Notas
Escribe Antonio Piñero
Foto: J. P. Meier Seguimos adelante con nuestras cuestiones de método. Espero que esta palabra no incite al aburrimiento. Creo que es –quizás– lo primero que debe plantearse quien busca “algo”: qué sistema voy a seguir? ¿Voy a leer a tontas y a locas o me regiré por alguna norma? Es tan básica esta pregunta como lo es el plantearse la definición exacta de loa que busco. No es lo mismo plantearse buscar a Jesús de Nazaret que a Jesucristo. Últimamente he insistido mucho en es planteamiento básico. Si comenzamos por distinguir bien entre Jesús y Jesucristo vamos por el buen camino. Así no tendremos ni la mínima duda (que atenaza amucha más gente de lo que yo pensaba) sobre la existencia histórica del personaje. En la p. 119 de su “Jesús recordado”, editado en castellano por Verbo divino, escribe James G. D. Dunn: “En las últimas décadas del siglo XX el más esperanzador avance en la investigación sobre la vida de Jesús fue el reconocimiento de que la búsqueda tenía que estar principalmente dirigida a un judío y afrontar con mayor claridad y firmeza sus consecuencias”. Estupendamente claro. Y exactamente lo último es lo que he repetido tantas veces: ¡aceptemos las consecuencias de que Jesús fue un judío! Pero ¿qué tipo de judío? Ciertamente interesado ante todo en su religión. Su objetivo vital era intensamente judío: proclamar que finalmente Dios iba a arreglar el caso del mundo presente instaurando su Reino dentro de Israel y para Israel en primer lugar. ¿Era, por ello, un judío reformista de su religión? No lo parece en ningún momento (entiéndase: en sí no pretendió Jesús “reformar” su religión por reformarla, sino que pretendió esta “religión” –la suya la judía del momento en Galilea– se entendiera bien para captar su mensaje sobre el Reino). ¿Se desentendió del todo de la política para concentrarse en lo religioso? Pero no parece posible, porque en el judaísmo del siglo I lo religioso y lo político iban intrínsecamente unidos. Así que poniendo lentamente las bases metódicas llegamos parcialmente a la conclusión de que Jesús fue un judío religioso, que desarrolló su actividad en Israel, que no pudo separar la política de lo religioso. ¿Era por ello “un judío marginal”? Este es el subtítulo de la magna obra de John P. Meier “Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico”, también editada por Verbo Divino. Pero creo que ese título de “marginal” no define bien a Jesús. Me pregunto: ¿Es marginal quien fue ejecutado por las autoridades romanas por atribuirse, o porque sus discípulos le empujaron a atribuirse el título de mesías (es decir, el “rey de Israel? Es más, estoy convencido de que Jesús se creyó fundamentalmente el profeta del final de los tiempos que había anunciado Moisés según Deuteronomio 18,15-18: “Yahvé tu Dios suscitará, de en medio de ti, entre tus hermanos, un profeta como yo, a quien escucharéis… Yo les suscitaré, de en medio de sus hermanos, un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande”. Si Jesús se creyó a sí mismo profeta, y hay pocas dudas de ello, no creo que se le pueda llamar marginal. Y no le creo porque entonces habría que declarar “marginales” a todos los que intentaron una suerte de “reforma” de la situación religiosa o política de Israel en el siglo I. Ya he mencionado más veces que Flavio Josefo nombra a más de una decena de aspirantes a “agente mesiánico” o rey de Israel o “profeta de señales (milagros) de los últimos tiempos” que vivieron en Israel desde la muerte de Herodes el Grande hasta la Gran Guerra contra Roma del 66 al 70. Y entre ellos estaban Jesús y Juan Bautista. Para el pueblo llegaron ser héroes en algún momento. Sólo en ese sentido se les puede calificar de “marginal”. Y si no se le puede llamar marginal… eso cambia toda la perspectiva del método, pues si Jesús no es marginal y es un judío religioso, preocupado intensísimamente por la venida del reino de Dios, Jesús es buscable y entendible perfectamente desde el punto de vista histórico y dentro de la coordenadas judías del Israel del siglo I. Y tampoco creo que Jesús tuviera esencialmente un lenguaje “enigmático” (así resume James Dunn la posición de Meier en la nota 100 de la p. 120 de la obra que comentamos)…, porque si era esencialmente marginal y enigmático no hubiera arrastrado a las multitudes tras de sí… por lo menos al principio. Jesús fue sencillamente un orador a veces exagerado a sabiendas para captar la atención (“Si tu ojo te es ocasión de pecar… arráncatelo”: Mt 5,29) Así pues, y sintetizando: debemos ser cuidadosos con las definiciones y el método a la hora de “buscar” a Jesús de Nazaret (es imposible buscar históricamente a Jesucristo, porque este personaje es mitad histórico y mitad teológico). Y este Jesús es buscable, no pudo ser marginal, y hay que buscarlo en el Israel religioso-político del siglo I. Seguiremos. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html
Jueves, 23 de Abril 2020
Comentarios
Notas![]()
Escribe Antonio Piñero
Foto: Bart D. Ehrman Me pregunta Gabriel Andrade: “En nuestros diálogos, Ud. decía que Ud. sentía pena al imaginar qué estaría pensando Pablo mientras esperaba en la cárcel su ejecución, pues se daba cuenta de que aquellas cosas que había anticipado en I Tesalonicenses (y que supuestamente ocurrirían antes de que sus corresponsales y él mismo murieran), no llegaban. Pero, Ehrman dice que, para el momento en que Pablo escribió 2 Corintios y Filipenses, ya él tenía dudas, y ahora anticipaba que él moriría antes de que Cristo regresara. En vista de eso, según Ehrman, él anticipó que habría un estado intermedio entre su propia muerte y la resurrección, durante el cual él estaría en estado incorpóreo al lado de Cristo. Él cita Filipenses 1: 21 (admitiendo así que moriría antes de la llegada de Cristo) y 2 Corintios 5: 1-4 (interpretando que el quedar desnudo es como quedar sin cuerpo, un tiempo transitorio incorpóreo antes de la resurrección). ¿Es plausible esto que dice Ehrman? Y mi respuesta fue Respecto a Flp 1,21: “Pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia”. Por supuesto que es posible que el Apóstol contemplara su muerte. Y los especialistas discuten sobre la evolución del pensamiento de Pablo. ¿Por qué no pudo pensar en algún momento que su predicción de 1 Tes 4,13-17 podría no ocurrir? El texto es el siguiente: “Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en Jesús. Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron. El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor. Es posible. Pero lo curioso es que la expectativa paulina de una venida inmediata del Mesías (segunda venida) se mantiene clarísimamente durante la primera mitad del siglo II como da a entender 2 Pedro 3,4-16… (compuesta unos 70 años después de la muerte de Pablo) donde alude expresamente a la esperanza del Apóstol de que el final va a ocurrir pronto. El texto más importante es 3,14: “Por lo tanto, queridos, en espera de estos acontecimientos, esforzaos por ser hallados en paz ante él, sin mancilla y sin tacha”. Así somos los humanos: esperamos, pero nos asaltan continuamente las dudas. Respecto al texto de 2 Cor 5,1-4: “Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. Y así gemimos en este estado, deseando ardientemente ser revestidos de nuestra habitación celeste, si es que nos encontramos vestidos, y no desnudos. ¡Sí!, los que estamos en esta tienda gemimos abrumados. No es que queramos ser desvestidos, sino más bien sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida”. El “desnudos” del v. 3, puede entenderse sin duda como “sin cuerpo”, pero quizás con más probabilidad como “sin méritos” (después de la justificación por la fe hay que vivir una vida irreprochable cumpliendo la ley del Mesías de Gal 6,2) para apropiarse de, o mejor entrar en la casa celestial. Por tanto, la argumentación completa de Ehrmann, que todavía no conozco, es posible que sea razonable aportando también el germen de la duda. De todos modos, ojo con Ehrmann, pues su negocio (también cobra por la entrada en el Blog) es decir “cosas nuevas, originales y rompedoras”. Con el poco material que tenemos de Pablo muchas interpretaciones alternativas son posibles, sobre todo aquellas sacadas de su contexto. Saludos cordiales de Antonio Piñero http://adaliz-ediciones.com/home/36-el-jesus-que-yo-conozco.html NOTA Envíos enlaces de algunas de las entrevistas que me han hecho en Semana Santa: · Gabriel Erdman, profesor de Historia de Instituto en Argentina, publica la siguiente entrevista http://espectros.com.ar/numero-actual/?fbclid=IwAR2M3OEALX05BhnyQOzlWXAcFTeYzjSJGm4zuuH5MUV_5FqswuBn5KpR-H8 · Teresa Viejo, en el programa de RNE: https://www.rtve.es/alacarta/audios/la-observadora/observadora-antonio-pinero-11-04-20/5555843/ · Jesús Ortega, de “Radio Castilla La Mancha”: iVoox! EDI 4x30 - ¿Resucitó Jesús? (con Antonio Piñero) http://www.ivoox.com/49930948 · Fernando Mullor, en Murcia-Alicante: iVoox! EVANGELIOS APÓCRIFOS con Antonio Piñero (Especial Semana Santa) - El Candelabro 6T 10-04-20 - Prog 33 http://www.ivoox.com/49893512 Saludos de nuevo
Jueves, 16 de Abril 2020
Notas
Alsos es la palabra griega para bosque sagrado, y sin duda en otras culturas apareció ese elemento sacro. Hoy, la curiosidad me lleva a investigar qué posibilidades hay de que la palabra y el concepto aparezcan en la cultura judía.
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Editado por
Antonio Piñero
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Licenciado en Filosofía Pura, Filología Clásica y Filología Bíblica Trilingüe, Doctor en Filología Clásica, Catedrático de Filología Griega, especialidad Lengua y Literatura del cristianismo primitivo, Antonio Piñero es asimismo autor de unos veinticinco libros y ensayos, entre ellos: “Orígenes del cristianismo”, “El Nuevo Testamento. Introducción al estudio de los primeros escritos cristianos”, “Biblia y Helenismos”, “Guía para entender el Nuevo Testamento”, “Cristianismos derrotados”, “Jesús y las mujeres”. Es también editor de textos antiguos: Apócrifos del Antiguo Testamento, Biblioteca copto gnóstica de Nag Hammadi y Apócrifos del Nuevo Testamento.
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