sin que ninguna persona haya mediado en el desarrollo final de esta venta.
Pero volvamos a poner los pies en el suelo (no somos Neo. Lo que está siendo innegable es que Internet y el comercio electrónico afecta a muchos intermediarios clásicos e incluso a los propios comerciales. Ello es debido a que la red favorece una especie de contacto directo productor-consumidor, haciendo que el primero sepa de primera mano la satisfacción que tiene su producto y el consumidor tenga la opción de quejarse y hacer sugerencias al otro. Además, y como muchos de nosotros ya hacemos, Internet ha mejorado la eficiencia económica de los productos ya que ha provocado un descenso en los precios de los consumibles.
Estos aspectos que estamos comentando, y como siempre decimos, están generando grandes beneficios para buena parte de la población pero también cambia el mercado de trabajo y minimiza las relaciones personales. Esto último es un enorme riesgo que no podemos dejar de tener en cuenta a la hora de ver cual queremos que sea el desarrollo de nuestra sociedad. Pero este tema lo comentaremos en otra ocasión.
Por otro lado, Internet también ha cambiado sustancialmente el sistema productivo. Ahora es posible que una persona o un pequeño grupo de personas gestionen una empresa desde su domicilio sin necesidad de que su empresa tenga un lugar físico. Es posible, también, que un hacker ponga en jaque a una gran empresa obligando a esta a contratar a otros hackers para evitar ataques informáticos de ellos mismos. Llevando la argumentación al límite de la demencia, también es factible que una empresa que no existe en el mundo físico produzca artículos de consumo que no serán nunca tangibles, son requeridos por otra empresa que tampoco está materializada más que en una serie de documentos legales. Lo que hace que pueda darse el caso, repito yendo al extremo, que un ordenador con un programa informático se convierta en una empresa que se limita a seguir una serie de órdenes recibidas on-line y que, sin mediar persona alguna, desarrolle una determinada venta de un producto preestablecido (un software concreto del tipo de cualquier programa informático estándar) y requiera la transacción económica oportuna sin que ninguna persona haya mediado en el desarrollo final de esta venta.
Pero volvamos a poner los pies en el suelo (no somos Neo. Lo que está siendo innegable es que Internet y el comercio electrónico afecta a muchos intermediarios clásicos e incluso a los propios comerciales. Ello es debido a que la red favorece una especie de contacto directo productor-consumidor, haciendo que el primero sepa de primera mano la satisfacción que tiene su producto y el consumidor tenga la opción de quejarse y hacer sugerencias al otro. Además, y como muchos de nosotros ya hacemos, Internet ha mejorado la eficiencia económica de los productos ya que ha provocado un descenso en los precios de los consumibles.
Estos aspectos que estamos comentando, y como siempre decimos, están generando grandes beneficios para buena parte de la población pero también cambia el mercado de trabajo y minimiza las relaciones personales. Esto último es un enorme riesgo que no podemos dejar de tener en cuenta a la hora de ver cual queremos que sea el desarrollo de nuestra sociedad. Pero este tema lo comentaremos en otra ocasión.
Lunes, 7 de Febrero 2011
La tecnociencia es uno de los factores de mayor impacto en la actualidad que puede tener consecuencias positivas y negativas. En el presente blog vamos a intentar hacernos eco, de una manera crítica, de los posibles impactos sociales de ésta en la sociedad y en la población
La tecnociencia es parte de la cultura humana que puede tener consecuencias positivas y negativas. No sólo eso, esta actividad puede ser empleada con una determinada utilidad y hacer que la cultura tecnocientífica se convierta en un factor de discriminación.
Recordemos que haciendo una retrospectiva histórica se percibe que la sociedad se ha visto bombardeada por un amplio elenco de discursos humanos apoyándose en cultura con un único objetivo: el rechazo al otro y a lo ajeno. Esto puede ser denominado como etnocentrismo, aunque a mi juicio es algo más complicado que está vinculado con el concepto de neocolonización.
Lo que acabamos de decir no es algo muy novedoso. En cambio lo que sí supone cierto nivel de innovación es cómo la cultura tecnocientífica puede devenir en determinados procesos identitarios que, a su vez, traen consigo un tipo de discriminación no conocida hasta hace relativamente poco: la discriminación tecnocientífica.
A mi juicio este es un tema muy interesante sobre el que conviene seguir indagando. No nos olvidemos que en el nacismo se desarrolló actividad tecnocientífica notablemente discriminadora usando a los humanos como "conejillos de indias".
Recordemos que haciendo una retrospectiva histórica se percibe que la sociedad se ha visto bombardeada por un amplio elenco de discursos humanos apoyándose en cultura con un único objetivo: el rechazo al otro y a lo ajeno. Esto puede ser denominado como etnocentrismo, aunque a mi juicio es algo más complicado que está vinculado con el concepto de neocolonización.
Lo que acabamos de decir no es algo muy novedoso. En cambio lo que sí supone cierto nivel de innovación es cómo la cultura tecnocientífica puede devenir en determinados procesos identitarios que, a su vez, traen consigo un tipo de discriminación no conocida hasta hace relativamente poco: la discriminación tecnocientífica.
A mi juicio este es un tema muy interesante sobre el que conviene seguir indagando. No nos olvidemos que en el nacismo se desarrolló actividad tecnocientífica notablemente discriminadora usando a los humanos como "conejillos de indias".
Jueves, 3 de Febrero 2011
Perfil
Juan R. Coca
JUAN R. COCA Profesor Contratado Doctor del Departamento de Sociología y Trabajo Social de la Universidad de Valladolid (España). Actualmente es director de la Unidad de Investigación Social y Enfermedades Raras de la Universidad de Valladolid.
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Tendencias 21 (Madrid). ISSN 2174-6850
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