Hemos perdido la esperanza. La marcha de cinco días nos ha dejado agotados física, pero sobre todo, psicológicamente. Los escasos 15 kilómetros que habíamos avanzado no eran nada comparado con los más de 300 que nos separaban de ese cuerno de la abundancia que era el depósito de víveres allí establecido. Aunque realmente ese punto estaba tan perdido en el mapa como nos encontramos ahora.
Desde que se hundió el Endurance la actitud de Shackleton nos había hecho creer que con nuestro esfuerzo saldríamos de esta penosa situación, pero la marcha de aquellos cinco días nos había demostrado que por mucho que hiciéramos el carcelero blanco que nos tenía aprisionado era quien dictaba las leyes.
Estábamos en pleno verano -como ya les he comentado otras veces, el enero es pleno verano en el hemisferio Sur- y si no aparecen canales de agua entre el hielo en las próximas semanas, es muy posible que ya no lo haga. Entonces nos quedaríamos atrapados aquí otro invierno más, cosa que nadie quiere ni imagina.
Peor que antes
Incluso estábamos peor que antes, aunque el témpano donde habíamos acampado parecía tan fuerte como el otro, habíamos dejado atrás muchos pertrechos, entre ellos uno de los tres botes, y mucho pensaban que con los dos que teníamos no sería suficiente para todos los que éramos.
Además, se habían quedado allí las maderas que poníamos debajo de los sacos y que nos aislaban del suelo helado donde teníamos que dormir. Así dicho puede parecer ridículo, pero puedo asegurarles que cuando el frío no te deja dormir durante horas, tienes mucho tiempo para maldecir tu situación.
Quizás ustedes estén pensando que a fin de cuentas no eran más que unos pocos kilómetros y podríamos haber regresado a por ellas. Puedo asegurarles que aquí las cosas no son tan fáciles, El camino que tan penosamente habíamos recorrido durante esos días, ahora se ha vuelto intransitable en el sentido más estricto de la palabra. Vamos que pese a estar tan cerca, es como si estuviera tan lejos como la Luna.
Escasos de víveres
Tratamos de parecer alegres y confiados, especialmente Shackleton, pero todos nos tememos lo peor. Incluso no tenemos demasiadas provisiones. Según los cálculos para más o menos dos meses. Y luego qué. Ahora todavía podemos cazar focas y pingüinos, pero si el verano pasa estos desaparecerán y las focas comenzarán a escasear.
Sí, nuestra situación es muy comprometida. Por eso se agradece más que nunca el banjo de Huxley y sus canciones. Al menos mientras las cantamos nos sentimos mejor. Ojalá que en mi próxima crónica esté un poco más optimista, pero que hoy lo veo todo muy negro, y no soy el único.
Desde que se hundió el Endurance la actitud de Shackleton nos había hecho creer que con nuestro esfuerzo saldríamos de esta penosa situación, pero la marcha de aquellos cinco días nos había demostrado que por mucho que hiciéramos el carcelero blanco que nos tenía aprisionado era quien dictaba las leyes.
Estábamos en pleno verano -como ya les he comentado otras veces, el enero es pleno verano en el hemisferio Sur- y si no aparecen canales de agua entre el hielo en las próximas semanas, es muy posible que ya no lo haga. Entonces nos quedaríamos atrapados aquí otro invierno más, cosa que nadie quiere ni imagina.
Peor que antes
Incluso estábamos peor que antes, aunque el témpano donde habíamos acampado parecía tan fuerte como el otro, habíamos dejado atrás muchos pertrechos, entre ellos uno de los tres botes, y mucho pensaban que con los dos que teníamos no sería suficiente para todos los que éramos.
Además, se habían quedado allí las maderas que poníamos debajo de los sacos y que nos aislaban del suelo helado donde teníamos que dormir. Así dicho puede parecer ridículo, pero puedo asegurarles que cuando el frío no te deja dormir durante horas, tienes mucho tiempo para maldecir tu situación.
Quizás ustedes estén pensando que a fin de cuentas no eran más que unos pocos kilómetros y podríamos haber regresado a por ellas. Puedo asegurarles que aquí las cosas no son tan fáciles, El camino que tan penosamente habíamos recorrido durante esos días, ahora se ha vuelto intransitable en el sentido más estricto de la palabra. Vamos que pese a estar tan cerca, es como si estuviera tan lejos como la Luna.
Escasos de víveres
Tratamos de parecer alegres y confiados, especialmente Shackleton, pero todos nos tememos lo peor. Incluso no tenemos demasiadas provisiones. Según los cálculos para más o menos dos meses. Y luego qué. Ahora todavía podemos cazar focas y pingüinos, pero si el verano pasa estos desaparecerán y las focas comenzarán a escasear.
Sí, nuestra situación es muy comprometida. Por eso se agradece más que nunca el banjo de Huxley y sus canciones. Al menos mientras las cantamos nos sentimos mejor. Ojalá que en mi próxima crónica esté un poco más optimista, pero que hoy lo veo todo muy negro, y no soy el único.