NotasEscribe Antonio Piñero Hoy voy a retomar el hilo de una cuestión, la valoración de los criterios de autenticidad para la reconstrucción de Jesús histórico, que quedó cortada cuando finalmente me decidí a comentar el libro-homenaje “In Mari Via Tua” de la Universidad de Córdoba, y su consecuencia que fueron los artículos de la Dra. Carmen Padilla acerca de mis publicaciones de los últimos diez años. Esa incursión ha acabado ya, y vuelvo a la cuestión que nos estaba ocupando anteriormente: los criterios de autenticidad, su puesta en duda en cuanto a su efectividad por muchos estudiosos, y el nuevo sistema que podía ser su sustituto, o al menos su complemento, que es la utilización de los “patrones de recurrencia”. A este propósito publiqué el viernes 9 de diciembre de este año, 2016, en este Blog, una postal que llevaba el título «Los límites de los criterios de autenticidad y los “patrones de recurrencia”» (I). Hoy sigo, pues, con el tema. Recuerdo que estoy comentando un artículo del Prof. Fernando Bermejo –con el título “La figura histórica de Jesús y los patrones de recurrencia por qué los límites de los criterios de autenticidad no abocan al escepticismo”– que nuestro colega y amigo publicó en la revista “Estudios Bíblicos” 70,3 (2012) 371-401. Sus conclusiones son muy interesantes y merecen consideración Comenta el Prof. Bermejo que el uso de los “criterios de autenticidad” no sirven a menudo para construir una imagen del Jesús histórico partiendo desde cero, es decir, como si el investigador –cuando empieza a estudiar a Jesús– hubiera borrado de su mente todas las ideas que tenía sobre este personaje y comenzara a formar una imagen histórica de Jesús a base de ir estudiando una por una las perícopas evangélicas pertinentes, analizándolas por medio de los “criterios de autenticidad”. Pero resulta –afirma– que nunca es así: el investigador/estudioso no puede hacer una tabla rasa de las ideas que tenía previamente sobre Jesús, sino que busca confirmarlas, o moldearlas, a veces cambiarlas, volviendo a ver con ojos de crítico las perícopas pertinentes. Pero previamente tiene una idea de cómo era Jesús. Por tanto: los criterios de autenticidad valen para ver con ojos críticos las nociones previas que tenemos sobre Jesús, pero no para encontrar ideas o imágenes nuevas…, realmente nuevas. Por consiguiente: esos criterios no sirven como herramientas “heurísticas” (vocablo derivado del verbo griego heurísko, “inventar”, de donde viene la exclamación Eureka) para descubrir cosas nuevas, sino para confirmar o desechar las ya existentes. Bermejo se une entusiásticamente a la propuesta de Dale C. Allison, investigador norteamericano, actualmente catedrático de Nuevo Testamento y cristiano primitivo en la Universidad de Princeton, que fue el gran impulsor a nivel internacional de los “patrones de recurrencia”. Bermejo sustenta el uso de esta herramienta afirmando que ciertamente la utilización sola de los “criterios” no es suficiente. Escribe: “Es de temer que (el uso de) los criterios (de autenticidad) no sea tanto una garantía de objetividad cuanto un medio de prestar apariencias de objetividad, y un medio de canalizar la subjetividad de cada estudioso. Lo cierto es que las numerosas inconsistencias en el uso de los criterios parece buena prueba de ello”. El siguiente paso para confirmar esta idea (el primer paso era el de la “subjetividad en el uso de los criterios”; el segundo, una variante: “no valen como herramienta “heurística”) es la afirmación. “No siempre se puede llegar a una conclusión segura –entre los dichos y hechos de Jesús– acerca de su autenticidad. En muchos momentos la duda persiste sin poderse resolver”. Pero el Prof. Bermejo pone un caveat antes de fundamentar la existencia de dudas razonables sobre la autenticidad del material acerca de Jesús: lo anteriormente argumentado no significa que siempre estemos en duda acerca de la historicidad de todos los dichos y hechos de Jesús (es decir, no cabe el escepticismo absoluto), y pone los siguientes ejemplos: 1. Los pronunciamientos muy favorables de Jesús sobre Juan Bautista muestran grandes posibilidades de remontarse al Jesús histórico, pues “contradicen de modo flagrante la tendencia de la comunidad cristiana a subordinar a Juan y minimizar su importancia con respecto a Jesús”. 2. La crucifixión de Jesús es un hecho histórico, pues contradice paladinamente lo que los discípulos podrían pensar acerca del final de su amado maestro. Y a la inversa: hay material que con toda seguridad no se remonta a Jesús. Así: 1. El diálogo de Jesús y Juan en Mt 3,14-15, cuando el Bautista se niega al principio a bautizarlo: “Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?». Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó”. Es evidente a) que las palabras de Juan Bautista son redaccionales, es decir, provienen de la pluma de Mateo y contienen vocablos y pensamientos mateanos; b) el contenido no es plausible dada la situación de Juan Bautista, el desconocimiento que este tiene de quién es Jesús (confirmado por Mt 11,3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»); c) la tendencia apologética: el deseo claro –debido a la teología cristiana primitiva– de presentar a Jesús aun nivel más elevado que el de Juan: Jesús es el mesías y Juan Bautista, el precursor. 2. El pasaje de Mt 28,16-20: Por su parte, los once discípulos marcharon a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. 17 Y al verle le adoraron; algunos sin embargo dudaron. 18 Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. 19 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo». Parece muy claro que estamos ante un caso de teología cristiana postpascual. La tradición de todo lo que conocemos de Jesús (su innegable nacionalismo y su rechazo a proclamar el evangelio a los gentiles: solo ha venido a predicar a las ovejas de Israel: Mt 15,24) hace imposible esta escena. Y no digamos la rotunda teología cristiana postpascual que supone la sentencia “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra”. Parece, pues, imposible que estas palabras provengan del Jesús histórico. 3. Otros pasajes que presuponen el cerco y la destrucción de Jerusalén en la Guerra Judía del 66-70 d. C. pertenecen sin duda alguna a una fecha posterior a la muerte de Jesús. Por ejemplo, Lc 21,20: “Cuando veáis a Jerusalén cercada por ejércitos, sabed entonces que se acerca su desolación”, o bien la parábola de los viñadores homicidas de Mc 121-11 tal como se ha transmitido, Continuaremos con un solo caso de una perícopa, cuya autenticidad es discutidísima y seguiremos profundizando en el tema de los “patrones de recurrencia”. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Martes, 27 de Diciembre 2016
Comentarios
Notas![]() Escribe Antonio Piñero Diversas circunstancias me han impedido continuar con lo prometido en la postal del viernes pasado. Concluíamos, pues, hace un par de días que la primera teología cristiana indicaba que la vida real de Jesús como mesías comenzaba inmediatamente después de la recepción del bautismo de Juan Bautista, no antes, ya que el bautismo era el acto por el cual Dios lo consagraba visiblemente como su agente mesiánico. Por ello, pasado un cierto tiempo tras la muerte de Jesús, es más que probable que no hubiera ya gentes a quienes preguntar datos fiables sobre la vida oculta del personaje, aunque comenzara a sentirse que podía ser interesante para los cristianos saber algo de ella. Los posibles informantes habrían muerto prácticamente todos. El segundo factor que contribuyó a no buscar, inmediatamente tras la muerte de Jesús, datos sobre su infancia y juventud fue la firme creencia en la instauración fulgurante del reino de Dios. ¿Qué interés podrían tener los primeros cristianos en atesorar datos sobre esos años en los que Jesús no era aún señor y mesías? Es evidente que si el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina, tenía poco sentido ponerse a indagar noticias sobre la infancia y niñez –en un oscurísimo pueblecito de Galilea– de un niño que era hijo de un simple carpintero, y del que en aquellos momentos no se tendría la menor idea que iba a ser tan importante. El fin del mundo vendría enseguida; lo demás importaba poco. Ahora bien, cuando la gente comenzó a sentir el retraso de esa venida de Jesús, o simplemente cuando se pensó que la parusía vendría mucho más tarde, y cuando al mismo tiempo iba quedando claro en los creyentes que Jesús era un mesías de tal clase que su naturaleza tenía una gran parte de celestial…, fue cuando se empezaron a componer las primeras «biografías» de Jesús, los evangelios. Marcos fue el primero en escribir una «biografía» de esa clase, pero de esos años oscuros no informaba nada…, probablemente porque no sabía o no le interesaba. Y eso que solo habían pasado unos cuarenta años después de la muerte de Jesús. El Evangelio de Marcos debió de conocerse pronto entre las comunidades más importantes de seguidores de Jesús en las ciudades prominentes del Imperio Romano. Es de suponer que a muchos de sus lectores debió de parecerles que a esa «biografía» le faltaba un elemento esencial que sí tenían otras «vidas» de hombres ilustres que circulaban por la época, a saber el relato de la infancia del héroe. Y esa infancia tenía que ser maravillosa, puesto que su vida de adulto lo había sido. Es lógico que entonces empezaran los creyentes a preocuparse por cómo habría sido la vida del verdadero héroe, el mesías, Jesús. Pero, como hemos dicho, era demasiado tarde. Si en tiempos de Marcos sería ya difícil encontrar informantes sobre la vida oculta de Jesús, mucho más hacia los años 80-90, o más, cuando se compusieron los evangelios de Mateo y de Lucas. En esos años es ya seguro que no quedaría ningún anciano en Nazaret o alrededores, o algún pariente Este panorama reconstruido nos lleva a concluir que las circunstancias físicas y teológicas impidieron la recopilación de datos sobre los años de la vida oculta de Jesús…, puesto que en el fondo no había habido interés alguno. Finalmente, y ante esa carencia de datos, hubo de intervenir la función mitopoética del ser humano, la fértil imaginación popular que deseaba rellenar con datos, aunque fueran ficticios, los «huecos» en blanco de la vida de Jesús. Ante ese vacío, los más imaginativos –y partiendo de lo que creían en aquello época como verosímil– inventaron multitud de leyendas en torno a esos a los años ocultos de la vida del «héroe». Y en cada grupo de cristianos se crearon leyendas diferentes. Comienza así a actuar el impulso que llevará a la composición de evangelios apócrifos: rellenar con meras leyendas fantasiosas los huecos que dejaban las primeras biografías de Jesús aceptadas por las comunidades más importantes. Y una última consideración: ese impulso mitopoético, generador de tales leyendas que procuraban rellenar huecos de la historia, se observa ya como existente y actuante en los capítulos iniciales de los dos evangelios canónicos que tratan algo de la vida oculta de Jesús, los de Mateo y Lucas. Pero es muy plausible además que los autores de esos evangelios, es decir, quienes escribieron Mt 3-28 y Lc 3-24, no hubieran escrito nada sobre la vida oculta de Jesús (los personajes que actúan esos capítulos de sus obras no saben absolutamente nada de lo que se cuenta antes, por muy maravilloso e interesante que hubiese sido), y que fueran manos posteriores las que añadieron, con más o menos habilidad e imitando el estilo, esos dos primeros capítulos a las obras ya completas de Mateo y de Lucas. Y si esto es así, no queda más remedio que admitir que quienes añadieron esos capítulos 1-2 tanto al Evangelio de Mateo como al de Lucas sucumbieron ya al impulso de rellenar con leyendas los huecos de la infancia de Jesús de los que no se sabía prácticamente nada en realidad. El tono legendario (y contradictorio entre ellos) nos apunta a que está actuando ya en las manos complementarias de los evangelios canónicos el mismo deseo, o el mismo impulso, que llevará a la creación de los evangelios apócrifos. En mi opinión, y en la de otros muchos, los primeros «evangelios apócrifos» están ya dentro de los evangelios canónicos de Mateo y de Lucas. En síntesis: si no había datos sobre algo que interesaba en la vida de Jesús, la imaginación popular los inventó. Y esto fue lo que ocurrió con el «héroe» Jesús, ya que no fue héroe hasta que murió y fue resucitado por Dios (Hch 2,22-24). Su vida «oculta», fue tal por las circunstancias de unos momentos que tenían ocupadas las mentes solo en su pronta y segunda llegada. Para ellos esa «vida oculta» no tuvo importancia alguna. Y cuando la tuvo, las fuentes de información fidedigna no existían. No hubo más remedio que inventarlas. Y una conclusión más general: no hay de verdad «enigmas» en torno a la vida oculta de Jesús, sino solo absoluta falta de información fiable. En realidad, la vida de Jesús es perfectamente encasillable dentro de los paradigmas de que conforman las actuaciones de otros personajes de la época. Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Lunes, 26 de Diciembre 2016
Notas![]() Escribe Antonio Piñero Por estas fechas de Navidad suele oírse, en medios de comunicación que abordan temas religiosos o en revistas de igual talante, hablar a la gente o a los periodistas de los «enigmas de la Navidad» o bien de los «enigmas» de la vida oculta de Jesús. A este respecto, me he preguntado muchas veces el porqué de esta expresión: ¿por qué nos planteamos tantos enigmas y buscamos resolverlos? La respuesta es sencilla, pero no tanto el trasfondo de esa respuesta como veremos enseguida. Y la respuesta es: «Por falta absoluta de información fiable». Y ¿por qué no tenemos informaciones fiables sobre la vida oculta de Jesús? Ulterior respuesta: Por el carácter del cristianismo más primitivo y sus ideas en torno a la naturaleza del mesías. Me explico: la teología más primitiva del cristianismo naciente tenía tres grandes focos de desarrollo: A) Jerusalén en donde, según Hechos, se habían reunido los discípulos más allegados de Jesús después de su muerte cuando ya albergaban la creencia firme en su resurrección; B) Galilea. Aunque no tengamos noticias apenas de este grupo, lo que se habla de Galilea en los relatos de las apariciones en los evangelios canónico y la posible existencia de la «Fuente Q» (en caso de que se acepte su procedencia también más que posible de Galilea) hace verosímil la existencia allí de un grupo cristiano muy primitivo de seguidores de Jesús. Y C) Antioquía: en donde recaló la mayoría de los expulsados después de la persecución anti judeocristiana narrada en Hch 8, y en donde fue acogido Pablo durante unos catorce años. Ahora bien, tanto la teología jerusalemita, como la de los antioquenos y la de Pablo defendían que el mesías era un mero hombre, un hombre normal, de nacimiento totalmente normal. Y solo su vida de obediencia absoluta a Dios, su muerte conforme a un designio divino y su exaltación a los cielos junto con su sesión a la derecha del Padre lo convirtieron en una entidad divina, pero cuya naturaleza no quedaba del todo clara. Pero su procedencia meramente humana sí era clarísima. Para probar que era así basta con reflexionar en la teología subyacente al discurso de Pedro tras Pentecostés, al menos como lo reflejan los Hechos (2,22-24): «Israelitas, escuchad estas palabras: A Jesús, el Nazoreo, hombre acreditado por Dios entre vosotros con milagros, prodigios y señales que Dios hizo por su medio entre vosotros, como vosotros mismos sabéis, a éste, que fue entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios, vosotros le matasteis clavándole en la cruz por mano de los impíos; a éste, pues, Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio. Obsérvese la expresión «hombre acreditado» y «Dios lo resucitó» … y que no fue él el que se resucitó a sí mismo. A estas ideas se añade que Esteban en su discurso antes de morir, recogido en el capítulo 7 de Hechos, se denomina a Jesús “profeta igual a Moisés” (Hch 7,37). Y ahora la conclusión: parece claro que si se consideraba a Jesús un mero hombre y un profeta, y que su importancia teológica comenzaba solo después de su resurrección, cuando Dios lo confirmó en sus funciones de «señor y mesías» (Hch 2,36), todo el mundo pensaría sin más que su vida oculta, los primeros treinta años no debió de tener importancia ninguna… al igual que la de otros profetas ¿Quién tenía interés por informarse acerca de «la vida oculta» de Isaías, Jeremías, o Ezequiel? De hecho la primera teología cristiana indicaba que la vida real del mesías Jesús comenzaba inmediatamente después de la recepción del bautismo de Juan Bautista, no antes (era ese el momento en el que la mayoría de cristianos pensaba que Dios lo escogía y le otorgaba su misión Por ello cuando treinta, cuarenta o cincuenta años se buscara a alguien para preguntarle sobre datos de la niñez de Jesús en Nazaret, es muy difícil que se lo encontraría. Todos probablemente habían muerto. No había gentes a quienes preguntar datos fiables sobre la vida oculta del personaje que ya era vital para los cristianos y del que se deseaba saber todo lo posible. Continuamos mañana con estas observaciones para llegar a la conclusión de la falta de información fiable, segura, era casi inevitable Saludos cordiales de Antonio Piñero Universidad Complutense de Madrid www.antoniopinero.com
Viernes, 23 de Diciembre 2016
Notas
Escribe Carmen Padilla
Debería haber terminado ayer esta serie, pues con la “Guía para entender a Pablo de Tarso” concluía mi artículo en el libro-homenaje al Prof. Piñero. Pero no me resisto añadir el último libro que salió de su factoría y que me parece interesante por la rara mezcla de dos temas que, en mi opinión, requieren cada uno de ellos un grado notable de especialización. Este libro es lo que se llama en latín en el argot científico “Sparsa collecta”, es decir, una reunión de artículos o capítulos de libros sobre un tema, o varios, que el autor ha ido publicando a lo largo de años en diversos medios y que –pasado el tiempo– son difíciles de encontrar. Además, como tienen la unidad de un tema (en este caso dos) unidos a su vez por la relación con el nacimiento del cristianismo, puede parecer interesante publicarlos de nuevo en forma de libro accesible. Me parece que nada mejor para presentar este libro es lo que dijo su autor en una entrevista que le hizo la conocida periodista María José Bosch, a propósito de lo que pretendía con su publicación: »He querido más que contar, despejar mil dudas que tiene una parte importante del público. Yo he querido poner orden en el caos que la mayoría de las gentes tiene sobre los Manuscritos del mar Muerto, la gnosis y el cristianismo. Este libro pretende enfocar al público dos temas que son difíciles pero esenciales para comprender la génesis de la religión cristiana. En primer lugar, una de las formas de cristianismo más controvertidas e interesantes, la gnosis cristiano-judía de los siglos I y II. Y el segundo asunto es la relación de dos fenómenos trascendentales en el descubrimiento de manuscritos en el siglo XX, los llamados “Textos de Qumrán” y el cristianismo primitivo. »Comencemos con la gnosis, ese vocablo griego cuyo significado apunta al ‘conocimiento’. La gnosis parte básicamente del supuesto del desgarro que siente el ser humano al verse aprisionado en un mundo que le oprime y en el que se siente extranjero. Al considerar la extensión del mal en el mundo o la inanidad de la materia en sí, muchos seres humanos se ven conducidos al deseo de liberarse de este mundo y unirse de algún modo a la divinidad a la que creen pertenecer. Es como la sensación del desgarro y distanciamiento de dos polos que deberían estar unidos. »La gnosis así entendida pertenece al sentimiento común que se halla en la base de diferentes sistemas espirituales o que se forma en el interior de ellos. En el Mediterráneo oriental la gnosis pudo manifestarse como una atmósfera religiosa que consideraba a una religión determinada, dentro de la cual crecía, como un estadio inferior de la religiosidad que, por ejemplo, no sentía tan profundamente la sensación de desgarro interno ante el mundo, arriba mencionada. El estadio superior lo tendrían los verdaderos «conocedores» o gnósticos, que albergaban un deseo especial de poseer la verdad total, y a los que respondía la divinidad con una revelación. Naturalmente, los gnósticos serían la élite, digna de recibir esa revelación que dará respuesta a las cuestiones esenciales del hombre religioso, tales como: ¿Quién soy yo realmente? ¿De dónde vengo? ¿Qué relación tengo con la divinidad? ¿Cómo conseguiré poder volver allí de donde procedo, es decir, cómo alcanzaré la salvación?” El libro introduce al lector en este tema con aclaraciones sencillas y a la vez profundas, de modo que pueda entender bien cómo y por qué el pensamiento gnóstico forma parte de la historia cristiana. Y otra cosa: entre los evangelios gnósticos, hay dos el “Evangelio de María Magdalena” y el “Evangelio de Felipe” que ha sido utilizadísimos en los últimos años… pero muy mal entendidos. Y el libro aclara muy bien qué es lo que pretendían decir sus autores. Y del tema “Manuscritos del Mar Muerto” lo que más me ha gustado personalmente ha sido el capítulo dedicado a estos textos y los orígenes del cristianismo, donde se pregunta, y se responde si en verdad son una revolución pendiente en la historia del cristianismo primitivo. Y me ha gustado porque explica con gran claridad en qué consisten esos misteriosos textos, cuál es su teología… si el cristianismo ha copiado de ellos directamente o no, y cómo ayudan a comprender el Nuevo Testamento. Me parece esclarecedor. En conjunto un libro único por la unión de los dos temas, a veces complicados, y por la claridad expositiva. La luz que aporta es notable. Y con esto concluyo mi pequeña aportación al homenaje en honor del Prof. Antonio Piñero, al que aprecio y admiro. No sé si habré conseguido hacerle justicia – toda obra humana es susceptible de mejora –, pero en este repaso acelerado de su producción literaria en los últimos años, bastante fecundos, he intentado reflejar cómo el trabajo y el estudio de tanto tiempo, la incansable actividad y la constancia producen frutos que nos enriquecen a todos. Me consta que tiene otros tantos proyectos en su mente. Y creo que su mejor obra aún está por hacer. Ad multos annos! Saludos cordiales de Carmen Padilla
Jueves, 22 de Diciembre 2016
NotasEscribe Carmen Padilla El segundo libro al que haré referencia es Guía para entender a Pablo. Una interpretación del pensamiento paulino, ed. Trotta, Madrid 2015. Incluye esta nueva Guía el corpus de las siete cartas que se consideran auténticas de Pablo: 1 Tesalonicenses, Gálatas, Filipenses, Filemón, 1 y 2 Corintios y Romanos. Su autor pretende “conducir de la mano al lector a través de los vericuetos de unos textos religiosos, menos fáciles de entender de lo que muchos opinan, de un personaje judío, Pablo de Tarso, cuya influencia en el nacimiento del cristianismo ha sido inmensa”. En la amplia “Introducción”, donde se explicita el método que seguirá en la obra, A. Piñero asegura que lo más importante es la lectura directa de los textos conservados de Pablo, ponerse en contacto directo con el genio religioso del personaje y que solo le antecederán elementos mínimamente indispensables para comprenderlo. Así explica: de qué fuentes disponemos, además de sus cartas, para entenderlo bien: ¿existen fuentes arqueológicas que nos ayuden a entender su mundo? ¿Hay otras fuentes textuales en su entorno que nos conduzcan al mismo fin? ¿Cómo era la concepción del mundo que tenía Pablo y de la que dependía su pensamiento? ¿Cómo manejaron la figura del apóstol Pablo sus sucesores? Por último, en la misma Introducción, hay un apartado dedicado al género epistolar propio de las cartas, que es lo único conservado. Explica el autor que se trata de una correspondencia unilateral, pues ya no poseemos noticias fidedignas de sus corresponsales y, a menudo, desconocemos incluso quiénes son exactamente. No se sabe qué predicó oralmente Pablo a sus conversos; no tenemos las reacciones de sus corresponsales a sus cartas… en una palabra que debemos leer a Pablo un y otra vez para indagar si entre los entresijos de lo que escribió encontramos pistas para situar bien su pensamiento y sobre todo para interpretarlo correctamente. El resto de la Guía, una vez establecidos los presupuestos básicos, es un análisis riguroso y pormenorizado de las siete cartas paulinas, con unas conclusiones que sorprenderán a los lectores en más de un aspecto. Algo novedoso e interesante es que cuando en la lectura de las cartas el lector se encuentra con un concepto capital de la teología paulina, se hace un alto en la lectura y aparece una “Aclaración”. Hay veinte, y en ellas se recoge sintéticamente la teología paulina reuniendo cómodamente los textos pertinentes de las cartas, analizándolos en conjunto, obteniendo así, creo, una idea clara de cada concepto. Por ejemplo: ¿cómo entendía Pablo la naturaleza del mesías que es totalmente humano para a la vez tiene algo de divino? ¿Qué pensaba Pablo de la validez de algunos preceptos de la ley de Moisés? ¿Qué entendía por filiación divina del creyente? ¿Qué pensaba Pablo en realidad del papel de las mujeres en las iglesias? ¿Tenía Pablo una verdadera teología política que enfrentara a las concepciones en torno a la función del Imperio Romano y en concreto entorno a la persona del emperador y su estatus divino? Esta obra ha sido largamente meditada y pensada por su autor durante varios años, y desde aquí nos atrevemos a pronosticar que tendrá el mismo éxito que la anterior dedicada al Nuevo Testamento. De ambas obras se siente satisfecho, porque son el fruto de muchos años de reflexión personal sobre los textos y porque están escritas sin ningún interés de mostrar conocimientos bibliográficos ni erudición especial, sino cuál es mi entendimiento global del Nuevo Testamento y de Pablo en particular, con especial afán didáctico y clarificador. En mi opinión personal, quizás sea esta la mejor y más original obra del autor que comentamos. El próximo día concluiré mi repaso a la bibliografía del Prof. Piñero en esta década con una breve ojeada a otra obra que no pudo estar en el libro-homenaje “In Mari Via Tua”, ya que salió cuando estos comentarios estaban ya entregados a la imprenta, pero que merece la pena que al menos la nombremos y expliquemos su contenido. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Miércoles, 21 de Diciembre 2016
Notas![]() Escribe Carmen Padilla Intencionadamente he dejado para el final, fuera de epígrafes, las dos obras en mi opinión más relevantes de Antonio Piñero tanto en la década que estoy comentando como en general: la primera, que creo ya bien conocida, es la Guía para entender el Nuevo Testamento, ed. Trotta, Madrid 2006, 6ª edición 2016, bajo pedido. Consta de 565 páginas, incluyendo una bibliografía básica, un glosario, índices analíticos e índice general. A mi entender es un libro fundamental para todo el que quiera acercarse al Nuevo Testamento, por lego que sea en la materia, ya que no presupone conocimientos previos en el lector, con el afán de aprender y encontrar una explicación razonada, objetiva y crítica a todo el corpus neotestamentario. No falta ni sobra nada. Comenzando por saber qué es el Nuevo Testamento, cómo se escribió, la formación del canon, su transmisión, el entorno inmediato, las bases de nuestro conocimiento de Jesús, etc. Todo aparece bien fundamentado a partir de un comentario más o menos extenso de cada uno de los 27 libros que lo forman. Ciertamente está todo lo que hay que saber y se nos advierte de que esta Guía no está compuesta desde un punto de vista confesional. Su acercamiento a los textos es histórico y literario. Pero a la vez es respetuoso con las creencias, aun no se sintiéndose ligada a ellas, sino al intento de explicar por qué surgió el Nuevo Testamento y cómo puede comprenderse. Lo que más me gusta de este libro: su incuestionable utilidad, su claridad, el método didáctico y pedagógico empleado para facilitar al lector la comprensión de un tema tan denso, las síntesis al final de los capítulos, la presencia de diversas opiniones de estudiosos en los temas más controvertidos, la ausencia de dogmatismo, la sencillez en la exposición, la distribución de epígrafes y capítulos. En definitiva, me parece un total y absoluto acierto, un libro imprescindible. En dos días terminaré este breve examen de la obra de nuestro autor en esta década 2006-2016 que creo fructuosa. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Martes, 20 de Diciembre 2016
Notas![]()
Escribe Carmen Padilla
Por último, en este apartado del “Jesús histórico” merece la pena una breve referencia a un libro muy relacionado con todo lo anteriormente comentado a propósito de libros sobre el Jesús histórico de Antonio Piñero: La vida oculta de Jesús… a la luz de los evangelios canónicos y apócrifos, de la editorial “Los libros del olivo”, Madrid 2014. Su trayectoria ha sido similar, en cierto modo, a Jesús y las mujeres, dado que se publicó por primera vez con el título de El otro Jesús. Vida de Jesús según los evangelios apócrifos, ed. El Almendro, Córdoba tempo atrás, 1992. Con ese título se tradujo al francés, alemán, italiano y portugués incluida una versión especial brasileña. Pero, después de varios años y gracias a su éxito inicial, lo volvió a publicar la editorial Esquilo de Portugal en esos momentos afincada en España. Para esta reedición se añadieron breves dos capítulos con los datos más importantes de la vida oculta de Jesús según los evangelios canónicos, a saber los dos primeros capítulos de los evangelios de Mateo y de Lucas. Entonces se tituló Jesús. La vida oculta, en 2007. Sin embargo, esta editorial portuguesa tuvo corta vida en España y la reedición actual se debe a la aparición de una nueva editorial, “Los libros del olivo”, en la fecha reciente arriba indicada. Frente a la edición anterior, esta nueva ha sido revisada muy a fondo por el autor y tiene un añadido de unas cien páginas, en las que los denominados ‘evangelios de la infancia’ (Mateo 1-2 y Lucas 1-2), se estudian a modo de comentario breve y se extraen los posibles datos históricos que pueden iluminar, algo solamente en cuanto a la vida oculta de Jesús, ya que en esos capítulos comienza la tendencia ensalzatoria de Jesús tan típica de los apócrifos En la conclusión de este libro reformado se hace una valoración de lo que pueden ofrecer para el conocimiento de la vida oculta de Jesús tanto los evangelios canónicos como los apócrifos. Y el autor defiende que como “Mateo y Lucas (Marcos y Juan no traen absolutamente nada de la vida oculta de Jesús, puesto que nada sabían o no les interesaba), compusieron los evangelios probadamente más antiguos de todos los que se conocen, ello nos indica que las obras apócrifas evangélicas casi solo valen para la historia de la teología y de las ideas religiosas del siglo II o posteriores a él, y no para desvelar auténticos secretos de la vida de Jesús o de los orígenes del cristianismo”. Por ello se argumenta que el acercamiento al Jesús de la historia debe hacerse a través de los documentos más cercanos cronológicamente a Jesús, los evangelios canónicos, aunque de la mano de la crítica filológica e histórica. Los evangelios apócrifos quedan como muestra ante todo de la piedad popular, lo cual no quiere decir que en ocasiones no hayan afectado, por la fuerza de la tradición, incluso a la concreción de los dogmas como la “Asunción de María” y la “Inmaculada Concepción” (fundamentados sin duda en la tradición apócrifa), y en las llamadas “ciencias” teológicas auxiliares como la mariología y la josefinología. Finalmente, el libro que comentamos –y esta noticia no está en mi artículo del Homenaje al Prof. Piñero, “In Mari Vita Tua” que me sirve de guía– ha visto coronado su periplo de versiones a lenguas extranjeras con la edición inglesa-norteamericana, que con el título “The Hidden Life of Jesus” ha publicado la editorial “Wipf and Stock”, Oregon, USA, en 2016, con traducción del Dr. Thomas Hudgins. Concluiré pronto, pues solo me quedan por comentar dos libros de ese decenio 2006-2016, que dejo como capítulo aparte por su importancia. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Lunes, 19 de Diciembre 2016
NotasEscribe Carmen Padilla A finales del mismo año 2012 publicó Antonio Piñero, Ciudadano Jesús. Las respuestas a todas las preguntas, en editorial Atanor, Madrid 2012. Fue esta otra editorial que desapareció rápidamente, pero que ha sido sustituida con gran eficiencia por Editorial Adaliz (sic) que distribuye sus libros por correo a través de su página web. La estructura de este libro es diferente a las delos demás. Está hecho sin textos delante, sin bibliografía, de memoria, y se basa en las respuestas a muchas preguntas que al autor le han sido formuladas – y le siguen formulando – sobre Jesús en clases, seminarios, conferencias, entrevistas en diferentes medios, blogs de internet, páginas de Facebook y correo electrónico etc. Como él mismo advierte, no todas las preguntas tienen respuestas seguras: unas lo son y otras sólo hipótesis razonables, porque el primer deber de un historiador es “ser modesto y reconocer que, si toda reconstrucción histórica del pasado es difícil, mucho más cuando el personaje cuya figura se intenta reconstruir vivió hace unos dos mil años y además no dejó nada escrito”. Con todo, el objetivo del libro es “acercarse a la figura y misión de Jesús con los menores prejuicios posibles y ofrecer un acercamiento maduro, honesto y de acuerdo con la ciencia histórica a su persona y su pensamiento”. Las preguntas planteadas en el libro (329) son de lo más variado, tanto cuantas son las inquietudes de los lectores, y abarcan todas las facetas posibles sobre la vida y resurrección de Jesús, para concluir con los rasgos esenciales que, en opinión del autor, constituyen su figura histórica. Al final del libro se repite la pregunta inicial con la que se abre: ¿Fue Jesús un enigma? Simplifico la respuesta de A. Piñero: el ‘enigma’ se formó porque los evangelistas construyeron una biografía de Jesús basándose en dos elementos principales: uno, la tradición de lo que había sido Jesús, que se imponía por la fuerza de los hechos y por la memoria colectiva; otro, la reinterpretación espiritual y divinizadora del personaje, propia sobre todo de Pablo junto con la interpretación mística del Evangelio de Juan. Por supuesto habrá quien opine, en mi opinión, que el empeño de separar al Jesús histórico del Jesu-Cristo de la fe es baldío y no lleva a ninguna conclusión definitiva, pero realmente es lo que caracteriza la línea de pensamiento de A. Piñero como queda patente no sol en este libro sino en toda su bibliografía. Como el conjunto de preguntas y respuestas de Ciudadano Jesús abarca prácticamente todo lo que puede resultar interesante acerca de Jesús de Nazaret, en este libro tenemos un compendio de los resultados de la investigación histórica en torno al personaje. Se lee fácilmente, las respuestas van directas, muy al grano, y creo que son fáciles de comprender. En mi opinión se aprende lo sustancial de Jesús con este libro. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Domingo, 18 de Diciembre 2016
Notas
Hoy escribe Carmen Padilla
– A lo largo de 2012 aparecieron otros dos libros sobre Jesús que pueden considerarse complementarios, en el sentido de que presentan su figura desde nuevas perspectivas: 1. Ciudadano Jesús. Las respuestas a todas las preguntas, ed. Atanor, Madrid 2012 y 2. Jesús de Nazaret. El hombre de las cien caras, ed. EDAF, Madrid 2012. Hoy voy a hablar solo del primero. Este libro puede parecer un poco raro, porque se trata de una recopilación de textos evangélicos, canónicos y apócrifos –hasta los siglos III y IV– sobre los diversos aspectos de Jesús y las afirmaciones que sobre la naturaleza y la misión de este hicieron los cristianos que pertenecían a diversas “escuelas” teológicas: cómo se veía él a sí mismo y cómo lo vieron sus discípulos, sus amigos y sus enemigos. Afirma en el Prólogo el autor que no es “un libro de texto” sino “un libro de textos” y, de hecho, apenas contiene comentario alguno, sino una buena introducción y una conclusión que estimo muy interesante. Por si alguien pensara que los textos aducidos se utilizan como fuente igualitaria para dar cuenta de esas “cien caras” del Jesús histórico sin ningún tipo de discernimiento, leemos en el Prólogo mismo: “Aunque no se hacen diferencias tipográficas en su presentación, ello no quiere decir que se otorgue el mismo valor como fuente histórica a todos los textos presentados. No vale lo mismo para reconstruir al Jesús histórico el material contenido en los evangelios más antiguos, que coinciden con los aceptados por la Iglesia, es decir, Marcos, Mateo, Lucas y en menor grado Juan, que el fantasioso conjunto de textos que la reinterpretación de Jesús fue acumulando a partir del siglo II hasta el XI más o menos. Pero son muestras de la evolución del pensamiento cristiano sobre Jesús ”. Como en el resto de las obras, asegura A. Piñero en las conclusiones que “es normal que haya serias divergencias entre las reconstrucciones del Jesús de la historia y las especulaciones puramente teológicas que componen el Cristo de la fe”. Este libro, pues, recoge esas divergencias. Tuve personalmente la oportunidad de preguntarle al autor sobre el libro y su respuesta fue la siguiente que procuro transcribir con exactitud: “La idea rectora del libro al ofrecer al lector textos tan contradictorios sobre la figura y la verdadera naturaleza Jesús de Nazaret supone que la imagen de Jesús como Cristo, o mesías celestial, era tan variada entre los cristianos de los primeros siglos y, a veces, tan contradictoria, que no podía ser otra cosa que un producto de la religiosidad interior. Por tanto, si los primeros cristianos se consideraron capacitados por el Espíritu para interpretar a Jesús cada uno a su manera, no se ve por qué hoy día no podrían hacer lo mismo”. En el fondo este libro es una suerte de ensayo de una “pedagogía de la comprensión” hacia las demás personas que tienen una idea diferente de Jesús que uno mismo, y sobre cómo no es posible disentir hasta la agresión o el desprecio hacia otros cristianos simplemente por pensar diferente de Jesús. Al mismo tiempo el libro puede ser un tanto deletéreo para las mentes que se conforman con ideas puramente tradicionales, fijas, sin matices sobre Jesús ya que muestra la irreductible variedad de las ideas cristianas sobre el personaje que difícilmente pueden reducirse a dogmas sin dejar fuera a muchos cristianos. No se extrañe, pues, el lector si en el elenco de opiniones cristianas sobre Jesús aparecen –y voy a poner solo unos ejemplos– Jesús como Dios existe antes de los siglos / Jesús es un hombre normal, como otros. Hay encarnación verdadera / No hay encarnación verdadera. Virginidad perpetua de María, incluso después del parto de Jesús / No hubo virginidad perpetua de María, incluso después del parto de Jesús. Juan Bautista es el maestro de Dios / Juan Bautista desconoce quién es Jesús. Jesús es fiel cumplidor de la ley de Moisés / Jesús corrige a fondo la Ley y su interpretación. Jesús funda una iglesia / No funda una Iglesia… Y así podríamos seguir. Y el libro concluye: “Es inútil hacer afirmaciones apodícticas basándose en las fuentes transmitidas --nuestro único sistema de conocimiento-- y es inútil morir o matar por una visión de Jesús que en esencia permanece fluctuante y relativa”. Saludos cordiales de Carmen Padilla Saludos cordiales de Carmen Padilla
Sábado, 17 de Diciembre 2016
Notas![]() Escribe Carmen Padilla Inicio este apartado sobre el Jesús histórico transcribiendo unas líneas de A. Piñero a propósito de su libro Jesús y las mujeres, ed. Trotta, Madrid 2014 (reedición), que pueden servir de marco para todos los demás: “Mi libro no es divulgativo, sino científico y de análisis personal. Pero a la vez está escrito con palabras claras, con frases y párrafos cortos, y aporta la traducción al castellano de todos los textos, lo cual es una ventaja para el lector, puesto que cómodamente puede hacer una interpretación personal. Siento que la gente confunde la claridad con lo divulgativo (que, incluso muchísimas veces es de alta calidad científica). No quiero escribir para que no me entienda la gente, aunque el tema sea complicado. Tampoco soy dogmático y procuro presentar siempre las conclusiones como lo más probable. Luego que cada uno opine como quiera… Mi deseo es esclarecer…” Esta declaración de intenciones está presente en toda la obra, como dijimos al principio. Analizamos ahora los libros que se refieren más directamente a la figura del Jesús histórico, aunque, de forma más o menos explícita, Jesús siempre esté presente en todos. El referido libro Jesús y las mujeres se publicó por primera vez en la editorial Aguilar, Madrid 2008. Su reedición en la ed. Trotta, Madrid 2014, supuso una revisión de la primera, y en ella se han añadido algunos complementos, como los tres índices de autores de pasajes citados del Antiguo y del Nuevo Testamento. Asimismo se ha cambiado el orden de determinados capítulos. Se trata, en resumen, de un análisis pretendidamente aséptico de todos los textos de la literatura evangélica de los tres primeros siglos –tanto la canónica como la apócrifa– sobre la relación de Jesús con las mujeres, incluyendo en el corpus el papiro copto del evangelio de María, recientemente descubierto y del que se ha ocupado Karen L. King, del que nuestro autor mismo ha manifestado que cree ser un falso. En cada texto citado se ofrece un comentario que intenta contextualizarlo, es decir, responder a la pregunta sobre qué entendería un lector de su época correspondiente, a fin de poner en valor su historicidad. En cuanto al análisis de los textos, propone el autor cuatro niveles o estratos, desde el punto de vista de su cercanía a Jesús a saber: A) el más cercano a la vida de Jesús, es decir, el nivel del Jesús de la historia; B) el de la comunidad de los seguidores más inmediatos de Jesús; C) otro más alejado cronológicamente de Jesús, de segunda o incluso de tercera generación, que representa el punto de vista de los evangelistas o de la comunidad en que vivían; D) el de los evangelios apócrifos, muy posterior a la vida de Jesús, a veces siglos, con narraciones a todas luces legendarias. Teniendo en cuenta estos diferentes estratos se obtienen conclusiones sobre el Jesús de la historia, si bien dichas conclusiones han encontrado en algunos sectores cierta oposición, porque, según Piñero, “no se quiere aceptar otra imagen que la que uno tiene ya previamente en su cabeza”. La pregunta latente en todo el libro –que se contesta en las conclusiones finales– es la siguiente: ¿Supuso la actitud de Jesús un auténtico movimiento revolucionario que postuló en la teoría y en la práctica un cambio teórico y práctico en la consideración de la mujer, y en sus funciones como mujer respecto al varón en la sociedad de su época? O, dicho de otro modo, ¿propuso en verdad Jesús un nuevo modelo ideológico respecto a la función y al papel de las mujeres en la sociedad de su tiempo, que fuera realmente un cambio profundo, una revolución de los valores sociales vigentes? El autor justifica su respuesta al final con un desglose de razones derivadas del estudio previo de los textos: no es posible sostener que Jesús fuera el primer feminista dela historia. No hay ningún texto que lo justifique. El que Jesús piense que las mujeres están teológicamente, a nivel dela salvación, o “ante Dios” en un nivel igual a los varones era algo absolutamente obvio entre los maestros fariseos de la época de Jesús…, pero esto no supone que sociológicamente se considere a las mujeres en pie de igualdad con los varones, es decir, con los mismos derechos y deberes. Jesús no se salió, pues, del marco “machista” general de su época tanto en Israel como en el mundo grecorromano o egipcio. No hay el menor indicio ni la menor proclama feminista en boca de Jesús, ni el menor cambio de consideración socio-política de las féminas…salvo que las tratara generalmente bien, cosa que igualmente era común entre los rabinos de la época. Saludos cordiales de Carmen Padilla
Viernes, 16 de Diciembre 2016
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Editado por
Antonio Piñero
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Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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