CRISTIANISMO E HISTORIA: A. Piñero

"Para que por su Espíritu, y conforme a las riquezas de su gloria, los fortalezca interiormente con poder".


¿Qué significa  "fortalecer interiormente"?
 
Escribe Antonio Piñero
 
En Colosenses y Efesios, cartas no  auténticas paulinas (además Efesios es en parte un comentario, y en algún aspecto un rearreglo de la teología de Colosenses) solo hay DOS principios divinos: el Padre y el Hijo. Los autores no saben nada aún del  “Espíritu” como un vínculo o enlace entre el padre y el Hijo, sino que hay que entender “Espíritu” como un modo de actuar, una fuerza o una característica hacia afuera, hacia el exterior, del Padre o del Hijo. NO existe un tercer principio divino.
 
Esto se expresa:
· En Dios (con mayúscula) Padre que “actúa COMO Espíritu” (de sabiduría; de ayuda al comportamiento; al acto de fe en el valor de la muerte de Jesús; de inspiración de los profetas)
· En dios (con minúscula) Hijo, subordinado al Padre en todo, solo divino tras la resurrección, el Espíritu (del Hijo) es también  una potencia del Hijo (Hijo que hace actuar su fuerza e influencia ante el Padre en pro de sus protegidos) en la constitución de la vida espiritual de los creyentes en sus múltiples facetas. Por tanto, definiría el Espíritu como el Hijo que “actúa COMO Espíritu”.
 
Y no hay más. Quizás no sea fácil de entender totalmente. Pero ante todo debe quedar claro que el “Espíritu”, del Padre o del Hijo, NO es una entidad independiente, sino un modo de actuar del Uno o del Otro.
 
Ahora leamos el texto entero:
14 Por esta razón, doblo mis rodillas ante el Padre, 15 del que procede realmente toda paternidad en el cielo y en la tierra. 16 Que él os conceda, según la riqueza de su gloria, que seáis fortalecidos con su poder en el hombre interior por medio de su Espíritu. 17 Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, y que estéis enraizados y cimentados en el amor, 18 para que podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura, la magnitud, la altura y la profundidad, 19 y conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios”.
 
Explicación:
 
El creyente dobla sus rodillas ante el Padre, que gobierna incluso sobre Jesús el Cristo resucitado, ya considerado semidivino, en el cielo, como Hijo. El Padre, actuando como Espíritu, fortalece el hombre interior (el alma y la mente/espíritu de cada creyente, que puede pensar las cosas divinas). Ese Dios como Espíritu logra la inhabitación espiritual del Mesías en el corazón (sede los pensamientos = la mente), para poder comprender cuál es la anchura, la magnitud, la altura y la profundidad del amor de Cristo hacia la humanidad (potencialmente creyente) que sobrepasa todo conocimiento. Ese conocimiento extraordinario llena la mente/espíritu del creyente con la plenitud de la vida divina.
 
Así que “fortalecer interiormente” es enriquecer al “hombre interior” (el alma y la mente/espíritu de cada creyente, que puede pensar las cosas divinas) con una idea que torna consciente la realidad de la acción divina en él. En este caso es el impulso de “Dios como Espíritu” le lleva conocer el amor del Mesías por la humanidad que es un amor infinito, tremendo. Y eso fortalece su fe.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

NOTA:

Enlace a un debate con Irving Gatell sobre si Pablo, como presunto constructor de la teología del cristianismo primitivo, hizo de este una religión  o culto de misterios, entendiendo a Jesús como una divinidad solar:

https://youtu.be/9fi7gCxHPLM




 
 
Jueves, 14 de Julio 2022

Notas

De la predicación de Pablo a los textos de comienzos del siglo II (escasos cincuenta años) el cristianismo ha surgido y ha variado algunas propuestas del de Tarso. La cuestiones relativas a quién resucitaba, cuándo, y cómo, entre ellas.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura


081. Resurrección (y 4).

 

El capítulo 15 de 1 Corintios ha atraído el interés de la investigación desde tiempos antiguos. En su versículo 12 Pablo escribió: “Si del Ungido se dice que fue despertado de entre muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no ha lugar a que los muertos se levanten?” El caso es que en Corinto, en Grecia, en una cultura que no aceptaba la vuelta a la vida del cuerpo y sí la posible continuación de lo que los antiguos llamaban “psyché” (que hemos acabado traduciendo como “alma”), parece que algunos seguidores del Tarsiota se aferraban a su cultura: no hay vuelta a la vida de los cuerpos.

 

Pero Pablo, judío de pura cepa, pensaba que la nueva creación que sería en realidad el nuevo reino de Yahvé era una nueva creación, es decir, volvería a existir el conjunto cuerpo-alma que el judaísmo aceptaba como base de la existencia humana. Dicho con otras palabras, había un choque cultural entre la visión judía del hombre y la griega, mucho más filosófica.

 

Además, los griegos disponían en su cultura religiosa de movimientos religiosos que aseguraban que el alma no se iría al Hades, un almacén de almas (de “esencias vitales” podríamos decir) que allí carecerían de cualquier posibilidad de asociarse a nueva materia para volver a ser un ser humano completo. Se trataba, por tanto, de poder esquivar lo que Homero había calificado en el canto XI de la Odisea como “país de las brumas”, humedad sin materia. Así lo ilustra una lámina de oro hallada en una tumba de una mujer iniciada en los misterios (Turios, s. IV, Museo de Nápoles, Fragmento 32d-e de la edición de Kern de textos órficos):

 

Vengo limpia de seres subterráneos puros, oh reina de los seres subterráneos,

Eucles y Eubulo y dioses y demás divinidades;

Y pues yo me enorgullezco de ser de vuestra generación feliz,

tras pagar la penitencia por obras injustas

el destino me domeñó (...) con el brillante rayo.

Ahora llego suplicante junto a la noble Perséfone

para que, benévola, me envíe a las sedes de los inmaculados.

 

 

Pablo, en definitiva, combatía una idea incorrecta de la resurrección, concepto que sólo anunciaba el judaísmo.

Pero Pablo murió y lo que parece haber nacido en Corinto siguió vivo: los mortales, tal como creían los seguidores de esos movimientos religiosos que esperaban una vida del alma, sin cuerpo, en las tierras de los afortunados, de los inmaculados, podían asegurarse esa vida mediante ritos que, como el bautismo, se les representaban como hechos cerrados y completos. De aquí a pensar que con el bautismo se había logrado ya resucitar, había un simple paso. Ese paso implicaba que el alma (la idea griega de alma) ya había pasado, gracias a la idea paulina de “vivir con Cristo”, a ser resucitada, a ser transformada en un ente sin muerte y cuasi divino.

Pablo hablaba de transformación, de vida pneumática (espiritual). Esto significaba para él atenerse al espíritu de la voluntad de Yahvé, no vivir sólo como aire (pneuma), como bruma que escapaba del país de las brumas. La idea de volver a levantarse con huesos, tendones, músculos, vísceras, que tan atractiva por milagrosa se había hecho a los tesalonicenses (1 Tes 4, 14: “pues si confiamos en que Jesús murió y se levantó, también la divinidad llevará con él por obra de Jesús a los que murieron”), dejaba paso a otra idea más fascinante aún: el alma ya estaba con Jesús y la divinidad, había resucitado, se había transformado en inmortal.

 

Ignacio de Antioquía, muerto durante los últimos años del reinado de Trajano, ya en el siglo II, es buena muestra de lo que se había transformado la idea de resurrección, de cuánto debía ya al helenismo más que al judaísmo:

a) En la Carta a los de Esmirna escribió: “Reconozco la gloria de Jesús el Cristo, el dios que os hizo tan sabios” (Ad Smyr 1). Si Jesús ya era un dios, lógicamente su poder era divino, es decir, superior al humano.

b) En efecto. Tras referir lo básico del Credo cristiano, Ignacio afirma que Jesús ya no fue despertado (idea de Pablo, sino que dispuso de su tremendo poder en su propio favor: “Pues todo esto lo sufrió por nosotros, para que nos salváramos, y verdaderamente lo sufrió; como también verdaderamente se resucitó a sí mismo (anéstesen heautón)” (Ad Smyr 2). Pero, atención, en su carta a los de Tralles también escribió lo contrario: “El cual (Jesús) verdaderamente fue despertado de entre muertos, despertándolo su Padre (Ad Trall 9).

 

Y el evangelio conocido como Juan indica, a finales del siglo I, que la transformación que implica la resurrección (ese llegar a ser espiritual “a la griega”, no “a la judía”), ya se pensaba en esas fechas: "Verdaderamente, verdaderamente os lo digo, quien escuche mi palabra y crea en quien me envía alcanza vida eterna y no va a juicio, y ya ha pasado de la muerte a la vida” (Jn 5, 24).

 

La resurrección cristiana parece ser algo distinto a lo que Pablo predicó.

 

Saludos cordiales.

 

 

 

Lunes, 11 de Julio 2022

Sobre la historicidad, por ejemplo, de la multiplicación de los panes. 1248 -08 -07 -2022


Escribe Antonio Piñero
 
El autor de la pregunta  expande su cuestión del modo siguiente:
 
He leído y le he escuchado en alguna entrevista una de ellas con Iker Jiménez que cuando un tema solo figura en solo un evangelio, tiene menos credibilidad que cuando sale en varios. La pregunta es clara. En los casos en los que hay historias, que salen en todos los evangelios por esa misma lógica debe estar muy cerca de la verdad. Hay 3 aspectos que coinciden todos evangelistas: Multiplicación de panes y peces; Resurrección; Aparición a los apóstoles.
Coincidiendo los cuatro Evangelios en estos 3 puntos, ¿tienen una autenticidad casi total si aplicamos ese criterio? o entonces ¿se cambia de criterio para no tener que darle mayor credibilidad?
 
RESPUESTA:
 
 
En el fondo de esta pregunta late un mal entendido (probablemente no me he explicado con total claridad). El malentendido radica en confundir “evangelio” con “fuente independiente”. Una “fuente”, en el caso de los Evangelios, es la constancia de una tradición escrita en la que se recoge y se1transmite alguna frase de Jesús, o un hecho de este. Un Evangelio está compuesto, por su parte de múltiples tradiciones. Y otra cosa, pues, es el conjunto de tres o cuatro Evangelios.
 
Sí hay algún caso en el que “fuente única” y un único evangelio coinciden. Quizás  el ejemplo más llamativo sea la parábola del “Hijo pródigo”, el cual tras dilapidar su herencia retorna a la casa de su padre y este lo acoge de nuevo a pesar de las protestas del hermano mayor que ha permanecido fiel en la casa paterna. Hay mucha gente que opina que es la parábola más bella y emocionante de los Evangelios, pero desgraciadamente solo aparece en el Evangelio de Lucas 15,11-32.
 
Entre los especialistas en el Jesús histórico  y desde hace mucho tiempo (no puedo decir con exactitud quién y cuándo alguien lo puso por escrito. Es claro sin embargo, que la norma está delineada muy estrictamente en el libro de Rudolf Bultmann, “Historia de la Tradición Sinóptica”, de 1921) de la que hay versión española en la Edit. “Sígueme” de Salamanca), donde se establece la norma de que –teniendo en cuenta lo variable y transformable que es el tradición oral– no se puede afirmar con absoluta certeza que algún dicho o hecho de Jesús (o de cualquier otro personaje de la historia del que solo hay fuentes escritas, no arqueológicas o numismáticas) es cierto históricamente si solo una fuente independiente confirma que fue Jesús el protagonista de tal o cual acción o el autor de tal o cual dicho.
 
En el libro de John Dominique Crossan, sobre el “Jesús de la historia. La vida de un campesino judío”, al final hay un elenco detallado (según los criterios del autor que concede gran relevancia a los Evangelios apócrifos como fuente histórica, sobre todo al Evangelio de Pedro y al de Tomás gnóstico) de las fuentes sobre Jesús divididas por testimonios, de una, dos, tres o más atestiguaciones.
 
Y aquí está la clave: lo importante son las fuentes y que estas sean independientes entre sí. No importaría, por tanto, mucho en cuestiones de credibilidad histórica, si un hecho o dicho de Jesús está o no está en un solo evangelio, en varios, o en los cuatro. Lo importante es si las fuentes son distintas. Por eso, creo que yo jamás he dicho he dicho que una frase o un hecho de Jesús sea histórico si aparece en los cuatro Evangelios. Solo he afirmado que tiene más posibilidades de ser histórico si tal hecho o dicho está atestiguado en fuentes distintas.
 
Es más, precisando más la cuestión, he afirmado que, en ocasiones, un dicho / hecho de Jesús que aparece en un solo evangelio, pero repetido en diversos géneros literarios (por ejemplo, diálogos polémicos con los fariseos; diálogos meramente didácticos; parábolas; apotegmas (un relato de un hecho que acaba con una frase que en seguida se hace célebre); dichos proféticos y apocalípticos; dichos de seguimiento…; Véase p. 185 de mi obra “Aproximación al Jesús histórico”, Trotta, Madrid 4ª edic. de 2019) y dado que los diversos géneros pudieron transmitirse por cauces distintos es posible que puedan considerarse fuentes distintas. Así el caso de que el núcleo de la predicación de Jesús fue la inminente venida del reino de Dios parece en muchas formas literarias distintas, aparte de que pueda estar más o menos presente en cada uno de los Cuatro evangelios canónicos.
 
Por tanto, si se demuestra que un dicho o hecho de Jesús (por ejemplo, la multiplicación de los panes) está presente, de algún modo, en los Cuatro evangelios (Mc 6,32-44; Mt 14,13-21; Lc 9,10-17; Jn 6,1-15), pero se supone que Mateo y Lucas copian de Marcos y que Juan conoce sin duda la tradición sinóptica, en especial el Evangelio de Lucas, resulta que la tal multiplicación depende de una fuente única ¡y no de cuatro!
 
Así que, en síntesis: el que algo aparezca en tres o cuatro evangelios canónicos no es por sí mismo una prueba de historicidad. Hay que utilizar otros criterios. Y voy a los ejemplos:
 
1. La multiplicación de los panes es rechazada unánimemente por toda la investigación seria, incluida la confesional, porque pertenece al género fantástico de milagros contra la naturaleza. Cómo se explique su aparición en los Evangelios es tema totalmente distinto y merece consideración aparte.
 
2. Resurrección y apariciones: la crítica (incluida la confesional) apunta  la variedad, contradicciones e imposibilidades de los relatos de la resurrección y de las apariciones; y para la crítica no confesional la imposibilidad de considerar materia histórica lo que pertenece  o sobrenatural y al ámbito de la fe) conduce a la investigación a formular la idea de que:
 
A) El cristianismo primitivo creyó a pies juntillas en la resurrección de Jesús;
 
B) Que sin esa creencia no se explica la aparición del seguimiento de Jesús tras su muerte y finamente el cristianismo; que hay que explicar por qué en el siglo I esa creencia podría surgir espontáneamente en ciertas circunstancias (aclaración de las condiciones de posibilidad). Pero nada más.
 
Y nada más. La historia no se pronuncia –no debe hacerlo–, sobre la historicidad del hecho de la resurrección ni debe dudar del hecho de que el cristianismo primitivo creyó a pies juntillas que Jesús se había aparecido. Insisto: y nada más.
 
Y por último: la suposición, muchísimas veces repetida, y altamente ofensiva, de que la crítica independiente cambia de criterio para no dar verosimilitud histórica a un hecho porque no le interesa… etc… lo considero –como he indicado– un agravio innecesario y muy molesto.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Viernes, 8 de Julio 2022

1248- 05/07/2022


¿Qué es el hombre interior?

Hoy escribe Antonio Piñero 
 
Pregunta difícil, pues para responder debemos suponer que Pablo está pensando como un hombre cultivado del mundo grecorromano influido por concepciones platónicas, pero simplificadas y vulgarizadas.
 
Pablo piensa que el ser humano está compuesto de alma superior, la razón, la parte lógica e intelectiva, y alma inferior, que a su vez está dividida en dos partes: deseos y pasiones razonables que corresponden  a las necesidades del cuerpo, que son buenas, y deseos y pasiones no razonables, la “carne” según el vocabulario paulino, que engloba todo aquello puramente material, mundano, bajo, vergonzoso, opuesto al mundo de la razón /espíritu.
 
La tesis principal del pasaje sería así: el Pecado representa el dominio despótico de la parte irracional, la «carne», que habita en el interior del yo (v. 20). El yo (el hombre genérico), al sentirse esclavo del poder tiránico del Pecado, se define como «vendido como esclavo al poder del Pecado». Entonces, la mente/razón (hombre interior), vencida, «obra aquello que en el fondo odia» (vv. 15.19). Puede decirse que el yo casi completo se sitúa intelectualmente del lado de la razón, por lo que no tiene más remedio que alabar a la Ley «y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena» (v. 16).
 
Así pues, desde los vv. 15 al 23 Pablo dibuja una situación en la que el Yo está dividido entre el “querer” y el “obrar”, ambos antagónicos.  He aquí el texto:
 
“No entiendo lo que hago; pues no hago lo que quiero, sino que hago lo que odio. 16 Y, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo con la Ley en que es buena; 17 pero entonces ya no soy yo quien obra, sino el pecado que habita en mí. 18 Pues sé que nada bueno habita en mí, es decir, en mi carne; en efecto, querer el bien está a mi disposición, mas el obrarlo, no: 19 pues no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero. 20 Y, si hago lo que no quiero, no soy yo quien lo obra, sino el pecado que habita en mí. 21 Descubro, pues, esta ley: que aun queriendo hacer el bien es el mal el que está a mi lado. 22 Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, 23 pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi mente y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros”.
 
La expresión típica está el v. 19: “Pues no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero”. Exactamente igual que Platón en la República (589A), Pablo describe el Yo que está a favor de la Ley y su cumplimiento como “el hombre interior”. El texto completo: “Pues me complazco en la ley de Dios según el hombre interior, pero advierto otra ley en mis miembros que lucha contra la ley de mi mente y me esclaviza a la ley del pecado que está en mis miembros”.
 
En conclusión:  el hombre interior es la parte del alma que se rige por la razón (= está de acuerdo con cumplir a Ley), que se opone a la parte inferior, cuya sede está en la “carne”, representada aquí por los miembros del cuerpo, que se rige por lo externo, lo material (no desea cumplir a Ley porque le fastidia).
 
Esta lucha interna es tan común en el ser humano que fue recogida incluso por los dramaturgos griegos. Se ha señalado que el Apóstol podría estar pensando en el dilema expresado por Medea, en la obra del mismo título de Eurípides, vv. 1077-1080: “Abrumada estoy por los males. Sé que lo que voy a hacer es producto de mi pasión (griego thymós); pero ésta es más fuerte que mi reflexión guiada por el razonamiento (griego boúleuma), que es la causa de los mayores males entre los mortales”.
 
Igualmente es también posible que Pablo esté dentro de la especulación judía helenística muy interesada en mostrar cómo el poder de la razón, ayudado por la reflexión y el estudio de la Ley, puede controlar todas las pasiones, aunque ese control esté pleno de luchas (tesis del apócrifo del Antiguo Testamento: Libro 4º Macabeos: texto en la colección “Apócrifos del Nuevo Testamento”: vol. III, Madrid Edit. Cristiandad).
 
Finalmente Pablo, entristecido por esta situación real y diaria, acabaría el párrafo con un poderoso lamento y un deseo (versículos 24 y 25): “¡Desgraciado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo nuestro Señor! Así pues, ciertamente, soy yo mismo quien con la mente sirve a la ley de Dios, mas con la carne, a la ley del pecado”.
 
En síntesis: en contra de lo que piensan algunos, Pablo no expresa cargo alguno contra la ley de Moisés en general, salvo que su hombre interior es incapaz a menudo de controlar la situación humana completa (también “carne”) inclinada al mal. Y con esto el Apóstol piensa que cuando pensaba con el hombre exterior (estaba en la “carne”), sus  pasiones (= inclinación a pecar) vencían a los preceptos de la Ley.
 
Pero cuando opera el hombre interior sirve a la ley de Moisés y la cumple. Pero con una precisión: el pagano convertido a la fe en el Mesías cumple la parte de la Ley que le compete, como pagano (la ley natural: el Decálogo y las normas morales genéricas que se derivan de él). Pero los judíos, al seguir siendo judíos a pesar de creen en Jesús como mesías, tienen que seguir cumpliendo la ley de Moisés al completo, aunque parezca injusto ya que tiene muchos preceptos… ¡pero para eso son el pueblo elegido y tienen otras ventajas!
 
Ahora bien, los judíos en la época mesiánica ya presente cumplen esa ley de Moisés completa con un nuevo espíritu: el Mesías muda el espíritu antiguo del cumplimiento de  la Ley (que tanto judíos como paganos sentían que la podían cumplir resistiendo el poder del hombre exterior (“carne” = “pecado”) por medio de la óptica nueva, mesiánica,  en esos momentos tano el judío como el pagano se sienten arrastrados la observancia de la Ley por el amor, la fe y el espíritu. El pagano completa también el Decálogo con la ley del amor o del Mesías (Gálatas 6,2= los demás preceptos para en ningún caso hacer daño al prójimo).
Entonces, para los judíos, la Ley podrá cumplirse completa. Y para los gentiles igualmente. Estos se salvan como gentiles por lo que hay una parte de la Ley que no les compete. De este modo, y esto importa mucho para la intelección del pensamiento completo de Pablo,  el judío puede y debe cumplir la ley de Moisés completa, pero con otras perspectivas mentales: es la misma Ley, pero renovada y transformada también en “la ley del Mesías”.
 
Y para el pagano, la nueva mentalidad respecto a la Ley, según las indicaciones del hombre interior, se ve obligado a cumplir el Decálogo (cuyo primer mandamiento le obliga a dejar de creer en los dioses) y las demás obligaciones  de la “ley del amor o del Mesías”.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
Martes, 5 de Julio 2022
Escribe Antonio Piñero
 
Me preguntan:
 
¿Qué quiere decir Romanos 2,29: "El verdadero judío lo es en su interior, y la circuncisión no es la literal sino la espiritual, la del corazón. El que es judío de esta manera es aprobado, no por los hombres, sino por Dios." ¿DE NUEVO CONTRA LOS DOGMAS JUDÍOS?
 
RESPUESTA:
 
Léase el párrafo completo: Romanos 2,26-29
“Pues la circuncisión, en verdad, es útil si cumples la ley; pero si eres un transgresor de la ley, tu circuncisión se vuelve incircuncisión.
 Mas si el incircunciso guarda las prescripciones de la ley ¿no se tendrá su incircuncisión como circuncisión?
 Y el que, siendo físicamente incircunciso, cumple la ley, te juzgará a ti, que con la letra y la circuncisión eres transgresor de la ley.
 Pues no está en el exterior el ser judío, ni es circuncisión la externa, la de la carne.
 El verdadero judío lo es en el interior, y la verdadera circuncisión, la del corazón, según el espíritu y no según la letra. Ese es quien recibe de Dios la gloria y no de los hombres.
 
Por tanto la respuesta de Pablo  no es como dice el preguntante: “Pablo ¿De nuevo contra los dogmas judíos?

¡De ningún modo!

El contexto –muy importante para comprender cualquier pasaje de Pablo y de otros autores del Nuevo Testamento y de la literatura en general– es la disputa entre Pablo y los judíos creyentes en Jesús acerca de si el pagano que cree en Jesús como mesías, se arrepiente de su vida anterior, abandona a los dioses falso y gracias a que cree que Dios ha obrado la redención de toda la humanidad en el sacrificio de la cruz, , no solo de  los judíos sino de todos los hombres potencialmente, NO tiene que convertirse además en judío para lograr la salvación completa. Ya que convertirse en judío significaría, para el varón, circuncidarse y la obligación de cumplir la ley de Moisés completa, es decir, además de la circuncisión, habría de observar las leyes sobre la pureza/impureza de los alimentos y las normas sobre la pureza ritual.

Y eso es una tontería, piensa Pablo por dos razones: A. Si se convirtiese en judío, no se cumpliría la promesa completa de Dios a Abrahán, como diré más abajo. B. Al no hacerse judío no tiene que cumplir esa parte de la Ley que es solo para los judíos.
 
Para entender esta idea, ayuda también leer también 1 Corintios 7, 18-20:

“Que fue uno llamado siendo circunciso? No rehaga su prepucio. ¿Que fue llamado siendo incircunciso? No se circuncide.
 La circuncisión es nada, y nada la incircuncisión; lo que importa es el cumplimiento de los mandamientos de Dios.
Que permanezca cada cual tal como le halló la llamada de Dios.”
 
Teniendo en cuenta estos pasajes, la respuesta de Pablo es, pues, la siguiente en donde insisto en unos aspectos expuestos más arriba:
 
1. Dios NO EXIGE al pagano que se convierte a la fe en Jesús mesías que se haga judío. La razón básica es que si se convierte en judío cada pagano que crea en Jesús, Abrahán será padre en verdad de un solo pueblo, el judío, pero nunca se cumplirá la tercera parte de la promesa de Dios a él que decía que sería “padre de numerosos pueblos” (Génesis 17,4).
 
2. Dios NO QUIERE que los paganos injertados en Israel se  hagan judíos, sino que sigan siendo “paganos” ( = no judíos de nacimiento, pero paganos entre comillas ya que no creen en los dioses falsos y sí en Jesús como mesías), de modo que estos paganos se injerten en Israel, de acuerdo con Romanos 11,25-29:
 
“Pues no quiero que ignoréis, hermanos, este misterio, no sea que presumáis de sabios: el endurecimiento parcial que sobrevino a Israel durará hasta que entre la totalidad de los gentiles, y así, todo Israel será salvo, como dice la Escritura: Vendrá de Sión el Libertador; alejará de Jacob las impiedades. Y esta será mi Alianza con ellos, cuando haya borrado sus pecados. En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien; pero en cuanto a la elección amados en atención a sus padres. Que los dones y la vocación de Dios son irrevocables”.  
 
Cumplido este requisito, el injerto de cierto número de paganos en el Israel verdadero y único, llegará el fin del mundo y los predestinados se salvarán. Los demás irán al infierno o serán aniquilados.
 
Por tanto Pablo sostiene que los paganos, que cumplen la ley de Moisés (la que a ellos les compete; no las partes de la Ley que son solo para los judíos (= circuncisión / alimentos / pureza ritual) son “judíos” en su corazón y en realidad.
No judíos físicos, hijos naturales de Abrahán, sin judíos espirituales con una circuncisión espiritual, igual de valiosa que la física.
Y eso se confirma con el siguiente pasaje de Filipenses 34,2-3:
“Atención a los perros; atención a los obreros malos; atención a los falsos circuncisos.
Pues los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carne”.
 
Los “perros” y los obreros malos son los judíos creyentes en Jesús que quieren que os paganos creyentes igualmente en Jesús “rematen la faena”, se hagan judíos y se circunciden. Pero Pablo responde: No. Dios no quiere que se hagan judíos, sino que sigan siendo “ex paganos”, que sean los representantes de los paganos que se convierten a la fe en Jesús, que sigan siendo paganos, que no tienen obligación de cumplir la parte de la Ley que es solo para os judíos, y que se salvarán igual que estos. Lea circuncisión espiritual (fe en Jesús y cumplir la ley del Mesías o la Ley del amor los hace judíos espirituales. Y eso basta.
 
NOTA:
 
Toda esta larga respuesta sería innecesaria, ya que todo lo tengo escrito en mi obra “Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino”, de la Edit. Trotta, 2ª edición de 2019.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Viernes, 1 de Julio 2022

Notas

“Ser despertado y levantarse”, eso es lo que Pablo y el primer cristianismo expusieron como descripción de que un difunto volvía a la vida. Y, para acabar de entender la resurrección, al menos básicamente, es necesario atender a quién resucita, quién vuelve a la vida.

Hoy escribe Eugenio Gómez Segura.


080. Resurrección (3).

Detalle de la Resurrección de Jesús, Iglesia de San Salvador de Cora, Estambul. Seleccionado de aquí.

En 1 Tes 4 y 1 Cor 15 encontramos varios pasajes que desvelan, aun con sus dificultades de expresión, bastantes detalles sobre la idea que Pablo de Tarso, judío de la escuela farisea, pudo difundir sobre la vuelta a la vida de los difuntos (o “dormidos”). Si en 1 Tes 4 el motivo de la aclaración del de Tarso era asegurar que, tras morir, hay nueva vida en el mundo para quienes se unan al pueblo de Yahvé, en 1 Cor 15 las explicaciones parecen contrarrestar dudas no ya intuitivas sino razonadas. En efecto, el tenor de 1 Tes 4 parece más bien una aclaración a quienes no acaban de vislumbrar la posibilidad de que un esqueleto vuelva a tener carne, tendones, vísceras, vida “animal o animada”. El de 1 Cor 15 parece más bien ser la argumentación que se opone a otra argumentación, es decir, un acto de “filosofía”.
 

Con eso en mente, se puede reflexionar sobre el cariz de cada pasaje. 1 Tes 4 presenta sólo una exposición de la doctrina: “Jesús murió y se levantó… del mismo modo… los dormidos”. La divinidad llevará el caso a su término. En 1 Cor 15, en cambio, la argumentación exige ejemplos, lo que obliga a detallar más: hay que comparar a Adán con Jesús, pues ambos inician una creación, la primera el primero, la segunda el segundo. Ambos son la marca definitoria del carácter de cada una de las creaciones: la primera, que no atendió al espíritu de la voluntad de la divinidad manifestada en los diversos artículos de la Ley que Yahvé se vio obligado a promulgar; la segunda, que sí atenderá al espíritu de esa Ley universal que está detrás del comportamiento deseado por Yahvé.
 

Y el caso es que ambos textos se entienden correctamente sólo si los contemplamos desde un punto de vista meramente humano: tanto Jesús como los dormidos experimentan el proceso de pasar de dormidos a levantados gracias a la acción de Yahvé (1 Tes 4, 14: “pues si creemos que Jesús murió y se levantó, del mismo modo la divinidad llevará también consigo por medio de Jesús a los ya dormidos”. Los ejemplos que aporta Pablo en 1 Cor 15, Adán y Jesús, sólo son iguales, sólo son equivalentes, si ambos son humanos, si ambos parten de las mismas condiciones a la hora de atenerse al espíritu de la Ley / Voluntad de Yahvé.
 

De aquí se puede deducir que, para Pablo, Jesús volvió a la vida porque era humano, no dios. Por eso, también, en Gal y Rom pudo ser comparado con Abrahán, con otro humano: su comportamiento fue ejemplar a ojos de Pablo porque demostró que un humano podía atenerse a lo designado por Yahvé. Rom 6, 4-11 vuelve a utilizar un vocabulario que refleja la igualdad: “sepultados con él”, “al igual que el Ungido fue despertado”, “así también nosotros”, “injertados con él en una muerte semejante a la suya”, etc.
 

Por tanto, para Pablo, judío de formación farisea, el proceso de la resurrección presenta dos facetas: una, que hay que ser humano para experimentarla (hay que ser mortal para morirse), y eso incluye a Jesús el galileo entre los mortales; otra, que la divinidad desencadena el proceso que acaba en el volver a levantarse como muestra de que huesos con músculos y tendones vuelven a actuar según la vida animada mortal.
 

Pero quizá no fue esto mismo lo que pensó pocos años después el cristianismo.
 

Saludos cordiales.

Dejo un enlace a una entrevista que me hizo Carla Díaz para su canal Investigando la historia. Durante algunos minutos trato este tema.

https://www.youtube.com/watch?v=6cHllTcyKW0

Lunes, 27 de Junio 2022
Lugares indispensables en un viaje a Israel
Escribe Antonio Piñero
 
Estimados amigos:
 
El deseo de Valeria Sastre, que me escribe amablemente, de numerar diez destinos de viaje en Israel y numerarlos por orden de importancia, me parece imposible de cumplir. No creo posible que yo puede numerar por orden de importancia, por ejemplo entre Belén y Nazaret y concederle a uno u otro lugar un rango superior. ¿Y qué puntos concedo a Jerusalén?
 
Y ¿qué otra calificación a ciudades de la Galilea norte donde se desarrolló la mayor parte del ministerio público de Jesús? Y ¿qué me dirían sobre el presunto lugar donde Jesús fue bautizado por Juan, cuya importancia es capital para entender la mentalidad teológica de Jesús que sigue, al menos al principio, estrechamente la del Bautista?
 
No puedo hacerlo. Espero, amiga Valeria, que lo comprenda.
 
Así que enumero simplemente, sin orden de prioridad, los lugares que me parecen indispensables. Ahí van:
 
Monte Sinaí y Monasterio de santa Catalina; Jerusalén, que da para días y que vale por tres o cuatro lugares; Ruinas de Qumrán; Masada y Mar Muerto; el Herodion; Lago de Genesaret; algún kibutz (nosotros visitamos el de Ginosar Nof); Nazaret; Belén; Cafarnaún, aunque haya poco que ver, pero fue en parte el centro de la predicación de Jesús, y Cesarea Marítima.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
NOTA
 
Enlace a un debate en You Tube  sobre si la persona de Jesús en los Evangelios y en Pablo de Tarso tiene más de mitológico, que de histórico entre Irving Gatell y yo:
 
https://youtu.be/57Zv_FvqQjM
Martes, 21 de Junio 2022

Notas

(1245- 18 / 06 / 2022)


Viaje a Israel – Tierra Santa
Escribe Antonio Piñero   
 
Me envían por correo electrónico la siguiente pregunta:
 
Siempre he tenido el sueño, de hacer un viaje religioso de 12 días por Israel pero ¿Qué visitar? Y ya sabe que las agencias te venden cosas que luego no valen la pena en ocasiones. Así que ese viaje debería abarcar las 12 localizaciones más importantes que no me podría perder y ahora, tengo al mayor experto del mundo, para poderle preguntar. Soy una mujer con suerte.
¿Nos podría dar las 12 localizaciones indispensables en un viaje a Israel para rememorar los pasajes del nuevo testamento?
María Blanco
 
RESPUESTA:
 
Curiosamente la respuesta a esta pregunta se halla en el libro que acabamos de publicar, hace menos de un mes, Juan Eslava Galán y yo. Juan es Premio Planeta y autor en diversas editoriales (ante todo en Planeta) de unos cien libros: novelas, ensayos, alta divulgación histórica, viajes, gastronomía. Y a mí me conocéis de sobra.
 
Empleamos  la expresión “Tierra Santa” para referirnos de un modo amplio a los lugares relacionados con la religión cristiana que desempeñan un papel  en el Nuevo Testamento en torno a la figura no solo de Jesús de Nazaret, sino también de Pablo de Tarso, por tanto Israel, Turquía y Grecia. Por ello repetir detalladamente el itinerario podría cansar al lector. Desde luego no faltan –y nombrará unos pocos– el monte de la Ley o Sinaí, Jerusalén, Nazaret, Belén, el Lago de Genesaret y el entorno del Golán en Israel. En Grecia, Atenas y Corinto y la famosísima Eleusis, donde se iniciaron los cultos de “misterio” o salvación seguidos por el cristianismo y en Turquía la ruta de Pablo haciendo especial hincapié en Éfeso.
 
La figura de Jesús sigue fascinando porque se la ha sublimado, engrandecido, divinizado¸ magnificado y exaltado. Jesús, a partir de una lectura llana, simple, sencilla y acrítica de los Evangelio Jesús es una imagen ideal, lo que  tiene consecuentemente muchos seguidores. Ante estos se presenta su figura solo con los rasgos positivos.
 
Pongo un ejemplo: un Jesús muy atractivo como predicador únicamente del perdón de un Dios misericordioso. Nadie tiene tiempo para examinar el Evangelio de Mateo, y para caer en la cuenta de que el 40 % de este escrito bíblico está dibujando a un Jesús, cuyo Dios amenaza con un castigo tremendo, fuego eterno, si no se le otorga fe y asentimiento. Es un Dios más bien terrible. Y como digo no se asocia con este Jesús a quien se admira. Se presenta como la cara amable de Dios. Jesús se pinta como un modelo de persona ideal, defensor de los pobres y de todos los derechos humanos.
 
Pues bien, Viaje a Tierra Santa es un libro que informa de casi todo lo que uno podría preguntar. Y de un modo muy divertido, ameno, diálogos y descripciones bien hechas (creo), de modo que si un lector no se divierte leyéndolo, yo (en plan de broma) le diría a Planeta que le devolviera el dinero que le ha costado adquirir el libro.
 
Está a punto de agotarse la primera edición, sin apenas propaganda. Y me indica un amigo que compró el libro por Internet, que en Amazon estaba en el número 1 de la lista de libros más vendidos de “tema religioso”. Yo no le comprobado; pero si lo dicen…
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
Sábado, 18 de Junio 2022
La apariencia de Dios en el Antiguo Testamento  según algunas citas bíblicas
Escribe Antonio Piñero
 
Me preguntan sobre el siguiente elenco de citas:

Deuteronomio 5:4 Cara a cara habló Yahvé con vosotros.
Éxodo 33:11 y Deuteronomio 34:10: Yahvé hablaba con Moisés cara a cara,
Números 12:8: Cara a cara hablaré con él, claramente y no con enigmas, y verá la apariencia de Yahvé.

¿Qué dice Jesús sobre el Dios del Nuevo Testamento? Que a su padre nadie le ha visto nunca.

Juan 17:25 Padre justo, el mundo no te ha conocido.
Juan 1:18: A Dios nadie lo ha visto jamás.
Juan 5:37: Nunca habéis oído la voz del Padre, ni habéis visto su aspecto.
Si Jesús dice que a su padre no le ha visto nadie nunca, ¿a quién estaban viendo en el Antiguo Testamento?
 
RESPUESTA:
 
Responderé de modo global:
 
La pregunta supone que hay que entender el Antiguo Testamento globalmente como un documento histórico fidedigno. Así es en parte en las secciones en las que se hablan de ciertos personajes, batallas, acontecimientos, etc., temas respecto a los cuales se puede encontrar algún documento que para contrastar la noticia, sea un texto histórico o algún documento arqueológico, en especial inscripciones (que deben también  interpretarse) o restos de palacios, fortificaciones, templos, casas, etc.
 
Pero otra grandísima parte del Antiguo Testamento es pura teología. Ya conocen Ustedes mi opinión, expresada con una frase de Jorge Luis Borges: “La teología pertenece al género literario de lo fantástico. Es la perfección del género”.
 
Por tanto no se puede tomar al pie de la letra lo que dice la Biblia  al respecto. Mi respuesta más clara y directa es Moisés no vio a nadie. En el caso de Moisés, personaje quizás histórico, pero mucho más deformado en su “biografía” que Jesús, no se puede creer nada de lo que de él se diga en el plano de lo teológico o sobrenatural.
 
Y respecto al Evangelio de Juan: reproduzco el juicio de mi colega Gonzalo Fontana, autor de la gran sección sobre los escritos de la comunidad johánica dentro de “Los Libros del Nuevo Testamento” (por cierto: del que la editorial Trotta anuncia la tercera edición para septiembre; hacerla en pleno verano parece inútil) que escribe:
 
« Una de las principales controversias sobre el cuarto evangelio es la relativa al de su valor histórico, cuestión respecto a la que cabe hacer una precisión metodológica de calado: por más que el relato esté centrado en la vida de Jesús, en él hemos de ver más bien un documento en el que se proyecta retrospectivamente la propia realidad en la que se desenvolvían sus autores y destinatarios. Frente a la exégesis de cuño conservador, que ha tratado de ver en Juan el relato minucioso de un testigo ocular, la crítica histórica ha desmentido tal planteamiento y, a cambio, ha profundizado en el análisis de la obra como testimonio de las vicisitudes del grupo en cuyo seno se gestó. Y es que los evangelios, más que de Jesús y sus discípulos históricos, hablan, en realidad, de los cristianos que los compusieron». P. 1307.
 
En consecuencia: Todas las frases a las que alude el preguntante se pueden responder con la afirmación de que  ninguna de ellas pertenece al Jesús de la historia. Y por otra parte que el cristianismo primitivo mantenía la tesis de que aunque Dios fuera «corpóreo», de “materia” sutilísima de modo que los que gozaran de la visión beatífica en el otro mundo, en el cielo, al igual que los ángeles (algunos de ellos siempre ante la faz de Dios), sin embargo, en la tierra Dios no es visible por nadie. Ni siquiera para los místicos.
 
Respecto al Jesús histórico, como profeta ante todo, es de suponer que –según los cánones de la teología judía contemporánea– jamás vio a Dios.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero

Nota
 
NOTA:
 
Enlace a un programa de la “La aventura del saber” de TV2. Entrevista a Juan Eslava Galán, Premio Planeta, sobre el libro “Viaje a Tierra Santa”, de la Editorial Planeta, del cual se anuncia una segunda edición antes de cumplirse un mes de su salida, el 25 / 2/ 2022. Este libro fue escrito por los dos después de un par de viajes a Israel, Turquía y Grecia (lugares de la predicación de Pablo).
Es ameno, divertido y contiene una gran cantidad de información sobre Tierra Santa y sobre el actual estada de la investigación acerca de Jesús de Nazaret y temas relacionados de los orígenes del cristianismo:
https://www.rtve.es/play/videos/la-aventura-del-saber/aventura-del-saber-viajamos-tierra-santa-juan-eslava-galan/6595901/
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
 
 
Martes, 14 de Junio 2022
Escribe Antonio Piñero


Algunas de las preguntas que continuamente me hacen: 

I.
Números 31,1: «Yahvé habló a Moisés y le dijo:  "Ejecuta la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas"»
¿Observa usted este carácter vengativo en Jesús?
 
Esta pregunta está relacionada con las siguientes
 
II.

Dios quiere su parte de un botín de guerra y joyas.
Números 31,32-50: Moisés y el sacerdote Eleazar hicieron como Yahvé mandó a Moisés el cual pide su parte de un botín de guerra.
Mateo 5:47 "Al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. 42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo niegues."
 
¿Puede ser el Dios del Jesús que impele dar una túnica si tienes dos, del que dice que no pasara un rico al reino de Dios, el que exija su parte del botín de una guerra para hacerse rico?
 
III.

Dios muestra un odio sin compasión en el Antiguo Testamento. Así 1 Samuel 15,3
«El Señor ordena: “ve y mata a los amalecitas; destruye todo lo que tienen. No tengas compasión de sus hombres, ni de sus mujeres, y ni siquiera de sus bebes de pecho; ni de sus vacas, ovejas, camellos o asnos”».
¿Observa usted una falta de compasión a este nivel en el Dios del Nuevo Testamento?
 
RESPUESTA:
 
Ya he escrito múltiples veces que el Dios de Jesús no es solo el que ama y perdona, sino también  el que castiga eternamente, al que no presta oídos atentos a la proclamación de Jesús. Basta con mi afirmación de que el 40% del Evangelio de Mateo está compuesto de amenazas de castigo eterno. Léanse también las durísimas palabras de Jesús en Lucas 10,13-21 que corresponden a Mt 11,20-24:
13 ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran realizado los milagros que se han hecho en vosotras, hace tiempo que hubieran hecho penitencia sentadas en saco y en ceniza. 14 Ahora bien, a Tiro y a Sidón se las tratará más benignamente en el Juicio que a vosotras. 15 Y tú, Cafarnaún, ¿acaso te levantarás hasta el cielo? Hasta el abismo bajarás. 16 El que os escucha me escucha a mí, y el que os rechaza me rechaza a mí, y el que me rechaza rechaza al que me ha enviado.
 
Léase mi comentario en “Los libros del Nuevo Testamento” p. 829, que sintetizo brevemente y donde afirmo que este pasaje aparte de revelar la autoestima de Jesús como enviado de Dios, muestra que Jesús (y el Dios de Jesús que es el mismo que el del Antiguo Testamento) no es solo el predicador del perdón divino (como afirman algunos estudiosos contrastándolo con la figura de Juan Bautista, predicador solo del juicio, en su opinión), sino también el de la condenación si no se escucha su mensaje. La figura de Jesús es ente pasaje es la de un hombre enérgico, en nada «manso y humilde de corazón» (Mt 11,29)
 
Además el Dios del Antiguo Testamento es el producto humano, la representación humana de una divinidad que en su tiempo (con un trasfondo de unos treinta siglos) era igual a la de otros dioses, solo que Elohim /Yahvé era mucho más poderoso que los demás y, por tanto podía proteger mejor que otras divinidades a los pueblos que se ponían bajo su protección.
 
Es totalmente cierto que hoy día el concepto de Dios  y la cuestión dela posibilidad de su revelación ha cambiado totalmente. Pero este es otro tema.
 
Saludos cordiales de Antonio Piñero
 
  
 
NOTA:

Envío el enlace a una entrevista, que me hizo Norma Lilia Ortega Coto, de México, que tenía como tema general si Jesús enseñó realmente a quebrantar la ley de Moisés.
Creo que es fácil adivinar mi respuesta.
 
https://youtu.be/kXcZ7dzDd6c
 
Viernes, 10 de Junio 2022
1 ... « 13 14 15 16 17 18 19 » ... 298


Editado por
Antonio Piñero
Antonio Piñero
Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.





Tendencias de las Religiones


RSS ATOM RSS comment PODCAST Mobile