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Blog de Tendencias21 sobre los problemas del mundo actual a través de los libros
22/07/2013
Rogan, Eugene: Los árabes. Del Imperio otomano a la actualidad. Barcelona: Crítica, 2010 (846 páginas).
“Ligados por una identidad común que hunde sus raíces en la lengua y la historia, los árabes resultan absolutamente fascinantes por su diversidad. Son a un tiempo un pueblo y muchos pueblos”. Así define Eugene Rogan a los árabes en la síntesis que realiza de su historia desde el Imperio otomano hasta la actualidad.
En este largo recorrido histórico, Rogan, profesor de Historia Moderna de Oriente Medio en la Universidad de Oxford, divide los últimos cinco siglos de la historia de los pueblos árabes en cuatro grandes periodos.
El primero abarca el Imperio otomano que, con algunas pocas excepciones, dominó prácticamente todo la región árabe durante cuatro siglos, desde principios del XVI hasta la Primera Guerra Mundial. El segundo está dedicado al colonialismo europeo, que se hizo fuerte durante el periodo de entreguerras. El tercero corresponde a las independencias árabes y la Guerra Fría. Por último, el cuarto, está centrado en la actual etapa de la posguerra fría y el predominio goestratégico estadounidense en la región.
Siguiendo este periplo el lector advierte rápidamente la fuerte influencia que han ejercido (y siguen ejerciendo) las potencias mundiales en los designios de las sociedades árabes contemporáneas. Obviamente, semejante conclusión no excluye de ninguna responsabilidad a los árabes sobre su propia historia.
En este sentido, cabe destacar el análisis que realiza el autor sobre el auge y declive del nacionalismo árabe que, sin duda alguna, constituye uno de los periodos más intensos e interesantes de su historia más reciente.
Del mismo modo, se adentra en las causas de su fracaso (del nacionalismo y de las ideologías políticas seculares) que, a su vez, ha dado paso a otro de los capítulos más controvertidos y actuales, el articulado por la emergencia de los movimientos islamistas; y algunas de las expresiones más minoritarias, extremas y violentas como la del terrorismo yidadista de Al Qaeda.
Fenómeno, este último, que responde también a las consecuencias indeseadas e imprevistas de la política exterior de algunas de las principales potencias mundiales. Su gran eco mediático ensombrece, en muchas ocasiones, la riqueza, diversidad, vivacidad y, en definitiva, ansias de libertad de las sociedades árabes como ha puesto de manifiesto la denominada primavera árabe.
En suma, estamos ante un título mayor, de referencia, y muy recomendable para comprender el mundo árabe actual. Su autor fue discípulo del memorable profesor Albert Hourani, quien legó en esta misma línea una obra considerada clásica: Historia de los pueblos árabes. Barcelona: Ariel, 1992.
“Ligados por una identidad común que hunde sus raíces en la lengua y la historia, los árabes resultan absolutamente fascinantes por su diversidad. Son a un tiempo un pueblo y muchos pueblos”. Así define Eugene Rogan a los árabes en la síntesis que realiza de su historia desde el Imperio otomano hasta la actualidad.
En este largo recorrido histórico, Rogan, profesor de Historia Moderna de Oriente Medio en la Universidad de Oxford, divide los últimos cinco siglos de la historia de los pueblos árabes en cuatro grandes periodos.
El primero abarca el Imperio otomano que, con algunas pocas excepciones, dominó prácticamente todo la región árabe durante cuatro siglos, desde principios del XVI hasta la Primera Guerra Mundial. El segundo está dedicado al colonialismo europeo, que se hizo fuerte durante el periodo de entreguerras. El tercero corresponde a las independencias árabes y la Guerra Fría. Por último, el cuarto, está centrado en la actual etapa de la posguerra fría y el predominio goestratégico estadounidense en la región.
Siguiendo este periplo el lector advierte rápidamente la fuerte influencia que han ejercido (y siguen ejerciendo) las potencias mundiales en los designios de las sociedades árabes contemporáneas. Obviamente, semejante conclusión no excluye de ninguna responsabilidad a los árabes sobre su propia historia.
En este sentido, cabe destacar el análisis que realiza el autor sobre el auge y declive del nacionalismo árabe que, sin duda alguna, constituye uno de los periodos más intensos e interesantes de su historia más reciente.
Del mismo modo, se adentra en las causas de su fracaso (del nacionalismo y de las ideologías políticas seculares) que, a su vez, ha dado paso a otro de los capítulos más controvertidos y actuales, el articulado por la emergencia de los movimientos islamistas; y algunas de las expresiones más minoritarias, extremas y violentas como la del terrorismo yidadista de Al Qaeda.
Fenómeno, este último, que responde también a las consecuencias indeseadas e imprevistas de la política exterior de algunas de las principales potencias mundiales. Su gran eco mediático ensombrece, en muchas ocasiones, la riqueza, diversidad, vivacidad y, en definitiva, ansias de libertad de las sociedades árabes como ha puesto de manifiesto la denominada primavera árabe.
En suma, estamos ante un título mayor, de referencia, y muy recomendable para comprender el mundo árabe actual. Su autor fue discípulo del memorable profesor Albert Hourani, quien legó en esta misma línea una obra considerada clásica: Historia de los pueblos árabes. Barcelona: Ariel, 1992.
15/07/2013
Hélène Michou, Eduard Soler i Lecha y José Ignacio Torreblanca (eds.): Europa y la democracia en el Norte de África: una segunda oportunidad. Barcelona: CIDOB, ECFR y UNED, 2013 (103 páginas).
Las relaciones entre Europa y el Norte de África nunca han sido fáciles. Marcadas históricamente por la expansión colonial europea en la región, el poso de resentimiento anticolonial dejado y la división por áreas de influencia durante la Guerra Fría, la principal fractura entre ambas orillas del Mediterráneo sigue siendo socioeconómica y política. Dicho en otros términos, un mar de subdesarrollo y autoritarismo separa la orilla sur de la del norte.
En contra de sus principios democráticos, la Unión Europea se ha acomodado a esa realidad en aras de una malentendida estabilidad y, no menos, la primacía de sus intereses económicos y geoestratégicos. Así la supuesta contención del islamismo, la inmigración y el terrorismo contribuyó a la connivencia entre regímenes democráticos y autoritarios.
A semejanza del modelo mantenido por Estados Unidos en Oriente Próximo, el énfasis puesto en la seguridad relegó a un segundo plano el respeto a los derechos humanos, la justicia social y las libertades. Pero, a la larga, este matrimonio de conveniencia se ha mostrado insostenible e incluso contraproducente.
Paradójicamente, en lugar de propiciar estabilidad y seguridad, los entonces catalogados “socios estratégicos” han sembrado las semillas de la inestabilidad e inseguridad. Igualmente, lejos de introducir cierta moderación en el panorama político de sus respectivos países, han retroalimentado la radicalización y el islamismo al mismo tiempo que han debilitado otras opciones más seculares, liberales, progresistas y modernizadoras.
En este nuevo contexto, la tradicional disonancia entre el discurso y la acción exterior europea se ha saldado con un notable déficit en su imagen y credibilidad. Pero los cambios propiciados por la denominada primavera árabe son, también, interpretados como una segunda oportunidad para recomponer la política exterior europea en la región. En concreto, se trata de “restaurar el vínculo roto entre desarrollo, democracia y seguridad”.
Ésta es la principal lectura que se hace en esta obra colectiva (disponible en la web del CIDOB ), fruto del proyecto de investigación «The Broken Link: la integración de la promoción de la democracia, los derechos humanos, y la seguridad humana en las políticas de desarrollo españolas: casos de estudio, lecciones aprendidas y propuestas para una mejor coordinación y una mejor eficacia de la ayuda», dirigido por el profesor de Ciencia Política de la UNED, José Ignacio Torreblanca.
Con un importante elenco de especialistas, la obra se divide en dos primeros capítulos de carácter conceptual en torno al desarrollo, la seguridad y la democracia; un tercero dedicado a la acción exterior española en materia de defensa/seguridad, cooperación al desarrollo y diplomacia; seguido por otros tres apartados centrados en los casos de Túnez, Egipto y Mauritania. Por último, además de sintetizar los principales argumentos de las diferentes aportaciones, las conclusiones sugieren una serie de recomendaciones tanto para la acción exterior española como europea.
De muy recomendable lectura, la obra recobra ―si cabe― mayor actualidad ante el golpe de Estado en Egipto y la respuesta europea al mismo, auténtica prueba de fuego para validar o no su renovado compromiso con la democratización de la región.
En esta tesitura, conviene recoger lo señalado premonitoriamente por Hélène Michou: “Egipto empieza a parecerse, preocupadamente, a Turquía a finales de los años setenta, cuando el ejército se hizo con el poder para poner fin al derramamiento de sangre en las calles. Para evitarlo, Morsi y los Hermanos Musulmanes deberían hacer concesiones reales y tender puentes con sus opositores laicos. Utilizar la victoria en las urnas para imponer enseguida la voluntad de la mayoría islamista no está funcionando. Por otro lado, aquellos que en la oposición expresan en privado su esperanza de que, con la escalada de la crisis, el ejército tenga que intervenir, ya sea para forzar a Morsi a hacer concesiones o, de forma más radical, para deponer a Morsi, deberían pensar si ello no supone cerrar del todo la oportunidad de avanzar hacia una transición democrática”.
Las relaciones entre Europa y el Norte de África nunca han sido fáciles. Marcadas históricamente por la expansión colonial europea en la región, el poso de resentimiento anticolonial dejado y la división por áreas de influencia durante la Guerra Fría, la principal fractura entre ambas orillas del Mediterráneo sigue siendo socioeconómica y política. Dicho en otros términos, un mar de subdesarrollo y autoritarismo separa la orilla sur de la del norte.
En contra de sus principios democráticos, la Unión Europea se ha acomodado a esa realidad en aras de una malentendida estabilidad y, no menos, la primacía de sus intereses económicos y geoestratégicos. Así la supuesta contención del islamismo, la inmigración y el terrorismo contribuyó a la connivencia entre regímenes democráticos y autoritarios.
A semejanza del modelo mantenido por Estados Unidos en Oriente Próximo, el énfasis puesto en la seguridad relegó a un segundo plano el respeto a los derechos humanos, la justicia social y las libertades. Pero, a la larga, este matrimonio de conveniencia se ha mostrado insostenible e incluso contraproducente.
Paradójicamente, en lugar de propiciar estabilidad y seguridad, los entonces catalogados “socios estratégicos” han sembrado las semillas de la inestabilidad e inseguridad. Igualmente, lejos de introducir cierta moderación en el panorama político de sus respectivos países, han retroalimentado la radicalización y el islamismo al mismo tiempo que han debilitado otras opciones más seculares, liberales, progresistas y modernizadoras.
En este nuevo contexto, la tradicional disonancia entre el discurso y la acción exterior europea se ha saldado con un notable déficit en su imagen y credibilidad. Pero los cambios propiciados por la denominada primavera árabe son, también, interpretados como una segunda oportunidad para recomponer la política exterior europea en la región. En concreto, se trata de “restaurar el vínculo roto entre desarrollo, democracia y seguridad”.
Ésta es la principal lectura que se hace en esta obra colectiva (disponible en la web del CIDOB ), fruto del proyecto de investigación «The Broken Link: la integración de la promoción de la democracia, los derechos humanos, y la seguridad humana en las políticas de desarrollo españolas: casos de estudio, lecciones aprendidas y propuestas para una mejor coordinación y una mejor eficacia de la ayuda», dirigido por el profesor de Ciencia Política de la UNED, José Ignacio Torreblanca.
Con un importante elenco de especialistas, la obra se divide en dos primeros capítulos de carácter conceptual en torno al desarrollo, la seguridad y la democracia; un tercero dedicado a la acción exterior española en materia de defensa/seguridad, cooperación al desarrollo y diplomacia; seguido por otros tres apartados centrados en los casos de Túnez, Egipto y Mauritania. Por último, además de sintetizar los principales argumentos de las diferentes aportaciones, las conclusiones sugieren una serie de recomendaciones tanto para la acción exterior española como europea.
De muy recomendable lectura, la obra recobra ―si cabe― mayor actualidad ante el golpe de Estado en Egipto y la respuesta europea al mismo, auténtica prueba de fuego para validar o no su renovado compromiso con la democratización de la región.
En esta tesitura, conviene recoger lo señalado premonitoriamente por Hélène Michou: “Egipto empieza a parecerse, preocupadamente, a Turquía a finales de los años setenta, cuando el ejército se hizo con el poder para poner fin al derramamiento de sangre en las calles. Para evitarlo, Morsi y los Hermanos Musulmanes deberían hacer concesiones reales y tender puentes con sus opositores laicos. Utilizar la victoria en las urnas para imponer enseguida la voluntad de la mayoría islamista no está funcionando. Por otro lado, aquellos que en la oposición expresan en privado su esperanza de que, con la escalada de la crisis, el ejército tenga que intervenir, ya sea para forzar a Morsi a hacer concesiones o, de forma más radical, para deponer a Morsi, deberían pensar si ello no supone cerrar del todo la oportunidad de avanzar hacia una transición democrática”.
08/07/2013
Xavier Ternisien: Los Hermanos Musulmanes. Barcelona: Bellaterra, 2007 (208 páginas).
Javier Martín: Los Hermanos Musulmanes. Madrid: La Catarata, 2011 (125 páginas).
El golpe de Estado en Egipto ha puesto nuevamente de manifiesto la fragilidad de las transiciones políticas desde el autoritarismo a la democracia. Proceso que, en contra de una precipitada impresión neo-orientalista, no se reduce sólo al mundo árabe.
En este caso, recuerda, primero, el poder que todavía ostenta el Ejército y que, según algunos análisis, habría protagonizado otro golpe de Estado a la sombra de la primavera árabe con la destitución de Mubarak en febrero de 2011.
Segundo, la debilidad, fragmentación y heterogeneidad de la actual oposición que, a medio plazo, podría lamentar la celebrada intervención militar para destituir al presidente Morsi.
Y, por último, tercero, la inexperiencia gubernamental de los islamistas y, por extensión, su carencia de cintura política para gestionar situaciones de crisis como las registradas en los últimos meses en Egipto.
Dicho esto, cabe subrayar que los islamistas son una de las fuerzas sociopolíticas más significativamente activas en la escena árabe. Su emergencia viene de lejos. Su pensamiento se encuentra entre las primeras reflexiones políticas en torno al devenir del mundo árabe contemporáneo.
Su abordaje de la modernización ha sido una fuente de constante debate e inspiración. A lo largo de ese periplo fueron compañeros de viaje de otras corrientes políticas, de pensamiento secular, ya fuera la vertiente ideológica liberal o bien la socialista.
Pero a diferencia de estas dos opciones, los movimientos islamistas prácticamente no han accedido al poder en los Estados árabes desde su descolonización. De hecho, la primera revolución islamista de la historia contemporánea se produjo en un país islámico, pero no árabe: en el Irán de 1979. Esto no impidió que la revolución iraní fuera la señal de salida de los movimientos islamistas en toda la región árabe e islámica.
No obstante, el auge del islamismo está ligado al declive del nacionalismo árabe y, en concreto, al del panarabismo. Es más, la preponderancia sociopolítica de la que, desde la oposición, ha gozado el islamismo durante las últimas décadas es fruto del fracaso del nacionalismo y de las ideologías políticas seculares.
Javier Martín: Los Hermanos Musulmanes. Madrid: La Catarata, 2011 (125 páginas).
El golpe de Estado en Egipto ha puesto nuevamente de manifiesto la fragilidad de las transiciones políticas desde el autoritarismo a la democracia. Proceso que, en contra de una precipitada impresión neo-orientalista, no se reduce sólo al mundo árabe.
En este caso, recuerda, primero, el poder que todavía ostenta el Ejército y que, según algunos análisis, habría protagonizado otro golpe de Estado a la sombra de la primavera árabe con la destitución de Mubarak en febrero de 2011.
Segundo, la debilidad, fragmentación y heterogeneidad de la actual oposición que, a medio plazo, podría lamentar la celebrada intervención militar para destituir al presidente Morsi.
Y, por último, tercero, la inexperiencia gubernamental de los islamistas y, por extensión, su carencia de cintura política para gestionar situaciones de crisis como las registradas en los últimos meses en Egipto.
Dicho esto, cabe subrayar que los islamistas son una de las fuerzas sociopolíticas más significativamente activas en la escena árabe. Su emergencia viene de lejos. Su pensamiento se encuentra entre las primeras reflexiones políticas en torno al devenir del mundo árabe contemporáneo.
Su abordaje de la modernización ha sido una fuente de constante debate e inspiración. A lo largo de ese periplo fueron compañeros de viaje de otras corrientes políticas, de pensamiento secular, ya fuera la vertiente ideológica liberal o bien la socialista.
Pero a diferencia de estas dos opciones, los movimientos islamistas prácticamente no han accedido al poder en los Estados árabes desde su descolonización. De hecho, la primera revolución islamista de la historia contemporánea se produjo en un país islámico, pero no árabe: en el Irán de 1979. Esto no impidió que la revolución iraní fuera la señal de salida de los movimientos islamistas en toda la región árabe e islámica.
No obstante, el auge del islamismo está ligado al declive del nacionalismo árabe y, en concreto, al del panarabismo. Es más, la preponderancia sociopolítica de la que, desde la oposición, ha gozado el islamismo durante las últimas décadas es fruto del fracaso del nacionalismo y de las ideologías políticas seculares.
Algunos analistas advirtieron en las revueltas árabes una era postislamista, pues los islamistas no han sido sus principales instigadores ni protagonistas, aunque forman parte de la contestación política. En cualquier caso, esto no ha impedido que cosecharan electoralmente los frutos de dichas revueltas.
En este contexto, los Hermanos Musulmanes es la organización originaria de muchos de los movimientos islamistas que, con diferencia de otras organizaciones homólogas, se ha ramificado más exitosamente por toda la geografía política árabe.
Los textos de esta propuesta bibliográfica cubren, de manera concisa y expositiva, sus orígenes, desarrollo, estructura, organización e ideología; además de su ramificación regional y en la diáspora (Xavier Ternisien) y la implicación de sus miembros más jóvenes en la revuelta egipcia (Javier Martín).
De las diferentes conclusiones que se pueden extraer de ambos trabajos, cabe destacar que lo que suceda en Egipto marcará algunas “tendencias en el mundo árabe-musulmán”; y de que la “construcción de un sistema democrático” no puede ignorar a las organizaciones islamistas.
En este contexto, los Hermanos Musulmanes es la organización originaria de muchos de los movimientos islamistas que, con diferencia de otras organizaciones homólogas, se ha ramificado más exitosamente por toda la geografía política árabe.
Los textos de esta propuesta bibliográfica cubren, de manera concisa y expositiva, sus orígenes, desarrollo, estructura, organización e ideología; además de su ramificación regional y en la diáspora (Xavier Ternisien) y la implicación de sus miembros más jóvenes en la revuelta egipcia (Javier Martín).
De las diferentes conclusiones que se pueden extraer de ambos trabajos, cabe destacar que lo que suceda en Egipto marcará algunas “tendencias en el mundo árabe-musulmán”; y de que la “construcción de un sistema democrático” no puede ignorar a las organizaciones islamistas.
Editado por
José Abu-Tarbush
José Abu-Tarbush es profesor titular de Sociología en la Universidad de La Laguna, donde imparte la asignatura de Sociología de las relaciones internacionales. Desde el campo de las relaciones internacionales y la sociología política, su área de interés se ha centrado en Oriente Medio y el Norte de África, con especial seguimiento de la cuestión de Palestina.
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