CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

Notas

Si al parecer el Nazareno pensaba en términos judíos al hablar del alma, podría pensarse que Pablo de Tarso, supuesto fundador del cristianismo como interpretación de la vida y obra de Jesús, sí pudo haber dado el salto hacia el concepto de alma que nosotros conocemos. Es hora de repasar esos datos.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


069. El alma (5): Pablo.
San Pablo según el Greco.
 
Como bien escribe Antonio Piñero en su Guía para entender a Pablo (pp. 130-135), los términos que el de Tarso empleó para referirse al ser humano, su naturaleza y sus posibles “partes” son bastante claros… si se conocen algunos supuestos que ya hemos desgranado en entregas anteriores. Veámoslo desde un punto de vista meramente práctico.

Pablo se refirió al ser humano atendiendo a una idea concreta: el paso de una era o eón presidido por el error de Adán (pero también caracterizado por los intentos de rehabilitación protagonizados por Abrahán y Moisés) en favor de una nueva era inaugurada por la entrega de Jesús de Nazaret, una nueva era que corregiría la anterior creación mediante una nueva creación sin tacha. Es decir, el concepto que presidía su personal empreño incorporaba ideas negativas en la vieja era, ideas negativas que desterraba de la nueva.

Así, al hablar del papel de la humanidad podía atenerse a la antropología semítica más conservadora y, en consecuencia, traba el tema de la carne, el cuerpo, el alma, la mente, aunque, insistamos, desde la perspectiva de la nueva creación como superación definitiva de la vieja.

Por eso podía pensar que el cuerpo y el alma serían una unidad que designaría a la persona en su totalidad, con un alma que sería básicamente la vida que animaba ese cuerpo, sin posibilidad de separación. De esa manera podemos entender pasajes en los que se habla de arriesgar el alma (Flp 2, 30; 1 Tes 2, 8) bajo la idea de energía, tiempo, actividad, salud, lo que hace que una vida se viva, por supuesto atendiendo a lo corporal. Se trata de una vida física, sin duda, aunque hay que matizar que, atendiendo a los destinatarios de la carta, es la vida física tal como ha de vivirse en la nueva creación: el nuevo eón ha de asumir el designio divino y no atentar contra él. La vida, por tanto, física tal como la divinidad desea que se viva. En estos casos la palabra empleada por el de Tarso es “alma” (psyché).

Pero también la palabra (al estilo semítico) significa “persona”, como en Rom 2, 9 y 13, 1. Y en 2 Cor 1, 23 parece que psyché se refiere a la persona de Pablo.

Aunque, tal como también hacía la tradición semítica, el “alma” puede referirse a lo correspondiente a la psicología tal como la entendemos nosotros, a lo característico de la voluntad, los propósitos, etc. En Flp 1, 27 se dice “competir juntos con una sola alma”, es decir, unánimemente, cuestión ésta de la unanimidad que se recoge en varios pasajes de sus cartas auténticas.

Compaginando estas notas con 1 Cor 15, 44-49, pasaje en el que Pablo usa la palabra psychikós, el adjetivo de “alma”, algo así como “anímico” (pues el término propio “animal”, que en latín significa “que tiene alma”, no nos vale ya), se puede entender algo mejor su pensamiento, Pablo dice:
 
Pero si alguno pregunta “¿Cómo son resucitados los muertos? ¿Con qué cuerpo vienen?” Insensato, lo que tú siembras, no crea vida salvo que muera; y lo que siembras, no siembras el cuerpo que va a nacer sino un grano desnudo, de trigo o de alguna otra cosa. Y la divinidad le da un cuerpo a su antojo, y a cada una de las semillas su cuerpo propio. No es toda la carne la misma carne, al contrario: una es de hombre, otra es carne de res, otra es carne de ave, otra de pez. Y hay cuerpos celestes y cuerpos terrestres; pero uno es el resplandor de los celestes y otro el de los terrestres. Uno el resplandor (doxa) del sol, otro el resplandor de la luna, otro el resplandor de las estrellas: porque una estrella difiere de otra por el resplandor (doxa). De la misma manera la resurrección de los muertos. Es sembrada en la corrupción, es resucitada en la incorruptibilidad; es sembrada en la indignidad, es resucitada en el resplandor (doxa); es sembrada en la debilidad, es resucitada en el poderío; se siembra un cuerpo psíquico, es resucitado un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo psíquico hay también cuerpo espiritual. También así está escrito: nació el primer hombre, Adán, para el vivir intelecto-sensitivo (eis psychén), el último Adán para el vivir espiritual. Pero no primero lo espiritual sino lo intelecto-sensitivo, y a continuación lo espiritual. El primer hombre procedente de la tierra mundano, el segundo hombre celeste. Tal como es el mundano, semejantes son los mundanos, y tal como es el celeste, semejantes son también los celestes. Y tal como en su momento llevamos la imagen del mundano, llevaremos también la imagen del celeste (1 Cor 15, 35-49).

La idea que preside el pasaje es claramente la de una era que deja paso a otra era. La vida de un tipo, la psíquica que permite la vida (Gn 1, 24 usa la misma expresión que la carta de Pablo: psychén zosan); la psíquica que debería haber recibido correctamente el “espíritu” o “soplo de vida” de Dios (Gn 2, 7: pnoén zoes) sin pervertirlo, como hizo el Adán que se rigió más por la componente terrena y arruinó así lo espiritual. Es decir, la carne, la sangre, el “alma” son los elementos d ela vida en la tierra, una vida que debería haber sido bien vivida acogiendo y no arruinando el espíritu de la vida real que aportó la divinidad a esa vida “animal”, propia de los seres vivos que no tienen la capacidad, porque la divinidad no lo quiso, de vivir de una manera superior, celestial, como dice el de Tarso en el pasaje.

Tampoco, por tanto, podemos ver aquí ese alma que parece respirar en san Agustín o santo Tomás.
 

Saludos cordiales.

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Domingo, 9 de Enero 2022
Escribe Antonio Piñero
 
En la Introducción a su libro “Los cuatro evangelios”, Sígueme, Salamanca, 4ª edición, 2019, comenta Guijarro, en el apartado “La selección de los cuatro evangelios” cómo las comunidades primitivas cristianas reconocieron pronto la autoridad de las colecciones que contenían dichos de Jesús (“Fuente Q”) y cómo estos dichos evolucionaron formándose otras composiciones. Lo hicieron acumulando dichos de Jesús y formando “discursos”. O bien en otros casos fueron los dichos utilizados como base para convertirlos en “diálogos”, verdadero o ficticios. En una palabra: Guijarro reconoce que  la tradición fue moldeada. Aquí no sé cómo se puede probar que fue moldeada de una manera “formalmente controlada” como él asegura.
 
Este comportamiento de “autores” cristianos primitivos continuó después de la formación / aceptación de los tres primeros evangelios, Marcos, Mateo y Lucas, como puede colegirse por los restos de un evangelio desconocido, denominado Papiro Egerton 2 en donde se recoge un diálogo de Jesús con sus adversarios ¿Tradición totalmente fidedigna? Personalmente lo dudo.
 
Todo esto es conocido  y poco hay que objetar a que fue así; en estas páginas el lector encontrará en la obra de Guijarro bastantes detalles técnicos, pero se trata de información que interesa poco al lector medio. Sí diría que podría ser conveniente tener cuidado con el uso del vocablo  “tradición” y tradicional”, ya que muchos lectores pueden ser conducidos a la idea de que al ser una “tradición” hubo de formarse pronto en el seno de las comunidades y esta prontitud cronológica pudo ser una señal de historicidad. No es así, sin embargo, porque muchas de tales “tradiciones” no son tales, sino puros inventos de personajes particulares en las comunidades que fabularon sobre Jesús cuando había poca información.
 
Acepta Guijarro que “en el conjunto de la tradición evangélica se produjeron relatos sobre el nacimiento e infancia de Jesús, cuyo contenido, fantasioso a menudo como el caso de la estrella de Belén, pone en guardia al lector sobre su historicidad. Sostiene Guijarro que Mateo 1-2 y Lc 1-2 fueron compuestos por los mismos autores que Mt 3-28 y Lc 3-24. Creo que no me parece posible afirmarlo, aunque yo mismo en tiempos pasados –debo confesarlo– lo hice. La razón principal para sostener la idea de que fue otra persona la que compuso esos capítulos en cada uno de los dos evangelios, Mt y Lc, es sólida: en el resto de sus respectivos evangelios los personajes principales no tienen idea alguna de lo que ha ocurrido anteriormente, es decir, no saben nada de la infancia de Jesús y de Juan Bautista, incluida María que nada sabe de su concepción virginal y de quién era en verdad su hijo (Mc 3,20)… Esto se ha dicho ya repetidas veces.
 
En el apartado “La recepción eclesial de los libros sobre Jesús” escribe Guijarro sobre la distinción entre “canónico” y “apócrifo”. Todo muy correcto.  De la distinción (también muy correcta) entre “Escritura”, es decir, que un libro considerado como tal tiene una “autoridad sagrada” y “Canonicidad”, es decir, que un libro cristiano tiene autoridad normativa.  Me parece una buena distinción.
 
Por el contrario y de nuevo me vuelve a resultar extraño, y yo diría –por lo continuamente repetido–que voluntariamente sectario, el ocultamiento (no mención; silencio absoluto; como si nunca hubieran existido otras publicaciones con ideas diferentes) de cualquier tipo de bibliografía española que no sea estrictamente confesional, de su grupo, de los más o menos conocidos. Así, Guijarro obvia mencionar en la bibliografía que en la obra comunal, editada por mí en 1991, “Orígenes del cristianismo” (El Almendro; reimpresa por Herder, con múltiples reimpresiones), hay un capítulo largo y bien documentado sobre “Cómo y por qué se formó el Nuevo Testamento: el canon neotestamentario”, y que hay un libro (también de El Almendro, “Libros sagrados de las grandes religiones”, que aborda igualmente el tema.
 
Es lo mismo que ocurre cuando se habla de los “Evangelios apócrifos”. Guijarro cita la “Introducción” de Hans-Josef Klauck, franciscano, traducido del alemán al español por Sal Terrae, pero –naturalmente– no se cita el largo e igualmente bien documentado capítulo sobre el mismo tema en la obra comunal titulada “Fuentes del cristianismo. Tradiciones primitivas sobre Jesús”, publicada, con numerosas reimpresiones, por El Almendro y Herder. En mi opinión los exegetas confesionales españoles solo leen y cita lo que es “de su cuerda”. Mientras que los independientes leemos de todo, lo confesional y lo que no lo es y citamos tanto a confesionales  como a otros. Siento decirlo, pero percibo de nuevo un cierto sectarismo y voluntaria ocultación.
 
Me parece, por el contrario muy importante y atinada la observación en la p. 40 de la Introducción que comento acerca de los indicios, probablemente anteriores a Marción (hacia el 140-150) y a la formación de su canon (que excluía el Antiguo Testamento y admitía un solo evangelio: Lucas; y un apóstol Pablo) de cómo se estaban dando ya pasos en las comunidades hacia la selección de los Cuatro entre los numerosos evangelios que circulaban en el siglo II. Estos indicios son el denominado “final largo de Marcos” (16,9-20), del siglo II, en donde el desconocido autor resume brevemente textos de apariciones de Jesús de Mateo, Lucas y Juan, que evidentemente conocía y aceptaba como autoridades. O el capítulo 21 del Evangelio de Juan (21,1-14) que parece tener una alusión clara al Evangelio de Lucas (5,1-11: la pesca milagrosa). El autor de “Juan” acepta ya también la autoridad de “Lucas”, al que conoce probablemente porque la comunidad que está detrás de este evangelio habitaba también en Éfeso, Asia Menor.
 
¿Qué otros evangelios circulaban hacia el 150? A bote pronto podemos enumerar el Papiro Egerton 2; el Evangelio de Pedro; Evangelio de los nazarenos / hebreos; Evangelio de los Egipcios; Protoevangelio  de Santiago; Evangelio de la Verdad; Evangelio de Tomás gnóstico; el Diatessáron, o armonía de los cuatro (anterior a Ireneo de Lyón) confeccionada por Taciano el sirio. Había donde escoger.
 
Seguiremos escribiendo  / comentando sobre esta interesante “Introducción”.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Sábado, 8 de Enero 2022
Sigo comentando la Introducción a “Los cuatro evangelios” de Santiago Guijarro, Editorial Sígueme,  Salamanca 2021 (1023)
Escribe Antonio Piñero
 
Me parece muy interesante esta introducción porque trata temas sobre los que los cristianos de “tipo medio”, de cultura religiosa a veces superior a la media, no se ocupan en demasía. Esto ocurre, por ejemplo, con los tan traídos y llevados Evangelios de Tomás y de Judas, gnósticos. En mi opinión, y en la de muchos, compuestos –para mí con poca o ninguna duda– en el siglo II, pero sobre los que muchos interesados en el cristianismo y en los evangelios (sin cultura religiosa de fondo o de base, que van picando en libros acá y allá, que no entienden bien, pero que suponen que dan algún varapalo a la Iglesia, que leen con fruición…) difunden, obteniendo de ellos algunas conclusiones asombrosas como si hubieran sido compuestos antes de los evangelios canónicos, o bien lo que cuentan fuera rigurosamente histórico.
 
Pongo un ejemplo: gente que afirma haber leído a  J. D. Crossan, a  E. Pagels, a H. Köster, sobre la importancia de los evangelios apócrifos para reconstruir la figura del Jesús histórico…, cuya tesis es como no deben dejarse del todo de lado  en esa reconstrucción porque pueden aportar alguna perspectiva que no se halla en los evangelios canónicos, han obtenido alguna conclusión como la siguiente: “Es así que Jesús no fundó iglesia alguna, habiendo podido hacerlo…, por tanto, Jesús era gnóstico, porque los gnósticos no querían en modo alguno ser controlados por autoridad eclesiástica alguna… y Jesús tampoco” (¡¡!!).
 
El razonamiento es asombroso, pero se da. Por ello una introducción que aborde temas poco tratados, por ejemplo, la diversidad de libros sobre Jesús en el judeocristianismo naciente, o en el paulinismo también naciente, es bienvenida y esclarecedora. En la postal anterior del 29 de nov. de 2021 abordamos este tema y llegamos a la conclusión de que la sobrevaloración de Crossan, Pagels y Köster por parte de algunos lectores no demasiado juiciosos lleva a conclusiones difícilmente admisibles.
 
A partir de la p. 29, Guijarro trata el tema de los “variados tipos de escritos (Gujiarro escribe “tipología”, aunque este vocablo, bien analizado significaría “ciencia o tratado sobre los tipos”, confundiendo vocablos del mismo modo que se confunde la “meteorología” (normalmente el tiempo atmosférico previsto por la ciencia de la meteorología) con “tiempo” (por ejemplo, utilizar la frase “la meteorología era adversa” para decir que el tiempo atmosférico era malo; o, por el contrario, “la meteorología es estupenda”, cuando la gente quiere decir que el tiempo atmosférico será bueno o bonancible.  Volviendo al tema: los tipos de composiciones sobre Jesús fueron muy variados en los inicios del judeocristianismo. Es correcto, pues, estudiar estos  tipos para situar en ellos a los evangelios canónicos, es decir, para saber qué posición ocupan entre los diversos tipos de textos primitivos sobre Jesús.
 
Guijarro supone con razón que –con el retraso de la parusía, y la necesidad de tener en Jesús un modelo de vida, de pensamiento y de acción– comenzaron a surgir pronto (¿en torno a los 20 años después de la muerte de Jesús?) diversas colecciones que “recogían tradiciones similares entre sí desde el punto de vista de la forma”: dichos; diálogos / discusiones con otros “maestros de la Ley”, como fariseos o escribas (quizás sacerdotes del bajo clero); parábolas; relatos de milagros, y similares.  Tales colecciones no se han conservado, pero –afirma Guijarro con razón– que pueden reconstruirse por medio de la crítica literaria comparando los relatos o conjuntos parecidos  que se encuentran en los cuatro evangelistas.
 
La crítica permite también formarse una idea de cuáles eran más antiguas entre estas colecciones / composiciones, distinguiendo, por ejemplo, entre colecciones de dichos de Jesús –muy antiguas y fidedignas– de otras más tardías, como el primitivo relato de la Pasión o las expansiones en torno a la infancia de Jesús (de la que no se sabía nada o casi nada…), más sospechosas en cuanto a su autenticidad.
 
Afirma Guijarro con razón que las colecciones de dichos de Jesús debieron de ser las más cercanas al personaje, y que entre ellas debe destacarse la “Fuente Q”, aunque no se haya conservado copia alguna. Aparte de dichos, las parábolas, las controversias (con fariseos, por ejemplo, sobre algún aspecto de la Ley) y alguna que otra anécdota, que podía terminar con un milagro de sanación, son muy probablemente antiguas. Y es posible también –señala nuestro autor– que pronto se formara una suerte de primera estructura  narrativa en la que se podía encuadrar estas pequeñas compilaciones. Tal encuadre podría haber comenzado con la predicación de Juan Bautista y terminar con algún discurso de Jesús de tono apocalíptico escatológico, algo parecido a capítulo 13 de Marcos. Todo esto es posible.
 
Muy interesante aquí es la reflexión de Guijarro sobre cómo estas compilaciones dejaron de producirse cuando fueron integradas en los evangelios, pero cómo otras –debido probablemente por el interés de algunos grupos especiales dentro de las primeras comunidades, por ejemplo, de tipo más sapiencial o gnóstico–, siguieron copiándose o generando incluso algún escrito nuevo.
 
Aquí sitúa Guijarro con acierto el Evangelio gnóstico de Tomás, cuya totalidad se descubrió en 1945 entre los textos coptos de Nag Hammadi. Es notable que dos tercios de los 114 dichos de Jesús del Evangelio de Tomás tengan paralelos con los evangelios canónicos, sobre todo con el conjunto de dichos de la “Fuente Q” (compuesta, se cree en torno al 50 d. C.). Esto indica que hay material muy antiguo en el Evangelio de Tomás, cuyo autor debió de utilizar, si no estrictamente la “Fuente Q” (probable), sí al menos alguna compilación parecida. También parece cierto que el Evangelio de Tomás debió de componerse en griego (se han conservados fragmentos en esta lengua entre los papiros de Oxirrinco, en especial I 645 y 655) y pronto temporalmente.
 
¿Cuándo es “pronto”? Probablemente en una época cercana a la composición del Evangelio de Juan, cuya redacción final quizás deba ser situada muy al principio del siglo II d. C. Es en estos momentos cuando deben también ubicarse en algunas comunidades cristianas periféricas la invasión o predominancia de ideas “protognóstica” que aparecen en el Evangelio de Juan. Ahora bien, como la gnosis del Evangelio de Tomás está mucho más desarrollada que la del Evangelio de Juan, es lógico situar a “Tomás” en un momento bastante posterior, treinta, cuarenta o cincuenta años más tarde que a “Juan”. Así hacia el 150 d. C., por comparación con el “Evangelio de Verdad” del gnóstico Valentín, que muestra ya una gnosis bien desarrollada, convertida ya en “gnosticismo”,  es decir, en un sistema filosófico-religioso consistente y no solo en conceptos o ideas deslavazadas ya existentes en el siglo I d. C., se compuso quizás hacia el 140 / 150.
 
Eso quiere decir que –en contra de las conclusiones que algunos obtienen de la lectura de Crossan– que el Evangelio de Tomás tal como ha llegado hasta nosotros parece imposible que se haya compuesto antes del Evangelio de Marcos, como he llegado a leer (¡y más concretamente hacia el 66 d. C.!).
 
Como puede colegirse por lo que he comentado los primeros restos de las tradiciones sobre Jesús son muy antiguos, pero la crítica literaria de los cuatro evangelios canónicos nos indica claramente que hubo una “ampliación” rápida de estas colecciones primitivas. Y toda magnificación o ampliación conlleva riesgos de añadidura de material mucho más moderno.
 
Podemos pensar que cada comunidad o grupo importante que estaba detrás de los Evangelios canónicos amplificó y creó material nuevo… que no llamó la atención (por fantasioso o raro) del grupo comunitario que estaba detrás de cada evangelio; y si es verdad este hecho –que es una deducción– apunta hacia la idea de que dentro de cada comunidad no hubo una “tradición sobre Jesús formalmente controlada” porque los profetas y maestros que estaban dentro de ellas y en su gobierno estaban de acuerdo con estas ampliaciones, magnificaciones o incluso creaciones de nuevo material. ¿Por qué no protestaban? Imagino que porque tales magnificaciones correspondían plenamente a la figura sublimada que se tenía ya de Jesús.
 
Esta labor de magnificación, ampliación y creación fue tarea de profetas cristianos primitivos y de maestros que manipulaban el material sobre Jesús con toda su buena voluntad, ya que pensaban que ese material nuevo  correspondía al espíritu, ideas, y figura del Maestro fuera o no estrictamente verdad.
 
El cristianismo primitivo se formó muy pronto una imagen ideal de Jesús –parecida a la que algunos griegos podían pensar que era un “hombre divino”– y tras su muerte ese nuevo material, inventado, sobre Jesús pudo retrotraerse y proyectarse hacia la imagen que de él se presentaba en el pasado, es decir, durante su vida terrenal misma. Por ello es posible históricamente que la imagen del héroe Jesús no fuera tan completa como se pintaba, pues es muy posible que se le atribuyeran hechos y anécdotas que no eran suyas, pero que en el contexto de esa imagen idealizada de Jesús resultaban verosímiles.
 
Es posible que esta sea una buena explicación de por qué se añadieron milagros, anécdotas y dichos a Jesús, pues pensaban que un “hombre santo de Dios” (como lo denomina un espíritu impuro que conocía –según el evangelista– la naturaleza de Jesús mejor que sus coetáneos) debía de reunir todas las cualidades del hombre religioso de su tiempo… por lo que si no se encontraban en las fuentes previas, podían inventarse. Esto explica, por ejemplo, y sobre todo el añadido de material prodigioso sobre la infancia de Jesús en Mt 1-2 y Lc 1-2. Dirían los italianos: “Se non è vero, e ben trovato”.
 
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Miércoles, 5 de Enero 2022

Columna del dominical de “El Faro”, de Vigo 19-12-2021 sobre “Los libros del Nuevo Testamento”


“Pasen y vean. El Nuevo Testamento a ras de suelo”
 Escribe Fernando Franco. Cronista de la ciudad de Vigo
 
 
¿Puede ser un libro un arma arrojadiza? ¡Claro! Cuando recibí de la editorial Trotta un ejemplar con título de tanto poso como “Los libros del Nuevo Testamento”, y tanto peso como el de sus 1660 páginas, más que en leerlo pensé en guardarlo como arma defensiva o de ataque. Un buen golpe con sus casi dos kilos de peso deja sin duda letraheridos. Cuando, distraídamente al principio, empecé a ojear sus páginas, me di cuenta de que por vez primera me estaban explicando desde fuera del ojo eclesial unos textos que forman parte de mi memoria religiosa, aprendida con la reiteración del Corán en una madrasa musulmana. Y quien lo hace, a ras de suelo para que lo entendamos y con una mirada muy histórica y nada teológica, es un chipionés que vive en Baiona y que en ese interim de 80 años entre su nacimiento sureño y su actual residencia norteña, se ha convertido en uno de los mayores expertos de España en la cuestión bíblica. Antonio Piñero.
 
Un tipo cordial al que podríamos definir como filólogo, escéptico, racionalista y agnóstico. No milita en nada como historiador, sean filtros marxistas, cristianos o mediopensionistas. Apuntad. “Los libros del Nuevo Testamento”, editorial Trotta, si queréis hacer un regalo contundente como lectura inédita, sorprendente, y como arma ofensiva si preciso fuere. Ahí se da luz nueva -él y los expertos que colaboran bajo su coordinación- a una obra, la Biblia, sin competencia en el mercado editorial con sus 30 millones de ejemplares de venta anual. Cómpralo -aunque él no gane más que para un café cada dos ejemplares vendidos- si quieres que se te abra la boca de asombro entre verdades elementales, como que al menos un tercio de los milagros de Jesús son pura ficción novelesca. O que se han perdido todos los originales del Nuevo Testamento y no hay manera de recuperarlos, o que el orden de impresión de los mismos lleva 16 siglos equivocado, o que no fueron los judíos los causantes de la muerte de Jesús, o que jamás pudo ser el fundador del cristianismo, o que no tenemos documento ninguno, ¡ninguno!, sobre cómo se formó el Nuevo Testamento...
 
¿Ayuda este libro a perder la fe? No forzosamente pero seguro que no la fortalece. Se nutre de la historia, que no pertenece como la Teología al género fantástico. Pero yo voy a seguir creyendo en Dios diga lo que diga Piñero; me maravilla este género. Para escribir este libro y coordinar a los expertos que firman en el mismo, Antonio Piñero tuvo que recorrer un largo camino como filólogo, escritor e historiador español, especializado en la vida de Jesús de Nazaret, el judaísmo anterior al cristianismo, la fundación del cristianismo y en general en lengua y literatura del cristianismo primitivo. Piñero, cuya residencia en Baiona prestigia culturalmente a esta ciudad, afirma rotundamente la existencia de Jesús, si bien separa el personaje histórico (sobre el que centra su atención) de la figura celestial o mitológica. Más de medio siglo de formación, de investigación, de abordaje de los textos paleocristianos, de traducción de los evangelios canónicos y no canónicos.
 
 Dice él no sé si de guasa –la seriedad de su trabajo no distrae el humor de su tierra gaditana– que un catedrático de universidad sin un amigo periodista es un cero a la izquierda. Quizás porque el periodista concede a un tema técnico espacio de multitudes. En ese papel de allanamiento de morada estoy, saltando entre sus páginas. ¡Oh, Dios, asísteme! Si como leo los originales del Nuevo Testamento se han perdido y no tenemos más que copias de copias, y las más antiguas son del año 200 aproximadamente, 170 años después de la muerte de Jesús; si esas copias de copias forman un conjunto de más de 5.000 manuscritos, al principio en papiro, luego en pergamino, y otras finalmente en papel… ¿qué veracidad podemos darle a su contenido? En fin... la fe es un lujo para quien no quiera quedarse en lo prosaico de la realidad. En esas porfías anda el maestro Piñero.

Saludos de Fernando Franco
 
Saludos de Fernando Franco
Lunes, 3 de Enero 2022

“Compartir” (327) Preguntas y respuestas de 31-12-2021


 Escribe Antonio Piñero
 
PREGUNTA:
 
El símil de la viga en el ojo propio y la paja en el ajeno es de Bhuda que dice " es fácil verlo pero qué difícil es ver las nuestras propias exhibimos las faltas de los demás como el viento esparce la paja mientras ocultamos las nuestras." ¿Es posible que Jesús meditara en el monasterio Budista Himis, del Tibet?
 
RESPUESTA:
 
No tengo ni la menor idea.
 
Sospecho que, como en otras ocasiones, se están haciendo hipótesis sobre las que no hay fundamento alguno.
 
En la ciencia de la “Historia de las Religiones está archidemostrado que los parecidos y similitudes entre las religiones no suponen absolutamente que unas copien necesariamente de otras.
 
Y la razón es: todas las religiones tratan de la relación hombre-divinidad, en sus diversos aspectos: culto; creencias sobre la vida más allá de la muerte; comportamiento en esta vida: ética: salvación, etc.
 
Y como no hay respuestas seguras (hay que inventarlas) y el cerebro humano del “homo sapiens sapiens” tiene una manera de funcionar similar en todos, es totalmente natural que ante preguntas sin respuesta cierta se formulen soluciones parecidas.
 
La dependencia de una religión de otra; o de un personaje de otro ha de probarse con más fundamentos que el de expresiones morales, religiosas, etc. parecidas.
 
Y en historia  antigua de nada valen las fantasías.
 
No se enfaden por mi dureza. Pero debo ser franco totalmente con Ustedes si es que los considero amigos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

Un enlace de una contribución mía, muy breve, a un programa de Aragón Radio sobre los Evangelios y las historias de la Navidad

https://youtu.be/4syBrxCDKSw
 
Viernes, 31 de Diciembre 2021

Hoy anuncio la salida al público de un breve curso (diplomado) que he grabado con el Instituto Shalem.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


068. Pablo de Tarso en el Instituto Shalem
 
Jesús y Pablo, detalle de un fresco de las Catacumbas de los santos Pedro y Marcelino, s. IV, Roma.
 
En junio de este todavía vivo 2021 Liliana Volpi se puso en contacto conmigo para saber si estaría interesado en realizar un curso / diplomado para el Instituto Shalem. Por supuesto, la oportunidad de ofrecer una síntesis de cuanto actualmente se ha renovado el estudio sobre San Pablo atrajo mi interés y acepté la oferta.

El Instituo Shalem, desde México, esta realizando una sugestiva labor divulgadora de algunos aspectos importantes de la cultura bíblica. Colaboran con él algunos grandes profesionales y es una suerte que hayan decidido incluirme en su grupo. Junciana Festa, directora del Instituto, está creando un centro de saber on-line que va fraguando.

La oferta que me hicieron se concretó en una grabación de 16 capítulos divididos en pequeñas dosis de unos 10-20 minutos, en algunas ocasiones tres episodios, en otras hasta cinco por capítulo. La temática que incluí es todo aquello que me parece importante para calibrar la figura histórica del de Tarso, lo cual, a mi modo de ver, ha de incorporar ciertos conocimientos sobre el Imperio Romano, sobre cultura, religión y filosofía paganas. Porque Pablo habló a gentes de esta cultura y hemos de saber qué entendió él interesante para atraerlos hacia su predicación. Sin conocer estos datos mínimos difícilmente podremos entender el alcance intelectual de Pablo de Tarso.

Además, algunos conocimientos sobre la formación del judaísmo son necesarios para entender por qué se predicó lo que se predicó y se sintió lo que se sintió, tanto en Judea y Galilea como en las comunidades dispersas por el Mediterráneo. De manera que añadí algunos datos sobre la formación del judaísmo, su paso de politeísmo a monoteísmo, y las implicaciones sociales, religiosas y políticas que esto conllevó.

Después de este bloque inicial, pasé a tratar los textos que conservamos como auténticos (aunque retocados en el siglo II) de Pablo. Una descripción sumaria de los contenidos y fechas, características generales de cada carta, imprescindibles para saber a qué se refiere cada texto, pues los distintos destinatarios tenían y planteaban problemas independientes en buena medida.

Por último, desglosé algunos temas básicos de los contenidos paulinos: bautismo, resurrección, pensamiento sobre el final del mundo como parte del plan de Dios para el mundo, incorporación de los gentiles al pueblo de Dios, etc.

Sin duda hay mucho más que decir y explicar que cuanto he sido capaz de resumir en estos dieciséis capítulos, pero creo que, con ellos, y sirviéndonos de la comodidad de oírlos grabados, he logrado que los interesados puedan leer muchos fragmentos de la correspondencia del de Tarso considerada auténtica con buen aprovechamiento, eso sí, siempre recomendando que se lean pasajes un poco extensos, nunca líneas sueltas.
 
Incluyo ahora un enlace con el desglose de los capítulos y temas, además del enlace a la entrevista de presentación que la directora de Sahlem tuvo la amabilidad de hacerme.
temario:
https://www.institutoshalem.com/course/pablo-el-apostol-incomprendido/?tab=tab-curriculum
 
entrevista:
https://www.facebook.com/ShalemMexico/videos/2052160784944556/
 
Las personas interesadas en el diplomado pueden consultar los detalles de matriculación en el siguiente enlace:
https://www.institutoshalem.com/course/pablo-el-apostol-incomprendido/
 
Saludos cordiales.
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Jueves, 30 de Diciembre 2021

“Compartir” (326). Preguntas y respuestas de 29-12-2021


Jesús estuvo en la India. ¿Sería posible?
Escribe Antonio Piñero
 
PREGUNTA:
 
Elaine Pagels, profesora de historia de las religiones en la Universidad de Princeton afirma que Jesús estuvo en la India ¿sería posible?
 
RESPUESTA:
 
Estoy sorprendidísimo, ya que he leído obra de la Drª Pagels y son serias por lo general, aunque le encante un tanto sorprender a los lectores con algo asombroso.
 
Agradecería muchísimo que alguien me diga dónde dice esto Elaine Pagels.
 
En principio: No puedo creerlo. Mil veces dicho: en historia antigua no se puede decir nada sin alguna prueba: arqueología, numismática o textos.
 
¿Dónde está esa prueba?
 
No creo en absoluto que Jesús visitara la India. Y mucho menos, como se dice, que muriera allí.
Es totalmente inverosímil, dada “la biografía” de Jesús. Y sobre todo el dato cierto de su muerte en cruz, probablemente en abril del año 30 e.c.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Otra entrevista sobre Los Libros del Nuevo Testamento
Canal “Desafío Viajero”
https://www.youtube.com/watch?v=M-DWRNOFXPw&ab_channel=Desaf%C3%ADoViajero
Miércoles, 29 de Diciembre 2021

“Compartir” (325) de 27-12-2021.


Cristianismo y budismo. Notovich
Escribe Antonio Piñero
 
 PREGUNTA:
 
Profesor ¿conoce la transcripción que hizo en el escritor ruso Nicolás Notovich sobre los textos encontrados en monasterio de Himis en el Tibet en el cual se refleja como un tal "San Issa ", proveniente de Israel decía que predicaba su mensaje por toda la región y luego con el propósito de enseñar, tornó a su tierra natal donde fue cruelmente maltratado condenado a muerte y crucificado?


En 1922 el estudioso indio Swami Abdedanananda y Tres años después el investigador Nicolás Roerich, analizaron los documentos en el monasterio de Himis y concluyeron que lo manifestado por Notovich era cierto.
 
RESPUESTA:
 
No la conozco. Ya he comentado alguna vez lo que dice Virgilio en la Égloga VIII: “No todos podemos todas las cosas”. Es muy plausible que lo que dice Notovich respecto a que eso se cuenta en los documentos encontrados sea cierto. Repito: el documento puede decirlo. Pero el contenido es súper cuestionable, del mismo modo que es cierto que los Evangelio dicen que Jesús caminó sobre el agua. Claro que lo dice. Pero el contenido es imposible.
 
El origen de la leyenda está en lucubraciones fabulosas sobre el término “Dídimo” aplicado a uno de los Doce, Tomás. Era ciertamente mellizo de otro, pero nunca se dice de quién. De la inmensa mayoría de los Doce nada, NADA, sabemos fiable. Por tanto, en los siglos II y III se creó la leyenda de que ese mellizo era hermano de Jesús y que en el reparto (¡también legendario!) de las tierras de misión a los Apóstoles, le tocó la India a Tomás. Y no quiso ir, pero su hermano Jesús, ya resucitado, lo convenció  con el argumento de que si no iba él, tomaría el cuerpo de Tomás e iría a la India a predicar.
 
Todo esto lo tienen Ustedes y muy claro en el segundo volumen de los “Hechos apócrifos de los Apóstoles” (de un total de cuatro) publicado por G. del Cerro y por mí mismo en la B. A. C., “Biblioteca de Autores cristianos”, en textos latín, griego y parte en siríaco (en notas), con traducción castellana e introducción, Madrid 2005. Y hay además una versión popular de los tres primeros volúmenes, sin textos griego y latino, y con pocas notas en la misma Editorial, de 2010-2011.El que quiera puede lerrlo.
 
En síntesis: No crean en absoluto en el contenido de lo que se ha encontrado en los siglos XIX y XX. Es cuento tibetano puro.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Enlace a la entrevista que me hizo Jesús Bastante en “Religión Digital” a propósito de mi publicación de “los Libros del Nuevo Testamento” (Trotta):
 
https://www.youtube.com/watch?v=oYXdXTyO8IY
 
 
Lunes, 27 de Diciembre 2021

Para entender si Jesús tenía el concepto griego o el hebreo sobre el alma es preciso examinar, aun brevemente, el contexto de la Judea romana y, finalmente, examinar las pocas ocasiones en las que los evangelios se refieren a esta idea.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


067. El alma (4): Jesús de Nazaret.
Jesús elige a sus apóstoles, la nueva creación (icono del siglo XIV).
 
  1. Judea romana.
En muchos pasajes de la literatura encontrada en Qumrán el uso que prevalece es el habitual del mundo hebreo y cananeo, es decir, el alma como elemento vital de un conjunto y un elemento que siente, aunque en estos casos no se interpreta como ajeno al conjunto. Es tan fuerte esta idea que puede aparecer con un carácter reflexivo, el nepher como una forma de decir “él mismo”, “ella misma”. De ahí a identificar en el nepher la persona misma sólo hay un paso, que de hecho se da, pues los enemigos buscan perder el “alma” de los justos, es decir, a los justos; y éstos se entregan completamente a Yahvé entregando su nepher. Yahvé salva y redime el alma (nepher), o sea, la persona misma con su vida corporal y psicológica, de ninguna manera se trata de una cuestión metafísica, sino de una redención personal, de una vida vivida según los preceptos, una vida terrena.

Pero, por otra parte, la influencia helenística se hizo sentir entre los rabinos de la época, en algunos casos del siglo II de nuestra era. Así, se reconoce que si la humanidad cumple la Ley actúa de una forma celestial, no como las simples criaturas terrestres. Siguiendo el razonamiento se pensó que el alma habita en el cuerpo y le otorga la fuerza para actuar según los mandamientos divinos. Incluso se pensaba que, durante el sueño, el alma (nepher) ascendía a los cielos para retomar fuerzas, recobrar nueva vida, una idea que claramente mezcla la concepción antigua hebrea y la helenística. Desde luego, algunos rabinos pensaron en la preexistencia del alma y un origen divino de la misma. Aunque hay una sutil diferencia con el mundo griego: los rabinos no parecen haber menospreciado el cuerpo aun considerándolo diferente a la parte divina. Y verdaderamente, la idea de unidad entre cuerpo y alma se mantiene, como demuestra que pensaran que, tras la resurrección, ambas partes se reunirían, y dicha unidad sería la juzgada en el Juicio Final. No está aquí, por tanto, la idea cristiana, que sigue pareciendo más griega que hebrea.
  1. Jesús de Nazaret.
El catálogo de usos de psyché en el Nuevo Testamento es amplio, aunque muestra algunas consideraciones muy chocantes con lo que tradicionalmente concebimos como cristiano. De hecho, es aconsejable tratar el tema distinguiendo entre lo que podemos reconstruir de Jesús en los evangelios y lo que podemos observar en el resto de escritos (cartas principalmente).

En general puede decirse que hay usos dependientes de la tradición más hebrea del Antiguo Testamento: Mt. 6, 25 indica que alma es paralela al cuerpo: “Por eso os digo: dejad de preocuparos por vuestra vida, qué comeréis o qué beberéis, ni por vuestro cuerpo, qué vestiréis. Pues ¿no es la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido?” Aquí la palabra vida traduce el griego psyché, “alma”, y el paralelo es evidente, es decir, la necesaria complementariedad es evidente.

En Mt 2, 20, la vida del Jesús niño está en peligro, pero se dice psyché, y no es posible entender “alma” al modo cristiano. En otros casos parece más apropiado también entender psyché como la persona al completo, no simplemente su alma. Pero esto puede ser debido al hecho de que los autores de los evangelios se sirvieron de abundante material del Antiguo Testamento (por ejemplo Hch 3, 23). Mt 11, 29-30 puede ser un caso interesante, pues la unidad de cuerpo y alma parece presidir el pasaje: “Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, porque soy dulce y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras vidas (psyché); pues mi yugo es benigno y mi carga leve”.

Además, “alma” parece ser en realidad el asiento de los sentimientos, un sinónimo de corazón.

Pero puede aparecer un sentido distinto, el de la vida real a diferencia de la vida física. Mc 8, 35-37 es, en este sentido, digno de mención:

35 Pues quien quiera salvar su psyché la perderá; pero quien pierda su psyché por causa mía y de la buena noticia la salvará. 36 Pues, ¿de qué sirve que el hombre gane el mundo y perjudique su psyché? 37 Pues, ¿qué compensación daría un hombre por su psyché?

Se reconoce por los estudiosos que “por causa mía y de la buena noticia” es un añadido a una frase que podría ser original de Jesús. Y también se traduce generalmente en esta frase la idea de “vida” más que de “alma”. Vida en sentido total y divino, un compendio de la Ley en sus dos partes, la que atañe a Yahvé y la que atañe a los hombres, es decir, un sentido del Antiguo Testamento. Porque la vida religiosa no es diferente a la vida física para el judaísmo de la época. No se trata de ascetismo sino de integridad judía. Una integridad tanto de carácter moral atendiendo a la Ley de Yahvé como a la complementariedad de cuerpo y alma como unidad. Esa vida (esa “alma”), por otra parte, es un regalo de la divinidad, que permite vivir en la Tierra como creación (criatura) que se atiene a los designios del dios de los cielos.

Un último fragmento puede ser también de interés, Mt 10, 28:

“Y no sigáis temiendo a quienes matan el cuerpo pero no pueden matar la psyché; en cambio, temed más a quien pueda aniquilar la psyché y el cuerpo en la gehena”.

La idea de que Yahvé puede destruir cuerpo y alma (soma y psyché en el texto griego), obliga a recordar, una vez más, los conceptos del Antiguo Testamento. Sólo Dios controla la unidad cuerpo-alma, pero en el texto no parece indicarse una independencia entre cuerpo y alma, sino que se debe atender a quien cuida del todo (Dios), no a quien cuida de una de una parte malinterpretando la realidad de la unidad cuerpo-alma.  Por último, que el alma se pierda en la gehena junto al cuerpo no permite entenderla como algo independiente de éste.

Por tanto, Hay que seguir a la espera para encontrar un concepto cristiano de alma inmortal y sujeta al Juicio final.
 
 
 
Un anuncio: el martes 28 a las 23.00 horas de España, 17.00 de México, Juciane Festa, directora del Instituto Shalem, me entrevistará para presentar el curso titulado Pablo: el apóstol incomprendido, que preparado para esta institución y que aparecerá al público el próximo enero.
https://www.facebook.com/ShalemMexico


 
Lunes, 27 de Diciembre 2021

“Compartir” (324) de 24-12-2021


Jesús y el nombre de Dios del Antiguo Testamento
Escribe Antonio Piñero

PREGUNTA:
 
1 "En el primitivo judaísmo no se podía nombrar a Dios, pero de alguna manera se daba a entender cuando se refería a él, de hecho en el antiguo testamento, figura Jehová o Yahvé (o el tetragrámmaton que lo identifica) unas 10000 veces. 
 
2 ¿Por qué Jesús jamás nombra ni a Yahvé,  ni a Jehová, ni jamás se le traduce con el tetragrámmaton, ni referencia nominal alguna al dios judío?
 
 
3 Jesús llama a dios "ABBA" pero ¿por qué en el Antiguo Testamento jamás sale ni una sola vez esa denominación "ABBA" hacia Dios?
 
 
4 ¿Le parece que es compatible con el mensaje de Jesús, el Dios que ordena degollar a todos los hombres a todas las mujeres y a todos los niños incluso lactantes a sus burros y a sus mulas de un pueblo con el Dios de pon la otra mejilla que propugna Jesús?"
 
 
RESPUESTA:
 
1 y 2:
 
Cierto que el Antiguo Testamento aparece Elohim o Yahvé miles de veces. Pero en la época de Jesús y por mera tradición, para cumplir el Segundo mandamiento, los judíos se habían acostumbrado a la ley consuetudinaria de no nombrar a Dios. Lo denominaban Altísimo, Presencia, Lugar, Palabra, Sabiduría, o de cualquier modo. Cada uno a su gusto. Y todo el mundo entendía. No era preciso nombrar a Dios. Solo el Sumo Sacerdote, el día del ayuno General expiatorio (Yom Kippur) pronunciaba el nombre de Yahvé, en voz baja en el Santo de los Santos, y postrado de hinojos.
 
3. Abbá es un vocablo arameo y el Antiguo Testamento está escrito en hebreo (menos 10,11 de Jeremías y 2,4-7,28 de Daniel). Por tanto, la pregunta tiene poco sentido. Abbá es uno de so signos, si duda, de la familiaridad con Dios que debía de tener un profeta, como él lo era. Abbá no es “papaíto”, lenguaje infantil, sino “Papá” que puede ser utilizado con respeto también por los adultos. En el Antiguo Testamento el título de Dios “(mi) Padre es tan raro que los especialistas señalan solo Eclesiástico 51,10. Pero en Qumrán hay dos testimonios de este uso. El primero en 4Q372: “Mi padre, mi Dios, no me abandones a los gentiles”, atribuido apócrifamente a Josué en un salmo compuesto por él y 4Q460 5,6, donde se lee “Mi padre y mi Señor” (véase “Los hombres de Qumrán, Trotta, Madrid, 1993 de F. García Martínez y J. Trebolle, p. 243). Es uso, por tanto, es un rasgo muy idiosincrático de Jesús, pero no único.
 
4. Habría que preguntárselo a Jesús. Tal como aparece su figura en los Evangelios, Jesús ni se lo plantea. En el siglo I se consideraba normal que Dios tratara fatal a los impíos, a sus descendientes y en general a todos los enemigos de su pueblo elegido. Les parecía estupendamente (véase el cántico de Zacarías en Lucas 1,67-79. Y el libro de Zacarías, en el que en 9,9 presenta un mesías manso y humilde, en 12,3.9; 13,2.8; 14,2 se habla de que Dios destruirá sin piedad a todos los habitantes dela tierra que se opongan a Israel. Jesús conocía y aprobaba el libro de Zacarías, porque aceptaba muy probablemente que el reino de Dios se instauraría en Jerusalén, y que Dios entraría en la ciudad desde  el monte de los Olivos (véase Zac 14).
 
He repetido mil veces que Jesús no es solo el profeta del Dios misericordioso, sino también el del Dios castigador con el fuego eterno del infierno (seis veces en los Evangelios). Casi el 40 % del Evangelio de Mateo es un aviso del castigo de un Dios enfurecido contra los impíos.
 
Por tanto, pienso que un judío piadoso y fanático no experimentaba ninguna contradicción entre un Dios, padre amoroso, y un Dios cruel con los enemigos de Israel, que eran los suyos.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

Breve entrevista con “Aragón Radio”, programa “Abismo”.

https://youtu.be/4syBrxCDKSw
Viernes, 24 de Diciembre 2021
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Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





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