LA ODISEA DE SHACKLETON: Javier Cacho




Blog de Tendencias21 sobre su legendaria expedición a la Antártida

Pelear hasta el final


Alexander V. O'Hara

7 de octubre de 1915
A veces nos pensamos que los seres que están bajo la superficie de las aguas del mar llevan una vida apacible y feliz, que tienen comida en abundancia y que pocos son los peligros que tienen que afrontar. Nos equivocamos. Esta semana, la caza de unas focas me ha hecho conocer, de primera mano, la filosofía de vida de Shackleton.



La captura de este par de focas ha supuesto un alivio para nuestra mermada despensa de carne para los perros
La captura de este par de focas ha supuesto un alivio para nuestra mermada despensa de carne para los perros
Después de la dura presión que los hielos ejercieron sobre el Endurance la semana ha transcurrido tranquila, incluso como si la Antártida hubiera querido rendir un homenaje a la tenacidad de nuestro barco, hasta se abrieron unos canales de agua a nuestro alrededor.

No eran lo suficientemente amplios como para que pudiéramos intentar escapar, pero sí por lo menos para atraer a algunas focas y que éstas salieran a tumbarse sobre la superficie helada.

Eso significó que se pusieron a tiro de nuestros cazadores, en especial de Wild que no suele fallar un disparo. Especialmente cuando eso significa comida.

Un pequeño cambio en nuestra dieta
El primer día mató dos focas cangrejeras de bastante buen tamaño. Todos nos alegramos, especialmente los perros que ese día volvieron a tener carne en abundancia. Nosotros también, puesto que el hígado de foca es un manjar. De sabor fuerte pero sabroso y nutritivo.

Para el Jefe también fueron buenas noticias, puesto que las reservas de comida de los perros se estaban terminando.

Eché una mano para despellejarlas. Aquello no me gustó tanto y terminé lleno de sangre, pero no quise parecer un pusilánime y traté de mantener el gesto de tipo duro. No sé si lo conseguí.

Una de las cosas que más me sorprendió fue las grandes cicatrices que cubrían el cuerpo de las focas. Ambas tenían dos grandes marcas separadas unos centímetros. No hacía falta ser muy listo para intuir que eran consecuencia de un encuentro con las orcas.

Hay que luchar hasta el final
Al día siguiente volvimos a cazar otra foca. Nuevamente me ofrecí a ayudar a descuartizarla. Esta vez Shackleton estaba con nosotros.

Como el día anterior, ésta también tenía unas profundas marcas de los dientes de una orca en su piel. En este caso eran cuatro cicatrices paralelas, de cuarenta centímetros de largo a cada lado del cuerpo que llegaban hasta una de las aletas.

-¿Te has fijado, Alex?-Escuché decir a Shackleton- Casi le arrancan la aleta. Se escapó de los dientes de esa condenada orca por muy poco. Hay que luchar hasta el final. No hay que darse nunca por vencido.

Aunque se estaba dirigiendo a mí, hablaba en voz muy alta para que todos le escucharan. Sus hombres, aparentaron que seguían concentrados en sus trabajos, pero noté cómo hubo un rápido intercambio de miradas entre ellos.

Todos se habían percatado del mensaje. Y yo, que tenía las manos chorreando sangre, nunca lo olvidaré. Espero que ustedes también lo recuerden.



Editor del Blog
Javier Cacho
Eduardo Martínez de la Fe
Javier Cacho es científico y escritor especializado en historia de la exploración polar.
Fue miembro de la Primera Expedición Científica Española a la Antártida, a donde regresó en otras cinco ocasiones, las últimas como jefe de la base antártica Juan Carlos I. Recientemente ha publicado “Amundsen-Scott, duelo en la Antártida” (2011), y “Shackleton, el indomable” (2013). En el blog, recrea la expedición de Shackleton a través de un periodista imaginario, Alexander Vera O’Hara.


La obra definitiva sobre la odisea de Shackleton. No te la pierdas.


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