En el Endurance vivimos en un mundo absolutamente aislado. No sabemos nada de lo que ocurre en el exterior. Si al menos la radio hubiera funcionado, por lo menos habríamos podido recibir alguna noticia, saber algo de lo que está pasando fuera de este barco.
Pero ni nosotros tenemos potencia para que nuestras emisiones alcancen las Malvinas, aquí todos las llaman Falklands, ni ellos parecen que puedan comunicarse con nosotros como nos habían prometido. Quizás la culpa la tenga nuestro receptor de radio.
En cualquier caso, el resultado es que estamos completamente aislados y las únicas noticias que podemos comentar son las que nosotros mismos generamos. Y, lógicamente, no son muchas. Por lo tanto la carrera de trineos de perros que llevamos a cabo hace dos semanas, ha acaparado todas nuestras conversaciones.
Todo tipo de rumores
Si bien el trineo de Wild llegó el primero, le siguió tan de cerca el tiro de perros de Hurley que era lógico que hubiera comentarios de todo tipo. Muchos de ellos alimentados por el propio Hurley o por los que habían apostado por él, que eran bastantes.
Que… si en la salida se le habían cruzado el trineo de Crean. Que… si uno de los perros de Macklin les había atacado. Que… si McIlroy había hecho chocar a su trineo contra el de Hurley para desequilibrarle. Incluso… que… si el propio Wild, antes de empezar la carrera, había echado unos trozos de carne de foca con narcóticos a los otros perros.
En fin, durante dos semanas, el Endurance ha sido un hervidero de comentarios, rumores y cotilleos. En mi opinión, muchos de ellos alimentados por los dos protagonistas. Puesto que Hurley quería conseguir la revancha y Wild buscaba una victoria indiscutible. Incluso por el propio Shackleton, a quien parecía que todo esto le gustaba más que a nadie.
Ni Shackleton fue neutral
Finalmente, los dos –entre el regocijo general- se desafiaron. Y hoy hemos repetido la carrera, que en esta ocasión no ha tenido más que dos protagonistas, para evitar que otros pudieran entorpecer la marcha de los equipos campeones.
En recorrido era el mismo, le juez el mismo, Worsley, al igual que el encargado de cronometrar el tiempo, el físico James.
Cualquiera hubiera podido pensar que Shackleton, como jefe de la expedición, se hubiera mantenido neutral en la contienda. Pues no. Durante las dos semanas ha sido uno de los más ardientes defensores de su lugarteniente, e incluso cuando llegó el momento de la carrera se subió al trineo de Wild para hacer de lastre.
En total, cada tiro de perros tenía que arrastrar un trineo cargado con 400 kilogramos. Lo que hacía que cada uno de los 7 perros tirase de aproximadamente 58 kilogramos. Un esfuerzo realmente importante para los perros.
Una decisión controvertida
Por fin llegó el día, o más bien la noche, porque como la otra vez, la carrera se desarrolló en la más completa oscuridad y únicamente los gritos de los conductores de los trineos nos señalaban por dónde iban.
Ni que decir tiene que Shackleton chillaba tan fuerte que parecía que los perros corrían para huir de sus gritos.
De repente, entre las aclamaciones de una parte del público y los abucheos del resto. El trineo de Wild atravesó el primero la línea de meta. Siete segundos después lo hizo el de Hurley.
Ya parecía que todo había terminado cuando el juez de la prueba, el capitán Worsley, llegó haciendo sonar un pito con autoridad pidiendo silencio. Cuando logró que al menos algunos de los más vociferantes se callaran, anunció que… descalificaba al trineo de Wild porque había hecho el recorrido con menos peso del reglamentario.
En parte tenía razón, faltando escasamente 50 metros para alcanzar la meta, el trineo de Wild patinó en un montón de nieve y Shackleton perdió el equilibrio y cayó del trineo. Luego, los perros tiraron de un trineo más ligero que el de su adversario.
Como podrán suponer, la polémica estaba servida. En el Endurance ya no se habla de nada más. Supongo que vamos a tener tema de conversación para todo lo que queda del invierno. Que me imagino que es lo que deseaban Wild, Hurley, Worsley y el propio Shackleton, tenernos distraídos con estas cosas.
Pero ni nosotros tenemos potencia para que nuestras emisiones alcancen las Malvinas, aquí todos las llaman Falklands, ni ellos parecen que puedan comunicarse con nosotros como nos habían prometido. Quizás la culpa la tenga nuestro receptor de radio.
En cualquier caso, el resultado es que estamos completamente aislados y las únicas noticias que podemos comentar son las que nosotros mismos generamos. Y, lógicamente, no son muchas. Por lo tanto la carrera de trineos de perros que llevamos a cabo hace dos semanas, ha acaparado todas nuestras conversaciones.
Todo tipo de rumores
Si bien el trineo de Wild llegó el primero, le siguió tan de cerca el tiro de perros de Hurley que era lógico que hubiera comentarios de todo tipo. Muchos de ellos alimentados por el propio Hurley o por los que habían apostado por él, que eran bastantes.
Que… si en la salida se le habían cruzado el trineo de Crean. Que… si uno de los perros de Macklin les había atacado. Que… si McIlroy había hecho chocar a su trineo contra el de Hurley para desequilibrarle. Incluso… que… si el propio Wild, antes de empezar la carrera, había echado unos trozos de carne de foca con narcóticos a los otros perros.
En fin, durante dos semanas, el Endurance ha sido un hervidero de comentarios, rumores y cotilleos. En mi opinión, muchos de ellos alimentados por los dos protagonistas. Puesto que Hurley quería conseguir la revancha y Wild buscaba una victoria indiscutible. Incluso por el propio Shackleton, a quien parecía que todo esto le gustaba más que a nadie.
Ni Shackleton fue neutral
Finalmente, los dos –entre el regocijo general- se desafiaron. Y hoy hemos repetido la carrera, que en esta ocasión no ha tenido más que dos protagonistas, para evitar que otros pudieran entorpecer la marcha de los equipos campeones.
En recorrido era el mismo, le juez el mismo, Worsley, al igual que el encargado de cronometrar el tiempo, el físico James.
Cualquiera hubiera podido pensar que Shackleton, como jefe de la expedición, se hubiera mantenido neutral en la contienda. Pues no. Durante las dos semanas ha sido uno de los más ardientes defensores de su lugarteniente, e incluso cuando llegó el momento de la carrera se subió al trineo de Wild para hacer de lastre.
En total, cada tiro de perros tenía que arrastrar un trineo cargado con 400 kilogramos. Lo que hacía que cada uno de los 7 perros tirase de aproximadamente 58 kilogramos. Un esfuerzo realmente importante para los perros.
Una decisión controvertida
Por fin llegó el día, o más bien la noche, porque como la otra vez, la carrera se desarrolló en la más completa oscuridad y únicamente los gritos de los conductores de los trineos nos señalaban por dónde iban.
Ni que decir tiene que Shackleton chillaba tan fuerte que parecía que los perros corrían para huir de sus gritos.
De repente, entre las aclamaciones de una parte del público y los abucheos del resto. El trineo de Wild atravesó el primero la línea de meta. Siete segundos después lo hizo el de Hurley.
Ya parecía que todo había terminado cuando el juez de la prueba, el capitán Worsley, llegó haciendo sonar un pito con autoridad pidiendo silencio. Cuando logró que al menos algunos de los más vociferantes se callaran, anunció que… descalificaba al trineo de Wild porque había hecho el recorrido con menos peso del reglamentario.
En parte tenía razón, faltando escasamente 50 metros para alcanzar la meta, el trineo de Wild patinó en un montón de nieve y Shackleton perdió el equilibrio y cayó del trineo. Luego, los perros tiraron de un trineo más ligero que el de su adversario.
Como podrán suponer, la polémica estaba servida. En el Endurance ya no se habla de nada más. Supongo que vamos a tener tema de conversación para todo lo que queda del invierno. Que me imagino que es lo que deseaban Wild, Hurley, Worsley y el propio Shackleton, tenernos distraídos con estas cosas.