Este es Blizzard, uno de los más revoltosos. La foto es de cuando era un cachorro, ahora es mucho mayor.
Todos recordamos cuando hace meses la vida animal bullía a nuestro alrededor. Focas, pingüinos, aves… todo parecía sobreabúndate. Estábamos dentro de una inmensa despensa donde sólo había que extender la mano para coger lo que quisiéramos.
Afortunadamente, por consejo de los veteranos establecimos una buena cantidad de alimentos de reserva. Aquí el frío ayuda y no hay que preocuparse por la conservación de los alimentos.
Precisamente el 10 de septiembre la temperatura ascendió a -17ºC, la temperatura más alta en más de medio año. Por cierto, ya llevamos atrapados por el hielo ocho meses. ¡Cómo pasa el tiempo!
Más solos que nunca
Puede parecer mentira, pero la presencia de focas, pingüinos y aves nos hacía sentirnos acompañados. Primero desaparecieron estas últimas, que volaron hacia latitudes más cálidas. Luego les siguieron los pingüinos y finalmente hasta las focas desaparecieron.
Antes todos los días salían los equipos de cazadores a otear alrededor. Al escuchar sus disparos sabíamos que algo había caído y poco después se preparaban los equipos de perros para ir a buscar el cuerpo de la foca y traerlo en el trineo. Todo eso nos daba actividad y algo de vida.
Pero desde hace tiempo, aunque salen a cazar más lo hacen para estirar las piernas, que tampoco nos vienen mal. No han matado una foca desde hace cinco meses.
Hace unas semanas cazamos varios pingüinos, pero los pobres no eran más que pluma y huesos, incluso sus estómagos estaban vacíos y en algunos encontramos hasta piedras. Pobres diablos.
Tampoco las aguas están mucho mejor. Esta semana los científicos han hecho un sondeo que ha alcanzado más de 1.000 metros de profundidad. Pese a que utilizaron la draga de boca más ancha, poco han logrado sacar: medusas y algunas larvas de peces.
Concierto polar
Afortunadamente, después de los ataques del hielo de primeros de mes, no hemos vuelto a experimentar presiones. Pero sabemos que volverán y nadie quiere cantar victoria. Por eso Shackleton trata de tenernos ocupados y así todos los días se sale a entrenar a los perros.
Incluso la camada que nació a bordo, y cuidó Tom Crean amorosamente, ya empieza a tirar de un trineo. Aunque cada cual parece que tira en una dirección para desesperación del bueno de Tom y para diversión nuestra.
Para lo que si obedecen los cachorros es para aullar. Los cachorros y todos los perros. Una vez cada dos o tres, Hercules, que hace de director de orquesta comienza a aullar. Shackleton lo describe como un “aullido profundo y melodioso”
Unos segundos después, todos le acompañan rivalizando por demostrar quien lo hace más fuerte. El escándalo que organizan se tiene que oír a kilómetros a la redonda. Se imaginan cómo se escucha dentro del barco. Especialmente cuando uno quiere dormir.
Afortunadamente, por consejo de los veteranos establecimos una buena cantidad de alimentos de reserva. Aquí el frío ayuda y no hay que preocuparse por la conservación de los alimentos.
Precisamente el 10 de septiembre la temperatura ascendió a -17ºC, la temperatura más alta en más de medio año. Por cierto, ya llevamos atrapados por el hielo ocho meses. ¡Cómo pasa el tiempo!
Más solos que nunca
Puede parecer mentira, pero la presencia de focas, pingüinos y aves nos hacía sentirnos acompañados. Primero desaparecieron estas últimas, que volaron hacia latitudes más cálidas. Luego les siguieron los pingüinos y finalmente hasta las focas desaparecieron.
Antes todos los días salían los equipos de cazadores a otear alrededor. Al escuchar sus disparos sabíamos que algo había caído y poco después se preparaban los equipos de perros para ir a buscar el cuerpo de la foca y traerlo en el trineo. Todo eso nos daba actividad y algo de vida.
Pero desde hace tiempo, aunque salen a cazar más lo hacen para estirar las piernas, que tampoco nos vienen mal. No han matado una foca desde hace cinco meses.
Hace unas semanas cazamos varios pingüinos, pero los pobres no eran más que pluma y huesos, incluso sus estómagos estaban vacíos y en algunos encontramos hasta piedras. Pobres diablos.
Tampoco las aguas están mucho mejor. Esta semana los científicos han hecho un sondeo que ha alcanzado más de 1.000 metros de profundidad. Pese a que utilizaron la draga de boca más ancha, poco han logrado sacar: medusas y algunas larvas de peces.
Concierto polar
Afortunadamente, después de los ataques del hielo de primeros de mes, no hemos vuelto a experimentar presiones. Pero sabemos que volverán y nadie quiere cantar victoria. Por eso Shackleton trata de tenernos ocupados y así todos los días se sale a entrenar a los perros.
Incluso la camada que nació a bordo, y cuidó Tom Crean amorosamente, ya empieza a tirar de un trineo. Aunque cada cual parece que tira en una dirección para desesperación del bueno de Tom y para diversión nuestra.
Para lo que si obedecen los cachorros es para aullar. Los cachorros y todos los perros. Una vez cada dos o tres, Hercules, que hace de director de orquesta comienza a aullar. Shackleton lo describe como un “aullido profundo y melodioso”
Unos segundos después, todos le acompañan rivalizando por demostrar quien lo hace más fuerte. El escándalo que organizan se tiene que oír a kilómetros a la redonda. Se imaginan cómo se escucha dentro del barco. Especialmente cuando uno quiere dormir.